miércoles, 16 de abril de 2008

Textos budistas

Geoggrey Parrinder
LA SABIDURÍA DE LOS PRIMEROS BUDISTAS
Ediciones Lidiun
Buenos Aires, 1980

Tit.Orig.: The Wisdom of the Early Buddhists
Sheldon Press, London

[pag.29]
El Buddha habitaba por ese entonces una choza en el bosque. Varios hermanos que habían regresado de recoger limosnas se sentaron en una enramada cercana a discutir los nacimientos en otras vidas. El Maestro oyó la conversación con su oído sobrenatural y acudió a preguntarles si querían recibir instrucción. A solicitud de los hermanos, les dijo: Pasaron muchas edades desde que el primer Buddha, Vipassi, surgió en el mundo, siendo seguido por otros cinco. En esta graciosa era he surgido en el mundo corno el Bendito y Supremo Buddha; pertenezco a un noble clan y he nacido en el seno de una familia llamada Gótama. Mi padre es el rey Suddhodana, mi madre su esposa Maya y el lugar donde residen, la ciudad de Kapilavastu. Mi servidor principal es Ananda y mis discípulos más importantes Sariputta y Moggallana. Mi apartamiento del mundo, mi trasformación en asceta solitario, mis trabajos, la iluminación que recibí bajo el árbol Bo y la puesta en movimiento de la Rueda de la Verdad os serán relatados enseguida.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


2
El Maestro pidió a Ananda que volviera a contar su historia y cualidades y Ananda dijo He oído decir esto personalmente al Señor. Se puso de pie memorioso y consciente en el cielo y descendió al vientre de su madre, tras de lo cual hubo de aparecer en el mundo aventajando la majestad de los dioses: el universo se estremeció. Los dioses protegieron a la madre cuando el futuro Buddha entró en ella y ésta se abstuvo de decir falsedades e ingerir vida, no hubo en su mente pensamientos de hombre, gozó de la plena posesión de todos sus sentidos, fue feliz, las enfermedades no la atacaron y comprendió la perfección del niño que dentro de ella se hallaba. Diez meses después de la concepción dio a luz de pie y murió siete días más tarde. El futuro Buddha, al nacer, estaba limpio y sin mácula. Se mantuvo erguido, dio siete pasos, reconoció cuanto lo rodeaba y dijo en alta voz: Soy el principal, el más antiguo y el primero del mundo. Este es mi último nacimiento. Ya nada falta por ocurrir.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


3
El Buddha habló a los hermanos de las Cuatro Señales que se le aparecieron a Vipassi y a todos los Buddhas: Paseaba por el parque cuando vio un viejo apoyado en un bastón; le preguntó a su cochero qué había hecho aquél para estar así. El cochero le contestó: Es viejo. Vipassi volvió a preguntar: ¿Yo también envejeceré? Al serie respondido que tal habría de suceder, volvió a palacio reflexivo y deprimido. Otro día vio un enfermo y preguntó si la enfermedad podía atacarlo. Al serle respondido que era posible, volvió a palacio reflexivo y deprimido. Luego vio un cadáver en una pira funeraria y preguntó: -Yo también estoy sujeto a morir? Al serle di ¿ cho que todos los hombres son mortales, regresó reflexivo y deprimido. Por último vio a un monje, con la cabeza afeitada y el manto amarillo y se le dijo que era un asceta errante que había emprendido el camino de la vida religiosa, las buenas acciones, la conducta inofensiva y la bondad con todas las criaturas. Aquél afirmó: Eso es excelente. Lleva el carruaje de vuelta, que yo al momento me he de cortar los cabellos y vestiré el manto amarillo para dedicarme a la vida errante.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


4
Un día el Buddha se vistió temprano a la mañana y salió a mendigar alimento. A la tarde fue con Ananda a bañarse; allí, vestido únicamente con el manto, se enjugó las extremidades. Unos cuantos hermanos estaban charlando en la ermita; el Maestro, que había quedado afuera, tosió y llamó a la puerta. Preguntó cuál era el tema de conversación y le respondieron: La conversacion que manteníamos y que fue interrumpida, versaba sobre el Señor mismo. Entonces les habló de su Noble Búsqueda con estas palabras. Antes de mi Iluminación, cuando todavía era el Buddha futuro, estando sujeto a renacer quise averiguar cuál era la esencia del nacimiento, y estando sujeto a envejecer, quise averiguar cuál era la esencia de la vejez, la enfermedad, la muerte, el dolor y la impureza. Luego pensé:¿Qué pasaría si yo, habiendo visto la desdicha del nacimiento, buscara lo no nacido, la suprema paz del nirvana?

