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miércoles, 4 de febrero de 2015


Metálogo: Sobre jugar y ser "serios".

Gregory Bateson

A review of General Semantics, vol. X, 1953.


HIJA: Papá, ¿son serias estas conversaciones?
PADRE: Por cierto que sí.
H.: ¿No son una especie de juego que tú juegas conmigo?
P.: ¡No lo quiera Dios! Pero son una especie de juego al que jugamos juntos. 
H.: ¡Entonces no son serias!

P.: ¿Qué te parece si me dices qué entiendes por las palabras "serio" y "un juego"?
H.: Bueno... cuando uno... no lo sé.
P.: ¿Cuando uno qué?
H.: Quiero decir... las conversaciones son serias para mí, pero si lo que haces tú es sólo jugar a un juego...
P.: Vayamos despacio. Veamos qué es lo bueno y qué es lo malo de "jugar" y de "los juegos". En primer lugar, a mi no me importa —no me importa mucho— ganar o perder. Cuando tus preguntas me colocan en una posición difícil, me esfuerzo más para pensar correctamente y decir claramente lo que quiero. Pero no finjo ni hago trampa. No existe la tentación de trampear.
H.: Esa es la cosa. Para ti, esto no es serio. La gente que trampea no sabe jugar. Tratan los juegos a los que juegan como si fueran serios.
P.: Pero son serios.
H.: No, no lo son... y tampoco para ti lo son.
P.: ¿Lo dices porque ni siquiera quiero hacer trampas?
H.: Sí, en parte por eso.

P.: ¿Pero tú quieres hacer trampas y fingir todo el tiempo? 
H.: No, por supuesto que no.
P.: ¿Y entonces?
H.: ¡Ay papá, jamás entenderás nada!
P.: Creo que efectivamente es así.
P.: Mira, hace un momento gané una especie de tanto en el debate al obligarte a admitir que no quieres hacer trampa... y luego derivé de esa admisión la conclusión de que por eso tampoco para ti son serias las conversaciones. ¿Te parece una trampa? Sí, una especie de trampa.
P.: Estoy de acuerdo... creo que sí lo fue. Lo siento. Ya lo ves, papá... si yo hiciera trampas o quisiera trampear, eso significaría que no tomo en serio las cosas de las que hablamos. Querría decir que lo único que hacía era jugar contigo a un juego. Sí, lo que dices es razonable.
H.: No, no es razonable... es un revoltijo terrible.
P.: Así parece; pero igual tiene algún sentido.
H.: ¿Cuál, papá?


P.: Ten un poco de paciencia. Es difícil de decir. En primer lugar... Creo que estas conversaciones nos sirven. Disfruto mucho con ellas y creo que también tú. Además, también, aparte de eso creo que nos aclaramos algunas ideas y pienso que el revoltijo ayuda a ello. Me refiero a que si ambos habláramos lógicamente todo el tiempo, no llegaríamos a ningún lado. Lo único que haríamos sería repetir como loros los viejos clisés que todos han repetido durante cientos de años.
H.: ¿Qué es un clisé, papá?
P.: ¿Un clisé? Es una palabra francesa, y creo que originariamente era una palabra de los tipógrafos. Cuando componen una frase para imprimirla, tienen que tomar cada una de las letras y colocarlas una por una en una especie de regla para leer las palabras. Pero para imprimir las palabras y las frases que la gente usa mucho, el tipógrafo guarda unas barras de letras con la palabra o la frase entera ya armadas. Estas frases hechas son lo que se denomina un clisé.
H.: Pero ya me olvidé lo que estabas diciendo sobre los clisés, papá.
P.: Sí, tenía que ver con los líos en que nos metemos con estas charlas y cómo el meterse en embrollos es algo que tiene cierto sentido. Si no nos metiéramos en líos, nuestras conversaciones serían como jugar al rummy sin mezclar primero los naipes.
H.: Sí, papá, ¿pero qué pasa con esas barritas de letras ya armadas?
P.: ¿Los clisés? Sí... es el mismo asunto. Todos tenemos cantidades de frases e ideas ya armadas, y el tipógrafo tiene barras de letras ya armadas, combinadas en frases. Pero si el tipógrafo tiene que preparar para imprimir algo nuevo, por ejemplo una frase en una lengua nueva, tiene que desarmar esas barritas usadas. De la misma manera, para poder pensar nuevas ideas o decir cosas nuevas, nosotros tenemos que romper todas nuestras ideas ya armadas y mezclar los pedazos.
H.: Pero, papá, no creo que el tipógrafo mezcle todas las letras, ¿no es cierto? No irá a arrojarlas todas en la misma caja. Supongo que las pondrá una por una en sus lugares, todas las a en una cajita y todas las b en otra y todas las comas en otra, y así con todas las demás.
P.: Sí, eso es lo que hace. De lo contrario, se volvería loco buscando una a cada vez que la necesita.

P.: ¿En qué estás pensando?
H.: No, en nada... sólo que hay muchísimas preguntas. P.: ¿Por ejemplo?
H.: Bueno, comprendo lo que quieres decir sobre el meternos en embrollos. Eso es lo que nos hace decir cosas nuevas. Pero estoy pensando en el tipógrafo. Tiene que mantener clasificadas todas sus letritas aunque desarme todas las frases hechas. Y me preocupan nuestros líos ¿Tenemos también que conservar ordenados los pedacitos de nuestros pensamientos... para no volvernos locos?
P.: Me parece que sí... sí... pero lo que no sé es en qué orden. Esa sería una pregunta terriblemente difícil de responder. No creo que hoy podamos lograr una respuesta para esa pregunta.

P.: Dijiste que había "muchísimas preguntas". ¿Tienes otra?
H.: Sí sobre los juegos y el ser serio. Por allí empezamos, y no sé cómo ni por qué eso nos llevó a hablar de nuestros líos. La manera que tú tienes de confundirlo todo... es una especie de trampa.
P.: No, en absoluto.

P.: Tú propusiste dos preguntas. Y en realidad hay muchas más... Comenzamos por la pregunta sobre estas conversaciones: ¿son serias? ¿O son un juego de alguna clase? Y te sentiste molesta de que yo pudiera estar jugando a un juego mientras que tú lo tomas en serio. Pareciera que una conversación es un juego si una persona participa en él con un conjunto de emociones o ideas... pero no es un "juego" si sus ideas o emociones son diferentes.
H.: Sí, si tus ideas sobre la conversación son distintas de las mías... 
P.: Si ambos tuviéramos la misma idea, ¿estaría bien?
H.: Sí... por supuesto.
P.: Entonces parece que me corresponde a mí aclarar qué entiendo por una misma idea. Sé que tomo en serio —cualquiera sea el sentido que demos a la palabra— las cosas sobre las que hablamos. Nosotros hablamos de ideas. Y sé que juego con las ideas para comprenderlas y ensamblarlas unas con otras. Es "un juego" (game) en el mismo sentido en que un infante "juega" con bloques de madera... Y un niño que maneja bloques para construir toma la mayoría del tiempo en serio su "jugar" (play).
H.: ¿Pero es un juego, papá? ¿Tú juegas contra mí?
P.: No, yo siento como que tú y yo jugamos juntos contra los bloques de madera, es decir, las ideas. A veces competimos un poquito, pero competimos sobre quién puede colocar en su lugar la idea siguiente. Y algunas veces atacamos la parte construida por el otro, o yo trato de defender de tu crítica la construcción que hice con mis ideas. Pero siempre terminamos trabajando juntos para levantar el edificio de nuestras ideas de manera que se mantenga en pie.

H.: Papá, ¿tienen reglas nuestras charlas? La diferencia entre un juego y el solo jugar es que el juego tiene reglas.
P.: Sí, déjame pensar un poco esto. Creo que sí tenemos cierta clase de reglas... y creo que un chico que juega con bloques tiene reglas. Los bloques mismos forman una especie de regla. En ciertas posiciones se mantienen en equilibrio y en otras no. Y sería una especie de trampa si un chico usara cola para que los bloques se queden parados en cierta posición en la que de otra manera se derrumbarían.
H.: ¿Pero qué reglas tenemos nosotros?
P.: Bueno, las ideas con las que jugamos tienen en sí una especie de reglamento. Se trata de reglas acerca de cómo se mantienen en pie las ideas y se apoyan unas a otras. Y si se las junta equivocadamente, toda la construcción se derrumba.
H.: ¿Entonces, nada de cola, papá? 
P.: Nada de cola: sólo lógica.

H.: Pero tú dijiste que si siempre habláramos lógicamente y no nos metiéramos en líos, nunca podríamos decir nada nuevo. Sólo podríamos decir cosas ya armadas. ¿Cómo llamaste a eso?
P.: Clisés. Sí. La cola es lo que mantiene armados los clisés.
H.: Pero tú dijiste "lógica", papá.
P.: Sí, ya lo sé. Estamos otra vez en un lío.. Sólo que de este lío concreto no sé cómo salir.

H.: ¿Y cómo fue que nos metimos en él, papá?
P.: Tienes razón. Veamos si podemos reconstruir nuestros pasos. Estábamos hablando de las "reglas" de estas conversaciones. Y yo dije que las ideas con las que jugamos tienen reglas de la lógica...
H.: ¡Papá! ¿No crees que sería bueno que tuviéramos algunas reglas más y que las obedeciéramos con mayor cuidado? Entonces no nos meteríamos en estos horribles líos.
P.: Sí, pero aguarda. Quieres decir que yo meto a los dos en estos líos porque hago trampas a reglas que no tenemos. O también puede decirse de otra manera, si quieres. Que podríamos tener reglas que nos impidieran meternos en líos... siempre que las obedeciéramos.
H.: Las reglas de los juegos son para eso.
P.: Sí, ¿pero quieres que estas conversaciones se transformen en ese tipo de juego? Preferiría jugar a la canasta, que también es divertida.
H.: Tienes razón. Podemos jugar a la canasta siempre que queramos. Pero en este momento preferiría jugar a este juego. Sólo que no sé qué clase de juego es.
P.: Y sin embargo lo venimos jugando hace bastante tiempo. 
H.: Sí. Y ha sido divertido.

