Reportaje 10 febrero 1997
El precio de los combustibles La gasolina sigue subiendo y la guerra de precios entre las petroleras iniciada el año pasado se ha quedado reducida a áreas muy localizadas. Llenar el depósito en Cataluña, Galicia, Cantabria o Valencia suele ser mas barato que en el resto de España. Allí se ha producido mas competencia gracias a las gasolineras abiertas por los hipermercados o pequeñas estaciones independientes. Sus bajadas de precios originan la inmediata reacción de las grandes compañías, que atacan con precios a la baja. Como ocurrió hace unos días en Santander, donde los carburantes cayeron 14 pesetas. Pero en buena parte de España la diferencia de precios de unos a otros es de unas pocas pesetas. Y muchas veces cuesta lo mismo el que un empleado llene el depósito a que lo haga el cliente en un autoservicio. La causa, según las petroleras, se debe al llamado precio máximo. Cada semana el Gobierno establece el precio máximo de venta al público de las gasolinas. Las refinerías argumentan que es muy costoso transportar carburante a zonas alejadas o con dificultades orográficas como Ronda o Trujillo, por lo que compensan de estas pérdidas en otras localidades dónde el transporte es más barato. Aurelio Ayala-Tomás, secretario general de la Asociación de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP): Estamos en contra de los precios máximos autorizados, porque en el mundo entero existe libertad de precios. Solamente Grecia, Portugal y España conservan aún un sistema de precios máximo. Roberto Centeno, vicepresidente de Saroil: La administración fija precios máximos de los carburantes porque considera que en el mercado no se dan las condiciones adecuadas de competencia y por consiguiente es necesario proteger al consumidor. De cada 100 pesetas que paga el consumidor por el carburante, 70 son impuestos, aunque la fiscalidad española no es de las más altas de Europa. En España, el precio antes de impuestos de la gasolina super es de 38 pesetas, pero en las gasolineras se vende a unas 119 pesetas. En total, el Estado recaudará este año más de un billón de pesetas por los impuestos sobre hidrocarburos. Los gasóleos de automoción y agrícola son un caso aparte . Tienen una composición similar pero una fiscalidad diferente, ya que el segundo está subvencionado. Por ello, muchas personas llenan el depósito de su coche o camión con gasóleo agrícola y se ahorran 36 pesetas. Aunque el estado se defiende: colorea ambos gasóleos de forma diferente. Y reserva una sorpresa para los más avispados. Si suprimen esa coloración, el agrícola tiene un componente químico oculto fácilmente detectable en un laboratorio. Hacienda persigue a los defraudadores. Como ocurre con el gasolinero cazado en plena operación. El gasóleo agrícola estaba en un tanque, oculto dentro de un camión de ganado. En la prueba judicial se vió como era vertido en el depósito de la gasolinera destinado al gasóleo de automoción. Ese fraude es llamado "el del camión del millón", ya que se obtienen unos beneficios limpios de un millón de pesetas por camión. El precio de gasóleo de automoción se disparó a partir del verano debido a la situación internacional del petróleo. Esta subida coincidió con su liberalización, lo que desató las movilizaciones entre los transportistas. Ahora los camioneros piden unas ayudas similares a las que tienen los agricultores. Alfredo Irisarri, presidente de la Confederación Española de Transportes de Mercancías: En materia de combustible, al gobierno le hemos pedido dos cosas: La primera, que traten de eliminar esta posición de cártel que existe entre las grandes petroleras. Hay dos grandes petroleras que dominan el 80 por ciento de la cuota de mercado del petróleo. Sabemos que los precios los fija sistemáticamente y lo hemos visto a partir de la liberalización del precio máximo del gasóleo y le hemos pedido que actúe sobre la fiscalidad especifica en una doble línea. Que trate de aclimatar el impuesto especial que grava los combustibles al de otros gremios que están ya en niveles inferiores, como es la pesca o la agricultura, y que se establezca una política de contención de la fiscalidad específica que grava el gasóleo. Nemesio Fernández-Cuesta, secretario de Estado de Energía: No hay un cierto cartel ni hay cartel de ningún tipo. Si nosotros supiéramos en el ministerio que hay actuaciones de ese estilo las tendríamos que denunciar al servicio de defensa de la competencia y lógicamente posteriormente al tribunal de defensa de la competencia. Poco a poco, la competencia va tomando cuerpo y poco a poco se van viendo mayores diferencias de precios y mayores enfrentamientos entre marcas y entre gasolineras vinculadas a compañías petroleras y gasolineras independientes. Los procesos de liberalización toman su tiempo. Este año, el gobierno ha congelado los impuestos sobre los hidrocarburos y estudia eliminar el precio máximo a partir de 1998. Aunque tiene sus dudas por la influencia del precio de los carburantes en el control de la inflación. Sin embargo, es probable que continúen los problemas en este sector debido a la regulaciones, los impuestos y los subsidios.
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