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


5
Había un apologista jaina a quien el Maestro le habló de su desapego del placer y el dolor y de su renunciamiento: Antes de mi Iluminación, cuando todavía era el Buddha futuro y no estaba completamente despierto, pensé que la vida era opresiva en una casa llena de polvo. Viviendo en una casa no es fácil llevar una vida religiosa completa, pura y acabada, por lo cual el aire libre es mejor. ¿Y si yo me cortara el pelo y la barba, me vistiera con el manto amarillo y me marchara de la casa para llevar una vida errante, a la intemperie? Por ello, después de un tiempo, siendo todavía un mozo de negros cabellos, no me importaron los llantos de mis padres, que lo desaprobaban, y me afeité la cabeza y la barba, vestí manto amarillo y abandoné mi hogar por una vida errante, a la intemperie.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.

6
El Maestro relató a los hermanos sus visitas a diversos maestros: Al salir a buscar un sendero bueno y perfecto que condujera a la paz acudí a un solitario llamado Alara. Le dije: Reverendo Señor, deseo practicar la vida y las disciplinas religiosas. Alara respondió que su enseñanza podía comprenderla rápidamente cualquier hombre inteligente y yo la dominé muy pronto, en el tiempo que duraron las alabanzas. Acudí a él nuevamente y le pregunté: ¿Cuál es el alcance de tu doctrina? Entonces Alara manifestó que era el logro del estado de nada, pero también esto percibí y alcancé. Alara me puso a mí, su discípulo, en el mismo nivel que él, pero yo consideré que su enseñanza no conducía a la ausencia de pasión, a la tranquilidad, al conocimiento superior y al nirvana, sino solo a la nada. Por ello, sin haber conseguido demasiado de su doctrina, la deseché, apartándome.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


7
El Maestro, en su búsqueda de un sendero bueno y perfecto que condujera a la paz, acudió a un maestro llamado Uddaka y le pidió lo dejara practicar su misma vida y su disciplina religiosa. Muy pronto las dominó y alcanzó un estado que no era de consciencia-ni-de-inconsciencia, Uddaka dijo: Tal como soy yo, así eres tú. Ven, vayamos los dos a cuidar de mis discípulos. Empero, el Maestro pensó: Esta enseñanza no conduce a la ausencia de pasión, a la tranquilidad, al conocimiento superior y al nirvana. Por ello, sin haber conseguido demasiado de su doctrina la deseché, apartándome.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


8
El Maestro dijo: En mis búsquedas del perfecto camino a la paz, atravesé a pie el país y negué a un campo cerca de Uruvela. Allí había un sitio encantador, arbolado, con un claro río ondulante, un buen vado y una aldea cercana para proveerse. Me impresionó como un buen lugar para un joven empeñado en estas búsquedas y decidí sentarme. En otra ocasión el Maestro les habló de sus meditaciones: Apreté los dientes, presioné la lengua contra el paladar, refrené y controlé mi mente, tal que el sudor fluyó a raudales. Tenía el cuerpo inquieto, pero estas sensaciones dolorosas no lograron dominar mi mente. Luego, moderé la entrada y salida del aliento por boca y nariz hasta que sentí en los oídos un fuerte ruido, semejante al bramido del fuelle del herrero. Contuve la respiración hasta que la gente dijo que me estaba muriendo o ya estaba muerto. No obstante, mi cuerpo estaba inquieto, y estas sensaciones dolorosas no lograron dominar mi mente.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


9
El Maestro dijo: Cinco monjes se sentaron junto a mi, pensando que cuando alcanzara la verdad se la comunicaría. Decidí tomar pequeñas cantidades de comida: tantas habichuelas como cupieran en el hueco de mi mano. El cuerpo se me volvió flaco, las costillas me resaltaban como las vigas de un viejo tinglado, los ojos se me hundían como un pozo profundo, el esqueleto se me volvió como una calabaza resquebrajada: cuando trataba de tocarme la piel del estómago podía asirme la espina dorsal. Luego pensé: Los ascetas del pasado sufrieron agudos dolores sin lograr la iluminación; tal vez haya otro camino que no puedo seguir en tanto mi cuerpo esté débil. Me levanté y bebí leche con arroz que me ofreció la hija del intendente del pueblo y comí algunas habas. Entonces los cinco monjes me dejaron disgustados diciendo que había abandonado mis empeños, para volver a una vida de abundancia.

