Reseña de "Mentes Creativas" de Howard Gardner
Paidós, Barcelona, 1995. 459 páginas
Medio siglo de Creatividad.
Exactamente a la mitad del siglo J. P.Guilford se lamentaba de la escasa preocupación que había merecido el fenómeno de la creatividad. Acercándonos a su término nos ahogamos en una marea de publicaciones, que revuelve lo mejor y lo peor. De la sequía pasamos a una situación de abundancia, con productos en extremo desiguales, un terreno en el que se transita con dificultad sin capacidad para discriminar. Hay demasiadas repeticiones, tendencia a la simplificación y un evidente desconocimiento de los desarrollos anteriores, poca elaboración conceptual y casi nula teorización. Muchos textos inconsistentes, a veces traspasados de un optimismo liviano o de un humanismo irreflexivo, que han ido dejando las cosas en un relativo estancamiento.
Mentes Creativas es un libro que rompe este cuadro. Definitivamente, una consideración seria de los planteamientos de Howard Gardner pone la discusión en otro nivel. Escrito en un estilo libre de lenguaje especializado pero con gran rigor, recoge a su manera muchos de los nudos problemáticos surgidos en el estudio de la creatividad. Propone respuestas nuevas y desafía ciertos lugares comunes que ya amenazaban con establecer residencia permanente. Rompe derechamente esas porfiadas dicotomías que enfrentan lo cognitivo y lo afectivo, o lo individual y lo social. Resuelve la forma clásica de la disputa entre inteligencia y creatividad, y deja el problema sobre otros referentes. En conjunto está teñido por un refrescante, aunque medido, aire de especulación. No es sólo un libro que trata de la creatividad. En si mismo es un resultado creativo. Centralmente los protagonistas de este libro son siete maestros creativos de la era moderna: El neurólogo y psicólogo Sigmund Freud, el físico Albert Einstein, el pintor Pablo Picasso, el músico Igor Stravinsky, el poeta T. S. Eliot, la bailarina Martha Graham y el líder político y espiritual Mahatma Gandhi. La elección es intencionada. Estos siete maestros cubren con sus obras y realizaciones el medio siglo que va desde 1885 a 1935, período en el cual Gardner ubica una serie de cambios decisivos que dan forma a la era moderna. Constituyen una muestra, que se autoatribuye representatividad, respecto de un conjunto más amplio de individuos, cuyos descubrimientos rompieron una tradición para dar lugar a otra. El resquebrajamiento de las certezas sobre las cuales se desarrolló el siglo XIX, en el arte, la ciencia o la política, marca una tensión en la que se insertan estos nuevos criterios de acción que alimentan la naciente era. El libro traza un recorrido en distintas direcciones. Dibuja el mundo de cada una de estas figuras, para iluminar sus peculiares capacidades intelectuales, configuraciones de personalidad, búsquedas y logros creativos, sobre el escenario social y el clima intelectual en que vivieron, y las influencias culturales a que estuvieron sometidos. Del caso particular se aventura en el terreno de las generalizaciones. El esfuerzo toma también la forma de una búsqueda de modelos, que permita revelar semejanzas y diferencias orientadoras. Se abre hacia una interpretación sobre la naturaleza de la empresa creativa de gran envergadura, concluyendo que pese a la existencia de un conjunto de rasgos comunes, no existe un único tipo de creatividad.
Cada creador merece vidas y vidas de estudio.
