ENSAYO DE FERNANDO BÁEZ
[Mérida]
ARISTÓTELES DE ESTAGIRA: FRAGMENTOS SELECTOS
Dedicado a Angel J. Cappelletti, en memoria
1. Nota introductoria
Debo partir de dos premisas para explicar el sentido de estas traducciones: 1)Aristóteles de Estagira (384-322 a.C.) fue autor de un centenar de obras, entre las que se contaban diálogos, cartas, poemas y tratados. Diógenes Laercio (Vidas de los más ilustres filósofos griegos, V) catalogó estos textos señalando que sumaban cuatrocientos libros, es decir, cuatrocientos rollos de papiro, en cuatrocientas cuarenta y cinco mil doscientas setenta líneas. 2) Las “Obras completas” de Aristóteles que podemos leer en la actualidad sólo recogen 46 títulos, no siempre auténticos (como el caso de “Sobre el mundo”, “Retórica a Alejandro” y otros). De esto se desprende, que tenemos sólo la cuarta parte de lo que escribió este gran pensador y que el resto de los volúmenes desapareció sin dejar otro rastro que un cúmulo enorme de fragmentos procedentes de citas, testimonios y hallazgos papiráceos. Estos fragmentos conforman, por sí solos, un apéndice indispensable para entender el pensamiento de Aristóteles y en los estudios del siglo XX se han convertido en un reto fascinante que ofrece a lectores e investigadores la oportunidad de reconstruir libros enteros en un ejercicio riguroso de hermenéutica en el mejor sentido de la palabra.
Desde esa perspectiva he inscrito esta versión, hecha, por supuesto, en base a los textos originales sin intenciones literales ni laterales. He utilizado la numeración tradicional, tomada del texto que contiene los fragmentos en griego: “Aristoteles: Fragmenta” (Teubner, 3era. ed.., Leipzig, 1886) de Valentin Rose. Asimismo, he estudiado con atención “Aristotelis dialogorum fragmenta” (1934) de Richard Walzer, el primer erudito en reconocer la existencia de diálogos aristotélicos escritos en la forma platónica, “Aristoteles Fragmenta Selecta” (1955) de W.D.Ross, “Aristotelis epistularum fragmenta cum testamento” (Varsovia, 1961) de M. Plezia, y dos de los textos más provocadores y sugerentes de este siglo: hablo de “Aristóteles” (1923, con trad. esp. FCE, 1946) de Werner Jaeger y “Aristoteles. Darstellung und Interpretation seines Denkens” (Heidelberg, 1966) de Ingemar Düring. Como única justificación, si es que es necesario hacerla, diría que esta traducción es parte de un ensayo extenso sobre el tema de los libros desaparecidos en la antigua Grecia, que mi astucia o pereza se niega a entregar por los momentos a la imprenta. Lo que sigue es apenas un adelanto impertinente.
2. Fragmentos selectos
Rose 6. Diogenes Laertius, I 8 Pr.:
“Dice Aristóteles, en el primer libro Sobre la Filosofía, que son los magos anteriores a los egipcios y que tenían dos principios generales, que eran un genio bueno y otro malo, llamado el uno Zeus y Orosmades, y el otro Hades y Arimanio”.
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Rose 44. Plutarco, Consolatio ad Apollonium 27, 115B-C):
“Dice Aristóteles que estas cosas se las manifestó Sileno a Midas tras ser capturado, pero déjame citar las palabras del filósofo; él dice, en verdad, en su “Eudemo o Sobre el alma” lo que sigue: «Por tal razón, oh entre los hombres el más feliz y poderoso, en añadidura a la creencia de que los muertos son divinos y felices, sostenemos que resulta impío hablar falsedades sobre ellos o calumniarlos, porque van dirigidas contra seres ya realizados en forma superior y mejor a nosotros. Y ésta creencia es tan antigua y tradicionalmentre anterior que entre nosotros ninguno conoce cuándo comenzó o quién la estableció, sino que está así fijada desde una edad indefinida. Además de esto, tú ves cómo el dicho ha estado en labios de los hombres por largos años.
«¿Qué dicho? --preguntó él --.