Mahavastu. Trad. J.J.Jones


10
El Maestro describió su Iluminación: Una vez que hube ingerido alimento, lo cual me dio fuerzas, ausentes los deseos sensuales y los malos pensamientos, entré en el primer estado de meditación, emanado del apartamiento y el razonar, que es alegre y dichoso. Luego entré en el segundo estado, nacido de la concentración, más allá del razonamiento. Luego entré en el tercer estado, atento y consciente, en que se contempla con neutralidad de ánimo la alegría y la aversión. Por último entré en el cuarto estado, más allá del dolor y el placer, enteramente atento y meditativo. En la primera vigilia de la noche recordé todas mis existencias anteriores. En la vigilia media de la noche vi todos los seres surgiendo para perecer, según sus obras. Estando sujeto al nacimiento debido al yo, como también a la edad, el dolor y la muerte, busqué lo no nacido que no mengua ni muere. Logré esto en la última vigilia de la noche, y logré lo inmaculado, la libertad de la esclavitud, el nirvana. El conocimiento y la visión descendieron sobre mí. Esto es la libertad inconmovible. Este es mi último nacimiento. Ya nada falta por ocurrir.

Mahavastu. Trad. J.J.Jones


11
El Buddha, ya completamente iluminado, habló sobre un problema: Se me ocurrió que esta Verdad que había alcanzado es profunda, difícil de percibir Y comprender, en tanto el mundo se deleita en los placeres sensuales. En caso que enseñara la verdad y los otros no la comprendieran resultaría cansancio y molestia Entonces se le ocurrió al principal entre los dioses, a Brahmâ, que el mundo se perdería, destruyéndose, si el perfecto, el Buddha, no estaba dispuesto a enseñar la Verdad. Por ello, Brahmâ se eclipsó del cielo y apareció ante mí, con el manto sobre un hombro y las manos unidas y dijo: Ruego al Señor enseñe la Verdad, porque hay seres cuyos ojos no están tan turbios de polvo, y madurarían si la oyeran. Entonces examiné el mundo con el ojo compasivo de un Buddha y, como en un estanque de poca agua, los lotos rojos o blancos surgen del agua sin mancha así vi seres no tan turbios de polvo, de buena disposición, y me dirigí a Brahmâ con estos versos:
Las Puertas del No Más Muerte
están abiertas para quienes escuchen:
que ellos manifiesten su fe.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


12
El Buddha dijo: Consideré quiénes podrían comprender la verdad rápidamente y pensé en Alara, pero me informaron que había muerto hacía siete días. Luego pensé que Uddaka la comprendería con rapidez, pero me informaron que había muerto la noche anterior. Entonces pensé en los cinco monjes; oí que estaban en Benares, de modo que hacia allí me dirigí. En el camino me encontré con un asceta desnudo, Upaka, que dijo: Señor, tu rostro está muy brillante y claro, ¿quién es tu maestro o qué Doctrina profesas? Le respondí con estos versos: Soy el Vencedor de todo, omnisciente y puro en todo, liberado del deseo, despojado de todo, por mí conozco y a nada apunto. Para hacer girar la Rueda de la Verdad iré en busca de Benares, para batir el Tambor de No Más Muerte ante un mundo que está ciego.


Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


13
Los cinco monjes se hallaban en el parque de ciervos de Sarnath, cuando el Buddha llegó a Benares. Al verlo venir, decidieron no saludarlo ni servirlo, puesto que se había vuelto a acoger a una vida de abundancia. Empero, a medida que se acercaba no pudieron mantener su decisión: unos le prepararon rápidamente un asiento, otros le trajeron agua fresca para que se lavara los pies, otros se hicieron cargo de su cuenco y de su manto y todos le llamaron Su Reverencia. El Buddha replicó: No me llaméis Su Reverencia. El Buddha es perfecto, y, está totalmente despierto. He encontrado la no-muerte y enseño la Verdad. Si seguís esto pronto comprenderéis aquí y ahora el objetivo de la religión por la que los jóvenes de buena familia dejan sus hogares por la vida errante, a la intemperie; y en ese credo moraréis.

