Duns Escoto fue el filósofo medieval de la crítica de la razón. Con extraordinaria sutileza, que en la Edad Media le mereció el apelativo de Doctor Sutil, intento limitar el alcance de la razón natural en las preguntas de la metafisica. Enseña que con nuestra razón no podemos comprender la autentica esencia de Dios y, puesto que el mundo es creación de Dios y por eso participa de su impenetrabilidad racional, también las cosas de nuestro entorno conservan un carácter enigmático, por más que en sus detalles particulares podamos conocerlas con gran acierto. Esta crítica racional de la razón se halla en Duns Escoto al servicio de la fe. Puede aplicarse a este maestro de la alta escolástica, procedente de Escocia, lo que Kant dijo de sí mismo: que con la crítica racional de la razón había querido dejar puesto a la fe. Tanto en Kant como en Duns Escoto esta crítica apunta en una doble dirección, rechaza las pretensiones de la razón lo mismo que el falso uso de la fe. La fe real supera el conocimiento, pero no lo suplanta. Dicho de otro modo: hemos de conceder a la fe y al conocimiento lo que corresponde a cada uno de ellos. No hay que intentar sustituir lo uno por lo otro. Duns Escoto era un nominalista moderado, lo cual significa que para él los conceptos son ante todo meros nombres y no la esencia de la cosa misma. Para los medievales la cosa misma son sobre todo Dios y el mundo. Por tanto, los nominalistas parten de una dualidad entre pensar y ser. Quieren, no obstante, tender un puente. Y esto aparece especialmente en la obra de la escuela de Duns Escoto que Heidegger se propone investigar.
La idea fundamental de la misma es que el pensamiento se mueve en el lenguaje. El lenguaje es un sistema de signos. Refiere a la cosa, lo mismo que el aro, como letrero de una fonda, indica el vino que hay para beber en la taberna del local. Así suena el ejemplo de Duns Escoto (en realidad Tomás de Erfurt), quien sin duda sabía disfrutar de la vida. (...) La relación de analogía entre Dios y el mundo significa: de ninguna manera puede Dios ser idéntico con el mundo, pues en tal caso sería su prisionero; pero tampoco puede ser algo totalmente diferente, ya que el mundo es su creación. El mundo señala a Dios, lo mismo que el cartel de la fonda indica el vino; y está claro que no es letrero de la fonda lo que mitiga la sed, sino solamente el el vino. El letrero de la fonda puede ser real, pero Dios o el vino son más reales. (pag. 87-88)
Rüdiger Sfranski-"Un maestro de Alemania. Martin Heidegger y su tiempo"- Tusquets Editores, Colección Andanzas. Barcelona, sep'97. 543 pags.
¡ OCVLUM TERTIVM ! (El tercer ojo... LA CÁMARA)
Hace 4 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario