viernes, 26 de diciembre de 2025

Cap.8. Un antiguo curso de Sociología

Grupos... y lo que sigue


"Jamas aceptaría pertenecer a un club que admitiera como miembro a alguien como yo"
(Groucho Marx)

-¿Qué sabes de este asunto? - le preguntó el Rey a Alicia.
-Nada -respondió Alicia.
-¿Nada de *nada* -insistió el Rey.
-Nada de nada - dijo Alicia.
-Eso es muy relevante- dijo el Rey, volviéndose hacia el jurado.
(L.Carroll.Alicia en el País de las Maravillas)

Saber lo que no queremos es saber bastante. Los grupos que nos aceptan no siempre son los grupos que deseamos que nos acepten. 

Repasemos el tema siguiendo el hilo rojo de los conceptos. Ellos forman una red tenue que puede ayudarnos para no quedar atascados en alguna vuelta del laberinto sociológico.

Un grupo es un conjunto de personas que interactuan en forma estable. Su número es muy variable, desde 3 en adelante (dos formarían un grupo muy específico: una pareja). El término, como ya hemos podido comprobar, se usa en forma un tanto vaga, significado que normalmente se aclara por su uso en el texto.

De todos modos deberíamos distinguir lo que es un *grupo propiamente dicho de un simple "agregado". Un *agregado es una reunión de personas que no tienen sentido de identidad común (o sea que no se consideran relacionadas entre si). Un ejemplo habitual es la cola de un autobús, o una aglomeración urbana de gente que pasea por una calle céntrica.

Una categoría social es otra cosa, la forman personas que comparten un rasgo estadístico. Si en un estudio tomáramos todos los "rubios" que trabajan en una oficina, estos serían una "categoría social". Todos los "árabes" de Barcelona, o todos los "niños" de esa casa de apartamentos son "categorías sociales".

Con un breve análisis nos daremos cuenta que las categorías no son personas que se conozcan entre sí, ni tengan ninguna clase de relación. Son elementos de una estadística o una investigación, nada más.

No me cansaré de repetir que en la literatura sociológica se pueden mezclar todos los conceptos anteriores y hablar de "grupo" por ejemplo para mencionar el "grupo de los rubios de..."; lo cual es una inexactitud pero no podemos ir con una vara detrás de cada autor para pegarle en los dedos cuando se muestra tan poco interesado en la precisión del lenguaje.

Es una verdadera lástima (no poder ir con la vara) porque, personalmente, me da bastante fastidio que se usen los términos como si todos fueran sinónimos. Sólo mi malestar se calma... cuando advierto que a veces hago lo mismo sin darme cuenta.

Otra palabra que se usa, y se abusa hasta el hastío es burocracia. Normalmente se le da un carácter peyorativo pero su uso técnico no tiene porque implicarlo. Burocracia es una clase de organización que se caracteriza por existir reglas escritas, una jerarquía de autoridad clara, una separación entre tareas en cada trabajador y personas que trabajan diariamente en ellas. La *burocracia es un medio muy eficaz, como decía Max Weber, para organizar un gran número de personas asegurando que hagan siempre lo mismo y que las decisiones no sean ni arbitrarias ni casuales.

Las burocracias representaban para el mismo autor un gran adelanto respecto de los Estados del siglo XIX donde los funcionarios, enchufados y provenientes de la nobleza, hacían lo que querían y nadie podía prever su conducta. Pero en la ventaja está también, como una semilla, el pecado. Ese mismo carácter de maquinaria de la organización, hace que se convierta en una estructura poco eficaz y cuyos recursos se emplean en autoalimentarse. Aquí aparece el significado negativo del término, y *burócrata pasa a simbolizar al funcionario momificado cuyo único interés visible radica en que todos los sellos, firmas y fechas estén en el recuadro asignado.

Las burocracias son lugares ideales para estudiar a los grupos, y no sólo porque sus integrantes suelen reunirse para tomar café, sino porque cuanto más impersonal es una organización... más importan los lazos personales. Esto es una verdadera paradoja, cuya explicación, lamentablemente, nos alejaría del carácter introductorio de este cursillo. Pero el tema bien lo vale.

Existe una tensión, un conflicto latente entre las organizaciones burocratizadas (en el sentido técnico ¡ojo!) y la población en general. Por un lado estas organizaciones responden a un mando central, y a sus intereses; por el otro la población puede tener una opinión diferente sobre como deben gestionarse determinadas actividades. Estas diferencias (que a veces se expresan sintéticamente como la oposición entre "burocracia" y "democracia") existen y son parte de la vida contemporánea. Lo único que se puede desear es que exista un control público de aquellas decisiones que afecten la seguridad o el futuro de la población.

