lunes, 15 de diciembre de 2025

Cap.4. Un antiguo curso de Sociología

Resocialización


"Carlomagno trató inútilmente de aprender a escribir ya mayor: así también alguien puede aspirar inútilmente a aprender un modo de pensar. Nunca le resultará familiar."
(Ludwig Wittgenstein. "Aforismos Cultura y Valor". Espasa Calpe.Austral. Madrid,1995. afor.138)


La resocialización es la internalización, por parte del individuo, de una cultura o subcultura diferente. La adopción gradual o brusca de nuevos valores, pautas y marcos de referencia. Tiene su sus límites, tal como lo muestra la cita inicial de esta clase; pero éstos son muy amplios. Hay grandes variaciones personales que introducen un factor de incertidumbre psicológica, aunque no sociológica (que se basa más en los grandes números). 

La circunstancias resocializadores son evidentes cuando la persona ingresa en una institución como el ejército (en cualquiera de sus variedades), una cárcel (en calidad de convicto) o un hospital mental (como paciente). También cuando cambia de país; incluso los más cercanos tienen suficientes variaciones culturales como para crear incertidumbres.

En un grado menor se produce un fenómeno de socialización secundaria (o resocialización) cuando se ingresa, en forma permanente, en un ambiente muy estructurado tanto desde el punto de vista organizativo como por la clase de actividades que se realizan. Entrar a trabajar en algunas empresas (de gran envergadura), en hospitales, comisarías, etc. son ejemplos que a menudo muestran los manuales de sociología. En estos casos se trata de integrarse a una subcultura específica con sus valores, sus conductas y sus fobias características. 

En general puede decirse que la admisión de un nuevo miembro en un grupo estable supone un esfuerzo de resocialización* para el nuevo integrante. Cuanto más grande sea el grupo o cuanto más al margen esté de la cultura dominante mayor será el esfuerzo de resocialización debido por el novato.

Las teorías generales tienen aquí mucha importancia para analizar la cuestión. Si se parte de la concepción que es en la infancia donde se graban indeleblemente todos los rasgos de la personalidad, la resocialización siempre tiene un efecto limitado; pero si se piensa (como actualmente se está imponiendo) que las experiencias de adulto, de un adulto joven, son también fundamentales psicológicamente (el trabajo, la paternidad, el divorcio, los cambios de domicilio y lugar, etc.) la *resocialización pasa a un primer plano.

A un estudiante atento no se le escapará que el comentario anterior está sugiriendo una orientación psicológica del término (con su acento en la conducta del individuo) en vez de ser sociológico (con un matiz diferente, haciendo hincapié en la conducta grupal). No obstante el concepto es propio de la sociología aunque puede servir tanto para una u otra disciplina.

Lo que está indicando es que tenemos delante nuestro una "zona de fricción", dos perspectivas diferentes interpretando la conducta individual: el individuo y su historia (psicología) y el individuo y su presente actual (sociología).

El análisis de esas zonas compartidas excede completamente los límites del cursillo, así que me eximiré de entrar en detalles (que además plantean cuestiones muy controvertidas); no obstante para no dejar colgados a mis silenciosos lectores puedo decir que un buen criterio podría ser el uso que se diera a la información. 

Si lo que se pretende es solucionar algún mal funcionamiento individual, nada mejor que la psicología; si, en cambio, se buscan pistas para detectar problemas en el grupo o institución que acoge al individuo, obviamente será mejor la sociología (aunque, estoy seguro, este reparto de tareas no será compartida por la mayoría de los psicólogos; ya que es muy notorio el impulso por intervenir activamente en tales problemas. ¡Por mí, que no quede!)

Deseo llamar la atención sobre un fenómeno crucial: el individuo necesita de la sociedad como el pez del agua. Y es ésta, la sociedad, la que determina su posible frustración o desarrollo en cualquier etapa de su vida. La visión romántica del individuo oponiéndose a la sociedad, distante, aristocrático, sobre una roca que mira a un mar de nubes... es tan falsa como seductora. Toda oposición, para ser duradera, necesita de una "contrasociedad" que convierta al individuo opositor en algo más que una figura gesticulante y patética. Hasta hace muy poco tiempo esa "contrasociedad" requería grandes esfuerzos de creación, ahora, en cambio, y gracias a Internet las posibilidades se han multiplicado con tanta rapidez que aún no nos damos cuenta de lo que está pasando.

Internet ha acercado a personas que, antes, apenas podían comunicarse por carta o por teléfono y que, por limitaciones tecnológicas, no podían formar una "rueda" comunicativa que es clave en el mantenimiento de un grupo. Si uno se pone a pensar en que un grupo como el que sigue este "mini cursillo" abarca una extensión geográfica que va desde Japón hasta Estados Unidos y desde España hasta Argentina (sin incluir, por brevedad, otros países que también están representados), se puede tomar conciencia de que, hoy por hoy, las comunidades virtuales generan un fenómeno radicalmente nuevo. No es la distancia en sí mismo donde radica el cambio, sino en la inmediatez de la comunicación (lo que supone una interacción mucho más realista). Estas líneas pueden, en este momento ser leídas por personas que están a miles de Km de distancia física; y yo puedo enterarme de sus pensamientos esta misma noche... y ¡responderles!, continuando la rueda.

Como se ve las posibilidades de interacción han crecido verticalmente. Lo cual incide en la posibilidad de nuevos procesos de resocialización no previstos hasta ahora. Es posible pensar en comunidades virtuales, con efectos tan reales como las comunidades tradicionales (aquellas que existen en una zona geográfica circunscripta).

Por supuesto que estamos al principio del proceso; un largo proceso que se desenvolverá a todo lo largo de este siglo XXI. Lo que ahora tenemos (en comparación con lo que vendrá) podría parecer una caricatura... pero ¿es el bebé una caricatura del hombre? Me inclino por pensar que lo que ahora tenemos es una etapa perfectamente legítima, y que incluso, cuando el desarrollo haya dejado atrás estos tímidos balbuceos, no faltarán personas que recuerden nuestros tiempos con nostalgia. Algo así sucede (y en ellos me incluyo) pensando en la época de FIDO y otras redes similares, en los tiempos en que Internet apenas era un fenómeno paralelo.

Volviendo a los procesos de *resocialización, en éstos influye mucho el estatus socioeconómico de los individuos. Los cambios que se producen no dependen, en la mayoría de los casos, de la pura voluntad individual; pero el nivel socioeconómico puede ser determinante para hacerlos más o menos llevaderos. Tomemos como ejemplo los cambios que sobrevienen con la edad, concretamente aquellos que acompañan a la vejez y la jubilación. Nuestra sociedad, occidental, avanzada, deja muy poco lugar (socialmente hablando) para los últimos años de vida; no importa que la persona siga saludable y en la plenitud de sus facultades intelectuales. El cambio de la jubilación, la pérdida voluntaria (muchas veces deseada) u obligatoria del estatus laboral va acompañado de trastornos en todos los órdenes de la vida. El individuo observa una multitud de transformaciones en cascada; desde su posición en el seno de su familia, hasta la relación con sus amigos y demás personas del entorno.

Cuanto más alto sea el nivel socioeconómico más tolerables pueden ser dichos cambios. La pérdida de prestigio derivada de la pérdida de poder (resultado a su vez, de su "trabajo"), se ve compensada con la inserción en nuevos grupos donde el ocio permite actividades estimulantes. En cambio para los niveles más bajos, la situación implica simultáneamente la liquidación de deberes enojosos y de todo el poder y el prestigio que los acompañaba. Muchas personas sobreviven poco tiempo a su jubilación; ella puede ser un golpe fatal que paradójicamente se lo toma como un beneficio. Quizá porque la atención de la persona sólo se concentra en los deberes que ya no existen, y no contempla la situación general que lo aguarda.

Faltan estudios sociológicos que permitan conocer la envergadura real del derroche que realiza la sociedad "jubilando", aparcando, una parte de su población que todavía tiene fuerzas, imaginación e inteligencia para aportar. Aquí puede verse, con cierta claridad, que sin un conocimiento de lo real, de la efectiva dimensión del problema, las soluciones que se esbocen serán tiernamente ingenuas. Las ciencias humanas no mejoran en si mismas a la humanidad (no es su función), pero tienen su parte importante a la hora de tomar decisiones cruciales. Sin saber lo que sucede de verdad la situación es puramente ideológica; tiende a resolverse por principios generales que no solucionan nada.

Todo tipo de cambios, sobre todo aquellos de consecuencias que se alargan, someten al individuo a las tensiones derivadas de la resocialización. Piensese en las emigraciones internas; los trasvases campo-ciudad y zonas deprimidas en relación con áreas desarrolladas. O la "fuga de cerebros" que dejan los países subdesarrollados hacia los punteros; una emigración altamente cualificada que sin embargo está sometida a las mismas tensiones básicas que sus paralelas menos afortunadas. Y no olvidemos los cambios producidos por guerras, y accidentes de toda clase (como representó para un número considerable de personas el accidente de Chernobyl). Estos movimientos demográficos pueden ser masivos o gota-a-gota; el caso de los niños marroquíes que comentábamos es de la segunda clase. En cualquier caso, a la larga, se van formando comunidades de "recién" llegados que constituye verdaderos guetos subculturales.

Los gobiernos constatan su impotencia para impedir los flujos migratorios. Cuando la gente se quiere ir no se la puede detener... mucho tiempo. Aquello de "votar con las piernas" se comprueba de muchas maneras. En realidad, la gente aún no se quiere realmente ir de su tierra si no hay poderosos motivos que la empujan. Todo el mundo le tiene miedo a la sociedad anfitrión, por más que se conozcan o se imaginen algunas de sus ventajas. Ese miedo tiene una base real. No es lo mismo vivir en la tierra que te vio nacer que ser un "inmigrante". Los cambios de idioma, de religión, de costumbres. Las fiestas, la escuela, el trabajo. La crianza de los niños, el matrimonio, las maneras de envejecer; incluso hasta la forma de morir... cambia. Cambia todo y el individuo tiene que adaptarse a esta nueva realidad asimilándola. Proceso que es doblemente difícil porque no sólo está el esfuerzo personal sino la aceptación colectiva de los nativos.

Los "naturales" de un lugar tienen también sus miedos, y sus inquietudes. Saben que no hay trabajo para todos; que los nuevos traen nuevas costumbres, algunas francamente desagradables; que tienen otros valores; que no resuelven de la misma manera sus conflictos; que resultan molestos en la convivencia y poco confiables si les das la espalda. Que dentro de poco los puedes tener dentro de tu casa, casándose con alguno de tus hijos, formando parte de la misma familia.

El conocimiento se mezcla con los prejuicios. La historia sobrevive en el presente. Los viejos fantasmas renuevan su vitalidad. Hay demasiadas cosas en juego para aventarlas con un solidario "¡venid... y ya nos arreglaremos!". Las migraciones son ríos de problemas en marcha. Resulta difícil sustraerse a ellos cuando invaden una parte de nuestro planeta.

En el siguiente artículo se ve algo de lo que comento:

www.abc.es
domingo 16 de enero de 2000
Moriscos de ayer y de hoy
Por CÁNDIDO

LAS acentuadas suspicacias que existen hacia la inmigración engarzadas en unos índices anormalmente bajos de natalidad en España parecen responder a leyes sociales profundas en cuanto son hechos que se repiten en la historia, con las variaciones propias de cada tiempo. 

Esta vez voy a fijarme nada más que en la expulsión de los moriscos (1609/1614) que tiene significación muy amplia en Cervantes, en el Quijote, pero sobre todo en el «Coloquio de los perros». Como allí no son políticos, sino perros los que hablan, la fidelidad a los sentimientos populares no está en entredicho. Descuento que Cervantes estuvo preso en Argel unos cinco años, lo que implica cierta parcialidad, pero con toda certeza lo que dicen los perros, Cipión y Berganza, es lo que pensaban los españoles de principios del siglo XVII, que no se aparta mucho de lo que piensan hoy, al margen de que sus pensamientos fueran o no serenos y justos. Berganza, que luego de ser «perro de muchos amos» pasa a propiedad de un morisco, dice de tal gente que «róbannos a pie quedo, y con los frutos de nuestras heredades, que nos revenden, se hacen ricos, dejándonos a nosotros pobres». Pienso que esa misma causa empujó también a la expulsión de los judíos en 1492, que si hubieran sido pobres y aun siendo como eran el pueblo más inteligente e imaginativo de la Diáspora, el rigor no habría sido tanto. A mayor abundamiento dice Berganza de los moriscos: «Todos se casan, todos multiplican, porque el vivir sobriamente aumenta las causas de la generación». El perro, versado en estudios bíblicos, como tiene que ser, asegura su argumento con el de los doce hijos de Jacob que entraron en Egipto y que al ir a sacarlos Moisés del cautiverio eran ya seiscientos mil, sin contar mujeres y niños. Poco más y todos israelitas en Egipto como todos moriscos en España si no es por Felipe III, como ahora, si Aznar no lo remedia. Les preocupaba mucho a los españoles de entonces no tanto el no tener hijos como que los tuvieran los moriscos, con papeles o sin ellos, y así, Juan Rufo, en la «Austriada», que es de 1584, dice que los moriscos gozaban de larga vida porque no iban a la guerra, y por entonces había guerra todos los fines de semana, de manera que «ellos bien reservados destos daños / teniendo cuatro hijos en tres años». 

Por esas mismas fechas de finales del siglo XVI, antes de que los perros de Cervantes echasen a hablar, los procuradores de las Cortes de Castilla ya malmetían contra los moriscos diciendo que «crecen en tanto número por ser gente que no va a la guerra..., sino que todos se casan y multiplican, y permanecen sin ser entresacados ni disminuidos por los casos que lo son los naturales destos reynos, a lo qual se agrega que comúnmente usan dieta y son de larga vida, lo que también aprovecha para más multiplicación». Como se ve aquella gente estaba obsesionada con la índole prolífica de los moriscos y ni por casualidad se les ocurría competir en ello, disculpándose con la guerra. El otro perro, Cipión, responde a su compañero: «...celadores prudentísimos tiene nuestra república, que, considerando que España cría y tiene en su seno tantas víboras como moriscos, ayudados de Dios, hallarán a tanto daño cierta, presta y segura salida». Y así pasó, Felipe III firmó la orden de expulsión de las víboras va para cuatrocientos años.

El problema demográfico aparece hoy en España por motivos intrínsecos a la misma sociedad y paralelamente al de la inmigración. A pesar de que en una visión inmediata no obren simultáneamente y el cosmopolitismo haya arrasado en buena medida la preocupación por la identidad nacional, aunque sin borrar el ansia de privilegio dentro de la propia sociedad, ambos problemas hay que verlos juntos, pues la consecuencia general se infiere de la conjunción de ambos, exactamente como en el siglo XVII.

Puede reconocerse en este artículo que nuestros fantasmas son de honda raigambre. Son nuestros inconscientes parientes. Pero no hay pueblo que esté libre de ellos. No caigamos en el error de demonizar a unos y santificar a otros. Si Europa tuviese que emigrar de la misma manera a Africa y al cercano oriente no lo tendría nada fácil. Las barreras funcionarían, implacables, sólo que de signo contrario.

Buen sociólogo era Cervantes, y buenos sociólogos puede haberlos aunque no tengan su certificado universitario. No están en los claustros todos los que son. En realidad se requiere un poco de reflexión y mucho de observación para alcanzar cierto nivel razonable. La misma estructura del conocimiento actual resulta monopolizada por ciertas instituciones que al dar certificados presumen también de que fuera de ellas no hay más que desierto. Uno de los cambios importantes que puede traer Internet a nuestra civilización es la liquidación de algunos monopolios, entre ellos, la estrecha asociación de conocimiento científico con instituciones concretas. Cuando el conocimiento se expande también se amplían los métodos y las herramientas de investigación. Es un proceso lento, como las migraciones, pero que al cabo de un siglo cambia totalmente la faz del mundo.

Comprender las dificultades de toda *resocialización Una vez que, eso espero, os he motivado respecto de lo que estamos haciendo, vamos a dar otra vuelta de tuerca y probemos adquirir nuevas herramientas conceptuales:

Poder:
Autoridad, dominación. La capacidad de hacer lo que se desea, aunque los demás se opongan. Si el poder es aceptado por el grupo se suele hablar de "autoridad", sino lo es se emplean términos con significados más peyorativos como "dominación" cuando no "tiranía".

En realidad el poder es siempre el poder, aunque resulte más agradable si se lo acepta. El poder necesita del plural; por lo menos tiene que haber dos para ejercerlo. Cuando se habla del "poder sobre uno mismo" se está suponiendo un desdoblamiento implícito; una parte de la persona se impone a otra.

El poder ha sido tan denostado como aplaudido. Hay gente que ve al líder, aquel que tiene más poder del grupo (pero no todo-el-poder), como una especie de semidiós. Las alabanzas que el líder recibe en los regímenes fascistas dan asco; pero a veces también se escuchan en otras partes.

El que escribe estas líneas sostiene que el único poder bueno, es el poder limitado; cuanto más limitado mejor. Los seres humanos no nos distinguimos por nuestra perspicacia y darle demasiado poder a un congénere es similar a darle un garrote a un mono (mejor ponerse a distancia).

Nivel socioeconómico:
La población puede ser vista como un pastel con diversas capas: es el fenómeno de "estratificación". Cada capa supone una subcomunidad que tienen parecidas posibilidades de vida, similares valores, y pautas también reconocibles. Así se puede hablar de clase alta, o de clase media, o de clase baja.

En la práctica los niveles son mayores y tienen su importancia sociológica sobre todo en la "respuesta diferencial" de cada estrato frente a los mismos problemas. Cada "clase" responde a su manera, grupalmente, como un todo, aunque sus miembros no se conozcan ni tengan relaciones.

Los estudios sociológicos investigan como sienten, qué y dónde gastan, como responden frente a determinados estímulos dichos niveles. Ello permite elaborar políticas y comprender conflictos. Para definir un nivel socioeconómico se hacen complejos estudios donde se investiga desde el nivel de rentas, de ingresos laborales, los estudios que predominan, las actividades de toda clase, y en general cualquier conducta social que sea habitual

Estos estudios reemplazan a las grandes generalizaciones de los grandes clásicos de la sociología, como Karl Marx o Max Weber. Son mucho más útiles para los fines buscados, pero suele perderse de vista el proceso global. La sociología también está en constante cambio y este es un tema, muy propio de esta disciplina, que también sufre su crisis de identidad.

Ritual:
Conducta prefijada que requiere un orden estricto. Cada parte del proceso es esencial.

La sociedad está llena de rituales; la transferencia de poder en el gobierno, o de bienes; el establecimiento de nuevos vínculos (como el matrimonio) o de alianzas; la manera de presentarse o de despedirse, etc., etc.

Se dice que hay sociedades que aman más los ritos que otras... yo lo pongo en duda, porque los rituales son propios de los cambios de estado; los que marcan y advierten que estamos en una nueva situación. Lo que sí cambia de sociedad a sociedad son las "ceremonias" con que se manifiestan estos rituales. Y aquí es evidente la gran diversidad y, sobre todo, un gran cambio en el "tempo" y en los "modos" de celebración. Existen sociedades muy ceremoniosas (como la japonesa) y otras más informales (como la española), pero todas tienen sus rituales; como bien lo advierte alguien que no los conoce y se da cuenta, por el silencio circundante, que ha "metido la pata".

Ritos de paso:
Son las ceremonias que celebran y publican la transición de un estado de vida a otro. Las transiciones vitales en nuestra sociedad tienden a ser más difusas (aunque siguen existiendo, como la "el primer día de clase", "la primera comunión", el "viaje de graduados", la "despedida de soltero"... etc.); en cambio en las sociedades tradicionales, los ritos de paso ocurren en tiempos fijos y marcan claramente la transición tanto para el propio individuo como para la comunidad donde se realiza.

Ideología:
Cualquier concepción del mundo cuya amplitud sobrepasa el conocimiento científico actual. También cualquier argumentación que enmascara intereses de clase o de grupo.

El uso de este término puede traer dificultades de comprensión sobre lo que realmente se está diciendo. En la vida cotidiana pensamos "ideología" como el conjunto de ideas que tiene una persona, o un partido, o una organización determinada. Este uso también existe en sociología. Una "ideología" sería, en este caso, el equivalente a una concepción del mundo. La ideología abarcaría no sólo lo que se sabe sino también lo que se cree, incluyendo lo que se "debe" creer.

El segundo uso (la ideología como enmascarando intereses) fue usado por Marx, aunque su invención es anterior. Se lo emplea cuando se afirma, por ejemplo, que tal juicio es "ideológico", queriendo decir que esta encubriendo, defendiendo, intereses que no se atreve a manifestar a cara descubierta.

Por ejemplo. Diera la impresión que cuando una organización patronal (sin ir más lejos) considera que la crisis económica se debe: "a los salarios excesivamente altos", no está enunciando un juicio sólido proveniente de la ciencia económica sino una manifestación típicamente "ideológica", en el último de los sentidos mencionados. El hecho de que nunca se haya oído a un grupo patronal quejarse de los excesos de beneficios... abona la última interpretación. El desenmascaramiento del conocimiento ideologizado es una tarea fundamental de la sociología; y también una manera eficaz de crearse enemigos.

Como ya avisé el término es usado de muchas maneras; en realidad dependiendo del autor habrá que guiarse por el contexto. Otro ejemplo de esta variedad se encuentra en Karl Manheim quien distingue entre "utopía" (ideas que tienden a romper el estado vigente) e "ideología" (ideas que sirven a la clase dominante y que sirven para reforzar el presente). Véase, a quien le interese el tema: "La Utopía. De Karl Mannheim a Isaiah Berlin" de Luis Racionero, en Claves nº 22, mayo 1992.

Personalmente prefiero el segundo uso. Tiendo a usar la palabra ideología para indicar un pensamiento no-científico ni filosófico sino puramente encubridor de intereses, una forma de enmascarar lo que uno quiere (u odia) con apelaciones de sentido general. Pero, quizá porque la palabra se presta y tiene cierta resonancia poética, uno no sabe que va encontrarse cuando alguien cita la palabra: ideología.

Aquí una diferencia importante. Hay que distinguir entre "ideología" y defensa de los intereses. En el segundo caso no estamos hablando de argumentos ideológicos. La defensa de un interés, personal o social, es legítima. No se puede pedir que los demás no defiendan sus intereses; pero si se puede exigir que se diferencie entre el conocimiento técnico y científico, y esta defensa. Una frontera sutil, y fácil cruzar. En la práctica se cruza a diario. El problema radica en que una defensa de intereses de grupo o individuales que no argumente sobre la base de cuestiones generales... pierde fuerza. Ya se conoce, desde la antigüedad, que no es lo mismo decir que esto "es así" porque me gusta a mí, que afirmar que esto "es así" porque Dios lo quiere.

El ser humano es un "ideólogo" (en el segundo sentido) militante. Siempre encuentra razones generales para ocultar sus intereses personales. El sociólogo lo sabe y por ello suele tomar una actitud escéptica frente a las "cosmovisiones", a los grandes marcos de referencia. Sabe que estos "grandes marcos" son defendidos no por toda la sociedad sino por grupos y comunidades muy concretas; y que los valores que sostienen los sostienen porque además los favorecen (aunque siempre hay despistados que atienden a la lógica de los argumentos y no a los intereses que se ocultan bajo la manta lógica)

Tema delicado donde los haya el si los humanos sé autoengañan de tanto engañar, o simplemente creen y luego se dan cuenta que esa creencia los beneficia. Permitidme que guarde, sobre este asunto, un respetuoso silencio.

Así que, aprovechando este momento de meditación colectiva, hago mutis por el foro y me despido hasta la próxima clase.


Fin de la cuarta clase.
Carlos Salinas.
10-febrero-2000



domingo, 7 de diciembre de 2025

Cap. 3. Un antiguo curso de Sociología

Socialización


"La Oruga y Alicia se miraron durante un rato en silencio: por último, la Oruga se quitó el narguile de la boca, y le habló con voz lánguida y soñolienta.
-¿Quién eres Tú? -dijo la Oruga.
No era ésta una forma alentadora de iniciar una conversación. Alicia replicó con cierta timidez:
"Pues... pues creo que en este momento no lo sé, señora... sí sé quién era cuando me levanté esta mañana; pero he debido de cambiar varias veces desde entonces."

(Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas)

"En Inglaterra conocí una vez a un niño que le preguntó a su padre, "saben los padres siempre más que los hijos" y el padre dijo "Sí". La pregunta siguiente fue "Papá, ¿quién inventó la máquina a vapor?" y el padre dijo, "James Watt". A lo que el hijo contestó "pero, ¿por qué no la inventó el padre de James Watt?".
(Gregory Bateson. "Daddy, how mucho do you know". A Review of General Semantics, Vol.X, nº4, Summer 1953)

 

Abordamos aquí uno de los grandes temas de la sociología, el proceso por el cual una individuo se transforma en miembro de una colectividad. Un proceso que muchas veces es eficaz... y otras no tanto.

Como ejemplo del segundo caso, veamos lo que dice el diario El Mundo, en su edición del viernes 21 de enero de 2000

ROBERTO MONTOYA. Corresponsal

PARIS.- Tres adolescentes, dos de 16 años y uno de 18, sin antecedentes policiales, se sentaron ayer en el banquillo de los acusados por intentar matar a un niño de 11 años. La razón: que la víctima, un niño de origen español, se negaba a seguir haciéndoles a los tres sus deberes de lengua extranjera, el español.

El niño no había revelado a nadie la extorsión que sufría constantemente en la escuela de Gargenville, pueblo al noroeste de París, por parte de los tres adolescentes pertenecientes a niveles escolares superiores al suyo.

Los hechos se precipitaron. Al enterarse de que era español, lo empezaron a consultar cada vez más a menudo; luego, a partir de septiembre pasado, le exigieron directamente que les hiciera las tareas que su profesor de lengua les encomendaba para hacer en casa.

El niño español, asustado, comenzó a mentir a sus propios padres para poder hacer los deberes de sus perseguidores. En enero, sin embargo, decidió que debía terminar con aquella extorsión y les anunció que no seguiría cargando con el trabajo asignado.

Los adolescentes lo amenazaron y llegaron a darle palizas, advirtiéndole de que cada vez serían más fuertes. El joven vivió su tortura cotidiana en solitario. Finalmente, el 11 de enero pasado, los tres jóvenes «le tendieron una emboscada», según se dijo ayer en el juzgado de instrucción de Versalles.

Agresión

La agresión fue brutal. Empujaron al niño violentamente por una escalera de tres metros de altura y le provocaron varias fracturas. Su mochila permitió amortiguar, en parte, el impacto de la caída.

Ante las muestras evidentes del ataque, el niño inventó cualquier argumento para no explicar a sus mayores y a las autoridades del colegio cómo se había caído.

La incoherencia de su explicación y el nerviosismo que reflejaba hicieron que los padres insistieran en el asunto hasta que el martes pasado se decidió a contar su drama particular.

Los padres presentaron la denuncia y los tres jóvenes, dos de ellos hermanos, fueron detenidos. Ayer comenzó su procesamiento. Según los profesores y la dirección del colegio donde se produjo el incidente, nadie logró conocer el problema por el cual estaba pasando el niño español, que al parecer no llegó a contarlo a ninguno de sus amigos.

¡Son cosas de críos! ¡Son cosas de niños! se suele decir, hasta que aparece el muerto.

Por suerte en este caso no se ha llegado a tanto. ¡Este es el tipo de información que le agradan al sociólogo! En cierto modo el científico, al igual que el fotógrafo, se frota las manos cuando se encuentra con algo inusual. Los extremos muestran lo que habitualmente se oculta. A un periodista este caso le interesa porque es noticia, a un sociólogo porque muestra un fallo en un proceso, en el proceso de socialización. E indagando en el fallo pueden aparecer fuerzas y tendencias que sólo de tarde en tarde se muestran.

Pero... pero antes de abordar la cuestión necesitamos engordar nuestra mochila de términos sociológicos. De esta manera hablaremos un idioma común: el sociológico.


Familia: Grupo de individuos relacionados unos con otros por lazos de sangre, matrimonio o adopción, que forman una unidad económica.

Véase como la definición abarca todo lo más posible, de esa manera sirve para estudiar diferentes sociedades, no sólo la occidental actual, típica de los países desarrollados. La familia que todos los que participamos en este cursillo conocemos bien es la que se llama "familia nuclear" que se extiende alrededor del núcleo padre-madre e hijos a pocos parientes más. En pueblos tecnológicamente más atrasados (aunque no culturalmente ¡ojo!) tenemos la "familia extensa", que incluye parientes para nosotros increíblemente lejanos.

Un aspecto común a cualquier clase de familia radica en que los adultos son responsables de la crianza de los más pequeños.

Clan: Grupo de parentesco más amplio que la familia que existe en muchas sociedades preindustriales.

Los periodistas suelen hablar de "clan" como sinónimo de grupo cerrado. No hay nada que lo impida, por supuesto, pero en sentido técnico es "Grupo de personas que afirman descender de un ancestro común y que incorpora a los hijos de los miembros masculinos o femeninos (no ambos)"

Cohabitación:: Dos personas que viven juntas y mantienen una relación sexual de cierta permanencia sin estar casadas. Como se ve el término es lo más neutro posible, quiero decir que se trata de evitar las connotaciones peyorativas que en una zona determinada puede tener esta forma de convivencia.

Endogamia: Sistema en el que una persona sólo puede desposar a otra de su mismo grupo de parentesco. Por extensión a los grupos y comunidades donde se acostumbra a casar la gente entre sí. Se puede decir que la aristocracia financiera de un país es "endogámica", en este sentido. O, incluso, que una religión es "endogámica" cuando sólo permite el matrimonio a los fieles.

Exogamia: Sistema en el que los individuos pueden casarse sólo con una esposa que pertenezca a un grupo de parentesco diferente al suyo. Concepto opuesto a "endogamia".

Familia De Orientación: Familia en la que un individuo nace.

Familia De Procreacion: Familia que un individuo inicia al casarse o al tener hijos.

Familia Extensa: Grupo familiar constituido por más de dos generaciones de parientes que viven en el mismo hogar o muy próximos unos de otros. Algunos autores hablan de "familia extensa" cuando en la misma casa, o muy cerca, habitan más de 3 generaciones de miembros con grados variados de parentesco.

Familias De Segundo Matrimonio: Familias en las que al menos uno de los cónyuges tiene hijos de un matrimonio anterior, ya vivan en el hogar o cerca de él. Esta clase de unión familiar es cada vez más frecuente y seguirá creciendo en tanto el matrimonio, en las sociedades desarrolladas, ha dejado de ser "para toda la vida".

Matrimonio: Relación sexual socialmente aprobada entre dos individuos. El matrimonio casi siempre implica hombre-mujer pero en algunas culturas se toleran ciertos tipos de matrimonio homosexual. Existe una presión muy grande por parte de los colectivos homosexuales para que los países más adelantados lo reconozcan.

Muchas sociedades permiten el matrimonio polígamo, en el que un individuo puede tener simultáneamente múltiples cónyuges. Por ejemplo la islámica; aunque el número de mujeres no puede pasar de cuatro (según El Corán). Lo cual no quita que se recomiendo sólo una.

Monogamia: Forma de matrimonio en la que se autoriza a cada cónyuge a casarse cada vez con una sola persona. Y todo posible nuevo casamiento implicaría la desaparición física de uno de los cónyuges (normalmente por viudez operada por causas naturales).

Monogamia Sucesiva: Práctica de una persona que contrae varios matrimonios de forma sucesiva, pero que no tiene más que un cónyuge cada vez. Es la forma más extendida en los países desarrollados.

Parentesco: Relación que vincula a los individuos por medio de lazos de sangre, matrimonio o adopción. Las relaciones de parentesco se encuentran por definición implicadas en el matrimonio y la familia, pero se extienden mucho más allá de esas instituciones.

Mientras que en muchas sociedades modernas se dan pocas obligaciones sociales asociadas a las relaciones de parentesco que se extienden más allá de la familia inmediata, en muchas otras culturas el parentesco es de vital importancia para muchos aspectos de la vida social.

Privación Materna: Situación en la que infantes o niños muy pequeños se ven privados de un contacto estrecho con su madre durante un período de varias semanas o más.

Prostitución: Venta de favores sexuales.


Bien, hemos revisado, de una tacada, un buen número de términos que se usan en este tema... pero no son los únicos, veremos, luego, algunos más. Y os ahorraré otros que también tienen su importancia.

Un ejemplo de términos que pueden encontrarse en un libro de sociología, es, por ejemplo:

Síndrome Androgenital: Anormalidad endocrina que produce genitales casi masculinos en individuos dotados de un equipamiento hormonal femenino.

Síndrome De Feminizacion Testicular: Anormalidad endocrina que produce genitales físicamente femeninos en individuos que son masculinos en términos de su equipamiento cromosómico.

Como se puede comprobar estos dos últimos que acabo de escribir parecen más propios de un libro de medicina, y de hecho no son sociológicos, pero pueden tener consecuencias sociológicas. Un ejemplo más de cómo la sociología estudia toda clase de objetos... que tengan alguna repercusión en las sociedades o microsociedades humanas.


Y es aquí donde deseo dar un paso más y aclarar algo que quedó, en cierta forma, en el aire en la clase anterior. Todas las ciencias se distinguen por sus teorías centrales y no por una clase de objetos, ya lo dijimos, pero cada una tiene "afinidad" hacia cierta clase de preocupaciones, de situaciones, de "escenarios" como suele decirse ahora. Véase a donde conduce la otra línea de pensamiento. La de considerar que existen "temas" propios de una disciplina. 

EL MUNDO 
1 de febrero de 2000 
ANGEL VIVAS MADRID.- 

¿Es posible hacer Historia de una época que los propios historiadores han conocido? Tradicionalmente, esta pregunta ha tenido una respuesta cautelosa, sino negativa. Pero de unos años a esta parte el panorama ha cambiado; y no solamente el pasado más reciente es objeto de la Historia, sino que esos estudios tienen un nombre: Historia del tiempo presente. Francia, que exportó hace años con notable éxito los métodos de la Escuela de Annales, es pionera en esta disciplina. Un grupo de historiadores franceses y españoles debaten (ayer y hoy y los próximos 6 y 7 de marzo) en la Casa de Velázquez, espacio dirigido por el prestigioso cervantista francés Jean Canavaggio, las posibilidades de la Historia del tiempo presente en distintos campos. Según Javier Tusell, uno de los participantes, «se trata de confirmar la vigencia de la historiografía francesa para los españoles, y de que los franceses conozcan la metodología española, que presenta algunos aspectos peculiares, ligados a la memoria, que ha jugado un papel muy importante en España en nuestro pasado, y a la Historia política». Generalmente es un acontecimiento importante, y a menudo traumático, el que marca el inicio del presente; así, en España es el franquismo, y en Francia la Segunda Guerra Mundial. Por ejemplo, el francés Gérard Noiriel se viene ocupando del régimen de Vichy. En opinión de Tusell, las limitaciones de este tipo de Historia en España derivan, no sólo de la dificultad de acceder a los archivos, sino a que los historiadores dejan este campo de la Historia al periodismo, a la ciencia política y a la sociología. Para hoy están programadas tres intervenciones dedicadas a la Historia de las relaciones internacionales, la Historia militar y la Historia social. En lo que se refiere a la primera especialidad, Susana Sueiro, de la UNED, señala la ausencia de una colección de documentos diplomáticos y la falta de estudios interdisciplinares como dos carencias que es necesario corregir. Por otro lado, el género biográfico, el papel de los individuos y el mundo subjetivo están cobrando una importancia creciente en estos estudios. En cuanto a la Historia social, el francés Gérard Noiriel considera al gran historiador Marc Bloch (uno de los fundadores de Annales) el padre de esta corriente, si bien su metodología, basada en la sociología de Durkheim, no ha tenido continuadores. Un concepto clave en los trabajos de Bloch es el de «Supervivencias», es decir, la manera en que el pasado continúa influyendo en el presente por encima de las rupturas (cambios de régimen, revoluciones) sufridas por la vida económica, social o política. Lo que también podría llamarse, aunque no consta que nadie lo haya hecho, el «síndrome de ama de llaves de Rebeca».

La clase de preocupaciones sobre si estos temas de "historia presente" son históricos o sociológicos no tienen, actualmente, ningún sentido. Todo será, insisto, histórico o sociológico, o antropológico o psicológico, en la medida que se usen teorías y métodos que habitualmente se encuentran en estas disciplinas académicas. Es una cuestión de hábito y de clasificación no "ontológica". Con otras palabras... es puramente arbitrario y se justifica por razones históricas, empíricas.

La sociología, o para ser exactos las teorías sociológicas, tienen como atractor, como centro de interés, todo aquello que influye en las relaciones humanas, pero desde la perspectiva del conjunto, en vez de privilegiar la historia individual (cosa que sí, hace la psicología). Esto es algo que iremos desgranando en el conjunto de las clases, pero quiero resaltar en este momento algo muy característico de la sociología: su preocupación, su interés por los fenómenos humanos -en el presente- donde varias personas, como mínimo, se relacionan.

En el caso que he puesto al principio tenemos varios niños-adolescentes que protagonizan un drama de abusos. Podría suceder en cualquier escuela (y de hecho cosas así, aunque sin consecuencias tan visibles, suceden), pero el carácter de emigrante del niño le da un matiz peculiar. Es un niño en una cultura extraña ¿cómo repercute ello en su interacción escolar?

Observemos que la familia no ayudó por ignorancia de la situación, pero... ¿en qué condiciones se desarrolla esa ignorancia? ¿trabajaban ambos progenitores? ¿que oportunidades reales tenían de charlar con su hijo? Un niño aislado no es una casualidad, ni sólo una peculiaridad psicológica ("¡es muy introvertido...!"); aquí tenemos un medio que, por lo menos, favorece el aislamiento. ¿Cuales son las condiciones del aislamiento? ¿Quizá cierta dificultad en la lengua escolar? ¿De que nacionalidad eran sus amigos? ¿Cómo son estos?

Naturalmente el suelto periodístico no da esta información. Se conforma con lo espectacular y terminará cuando las autoridades hayan cerrado el caso (o antes, sí éstas tardan). Pero un sociólogo si se pregunta por éstas y otras cuestiones. Y quizá se vea, ahora, como un caso marginal puede arrojar mucha luz sobre el funcionamiento "normal" de una comunidad.

Cuando se usa el término "familia" se ve mejor el fenómeno. No lo crea, lo ilumina. Pero con localizarlo no basta. Se trata de entender sus relaciones con otros objetos téoricos. Un vocabulario no es suficiente, se necesita también una gramática.

Lo primero que salta a la vista es que el término engloba una variedad muy grande de "familias" reales, y que las mismas funciones son cubiertas de muchas maneras posibles en el seno de cada una.

Una cultura deja un amplio margen a la iniciativa individual; hasta la más estricta deja mucho más margen de la que puede suponerse. Lo que delimita son los márgenes, no lo que sucede dentro. En este caso el niño acosado vive en una familia; algo perfectamente normal. Estudia en una escuela; algo absolutamente trivial para una sociedad desarrollada. Y, como cualquier niño, tiene compañeros algunos de los cuales son sus amigos.

Pero este margen de libertad personal genera procesos nuevos, algunos de ellos imprevisibles, ¿seguro? ¿son realmente "imprevisibles"?

Aquí hay una cuestión crítica, clave. El desarrollo de las ciencias humanas está encaminado a reducir ese margen de imprevisibilidad. Lo suficiente para no liquidar la libertad personal mientras se pueda. El objetivo práctico puede ser prevenir las patologías sociales... pero ¿es posible obtener nata sin leche? ¿Se puede desarrollar la ciencia de la conducta, mantener la libertad individual y reducir sus usos negativos? Un dilema cuyo estudio también es objeto de interés sociológico.

Veamos otro caso:

EL MUNDO
4 de enero de 2000
RAFAEL JOSE ALVAREZ. PEDRO BLASCO

MADRID.- Eran las 23.30 horas del domingo cuando el conductor del metro vio a tres chavales tumbados en la vía, a la entrada del túnel entre las estaciones madrileñas de Mar de Cristal y Campo de las Naciones. Accionó el freno y detuvo el vagón a pocos metros de tres marroquíes que jugaban con la muerte y que acababan de abandonar un centro de acogida. Dos vigilantes de Metro y una dotación de la Policía Nacional estuvieron durante una hora y media buscando a los menores por el interior de los túneles. El servicio de trenes se vio alterado durante ese tiempo, según la versión de la policía.

Finalmente, dos de los adolescentes, M.A.T., de 16 años, y M.A., de 14, fueron localizados. El tercero, Y.T., de 16 años, fue encontrado en la mañana de ayer en una calle del mismo barrio de la estación donde se habían producido los hechos la noche anterior.

Los chavales salvaron la vida porque la velocidad del tren era muy reducida. «Si llegan a estar en mitad del túnel y el metro va a toda máquina los hubiera arrollado. Sin embargo, se tumbaron al comienzo del túnel y el vagón estaba empezando a arrancar, por lo que no iba a gran velocidad. Aun así, el conductor tuvo que frenar al verlos tumbados», cuentan fuentes policiales. Una nota oficial de la Jefatura Superior de la Policía señaló ayer que el conductor del convoy «detectó a los jóvenes a tiempo de detener el tren y hubo de retroceder hasta la estación».

Los tres jóvenes optaron por una discutible fórmula para probar su «valentía». Se trataba de imitar un viejo juego que consiste en saber quién se levanta más tarde ante la llegada de un tren, quién aguanta más pegado al frío y al traqueteo de los raíles.

La historia había comenzado en la tarde del domingo, cuando los tres menores de edad protagonizaron algunos incidentes en el centro de acogida de Hortaleza.

Fuentes de la Consejería de Servicios Sociales de la Comunidad de Madrid indican que la directora del centro de Hortaleza, llamada, según Europa Press, Sor Cristina, intentó mediar en una pelea que surgió entre los tres jóvenes y otro chaval. La directora recibió varios golpes al intentar separar al grupo y ayer presentó una denuncia en la comisaría. Tras el incidente con la directora, los tres jóvenes salieron del centro de acogida a la carrera.

Dos horas después, el trío entró en las instalaciones del Metro de Madrid, en las que permaneció hasta que fue localizado por los vigilantes y los policías.

