Dieter E. Zimmer.
Dormir y Soñar.
Biblioteca Científica Salvat.
Vibraciones Cerebrales (Pág. 3)
El principal instrumento con el que contamos para desvelar las interioridades del sueño es la electroencefalografía. Toda actividad cerebral exige que las neuronas intercambien señales eléctricas. Al hacerlo se detectan en la superficie del cerebro tensiones eléctricas, que aparecen y desaparecen. El cerebro "vibra". Estas mínimas tensiones propias del cerebro activo pueden ser captadas, amplificadas, y registradas gráficamente, por medio de electrodos. A dicho registro se le llama electroencefalograma (EEG). No descubre lo que el cerebro piensa o siente, sino si trabaja o no y de qué manera, y en qué medida está despierto. Cuanto mayor es la tensión desarrollada, tanto más asciende o desciende la aguja que lo registra, y cuanto más rápido aparece y desaparece aquélla, más a menudo se impulsa ésta hacia arriba y abajo. Por tanto, la puntiaguda línea del EEG constata dos fenómenos; en altura, la intensidad (amplitud) de las tensiones, y horizontalmente la rapidez (frecuencia) con que aparecen y desaparecen.
A mediados de los años 30, cuando la electroencefalografía era aun una novedad reciente, Alfred Loomis, fisiólogo en la universidad de Princeton, describió el primer EEG de un durmiente, que trajo consigo algunos descubrimientos: el cerebro no descansa mientras dormimos, sino que permanece activo; la actividad durante el sueño no es igual que la de la vigilia, y no es uniforme, sino que varía con frecuencia; el sueño puede clasificarse por niveles o estadios a partir del EEG, niveles que dependen de la profundidad de aquél, es decir, de la mayor o menor insensibilidad a los estímulos despertadores.
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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