Dieter E. Zimmer
Dormir y Soñar
Wenn wir schlafen un träumen
Edic.Orig.: 1984
Salvat
Biblioteca Científica Salvat
Barcelona, 1988
Índice:
1 El sueño, ese dulce tirano,
2 Los relojes internos,
3 El sueño patológico,
4 El teatro absurdo de la noche,
5 Glosario,
6 Bibliografía.
[Pág. 2] Dada la oposición que el sueño ofrece al investigador, podemos decir que es incluso mucho lo que se ha descubierto acerca de él en los últimos años. Algunos de estos hallazgos se han divulgado, pero buena parte dormita entre los miles de estudios científicos que aparecen cada año en Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Japón, Alemania e incluso en Rumania o China. Se acumulan datos y más datos, pero, como ocurre a menudo en la ciencia, faltan obras de conjunto que los glosen y sistematicen.
"Conducta onírica provocada en ratas jóvenes por lesiones bilaterales del tegumento pontino", "Clases de sueño en casos de desnutrición infantil", "Farmacocinética de la benzodiacepina hipnótica en los humanos". Así se titulan algunas de las ponencias presentadas en los principales congresos internacionales de investigación del sueño, que tanto impresionan a los especialistas y tan indiferentes dejan a los profanos.
(...)
VIBRACIONES CEREBRALES. [Pág. 3]
El principal instrumento con el que contamos para desvelar las interioridades del sueño es la electroencefalografía. Toda actividad cerebral exige que las neuronas intercambien señales eléctricas. Al hacerlo se detectan en la superficie del cerebro tensiones eléctricas, que aparecen y desaparecen. El cerebro "vibra". Estas mínimas tensiones propias del cerebro activo pueden ser captadas, amplificadas, y registradas gráficamente, por medio de electrodos. A dicho registro se le llama electroencefalograma (EEG). No descubre lo que el cerebro piensa o siente, sino si trabaja o no y de qué manera, y en qué medida está despierto. Cuanto mayor es la tensión desarrollada, tanto más asciende o desciende la aguja que lo registra, y cuanto más rápido aparece y desaparece aquélla, más a menudo se impulsa ésta hacia arriba y abajo. Por tanto, la puntiaguda línea del EEG constata dos fenómenos; en altura, la intensidad (amplitud) de las tensiones, y horizontalmente la rapidez (frecuencia) con que aparecen y desaparecen.
A mediados de los años 30, cuando la electroencefalografía era aun una novedad reciente, Alfred Loomis, fisiólogo en la universidad de Princeton, describió el primer EEG de un durmiente, que trajo consigo algunos descubrimientos: el cerebro no descansa mientras dormimos, sino que permanece activo; la actividad durante el sueño no es igual que la de la vigilia, y no es uniforme, sino que varía con frecuencia; el sueño puede clasificarse por niveles o estadios a partir del EEG, niveles que dependen de la profundidad de aquél, es decir, de la mayor o menor insensibilidad a los estímulos despertadores.
[Pág. 4] Por aquel entonces uno de los mejores expertos del mundo, Nataniel Kleitmann, dedicaba buena parte de su tiempo a registrar EEG de sueño en el laboratorio de la universidad de Chicago. Eugene Aserinsky, estudiante de doctorado que realizaba guardias nocturnas en dicho laboratorio, se interesaba por los movimientos oculares durante el sueño, conocidos hacía largo tiempo, y convenció a Kleitmann para que los registrara gráficamente. Los resultados del experimento aparecieron en 1953 en la revista Science, eran sólo dos hojas y media que llevaban por título: "Sucesión regular durante el sueño de períodos de movimientos oculares y fenómenos concomitantes."
El lego en la materia se limitará a encogerse de hombros y comentará: "Vaya, así que los ojos se mueven durante el sueño. ¡Los científicos se ocupan de cada minucia!". Pero, de hecho, ésa fue una de las raras veces en que un artículo tan insignificante pone en marcha una investigación de tanta trascendencia. Pues casi de inmediato, y de forma inesperada, se aclararon algunas cuestiones. Al dormir se repiten continuamente períodos en los que el sueño es completamente distinto al normal, tanto, que algunos investigadores no lo consideran sueño, ni tampoco vigilia, sino un tercer estado; en estos períodos se producen los sueños. Puesto que éstos y los diferentes niveles del EEG se suceden regularmente puede concluirse que el sueño tiene un desarrollo cíclico: una vez adormecido el sujeto, se sume rápidamente en el sueño más profundo; al salir de él no se despierta, sino que duerme durante un segundo período, reconocible por los rápidos movimientos de ojos, en el que se presentan los sueños, vuelve a hundirse en el otro nivel, emerge, y así sucesivamente, pues cada noche se produce de cuatro a seis de estos ciclos cuya duración media es de 90 minutos, pero pueden oscilar entre 70 y 100 minutos.