Los tres jóvenes prestaron declaración en el Grume (Grupo de Menores de la Policía), pero lo negaron todo. M.A. dijo que no sabía nada del asunto, Y.T. aseguró que no estuvo en las vías y el mayor de los tres, M.A.T., reconoció que se introdujo en las instalaciones de Metro, pero que no se metió en los túneles.

La versión del Metro es muy distinta a la dada por la policía. Fuentes de este servicio de transporte indican que dos vigilantes vieron a los tres jóvenes introducirse en la estación «en actitud sospechosa».

Otra versión

Los siguieron y vieron cómo uno de ellos permanecía «breves instantes» en la cabecera de la línea delante de un tren que estaba parado y sin servicio en ese momento.

Cuando el joven vio a los agentes se fue en dirección al metro de la línea 8, por donde habían huido con anterioridad sus otros dos compañeros. Los vigilantes los persiguieron, detuvieron y entregaron a la policía nacional.

Las mismas fuentes de Metro aseguran que en ningún momento hubo interrupción del servicio. «Ante la posibilidad de que hubiera más personas en el túnel se desarrolló un servicio de transporte con mayores precauciones de lo habitual, pero no se llegó a suspender el servicio durante una hora». Los portavoces de Metro consultados por este periódico afirman que ningún tren tuvo que parar al ver a los tres jóvenes en la vía.

Sin embargo, la policía afirma que su versión se basa en la declaración firmada por los dos vigilantes en la comisaría y por las palabras de sus propios agentes. «Los dos vigilantes fueron a la comisaría para prestar declaración y firmaron sus palabras ante los funcionarios públicos», insisten fuentes de la Policía Nacional.

A última hora de la noche, Metro intentó un desmentido más. Un portavoz de la compañía señaló que uno de los vigilantes iba a cambiar su declaración ante la policía.

Metro asegura que es la primera vez que se produce un incidente como éste en sus instalaciones. El pasado verano un joven murió en una de las zonas por las que el metro circula a cielo abierto cuando, después de haber consumido drogas, intentaba pasar de un tren a otro.

Duro presente

M.A.T., Y.T. y M.A. son tres ejemplos de jóvenes inmigrantes marroquíes con un duro presente en España. Sólo uno de ellos dispone de pasaporte, mientras que los otros dos no tienen documentación.

Ninguno de los tres cuenta aquí con sus padres. Deambulan por las calles céntricas de Madrid sin ocupación alguna y acuden al centro de acogida cuando quieren.

Ayer, los tres fueron reingresados en esa residencia, un centro de «puertas abiertas», según Javier Urra, Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid.

«A este tipo de centros acuden menores de edad que no han cometido ningún delito. Allí se les da una ducha y comida y se les trata de orientar. Pero hay que recordar que los marroquíes están acostumbrados a trabajar desde muy jóvenes, a manejar dinero y a ser independientes. Para estos chavales es muy conflictivo decirles que tienen que aguantar uno, dos o tres años hasta que puedan trabajar aquí. Por otra parte, nadie se escapa de un centro así. Lo mismo que entran, pueden salir. No es una cárcel», señala Urra.

Con este caso entramos en otras formas de socialización, las secundarias, las que sobrevienen después de la infancia. Claro que esta infancia puede ser, en algunos casos, realmente breve. Tenemos estos tres niños marroquíes cuya infancia, sociológicamente hablando, se prolonga en otro país; y a los problemas característicos de su inserción en una sociedad y cultura concreta se agrega el cambio cultural brusco, sin colchón ni paracaídas. No es extraño que aterricen en las vías de un tren urbano.

La socialización primaria se realiza fundamentalmente en el seno de la familia, pero también influye el medio en que ésta se encuentra, y sobre todo la escuela (o la ausencia de ella, viniendo a ser "la calle" su sustituta natural).

La escuela es el primer agente social que aparta a los niños del hogar para introducirlos en un mundo reglamentado burocráticamente. Es un cambio drástico. Como dice Donald Light "en la familia, los niños se valoran por lo que son; en la escuela, se valoran por lo que hacen". Los niños siguen aquí un curriculum de materias y horarios previamente establecidos, en la mayoría de los casos rígidamente establecidos. Las pautas de relación con los adultos cambian, y se introducen nuevas relaciones entre iguales, los compañeros, no regidas por las normas del hogar, sino por otras que es menester aprender.

La escuela enseña más inconscientemente que declaradamente. Es lo que se ha llamado el "currículum oculto", lo que los niños aprenden aunque no les enseñe nadie.

En la escuela los niños aprenden los roles que de ellos se esperan, cambian de estatus según la edad, pero también advierten que existen estatus informales (que dependen de su comportamiento en el grupo de iguales) que son tanto o más poderosos que los formales. Un niño bien puede incordiar a su profesora (perjudicando su valoración como alumno) si con ello gana prestigio entre sus compañeros.

En la escuela también, los niños, aprenden lo que sus profesores tratan de enseñarles. No tanto como se piensa, pero siempre algo queda. Sin embargo lo más importante no son los contenidos que se transmiten sino el espíritu general de la comunidad a la que van integrándose lentamente. Un niño que no ha pasado por la escuela (o que la ha abandonado demasiado pronto) es un niño con déficit de socialización que luego le va a traer problemas. Si además ese niño proviene de una cultura extraña, los problemas serán mucho más graves.

Invito a releer la última parte del suelto periodístico que acabo de insertar. Véase como un 'centro de «puertas abiertas»' intenta cumplir una función resocializadora en caso de los niños vagabundos. Pero su concepción parece algo romántica (cuando no estúpida); una especie de escuela con las puertas abiertas... sólo puede estimular a los genios. Para las personas normales, niños incluidos, se necesita cierta presión externa para someterse a los esfuerzos de un aprendizaje sistemático. En el caso de los niños que se han alejado de sus hogares, y que incluso se han arriesgado a viajar a países lejanos, la existencia de estos centros no debe parecer algo mejor que una cárcel benévola. Una extraña cárcel que se entra cuando se quiere y se sale no bien uno se aburre.

Sin embargo no se puede meter a un niño o adolescente en la cárcerl; aunque se vista de escuela. Lo que intentamos mostrar no sólo es un vacío legal sino un vacío social: entre la familia y la sociedad parece no haber nada. Luego si los niños no viven en familia ¿es la calle la alternativa? Naturalmente que no se puede encarcelar a quien no ha cometido un delito (o su "falta" es muy pequeña)... pero resulta idiota (y criminal) esperar que el niño crezca lo suficiente para producir un robo importane, una violación o cualquier otra transgresión que merezca la cárcel. Si falla la política preventiva no es por un agujero en el marco legal sino porque existe ese agujero en el marco social. La sociedad no se ha enterado de esta clase de situaciones.

Resumiendo, la socialización es el proceso por el cual un nuevo individuo se convierte en integrante de un grupo social. Es un proceso familiar y suave cuando opera en el seno de una familia, como suele suceder, pero tiene sus patologías. Ellas no derivan unicamente de la emigración con su carga de choque cultural y desnivel económico; tambien existen otras perversiones que son fruto del mismo sistema. Además no debemos olvidar que cada época trae sus problemas específicos; la nuestra tiene que ver con la ausencia de normas y valores compartidos firmemente por toda la sociedad (o por su gran mayoría). Es una época "anómica" por definición.

Veamos en la próxima clase algunos de las cuestiones típicas que trae la socialización secundaria; la que opera en momentos posteriores de la vida.


Fin tercera clase
Carlos Salinas
7-feb-2000


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miércoles, 3 de diciembre de 2025

Cap.2. Un antiguo curso de Sociología

Pensando Sociologicamente
2da. parte




"-Entonces debes decir lo que piensas -prosiguió la Liebre de Marzo.
-Lo hago -replicó Alicia apresuradamente-; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo.
-¡Ni mucho menos! -dijo el Sombrerero-. iVamos, es como si dijeses que "veo lo que como" es lo mismo que "como lo que veo"!
-¡Es como si dijeses! -añadió la Liebre de Marzo- ¡que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"!
-¡Es como si dijeses! -añadió el Lirón, que pareció hablar en sueños- ique "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"!
-Será lo mismo para ti -dijo el Sombrerero; y aquí cesó la conversación, y el grupo se quedó en silencio durante un minuto, mientras Alicia repasaba todo lo que recordaba sobre cuervos y escritorios, lo cual no era mucho."
(Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas)

 

Retomemos el hilo de la clase... pero os puedo asegurar que el Reverendo Dogson, más conocido por Lewis Carroll escribió cosas muy sugerentes para un sociólogo. Lástima que siempre se lo haya visto como literatura infantil (cosa de la cual él tambien tiene su parte de responsabilidad).

En la clase anterior transcribimos un msg del Paraguay que no se presentaba precisamente como un cuento para infantes. En él se invita a formar una cadena para distribuir una lista de recomendaciones destinadas a provocar el mejoramiento individual y de paso el nacional. El texto decía literalmente:

"La diferencia radica en la actitud de las personas"

Dicho así la afirmación puede tomar la apariencia de una invocación algo mística, tipo "new age". Y quizá resulte incomprendido el sociólogo que responda con mal humor (como si careciera de sensibilidad frente a los problemas humanos inmediatos). Sin embargo no es oro todo lo que reluce; el sociólogo ha detectado un brusco salto de "nivel", un paso ilegítimo desde lo individual a lo colectivo. Algo que puede parecer razonable, pero sólo por su forma; en realidad a un entendido le suena tan estúpido como afirmar que si todos lo cuadrados fueran redondos, el mundo tendría una cosa menos de que preocuparse.

Y ello es porque las "actitudes" no pueden provocar cambios en la sociedad global... simplemente el concepto *no ha sido construido El concepto de "actitud" es una buena herramienta para el análisis individual y mantiene su eficacia en el análisis de pequeños grupos; pero a medida que aumenta el número de interacciones los fenómenos emergentes empiezan a ser endemoniadamente intratables. Es, como un bisturí, apto para una operación quirúrgica, pero absolutamente ineficaz como cuchillo de carnicero.

Sin embargo los "out" en sociología no advierten el salto, así como los que no tienen "oído" no perciben cuando alguien cantando, desafina.

Es perfectamente posible, y así sucede, que en perspectiva "macro", (el que abarca todo un país), se siga hablando de "actitudes". Pero en todo caso se pensará a éstas como el resultado de un estado de cosas, no lo que provoca ese estado, su causa. Las "actitudes" son, así, un indicador de una situación; una variable dependiente.

Una persona inexperta en fenómenos sociales (aunque sea un experto en otras materias) se inclina por pensar los hechos sociales conforme al modelo del dominó: Si una ficha cae, arrastra en su caída a cualquier otra que se encuentra en su trayectoria. Y se puede empujar la fila de fichas por cualquier extremo, todas caerán igual aunque la dirección sea inversa. 

Con el dominó se pueden crear bonitos juegos. Miles de fichas desplomándose lentamente y al hacerlo van creando insólitas figuras sobre un plano. Pero una sociedad humana no funciona igual .

Cualquiera que disfrute con la historia puede seguir los sinuosos senderos que van desde que se crea una fuerza política hasta que ella, en algunos casos, conquista el poder. Y lo que pasa después puede ser muy variado, pero casi nunca tiene relación con los objetivos iniciales. Los cambios sociales son producidos por personas, pero ellos resultan de la suma geométrica de millones de interacciones; de acciones y reacciones tan complejas que cualquier previsión es simplemente eso: una previsión. Y las previsiones suelen tener cierto prestigio... *porque no se lleva cuenta de las que han fallado. Si así fuera, diríamos como aquel político "cuando yo digo siempre... me refiero a lo que sostendré esta semana".

Lo que debe quedar claro, para evitar los errores típicos del razonamiento no adiestrado, es que resulta imposible prever un cambio social, pero si resulta posible saber lo que no provocará un cambio social de envergadura. Hay aquí una asimetría que parece ilógica; pero piensese que no sabemos como provocar cambios metereológicos de envergadura, en cambio *no se puede producir un cambio de tiempo de tiempo abriendo el paraguas. 

Es verdad que no conocemos realmente el proceso; pero también es cierto que algo de conocimiento se ha venido acumulando en estos últimos siglos de estudios sociológicos. Suficientes conocimientos como para advertir una secuencia, un proceso, que no resulta arbitrario aunque sí sea imprevisible en su desarrollo.

Para la teoría sociológica el mensaje contenido en la exhortación paraguaya es una triste caricatura de los esfuerzos que lleva la ciencia social desde hace muchas décadas para entender el porque del retraso de algunas sociedades (el "subdesarrollo") y que se puede hacer para ayudarlas.

Quizá ha llegado el momento de tratar un tema peliagudo: ¿que estudia la sociología? ¿A que se dedican los sociólogos? ¿sólo a hacer encuestas? Con este asunto acostumbran a llenar las páginas del primer capítulo los manuales introductorios y yo me limitaría a resolver el trámite con una definición más (copiada de algún manual), si no fuera que éstas ni son realistas, ni son metodológicamente interesantes. Sólo tienen a su favor que las entiende todo el mundo.

Un manual dirá que la sociología estudia a los fenómenos sociales; o los grupos humanos y el comportamiento individual en situaciones de interacción; o los patrones de comportamiento que explican el comportamiento social; o las fuerzas sociales; o los hechos sociales...

Pero no es esto lo que investiga el sociólogo. Mejor dicho es todo esto... y mucho más.

La sociología no estudia una clase de objetos (como los arriba mencionados), sino que estudia todos los objetos que se ponga a tiro (entendiendo como "objetos": temas o cuestiones que merezcan ser investigadas). El sociólogo estudia todo lo que pasa por delante de sus narices, suponiendo, claro, que tenga ganas de hacerlo y recursos económicos para intentarlo.

Como sociólogo uno puede estudiar un teorema matemático, una letra de cambio, un tumor canceroso, el comportamiento de Dios (tal como lo registran los libros sagrados), o el liderazgo.

Pero no se fijará en las mismas cosas que un matemático (es más probable que le interese que hace el matemático con ese conocimiento -por ej., situarse mejor en su departamento universitario-). También el tumor tendrá una lectura diferente que para el médico, porque su vista se orientará inconscientemente hacia las consecuencias que provoca en el enfermo y su entorno; como cambian las relaciones familiares cuando el fenómeno se descubre y como se introducen nuevos miembros significativos (el médico) en ese grupo primario donde el enfermo participa. 

