LIMITES Y OBSTACULOS
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Un obstáculo es algo que impide el paso; también puede ser lo que frena, como el aire, el paso de un vehículo. Por supuesto no tiene porque sr infranqueable. Estos últimos son los menos, sí es que existen, y de cara a nuestro propósito obstáculo es todo aquello que directa o indirectamente, voluntaria o espontáneamente se opone al propósito de cambiar.
Para mejor conocerlos los agruparemos en dos cestos. En uno pondremos los externos a nosotros, de la piel hacia fuera. En el otro cesto colocaremos los internos, más aquí de la epidermis.
No es la única manera de clasificarlos, hay tantas como propósitos, pero ésta puede servir para distinguirlos y actuar en consecuencia.
Como seres gregarios que somos, compartimos una sociedad con sus costumbres, valores e instituciones. Ella es previa a cada uno de nosotros, demanda determinadas conductas, favorece otras, niega algunas y reprime las que considera perjudiciales para su supervivencia.
Digamos que la sociedad no está interesada en desarrollar personas más allá de cierto punto (cambiante en cada una y en cada época).
Una vez alcanzado el nivel de productor adulto capáz de mantener una familia y no desviarse demasiado de las normas para la sociedad ya se ha alcanzado la plenitud.
Si queremos ir más allá será por nuestra cuenta y riesgo, y no esperemos gran ayuda ni comprensión solidaria si los objetivos individuales no coinciden con los aceptados.
Antes, en épocas no muy lejanas, esos solitarios las pasaban mal. La hoguera, el rechazo social, y el exilio eran castigos frecuentes para tratar a los locos, a los perversos y a los originales.
Ahora las costumbres han mejorado, no suelen ser tan cruentas. De todas formas el rechazo o la indiferencia social siguen siendo consecuencias previsibles de conductas radicalmente novedosas.
Actualmente la orientación generalizada es a favorecer y aplaudir los cambios tecnológicos. Los demás se supone que vendrá solo. Sin embargo los cambios espirituales y el desarrollo psicológico no resultan favorecidos con todas las innovaciones técnicas, e incluso pueden generar mayores problemas que los solucionados.
Algunos opinan que nuesta época soporta un estadio de "barbarie refinada". Las personas usan instrumentos inteligentes, pero son otros (los creadores de tecnología) los que han usado su inteligencia. El ciudadano medio entiende poco lo que tiene entre manos; se limita a usarlo.
Hay que encontrar la forma de despertar en los seres humanos el interés y la motivación por un nuevo tipo de persona y llamar la atención sobre el desafío que plantea el cambio tecnológico, para aprovechar sus ventajas y no para condenarlo por sus inconvenientes.
Estas consideraciones vienen a cuento porque no podemos esperar gran ayuda del ambiente en nuestro propósito de desarrollo personal. Tampoco debemos desesperar por no encontrarlo (aunque el deseo de ayuda exterior nunca se extingue). Es evidente que el mundo marcha segun sus propias leyes, que también nos involucran, pero gozamos de un quantum de libertad personal que permite ensayar y explorar nuevos caminos.
Quizá ese "quantum de libertad personal" que posee todo individuo tambien sea un recurso de la especie humana para explorar y
extenderse con mutaciones imprevistas.
Ya los psicologos advirtieron la existencia de una paradoja en las relaciones humanas: todo lo que ayuda a mantenernos en la rutina, se vuelve un obstáculo si se desea cambiar de rumbo.
Emociones, hábitos, amigos y enemigos. Todos desean que sigamos siendo igual. Cualquier cambio los amenaza o los confunde, convierte al mundo en algo inestable, poco racional.
Cualquier cambio encuentra obstáculos, y éstos son mayores sin se trata de construir y no de destruir. Hay una asimetría permanente en el mundo de la naturaleza y de los hombres. Es más sencillo, por lo menos al principio, hacer las cosas mal que bien. Y tendremos compañía segura si nos dejamos estar sin intentar ninguna mejora de nuestra personalidad.
Debemos tener presente que cualquier clase de crecimiento psíquico impone la soledad como primera condición. La otra condición es aceptar "la situación actual" como consecuencia de nuestros propios actos.
Resulta más fácil actuar de "mala fe" en el sentido que daba Jean Paul Sartre a este concepto: creer que estamos condicionados por fuerzas externas y que no podemos evitar hacer lo que estamos haciendo.
La "mala fe" es habitual. Hechamos las culpas a nuestros padres o hijos, a la sociedad, a la escuela, a la falta de apoyos económicos, a la traición de alguien o a la desconfianza de muchos. Todo eso son fuertes argumentos para no hacer nada y dejarnos llevar por el plano inclinado de la vida cotidiana.
Para escaparse de una prisión, primero hay que saber que estoy preso. La prisión de la "mala fe" se refuerza con el mensaje habitual de los medios de comunicación. Resulta popular hechar la culpa a alguien. Los políticos que tienen más éxito no son los que piden sacrificios, sino los que acusan a otros de nuestros sacrificios actuales. De allí a pensar que siempre hay un culpable exterior ni siquiera hay una paso.
Para intentar cualquier cambio personal con éxito debemos recordar que deben darse las siguientes condiciones:
No albergar ilusiones fáciles y prepararnos para lo que nos espera... una empinada subida. Tambien hay que reconocer que haremos la primera parte del trayecto solos, y que la gente aplaudirá solo cuando el esfuerzo principal haya pasado.
Por último hay que hechar por la borda los argumentos dictados por la "mala fe" y empezar a usar de nuestra libertad personal, no para culparnos (eso sería simplemente destructivo) sinó para responsabilizarnos del presente y el futuro. Son "mis decisiones" las que me han colocado donde estoy, serán "mis decisiones" las que me coloquen donde quiero estar.
Carlos
[Leído en un Foro de BBS-ElClot. 1994]
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