P.: Volvamos a la pregunta que me hiciste y que yo dije que era demasiado difícil para contestarla hoy. Hablábamos de que el tipógrafo tenía que desarmar sus clisés, y tú dijiste que aun entonces tenía que mantener algún tipo de orden en sus letras ... para no volverse loco. Y entonces preguntaste: "¿Qué clase de orden tendríamos que conservar para no volvernos locos cuando nos metemos en un lío?" Me parece que las "reglas" de los juegos son sólo otro nombre para este tipo de orden.
H.: Y el trampear es lo que nos mete en los líos.
P.: En cierto sentido, sí. Es verdad. Salvo que toda la razón de nuestro juego es que entramos en un lío y logramos salir del otro lado, y si no hubiera embrollos nuestro "juego" sería como el ajedrez y no es así como queremos que sea.
H.: ¿Pero no eres tú el que hace las reglas, papá? ¿Te parece justo?
P.: Eso que acabas de decir, hija mía, es juego sucio. Y probablemente desleal. Pero lo tomaré como suena. Sí, soy yo quien hace las reglas... después de todo, no quiero que nos volvamos locos.
H.: Está bien. Pero, papá, ¿también cambias las reglas? Digo, a veces.
P.: ¡Humm! Otra jugada sucia. Sí, hija mía, las cambio constantemente. No todas, pero sí algunas de ellas.
H.: ¡Me gustaría que me avisases cuando vas a cambiarlas!
P.: ¡Humm!... sí... otra vez. Quisiera poder hacerlo. Pero no es así. Si fuera como el ajedrez o la canasta, te podría decir las reglas, y podríamos, si quisiéramos, dejar de jugar y discutir las reglas. Y podríamos empezar un nuevo juego con nuevas reglas. ¿Pero qué reglas nos regirían entre los dos juegos? Mientras discutiéramos las reglas...
H.: No entiendo.
P.: Sí. El asunto es que el propósito de estas conversaciones es descubrir las reglas. Es como la vida, un juego cuyo propósito es descubrir las reglas, las cuales reglas siempre están cambiando y siempre son imposibles de descubrir.
H.: Pero a eso yo no lo llamo un juego, papá.
P.: Quizá no. Yo querría llamarlo un juego, o por lo menos un jugar. Pero ciertamente no es como el ajedrez o la canasta. Se parece más a lo que hacen los cachorritos o los gatitos. Tal vez. No lo sé.
H.: Papá, ¿por qué juegan los cachorritos y los gatitos? 

P.: No lo sé... No lo sé (pone cara de pesadumbre)

Metálogo: ¿Por qué los franceses...?

Gregory Bateson.

Este metálogo se publicó en Impulse 1951, anuario de danza contemporánea, con autorización de Impulse Publications Inc. Apareció también en ETC.: A Review of General Semantícs, vol. X, 1953.

HIJA: Papá, ¿por qué los franceses mueven los brazos para todas partes?
PADRE: ¿A qué te refieres?

H.: Quiero decir, cuando hablan. ¿Por qué mueven así los brazos y todo eso?
P.: Bueno... ¿Y por qué sonríes tú? ¿O por qué das a veces patadas contra el suelo?
H.: Pero no es lo mismo, papá. Yo no muevo los brazos para todos lados como hace un francés. Tengo la impresión de que no pueden dejar de hacerlo. ¿No te parece?
P.: No lo sé... es posible que les resulte difícil parar... ¿Puedes tú parar de sonreír?
H.: Pero papá, yo no sonrío continuamente. Sí me resulta difícil parar cuando tengo ganas de sonreír. Pero no tengo ganas todo el tiempo. Y entonces, paro.
P.: Es cierto. Pero tampoco un francés mueve los brazos de la misma manera todo el tiempo. A veces los mueve de un modo y otras, de otro... y me parece que a veces deja de moverlos.

P.: ¿Y qué piensas tú? Quiero decir, ¿qué se te ocurre cuando un francés mueve los brazos?
H.: Se me ocurre que parece tonto. Pero me imagino que a otro francés no le parece eso. Es imposible que todos parezcan tontos los unos a los otros. Porque si lo parecieran, dejarían de hacerlo. ¿No lo crees?
P.: Tal vez, pero la pregunta no es sencilla. ¿Y qué otra cosa se te ocurre?

H.: Bueno, que todos parecen agitados.
P.: Está bien: conque "tontos" y "agitados".
H.: ¿Pero estarán realmente tan agitados como parecen? Si yo estuviera tan agitada, necesitaría bailar, cantar o golpear a alguien en la nariz... en cambio, ellos lo único que hacen es seguir moviendo los brazos. No pueden estar agitados de veras.
P.: Bueno... ¿son realmente tan tontos como te parecen a ti? Y, de todas maneras, ¿por qué tú algunas veces necesitas bailar y cantar y golpear a alguien en la nariz?
H.: Es que a veces sencillamente lo siento así.
P.: Tal vez el francés también lo siente sencillamente "así" cuando mueve los brazos para todas partes.
H.: Pero no puede ser que se sienta así todo el tiempo, papá, sencillamente no puede ser.
P.: Quieres decir que el francés seguramente no siente al mover los brazos exactamente lo
que sentirías tú si movieras los tuyos. Y sin duda tienes razón.
H.: ¿Pero entonces cómo se siente?
P.: Bueno, supongamos que estás hablando con un francés y él mueve los brazos para todos lados, y luego, en medio de la conversación, cuando tú has dicho algo, deja de pronto de mover los brazos y se limita a hablar.¿Qué pensarías entonces? ¿Que en ese momento dejó de ser tonto y de estar agitado?
H.: No... me asustaría. Pensaría que he dicho algo hiriente y que tal vez esté realmente enojado.
P.: Sí... y probablemente tendrías razón.

H.: De acuerdo. Quedamos en que dejan de mover los brazos cuando comienzan a enojarse.
P.: Espera un momento. La cuestión es después de todo, qué está diciendo un francés a otro francés cuando mueve los brazos. Y tenemos parte de una respuesta... lo que le dice es que no está seriamente enojado, que está dispuesto v puede ser lo que tú llamas "tonto".
H.: Pero... no... eso no es razonable. Es imposible que se tome todo ese trabajo para poderle decir después al otro que está enojado, limitándose para ello a dejar los brazos quietos. ¿Cómo puede saber que estará enojada más tarde?
P.: No lo sabe, pero por las dudas...
H.: No, papá, eso no tiene sentido. Yo no sonrío para después poderte decir que estoy enojada dejando de sonreír.
P.: Sí... yo creo que esa es parte de la razón para sonreír, y hay mucha gente que sonríe para decirle a uno que no están enojados... cuando en verdad lo están.
H.: Eso es distinto, papá. Es una manera de mentir, con la cara. Como jugar al poker. 
P.: Sí.

P.: ¿En qué estábamos ahora? A ti no te parece razonable que los franceses se tomen tanto trabajo para decirse unos a otros que no están enojados o heridos. Pero, después de todo, ¿de qué trata la mayoría de las conversaciones, me refiero a las nuestras, las de los norteamericanos?
H.: ¡Papá, sobre todo tipo de cosas!... El béisbol y los helados y los jardines y los juegos. Y la gente habla de otra gente y de sí misma y de los regalos que recibieron para Navidad.
P.: Sí, sí... ¿pero quién los escucha? Quiero decir... está bien: quedamos en que hablan del béisbol y de los jardines. ¿Pero intercambian información? Y si lo hacen, ¿qué información?
H.: ¡Claro que sí! ...cuando tú vuelves de pescar y te pregunto: "¿Sacaste algo?", y tú dices: "Nada", yo no sabía que no hablas sacado nada antes de que me lo dijeras.
P.: ¡Humm!

P.: Está bien... tú mencionas mis pescas —asunto sobre el cual soy susceptible— y se produce un corte, un silencio en la conversación... y ese silencio te indica que no me gustan las bromas sobre la cantidad de peces que dejé de pescar. Es exactamente lo mismo que el francés que deja de mover los brazos para todos lados cuando se siente herido.
H.: Lo lamento, papá, pero tú dijiste...
P.: ¡No, un momento! No nos confundamos con lamentaciones por algo que dijimos... Mañana iré a pescar otra vez, aun sabiendo que probablemente no sacaré un solo pez.
H.: Papá, pero tú dijiste que toda conversación corriente consiste en decir a otros que uno no está enojado con ellos...
P.: ¿Dije eso? Pues no, no toda conversación, pero sí gran parte de ella. Algunas veces, si ambas personas están dispuestas a escuchar atentamente, es posible hacer algo más que intercambiar saludos y buenos deseos. Y hasta hacen más que intercambiar información. Esas dos personas pueden hasta descubrir algo que ninguna de ellas conocía antes.

P.: De todas maneras, la mayor parte de las conversaciones gira solamente sobre si las personas están enojadas u otra cosa. Se ocupan de decirse unos a otros que se tienen afecto, lo que a veces es una mentira. Después de todo, ¿qué sucede cuando no se les ocurre nada que decir? Se sienten incómodos.
H.: ¿Y eso no es información? Quiero decir, información de que no están enojados.
P.: Indudablemente que sí. Pero es una clase de información diferente de la de "el gato está sobre el felpudo".

H.: Papi, ¿por qué la gente no puede decir tan solo: "No estoy enojado contigo" y dejar las cosas así?
P.: ¡Ah, ahora entramos en el verdadero problema! La cuestión es que los mensajes que intercambiamos mediante gestos no son en realidad lo mismo que cualquier traducción posible de esos gestos en palabras.
H.: No te entiendo.
P.: Quiero decir... que por mucho que le digamos a alguien con meras palabras que no estamos enojados, no es lo mismo que lo que uno les podría decir mediante gestos o tonos de voz. ¿no es cierto? Aun cuando alguien utilice lo menos posible
H.: Pero, papá, no puede haber palabras sin algún tono de voz, la entonación, la otra persona oirá que se está conteniendo... y eso será una especie de entonación, ¿verdad?
P.: Sí, me parece que sí. Después de todo, eso es lo que acabo de decir a propósito de los gestos... que el francés puede decir algo especial con dejar de hacer gestos.

P.: Pero entonces, ¿a qué me refiero cuando digo que las "meras palabras" nunca pueden transmitir el mismo mensaje que los gestos, si no existen "meras palabras"?
H.: Bueno, las palabras podrían escribirse.
P.: No, eso no me saca de la dificultad. Porque las palabras escritas tienen cierta clase de ritmo y también tienen armónicos. El asunto es que no existen "meras palabras". Sólo existen palabras con gestos o tonos de voz o algo semejante. Pero, por supuesto, los gestos sin palabras son bastante comunes.

H.: Papá, cuando nos enseñan francés en la escuela, ¿por qué no nos enseñan a mover los brazos?
P.: No lo sé, estoy seguro de que no los sé. Es probablemente una de las razones de que a la gente le resulte tan difícil aprender lenguas.