En el caso de Dios (el Dios de los texto sagrados) observará cómo reacciona frente a su grey; si se comunica y en que circunstancias; que deberes impone y como responde frente a los usuales errores humanos. En realidad Dios pasará a ser un personaje importante, pero no será el mismo Dios que estudia el teólogo. Se parecerá a un jefe supremo de una tribu problemática, no al hacedor del Universo. 

Y lo mismo en cualquier otro caso que se os ocurra.

Un sociólogo se fijará en cualquier cosa que esté a su alcance, si realmente es un sociólogo de vocación y no ha elegido la carrera simplemente porque el autobús pasaba cerca de su casa y daba la casualidad que también por la facultad de marras.

Todos los objetos son libremente visitables, observables y pensables por cualquier científico. No existen "corrales virtuales" donde pacen tranquilamente los objetos específicos de una ciencia. Todo está abierto a todos, pero cada uno se lleva de la realidad estudiada, lo que sus teorías y métodos le permiten... Aquí está la diferencia, las ciencias se construyen con hilos invisibles (los conceptos) que forman una telaraña maravillosa (las teorías). Allí se quedan enganchados los fenómenos reales. A veces son tan grandes y extraños... que rompen la tela tan trabajosamente urdida.

Sí se me permite la metáfora, un investigador que tenga una mochila rectangular se llevará sólo objetos cuadrados y rectangulares. En cambio el que tenga una mochila elástica, se llevará todo lo que pueda, no importando su forma... aunque sí su peso. Un modelo de análisis que recoja muchos fenómenos heterogéneos se asemeja a esa mochila elástica. Pero su debilidad está en lo poco que puede decir de cada objeto observado.

Vamos a dar carpetazo al asunto (provisionalmente, se entiende) resumiendo lo anterior en pocas palabras: *un científico puede estudiar, y de hecho así lo hace, cualquier fenómeno, cualquier objeto de la realidad pero atendiendo a las cuestiones que sus "teorías" le permiten ver como importantes.

Las teorías centrales de cada ciencia son lo que hace la diferencia, las que filtran las nuevas herramientas, y las que crean las dificultades de relación con las interpretaciones que surgen de otras disciplinas. *Las teorías unen y por ello también separan.

Si no tenemos una teoría, o un modelo (que sería un nivel más bajo, menos abstracto) que trate el cambio social, el concepto de "actitud" actúa puramente como un descriptor. Describe una pauta, algo que se observa, pero sin asignarle un papel causal; en otras palabras, es una consecuencia del estado de cosas registrado.

Es difícil que un psicólogo, un sociólogo, un economista y un antropólogo se entiendan... porque hablan idiomas diferentes; idiomas que están perfectamente diseñados para "hablar" de sus teorías... pero que no casan bien. Es como un ordenador que habla en windows y el otro, más beneficiado por la suerte, sólo entiende el linux. No hay forma de entenderse a menos que...

Tengo la esperanza que alguno de los que van siguiendo estas reflexiones se les haya ocurrido lo mismo. ¡Sí...! hasta... que se posea una teoría unificada de lo humano (para seguir con la metáfora de los ordenadores sería un lenguaje tipo "html" que permita a cualquier ordenador leer, independientemente del ordenador orígen).

Una teoría que genere modelos donde se pueda ver lo que funciona desde cualquier ángulo, y que todos resulten coherentes, ofreciendo una visión polifacética, pero unificada.

La parte triste de la historia es que no se ha encontrado todavía. No ha llegado ese feliz día. Así que no queda más remedio que establecer puentes, puentes frágiles que interconecten lo que las teorías separan. Esta clase de puentes existen, son las que abarcan una gran variedad de fenómenos explicándolos a partir de principios comunes. 

Un ejemplo de ello podría ser la "teoría del caos", o el "materialismo histórico" (la visión marxista de la sociedad), aunque ésta última esté muy desacreditada por razones políticas notorias. Hoy por hoy no existe una teoría de teorías que alcance aceptación plena en la comunidad científica.

Personalmente considero que la teoría del caos es muy fructífera, pero sus aplicaciones en el campo de la sociología están aun en pañales.

Volvamos al mensaje paraguayo; al que hemos usado "de entrenamiento" para agilizar las neuronas hurgando en un clásico esquema de sociología "de café". 

Ya comenté que implica un salto ilegal entre la descripción de algunos hechos y la receta que ofrece. Afirma cosas que si bien tienen realidad no son representativas de una sociedad puntera (ni de una sociedad subdesarrollada), y a partir de esos elementos reales pero poco representativos, se proponen, ilegitimamente (desde una perspectiva coherente), conductas destinadas a provocar cambios sociales de envergadura. 

Suena a mixtificación, a engañifa. Algo así como recomendar que, dado que las personas en las sociedades ricas suelen ir bien vestidas, la mejor manera de alcanzar un desarrollo similar en un país, es que todo el mundo salga a la calle... "bien vestido".

Sin embargo el msg tiene, también, su interés sociológico (para un sociólogo los "errores" científicos tienen un gran interés, sobre todo cuando hay gente que se los cree).

Muestra como una visión superficial de los fenómenos sociales puede dar "el pego". Muestra como se puede influir en las personas a partir de esquemas sencillos de razonamiento. Muestra como el modelo del "dominó", si bien falso, puede ser movilizador porque simplifica la realidad y permite verla como un proceso lineal de "acción-reacción". Muestra como la demagogia política para ser eficaz tiene que apoyarse en razonamientos del mismo tipo: nuestros males son provocados por x, luego eliminemos x, y todo funcionará de maravillas.

Muestra todo eso... si tenemos elementos conceptuales para verlo; si no, no muestra nada más allá de su texto literal

Aquí hagamos una aparte, una reflexión de tipo más general: Las ideas falsas, aunque falsas pueden ser un efectivo motor de cambio social, si se sintonizan con los anhelos de mucha gente. Lo típico de las grandes revoluciones es que las ideas que se agitan toman formas tan sencillas... que hasta un niño de cinco años puede entenderlas. Por supuesto que luego pasa lo que pasa; pero sólo los historiadores son los que advierten las contradicciones. La gente que vive un proceso tan convulso como una revolución, apenas tiene energías para mantenerse sobre el tablero ¡como se le va a pedir que reflexionen sobre el curso general del proceso!

Volviendo al tema principal: la inteligencia es la capacidad de ver lo invisible; las ciencias hacen a las personas más inteligentes. Lástima que sólo en un campo, sólo en la banda estrecha que esa ciencia puede dominar. Más allá de la barca, está el hondo mar.

Como dice el neurofisiólogo William H. Calvin: 

"La inteligencia implica una capacidad para escapar a las servidumbres del instinto y producir nuevas soluciones a los problemas planteados"

(v. "Más allá de las cisuras y los surcos". Mundo Científico, feb. 2000, pag. 45).

El poder de cada ciencia se encuentra en la potencia de sus teorías centrales. En su capacidad de predicción sobre los fenómenos que estudia. Su debilidad estaría, del mismo modo, en usarla para cosas que no fue diseñada. Intentar curar una neurosis aplicando teorías sociológicas sería un caso de flagrante error. También, lo inverso, aplicar una teoría de la neurosis a un fenómeno social. Cuanta más envergadura tenga este fenómeno... más ridícula y absurda puede llegar a ser la interpretación.

Demos, ahora, metafóricamente un salto y vamos a lo publicado en el ABC (de Madrid) del martes 11 de enero de este año:

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EL SALTO DE LA CABRA
Por Alfonso Ussía

La suben entre los quintos al campanario de la iglesia. En la plaza, la muchedumbre se reúne para asistir al denigrante espectáculo. La cabra no entiende de qué va la cosa, pero intuye que nada bueno le va a suceder y mira hacia abajo con tristeza. Se defiende con terror y ello provoca las primeras y sonoras carcajadas. El gentío saca a relucir sus hermosas encías. Cuando lo consideran oportuno, desde lo alto de la iglesia, empujan a la cabra. Y la cabra se precipita, y cae como una piedra, o como una cabra, y se estrella contra el suelo de Manganeses de la Polvorosa. En alguna ocasión ha sobrevivido, y entonces se comenta durante semanas lo duras y fuertes que son las puñeteras cabras. Lo normal es que mueran despanzurradas. En los últimos años, la celebración se había suavizado, y a la cabra le esperaba una lona para amortiguar el golpe. Pero ya no divertía tanto. Este año, ni con lona. Han prohibido el salto de la cabra. La España negra y terrible está de luto.

Progresamos. Al menos, en lo que se refiere a la cabra de Manganeses de la Polvorosa, el año dos mil nos ha traído una buena noticia. Pero llevamos demasiado tiempo empujando cabras desde los campanarios y tendrán que transcurrir algunos años para que nos acostumbremos al feliz aburrimiento de la cordura. Un día le alcanzará la amnistía al novillo fogueado, torturado por la masa festiva y patronal de nuestros pueblos. Persisten muchas costumbres bárbaras porque aún restan en España personas capaces de sustituir al novillo por el alcalde, al toro por el concejal de festejos y al pato decapitado por el delegado gubernativo. Buenas fiestas serán las del rico vino, el baile sin descanso, la pasión abierta y la enagua alzada. En España todo lo bueno ha sido siempre pecado mortal, y de ahí el desahogo con las cabras. Lo dice la coplilla popular. «No te juntes con tu moza / que Dios te castigará. / Que el amor siempre es pecado / antes de matrimoniar». Y claro, lo pagaba la cabra.

Porque de toda la barbaridad del salto de la cabra, el matiz más chocante es precisamente que el punto de lanzamiento del pobre bicho haya sido el campanario de la iglesia. Para acceder a él hay que entrar en la iglesia con la cabra, subirla por las escaleras del recinto sagrado y contar con el permiso del párroco y la autorización del obispado. Los campanarios suelen tener puerta y llave, para impedir bromas y toques a destiempo. Las campanas anunciaban a los lugareños las llamadas, las alegrías y las penas. Marcaban las horas, fijaban las jornadas de trabajo en las eras y mantenían a los pastores unidos a la vida desde la lejanía. Las campanas hacían de pregoneras del alma, y repicando de gozo o doblando de dolor, formaban parte del hábito de los pueblos y las aldeas, siempre bajo el dominio del señor cura, que autorizaba sus ritmos y tonos de acuerdo con la necesidad del momento. De ahí que sorprenda que el más alto lugar de la casa de Dios fuera el elegido para protagonizar la salvajada contra la pobre cabra.

Creo que bajo la brutalidad de muchas de nuestras costumbres vive la represión obsesiva de una moral deformada por la amenaza del pecado. En España, por los siglos de los siglos, el Pecado se escribe con mayúscula. Lo natural, lo sencillo, lo humano, era siempre pecado. Por eso encontramos la forma de divertirnos sin asomarnos al fuego eterno.

Claro, que la cabra no se ha salvado. Sí la de Manganeses de la Polvorosa, que es una cabra específica y nunca reincidente. En la figuración, somos nosotros las cabras que volamos día tras día para terminar despanzurradas en el suelo. Recientemente, el señor obispo de San Sebastián se subió a su campanario particular, y sin encomendarse a Dios ni al Diablo -al segundo no está del todo descartado-, dejó caer a la pobre cabra desde lo alto para que el sector más salvaje de su feligresía lo celebrara con regocijo. El trompazo fue espantoso, pero la cabra sobrevivió. Lo prueba el que esta cabra siga escribiendo, y usted, también cabra lanzada desde el campanario, me haya podido leer.

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¡Un buen ejemplo de estilo periodístico! ameno, fácil de leer y que muestra los hechos tal como ocurren (en la mente del escritor). El hecho es cruel y el estilo panfletario; muy del tipo que agrada en nuestras latitudes. ¿Por qué será que los periodistas en España no pueden escribir nada de tipo sociológico sin indignarse? 

Nada de reflexión escalonada, al estilo germano. Pareciera que las columnas de opinión tienen que competir con la televisión. Si no ponen sus granito picante, el lector hará zapping. Por otro lado es una forma de adular al lector casual. Si se queda y comparte la opinión del articulista... "¡que sensible que soy! Alma virtuosa arrojada a un infierno inmerecido". 

¡Que diferente sería un informe sociológico sobre la misma situación! ¡y que aburrido! Por supuesto que el científico social tiene sus valores, y quiero creer que están del lado de la cabra; pero una cosa es sentir rechazo y otra, muy diferente, es convertir ese rechazo en un obstáculo para la comprensión. Aquí tenemos una costumbre centenaria, un conjunto de personas que ni están locos ni son psicópatas. Es verdad que tienen unos rituales horribles para celebrar un acontecimiento festivo... pero algo así sucede en diversas partes del mundo. Es menester comprender antes de censurar. Una "inquisición ilustrada", es una inquisición con margaritas en las orejas.

Estamos en un buen momento para recuperar algunos términos técnicos de la clase anterior. Por ejemplo "cultura", pero no en su significado vulgar de "refinamiento" sino en el puramente técnico de creación humana. Una fiesta es un acto social, y una fiesta que se repite año tras año tiene mucha miga. Estas fiestas no están inscriptas en el código genético, han surgido en algún momento, han gustado... y se han repetido. Nadie se ha opuesto a ellas (nadie con poder, por supuesto). 

Nunca se la ha percibido atacando valores esenciales de la comunidad; no parecen que afecta a la unidad de España (materia delicada que siempre parece cuestionable), ni a la religión católica ni, ya en tiempos más actuales, a la democracia y a la soberanía popular.

Una fiesta que se repite desde hace mucho tiempo forma parte de la tradición, forma parte de la cultura en lo que tiene de dimensión histórica. Se aprende como el alfabeto y se practica como recitando las tablas de multiplicar. Requiere un esfuerzo de socialización por parte de la comunidad.

Pero como es una costumbre local, que ¡a Dios gracias! no está extendida por toda España, bien puede ser considerada una "subcultura". Una subcultura localizada geográficamente, no por la edad de sus participantes o por su clase social.

Fijaos bien, es una "subcultura" pero no es una "contracultura". Nada hay en estas fiestas de revolucionario o contestatario. Más aún, son fiestas de "integración" donde los poderes locales participan, aunque más no sea que como benévolos espectadores.