EN EL LABORATORIO DEL SUEÑO. [Pág. 5]
En el laboratorio de Hartmut Schulz, en el Instituto Max Planck de Psiquiátrico, en Munich, se están ocupando actualmente de la narcolepsia esa enfermedad cuyas victimas sufren a diario irreprimibles accesos de sueño), de la relación entre sueño y depresión y de las circunstancias en que se produce el adormecimiento con que se inicia el sueño. En el sótano, una pequeña y tranquila habitación comunica con otra mayor repleta de maquinaria electrónica. El centro de interés es un diván, cubierto de papeles durante el día -pues no sobra espacio-, que se convierte en cama al llegar la noche.
El sujeto del experimento, generalmente un estudiante que cobra por dejarse observar, aparece en el transcurso de la tarde Pasan una o dos horas hasta que todos los electrodos se han fijado a su cuerpo. Tras su cabeza se deslizan los cables, de 15 a 20, formando algo así como una cola de caballo conectada e una especie de "ducha" llena de agujeros. Todos esos apéndices parecen mucho más incómodos y contrarios al sueño de lo que en realidad son; en realidad uno se acostumbra a ellos pasados 15 minutos. En cuanto el sujeto del experimento (llamado probando) tiene listo el "peinado" de electrodos y la cola de caballo está conectada, se le deja solo, se apaga la luz, una cámara de vídeo se acerca al lecho y "buenas noches".
Paralelamente empieza a correr el papel de registro, una tira de 300 metros, en los cuales quedara impreso el reposo nocturno. Las plumillas se deslizan con un leve susurro, los ojos describen amplios círculos, la contracción muscular, captada en la mandíbula, es fuerte y genera una gruesa línea negra. El EEG es un plano estrecho y un irregular garabato: las células del cerebro chispean aún, entrecruzándose: estado de vigilia. Poco a poco el cuadro se va tranquilizando, se nota ya en el suave rasguño de la palanca inscriptora: lentos movimientos oculares, una línea plana para el tono muscular; ascensos y descensos del EEG bastante comedidos y acompasados, ritmo Alfa, relajación. Entonces se reduce la altura de la línea, las frecuencias se vuelven muy desiguales: acaba de adormecerse, aunque el poligrama no permite concretar el momento exacto. Si despertáramos al sujeto ahora, el No REM 1, nos diría seguramente que no se había dormido "de verdad", que sólo dormitaba. Y, al poco tiempo, el EEG comienza a dibujar formas zigzagueantes: una culebrilla estrecha, de altura homogénea; se trata de las llamadas ondas en huso, en las que los ascensos y descensos, aún bastante planos, presentan esporádicamente enormes oscilaciones: los complejos K. Tanto las ondas en huso como los complejos K confirman que el probando se encuentra en No REM 2, sumido en un profundo sueño. Los picos trazados con la plumilla ascienden más frecuentemente, aparecen ondas amplias, el ritmo es delta, lo que significa que el cerebro vibra ahora acompasadamente (está "sincronizado"). La tarea de despertar al probando seria ahora más difícil que en cualquier otro momento del sueño.
Finalmente, pasados unos 90 minutos, las circunstancias cambian radicalmente, el sujeto se mueve, su EEG se inquieta, parece casi el de un hombre despierto. La respiración es rápida e irregular. Se acelera el ritmo cardíaco. Asciende la presión sanguínea. El pene experimenta una erección (o la vagina se humedece). Las manos y el rostro sufren fugaces contracciones; por lo demás, el grafismo del tono muscular es aún una línea recta, es decir, la musculatura se encuentra totalmente relajada, el durmiente se halla como paralizado. De vez en cuando los ojos giran libre y enérgicamente. Si se despierta será consciente de que estaba soñando. El poligrama refleja la fase REM. Casi despierto, pese a la paralizacion muscular (por ello se denomina el REM también sueño "activo" o "paradójico"), el probando no está en estado de vigilia ni mucho menos. Al cabo de 10 minutos se da la vuelta y vuelve a sumirse en el No REM. Esto se repetirá otras cinco veces hasta las siete de la mañana; la única diferencia es que los siguientes períodos REM son más largos y el sueño Delta se reduce paulatinamente de ciclo en ciclo.
El sueño REM no es en absoluto homogéneo. Por ejemplo, los ojos giran de vez en cuando, no constantemente, ni tampoco a intervalos regulares. Los músculos, aunque totalmente distendidos, se contraen leve y esporádicamente, sobre todo los de rostro y manos. Las características invariables se denominan "tónicas", a diferencia de las fásicas, que aparecen periódicamente. En el transcurso de la noche los fenómenos fásicos se vuelven más intensos y frecuentes de fase en fase: por ejemplo, aumenta la frecuencia, duración y energía de los movimientos oculares. Se dice que el sueño REM se hace más denso, que la densidad REM aumenta paulatinamente y cuanto mayor es, mas complejas y fantásticas son las ensoñaciones.