P.: De todas maneras, todo esto no tiene sentido. Quiero decir, la idea de que el lenguaje está hecho de palabras no tiene sentido... y cuando dije que los gestos no se pueden traducir en "meras palabras", estaba diciendo cosas sin sentido, porque no existe nada que sea "meras palabras". Y toda la sintaxis y la gramática y esas cosas no tienen sentido. Están basadas en la idea de que existen "meras palabras"... y no existen.
H.: Pero, papá...
P.: Te diré una cosa: tenemos que comenzar de nuevo desde el principio y suponer que el lenguaje es primera y principalmente un sistema de gestos Los animales, después de todo, disponen sólo de gestos y tonos de la voz... y las palabras se inventaron después. Mucho después, cuando ya habían inventado los maestros de escuela.
H.: Papá...
P.: ¿Sí?
P.: ¿Sería bueno que la gente abandonara las palabras y volviera a usar solamente gestos?

H.: ¡Humm! No lo sé. Por supuesto, no podríamos tener una conversación como ésta. Sólo podríamos ladrar o maullar y mover los brazos para todas partes y reír y gruñir y llorar. Pero tal vez fuera divertido... la vida se convertiría en una especie de ballet en el que los bailarines harían su propia música.


Metálogo: ¿Por qué se revuelven las cosas?


(Gregory Bateson - escrito en 1948)

HIJA: Papá, ¿por qué se revuelven las cosas?
PADRE: ¿Qué quieres decir? ¿Cosas? ¿Revolverse?

H.: Bueno, la gente gasta mucho tiempo arreglando cosas, pero nunca se la ve gastar tiempo revolviéndolas. Las cosas parecen revolverse por sí mismas. Y entonces la gente tiene que arreglarlas otra vez.
P.: ¿Pero tus cosas también se revuelven si no las tocas?
H.: No, si nadie me las toca. Pero si tú me las tocas —o si alguna otra persona las toca— se revuelven, y el revoltijo es peor si no soy yo la que las toca.
P.: Sí, por eso no te dejo tocar las cosas de mi escritorio. Porque el revoltijo de mis cosas es peor si las toca alguien que no soy yo.
H.: ¿Entonces la gente siempre revuelve las cosas de los otros? ¿Por qué lo hacen, papá?
P.: Bueno, espera un poco. No es tan sencillo. Ante todo, ¿a qué llamas revoltijo?
H.: Cuando... cuando no puedo encontrar las cosas y todo parece revuelto. Lo que sucede cuando nada está en su lugar...
P.: Bueno, pero ¿estás segura de que llamas revoltijo a lo mismo que cualquier otra persona llamaría así?
H.: Pero papá, estoy segura... porque no soy una persona muy ordenada y si yo digo que las cosas están revueltas, estoy segura de que cualquier otra persona estará de acuerdo conmigo.
P.: Muy bien, ¿pero estás segura de que llamas "arreglado" a lo que otras personas llamarían así? Cuando tu mamá arregla tus cosas, ¿sabes dónde encontrarlas?
H.: A veces, porque, sabes, yo sé dónde pone ella las cosas cuando ordena.
P.: Es cierto: yo también trato de evitar que arregle mi escritorio. Estoy seguro de que ella y yo no entendemos lo mismo por "arreglado".
H.: Papá, ¿te parece que tú y yo entendemos lo mismo por "arreglado"?
P.: Lo dudo, querida, lo dudo.
H.: Pero papá, ¿no es raro que todos quieran decir lo mismo cuando dicen "revuelto" y cada uno quiere decir algo diferente cuando dice "arreglado"? Porque "arreglado" es lo opuesto de "revuelto", ¿no?

P.: Estamos entrando en preguntas más difíciles. Comencemos de nuevo desde el principio. Tu dijiste: "¿Por qué siempre se revuelven las cosas?”. Ahora hemos dado uno o dos pasos más... y cambiemos la pregunta en: "¿Por qué las cosas se ponen en un estado que Katy llama de 'no arregladas?" ¿Te das cuenta por qué quiero hacer el cambio?
H.: ... Me parece que sí... porque si yo le doy un significado especial a "arreglado", entonces los "arreglos" de otras personas me parecerán revoltijos a mí, aunque estemos de acuerdo en la mayor parte de lo que llamamos "revoltijos"...
P.: Efectivamente. Veamos ahora qué es lo que tú llamas "arreglado". Cuando tu caja de pinturas está colocada en un lugar ordenado, ¿dónde está?
H.: Aquí, en la punta de este estante.
P.: De acuerdo. ¿Y si estuviera en algún otro lado?
H.: No, entonces no estaría arreglada.
P.: ¿Y si la ponemos en la otra punta del estante, aquí?
H.: No, ése no es el lugar que le corresponde, y además tendría que estar derecha, no toda torcida, como la pones tú.
P.: ¡Ahí... en el lugar acertado y derecha.
H.: Sí.
P.: Bueno, eso quiere decir que sólo existen muy pocos lugares que son "arreglados” para tu caja de pintura...
H.: Un lugar solamente.
P.: No, muy pocos lugares, porque si la corro un poquitito, por ejemplo, así, sigue arreglada. 
H.: Bueno... pero pocos, muy pocos lugares.
P.: De acuerdo, muy muy pocos lugares. ¿Y qué pasa con tu osito de felpa y tu muñeca y el Mago de Oz y tu suéter y tus zapatos? ¿No pasa lo mismo con todas las cosas, que cada una tiene sólo muy, muy pocos lugares que son "arreglados*' para ella?
H.: Sí, papá, pero el Mago de Oz puede ir en cualquier lugar del estante. ¿Sabes una cosa? Me molesta mucho, pero mucho cuando mis libros se mezclan todos con tus libros y los libros de mami.
P.: Sí, ya lo sé. (Pausa).

H.: Papá, no terminaste lo que estabas diciendo. ¿Por qué mis cosas se ponen de la manera que yo digo que no es arreglada?
P.: Pero sí que terminé... precisamente porque hay más maneras que tú llamas "revueltas" que las que llamas "arregladas".
H.: Pero eso no es una razón para...
P.: Te equivocas, lo es. Y es la verdadera y única y muy importante razón.
H.: ¡Uf, papá, basta con eso!
P.: No, no bromeo. Esa es la razón y toda la ciencia está ensamblada mediante esta razón. Tomemos otro ejemplo. Si pongo un poco de arena en el fondo de esta taza y encima de ella pongo un poco de azúcar y lo revuelvo con una cucharilla, la arena y el azúcar se mezclarán, ¿no es cierto?
H.: Sí, pero papá, ¿te parece bien pasar a hablar de "mezclado" cuando comenzamos hablando de "revuelto"?
P.: Es que... bueno... me parece que sí... Sí, porque supongamos que encontramos a alguien que piensa que es más arreglado colocar toda la arena debajo de todo el azúcar. Y, si quieres, no tengo inconveniente en decir que yo pienso de esa manera... 
H.: ¿Sí...?

P.: Está bien, tomemos otro ejemplo. Algunas veces, en el cine, tú ves un montón de letras del alfabeto, desparramadas por todas partes en la pantalla, hechas un revoltijo y algunas hasta patas arriba. Y entonces alguien sacude la mesa donde están las letras y las letras comienzan a moverse y luego, a medida que las siguen sacudiendo, las letras se reúnen y forman el título de la película.
H.: Sí, las vi... lo que formaban era DONALD.
P.: No tiene importancia lo que formaban. El asunto es que tú viste que algo era sacudido y batido, y en vez de quedar más mezclado que antes, las letras se reunieron en un orden, todas de pie y formaron una palabra... formaron algo que la mayoría de las personas estará de acuerdo en que tiene sentido.
H.: Sí, papá, pero sabes que...
P.: No, no lo sé; lo que trataba de decir es que en el mundo real las cosas nunca suceden de esa manera. Eso pasa sólo en las películas.
H.: Pero, papá...
P.: Te digo que sólo en las películas se pueden sacudir cosas y éstas parecen adquirir más orden y sentido del que tenían antes...
H.: Pero, papá ...
P.: Esta vez déjame terminar... Y en el cine, para que las cosas parezcan así, lo que hacen es filmar todo al revés. Ponen todas las letras en orden para que se lea DONALD, las filman y luego comienzan a sacudir la mesa.
H.: ¡Pero si ya lo sé, papá! Y eso era lo que quería decirte. Y cuando proyectan la película la pasan hacia atrás, y parece como si todo hubiera pasado hacia adelante, pero en realidad sacudieron las letras después de ordenarlas. Y las tienen que fotografiar patas arriba... ¿Par qué lo hacen?
P.: ¡Cielo santo!
H.: ¿Por qué tienen que poner la cámara cabeza abajo, papá?
P.: No te voy a responder ahora esa pregunta porque estamos en el medio de la pregunta sobre los revoltijos.
H.: ¡Ah, es verdad! Pero no te olvides, papito, que otro día me tienes que responder la pregunta sobre la cámara boca abajo. ¡No te olvides! ¡Verdad que no te vas a olvidar, papá? Porque a lo mejor yo me olvido. Sé buenito, papá.

P.: Bueno, sí, pero otro día. ¿En qué estábamos? Ah, sí, en que las cosas nunca suceden hacía atrás. Y trataba de explicarte por qué hay una razón de que las cosas sucedan de cierta manera si podemos mostrar que esa manera tiene más maneras de suceder que alguna otra manera.
H.: Papá, no empieces a decir tonterías.
P.: No estoy diciendo tonterías. Empecemos de nuevo. Hay una sola manera de escribir DONALD. ¿Estás de acuerdo?
H.: Sí.
P.: Magnífico. Y hay millones y millones y millones de maneras de esparcir seis letras sobre una mesa. ¿De acuerdo?
H.: Sí. Me parece que sí. ¿Y algunas de esas pueden ser patas arriba?
P.: Sí. Exactamente como en ese revoltijo en que estaban en la película. Pero puede haber millones y millones de revoltijos como ese, ¿no es verdad? ¿Y uno solo de ellos forma la palabra DONALD?
H.: De acuerdo, sí. Pero, papito, las mismas letras podrían formar OLD DAN [VIEJO DANIEL].
P.: No te preocupes. Los que hacen las películas no quieren que las letras formen OLD DAN sino DONALD.
H.: ¿Y por qué?
P.: ¡Deja tranquilos a los que hacen las películas! 
H.: Pero fuiste tú el que habló de ellos, papá.

