En algún momento del día sentimos irritación por algo que nos molesta o nos desagrada. También es posible que sintamos envidia, si alguien posee algo que nos apetece pero no podemos tener; o celos, si está en juego otra persona.
La venganza es un sentimiento, por suerte, menos habitual que la rabia, pero no menos destructiva que el odio. ¿Qué sucede en nuestro cerebro cuando nos irritamos?
las últimas investigaciones demuestran que las conexiones cerebrales se modifican bajo el impacto de emociones fuertes. Estas investigaciones arrojan nueva luz sobre los cambios que se producen, por ejemplo, en las personas que se encuentran en escenarios bélicos.
La irritación y la rabia son cualidades emocionales básicas imposibles de desterrar... pero además cumplen una función útil, ya que nos enfrentan a nuestras limitaciones, nos avisan de los conflictos potenciales o de una amenaza inminente. Lo interesante no es negarlas sino aprovecharlas, reduciendo su intensidad y haciéndonos conscientes de lo que nos pasa para tomar medidas adecuadas. Otra cosa es actuar sin pensar o creer que por sentir algo, ese sentimiento nos debe guiar en nuestras elecciones.
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