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martes, 26 de agosto de 2008

Patologías antiamericanas

Date: Wed, 19 May 2004 13:15:42 -0400
Subject: EEUU
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* Fuente:
http://www.libertaddigital.com/./opiniones/opi_desa_18734.html

Patologías antiamericanas
Alberto Acereda

La gran enfermedad de nuestra época es el antiamericanismo, o sea el odio visceral a la primera democracia del planeta, la que acabó con los totalitarismos fascistas y comunistas. España imita el modelo de vida norteamericano, pero su gobierno retira los soldados de Irak. Italia habla inglés, pero la Politécnica de Milán dicta cursos de modelo y gestión de recursos naturales utilizando demagógicos datos de ONGs comunistas. Francia regaló la Estatua de la Libertad, pero se abraza ahora a la Alemania socialista, antisemítica y antiamericana. El gran problema de estas patologías es que son un virus que se extiende por el cuerpo de la humanidad, en especial entre quienes usan ese mismo modelo de vida para luego atacarlo.

La actualidad de los abusos en Irak y el repugnante vídeo de la decapitación de Nicholas Berg ejemplifica esas patologías. El ex-director del Centro Islámico de Washington, Sam Hamod publicó nada más aparecer el vídeo de la ejecución un artículo en el que ponía en duda su veracidad alegando la posibilidad de que fuera una manipulación judeo-norteamericana. Su artículo apareció el 13 de mayo en la página de internet de Al-Jazeerah y fue reproducido al día siguiente en el pseudo-diario digital Pravda, continuador del viejo panfleto comunista.

Las razones que apunta Hamod en su artículo para dudar de la veracidad del vídeo son: que los cinco hombres encapuchados no estaban de pie como los árabes suelen hacerlo; que eran demasiado altos para ser árabes y que, por ello, "es posible que fueran occidentales o incluso israelitas, pero nunca árabes o iraquíes". Hamod concluye que la decapitación "puede que la perpetraran los agentes israelitas, que han estado operando en Irak desde la invasión americana". La página de Pravda hacía referencia a las sospechas generadas por un tal Pater Havlasa, quien dudaba también del vídeo aduciendo que "la cabeza cortada no sangraba lo suficiente".

Tan ridículos argumentos prueban estas patologías y hay que entenderlos en el contexto de una guerra mediática en la que se llega hasta a falsificar muchas de las fotografías de la prisión de Abu Ghraib. Así lo prueba que el director del diario británico The Daily Mirror, Piers Morgan, haya sido despedido inmediatamente por su empresa. Y lo mismo Martin Baron, el redactor jefe del Boston Globe, quien confesó que las escenas sexuales de violación de presos iraquíes se tomaron de una página web pornográfica húngara. En las patologías antiamericanas lo evidente se presenta como mentira, y la falsedad como evidencia.

Sin embargo, en España los ciudadanos van cada vez más al centro comercial de imitación yanqui que a la plaza de su ciudad; muchos sustituyen en sus camisas el cocodrilo de Lacoste por el caballito de Ralph Lauren; otros prefieren ver Troya o La Pasión a los bodrios de Trueba o Almodóvar. No hay duda, la culpa la tienen siempre los americanos. Bush, Blair y Aznar fueron los que estrellaron los aviones en las torres gemelas y quienes activaron las bombas en los trenes de Madrid. El próximo domingo, todos otra vez a la manifestación en la Base Naval de Rota, con camisetas de Lenin y todo. Yankees, go home!

martes, 12 de agosto de 2008

La U.E. y el tabaco

Adiós a Humphrey Bogart
ARTURO PÉREZ-REVERTE | El Semanal | 14 de noviembre de 2004

Tranquiliza mucho comprobar que no todos los tontos del haba están aquí, que el resto de Europa también goza de su correspondiente y nutrida cuota, y que ciertos ejemplares foráneos pueden llegar a serlo más que los nuestros. Cosa difícil, porque, en España, algunos tontos del haba y tontas del habo lo son hasta el punto de que, si se presentaran a un concurso de imbéciles, los descalificarían por imbéciles. Y por imbécilas. Pero también el resto de Europa está apañado, y eso consuela mucho. El último de tales consuelos se lo debo a don Markos Kyprianou, que mientras tecleo esto es futuro comisario de Sanidad del Parlamento Europeo. Y resulta que, en el contexto de una agresiva campaña contra el tabaco –que en líneas generales me parece chachi–, el señor Kyprianou quiere que se prohíba a los menores ver películas donde los protagonistas fumen. Hay que presionar a la industria cinematográfica, dice, y conseguir que las comisiones de clasificación impidan proyectar películas donde salga gente quemando tabaco.