P.: Sí, bueno, pero era para tratar de decirte por qué las cosas suceden de aquella manera en la que hay el mayor número posible de maneras de que suceda. Y ya es hora de irse a la cama.
H.: ¡Pero, papá, si no terminaste de decirme por qué las cosas suceden de esa manera, de la manera que tiene más maneras!
P.: Está bien. Pero no pongas más motores en funcionamiento... con uno basta y sobra. Además, estoy cansado de DONALD. Busquemos otro ejemplo. Hablemos de tirar monedas a cara o cruz.
H.: Papá, ¿estás hablando de la misma pregunta por la que comenzamos, la de "por qué se revuelven las cosas"?
P.: Sí.  
H.: ¿Entonces, papá, lo que tratas de decirme sirve para las monedas, para DONALD, para el azúcar y la arena y para mi caja de pinturas y para las monedas? 
P.: Sí, efectivamente.
H.: ¡Ah, bueno, es que me lo estaba preguntando!
P.: Bueno, a ver si esta vez logro acabar de decirlo. Volvamos a la arena y el azúcar y supongamos que alguien dice que poner la arena en el fondo de la taza es "arreglado" u "ordenado".
H.: ¿Hace falta que alguien diga algo así para que puedas seguir hablando de cómo se mezclarán las cosas cuando las revuelvas?
P.: Sí... ahí está precisamente el punto. Dicen lo que esperan que suceda y luego yo les digo que no sucederá porque hay tal cantidad de otras cosas que podrían suceder. Y yo sé que es más probable que suceda una de las muchas cosas y no de las pocas.
H.: Papá, tú no eres más que un viejo que hace libros, que apuestas a todos los caballos menos al único al que quiero apostar yo.
P.: Es cierto, querida. Yo les hago apostar según lo que llaman la manera "arreglada" —sé que hay infinitamente muchas maneras revueltas— y por eso las cosas siempre se encaminarán hacia el revoltijo y la mixtura.

H.: ¿Pero por qué no lo dijiste al comienzo, papá? Yo lo hubiera podido entender perfectamente.
P.: Supongo que sí. De todas maneras, es hora de irse a la cama.
H.: Papá, ¿por qué los grandes hacen la guerra, en vez de sólo pelear, como hacen los chicos?

P.: Nada: a dormir. Ya terminé contigo. Hablaremos de la guerra otro día.


martes, 9 de septiembre de 2008

Wittgenstein. Su manera de trabajar

Citas de Wittgenstein
[fragmentos de varios textos]

He anotado todos estos pensamientos como observaciones, en párrafos cortos, de los que, en algunos casos, hay una cadena bastante larga sobre un mismo tema, mientras que en otros paso repentinamente de un tema a otro. Al principio, tenía la intención de reunirlo todo en un libre cuya forma me imaginé de manera diferente en distintos momentos. Pero lo esencial era que los pensamientos procedieran de un tema a otro en un orden natural y sin interrupciones.

Tras varios intentos fallidos para amalgamar mis resultados en dicho conjunto, me di cuenta de que no lo lograría nunca. Lo mejor que podía escribir nunca dejaría de ser más que observaciones filosóficas; mis pensamientos se paralizaban pronto cuando intenta forzarlos en una única dirección en contra de su inclinación natural. Y por supuesto, ello tenía que ver con la naturaleza de la investigación. Esto nos fuerza a viajar por un amplio campo de pensamientos entrecruzados en todas las direcciones.

Las observaciones filosóficas de esta obra son como diversos esbozos de paisajes hechos en el curso de esos largos y comprometidos viajes.

Se abordan una y otra vez, desde distintas direcciones, los mismos puntos y otros casi iguales haciendo cada vez nuevos esbozos. Muchos de ellos fueron mal dibujados o eran poco característicos, con todos los defectos de un mal dibujante. Tras rechazarlos, quedaban unos cuantos tolerables, que ahora tenían que ordenarse, y a veces cortarse, de modo que si uno los miraba, podía obtener una imagen del paisaje. Así que, en realidad, este libro no es más que un álbum.

(Prefacio de W. En "Investigaciones Filosóficas"). (3,109-110-112-113,3) (cursiva en el texto)

Sus notas y observaciones pasaron por un largo proceso de reordenación y correcciones antes de llegar a su forma definitiva. Por ejemplo, insertaba un fragmento, que había aparecido primero en un cuadernillo manuscrito, en un volumen con otros materiales, para luego darle una forma mecanografiada. Durante esta transposición, cambiaba palabras  o incluía la observación original en otro párrafo más largo. Finalmente, acababa dividiendo el texto escrito a máquina en párrafos que volvía a ordenar. Este laborioso procedimiento de preparación resulta en principio muy similar a los ejercicios mentales y a las técnicas de cortar  pegar que tan fácilmente se llevan acabo con un editor de hipertexto como Storyspace. Para Wittgenstein, esa fragmentación textual y la flexibilidad de la reorganización constante estaban íntima  necesariamente relacionadas con su forma de pensar y "tenían que ver con la naturaleza de la investigación.

Uno de los libros publicados por los alabaceas literarios de Wittgenstein contiene una colección de fragmentos encontrada en un archivador. Estos fragmentos eran recortes de sus extensos manuscritos; algunos estaban grapados juntos mientras que otros estaban sueltos en el archivador. Según los albaceas, estos fragmentos componían una colección sumamente distinta de todas las demás observaciones de Nachlass. Nunca sabremos exactamente como Wittgenstein compuso estos materiales manuscritos: pudo ser un medio que le brindaba una formato flexible adecuado para la naturaleza de los problemas que estaba tratando; pudo haber creado una colección de textos sin verse limitado por el libro encuadernado; o tal vez la colección le proporcionaba un modo de conservar la dinámica de sus pensamientos. Wittgenstein incluso concibió un sistema de codificación numerada capaz de presentar la red interrelacionada en la que quería organizar y concebir sus observaciones. (3,112,1)


Algunos de los escritos de esta colección nos brindan la oportunidad de ver cómo trabajaba Wittgenstein, escardando en libros de notas, manuscritos y textos mecanografiados anteriores, agrupando las observaciones relacionas dentro sí (1/9,169,2)

[Sus notas, sin fecha] Deben de haber sido preparados para las clases que sobre el mismo tema dio Wittgenstein durante el curso académico 1935-36. Aunque no daba las clases siguiendo las notas, "lo que decía era tanto una revisión como una discusión de lo que había pensado y escrito durante la preparación" (nota de Rush Rhees). (1/10, 191,1)


Rand J. Spiro, trabajando con varios equipos de colaboradores, ha desarrollado uno de los modelos más convincentes hasta la fecha de hipertexto didáctico y del tipo de aprendizaje que pretende conseguir. Inspirándose en Philosophical Investigations (Investigaciones filosóficas) de Ludwig Wittgenstein, Spiro y sus colabores sugieren que la mejor forma de abordar los problemas pedagógicos complejos (...) consiste en acercarse a ellos como si fuesen paisajes desconocidos. 

"El elemento central de nuestra teoría es la noción de temas que se "entrecruzan" en muchas direcciones y con muchas dimensiones temáticas que sirven de travesías. El tratamiento de un tópico irregular y complejo no puede limitarse a una sola dirección sin mermar el potencial de transferencia (...) La información llamada a ser utilizada de muchas maneras distintas tiene que ser impartida de distintas maneras" (187-188, cursiva en el original)." (2,155-56,3)


...Wittgenstein tenía bien claros los dos rasgos característicos que distinguen el modo de exposición, nótese bien: el modo de exposición de su pensamiento. Excepto en el Tractatus logico-philosophicus, sus ideas aparecen fragmentadas, se concentran en torno a problemas aislados y son asistemáticas. Incluso allí donde se tomó las mayores molestias por poner en cierto orden sus consideraciones con vistas a la publicación, no se reconoce unidad sistemática alguna, a no ser en pequeñas agrupaciones. Incluso en consideraciones aisladas, que se distinguen como tales sólo porque él las enumera, a veces Wittgenstein se aparta de la cuestión que señaló el punto de partida, para tratar otros problemas que aparecieron durante su reflexión. Así, pues, hasta en la consideración aislada su exposición no tiene siempre unidad objetiva. [4,11,2]



Bibliografía:

(1) L.Wittgenstein. "Ocasiones Filosóficas" Cátedra. Colec.Teorema. Madrid. 1993. [Diferentes fragmentos encontrados entre sus papeles. La notación será 1/n,p,f - siendo 1 el libro, n el capítulo, p la página y f el párrafo]
(2) George P. Landow. "Hipertexto. La convergencia de la teoría crítica contemporánea y la tecnología". Paidós. Hipermedia 2. Bcn, 1995 [notación 2,p,f]
(3) "Wittgenstein, Genette y la narrativa del lector en hipertexto", Gunnar Liest(l, en Gerge P. Landow. "Teoría del Hipertexto". Paidós. Multimedia 4. Bcn, 1997. (pág. 109) [3,p,f] 
(4) Gerd Brand. "Los textos fundamentales de Ludwig Wittgenstein". Alianza Universidad. Madrid. 1987 [4,p,f]

Sobre Wittgenstein

WITTGENSTEIN en la lista csn-wittgenstein.

1. Introducción
2. Wittgenstein en directo
3. El Círculo de Viena
4. La ética, según Wittgenstein
5. Wittgenstein haciendo filosofía
6. Un repaso a su obra, luego del "Tractatus"
7. Fragmento de las "Investigaciones Filosóficas"

1. Introducción: 

En "Casi Nada" hemos publicado fragmentos de discusiones originadas en los foros de discusiones de Internet. Esta 'costumbre' empezó cuando estabamos en FIDO (una de las redes que se abrió al mundo antes que Internet tomara su forma actual... y que aún subsiste, aunque esto apenas se conocido por los frecuentadores de la "red de redes"). 

Se nos ha ocurrido que bien podríamos practicar lo mismo con "nuestras" listas. Es decir con las listas que "Casi Nada" ha creado para que sus lectores y amigos tengan la posibilidad de discutir más a fondo aquellos temas que se tratan habitualmente en nuestras páginas. 

Una de ellas es "csn-wittgenstein"; foro de discusión dedicado al análisis y discusión de los pensamientos de este gran filósofo contemporáneo. Como en la lista se incluyen fragmentos de texto, para apoyar o complementar algunas opiniones, también juzgo oportuno incluirlos (no todos, serían demasiados). Aviso que estos fragmentos digitalizados no dan una idea cabal del tema por lo que aconsejo remitirse al libro original para ampliar, debidamente, la información (al final del artículo encontrareis los datos bibliográficos). 