La relajación muscular durante el sueño REM puede comprobarse viajando en tren: el vecino de compartimiento apoya la cabeza en la ventana y se queda amodorrado; pasado un rato, la cabeza cae repentinamente sobre el pecho, sin fuerza, y el vecino se despierta. Su sueño acaba de pasar de No REM a REM. Los investigadores han analizado los efectos de la privación del sueño REM basándose en los experimentos llevados a cabo con animales. Éstos, generalmente ratones blancos o ratas, yacen sobre pequeñas plataformas rodeadas de agua, que pueden estar o no inclinadas, y parecen macetas colocadas boca abajo. Mientras el sueño No REM debilita el estado de vigilia, pero permite que subsista el tono muscular, duermen sin problemas. Pero cuando el sueño REM toma el relevo provocando una distensión muscular completa, comienzan a deslizarse hacia el agua, se despiertan levemente y siguen durmiendo en sueño No REM, hasta que se presenta el próximo episodio REM. Algo parecido debió ocurrirle en St. Etienne a un acróbata llamado Henri Rochatain, quien en 1973 se mantuvo medio año sobre un cable suspendido a treinta metros de altura. Indudablemente, dormía sobre la cuerda, pero sólo sueños de tipo No REM, pues si hubieran sido sueños REM se habría estrellado contra el suelo. Al día siguiente hacen falta un par de horas para que se conozcan los resultados del poligrama (actualmente hay aparatos que posibilitan la lectura mucho antes), en los que se basa el llamado perfil del sueño: una sola hoja en la que se comprueba de un simple vistazo cuánto tiempo ha pasado el probando durmiendo en cada nivel (o despierto, si lo ha estado a lo largo del reposo). ¿Están sus ciclos en orden?, ¿cuanto ha durado el sueño Delta?, ¿en qué punto se produce un REM?
El descubrimiento de la fase REM y de la estructura cíclica del reposo nocturno con ayuda de la poligrafía ha situado la investigación mas cerca del fenómeno del sueño de lo que nunca estuvo y ha posibilitado un diagnóstico mucho más exacto de las alteraciones del mismo, que no se limitan a su duración, sino que se extienden a otros muchos de sus factores estructurales. En las distintas pruebas de laboratorio se han encontrado respuestas a muchas cuestiones que un día constituyeron auténticos misterios.
¿Tienen la misma importancia todos los estadios de sueño? [Pag. 15]
La calidad del sueño parece depender fundamentalmente de los dos estadios delta (más exactamente, de los aún desconocidos fenómenos que tienen lugar en el cerebro a lo largo de actividad delta). Hay motivos para creerlo así: en primer lugar, si se reduce progresivamente el sueño de un hombre, éste alcanzar antes el estadio 4, cuya proporción aumenta, tanto en términos absolutos como porcentuales. En segundo lugar, la fase delta presenta la misma duración tanto en personas que necesitan pocas horas de sueño como en otras que duermen mucho (cuyo sueño es más largo porque permanecen más tiempo sueño REM, y sobre todo en la segunda fase No REM). Analizando el caso de un padre y un hijo a los que bastaban tres horas de sueño, se descubrió que pasaban rápidamente del sueño delta al REM, sin detenerse en el No REM 2. Por último, tras una larga privación, la fase delta se ve considerablemente acentuada en la misma noche en que vuelve a conciliarse el sueño, mientras que las fases REM sólo reaparecen en las siguientes noches, y el sueño liviano no se recupera jamás. Por tanto, la única fase que no parece imprescindible es la de sueño liviano, que se presenta cuando el organismo ya ha recibido la cantidad necesaria de sueño delta. Es un sueño "de lujo", el único que puede reducirse sin sufrir trastornos. Sin embargo, las personas mayores no se encuentran especialmente descansadas tras fases prolongadas de sueño delta, sino todo lo contrario; así pues, sería falso considerar sin más las ondas lentas como el reposo del sueño.
QUÉ ES LO QUE GOBIERNA EL SUEÑO? [Pág. 22]
Aunque se han estudiado con gran detenimiento los fundamentos anatómicos y fisiológicos del cerebro en el sueño, se ha avanzado algo en esta dirección y los resultados no parecen demasiado alentadores. La electroestimulación es un valioso metodo para cartografiar el cerebro y determinar en qué zonas se realiza cada función. Desarrollada por el fisiólogo suizo Walter R. Hess, su funcionamiento es el siguiente: con la ayuda de diminutos electrodos se estimulan campos de células, grupos celulares e incluso células aisladas, mediante una débil corriente eléctrica, registrándose seguidamente los efectos causados. De esta manera se haIlaron varias áreas cuya estimulación provocaba el sueño, probablemente demasiadas: el tálamo medio, el área preóptica, el septum, partes del hipotálamo, el hipocampo, el trígono y otras. Se supuso entonces que no todas estas áreas eran centros de sueño y que se limitaban a actuar sobre los auténticos centros. Éstos se descubrieron mediante experimentos de eliminación realizados con animales a los que se deterioraban determinadas zonas del cerebro, localizfrndose así en el tronco cerebral. Este último se compone de tres secciones principales el bulbo es la inferior, le sigue un abultamiento, la llamada protuberancia y, sobre ella, el pedúnculo cerebral, más delgado. En conjunto constituye una estructura en forma de tronco de unos 6 centimetros de longitud. A fines de los años 50, Moruzzi y Magoun descubrieron en esta sección, entre el bulbo y el pedúnculo cerebral, una formación alargada cuya estimulación eléctrica «despierta» todo el cerebro, lo excita, lo activa: es la Ilamada formación reticular. Si se estimula esta retícula de neuronas (llamada