El respondió: “Que lo mejor de todo es no haber nacido, y que es mejor morir que estar vivo”. La divinidad ha dado testimonio de esto a numerosos hombres. Se dice que cuando Midas capturó a Sileno, después de la cacería, lo interogó y le preguntó qué es lo mejor para los hombres y cuál es de todas las cosas la que es más deseable de todas. Sileno primero no dijo nada sino que mantuvo un terco silencio; pero, tras usar diversos recursos, Midas con dicultad lo indujo a decirle algo y él dijo obligado: “Efímeros descendientes de un genio lamentable y de fortuna infausta, ¿por qué quieren forzarme a decir lo que es mejor para ustedes ignorar? Una vida vivida en el desconocimiento de los propios males es la menos penosa. Es imposible para los hombres que les suceda la mejor de las cosas, ni que puedan compartir la naturaleza de lo que es mejor. Por esto es lo mejor, para todos los hombres y mujeres, no nacer; y lo segundo después de esto --la primera cosa que pueden conseguir los hombres--, es una vez nacido, morir tan rápido como se pueda»”. Claramente él quiso decir que el tiempo gastado muerto es mejor que el tiempo gastado en vida”.
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Rose 65. Diogenes Laertius, VIII 57:
“Dice Aristóteles en El Sofista que Empédocles inventó la Retórica y Zenón la Dialéctica”.
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Rose 71. Diogenes Laertius, VIII 51-52:
“Expresa Eratóstenes, en sus «Victorias Olímpicas», que el padre de Metón fue triunfador en la Olimpíada 71 (496-2 a.C.), usando el testimonio de Aristóteles...Dice Aristóteles que (Empédocles) murió a los sesenta años...”.
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Rose 73. Diogenes Laertius, III 37:
“Dice Aristóteles que sus escritos (los de Platón) están entre la poesía y la prosa”.
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Rose 79. Syrianus, Commentarius in Metaphysica 168,33-35:
“Dice él (Aristóteles) en el segundo libro de El Político igual que sus predecesores sobre este tema y son sus palabras: «El Bien es la medida más precisa de todas las cosas»”.
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Rose 165. Plutarco, Quomodo adolescens poetas audire debeat, 12, 32F:
“...Agamenón es sospechoso, por venalidad, de haber librado del servicio militar a aquel rico que le había regalado graciosamente la yegua Ete: /«como regalo, para no seguirle hasta la airosa Ilión, / sino para, quedándose allí, regocijarse. Pues Zeus / le concedió grandes riquezas». /Pero hizo muy bien, según dice Aristóteles, prefiriendo una yegua buena a un hombre tal, pues un hombre cobarde y débil, !por Zeus!, debilitado por la riqueza y la molicie, no es equivalente ni a un perro ni a un asno”.
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Rose 192. Iamblichus, Vita Pythagorica VI 31:
“Cuenta Aristóteles en Sobre los pitagóricos que la clasificación siguiente fue resguardada como uno de los máximos secretos por los pitagóricos: de las criaturas racionales vivientes, unas son dioses, otros son hombres y algunas son como Pitágoras”.
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Rose 472. Athenaeus, 272D:
“Dice Aristóteles, en su Constitución de Egina, que este pueblo tenía cuatrocientos setenta mil esclavos”.
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Rose 668. PseudoDemetrius, De elocutione 144:
“Cuanto más solitario y aislado estoy, tanto más amo los mitos”.
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Rose 675. Diogenes Laertius, V7; Athenaus, 669BE; Didymus, in Demosthenem col. 6:
“Oh Virtud, afanosa de conseguir para los mortales,
nobilísima presa de la vida,
por tu hermosura, oh Virgen,
es morir en la Hélade un glorioso destino,
y se toleran crueles, incesantes labores.
Semejante es el fruto que tú grabas en las mentes,
inmortal, preferible al oro,
más querido que los padres
y el blando rayo del sueño.
Por tu causa, el hijo de Zeus, Heracles, y los hijos de Leda,
sufrieron muchos trabajos,
cazando tu poder.
Por el mismo deseo Aquiles
y Ayax marcharon al Hades.
Por el amor de tu hermosura Atarneo
también robó la luz del sol;
por esto sus hazañas serán cantadas, y las inmortales
Musas,
hijas de la Memoria, aumentarán la majestad de Zeus Hospedador,
en homenaje a la firme amistad”.
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