Si yo me fuera a vivir a un pueblo donde se practica este salvaje rito tendría serios problemas para convivir con la gente del lugar (por lo menos en épocas de fiesta). No estaría "asimilado" a esta subcultura, y ello me produciría inmediatos problemas de marginación. 

Si llevara mi disgusto a un despliegue de mayor militancia (por ejemplo, colocándome con una pancarta delante de la iglesia denunciado la crueldad), entraría en colisión con el "etnocentrismo" de esa comunidad; que me tildarían (seguro) de extraño desagradecido, marica de ciudad y otras lindezas que os podéis imaginar. Naturalmente a mí estos insultos no me harían mucha mella porque mi grupo de referencia no está constituido por ese pueblo, sino otra gente que está en otros lados. 

En cualquier caso tendré un conflicto y en la medida que mi poder sea algo mayor de lo habitual en un individuo aislado (pongamos que tengo amigos periodistas y los incito a venir al pueblo para presenciar ese macabro salto) el conflicto dejará de ser entre el-pueblo-y-uno para pasar a ser entre el pueblo y la comunidad mayor a la que pertenece. De alguna forma les he puesto la fiesta difícil.

Pero si mi visita a la comarca fuera la de un investigador, no habría armado ningún ruido y la cabra habría saltado sin mayores trabas. Un estudio sociológico de esta clase tomaría en cuenta todos los aspectos que antes he señalado más muchos otros que pueden ser muy pertinentes. Y trataría de hacerlo con objetividad, entendida ésta *no como la ausencia de sentimientos o valoraciones (en este caso muy negativas) sino como el necesario distanciamiento para describir todos los sentimientos, valores y relaciones en juego, y no centrarse únicamente en la pobre cabra, en su último vuelo y en sus tristes ensoñaciones antes de encontrarse con su creador.

Si pusiéramos en un extremo de una línea el análisis de un sociólogo... en el extremo opuesto, estaría el del predicador. Sea un predicador religioso o laico.

Un estudio sociológico también tomaría en cuenta, para incluirlo en su análisis los cambios que se presentan cuando ciertos hechos se divulgan. En el caso que comento los diarios informan que este año no se celebró el ritual (esto es real. Según parece la "celebración" ha sido suspendida). Una cabra salvada y un pueblo que no sabemos por qué ha cedido a la presión exterior; cuanto ha habido de comprensión de valores comunes y cuanto de "evitarse problemas". Los diarios no informan porque una vez que la cabra se salva... todo lo demás ya no es noticia. Sin embargo lo que deja de ser información periodística sigue teniendo un alto valor sociológico. El problema es que para seguir informándonos necesitamos la maquinaria de una investigación, recursos económicos, etc. El sociólogo maldice cuando los asuntos se solucionan porque muchas veces no se solucionan simplemente pasan "a la clandestinidad".


Nota complementaria:

Existen otros pueblos contemporáneos que también utilizan animales en sus juegos, y la cabra, sin ir más lejos, reaparece en un popular deporte entre los mongoles.

Dos equipos se reúnen, y alguien trae una cabra viva; la degüellan y le cortan la cabeza junto con el extremo de las patas. La cabra se asemeja, ahora, a un pellejo hinchado. Con ella, con sus restos, jugaran una especie de fútbol a caballo, muy violento, donde cada jinete tratará de quedarse con la cabra mientras los contrarios le dan latigazos para que la suelte. Todo esto corriendo a galope tendido.

Durante el poder soviético este deporte fue prohibido en Kirguizia pero se lo siguió practicando clandestinamente. Ya caído el poder rojo ahora se juega al descubierto y se lo considera una de las tradiciones que simbolizan el valor y la fiereza del pueblo mongol. Hace pocos días tuve oportunidad de verlo en televisión y me sorprendió no encontrar ningún comentario a posteriori en los diarios. ¡Claro! estas cosas no son noticia, suceden muy lejos y para colmo es un pueblo que ha recuperado sus tradiciones que el poder soviético había intentado liquidar.

Los fenómenos sociales no son tan sencillos como parecen, ni aquí ni en ningún lugar. Con simplemente prohibir no se evitan muchas conductas que nos hieren o nos desagradan moralmente. Lo único que se logra, muchas veces, es una celebración oculta y su conversión en "cultura reprimida", lo que augura, a mediano o largo plazo, una gloria futura. 

Fenómenos paradójicos, sin duda, pero que el sociólogo bregado está acostumbrado a ver. En este campo, como en todos, la teoría siendo importante no es suficiente; se necesita acumular experiencia personal en la observación social. Un buen sociólogo no se improvisa ni surge de cinco años de facultad. Aparte de la vocación (condición necesaria pero no suficiente) se requiere años de observación de la realidad social. Y así todo las equivocaciones representan el 99% de las predicciones.

En cualquier caso una observación que ofrezca ciertas garantías de objetividad debe ser observación no participante... aunque durante una época estuvo muy de moda el profesional que además militaba. En general se puede decir que es una pésima política jugar el partido y al mismo tiempo comentarlo. Mal para los que escuchan, porque cuesta mucho advertir donde se separa el interés científico y el militante. Y mal para el que juega con la doble profesión, porque termina creyéndose una especie de profeta que reúne simultáneamente el valor del conocimiento y la capacidad de tomar decisiones acertadas.

El estilo periodístico, en cambio, suele reunir los dos defectos extremos en que puede caer el sociólogo: demasiado distante y simultáneamente demasiado cercano. El uso de términos y giros intentan provocar una respuesta emocional (de indignación y rechazo); es una argumentación viva, colorista... y profundamente partidista: 

"La cabra no entiende de qué va la cosa, pero intuye que nada bueno le va a suceder y mira hacia abajo con tristeza...". 

Se dota al animal que va a ser sacrificado de las mismas emociones y sensaciones que un ser humano. Es posible que las cabras tengan tristeza, pero aquí no se refiere a un descubrimiento comprobado sino a una metáfora dramática. Al final del artículo vemos a un obispo lanzar una cabra por arriba del campanario, mientras más abajo golfos sedientos de sangre lo jalean. Resulta obvio que por este camino se pueden provocar emociones fuertes (uno siente ganas de trasladarse a ese miserable pueblo y darles el mismo tratamiento, uno por uno, a sus habitantes), pero nunca incitar a reflexionar sociológicamente.

Veamos, (para terminar), algunos términos más que desarrollarán nuestra imaginación sociológica:

Actitud:
Predisposición aprendida. Respuesta estereotipada. Una actitud, en el uso técnico, indica una disposición mental a responder de cierta manera en presencia de los mismos estímulos. Los moros nos dan recelo, y descubrimos en su mirada, siempre aviesa, el intento por burlarnos de alguna manera. Naturalmente que hay árabes que pueden encajar con el estereotipo, pero seguro que muchos no lo hacen así; aunque así suelen verlos los predispuestos en contra. Cuando las actitudes son negativas toman el nombre de prejuicios.

Las actitudes no siempre tienen porque ser negativas, pueden ser positivas, favorables; como cuando se espera de los ingleses que tengan siempre un comportamiento caballeresco, y luego nos quedamos de piedra al ver a los remeros de Oxford arrasando un pueblo de la costa catalana, por haber tomado unas copas de más..

Las actitudes explican las respuestas globales que ayudan a la distancia social; a que los miembros de diferentes grupos o comunidades se miren con recelo. Y un hecho comprobable en la vida social es que el recelo: *siempre está justificado. No tanto porque sea una buena previsión sino porque es la profecía que se autocumple; en la medida que la creemos, aunque sea falsa en sus comienzos será verdadera en su final.

Es un término propio de la "psicología social", una rama de la sociología. Como tal funciona muy bien en la explicación de los fenómenos grupales... y cuanto más se amplía el número de personas implicadas menos funciona. Igual que los alimentos y los medicamentos traen fecha de caducidad, los conceptos deberían tener alguna información sobre sus límites de aplicación, sobre sus fronteras. Un buen concepto usado en tierra ajena, se desvaloriza.

Socialización:
Modelación de la conducta humana en los planos mental y físico que sucede en situaciones sociales duraderas. Este proceso, muy importante para la transmisión de la cultura y las subculturas, es la manera como un individuo llega a formar parte de una comunidad; como llega a ser considerado uno del grupo. La primera socialización se realiza en el seno de la familia, cuando el niño crece. Esta es la "socialización primaria" porque sucede al principio de la vida. Es la más formativa ya que aquí se sientan las bases de la futura personalidad. Luego tenemos las socializaciones "secundarias", aquellas que resultan de la inserción del individuo en grupos sociales estables, durante el transcurso de su vida.

Estatus:
Posición que se ocupa dentro de un sistema social, y que determina derechos y deberes. En un sentido más coloquial es el lugar en la jerarquía grupal donde se encuentra el individuo. Todo grupo, inclusive los más informales, presenta una jerarquía: hay miembros centrales (sin los cuales el grupo se disuelve o queda seriamente afectado) y miembros marginales (aquellos que vienen yPensando Sociologicamente

2da. parte




"-Entonces debes decir lo que piensas -prosiguió la Liebre de Marzo.
-Lo hago -replicó Alicia apresuradamente-; al menos... al menos pienso lo que digo... que es lo mismo.
-¡Ni mucho menos! -dijo el Sombrerero-. iVamos, es como si dijeses que "veo lo que como" es lo mismo que "como lo que veo"!
-¡Es como si dijeses! -añadió la Liebre de Marzo- ¡que "me gusta lo que tengo" es lo mismo que "tengo lo que me gusta"!
-¡Es como si dijeses! -añadió el Lirón, que pareció hablar en sueños- ique "respiro cuando duermo" es lo mismo que "duermo cuando respiro"!
-Será lo mismo para ti -dijo el Sombrerero; y aquí cesó la conversación, y el grupo se quedó en silencio durante un minuto, mientras Alicia repasaba todo lo que recordaba sobre cuervos y escritorios, lo cual no era mucho."
(Lewis Carroll. Alicia en el País de las Maravillas)

 

Retomemos el hilo de la clase... pero os puedo asegurar que el Reverendo Dogson, más conocido por Lewis Carroll escribió cosas muy sugerentes para un sociólogo. Lástima que siempre se lo haya visto como literatura infantil (cosa de la cual él tambien tiene su parte de responsabilidad).

En la clase anterior transcribimos un msg del Paraguay que no se presentaba precisamente como un cuento para infantes. En él se invita a formar una cadena para distribuir una lista de recomendaciones destinadas a provocar el mejoramiento individual y de paso el nacional. El texto decía literalmente:

"La diferencia radica en la actitud de las personas"

Dicho así la afirmación puede tomar la apariencia de una invocación algo mística, tipo "new age". Y quizá resulte incomprendido el sociólogo que responda con mal humor (como si careciera de sensibilidad frente a los problemas humanos inmediatos). Sin embargo no es oro todo lo que reluce; el sociólogo ha detectado un brusco salto de "nivel", un paso ilegítimo desde lo individual a lo colectivo. Algo que puede parecer razonable, pero sólo por su forma; en realidad a un entendido le suena tan estúpido como afirmar que si todos lo cuadrados fueran redondos, el mundo tendría una cosa menos de que preocuparse.

Y ello es porque las "actitudes" no pueden provocar cambios en la sociedad global... simplemente el concepto *no ha sido construido El concepto de "actitud" es una buena herramienta para el análisis individual y mantiene su eficacia en el análisis de pequeños grupos; pero a medida que aumenta el número de interacciones los fenómenos emergentes empiezan a ser endemoniadamente intratables. Es, como un bisturí, apto para una operación quirúrgica, pero absolutamente ineficaz como cuchillo de carnicero.

Sin embargo los "out" en sociología no advierten el salto, así como los que no tienen "oído" no perciben cuando alguien cantando, desafina.

Es perfectamente posible, y así sucede, que en perspectiva "macro", (el que abarca todo un país), se siga hablando de "actitudes". Pero en todo caso se pensará a éstas como el resultado de un estado de cosas, no lo que provoca ese estado, su causa. Las "actitudes" son, así, un indicador de una situación; una variable dependiente.

Una persona inexperta en fenómenos sociales (aunque sea un experto en otras materias) se inclina por pensar los hechos sociales conforme al modelo del dominó: Si una ficha cae, arrastra en su caída a cualquier otra que se encuentra en su trayectoria. Y se puede empujar la fila de fichas por cualquier extremo, todas caerán igual aunque la dirección sea inversa. 

Con el dominó se pueden crear bonitos juegos. Miles de fichas desplomándose lentamente y al hacerlo van creando insólitas figuras sobre un plano. Pero una sociedad humana no funciona igual .

Cualquiera que disfrute con la historia puede seguir los sinuosos senderos que van desde que se crea una fuerza política hasta que ella, en algunos casos, conquista el poder. Y lo que pasa después puede ser muy variado, pero casi nunca tiene relación con los objetivos iniciales. Los cambios sociales son producidos por personas, pero ellos resultan de la suma geométrica de millones de interacciones; de acciones y reacciones tan complejas que cualquier previsión es simplemente eso: una previsión. Y las previsiones suelen tener cierto prestigio... *porque no se lleva cuenta de las que han fallado. Si así fuera, diríamos como aquel político "cuando yo digo siempre... me refiero a lo que sostendré esta semana".

Lo que debe quedar claro, para evitar los errores típicos del razonamiento no adiestrado, es que resulta imposible prever un cambio social, pero si resulta posible saber lo que no provocará un cambio social de envergadura. Hay aquí una asimetría que parece ilógica; pero piensese que no sabemos como provocar cambios metereológicos de envergadura, en cambio *no se puede producir un cambio de tiempo de tiempo abriendo el paraguas. 

Es verdad que no conocemos realmente el proceso; pero también es cierto que algo de conocimiento se ha venido acumulando en estos últimos siglos de estudios sociológicos. Suficientes conocimientos como para advertir una secuencia, un proceso, que no resulta arbitrario aunque sí sea imprevisible en su desarrollo.

Para la teoría sociológica el mensaje contenido en la exhortación paraguaya es una triste caricatura de los esfuerzos que lleva la ciencia social desde hace muchas décadas para entender el porque del retraso de algunas sociedades (el "subdesarrollo") y que se puede hacer para ayudarlas.