Majihma Nikaya en The Middle Lenght Sayings, trad. I.B.Horner.


14
El Buddha predicó ante los cinco monjes su primer sermón, la Puesta en Movimiento de la Rueda de la Verdad: Evitando los extremos de la sensualidad y la tortura ascética, obtuvo el conocimiento de la Vida Media, que produce el discernimiento, la calma y el nirvana. ¿Qué es la Vía Media? El Noble Octuple Sendero. Examinemos las Cuatro Nobles Verdades. Esta es la Noble Verdad del Dolor: nacimiento, vejez, enfermedad, muerte, pena Y desesperación son dolorosos. Esta es la Noble Verdad de la Causa del Dolor: el deseo, que conduce a los renacimientos, el placer y la pasión, la existencia y la no-existencia. Esta es la Noble Verdad de la Cesación del Dolor: el deseo debe cesar sin que queden restos, hay que desprenderse, desapegarse, liberarse de él. Esta es la Noble Verdad del Camino que conduce a la Cesación del Dolor: El Noble Octuple Sendero.

Samyutta Nikaya, en Kindred Sayings, trad. C.A.F.Rhys Davids y F.L.Woodward


15
¿Qué es el Noble Octuple Sendero? Es: recta opinión, recta intención, recto lenguaje, recta acción, rectos medios de existencia, recto esfuerzo, recta concentración, recta contemplación. La recta opinión da el conocimiento del dolor, de su causa, de su cesación y de cuál es el sendero. La recta intención da las aspiraciones a renunciar y ser benevolente. El recto lenguaje se abstiene de mentiras y calumnias. La recta acción, del robo, el asesinato y la lenidad. Los rectos medios de existencia siguen prácticas rectas. El recto esfuerzo deja de lado el estado de mal y se encamina al bien. La recta concentración contempla el cuerpo y la mente autoposeyéndolos. La recta contemplación se eleva del mal, asentándose en la dicha y la ecuanimidad.

Samyutta Nikaya, en Kindred Sayings, trad. C.A.F.Rhys Davids y F.L.Woodward


16
El Buddha predicó ante los monjes su segundo sermón, el de las Marcas de la No-alma. El cuerpo no es el alma porque, si lo fuere, no estaría sujeto a enfermedad, pero no es posible decir que el cuerpo sea así o no sea así. Las emociones no son el alma, la percepción no es el alma, las facultades no son el alma, la consciencia no es el alma, por las mismas razones. ¿Qué pensáis, monjes? ¿El cuerpo es permanente o no permanente? Aquéllos replicaron: No es permanente. El Buddha les preguntó: ¿Lo no permanente es doloroso o agradable? Aquellos le contestaron: Doloroso. El Buddha volvióa demandar: ¿Es conveniente concebir lo nopermanente y lo doloroso como el yo y el alma? Le respondieron: No. El Buddha formulo las mismas preguntas en relación con las emociones, la percepción, las facultades y la consciencia. En ninguna hallaron el alma. Entonces los cinco monjes se regocijaron con la enseñanza, quedando sus corazones libres de imperfecciones.


Samyutta Nikaya, en Kindred Sayings, trad. C.A.F.Rhys Davids y F.L.Woodward


17
Durante cerca de cuarenta años el Buddha y sus seguidores viajaron por el norte de la India, deteniéndose en diversos lugares para enseñar. Un día transitaba el ancho camino que corre entre Rajagaha y Nalanda junto con unos quinientos hermanos, cuando detrás de ellos apareció un mendigo religioso, Súppiya, y su joven discípulo Brahmadatta, "el entregado a los dioses". Súppiya iba criticando al Buddha, la Doctrina y la Orden de hermanos de todas las maneras posibles, pero Brahmadatta los elogiaba. A la noche pernoctaron en una casa de descanso real y continuaron su discusión. A la mañana el Buddha encontró a los hermanos charlando sobre esas críticas y les dijo: Si los extraños hablan contra mí, la Doctrina o la Orden, no debéis enojaros, porque eso impide vuestra propia autoconquista. Lo mismo rige si nos elogian. Empero, vosotros debéis saber qué es falso o verdadero, y reconocer la verdad. No obstante, incluso para elogiarme, los no conversos solo pueden decir futesas de mí.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