Es imposible transcribir todos los diálogos, con su viveza y espontaneidad propios del correo electrónico; así qué, luego de algunas dudas, prefiero tomar el papel de guía e ilustrar con reflexiones de la propia cosecha los asuntos tratados en nuestra lista durante los meses de noviembre y diciembre de 1998. También me permití incluir algunos comentarios de otro participante en las discusiones ( cuyo nombre omito porque no me parece justo publicar sólo parte de su opinión, desgajándola del contexto, y simultáneamente mencionarlo, convirtiéndolo de esta forma en responsable de un juicio mutilado). La idea que sobrevuela a estas líneas consiste, más que intentar un estudio serio de la obra de Wittgenstein (cosa que ya existe, en todas las modalidades imaginables), hacer partícipes a nuestros lectores de las actividades paralelas de estudio, investigación y discusión que promociona "Casi Nada". Por supuesto que cualquiera que nos lea, si mi entusiasmo es contagioso, podría participar en nuestros debates; más aún, nos gustaría ampliar la mesa virtual de 'discusión' con nuevas perspectivas. En espera del "milagro" doy, también al final, las indicaciones pertinentes para suscribirse a "csn-wittgenstein". 


2. Wittgenstein en directo: 

Wittgenstein (1889-1951) ha sido un filósofo con un extraño sino, su fama es independiente de su comprensión. Y no es que su obra presente dificultades excepcionales la explicación de este fenómeno (aunque, para ser precisos, tampoco resulta ligera). Pienso que tiene que ver con la misma naturaleza de su trabajo. W. rehuyó la creación de un sistema omnicomprensivo (y que por ello facilite al captar una parte... deducir lo que resta) tanto como su inclusión en cualquiera de las escuelas filosóficas de su época ("El filósofo no es un ciudadano de ninguna comunidad de ideas. Es eso lo que hace de él un filósofo" (KENNY, pag 15). Su preocupación se centró en el lenguaje, pero también, con igual validez, podría decirse que tuvo que ver con la lógica, la ética, las matemáticas o la psicología. En realidad su obra es singular. De allí que algunos autores lo califican como un filósofo que se sitúa al margen de las grandes corrientes que discurren por nuestro siglo que ya termina. 

En el caso del lenguaje, su interés tiene que ver con las proposiciones y con el significado de lo que se intenta comunicar; en otras palabras, con la posibilidad de decir algo 'con sentido'; entendiendo a esto último como cualquier cosa que se pueda decir y que se sepa de que se habla. 

El dice: 

"(...) Somos incapaces de delimitar claramente los conceptos que utilizamos; y no porque no conozcamos su verdadera definición, sino porque no hay 'definición' verdadera para ellos. Suponer que tiene que haberla, sería como suponer que siempre que los niños juegan con una pelota juegan un juego según reglas estrictas. [pag. 4 obra citada más abajo] 

Las preguntas "¿qué es la longitud?", "¿qué es significado?", " ¿qué es el número uno?", etc. producen en nosotros un espasmo mental. Sentimos que no podemos señalar a nada para contestarlas y, sin embargo, tenemos que señalar a algo. (Nos hallamos frente a una de las grandes fuentes de confusión filosófica: un sustantivo nos hace buscar una cosa que le corresponda.) [p 27] 



Las indagaciones de la psicología le llamaron la atención porque percibió que no se podía construir una ciencia de lo humano sin tener en cuenta lo que significan las palabras en que se fundan las teorías psicológicas. Hasta aquí no parece nada nuevo, ya que todo científico (sobre todo cuando pone por escrito sus estudios) suele definir aquellos términos principales que usa; más en el caso de la psicología... los términos técnicos pueden ofrecer dificultades inesperadas. 

Tomemos, por ejemplo, el caso del término "inconsciente". Desde Freud (que, por cierto, fue contemporáneo de Wittgenstein) el término ha tomado carta de ciudadanía en la literatura psicológica; pero ¿qué se entiende cuando, por ejemplo, se afirma que determinado proceso "es inconsciente"? 

"(...) podría resultar práctico llamar a un cierto estado de degeneración de una muela, que no vaya acompañado por lo que solemos llamar dolor de muelas, "dolor de muelas inconsciente", y utilizar en tal caso la expresión de que tenemos dolor de muelas, pero no lo sabemos. Es precisamente en este sentido en el que el psicoanálisis habla de pensamientos, actos de volición, etc, inconscientes. Ahora bien, ¿está mal decir, en este sentido, que tengo dolor de muelas pero no lo sé? [p 51] 


Este deseo de aclarar el significado de las palabras que se usan le valió a Wittgenstein el interés de aquellos filósofos que deseaban eliminar de la Filosofía toda postura metafísica. La metafísica es difícil de describir; pero para cualquier empirista suena a una especie de religión laica: fantasmagóricas disquisiciónes sobre cuestiones que son indecidibles en el ámbito filosófico. Los filósofos que experimentan esa especie de fobia antimetafísica vieron en los razonamientos y posiciones de Wittgenstein (del W. del 'Tractatus', su primer libro que lo hizo famoso) una sólida refutación de cualquier postura "transcendentalista". La consecuencia inevitable fue que Wittgenstein quedara adscripto a una corriente en la cual él nunca deseó figurar. 

Un ejemplo de lo anterior, mejor dicho, de la 'supervivencia' de esta identificación de Wittgenstein con el positivismo, puede encontrarse en el siguiente comentario que forma parte de las discusiones sobre el tema en la lista cuyo trabajo resumo: 

"...Bien, vivimos en una cultura antimetafísica, y eso en gran parte gracias al propio W. y nuestra actitud hacia estas cuestiones (las del asunto de mi mail) es prevenida, suspicaz, al menos entre los intelectuales. ... 


3. El Círculo de Viena: 

Debemos señalar que Wittgenstein nunca fue un representante del positivismo filosófico... aunque diversos positivistas de la década de los 20, de los 30, y más tarde aún, consideraron que el Tractatus formaba parte del combate antimetafísico. Wittgenstein mismo dio pié a esa interpretación debido a sus relaciones con el Círculo de Viena. Su relación de amistad con su fundador Moritz Schlick, podía permitir la suposición que también se compartían los mismos supuestos filosóficos. 

Monk cuenta estos años de trabajo (los principios de los años 30), cuando Wittgenstein volvió a la filosofía luego de haberla abandonado (tras la publicación del Tractatus), según él creía, definitivamente: 

"Mientras Wittgenstein estaba en Cambridge, el Círculo se había aglutinado en torno a un grupo conscientemente unido, que había hecho de la postura antimetafísica que les unía la base para una especie de manifiesto, publicado con el título de Die Wissenschaftliche Weltauffassung: Der Wiener Kreis («La visión científica del mundo: El Círculo de Viena»). El libro fue preparado y publicado como un gesto de gratitud hacia Schlick, que fue reconocido como líder del grupo, y que ese año, a fin de poder quedarse con sus amigos y colegas de Viena, había rechazado una oferta para ir a Berlín. Al enterarse del proyecto, Wittgenstein le escribió a Waismann para expresarle su desaprobación: 

 "Precisamente porque Schlick no es un hombre vulgar, se debería procurar no permitir que sus «buenas intenciones» le lleven, a él y al Círculo de Viena, al ridículo por medio de la jactancia. Cuando digo «jactancia» me refiero a cualquier tipo de postura autocomplaciente. «¡Renuncia a la metafísica!» ¡Como si eso fuera algo nuevo! Lo que la escuela de Viena ha logrado debería mostrarse, no decirse... El maestro debería ser conocido por su obra." 

[tomado de MONK, a partir de la pag. 267] 

De todos modos Wittgenstein, en tanto afirme o niegue algo, puede ser discutido como si sus opinones fuesen permanentes. Esta es una característica inherente al lenguaje. En cada momento que se afirma o se niega lo que se dice 'está ahí' como un objeto. No puede 'estar' y 'no estar simultáneamente. Aunque me desdiga a continuación, cada afirmación es en si misma sólida, y puede ser observada (y criticada) como un hecho independiente del tiempo y sus circunstancias. 

Con otras palabras, dado que hay diferentes W. Uno puede seleccionar aquél que será objeto de una crítica particular. 

Pongamos un ejemplo, extraído de la lista, de crítica a una postura wittgenstiniana: 

"Me parece entender que W. reconocía diversos usos significativos del lenguaje, pero que la cuestión de la "verdad" sólo la consideró pertinente cuando se trata del lenguaje proposicional. (algunos autores de lo que se llamó el empirismo lógico ni siquiera concebían que se pudiera hablar con sentido si no era a través de proposiciones verificables)... 

Tengo la sensación de que cuando se lee un autor como W. la actitud del lector debería ser diferente a aquella que, por dar un ejemplo nítido, podría ser la de recibir el mensaje de un profeta. 

No se trata de interpretar su discurso como la descripción acabada de una situación. No es un sistema cerrado... y hasta es posible que no encaje demasiado en la idea de sistema (si por ello se entiende un rompecabezas bien trabado). De lo que se trata es de reflexionar, al mismo tiempo que el autor se expresa, investiga, describe, afirma; en una especie de diálogo entre lo que el autor muestra y lo que uno ve. 

En esta perspectiva cada etapa de W. es una nueva manera de enfocar una realidad compleja. No se trata de que la anterior sea 'menos verdadera" que la actual, ni que ésta sea, a su vez, lo sea "menos" que la próxima. Esta visión ingenua llevaría, saltando de lustro en lustro, de etapa en etapa ... hasta la muerte del filósofo. Y llegado allí ¿qué hacer? ¿detenernos para siempre... o seguir adelante, huérfanos del apoyo del maestro? 

Cuando se lee a W. se puede tener la experiencia de encontrarse con sucesivas afirmaciones que no encajan entre sí (en una perspectiva lineal) ¿es, acaso, el autor incoherente? ¿es necesario establecer un orden unívoco que descubra al verdadero W.? ... aunque lo que haya dicho, pongamos por caso no haya durado en su mente ni un mes, ni una semana, ni un dia ¿es menos Wittgenstein que lo que duró un año? ¿No estamos confundiendo verdad (sea lo que fuere) con duración? ¿Se puede decir que un río es más río en un recodo que en otro; que su identidad está más completa al final, al medio, o al principio? ¿o es, justamente el conjunto heterogéneo lo que identificamos al darle un nombre? 


3. La ética, según Wittgenstein: 

Una etapa de transición (según algunos autores, yo preferiría decir "más breve"), es la que se muestra en las siguientes reflexiones a propósito de la ética. Forman parte de una conferencia que, el 17 de noviembre de 1929, pronunció ante un selecto grupo de estudiante y profesores de Cambridge, la sociedad "The Heretics". 

En esta charla Wittgenstein desea demostrar que la ética pertenece a una clase de experiencias que no se pueden expresar con el lenguaje: 

«Creo que resulta definitivamente importante poner punto final a toda la faramalla referente a la ética: si existe el conocimiento intuitivo, si existen valores, si lo bueno se puede definir.» (citado por Monk, 267, en las conversaciones de Wittgenstein con Waismann y Schlick). 