Así que los enanos lo tienen crudo. Yo mismo, que de zagal me inflé a ver películas de guerra, policíacas y del oeste, ahora no podría comerme una bolsa de pipas viendo ni la centésima parte de las que vi; porque en ellas, como en la vida real, fumaba todo cristo. Supongo, además, que las medidas que se propone aplicar el señor Kyprianou afectarán no sólo a las películas que se rueden en el futuro, sino también al cine clásico que a veces ponen en la tele. Así que los menores, y de rebote los mayores en horario infantil y juvenil, no podrían ver, en nombre de la salud pulmonar de Europa, a Humphrey Bogart en su bar de Casablanca, a Rita Hayworth a dos dedos de Orson Welles en La dama de Shangai, a John Wayne a punto de volar el puente en Misión de audaces, a los señoritos de casino en Calle Mayor de Bardem, a los caínes mataconejos en La caza de Saura, a Lauren Bacall pidiendo fuego en Tener o no tener, a Burt Lancaster encendiendo un lampedusiano veguero en El gatopardo, a Henry Fonda listo para el OK Corral en Pasión de los fuertes, a los marqueses de La Chesnaye y sus invitados en Las reglas del juego, ni a Edward G. Robinson y Fred MacMurray en la extraordinaria escena final de Perdición. Verbigracia.

Y en cuanto a las películas con pistolas, cuchillos o donde salga alguna guerra, poco futuro les veo. Si el tabaco es poco sano, figúrense las balas, o las navajas. Descartadas las películas de toda la vida, ¿imaginan una homologada según las recomendaciones de una Europa Sana y Feliz? ¿Qué me dicen de las de vampiros que chupan sangre? ¿O las de psicópatas que se cargan al prójimo?… En cuanto al fumeteo y las películas bélicas, cualquiera que haya vivido una guerra sabe lo que el tabaco significó y significa en situaciones así, y cómo el pitillo fue siempre tan natural en el soldado como las balas y el fusil. Incluso aceptando que la gente fuma menos ahora que hace cincuenta años, si eliminar el tabaco de una película normal supone falsear la realidad de la calle, eliminarlo de una película de guerra privaría a ésta de realismo. La guerra es, sobre todo, esperar que pase algo malo. Quien vivió esperas semejantes conoce el significado de un pitillo apurado de noche con la brasa oculta en el hueco de la mano, el alivio de una calada, lo valioso del paquete que circula para matar el hambre, o los nervios. Yo mismo, en otro tiempo, conseguí reportajes difíciles de conseguir, con gente difícil de tratar, gracias a la oportuna exhibición de un paquete de cigarrillos listo para hacer la ronda de tal búnker, tal choza o tal trinchera. Hasta cuando no fumaba, mi mochila incluía siempre un cartón de tabaco. Y en Beirut, en Sarajevo, en docenas de lugares, vi utilizar los cigarrillos como moneda preferible al dinero. Pero ya ven. Tal como se están poniendo las cosas, entre antitabaquistas, ejércitos a los que ahora llaman fuerzas de paz, buen rollito y demás, una película sobre nuestra Guerra Civil consistirá, supongo, en imágenes donde no aparezcan muertos para no traumatizar a las criaturas ni crispar a los adultos, con legionarios abstemios que salvan a bebés entre las ruinas del Clínico, anarquistas que no fuman, moros de Franco que socorren a viudas y huérfanas republicanas, y falangistas y milicianos que no fusilan a nadie. Y al final conseguirán que no sólo nosotros, sino nuestros padres, abuelos y antepasados, parezcamos todos igual de gilipollas.