SARA, «sistema de activación reticular ascendente), se registra el mismo tipo de excitaciones eléctricas en el alto y alejado prosencéfalo que en caso de elevada concentración, tensión o agotamiento. El SARA es, por así decirlo, el centro regulador de la vigilia y el cerebro se mantiene despierto gracias a su excitación continua, difusa y relativamente homogénea; si se presenta una nueva situación que exige un aumento de la actividad del cerebro, éste envía fuertes impulsos hacia las regiones superiores: estamos ante la regidn despertadora, el Arousal. Así pues, gracias a esta formación en la base del cerebro, la intensidad de la actividad cerebral, y por tanto el grado de espabilamiento se acomodan constantemente a las diferentes circunstancias . Como era de esperar, los centros rectores del sueño se descubrieron en las cercanias de esta formación. Se demostró entonces que existen diferentes estructuras responsables del sueño REM y No REM, en cuya investigación fue precursor el fisiólogo de Lyon Michel Jouvet. Los llamados núcleos rafe son los responsables del sueño No REM; están situados entre el bulbo y el mesencéfalo, junto a una cisura nerviosa, una rafe. Para que las neuronas puedan transmitir impulsos eléctricos (y en esta transmisión estriba toda actividad nerviosa), es necesaria la presencia de determinadas sustancias químicas (llamadas neurotransmisores) en cada uno de los pasos (las sinapsis). Los núcleos rafe constituyen una estructura de neuronas en la cual la transmisión del impulso depende de un neurotransmisor, la serotonina. Si se destruyen los rafe o les falta la serotonina, se inhibe el sueño. Ante una lesión de este tipo, desaparece el sueño REM, pese a estar regulado por otro "interruptor" Al parecer, el sueño REM tiene lugar normalmente en conexión con un determinado momento del sueño No REM; es decir, que el sueño REM, aunque indirectamente, depende también de la actividad de los núcleos rafe. La localización del centro probable del sueño se debe fundamentalmente a dos fisiólogos de la Universidad de Harvard, J. Allan Hobson y Robert W. McCarley. El centro en cuestión se halla en la protuberancia del tronco cerebral. Los investigadores descubrieron allí una región de miles de grandes neuronas con millones de ]argos filamentos que comunican con otras zonas del tronco cerebral, y son responsables de los movimientos oculares, la coordinación locomotriz y otros impulsos motores, asi como del equilibrio. Estas macrocélulas (también llamadas neuronas FTG) permanecen en estado de reposo durante la vigilia, pero no cesan de chispear durante el sueño. Junto a ellas se encuentra el locus coeruleus, con un pequeño grupo de células cuya tarea, compartida con los núcleos rafe, es, presurniblemente, la de contrarrestar a las macrocélulas. Las macrocélulas y el locus coeruleus constituyen conjuntamente una especie de intermptor. Las primeras se activan a sí mismas y al locus coeruleus, que refrena a ambos. Así se genera un efecto compensatorio. El incremento de la estimulación de las macrocélulas engendra el mismo efecto sobre las neuronas dsl locus, que reaccionan refrenándose a sí mismas y a aquéllas. En resumen, las mêcrocélulas están activas durante un período de tiempo, en una segunda fase son desactivadas por el locus coeruleus, y posteriormente vuelven a chispear: el sueño REM cesa y recomienza periódicamente. Durante la vigilia las macrocélulas no desarrolIãn actividad alguna, al contrario que el locus; en el sueño No REM domina un estado intermedio, en el que ambos centros desawoIlan una cierta actividad. Puesto que las macrocélulas y el locus trabaian con distintos neurotransmisores, aquéllas con el más frecuente, la acetilcolina, y éste con la noradrenalina, ha sido posible activar químicamente el interruptor. Si se inyecta en el tronco encefálico una sustancia parecida a la acetilcolina, u otra que impida su desaparición, se consigue incrementar el sueño REM; madificando el contenido de noradrenalina del locus, se pone fin al sueño.
Siguiendo una vía abierta por Jouvet, Adrian Morrison, de la Universidad de Pensilvania, ha conseguido descubrir el mecanismo de desaparición del tono muscular en el sueño REM. A gran profundidad en el tronco cerebral, en el bulbo, se encuentra el centro inhibidor, que durante los episodios REM es estimulado desde la protuberancia. Asi se provoca una intermpci6n de los impulsos motrices hacia la medula espinal: los músculos se relajan. Si se destruye la vía que conecta los centros de la protuberancia con los del bulbo debido a una pequeña lesión, se anula la actividad del centro inhibidor y la musculatura no Ilega a relajarse. En el laboratorio se ha evitado la desaparición del tono muscular durante el sueño REM, en experimentos realizados con gatos y últimamente también con ratas. No es sólo que los músculos se mantuvieran en tensión: los gatos levantaban ia cabeza, intentaban incorporarse, se erguían, movían las patas altemativamente, acechaban y atacaban a presas inexistentes. Las ratas se alzaban, corrian, saltaban, se atacaban y huían. No existían motivos para este comportamiento; según todos los criterios fisiológicos aún se encontraban en sueño REM, que es el equivalente al sueño más profundo del hombre. Los científicos tienden a pensar que estos animales, liberados del centro que bloquea normalmente los impulsos neuromotores a la espina dorsal, "escenifican" sus sueños (suponiendo que los animales tengan conciencia y sueñen). Por ello se denominó "conducta onírica" a la provocada gracias a esa misma operación. Este comportamiento no aparece en condiciones naturales.
