Hay un excelente artículo en el último Mundo Científico de octubre (nº 194 -oct-1998) que se llama "La instructiva historia de la Fenilcetononuria", de Diane B. Paul. Transcribo un fragmento:
---pag. 50, 3ra. columna---
"...Los antropólogos han demostrado que la alimentación no se reduce a un asunto de nutrición. Como el sexo, tiene una dimensión social a la vez que biológica. Teneniendo en cuenta el tiempo que se emplea en preparar las comidas, hablar de ellas, pensar en ellas y comerlas efectivamente, el lugar del alimento en nuestra vida parece todavía mayor. La comida forma parte integrante de nuestra identidad religiosa y étnica. Al comer lo mismo que los demás significamos nuestra pertenencia al grupo. Más aún: las comidas expresan la amistad y sirven para establecer relaciones de intimidad. Están cargadas de peso social y simbólico. No es de extrañar, en estas condiciones, que el seguimiento de un régimen sea particularmente difícil para los adolescentes, a menudo inestables y muy influíbles por la publicidad y por sus amigos. Los adolescentes quieren comer como los demás, les molesta tener que explicar las limitaciones de su régimen y no logran hacerse comprender. En general, la libertad que se toma con las prescripciones de un médico es mayor cuando el tratamiento es preventivo que cuando es curativo, sobre todo si obliga a modificar el modo de vida. Por todas estas razones es difícil modificar los comportamientos ligados a la alimentación.
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Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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