18
El Buddha describió su vida y conducta exterior y la de sus seguidores diciendo: Un no converso podría decir que el eremita Gótama renunció a matar cosas vivas, dejando de lado el garrote y la espada y que, avergonzado de la rudeza, se volvió bueno y compasivo con todas las criaturas vivientes. Un no converso podría decir que Gótama se ha apartado del hurto, la no castidad, la mentira, la calumnia, las reyertas, la rudeza en el lenguaje, la charla frívola, la glotonería, los placeres, los sobornos, la estafa, el robo, el asesinato, la violencia, etcétera. Tales y muchas cosas más son lo que podría decir un no converso en elogio del Buddha.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.



19
El Buddha siguió diciendo: Hay otras . cosas, además de las futesas de la mera moralidad, que resultan duras de comprender. Hay hombres inteligentes que especulan sobre los orígenes de las cosas, sosteniendo que el alma y el mundo son eternos, o en parte eternos y en parte no, pero ¿cómo llegan a esa conclusión? Luego viene una época en que el mundo fenece, si bien los seres purificados permanecen en el Mundo de la Luz. Luego llega otra época en que el mundo comienza nuevamente a evolucionar y vuelve a aparecer el palacio de los dioses, pero vacío. Luego algún ser cuyo tiempo en el Mundo de la Luz ha tocado a su fin cobra vida en el palacio de los dioses y dice: Soy Brahmâ el Gran Dios, el que todo lo ve, el Creador y Gobernante de todo. Al aparecer otras criaturas aceptan ese reclamo y consideran que Brahmâ ha de permanecer por siempre, pero esas criaturas han sido creadas y tienen un tiempo limitado, y lo mismo ocurre con quienes sostienen que el alma y el mundo son en parte eternos y en parte no.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.



20
El Buddha siguió diciendo: Los hombres inteligentes hablan de los dieciséis estados del alma después de la muerte: Dicen que tiene forma y es amorfa; que tiene y no tiene forma o que ni tiene ni no tiene; que es finita e infinita; que es ambas cosas o ninguna; que tiene un modo de consciencia o varios; que tiene una consciencia limitada o infinita; que es feliz o desdichada; que es ambas cosas o ninguna. El Buddha sabe que éstas son especulaciones y cuál es el resultado. Sabe otras cosas más profundas y no se envanece porque se ha dado cuenta que hay una forma de escapar de ellas. Comprende el surgimiento y el tránsito de las sensaciones, su dulzura y peligro, y merced a que no se aferra a ellas es libre. Estas cosas son profundas y difíciles, y la mera lógica no puede asirlas. El Buddha se ha percatado de ello y lo ha manifestado; quienes desean elogiarlo con justicia deben hablar de eso.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


21
Ajatasattu, rey de Mágadha, estaba sentado en la terraza de su palacio con sus ministros en la noche de la luna llena. El rey murmuró con alegría: ¡Qué hermosa es esta noche de luna! ¿dónde está el sabio al que podamos llamar para satisfacer nuestros corazones? Seis ministros hablaron de maestros famosos pero el rey se quedó en silencio. Entonces se volvió a Jívaka, el médico de los niños y le preguntó: ¿Por qué no dices nada? Jívaka replicó: Señor, el Bendito, el Iluminado, reside en mi bosquecillo de mangos con mil doscientos hermanos; se dice que está lleno de sabiduría y bondad, que no tiene superior como guía de los mortales, que es el maestro de dioses y hombres, el Buddha bendito. Si lo visitas tu corazón encontrará paz.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.