Ya Jouvet había reparado en el hecho de que poco antes del sueño REM y sobre todo en el transcurso de éste, recorren el cerebro intensas ondas eléctricas, aisladamente al principio y en pequeños grupos después. En determinados EEG se presentan como crestas altas y agudas. Coinciden con los movimientos oculares y aparecen simultáneamente en tres regiones cerebrales: en la protuberancia del tronco encefálico y, más arriba, en dos centros visuales: el cuerpo geniculado del tálamo y el lóbulo occipital; es decir, en el viejo tronco cerebral, en el joven diencéfalo y en el aún más joven telencéfalo. A estas ondas se les Ilamó PGO-Spikes en función de estos tres enclaves (Pons, Geniculatum, Occipital Cortex), que en los últimos años han atraido gran interés. Hobson y McCarley Ilegaron a la conclusión de que estos PGO-Spikes proceden de los campos celulares relacionados con los centros del sueño REM. Esto les Ilevó a fom?ular su teoría del sueño: podría ser, según ellos, que las sacudidas eléctricas de las ondas PGO que envia el tronco cerebral hacia el mesencéfalo y Ilegan hasta el telencéfalo provoquen aquellos procesos cerebrales que nosotros experimentamos como sueños. "El telencéfalo posee información acerca de las áreas relativamente autónomas del tronco cerebral, las cuales originan el sueño REM; esta información entra en contacto con la memoria y las reacciones emocionales, a fin de producir el fen6meno global del sueño." Gracias a estas incursiones en el misterioso interior de nuestro cerebro ha quedado claro que carecía de sentido preguntarse --como hicieron durante largo tiempo los investigadores del sueño cuál era el auténtico estado del cerebro, la vigilia o el. sueño. Si se tratara de la vigilia haría falta un mecanismo de control que indujera cíclicamente al sueño; si fuera el sueño, el mecanismo necesario seria el destinado a despertar al sujeto periódicamente. El paso del sueño a la vigilia parece deberse a una transformación de todo el sistema nervioso central; depende, por tanto, de que los modelos de excitación nerviosa cambien radicalmente y de que otros neurotransmisores asuman la direcci6n. No existe un estado característico: lo carãcteristico es el cambio programado.
¿Que consecuencias tiene la privación de sueño? [Pág. 32]
Durante mucho tiempo, desde principios de siglo, se consideró posible profundizar en la finalidad del sueño recortando el tiempo del mismo o impidiéndolo totalmente. Gracias a los efectos negativos de esta privación se creía posible determinar la función del sueño. La literatura acerca de estos experimentos -a veces sumamente dramáticos resulta contradictoria. Así, algunos acentúan las consecuencias negativas y señalan cómo, tras noches en vela, las facultades de concentración, atención y percepción se ven merrnadas, y aparecen los primeros síntomas de ofuscación, alteraciones en el sentido de la orientación y una creciente tendencia depresiva. Después de 5 noches sin dormir parecen presentarse los síntomas de aiteración de la percepción, razonamiento y conciencia, e incluso alucinaciones y paranoias, que reciben el nombre de "psicosis de privación de sueño".
Otros especialistas, y particularmente los investigadores estadounidenses, señalan que las consecuencias de la privación del sueno no son tan graves: temblores de manos, visidn doble (ocasionalmente), falta de reflejos, dificultad para Ilevar a cabo tareas monótonas y de larga duracibn, malhumor, irritabilidad y alucinaciones (que, sin embargo, aparecen raramente, y casi nunca en las dos primeras noches de insomnio). Sólo existe un efecto plenamente comprobado: la aparición de una somnolencia angustiosa, cada vez más difícil de resistir. (Hasta ahora hemos evitado la palabra cansancio. De hecho, no se utiliza en la investigación del sueño; es un término que induce a confusíón, como ocurre con sus equivalentes ingleses tiredness y fatigue, pues designa tanto la necesidad de dormir como la fatiga o el agotameinto, que no son estados equiparables en ningún sentido. Quien, habiendo dormido bien,tras realizar un gran esfuerzo físico o intelectual se siente fatigado, o incluso agotado, necesita descansar, pero no dormir; esto aparte, probablemente ni siquiera podría hacerlo. Por el contrario, la necesidad de dormir no exige un cansancio previo. Para evitar esta ambigüedad, la ciencia precisa de un concepto que designe excIusivamente la necesidad de dormir. En la literatura sobre el tema -fundamentalmente en lengua inglesa- suele hablarse de sleep propensity, propensión al sueño; aquí utilizaremos el término "somnolencia".)