Si este control, como se ve demasiado a menudo en el tercer mundo, no existe, las grandes organizaciones que además son multinacionales pueden perseguir sus propios objetivos sin importarles los costes (la razón de ese desinterés es muy sencillo, las ganancias se las llevan ellos y los costes los paga la población residente).

Una alternativa interesante a las organizaciones burocráticas (que a primera vista parece el "no va más" en flexibilidad) son las organizaciones colectivistas.

En una organización colectivista no existe un liderazgo formal; la autoridad se encuentra diversificada en el grupo como un todo. Para diversificar la autoridad se emplea un sistema de representación en la que los grupos de trabajo toman decisiones que luego serán obligatorias para todos. Las "reglas" si bien están escritas son objeto de revisiones periódicas y puesta a punto según la experiencia grupal. Las relaciones entre cada grupo de trabajo son intensamente personales (a diferencia de las burocráticas) y se toma en cuenta los aspectos afectivos que pueden obstaculizar la labor común.

A primera vista esta clase de organizaciones parecen algo "locas" y una mentalidad burocrática no perdería tiempo en pensar en sus posibilidades. Sin embargo las tienen, sobre todo en ciertos campos donde la creatividad es importante y donde no se necesita un número muy grande de personas. Por otra parte las tecnologías que se están desarrollando permiten una comunicación grupal que antes era imposible. 

Sin animo de influir en nadie reconozco que esta clase de organizaciones despierta toda mi simpatía... aunque requieren una mayor participación individual para evitar el reinado de la arbitrariedad y el amiguismo.

Según mi información sólo se han aplicado en instituciones educativas... sería interesante conocer si han llegado, también, a otros ámbitos.

Habría que inventar más organizaciones con estructura casi horizontal (a lo sumo con dos o tres escalones jerárquicos, nada más) y con intercomunicación constante que permita a todo el conjunto responder con prontitud a los reclamos de su medio.

Lamentablemente chocamos contra un obstáculo que los sociólogos conocen muy bien: la resistencia al cambio. Se entiende por tal la obstrucción, deliberada o inconsciente, de nuevos proyectos y actividades. Esta resistencia puede ser "desinteresada" (en tanto lo que opera es un rechazo a la "novedad" simplemente por ser tal) o "interesada", porque afecta el estatus o pone en peligro el futuro de la persona o grupo.

Otro elemento de la resistencia al cambio está en el mismo funcionamiento de nuestro cerebro. Tendemos a integrar los nuevos elementos dentro del marco mental conocido para evitar la ansiedad que resulta de la inseguridad y el desconocimiento. Un proceso nuevo, sobre todo si es radicalmente nuevo, resulta sospechoso. Incluso aunque se lo aplauda la reticencia opera por debajo. Muchas veces cuando la gente aplaude habría que mirar a sus espaldas, a ver como tienen los dedos... (sí están cruzados es que las reticencias son conscientes).

Un sociólogo, perro viejo en desconfiar de los seres humanos, no se tomaría muy a pecho las grandes alabanzas que Internet, por ejemplo, recibe de diversos medios y personajes. Sabe (o presume) que éstas se trocarán en injurias no bien se toquen determinados intereses. Por suerte el desarrollo humano no está marcado por nuestras opiniones (aunque para algunos esto resulte una tesis pesimista); tiene sus propias leyes y éstas operan con la inflexibilidad de un fenómeno meteorológico.

No se entienda que las opiniones no tienen importancia, sino que las opiniones forman parte del proceso de cambio; y que todo cambio recibe, siempre, un chaparrón de críticas. A la larga si éste se impone se comprende porque las críticas poco podían hacer... pero durante el proceso, éstas (las críticas) parecen demoledoras. En realidad son tigres de papel (frase atribuida a Mao Tse Tung para designar aquellos procesos que tienen mucha apariencia y poca sustancia).

Volviendo al tema Internet está por verse lo que da (y lo que quita); pero indudablemente es una gran oportunidad para relacionarse, y de las relaciones vienen las organizaciones. Lo que será, dependerá de la imaginación de todos.

A primera vista lo evidente de la nueva tecnología (pensando en toda la revolución informática) es la liquidación impresionante de puestos de trabajo. Actividades financieras que antes necesitaban de 14 personas, ahora pueden realizarse automáticamente en cuestión de minutos (véase Giddens, "Sociología", Alianza Editorial, pag. 319). Lo cual supone 14 personas a la calle, y una vez allí se encontrarán con muchas otras que también les han sucedido lo mismo.