Quizá ha llegado el momento de tratar un tema peliagudo: ¿que estudia la sociología? ¿A que se dedican los sociólogos? ¿sólo a hacer encuestas? Con este asunto acostumbran a llenar las páginas del primer capítulo los manuales introductorios y yo me limitaría a resolver el trámite con una definición más (copiada de algún manual), si no fuera que éstas ni son realistas, ni son metodológicamente interesantes. Sólo tienen a su favor que las entiende todo el mundo.

Un manual dirá que la sociología estudia a los fenómenos sociales; o los grupos humanos y el comportamiento individual en situaciones de interacción; o los patrones de comportamiento que explican el comportamiento social; o las fuerzas sociales; o los hechos sociales...

Pero no es esto lo que investiga el sociólogo. Mejor dicho es todo esto... y mucho más.

La sociología no estudia una clase de objetos (como los arriba mencionados), sino que estudia todos los objetos que se ponga a tiro (entendiendo como "objetos": temas o cuestiones que merezcan ser investigadas). El sociólogo estudia todo lo que pasa por delante de sus narices, suponiendo, claro, que tenga ganas de hacerlo y recursos económicos para intentarlo.

Como sociólogo uno puede estudiar un teorema matemático, una letra de cambio, un tumor canceroso, el comportamiento de Dios (tal como lo registran los libros sagrados), o el liderazgo.

Pero no se fijará en las mismas cosas que un matemático (es más probable que le interese que hace el matemático con ese conocimiento -por ej., situarse mejor en su departamento universitario-). También el tumor tendrá una lectura diferente que para el médico, porque su vista se orientará inconscientemente hacia las consecuencias que provoca en el enfermo y su entorno; como cambian las relaciones familiares cuando el fenómeno se descubre y como se introducen nuevos miembros significativos (el médico) en ese grupo primario donde el enfermo participa. 

En el caso de Dios (el Dios de los texto sagrados) observará cómo reacciona frente a su grey; si se comunica y en que circunstancias; que deberes impone y como responde frente a los usuales errores humanos. En realidad Dios pasará a ser un personaje importante, pero no será el mismo Dios que estudia el teólogo. Se parecerá a un jefe supremo de una tribu problemática, no al hacedor del Universo. 

Y lo mismo en cualquier otro caso que se os ocurra.

Un sociólogo se fijará en cualquier cosa que esté a su alcance, si realmente es un sociólogo de vocación y no ha elegido la carrera simplemente porque el autobús pasaba cerca de su casa y daba la casualidad que también por la facultad de marras.

Todos los objetos son libremente visitables, observables y pensables por cualquier científico. No existen "corrales virtuales" donde pacen tranquilamente los objetos específicos de una ciencia. Todo está abierto a todos, pero cada uno se lleva de la realidad estudiada, lo que sus teorías y métodos le permiten... Aquí está la diferencia, las ciencias se construyen con hilos invisibles (los conceptos) que forman una telaraña maravillosa (las teorías). Allí se quedan enganchados los fenómenos reales. A veces son tan grandes y extraños... que rompen la tela tan trabajosamente urdida.

Sí se me permite la metáfora, un investigador que tenga una mochila rectangular se llevará sólo objetos cuadrados y rectangulares. En cambio el que tenga una mochila elástica, se llevará todo lo que pueda, no importando su forma... aunque sí su peso. Un modelo de análisis que recoja muchos fenómenos heterogéneos se asemeja a esa mochila elástica. Pero su debilidad está en lo poco que puede decir de cada objeto observado.

Vamos a dar carpetazo al asunto (provisionalmente, se entiende) resumiendo lo anterior en pocas palabras: *un científico puede estudiar, y de hecho así lo hace, cualquier fenómeno, cualquier objeto de la realidad pero atendiendo a las cuestiones que sus "teorías" le permiten ver como importantes.

Las teorías centrales de cada ciencia son lo que hace la diferencia, las que filtran las nuevas herramientas, y las que crean las dificultades de relación con las interpretaciones que surgen de otras disciplinas. *Las teorías unen y por ello también separan.

Si no tenemos una teoría, o un modelo (que sería un nivel más bajo, menos abstracto) que trate el cambio social, el concepto de "actitud" actúa puramente como un descriptor. Describe una pauta, algo que se observa, pero sin asignarle un papel causal; en otras palabras, es una consecuencia del estado de cosas registrado.

Es difícil que un psicólogo, un sociólogo, un economista y un antropólogo se entiendan... porque hablan idiomas diferentes; idiomas que están perfectamente diseñados para "hablar" de sus teorías... pero que no casan bien. Es como un ordenador que habla en windows y el otro, más beneficiado por la suerte, sólo entiende el linux. No hay forma de entenderse a menos que...

Tengo la esperanza que alguno de los que van siguiendo estas reflexiones se les haya ocurrido lo mismo. ¡Sí...! hasta... que se posea una teoría unificada de lo humano (para seguir con la metáfora de los ordenadores sería un lenguaje tipo "html" que permita a cualquier ordenador leer, independientemente del ordenador orígen).

Una teoría que genere modelos donde se pueda ver lo que funciona desde cualquier ángulo, y que todos resulten coherentes, ofreciendo una visión polifacética, pero unificada.

La parte triste de la historia es que no se ha encontrado todavía. No ha llegado ese feliz día. Así que no queda más remedio que establecer puentes, puentes frágiles que interconecten lo que las teorías separan. Esta clase de puentes existen, son las que abarcan una gran variedad de fenómenos explicándolos a partir de principios comunes. 

Un ejemplo de ello podría ser la "teoría del caos", o el "materialismo histórico" (la visión marxista de la sociedad), aunque ésta última esté muy desacreditada por razones políticas notorias. Hoy por hoy no existe una teoría de teorías que alcance aceptación plena en la comunidad científica.

Personalmente considero que la teoría del caos es muy fructífera, pero sus aplicaciones en el campo de la sociología están aun en pañales.

Volvamos al mensaje paraguayo; al que hemos usado "de entrenamiento" para agilizar las neuronas hurgando en un clásico esquema de sociología "de café". 

Ya comenté que implica un salto ilegal entre la descripción de algunos hechos y la receta que ofrece. Afirma cosas que si bien tienen realidad no son representativas de una sociedad puntera (ni de una sociedad subdesarrollada), y a partir de esos elementos reales pero poco representativos, se proponen, ilegitimamente (desde una perspectiva coherente), conductas destinadas a provocar cambios sociales de envergadura. 

Suena a mixtificación, a engañifa. Algo así como recomendar que, dado que las personas en las sociedades ricas suelen ir bien vestidas, la mejor manera de alcanzar un desarrollo similar en un país, es que todo el mundo salga a la calle... "bien vestido".

Sin embargo el msg tiene, también, su interés sociológico (para un sociólogo los "errores" científicos tienen un gran interés, sobre todo cuando hay gente que se los cree).

Muestra como una visión superficial de los fenómenos sociales puede dar "el pego". Muestra como se puede influir en las personas a partir de esquemas sencillos de razonamiento. Muestra como el modelo del "dominó", si bien falso, puede ser movilizador porque simplifica la realidad y permite verla como un proceso lineal de "acción-reacción". Muestra como la demagogia política para ser eficaz tiene que apoyarse en razonamientos del mismo tipo: nuestros males son provocados por x, luego eliminemos x, y todo funcionará de maravillas.

Muestra todo eso... si tenemos elementos conceptuales para verlo; si no, no muestra nada más allá de su texto literal

Aquí hagamos una aparte, una reflexión de tipo más general: Las ideas falsas, aunque falsas pueden ser un efectivo motor de cambio social, si se sintonizan con los anhelos de mucha gente. Lo típico de las grandes revoluciones es que las ideas que se agitan toman formas tan sencillas... que hasta un niño de cinco años puede entenderlas. Por supuesto que luego pasa lo que pasa; pero sólo los historiadores son los que advierten las contradicciones. La gente que vive un proceso tan convulso como una revolución, apenas tiene energías para mantenerse sobre el tablero ¡como se le va a pedir que reflexionen sobre el curso general del proceso!

Volviendo al tema principal: la inteligencia es la capacidad de ver lo invisible; las ciencias hacen a las personas más inteligentes. Lástima que sólo en un campo, sólo en la banda estrecha que esa ciencia puede dominar. Más allá de la barca, está el hondo mar.

Como dice el neurofisiólogo William H. Calvin: 

"La inteligencia implica una capacidad para escapar a las servidumbres del instinto y producir nuevas soluciones a los problemas planteados"

(v. "Más allá de las cisuras y los surcos". Mundo Científico, feb. 2000, pag. 45).

El poder de cada ciencia se encuentra en la potencia de sus teorías centrales. En su capacidad de predicción sobre los fenómenos que estudia. Su debilidad estaría, del mismo modo, en usarla para cosas que no fue diseñada. Intentar curar una neurosis aplicando teorías sociológicas sería un caso de flagrante error. También, lo inverso, aplicar una teoría de la neurosis a un fenómeno social. Cuanta más envergadura tenga este fenómeno... más ridícula y absurda puede llegar a ser la interpretación.

Demos, ahora, metafóricamente un salto y vamos a lo publicado en el ABC (de Madrid) del martes 11 de enero de este año:

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EL SALTO DE LA CABRA
Por Alfonso Ussía

La suben entre los quintos al campanario de la iglesia. En la plaza, la muchedumbre se reúne para asistir al denigrante espectáculo. La cabra no entiende de qué va la cosa, pero intuye que nada bueno le va a suceder y mira hacia abajo con tristeza. Se defiende con terror y ello provoca las primeras y sonoras carcajadas. El gentío saca a relucir sus hermosas encías. Cuando lo consideran oportuno, desde lo alto de la iglesia, empujan a la cabra. Y la cabra se precipita, y cae como una piedra, o como una cabra, y se estrella contra el suelo de Manganeses de la Polvorosa. En alguna ocasión ha sobrevivido, y entonces se comenta durante semanas lo duras y fuertes que son las puñeteras cabras. Lo normal es que mueran despanzurradas. En los últimos años, la celebración se había suavizado, y a la cabra le esperaba una lona para amortiguar el golpe. Pero ya no divertía tanto. Este año, ni con lona. Han prohibido el salto de la cabra. La España negra y terrible está de luto.

Progresamos. Al menos, en lo que se refiere a la cabra de Manganeses de la Polvorosa, el año dos mil nos ha traído una buena noticia. Pero llevamos demasiado tiempo empujando cabras desde los campanarios y tendrán que transcurrir algunos años para que nos acostumbremos al feliz aburrimiento de la cordura. Un día le alcanzará la amnistía al novillo fogueado, torturado por la masa festiva y patronal de nuestros pueblos. Persisten muchas costumbres bárbaras porque aún restan en España personas capaces de sustituir al novillo por el alcalde, al toro por el concejal de festejos y al pato decapitado por el delegado gubernativo. Buenas fiestas serán las del rico vino, el baile sin descanso, la pasión abierta y la enagua alzada. En España todo lo bueno ha sido siempre pecado mortal, y de ahí el desahogo con las cabras. Lo dice la coplilla popular. «No te juntes con tu moza / que Dios te castigará. / Que el amor siempre es pecado / antes de matrimoniar». Y claro, lo pagaba la cabra.

Porque de toda la barbaridad del salto de la cabra, el matiz más chocante es precisamente que el punto de lanzamiento del pobre bicho haya sido el campanario de la iglesia. Para acceder a él hay que entrar en la iglesia con la cabra, subirla por las escaleras del recinto sagrado y contar con el permiso del párroco y la autorización del obispado. Los campanarios suelen tener puerta y llave, para impedir bromas y toques a destiempo. Las campanas anunciaban a los lugareños las llamadas, las alegrías y las penas. Marcaban las horas, fijaban las jornadas de trabajo en las eras y mantenían a los pastores unidos a la vida desde la lejanía. Las campanas hacían de pregoneras del alma, y repicando de gozo o doblando de dolor, formaban parte del hábito de los pueblos y las aldeas, siempre bajo el dominio del señor cura, que autorizaba sus ritmos y tonos de acuerdo con la necesidad del momento. De ahí que sorprenda que el más alto lugar de la casa de Dios fuera el elegido para protagonizar la salvajada contra la pobre cabra.

Creo que bajo la brutalidad de muchas de nuestras costumbres vive la represión obsesiva de una moral deformada por la amenaza del pecado. En España, por los siglos de los siglos, el Pecado se escribe con mayúscula. Lo natural, lo sencillo, lo humano, era siempre pecado. Por eso encontramos la forma de divertirnos sin asomarnos al fuego eterno.

Claro, que la cabra no se ha salvado. Sí la de Manganeses de la Polvorosa, que es una cabra específica y nunca reincidente. En la figuración, somos nosotros las cabras que volamos día tras día para terminar despanzurradas en el suelo. Recientemente, el señor obispo de San Sebastián se subió a su campanario particular, y sin encomendarse a Dios ni al Diablo -al segundo no está del todo descartado-, dejó caer a la pobre cabra desde lo alto para que el sector más salvaje de su feligresía lo celebrara con regocijo. El trompazo fue espantoso, pero la cabra sobrevivió. Lo prueba el que esta cabra siga escribiendo, y usted, también cabra lanzada desde el campanario, me haya podido leer.

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¡Un buen ejemplo de estilo periodístico! ameno, fácil de leer y que muestra los hechos tal como ocurren (en la mente del escritor). El hecho es cruel y el estilo panfletario; muy del tipo que agrada en nuestras latitudes. ¿Por qué será que los periodistas en España no pueden escribir nada de tipo sociológico sin indignarse? 

Nada de reflexión escalonada, al estilo germano. Pareciera que las columnas de opinión tienen que competir con la televisión. Si no ponen sus granito picante, el lector hará zapping. Por otro lado es una forma de adular al lector casual. Si se queda y comparte la opinión del articulista... "¡que sensible que soy! Alma virtuosa arrojada a un infierno inmerecido". 