Sin embargo contra lo que podría suponer una lectura rápida y superficial Wittgenstein no se niega, en absoluto, a que el lenguaje indique cierta clase de experiencias. "Podía imaginarse, dijo, lo que Heidegger, por ejemplo, quería decir mediante la angustia y el ser (en frases como: «Que frente a lo que no siente angustia es ante Estar-en-el-mundo como tal»), y simpatizaba también con la frase de Kierkegaard de «este algo desconocido con que la Razón colisiona cuando está inspirada por su pasión paradójica» (Monk, ibid) Por lo tanto el establecer un límite al lenguaje tiene, según nuestra opinión, la misma función que los mensajes de alerta sobre "terreno minado"; no implican que sea imposible pasar por allí, sino que puede ser muy peligroso intentarlo sin la ayuda adecuada. 

De todas maneras las interpretaciones son inacabables, así que dejaremos que juzgue el propio lector, (si hasta ahora no ha tenido oportunidad de leer directamente a nuestro filósofo), y reflexione sobre lo que intenta transmitir W. 

Antes de la cita un comentario más. Se podría pensar que una persona "no especializada" está desnuda de las condiciones necesarias para entender lo que sigue... sin embargo, si seguimos la opinión del propio W. (expresada en múltiples lugares y textos), las "especializadas" tienen, también, sus graves problemas para entender sus razonamientos... así que sólo queda el texto frente a nuestra inteligencia, sin excusas por no haber recorrido un trayecto filosófico que allane todas, o la mayoría, de las dificultades inherentes a un 'análisis Wittgenstein': 


"...he decidido hablarles sobre un asunto que me parece de importancia general, esperando que les ayude a aclarar sus ideas sobre el tema (aun cuando estén en total desacuerdo con lo que voy a decir al respecto) [...] El tema, como saben, es la ética y voy a adoptar la explicación de este término dada por el profesor Moore en su libro Principia Ethica. Dice: "La ética es la investigación general acerca de lo que es bueno." ... [ETICA] 


No se trata, según Wittgenstein, de descartar el lenguaje (cosa imposible, por otra parte) ni de sustituirlo por uno artificial, que evite la polisemia y las referencias absurdas, sino de conocerlo y reconocerlo en sus dificultades y trampas. Cuando se habla (o se escribe) se dice más de lo que se cree y menos de lo que se intenta. La tarea del filósofo es la de un detector sensible que nos facilite el tránsito por un terreno inseguro, no la de crear sistemas que expliquen la realidad, ni de indicar cuál teoría es la correcta ("La filosofía no es una elección entre "teorías" diferentes". MONK, 301). Claro que cuando Wittgenstein piensa en un filósofo no está pensando en un profesional, alguien que vive de la 'Filosofía' sino, segun todos los indicios que ofrece, en una actitud de análisis constante del material que se ofrece a nuestro pensammiento. 

Wittgenstein desdeñaba la 'filosofía' libresca, no porque estuviera en contra de la enseñanza (él mismo se dedico a ella gran parte de su vida, incluyendo la primaria... cosa que muy pocos filósofos han experimentado), sino porque advertía que, paradojicamente, la enseñanza de la filosofía podía matar el espíritu filosófico 


("De este modo, a uno de sus estudiantes, Karl Britton, Wittgenstein le insistió en que no podía tomarse en serio la filosofía mientras estudiara para obtener un título en esa materia. Le instó a que dejara la carrera e hiciera otra cosa. Cuando Britton se negó, Wittgenstein sólo mantuvo la esperanza de que eso no matara su interés por la filosofía." MONK,302). 

¡Pobre W.! Nunca sospechó la ingente cantidad de cursos académicos que originaría con sus reflexiones... 

"A veces Reeves intentaba hablar con Wittgenstein de filosofía, pero era característico de éste que no alentara su interés en este tema. Le hacía ver a Reeve que, contrariamente a la medicina, la filosofía era absolutamente inútil, y que a menos que uno se viera obligado a hacerlo, no tenía sentido dedicarse a ella. "Hace usted un trabajo decente con la medicina", le dijo a Reeve; "dése por satisfecho con eso." "En todo caso", añadía maliciosamente, "es usted demasiado estúpido". Es interesante observar, sin embargo, que cuarenta años más tarde Reeve dijo que su pensamiento había estado influido por Wittgenstein en dos maneras distintas: primero, no olvidando nunca que las cosas son como son; y segundo, buscando comparaciones reveladoras a la hora de comprender cómo son. 

Estas dos ideas son centrales en la filosofía posterior de Wittgenstein. Éste, de hecho, pensaba en la frase del obispo Butler: "Todas las cosas son lo que son, y no otra cosa", como lema para sus Investigaciones filosóficas. Y la importancia de las comparaciones reveladoras no sólo reside en el núcleo de la idea central de Wittgenstein de: "la comprensión que consiste en ver relaciones", sino que también era vista por Wittgenstein como la característica principal de su contribución a la filosofía. Las conversaciones de Wittgenstein con Reeve, al igual que su ayuda a Gant y a Reeve para clarificar sus ideas acerca de la "conmoción", muestran que, aparte de hablar de filosofía, hay más maneras de ejercer una influencia filosófica. Wittgenstein impartía una manera de pensar y de comprender las cosas, no diciendo lo que la distinguía de las demás, sino mostrando cómo podía utilizarse para clarificar las propias ideas." (MONK, 412) 


3. Wittgenstein haciendo filosofía: 

Sin embargo, (en el sentido del último párrafo citado) W. resulta frustrante. Su intento de clarificación ("Wittgenstein dio en pensar que, en lugar de enseñar doctrinas y desarrollar teorías, un filósofo debería proponer una técnica, un método de alcanzar la claridad". MONK, 279) como ya dijimos, no cuajó en ningún sistema "viable". Y con esta última palabra aludo a un conjunto de técnicas que pudieran estandarizarse y utilizarse en la práctica científica o filosófica. Más allá de algunos aportes técnicos importantes (como las tablas de verdad) las contribuciones de Wittgenstein quedan aisladas del proceso de desarrollo cultural del siglo XX. Como dijo Bertrand Russell despectivamente, fuera del Tractatus ya no hay interés en conocer a Wittgenstein 

"El Wittgenstein posterior, -son palabras de Russell- por el contrario, parece haberse cansado del pensamiento serio y haber inventado una doctrina que hace innecesaria esa actividad". MONK, 431. 

El filósofo se asemeja a la figura solitaria y triste que lucha contra molinos de viento; lucha que, como sus comentarios sobre las matemáticas, resultan totalmente ignoradas por los profesionales en la materia . 

(«Nada me parece menos probable», escribió, «que el hecho de que un científico o un matemático que me lea pueda verse seriamente influido por mi obra.» Si, como repetía con énfasis, no estaba escribiendo para filósofos profesionales, todavía menos escribía para matemáticos profesionales. MONK, 305). 

¿Es entonces, W., un caso interesante sólo por su aislamiento y la ausencia de herederos conocidos? Me inclino a creer que no es el caso. Cualquiera que lea con atención sus escritos verá que no contienen ni trivialidades ni desatinos. Que muchas de sus reflexiones siguen perfectamente utilizables... y que algunas de sus críticas mantienen la pólvora seca. 

Sin embargo es un descubrimiento personal, ya que no forma parte de ninguna moda, ni pareciera que su lectura ofrezca la promesa de una avance académico brillante; aunque siempre está a mano la posibilidad de escribir un texto sobre 'la filosofía de Wittgenstein' con comentarios de segunda o tercera mano -consultando a los principales biógrafos-. Dichos libros resultan, con todo respeto, bastante sosos... excepto en las partes en que el autor, o la autora, transcriben algunos párrafos del maestro. En esos breves momentos (cuando se compara el texto con la cita de W.) uno se pregunta como se puede momificar hasta tal punto un filósofo que no quería ni ponerse corbata ni dar una clase sentado en un estrado-púlpito mientras los alumnos escuchan en silencio y dejan volar la imaginación en ensoñaciones más estimulantes. 

Un hecho creo que resulta evidente, y no debe ser ocultado: el conocimiento de la filosofía de Wittgenstein no agota a Wittgenstein. Quedarse allí es traicionar no ya a una persona concreta sino a la propia tarea de reflexión en la que él se distinguió. Sí un filósofo tiene algun valor no es por lo que dice solamente, sino, más que nada, por 'como' lo dice, por lo que 'muestra', por ser un ejemplo viviente y, luego, memorable. 

Nada es definitivo cuando se dice... sólo el ejemplo. 

Produce verdadera inquietud observar como oleadas de comentaristas pueden "diluir" una personalidad poderosa hasta alcanzar proporciones homeopáticas; filtrando hechos y circunstancias, hasta que sólo quedan ideas sueltas que brillan como rescoldos. Esto, que en cualquier materia es perjudicial (menos en las "formales"), en el caso de la filosofía puede tomar el carácter de tragedia. No creo que exista otra rama del conocimiento humano (a excepción de la religión) donde la persona sea tan importante como lo que cuenta. 

Comentar a un filósofo no es sólo traducir sus ideas, sino tambien hacer llegar un atisbo de su personalidad... y esto es lo que se pierde, irremisiblemente, en muchas de las biografías consultadas. Leyendolas uno comprende que el terror de Wittgenstein sobre los filósofos profesionales parece perfectamente justificable. Estudios sobre W. que traicionan su espíritu, aunque son inobjetables en las citas textuales (¿es científico sólo aquel artículo que lleva un adecuado aparato de citas?). 

A veces, para transmitir determinadas ideas, se requiere apelar al arte, a la literatura o a la poesía, incluso a la novela de género (como la policíaca). Por ello no resisto la tentación de transcribir el breve poema de I.A.Richards (el coautor, junto a C.K.Ogden de "El significado del significado"), quien tuvo la oportunidad de asistir de cuerpo presente a las clases que impartía Wittgenstein. En mi opinión, Richards hace aquí más justicia al filósofo que el juicio ponderado de sus propios colegas: 

 "Tu voz y la suya oí en esas no-clases -oblicuas sillas plegables extendiéndose; Moore en la butaca inclinado y anotándolo todo-Todas las almas ansiosas de cualquier palabra tuya. 

 Pocos podían resistir mucho tiempo tu ojerosa belleza Labios desdeñosos, grandes ojos iluminados de desprecio, Ceño fruncido, sonrisa franca, una devoción a tu deber Nacida de la aflicción, más allá del mundo. 

 Tal era el suplicio, los oyentes hechizados Contemplaban y aguardaban las palabras inminentes, Retenían y modrían su aliento mientras estabas mudo Angustiados, impotentes a la espera de los prisioneros ocultos 

 ¡Atiza otra vez el fuego! ¡Abre la ventana! ¡Calla! -paciente da pasos infructuosos, estériles las revelaciones del techo-, apresúrate a remover de nuevo las cenizas. 