También este cambio tecnológico tiene implicancias internacionales aunque, casi siempre, en la dirección habitual: las naciones más adelantadas van cada vez mejor y las que han perdido el tren van cada vez peor.

Si la sociedad capitalista industrial, (globalmente considerada), no pudo prevenir el subdesarrollo económico de una parte considerable de las naciones que integran el mercado mundial, se puede calcular que la sociedad capitalista informatiza será aún más dura con la periferia. Y esto es muy fácil de prever porque al igual que con el nacimiento de la sociedad industrial, (allá por Inglaterra a fines del XVIII) las sociedades capitalistas avanzadas están empezando la medicina por su propia casa. Cuando el desempleo derivado del cambio tecnológico se extiende en las sociedades desarrolladas... bien pueden echarse a temblar las que están en peores condiciones. Porque la tormenta será dura y larga.

Una de las cuestiones centrales, para quienes preocupa el proceso, es la importancia cada vez mayor de la *educación, y el autoaprendizaje. Hacia el mundo que vamos (y que ya se observa su sombra) el que no sabe será, más que nunca, el ¡pavo de la boda!

Este proceso de cambio global, y sus riesgos, no tienen porque tener una única respuesta (además tampoco es deseable que exista una sóla). De la misma manera que la guerra fría que se instaló en la sociedad occidental. luego de la segunda guerra mundial, no concluyó en un holocausto atómico (a pesar de los anuncios agoreros), no es obligatorio ni está determinado por ninguna ley natural que cada vez estemos peor.

El mismo autor que acabo de citar menciona un caso, diferente que va en otra dirección:

"Bajo el pretexto de proteger al público contra "ideas subversivas" o de "garantizar la seguridad o la unidad del país", algunos regímenes impiden parcial o totalmente el acceso a Internet a sus ciudadanos. Otros gobiernos controlan los proveedores de acceso y han instalado sistemas de criba que bloquean los sitios considerados indeseables, o bien obligan a los usuarios a inscribirse en un registro de la Administración" (pag.31-32)

Entre estos países, en su extremo más restrictivo se encuentra Corea del Norte, Irak, Libia y Siria. Luego tenemos a países de la ex-Urss como Kazajstán y Kirguistán, Bielorrusa, Mynamar (pena de 15 años de cárcel si no se declara la posesión de un ordenador), Sudán, Tayikistán, Turkmenistán, Túnez, Arabia Saudí, China, Cuba, Sierra Leona, Vietnam, Malasia, Singapur... y otros hasta completar la lista de esos 45 antes mencionados. 

El mensaje es claro, a pesar de que tecnologicamente es viable conectar a toda la Tierra, existen barreras económicas, educativas, politicas y culturales, pero además existen barreras psicológicas y lingüisticas que caerán, sin duda; aunque en muchos casos este proceso se adentre profundamente en el siglo que vivimos. Esto hay que tenerlo en cuenta cuando se habla de la mundialización de Internet y sus peligros. ¡Hay mucha gente en el mundo que saltaría de gusto si se pusieran tales riesgos al alcance de sus manos!

También hay que considerar algo que no es de sentido común: que no todo, en nuestro mundo, para funcionar bien, tiene que armonizarse. Hay multitud de sectores que avanzan por su cuenta, aunque generen contradicciones que resultan, paradójicamente, de ese mismo desarrollo. 

En este momento vale la pena recordar la sugerencia de Isaiah Berlin, que alertaba sobre la ingenuidad de creer que todos los valores que respetamos se deben armonizan para que el mundo funcione mejor:

"(...) Si seguimos con el caso del socialismo, y me refiero ahora al democrático, observe que el valor "planificación" no va siempre unido armónicamente al valor "espontaneidad", como voluntad y deseos de los ciudadanos. Lo mismo ocurre en un plano más general: "verdad", "conocimiento", "felicidad" no ocurren a la vez, no van siempre juntos. Saber, conocer, que tienes cáncer no te hace más feliz. Hay elecciones penosas porque tomarlas entraña sacrificar algo anhelado. Hay decisiones agónicas en la vida del hombre y en la de las sociedades, como consecuencia de esta incompatibilidad de fines. Es ésta una proposición a priori, mi capricho preferido tal vez (my hobby horse), pero que me parece crucial: no podemos tener a la vez todas las cosas buenas. Desearlo es una irracionalidad, y entenderlo es captar una verdad profunda".