Las diferencias en la valoración del sueño tienen motivos fundados. En primer lugar, las diferencias individuales son grandes: lo que a unos altera psicológicamente, para otros no suponê el menor trauma. En segundo lugar, el hombre es capaz de superar los más graves escollos -al menos cuando no se prolongan en exceso si se ve fuertemente motivado para ello. En tercer lugar, es difícil distinguir si una determinada perturbación es consecuencia de la falta de sueño, o más bien del estrés que conlleva la hiperactividad a la que se ven impelidos los sujetos para no dormirse. Por último, es imposible suprimir por completo el sueño: a medida que se prolonga el experimento, más irrefrenables y frecuentes resultan los Ilamados ataques de microsueño, bloqueos o accesos que duran algunos segundos y que el EEG identifica inequívocamente como sueño. Ni probando ni investigador alguno han prolongado los experimentos más allá de 11 días con sus noches. El récord mundial de vigilia lo batió el estudiante californiano Randz Gardner, que en 1965 permaneció despierto durante 11 días y 12 minutos; recuperándose después del esfuerzo realizado tras haber dormido unas 15 horas. Algunos mostraron en un par de días todos los síntomas de demencia, que desaparecieron por completo tras una noche de reposo. Sin embargo, hasta ahora no se ha identificado ninguna función física o mental que decaiga súbita y completamente a causa de la privación del sueño, y que precise de este último para su recuperación.
¿Qué animales duermen? [Pág. 33]
La acción de dormir viene definida por la aparición periódica de fases de reposo durante ]as cuales se adopta un tipo específico de postura, y en las que la receptividad ante estímulos conscientes se ve mermada, aunque (a diferencia de los estados de coma o hibemación) no hasta el punto de que el suieto siga durmiendo si los estímulos extemos son suficientemente poderosos. A estos periodos de reposo corresponde un tipo especifico de EEG. Más concretamente, podemos añadir que sólo duennen los animales de sangre caiiente, es decir, las aves y los mamíferos. Otros animales --insectos, anfibios, reptiles-gozan a diario de fases de reposo durante ]as cuales la actividad y la sensibilidad sufren una disminución. Pero, hoy por hoy, parece dudoso que estos períodos de reposo estén relacionados con el sueño, es decir, que muestren un EEG específico de este estado.
Algunos investigadores han creido toparse con un proceso semejante al sueño; se trataría de algo «parecido», ya que en sentido estricto el sueño se limita únicamente a los animales de sangre caliente. Estos últimos,oy sólo estos últimos, duermen. En la medida en que son diferentes, también es distinta la vida que Ilevan: activos durante el día, activos por la noche, o activos día y noche; constantemente amenazados por depredadores o ajenos a todo peligro; camívoros o herbívoros; aclimatados a un biotipo determinado. Aunque cada uno ocupa un puesto diferente en la escala evolutiva, todos están hermanados por el sueño. Puede concluirse que este último satisface una función biológica vital; de lo contrario, la selección natural se habría encargado de eliminarlo allídonde supusiera una rnolestia inoportuna. E, igualmente, puede deducirse que existe relación entre el sueño y la temperatura sanguínea. Siendo ambas suposiciones razonables, las dos se encuentran con dificultades a la hora de explicar las distintas necesidades y tipos de sueño de cada especie. ¿Que función es ésta que deja satisfecha a una especie con dos horas de sueño mientras que exige veinte a otras?
De hecho, la duración del sueño es muy diferente según las especies. A corzos y caballos les bastan dos o tres horas diarias a asnos, elefantes, cabras, ovejas y vacas, tres o cuatro. Especialmente odormilones. son el opossum, con 1é horas, y algunos murciélagos, con casi veinte. Entre ambos extremos se encuentran los conejos (ocho o nueve horas ), los chimpancés y los babuinos (nueve o diez), los ratones, las ratas, ]os hámsters (doce a catorce) y los gatos (catorde o quince). El hecho de que el hombre, con sus siete horas y media, precise, en comparación con otros animales, un tiempo menor de sueño, parece contoadecir la suposlclon de que la finalidad de éste sea el mantenimiento y la reparación del sistema nervioso central; en caso contrario seria de esperar que el más complicado de los sistemas nerviosos, el humano, necesitara el período más largo de recuperación. Todo se vuelve aún más desconcertante si se piensa en el paso del sueño REM al NÚ REM (en el caso de los animales se habla más bien de ccsueño sincronizado, y "no sincronizado,). Todas las especies sometidas a estudio duermen en ciclos de diferente duración, ciclos que tienen su fase no sincrónica, esto es, su fase REM. Pero también la proporción de sueño REM ofrece importantes variaciones. Existen especies con muy poco sueño de este tipo: en los macacos constituye únicamente el 5 ,6 % de todo el tiempo, en los babuinos el 7,2 y en los canguros el é,7. En otras especies el sueño REM cobra gran importancia: así, el sueño no sincronizado ocupa el 46 % del reposo noctumo de los elefantes asiáticos, y un tercio del de los armadillos y opossums acuáticos. La fase REM es también bastante larga en el caso del hombre, ocupando del 20 al 25 % de su tiempo de sueno, tanto como en los gatos. Con ello queda descartada la teoría -que parecer-ía evidente si se considera ãl hombre como único objeto de estudio de que la fase REM, por ser tan rica en sueños, realiza una función predominantemente psíquica. Sería imposible justificar que la mente humana sea máS semejante a la del gato que a la del chimpancé (con un 15 % de sueño REM) o a la del gibón (con un exiguo é %). Los investigadores Harold Zepelin y Allan