 "¡Oh, está tan claro! ¡Está absolutamente claro!" Los nervios tensos se tensan aún más por toda la universidad; Los lápices están en posición: "Oh!, soy un maldito idiota! ¡Un perfecto idiota!" Así: sin embargo surge. 

 No es que el Maestro no sea pedagógico: Ceños que se creían despreocupados se perlan mientras observan Los corazones sangrar con él. Pero ¿querrías un destello? ¡Intenta sugerirlo! ¿Quién será el siguiente en colocar un ladrillo? 

 La ventana otra vez abierta, el fuego atacado de nuevo (¡déjalo, pero deja lo que está fuera, ya hace mucho, solo!) una gran calma; una frase iniciada; luego el gruñido detiene los lápices. De nuevo al estribillo. 

( MONK, 273) 


3. Un repaso a su obra, luego del "Tractatus": 

Existen, por lo dicho, pocas biografías realmente recomendables en nuestro idioma. Aunque son relativamente numerosas aquellas que parecen generadas para "consumo interno" de alguna universidad local. Una de las que nos parecen particularmente interesantes es la de Arthony Kenny. Pero no es estrictamente un biografía sino una revisión, con sentido histórico, de algunos aspectos principales de su obra. Veamos una muestra de su estilo que nos permitirá conocer, en síntesis apretada, algunos aspectos de la evolución de Wittgenstein: 

 ... "Gran parte del "Tractatus" está dedicada a mostrar cómo, con la ayuda de diversas técnicas lógicas, se pueden analizar proposiciones de muy distintos tipos en [KENNY: Ver a partir de la pág. 20] 


7. Fragmento de las "Investigaciones Filosóficas": 

En la lista se suscitó interés por leer el último de sus libros, las "Investigaciones Filosóficas". Pero... este texto resulta inhallable en nuestras librerías (por lo menos en las de Barcelona). Las ediciones que existen en español, están agotadas. ¿Será que Wittgenstein ya no se enseña en las Facultades españolas? ¿o que basta con algunos apuntes del profesor de la materia, para suplir la ausencia de los textos fundamentales? En todo caso, en la lista abordamos el problema con espíritu positivo e intentamos digitalizar algunos materiales para ponerlos a disposición de todos y de esta manera... corregir una situación más que anómala. 

A continuación vienen unos fragmentos que pueden compararse con el texto en inglés, pero dado que es una traducció 'casera' pedimos ayuda, desde estas páginas para traducir éstas y otras partes de las 'Investigaciones' debido rigor. Ello podría ser una tarea colectiva en la que pueden implicarse todos aquellos que por una u otra razón deseen que un autor como Wittgenstein esté al alcance de todo estudiante y todo estudioso de filosofía en español. 

 (La numeracion de los párrafos pertenece al texto original): 

*129. The aspects of things that are most important for us are hidden because of their simplicity and familiarity. (One is unable to notice something - because it is always before one's eyes.) The real foundations of his enquiry do not strike a man at all. Unless that fact has at some time struck him. - And this means: we fail to be struck by what, once seen, is most striking and most powerful. 

129. Los aspectos de las cosas que para nosotros son muy importantes se encuentran ocultos debido a su familiaridad y simplicidad (no se ven porque siempre están delante de nuestros ojos). Los fundamentos de esta investigación pasan desapercibidos a menos que alguna vez hayan llamado la atención; ello significa que no despertará la atención aquello que, de otra manera, podría ser observado como algo sorprendentemente fuerte. 


*371. Essence is expressed by grammar. 

371. La esencia se expresa en la gramática. 


*372. Consider: "The only correlate in language to an intrinsic necessity is an arbitrary rule. It is the only thing which one can milk out of this intrinsic necessity into a proposition." 

372. Piensa: "La única correlación forzosa que hay en el lenguaje con un hecho, es una regla arbitraria. Ésta es la única relación que se puede llevar a una proposición" 


*373. Grammar tells what kind of object anything is. (Theology as grammar.) 

373. La gramática indica la clase de objetos que las cosas son. (Teología como gramática). 


*504. But if you say: "How am I to know what he means, when I see nothing but the signs he gives?" then I say: "How is he to know what he means, when he has nothing but the signs either?" 

504. Pero si Ud dice: "¿Cómo me entero de lo que él quiere decir sí sólo veo los signos que él me proporciona? yo, entonces, le pregunto "¿Cómo sabe él lo que dice sí sólo tiene, tambien, signos?" 


*512. It looks as if we could say: "Word-language allows of senseless combinations of words, but the language of imagining does not allow us to imagine anything senseless." - Hence, too, the language of drawing doesn't allow of senseless drawings? Suppose they were drawings from which bodies were supposed to be modelled. In this case some drawings make sense, some not. - What if I imagine senseless combinations of words? 

512. Parece como si se pudiera decir: "El lenguaje verbal permite combinaciones absurdas de palabras, pero el lenguaje de la mente no permite tales combinaciones". Por consiguiente ¿el lenguaje del dibujo tampoco permite imágenes absurdas? Imagina dibujos sobre los cuales se pueden modelar cuerpos. En este caso algunas imágenes tienen sentido y otras carecen de él ¿Que pasa si invento combinaciones sinsentido de palabras? 


Carlos Salinas Dic 1998 


Notas: 

1-Bibliografia citada en este artículo: 

CAM: Ludwig Wittgenstein Los Cuadernos Azul y Marron. Edit. Tecnos. Colec. Estructura y Función. Madrid. 2da.Edición. 1993 Traducción de la 2da. Edición Inglesa. 

MONK: Monk, Ray (edición original en inglés de 1990) Ludwig Wittgenstein Anagrama Barcelona, 1997 Para mi es la más completa, y por lo tanto recomendable, biografía de Wittgenstein publicada en español. 

ETICA: Ludwig Wittgenstein. Conferencia de Ética. version española en "Ocasiones Filosóficas 1912-1951" Cátedra. Colección Teorema. Madrid, 1997 Capítulo 5. "Conferencia de Ética". (pag.57 y ss) Este texto fue editado con la colaboración de Rush Rhees, y publicado originalmente en The Philosophical Review, vol. 74, enero de 1965, pp 3-12. 

Existe tambien otra versión en español, con texto muy similar, de la conferencia de Wittgenstein. Estos son los datos bibliográficos: Ludwig Wittgenstein. CONFERENCIA SOBRE ÉTICA. Con dos comentarios sobre la teoría del valor. Traducción de Fina Birulés Introducción de Manuel Cruz Paidós-ICE de la Universidad Autónoma de Barcelona. Colección Pensamiento Contemporáneo 1. 2ª edición, 1990 Barcelona. 

KENNY: Kenny,A. Wittgenstein. (edición original de 1972) Alianza Universidad. Madrid, 1995. 

2. Bibliografía completa sobre Wittgenstein en "Casi Nada" 

Consúltese la hoja: http://usuarios.iponet.es/casinada/21wittbb.htm 

domingo, 7 de septiembre de 2008

Wittgenstein, arquitecto II

Paul Strathern (1996)
Wittgenstein en 90 minutos.
Siglo XXI Editores.
Madrid, 1998.

[pags. 44-47]
Una vez que se hubo desprendido de la filosofía y de sus millones, W. decidió convertirse en maestro de escuela de una remota aldea de montaña de la Baja Austria. Después de rechazar un pueblo porque contaba con un ameno parquecillo con fuente ("Esto no es para mi. Yo quiero un lugar autenticamente rural), cayó finalmente sobre el pobre pueblo de Trattenbach. 

La estancia allí de W. fue una catástrofe para todos. Con aristocrática arrogancia empezó a infligir sus nuevos principios espirituales a los niños campesinos y los padres se enfurecieron (No necesitaban que nadie les enseñara a vivir con pobreza y sencillez). Los piadosos campesinos se enfurecieron igualmente cuando el maestro de los nobles pensamientos rehusaba ir a la iglesia porque, en su opinión, los sermones eran un vacio espiritual; y aún más heridos se sintieron cuando evitaba unírseles en la "bierstube" local para unas copas, en vez de quedarse en su habitación desnuda, tocando el clarinete (y contemplando la idea del suicidio). Las cosas llegaron a su límite al cabo de un par de años; en un incidente en la escuela, W. golpeó a un chico; esto se sacó de toda proporción y los campesinos consiguieron librarse de su imposible autodesignado santo. 

Wittgenstein regresó a Viena, donde su familia estaba seriamente preocupada por el estado de su mente. Finalmente, una de sus hermanas le encargó construirle una nueva casa. Wittgenstein se puso a la tarea con su característica seriedad y diseñó un edificio moderno, como un bloque, desprovisto de cualquier adorno, pero la construcción no iba a ser simple, cada elemento del diseño debía ser respetado con exactitud fanática. Hubo que tirar abajo toda una pared porque se vio que una ventana estaba unos pocos centímetros desplazada de su lugar, cada picaporte tenía que ser fabricado de encargo, los pestillos de las ventanas resultaron ser estéticamente inaceptables, y así todo. Los constructores llegaron a desesperarse a causa del perfeccionismo de su patrón, pero no podían permitirse dejar el empleo con este lunático que estaba construyendo una prisión residencial moderna, de tres pisos, para su hermana millonaria, porque afuera, en las calles de Viena, la gente se moría de hambre. 

Esta casa todavía está en la Kundmanngasse, una calle por medio del canal del Danubio, en el distrito este de Viena. En apariencia, el edificio, un bloque modernista de principios de siglo, de tres alturas y con filas de grandes ventanas, no tiene nada de excepcional. Cuando hace algunos años localicé por primera vez la Witt gensteínhaus, no estaba abierta al público; me quedó en la calle, frustrado, tratando de mirar por las ventanas para ver cómo era por dentro y vi una escalera que cruzaba diagonalmente una de las ventanas, pero me di la vuelta enseguida; una mujer estaba subiendo por la escalera y me encontré, inadvertidamente, con los ojos fijos en su falda. El arquitecto dejó esta pifia arquitectónica, obsesionado por cómo colocar con precisión enchufes de diseño y cosas así. (En llamativo paralelo, la segunda filosofía de Wittgenstein -que debe haberse formado en su cabeza por aquel tiempo- muestra características notablemente similares en su obsesión por los detalles y su completo desprecio por las necesidades de las gentes que han de vivir con ella.) La última vez que vi, hace algunos años, la Wittgenstein ha us albergaba el Instituto Búlgaro de Cultura, un concepto que podría no haber soportado un análisis lógico riguroso del creador del edificio. En aquellos días anteriores a la caída de la Cortina de Acero, el lugar era un nido de espías.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Wittgenstein, arquitecto I

Monk,R (1990)
Ludwig Wittgenstein. El Deber de un Genio.
Edit. Anagrama.
Barcelona, marzo 1997 (2da. Edición)

[pag. 226-228]
El regreso de Wittgenstein a Viena en el verano de 1926, por tanto, parece marcar el fin de un extrañamiento de su familia que se remonta al menos hasta 1913, fecha de la muerte de su padre. A su llegada a Viena se le ofreció una especie de terapia laboral que, contrariamente a su trabajo de jardinero, le imponía la obligación de colaborar con otras personas, a fin de ayudarle a regresar a la sociedad. Además le daría la oportunidad de poner en práctica sus firmes opiniones acerca de estética arquitectónica. Se le pidió, tanto por parte de su hermana Gratl como por parte de Paul Engelmann, que colaborara con éste en el diseño y la construcción de la nueva casa de Gratl. 