(Isaiah Berlin, en "Sir Isaiah Berlin. Conversaciones con Salvador Giner". Claves)

El caso de Internet es muy interesante visto desde otro ángulo, que no excluye los anteriores sino que lo enriquece: *Internet como una comunidad autorganizada. Esta clase de comunidades sólo se registran en comunidades indígenas muy pequeñas y es la primera vez en la historia que se da en una donde interactuan millones de personas. Veamos lo que dicen los siguientes autores: 

"Nadie controla la Red (al menos hasta ahora). Se mantiene por un flujo abierto de usuarios que hacen circular la información. Dentro de la autorganización global de la Red y su web mundial, hay incontables miniautorganizaciones surgiendo a cada momento. La gente se reúne para hacer trabajos creativos: desde fotógrafos que se enseñan sus fotos protesta, hasta músicos underground que convergen en las páginas web para crear una audiencia para sus obras, pasando por grupos de debate sobre la guerra de Vietnam o sobre la cocina brasileña. Para quienes pueden acceder, la Red es un ejemplo diario de la exuberancia creativa colectiva. La mayoría de actividades las llevan adelante personas que están haciendo algo, que buscan información o que intercambian ideas que simplemente les interesan en cuanto partes de sí mismos. Las gigantes organizaciones comerciales, jerárquicamente estructuradas y movidas por el poder han visto frustradas, hasta ahora, sus aspiraciones de canalizar la Red hacia los rígidos mecanismos del beneficio. Cualquiera que haya navegado por la Red sabe que ha entrado en un sistema dinámico, abierto, caótico, donde "lo que hacen simplemente sucede, ocurre". Es evidente que hay un orden ahí, pero es caótico".

(en John Briggs y F.David Peat."Las siete leyes del Caos. Las ventajas de una vida caótica". Grijalbo, Barcelona, 1999, paga. 72]

O sea, estimados lectores, que el campo de las organizaciones (que ayudan a la gente a hacer cosas... y que también las obstaculizan) está sufriendo algo parecido a una mutación. Un cambio radical que no sólo es estimulado por la nueva tecnología sino que, simultáneamente, libera viejos y polvorientos ideales anarquistas donde se soñaba una comunidad donde la autoridad fuera reciclable y lo más horizontal que se pueda.

No digo que ahora se hagan realidad, o que se serán realidad en pocos años, sino simplemente que l

as viejas ideas cobran nueva fuerza cuando la tecnología las convierte en algo posible. ¡Otra paradoja inesperada! La tecnología que hace posible la utopía.

Volviendo, y para finalizar, al tema inicial de esta clase. Sobre grupos se podría escribir mucho más, hasta saturar, incluso a Internet. ¡Tanto se ha dicho... y tanto se dirá! Los grupos son la humanidad en acción. Estudiarlos es estudiarnos. Participar es ampliar nuestro mundo interior. Excluirnos de ellos es castigarnos, recluirnos a la prisión de la memoria. Incluirnos en ellos es un desafío, un fastidio y a la postre mas vida que vivir.

Me gustaría terminar este breve paseo por los grupos incitando a mis lectores-estudiantes a que intenten romper la tendencia a la marginalidad (grupal) que resulta, por otra parte, muy cómoda para aumentar verticalmente la participación. Es verdad que no siempre hablar mejora la situación, y que hay mucha cháchara inútil en Internet; pero no se trata de repetir lo que otro ha dicho si no, muchas veces, decir simplemente "te escucho, me interesa, y pienso... ¡fíjate por donde!..."

Cuando sonreímos, asentimos, pensamos "¡esto sí que está bien!", nadie excepto el propio sujeto se entera y todos, absolutamente todos (incluyendo los anacoretas y otros ascetas) necesitamos de la presencia ajena para sentirnos personas. Estamos así concebidos; genéticamente programados. Y nada causa tanta felicidad como cumplir con cualquier función natural incluida la comunicación

Una participación que naturalmente no tiene porque limitarse al reducido grupo que sigue estas clases (aunque se extienda por tres continentes). En esta dirección muchos webs incitan a participar abriendo páginas donde cualquier visitante puede dejar sus impresiones y opiniones (ver un ejemplo en ). No creais que es una acción inútil o trivial (como los turistas que dejan sus inscripciones en alguna pared del monumento visitado); da testimonio de la potencia creciente de la red, de que vive y palpita como un gigantesco organismo que se despereza.

¡Y con esto y un bizcocho... terminó la clase ocho!

Fin de la 8ª clase.
Carlos Salinas.
24-febrero-2000

 



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