Rechtschaffen se detuvieron en 1974 en el estudio de los animales de sangre caliente. Éstos muestran temperaturas corporales específicas, que mantienen constantes pese a los cambios térmicos exteriores: en los mamíferos oscilan entre los 35 y los 39", y en las aves entre los 3é y los 43". Esta independencia frente a la temperatura exterior supone una gran ventaja para su supervivencia; pueden compensar variaciones térmicas y mantenerse plenamente activos incluso a bajas temperaturas. Pero esto conlleva sus costes, con el consiguiente consumo de energía. Los animales de sangre caliente, homotérmicos, han de comer más. El sueño, sin embargo, reduce el consumo de energía, y esto por varios motivos. Así, la temperatura corporal disminuye en 1 ó 2", interrumpiérrdose toda actividad física. Esto aparte, cuanto mayores son las necesidades energéticas de un animal, más energía se ahorra durante el reposo y más duerme, Ésta era la hipótesis de Zepelin y Rechtschaffen, Hay una sencilla formula para determinar la necesidad energética. El cuerpo se calienta mediante procesos de combustión. Como sucede en los homos, al añadírsele oxígeno al carbón, éste se transfom?a en dióxido de carbono. Si se mide la cantidad de oxígeno que un animal inspira y la cantidad de dióxido de carbono espirada, y se compara con el peso de su cuerpo, se obtiene una medida de ]a cantidad de energía que prècisa su metabolismo. El cuerpo tiene unas necesidades vitales mínimas de energía la imprescindible para el mantenimiento de una temperatura homogénea y el funcionamiento de sus órganos internos, esto es, el metabolismo basal. A partir de ellas, cualquier actividad dispara las exigencias energéticas hasta multiplicar por 60 6 incluso por 100 dicha necesidad, en el caso de enormes esfuemos físicos. Zepelin y Rechtschaffen se cuestionaron la posible existencia de una relación entre la duración del sueño y las necesidades de energía exigidas para el metabolismo basal. Repararon en el ejemplo de los ratones (con unas necesidades alimenticias 17 veces mayores, proporcionalmente, a las humanas, es decir, con unas necesidades básicas de energía expresadas por su metabolismo basal y muy altas en relación con su peso), que duermen más que algunos animales que, como èl elefante, tienen una necesidad básica pequeña. De hecho, del análisis de las cifras se desprende la existencia de una relación de este tipo. Entre la necesidad de energía y la duración del sueño hay una correlación que alcanza un vaior incluso sorprendente: 0,64. Pero esta cowelación no es absoluta. Hay excepciones como las del topo, cuya necesidad básica es extremadamente elevada, mientras que su sueño No REM se limitã a seis horas, o la del armadillo, que con una minima necesidad básica duerme más de catorce horas de sueño No REM.
La cantidad de sueño, concluyeron los investigadores, parece tener bastante que ver con la necesidad de energía: el animal duerme para ahorrar esta última. El sueño trae consigo el reposo, y ésa parece ser su principal tarea de cara a la regulación del consumo de energía. Pero su función no queda completamente aclarada con ello. En 1976 Truett Allison y Domenic V. Cicchetti iniciaron la blisqueda de nuevos factores que pudieran influir sobre las necesidades de sueño. Dejaron de lado el metabolismo basal, para interesarse por las condiciones de vida: un animal que se encuentre constantemente amenazado por depredadores no puede permitirse tantas horas de sueño como otro que carezca de enemigos; un animal que pasa la noche en un lugar protegido debería ser capaz de dormir más que otro que se halla constantemente expuesto a peligros. Se verificó, efectivamente, la existencia de una relación de este tipo. Allison y Cicchetti calcularon la relación entre la duración del sueíío y la amenaza de depredadores, por un lado, y entre la duracion del sueño y la necesidad de energía por otro (sin expresarla en este caso por medio del metabolismo basal, que no proporcionaba datos suficientes para su objetivo; recurrieron, por el contrario, al peso corporal, que se halla estrechamente cowelacionado con el metabolismo mencionado). Los resultados fueron los siguientes: cuanto más corpulento es el animal, menos sueño necesita, y más breve es su sueño REM. Aunque también disminuye la cantidad de sueño a medida que aumenta el peligro, éste incide principalmente en la disminución del sueño REM. Podría suceder que los grandes herbívoros, constantemente amenazados -los bóvidos, caballos y, presumiblemente, también el resto de los rumiantes--duerman muy poco y, además, con un sueño REM escaso, mientras que el elefante, carente de enemigos, se permitiera una elevada cantidad de sueñc! REM pese a dormir poco tiempo. El sueño REM es especialmente awiesgado para animales amenazados, ya que en ellos se alcanza una mayor profundidad que en el humano, de manera que es difícil despertarles, como si se hallaran en el más profundo sueño No REM. Un caso extremo de sueño breve es el de la jirafa. A lo largo de la noche, se tiende varias veces para dormir sólo durante unos minutos; en total, duerme una hora aproximadamente. Como herbívoro estepano no está exento de peligros: es una especie muy amenazada, ya que necesita más de 10 segundos para erguirse sobre sus largas patas. Si sufriera un ataque durante el sueño, sólo transcurridos esos 10 segundos podría iniciar la huida. Su singular anatomía hace muy inoportuno el sueño, que de resultas se ha acortado estraordinariamente El hecho de que pese a todo duerma -aunque sea tan brevemente- favorece la teoría de que el sueño satisface una función biolsgica de vital importancia, no limitada a un ahowo de energia mediànte el reposo; Si no fuera así, la evolución hubiera suprimido la necesidad de sueño en estos animales.