Mentes Creativas está construido sobre la base de dos ejes que interactúan a lo largo de todas sus páginas. Por una parte, Gardner utiliza una aproximación conceptual a la creatividad que denomina 'perspectiva interactiva', y por otra recurre a su teoría de las inteligencias múltiples. En el primero de estos ejes se reconocen tres niveles (elementos o nodos) de análisis, que no pueden ser desatendidos en una consideración de la creatividad: La persona con su propio perfil de capacidades y valores, el campo o disciplina en que trabaja con sus sistemas simbólicos característicos, y el ámbito circundante, con sus expertos, mentores, rivales y discípulos, que emite juicios sobre la validez y calidad tanto del propio individuo como de sus productos. Conforme a esta perspectiva la creatividad no puede ser interpretada situándose en forma exclusiva en alguno de estos niveles. Debe entenderse en todo momento como un proceso que resulta de una interacción, frecuentemente asincrónica, en la que participan los tres elementos. No importa cuanto talento tenga una persona, no estaremos en condiciones de decidir sobre su grado de creatividad si no hemos examinado el modo como se apropia de su campo, transformándolo o incluso creando uno nuevo; y no conocemos las relaciones con su ámbito, sus tensiones y conflictos. En consecuencia, toda interpretación está obligada a moverse al menos entre los vértices de este triángulo de la creatividad: PERSONA - CAMPO - AMBITO.
Así, cada uno de estos niveles y sus respectivas interacciones, provocan la aparición de numerosas cuestiones de interés para la investigación, que a partir de este momento no puede quedar encerrada en los límites de una sola disciplina. La consideración de una estructura interdisciplinaria para los estudios sobre creatividad, se hace evidente en este enfoque. Recíprocamente, se vuelven inconsistentes los intentos reduccionistas que habitualmente terminan psicologizando la creatividad.
El segundo eje está constituido por el particular enfoque teórico de Gardner sobre la inteligencia, expuesto en varias obras, y que en castellano es conocido por su libro Estructuras de la Mente. La Teoría de las Inteligencias Múltiples, (Fondo de Cultura Económica. México. 1994). En Mentes Creativas son frecuentes las referencias a esta teoría, sin embargo es llamativo notar que en ningún momento se ofrece una síntesis de ella. El lector es desafiado a recurrir a otras fuentes bibliográficas. En una palabra, Gardner ha abandonado la concepción tradicional de la inteligencia como una capacidad unitaria o abarcativa de varias capacidades, para proponer una atractiva teoría, consistente en reconocer la existencia de siete inteligencias diferentes e independientes que pueden interactuar y potenciarse recíprocamente.
De este modo, habla de inteligencia lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal-kinestésica, interpersonal e intrapersonal.
Un rasgo destacable de esta teoría es que está constituida desde una mirada psicológico social. Gardner define inteligencia como una habilidad o conjunto de habilidades, que permite a un individuo resolver problemas o crear productos valiosos en uno o más ambientes culturales.
Subject: Mentes Creativas-Howard Gardner II/II
Un tipo único de creatividad es un mito.
Ya en Estructuras de la Mente, Gardner anticipa que su teoría de las inteligencias múltiples es provechosa para enfrentar los estudios de la creatividad. En lo fundamental asimila inteligencia con creatividad. Rompe una dicotomía cuidadosamente pastoreada por largo tiempo. El primer paso consiste en reemplazar la pregunta convencional «Qué es la creatividad?», por otra cuya respuesta definitivamente cambia la dirección de la búsqueda: «Dónde está la creatividad?». La primera todavía permite una respuesta más abstracta, sin contexto, en tanto que la segunda impone la obligación de una mirada más amplia. En el curso de este movimiento surge la siguiente propuesta: «Individuo creativo es la persona que resuelve problemas con regularidad, elabora productos o define cuestiones nuevas en un campo de un modo que al principio es considerado original, pero que al final llega a ser aceptado en un contexto cultural concreto». Sobre la base de este marco, Gardner interpreta el perfil intelectual de cada uno de los maestros creativos destacando sus respectivos puntos fuertes:
Sigmund Freud: lingüístico, personal Albert Einstein: lógico, espacial Pablo Picasso: espacial, personal, corporal Igor Stravinsky: musical T. S. Eliot: lingüístico Martha Graham: corporal, lingüístico Mahatma Gandhi: personal, lingüístico