 Engelmann ya había llevado a cabo algunos trabajos para la familia Wittgenstein. Se había encargado de la renovación de la casa familiar de la Neuwaldeggergasse, y había construido para Paul Wittgenstein una habitación en la Alleegasse para que expusiera su colección de porcelana. A finales de 1925 Gretl le solicitó que fuera el arquitecto de una nueva casa en la ciudad, que sería construida en una parcela que había comprado en una de las zonas menos distinguidas de Viena, la Kundmanngasse, en el Distrito Tres de Viena (cerca de la escuela de magisterio en la que Wíttgenstein había estudiado). El proyecto rápidamente despertó el interés de éste, y durante su último año en Otterthal, siempre que regresaba a Viena, discutía con Gretl y Engelmann con mucha vehemencia e interés, de manera que a Engelmann le pareció que Wittgenstein comprendía los deseos de su hermana mejor que él mismo. 

 Los primeros planos fueron dibujados por Engelmann durante el último trimestre que Wittgenstein dio clases, pero cuando éste dejó Otterthal, le pareció natural invitarle a que se uniera a él como socio en el proyecto. A partir de entonces, dice Engelmann: «Él fue el arquitecto, no yo, y aunque la planta de distribución de la casa ya estaba hecha antes de que él se sumara al proyecto, considero que el resultado es un logro suyo y no mío.» 

 El plano definitivo está fechado el 13 de noviembre de 1926, y en él figura el sello: «P. Engelmann & L. Wittgenstein, Arquitectos.» Aunque jamás había estudiado arquitectura, y sólo colaboró en esta obra, hay indicios de que Wittgenstein comenzó a tomarse muy en serio esta denominación, y a ver en la arquitectura una nueva vocacion, una nueva manera de volver a crearse a sí mismo. Durante años figuró en la guía de teléfonos de Viena como arquitecto profesional, y sus cartas de esa época están escritas en un papel de carta en el que se lee: «Paul Engelmann & Ludwig Wittgenstein, Arquitectos, Viena 111, Parkgasse 18.» De todos modos, quizá tal cosa no sea más que otra afirmación de su independencia: la insistencia en un estatus de profesional independiente y el rechazo de que la obra arquitectónica para su hermana hubiera sido una simple sinecura. 

 Su papel en la concepción de la casa se centró primordialmente en el diseño de las ventanas, puertas, cerraduras y radiadores. Tal cosa no resulta tan marginal como puede parecer en un principio, pues precisamente estos detalles son los que otorgan su distintiva belleza a una casa que de otro modo sería bastante vulgar e incluso fea. La falta absoluta de cualquier decoración exterior ofrece una severa apariencia, mitigada sólo por la elegante proporción y meticulosa ejecución de los diseños de Wittgenstein. 

 De este modo, los detalles lo son todo, y Wittgenstein supervisó su construcción con una exactitud casi fanática. Cuando un cerrajero le preguntó: «Dígame, Herr Ingenieur, ¿realmente importa tanto un milímetro aquí o allí?» Wittgenstein rugió: «¡Sí!» delante del hombre y no dijo nada más. Durante las discusiones con la empresa de ingeniería responsable de las altas puertas de cristal que Wittgenstein había diseñado, el ingeniero que llevaba las negociaciones se echó a llorar, desesperando de llegar a ejecutar alguna vez el encargo según los patrones de Wittgenstein. Se tardó un año en entregar los radiadores, aparentemente sencillos, pues nadie en Austria era capaz de construir lo que Wittgenstein tenía en mente. Las piezas fundidas de las partes se consiguieron en el extranjero, e incluso entonces lotes enteros fueron rechazados por inutilizables. Pero, tal como recuerda Hermine Wittgenstein: 

"Quizá la prueba más reveladora de la inflexibilidad de Ludwig a la hora de conseguir unas proporciones exactamente correctas sea el hecho de que hiciera levantar tres centímetros el techo de una de las habitaciones, que era lo suficientemente grande como para ser una sala, justo cuando ya era casi hora de comenzar a limpiar la casa." 

 Gretl pudo mudarse a la casa a finales de 1928. Según Hermine, se ajustaba a ella como un guante; la casa era una extensión de la personalidad de Gretl para quien «ya desde su infancia, todo lo que la rodeaba tenía que ser original e imponente». Por su parte, sin embargo, Hermine tenía algunas reservas: 

"... aunque yo admiraba la casa muchísimo, siempre supe que no quería ni habría podido vivir en ella. Me parecía más una residencia para dioses que para un pequeño mortal como yo, y al principio incluso tuve que superar una leve oposición interior a esa «lógica encarnada en casa», como yo la llamaba, a su perfección y a su monumentalidad." 

 Resulta fácil comprender ese ligero aborrecimiento. La casa fue diseñada prestando poca atención a las comodidades de los mortales ordinarios. Las cualidades de claridad, rigor y precisión que la caracterizan son algo que uno buscaría en un sistema de lógica y no en un lugar de residencia. Al diseñar el interior, Wittgenstein hizo pocas concesiones al confort doméstico. Alfombras, candelabros y cortinas fueron severamente rechazados. Los suelos eran de una oscura piedra pulimentada, las paredes y el techo estaban pintados de un color ocre claro, el metal de las ventanas, los tiradores de las puertas y los radiadores quedaron sin pintar, y las habitaciones estaban iluminadas con bombillas desnudas. 

 Debido en parte a esta pura monumentalidad, y también en parte al triste destino de la propia Austria, la casa -que había consumido tanto tiempo, energía y dinero- ha tenido una historia desgraciada. Menos de un año después de que Gretl se mudara a ella, la Gran Depresión de 1929 (aunque de ninguna manera la dejó en la indigencia) la obligó a despedir a gran parte del personal que necesitaba para llevar la casa tal como se debía, y tenía que recibir a sus invitados no en la sala, sino en la cocina. Nueve años después, tras el AnschIuss, huyó de los nazis para vivir en Nueva York, dejando la casa vacía al cuidado del único sirviente que le quedaba. En 1945, cuando los rusos ocuparon Viena, la casa fue utilizada como cuartel por los soldados rusos y como establo para los caballos, Gretl regresó en 1945 y vivió allí hasta su muerte, en 1958. La casa entonces pasó a ser propiedad de su hijo, Thomas Stonborough. Compartiendo las reservas de Hermine acerca de su idoneidad como residencia, Storiborough la dejó vacía durante muchos años hasta que, en 1977, la vendió a un constructor para que la demoliera. La salvó de este destino una campaña a favor de que se declarara monumento nacional, promovida por la Comisión Histórica de Viena, y ahora sobrevive como sede del departamento cultural de la Embajada de Bulgaria, aunque el interior ha sido sustancialmente alterado para adaptarse a este propósito. Si Wittgenstein la hubiera visto en su estado actual -tabiques para formar habitaciones en L, paredes y radiadores pintados de blanco, el vestíbulo alfombrado y forrado de madera-, probablemente habría preferido que la demolieran. 

 Mediante ese trabajo realizado para Gretl, Wittgenstein entró de nuevo en contacto con la sociedad vienesa, y, con el tiempo, con la filosofía. Mientras la casa de la Kundmanngasse era construida, Gretl y su familia continuaron ocupando la primera planta del Schönbrunn Palace. Su hijo mayor, Thomas, había regresado recientemente de Cambridge, y ahora estudiaba filosofía y letras en la Universidad de Viena. En Cambridge había conocido a una muchacha suiza llamada Marguerite Respinger, y la había invitado a Viena. Con ella Wittgenstein inició una relación que llegó a considerar, al menos, como preliminar al matrimonio, y que iba a durar hasta 1931. Ella fue, que se sepa, la única mujer de la que se enamoró. 

Wittgenstein, y el Derecho

From jb2almam@uco.es Wed Mar 10 12:28:50 1999
Subject: bibliografía W.
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OTRO LIBRO SOBRE W. Y LA FILOSOFÍA DEL DERECHO. Este no lo he leído, el otro que te mandé de Sánchez Cámara sí te lo recomiendo con conocimiento de causa. forma parte de la colección EL DERECHO Y LA JUSTICIA, dirigida por Elías Díaz.

"Wittgenstein: el lenguaje, la política y la justicia".
autor: Hanna Fenichel Pitkin.
introducción y traducción de Ricardo Montoro Romero.
rústica, 15+21cm, 516 pp.
edición 1984
ISBN 84-259-0700-4.
precio 2000 ptas.

hay muchísimas referencias a W. en el mundo de la filosofía del derecho. Ten en cuenta que

1. la palabra es la herramienta del jurista. recientemente se ha publicado una monografía titulada "EL derecho como texto", de Gregorio Robles. 

2. la gran disputa entre positivistas e iusnaturalistas acerca del concepto y esencia del derecho tiene mucho (o todo) que ver con la cuestión de si la justicia (la ética, la moral) ha de formar parte de la idea de derecho, o para saber qué es derecho lo mejor es cogerse el BOE.-dicho así un poco a lo burro-.

3. imagínate que nos ponemos de acuerdo en que el derecho (que no es sino un montón de palabras, pues también la costumbre, que no está escrita, se expresa a través de palabras) ha de integrar, para poder ser reconocido como derecho, una dimensión de justicia, y que después de todo va a resultar que las palabras no sean el vehículo adecuado para la ética, o vamos, que no se puede hablar de ella. pues es un trastorno.

W. ha dado mucho juego a los positivistas, eso estaba cantado, pero también los iusnaturalistas han realizado su propia versión del asunto que no invalida la necesidad de una dimensión axiológica en lo jurídico. si os interesa todo este rollo, me he inscrito en la lista, podemos comentarlo desde allí, lo que te escribo es tan general que es casi mentira. espero tener un ratillo para presentarme en esta semana. saludos desde córdoba