"El sueño No REM -concluyen Allison y Cicchetti--puede ponerse en conexión con factores endógenos y constitutivos, y el sueño REM con influencias ecológicas o externas." Consideradas conjuntamente, la necesidad de energía y el peligro explican las diferencias constatadas en la duración del sueño, aunque no por completo. Aún queda por aclarar otro factor. Básicãmente podría contemplarse el sueño como un mecanismo de ahowo energético con que la naturaleza ha dotado a los animales de sangre caliente, y sólo a ellos; pero cuanto más peligrosa es su vida, menor es la cantidad de sueño de la que gozan. Aún queda por dilucidar qué otros factores determinan su duración. En 19é0 James M. Walker y Ralph J. Berger relacionaron el sueño con los otros grandes mecanismos de ahowo energético de los animales de sangre caliente. Uno de ellos es el ·torpon que suele aparecer durante el sueño cotidiano de muchos pequeños animales mamíferos y algunas aves, y en virtud del cual la temperatura corporal desciende entre 5 y 20"; la tarea de despertar a estos animales entraña gran dificultad. El otro mecanismo es la hibemación: la temperatura corporal desciende hasta aproximarse a O", la respíración y el pulso se ralentizan extraordinariamente, la necesidad de energía ss un quinceavo de la precisada en la vigilia y la "despertabilidad" se reduce radicalmente. Si hace tanto frío que la temperatura corporal amenaza con descender excesivamente, los animales salen de su letargo, generando así calor interno. En algunos casos, como por ejemplo en muchas variedades de insectos que se sumen en el Ilamado letargo invemal, no existe esta capacidad, de modo que las fuertes heladas provocan la congelación. Así pues, el sueño constituye el primer estadio, el más moderado, pero también el menos eficaz de los tres que integran el programa de ahorro energético; el más próximo a la vigilia, el más inocuo y el más extendido en la naturaleza.
¿PARA QUÉ SIRVE EL SUEÑO REM? Pág. 40
El hecho de que existan dos diferentes tipos de sueño, el No REM y el REM, no facilita precisamente la delimitación de la función del sueño. Hay que aceptar, o al menos tener en cuenta, que estos períodos sucesivos cumplen funciones totalmente distintas. El sueño REM recientemente descubierto atrae mucho más atención que el No REM, indudablemente porque constituye el marco fisiologico de los suenos, y por ello los médicos y -especialmente- los psicólogos, están interesados en su estudio. Quizás haya sido un error concentrar tantos esfuerzos en la investigación del sueño REM y haya que conceder que los procesos del No REM san los más importantes. En todo caso, la esforzada indagación acerca de la misión del núcleo ha proporcionado poco m6s que interesantes hip6tesis sin que se haya alcanzado ninguna explicación convincente. Todas las hipótesis se topan indefectiblemente con una gran dificultad: cuando se suprime el sueño REM, no ocurre absolutamente nadã, salvo que la necesidad de dicho sueño aumenta. Si se quiere despertar al durmiente al comienzo de la fase REM, hay que hacerlo cada vez más a menudo (hasta 50 veces si se continúa el experimento durante varios días); ser despertabo tan frecuentemente provoca un fuerle estrés. La mayor irritación de los sujetos se debe probablemente a este estrés, y no a la privación del sueno REM, que con ayuda de medicamentos se puede reducir en la medida deseada -e incluso suprimir- sin que se observen por ello secuelas perjudiciales. Esto no quiere decir que con los experimentos de privación se descubra la misión de dicho sueño. Las consecuencias de una privación no revelan nada acerca del funcionamiento normal. Si hubiera que averiguar por qué el organismo necesita vitamina D, podría sustraerse ésta a algunos individuos y, a partir del consiguiente raquitismo, se induciría correctamente su participación en el metabolismo del calcio. Pero si quisiera descubririse por qué respira el cuerpo, y con ese fin se eliminara el oxígeno de la atmósfera (el ejemplo lo sacó a relucir David Cohen), de la asfixia provocada no podría deducirse que la función del
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Pag. 98. Apneas durante el sueño. Sus problemas.
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