De esta manera, si la inteligencia es plural, lo es también la creatividad. Gardner quiere demostrar a través de la vida de siete notables realizadores el carácter distintivo de las actividades habituales de una persona creativa. Así como no hay un tipo único de inteligencia, tampoco puede haber un tipo único de creatividad. En esto fallan los test de creatividad. En su ingenua suposición de que el desempeño acertado frente a tareas divergentes y muy triviales, garantiza una predicción respecto a comportamientos futuros en cualquier campo. Desde el comienzo esta conclusión está prefigurada. La elección de personajes tan diferentes no es casual. Se trata de poner a la vista que personas que crean en el espacio abierto por sus ideas y sus cuerpos, en una dialéctica que abarca sus concepciones y el modo en que éstas pueden ser realizadas físicamente en un momento histórico, como Mahatma Gandhi y Martha Graham, llevan un tipo de vida muy diferente a la de otros creadores cuya existencia está ubicada preferentemente en un estudio, un taller o un laboratorio. Escenarios distintos suponen distinto tipo de creatividad. El tema queda abierto, pero a Gardner le parece seguro afirmar que el trabajo con sistemas simbólicos diferentes, requiere igualmente habilidades muy diferentes tanto en el plano mental como comunicativo. Concluye que los creadores difieren no sólo en lo referente a su inteligencia dominante, sino también en lo relativo a la amplitud y combinación de sus restantes inteligencias.
La matriz de apoyo y el pacto faústico
En casi 500 páginas este libro es una fuente inagotable de matices, sugerencias y elementos para la reflexión. En particular destacan dos aspectos que Gardner ha definido como temas emergentes, debido a que no se encontraban en su guión inicial y sin embargo se impusieron finalmente con fuerza propia. El primer tema saltó al examinar el período durante el cual cada creador hizo su avance más significativo. Con nitidez aparece en los momentos cruciales del proceso creativo, que inevitablemente tienden a ser muy prolongados, la figura de un gran amigo y confidente capaz de relacionarse con el creador con firmes lazos de afecto y en calidad de interlocutor intelectual. Claramente es como si el creador necesitara de un apoyo incondicional, a toda prueba, junto con el aporte reflexivo de quien puede comprender la complejidad de la empresa en la que trabaja. La afirmación final es que el tiempo de avance creativo que, según Gardner, tratándose de grandes logros nunca es menor a diez años, está sumamente cargado tanto afectiva como cognitivamente. Tal vez esta sea otra expresión de esa singular caracteristica de la creatividad, destacada acertivamente en muchos lugares del libro, en el sentido de que siempre será una actividad que involucra una especial amalgama de lo infantil y lo adulto. En segundo lugar, el estudio revela que cada uno de estos creadores llegó a tener un compromiso absoluto con su trabajo, que Gardner denomina el 'pacto faústico'. Los creadores', con el objeto de garantizar sus condiciones de trabajo y su talento, desarrollan prácticas irracionales y compulsivas, de naturaleza cercana a la superstición. Normalmente como un medio de continuar trabajando, el creador sacrifica sus relaciones normales en la esfera personal, y hasta arriesga y destruye relaciones con seres cercanos. El tipo de pacto puede variar, pero la tenacidad con que se mantiene parece la misma. Estos acuerdos no son presentados como tales, pero Gardner los interpreta como una variación del que Goethe consagró en la literatura entre Fausto y Mefistófeles. Bajo la forma del ascetismo, el aislamiento, el celibato o la ausencia de relaciones estables, este singular pacto parece estar presente en estos creadores. Es como si todo debiese estar subordinado a una misión creativa superior. El libro concluye con una serie de preguntas críticas en las que el autor involucra cuestionamientos a sus propias decisiones y conclusiones, generando un ambiente de provisionalidad sobre todo lo dicho, y seguramente anunciando futuros proyectos intelectuales.
Ricardo López Pérez Reseña de "Mentes Creativas" de Howard Gardner Paidós, Barcelona, 1995. 459 páginas
Talón de Aquiles Año 2, N° 1, Otoño de 1996 http://www.uchile.cl/facultades/csociales/talon/talon3/resena4.htm
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