¡Que diferente sería un informe sociológico sobre la misma situación! ¡y que aburrido! Por supuesto que el científico social tiene sus valores, y quiero creer que están del lado de la cabra; pero una cosa es sentir rechazo y otra, muy diferente, es convertir ese rechazo en un obstáculo para la comprensión. Aquí tenemos una costumbre centenaria, un conjunto de personas que ni están locos ni son psicópatas. Es verdad que tienen unos rituales horribles para celebrar un acontecimiento festivo... pero algo así sucede en diversas partes del mundo. Es menester comprender antes de censurar. Una "inquisición ilustrada", es una inquisición con margaritas en las orejas.

Estamos en un buen momento para recuperar algunos términos técnicos de la clase anterior. Por ejemplo "cultura", pero no en su significado vulgar de "refinamiento" sino en el puramente técnico de creación humana. Una fiesta es un acto social, y una fiesta que se repite año tras año tiene mucha miga. Estas fiestas no están inscriptas en el código genético, han surgido en algún momento, han gustado... y se han repetido. Nadie se ha opuesto a ellas (nadie con poder, por supuesto). 

Nunca se la ha percibido atacando valores esenciales de la comunidad; no parecen que afecta a la unidad de España (materia delicada que siempre parece cuestionable), ni a la religión católica ni, ya en tiempos más actuales, a la democracia y a la soberanía popular.

Una fiesta que se repite desde hace mucho tiempo forma parte de la tradición, forma parte de la cultura en lo que tiene de dimensión histórica. Se aprende como el alfabeto y se practica como recitando las tablas de multiplicar. Requiere un esfuerzo de socialización por parte de la comunidad.

Pero como es una costumbre local, que ¡a Dios gracias! no está extendida por toda España, bien puede ser considerada una "subcultura". Una subcultura localizada geográficamente, no por la edad de sus participantes o por su clase social.

Fijaos bien, es una "subcultura" pero no es una "contracultura". Nada hay en estas fiestas de revolucionario o contestatario. Más aún, son fiestas de "integración" donde los poderes locales participan, aunque más no sea que como benévolos espectadores.

Si yo me fuera a vivir a un pueblo donde se practica este salvaje rito tendría serios problemas para convivir con la gente del lugar (por lo menos en épocas de fiesta). No estaría "asimilado" a esta subcultura, y ello me produciría inmediatos problemas de marginación. 

Si llevara mi disgusto a un despliegue de mayor militancia (por ejemplo, colocándome con una pancarta delante de la iglesia denunciado la crueldad), entraría en colisión con el "etnocentrismo" de esa comunidad; que me tildarían (seguro) de extraño desagradecido, marica de ciudad y otras lindezas que os podéis imaginar. Naturalmente a mí estos insultos no me harían mucha mella porque mi grupo de referencia no está constituido por ese pueblo, sino otra gente que está en otros lados. 

En cualquier caso tendré un conflicto y en la medida que mi poder sea algo mayor de lo habitual en un individuo aislado (pongamos que tengo amigos periodistas y los incito a venir al pueblo para presenciar ese macabro salto) el conflicto dejará de ser entre el-pueblo-y-uno para pasar a ser entre el pueblo y la comunidad mayor a la que pertenece. De alguna forma les he puesto la fiesta difícil.

Pero si mi visita a la comarca fuera la de un investigador, no habría armado ningún ruido y la cabra habría saltado sin mayores trabas. Un estudio sociológico de esta clase tomaría en cuenta todos los aspectos que antes he señalado más muchos otros que pueden ser muy pertinentes. Y trataría de hacerlo con objetividad, entendida ésta *no como la ausencia de sentimientos o valoraciones (en este caso muy negativas) sino como el necesario distanciamiento para describir todos los sentimientos, valores y relaciones en juego, y no centrarse únicamente en la pobre cabra, en su último vuelo y en sus tristes ensoñaciones antes de encontrarse con su creador.

Si pusiéramos en un extremo de una línea el análisis de un sociólogo... en el extremo opuesto, estaría el del predicador. Sea un predicador religioso o laico.

Un estudio sociológico también tomaría en cuenta, para incluirlo en su análisis los cambios que se presentan cuando ciertos hechos se divulgan. En el caso que comento los diarios informan que este año no se celebró el ritual (esto es real. Según parece la "celebración" ha sido suspendida). Una cabra salvada y un pueblo que no sabemos por qué ha cedido a la presión exterior; cuanto ha habido de comprensión de valores comunes y cuanto de "evitarse problemas". Los diarios no informan porque una vez que la cabra se salva... todo lo demás ya no es noticia. Sin embargo lo que deja de ser información periodística sigue teniendo un alto valor sociológico. El problema es que para seguir informándonos necesitamos la maquinaria de una investigación, recursos económicos, etc. El sociólogo maldice cuando los asuntos se solucionan porque muchas veces no se solucionan simplemente pasan "a la clandestinidad".


Nota complementaria:

Existen otros pueblos contemporáneos que también utilizan animales en sus juegos, y la cabra, sin ir más lejos, reaparece en un popular deporte entre los mongoles.

Dos equipos se reúnen, y alguien trae una cabra viva; la degüellan y le cortan la cabeza junto con el extremo de las patas. La cabra se asemeja, ahora, a un pellejo hinchado. Con ella, con sus restos, jugaran una especie de fútbol a caballo, muy violento, donde cada jinete tratará de quedarse con la cabra mientras los contrarios le dan latigazos para que la suelte. Todo esto corriendo a galope tendido.

Durante el poder soviético este deporte fue prohibido en Kirguizia pero se lo siguió practicando clandestinamente. Ya caído el poder rojo ahora se juega al descubierto y se lo considera una de las tradiciones que simbolizan el valor y la fiereza del pueblo mongol. Hace pocos días tuve oportunidad de verlo en televisión y me sorprendió no encontrar ningún comentario a posteriori en los diarios. ¡Claro! estas cosas no son noticia, suceden muy lejos y para colmo es un pueblo que ha recuperado sus tradiciones que el poder soviético había intentado liquidar.

Los fenómenos sociales no son tan sencillos como parecen, ni aquí ni en ningún lugar. Con simplemente prohibir no se evitan muchas conductas que nos hieren o nos desagradan moralmente. Lo único que se logra, muchas veces, es una celebración oculta y su conversión en "cultura reprimida", lo que augura, a mediano o largo plazo, una gloria futura. 

Fenómenos paradójicos, sin duda, pero que el sociólogo bregado está acostumbrado a ver. En este campo, como en todos, la teoría siendo importante no es suficiente; se necesita acumular experiencia personal en la observación social. Un buen sociólogo no se improvisa ni surge de cinco años de facultad. Aparte de la vocación (condición necesaria pero no suficiente) se requiere años de observación de la realidad social. Y así todo las equivocaciones representan el 99% de las predicciones.

En cualquier caso una observación que ofrezca ciertas garantías de objetividad debe ser observación no participante... aunque durante una época estuvo muy de moda el profesional que además militaba. En general se puede decir que es una pésima política jugar el partido y al mismo tiempo comentarlo. Mal para los que escuchan, porque cuesta mucho advertir donde se separa el interés científico y el militante. Y mal para el que juega con la doble profesión, porque termina creyéndose una especie de profeta que reúne simultáneamente el valor del conocimiento y la capacidad de tomar decisiones acertadas.

El estilo periodístico, en cambio, suele reunir los dos defectos extremos en que puede caer el sociólogo: demasiado distante y simultáneamente demasiado cercano. El uso de términos y giros intentan provocar una respuesta emocional (de indignación y rechazo); es una argumentación viva, colorista... y profundamente partidista: 

"La cabra no entiende de qué va la cosa, pero intuye que nada bueno le va a suceder y mira hacia abajo con tristeza...". 

Se dota al animal que va a ser sacrificado de las mismas emociones y sensaciones que un ser humano. Es posible que las cabras tengan tristeza, pero aquí no se refiere a un descubrimiento comprobado sino a una metáfora dramática. Al final del artículo vemos a un obispo lanzar una cabra por arriba del campanario, mientras más abajo golfos sedientos de sangre lo jalean. Resulta obvio que por este camino se pueden provocar emociones fuertes (uno siente ganas de trasladarse a ese miserable pueblo y darles el mismo tratamiento, uno por uno, a sus habitantes), pero nunca incitar a reflexionar sociológicamente.

Veamos, (para terminar), algunos términos más que desarrollarán nuestra imaginación sociológica:

Actitud:
Predisposición aprendida. Respuesta estereotipada. Una actitud, en el uso técnico, indica una disposición mental a responder de cierta manera en presencia de los mismos estímulos. Los moros nos dan recelo, y descubrimos en su mirada, siempre aviesa, el intento por burlarnos de alguna manera. Naturalmente que hay árabes que pueden encajar con el estereotipo, pero seguro que muchos no lo hacen así; aunque así suelen verlos los predispuestos en contra. Cuando las actitudes son negativas toman el nombre de prejuicios.

Las actitudes no siempre tienen porque ser negativas, pueden ser positivas, favorables; como cuando se espera de los ingleses que tengan siempre un comportamiento caballeresco, y luego nos quedamos de piedra al ver a los remeros de Oxford arrasando un pueblo de la costa catalana, por haber tomado unas copas de más..

Las actitudes explican las respuestas globales que ayudan a la distancia social; a que los miembros de diferentes grupos o comunidades se miren con recelo. Y un hecho comprobable en la vida social es que el recelo: *siempre está justificado. No tanto porque sea una buena previsión sino porque es la profecía que se autocumple; en la medida que la creemos, aunque sea falsa en sus comienzos será verdadera en su final.

Es un término propio de la "psicología social", una rama de la sociología. Como tal funciona muy bien en la explicación de los fenómenos grupales... y cuanto más se amplía el número de personas implicadas menos funciona. Igual que los alimentos y los medicamentos traen fecha de caducidad, los conceptos deberían tener alguna información sobre sus límites de aplicación, sobre sus fronteras. Un buen concepto usado en tierra ajena, se desvaloriza.

Socialización:
Modelación de la conducta humana en los planos mental y físico que sucede en situaciones sociales duraderas. Este proceso, muy importante para la transmisión de la cultura y las subculturas, es la manera como un individuo llega a formar parte de una comunidad; como llega a ser considerado uno del grupo. La primera socialización se realiza en el seno de la familia, cuando el niño crece. Esta es la "socialización primaria" porque sucede al principio de la vida. Es la más formativa ya que aquí se sientan las bases de la futura personalidad. Luego tenemos las socializaciones "secundarias", aquellas que resultan de la inserción del individuo en grupos sociales estables, durante el transcurso de su vida.

Estatus:
Posición que se ocupa dentro de un sistema social, y que determina derechos y deberes. En un sentido más coloquial es el lugar en la jerarquía grupal donde se encuentra el individuo. Todo grupo, inclusive los más informales, presenta una jerarquía: hay miembros centrales (sin los cuales el grupo se disuelve o queda seriamente afectado) y miembros marginales (aquellos que vienen y van, o cuya presencia no resulta determinante). 

El concepto de "estatus" no significa de "alto estatus", simplemente se refiere a las posiciones o niveles jerárquicos que se observan en un grupo. Para sociedades más grandes y complejas el término resulta francamente confuso. Es mejor usar otros que derivan de la teoría de la estratificación social (como, por ejemplo, "clase" o "estrato" social).

Rol:
La conducta que se espera de una posición social. Puede distinguirse entre conducta habitual y la propia de ese estatus (rol ideal). Aquí nos encontramos con otro término importante y que tiene estrecha relación con el anterior (estatus).

El término tiene, como suele suceder en sociología, varios usos que hacen su comprensión confusa: por un lado puede ser lo que se espera de un individuo que ocupa una posición social, un estatus, y por el otro lo que ese individuo hace efectivamente. 

Si me preguntaran mi opinión, yo sugiero reservar la palabra para lo que se "espera" que haga. En este sentido el término tiene su utilidad, el rol de un médico es diferente al de una enfermera, aunque sean complementarios. En cambio en la vida real las conductas suelen ser tan variadas que utilizar esta palabra no indicaría nada preciso.

En los procesos de socialización el individuo se hace persona. En la interacción con los miembros de su familia y luego en la escuela va experimentando sucesivamente los diferentes estatus que le permitirán comprender como funciona la sociedad. El niño asumirá determinado roles y captará las diferencias según el estatus de cada miembro de la comunidad. No será un curso teórico de sociologia, sino un curso práctico; que se asimila inconscientemente y cuyo éxito o fracaso determinará que el niño se convierta en un adulto productivo o en un verdadero incordio.


Fin, de la segunda clase.
Carlos Salinas
3-febrero 2000


* Volver a  Rincón Sociológicovan, o cuya presencia no resulta determinante). 

El concepto de "estatus" no significa de "alto estatus", simplemente se refiere a las posiciones o niveles jerárquicos que se observan en un grupo. Para sociedades más grandes y complejas el término resulta francamente confuso. Es mejor usar otros que derivan de la teoría de la estratificación social (como, por ejemplo, "clase" o "estrato" social).

Rol:
La conducta que se espera de una posición social. Puede distinguirse entre conducta habitual y la propia de ese estatus (rol ideal). Aquí nos encontramos con otro término importante y que tiene estrecha relación con el anterior (estatus).

El término tiene, como suele suceder en sociología, varios usos que hacen su comprensión confusa: por un lado puede ser lo que se espera de un individuo que ocupa una posición social, un estatus, y por el otro lo que ese individuo hace efectivamente. 

Si me preguntaran mi opinión, yo sugiero reservar la palabra para lo que se "espera" que haga. En este sentido el término tiene su utilidad, el rol de un médico es diferente al de una enfermera, aunque sean complementarios. En cambio en la vida real las conductas suelen ser tan variadas que utilizar esta palabra no indicaría nada preciso.

En los procesos de socialización el individuo se hace persona. En la interacción con los miembros de su familia y luego en la escuela va experimentando sucesivamente los diferentes estatus que le permitirán comprender como funciona la sociedad. El niño asumirá determinado roles y captará las diferencias según el estatus de cada miembro de la comunidad. No será un curso teórico de sociologia, sino un curso práctico; que se asimila inconscientemente y cuyo éxito o fracaso determinará que el niño se convierta en un adulto productivo o en un verdadero incordio.


Fin, de la segunda clase.
Carlos Salinas
3-febrero 2000


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Cap.4. Un antiguo curso de Sociología

Resocialización "Carlomagno trató inútilmente de aprender a escribir ya mayor: así también alguien puede aspirar inútilmente a aprender...