El 25 de abril de 1983 la revista alemana Stem publicaba la primera entrega de los 62 cuadernos de Adolf Hitler (que cubrían el período 1932-1945), por los que había desembolsado la friolera de 9,9 millones de marcos. Su peliculero trayecto había comenzado con unos granjeros que los habrían hallado a finales de la guerra entre los restos de un avión accidentado cerca de Dresde, continuó con su conservación por un general de la RDA durante tres décadas, prosiguió en manos del turbio coleccionista de recuerdos del Tercer Reich Konrad Kujau y concluyó en manos del vanidoso reportero de investigación Gerd Heidemann, alias el Detective, como intermediario de Stern. La necesidad de secretismo para potenciar el efecto sorpresa abortó cualquier control riguroso de autenticidad y el engañabobos fue detectado de inmediato ante la siembra de contradicciones históricas, manchando en el camino la reputación de su segunda caja de resonancia, el Landan Times, y del reputado historiador en tareas de valedor Hugh Trevor-Roper. Aún más curiosa fue la trayectoria del cerebro criminal, un Kujau que firmó su confesión de culpabilidad con el nombre del Káiser, cumplió tres años de prisión y salió bañado en una celebridad que lo condujo a participar en talk shows, luchar por la alcaldía de Stuttgart, escribir un libro de cocina y vender sus imitaciones de Picasso y Dalí….. con su propia rúbrica. Hace escasas semanas uno de los cuadernos que lo cubrieron de gloria alcanzó los 7700 dólares en una subasta berlinesa.
(que leer/junio/2004)
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