22
El rey Ajatasattu hizo alistar quinientos elefantes con quinientas de sus mujeres en las monturas mientras él cabalgaba el elefante principal. Rodeado de servidores que portaban antorchas, partió hacia el bosquecillo de mangos. Al ir acercándose el rey se sintió sobrecogido de miedo, erizándosele los cabellos. Ansioso y excitado le preguntó a Jívaka: ¿Te estás burlando de mí o me traicionas con mis enemigos? ¿Cómo puede ser que no haya un ruido, ni siquiera un estornudo o una tos en una reunión tan grande? Jívaka respondió: No te estoy engañando. Sigue adelante, las lámparas arden en el pabellón. El rey se adelantó en su elefante hasta donde éste pudo pasar y luego siguió a pie. El Buddha estaba sentado contra el pilar del centro, cara al este, y lo rodearon los hermanos en perfecto silencio, calmos como un lago claro. El rey se mantuvo respetuosamente a un lado y exclamó: ¡Ojalá mi hijo pudiera gozar la calma que domina esta reunión!

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.



23
El Rey Ajatasattu se inclinó ante el Buddha, saludó a los hermanos con las manos unidas y dijo: Quisiera interrogar al Bienaventurado, si me lo permite. Aquél replicó: Pregunta lo que deseas. El rey dijo: Existen numerosas ocupaciones comunes que traen recompensas visibles y sustento para la familia, pero ¿qué fruto visible hay en la vida del monje? El Buddha respondió: Supón que tienes un servidor que se esfuerza en todo para hacer tu voluntad. Y supón que encuentre extraño que tú seas rey y poderoso, lo cual tiene que ser resultado del mérito, siendo que tú eres un hombre y él también lo es. Y supón que se afeita la cabeza y la barba, que viste el manto amarillo y es admitido en una Orden. Y supón que tu gente te lo cuenta y te dice que tu antiguo sirviente mora en soledad y se contenta con tener tan solo alimento y cobijo. ¿Le dirías a ese hombre que volviera para ser de nuevo esclavo? El rey replicó: No, lo saludaríamos con reverencia, le daríamos un alojamiento y medicinas para las enfermedades y lo cuidaríamos según la costumbre. El Buddha respondió: Si eso es así, entonces hay una recompensa visible para la vida del eremita.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


24
El rey Ajatasattu preguntó: ¿Puedes mostrarme algún otro fruto de la vida del monje? El Buddha replicó: Supón que aparece en el mundo alguien que ha obtenido la verdad, la iluminación total, que es un maestro de dioses y hombres, un Buddha. Por sí mismo conoce cara a cara el universo entero, a dioses y hombres, príncipes y pueblo, y, habiéndolos conocido, lo comunica a los demás. Proclama la verdad, hermosa en su origen, devenir y fin, en la letra y el espíritu. Hace conocer la vida más elevada en plenitud y pureza. Un jefe de familia, uno de sus hijos, o un hombre de bajo nacimiento de cualquier casta que oyera esta verdad y tuviera fe en el Buddha, renunciaría a los obstáculos mundanales y, vistiendo los ropas amarillas, se dedicaría a la vida errante. Viviría con automoderación, rodeándose de buenas obras y palabras y sería por completo feliz. Renunciaría a quitar la vida y dejaría de lado el garrote y la espada, siendo bondadoso con todas las criaturas vivientes. Este es un fruto inmediato de la vida del eremita, más elevado y dulce que otros.

Digha Nikaya en Dialogues of the Buda. Trad. T.W. y C.A.F. Thys Davids.


25
El Buddha dijo: ¡Oh rey! Si un hombre se parara junto a un claro lago de montaña y viera ostras y mariscos, grava, guijarros y peces, se daría cuenta de que el lago es transparente y sereno. Eso sería semejante al fruto de la vida de un eremita. El rey Ajatasattu exclamó: Esto es excelentísimo. Es como si un hombre pusiera en su lugar lo que ha sido derrumbado, revelara lo oculto, señalara el camino que el viajero perdió o llevara una lámpara en la oscuridad. Así la verdad me ha sido dada a conocer por el Bienaventurado, de muchas maneras. Y ahora he de acudir en busca de refugio al Bienaventurado, la Doctrina y la Orden. Ruego me acepte como discípulo que desde hoy en adelante buscaré refugio allí en tanto dure mi vida. Reconozco mis pecados: ruego que el Bienaventurado me acepte de modo que en el futuro pueda abstenerme del mal. Ahora,

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