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viernes, 31 de octubre de 2008

Hezbolá

http://blogs.periodistadigital.com/infordeus.php/2006/09/12/la_historia_de_hezbola_explica_por_que_n
La historia de Hezbolá explica por qué no va a desarmarse bajo ningún concepto
Permalink 12.09.06  
[Hezbolá ha inventado el terrorismo suicida islamista]
 El pasado agosto, ‘Periodista Digital se hizo eco insistentemente de 'una aguda entrevista publicada en el diario argentino Página 12', al diputado libanés y uno de los líderes de Hezbolá, Hassan Hajj Hussein. Preguntado sobre el apoyo logístico que, supuestamente, Irán presta a Hezbolá, el diputado libanés reta al entrevistador: 'Lo desafío a que me aporte la más mínima prueba de que somos un instrumento de Irán'. Hezbolá, el 'Partido de Dios', tiene 25 años a sus espaldas y se ha configurado como el verdadero dueño del Líbano. Es toda una potencia aguerrida y fanática que inventó el terrorismo suicida contemporáneo. No es vano recordar su pasado, para conocer su presente y su futuro.

Porque el diputado del grupo Ali Ammar ha dejado claro que "la resistencia conservará sus armas, que son como el Evangelio y el Corán", en un discurso pronunciado esta semana ante miles de personas en los barrios del sur de Beirut. Ammar acusó a los detractores del grupo chií de "haber planificado el asesinato de la resistencia en colaboración con los norteamericanos y los israelíes", en alusión al movimiento antisirio denominado "Catorce de Marzo", creado tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri. Dicho movimiento controla el Gobierno libanés, de 24 ministros, entre los que hay solo dos de Hezbolá.

Según el diputado chií, "las fuerzas del ’Catorce de Marzo’ se alinearon con el enemigo israelí desde el principio" de la guerra entre Hezbolá e Israel, el pasado 12 de julio. Por ello, estimó, "este gobierno debe irse" ya que está formado por "una mayoría ilusoria, que usurpó el poder". El movimiento del "Catorce de Marzo" presiona en favor de la aplicación de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el desarme de Hezbolá, y conforme a la que Siria tuvo que reiterar sus tropas del Líbano en abril de 2005.

LA ‘FATUA’ DE 1983

En octubre de 1983, una fatwa emitida por el jeque Mahdi Chams ad-Din', antigua mano derecha del imán Musa Sadr y vicepresidente del por entonces postergado Consejo Superior de la Chía, no sólo fue un llamamiento a la desobediencia civil sino que instó a la comunidad a resistir a la ocupación del sur apelando al imán Husein y a su martirio en Kerbala a manos de los impíos omeyas. Tres semanas después, el 4 de noviembre de 1983, un joven de 20 años se puso al volante de un coche rojo aparcado frente a su casa y repartió besos y bendiciones a cuatro hombres presentes. Condujo hasta la puerta de un cuartel ocupado por los israelíes y cuando le pidieron que se identificara abrió la guantera y saltó por los aires. Con él murieron 60 personas, 29 de ellas soldados israelíes. Así nacía el terrorismo suicida islamista, un privilegio que corresponde a los chiítas libaneses aleccionados por los agentes subversivos enviados por el régimen teocrático de los ayatolás de Irán.

Hezbolá comenzó a fraguarse en 1982, pocos meses después de la segunda invasión israelí, con la fusión de tres grupos chiíes libaneses, en medio de un ambiente favorable al islamismo gracias a la semilla plantada por Musa Sadr y los jeques Chams al-Din' y Fadlahah, según cuenta el libro reciente 'Hizbulah, el brazo armado de Dios', del corresponsal de la agencia Efe en Oriente Medio Javier Martín, una de las pocas fuentes serias en español, aún teniendo en cuenta que Martín en su libro no oculta sus simpatías por el movimiento que retrata y sus antipatías por el oponente israelí.

Pero sigamos con la historia. Durante tres años, un núcleo primigenio de clérigos, apoyados por Irán, trabajó en la clandestinidad para aunar a las distintas facciones bajo un liderazgo único que el 16 de febrero de 1985 se presentó al mundo como un movimiento de resistencia islámica, el 'Partido de Dios'. Durante un tiempo se había llamado Yihad Islámica pero finalmente se adoptó esa denominación procedente de la aleya 56 de la sura 5 del Corán. Ese 16 de febrero, -primer aniversario de la muerte del jeque Raghab Harb, uno de los primeros paladines de la lucha armada, asesinado por tropas israelíes-, el portavoz del grupo Ibrahim al-Amin Sayed, dio inicio oficial a la resistencia contra la ocupación israelí.

Los tres grupos compartían admiración por el régimen de los ayatolas y cada uno aportó tres miembros a un primer Consejo o Majlis. El 'manifiesto de los nueve' recibió el visto bueno del ayatolá Jomeini, que ordenó a la Guardia Revolucionaria Iraní que les apoyara, en primer lugar a través de instrucción militar. Oficiales de alto rango iraní visitaron Siria, que permitió abrir un corredor para el trasiego libre de militares iraníes por su territorio y el establecimiento de campos de instrucción militar en el valle libanés de la Bekaa, cerca de sus propios acuartelamientos. Miles de adolescentes libaneses, educados por los clérigos, pasaron de las huseyniyas (escuelas) a los campos de entrenamiento militar donde aprendían a manejar armas y explosivos, y 'tácticas bélicas a caballo entre la guerrilla y el terrorismo'. Sólo en el primer año de resistencia en el Líbano, unos 1.500 'pasdaranes' o guardianes de la revolución iraní se establecieron en escuelas coránicas de Balbeck y otras localidades de la Bekaa, dice Martín.

El ahora secretario general de Hezbolá, el jeque Hassan Naralah, miembro de la oficina política, completó sus estudios teológicos en Nayaf. Ha contado al diario As-Safir: 'El principal objetivo en aquel tiempo era atraer jóvenes para enviarlos a los campos militares, donde eran entrenados y organizados para actuar en grupos contra las fuerzas de ocupación. El segundo objetivo era predicar para estrechar el odio al enemigo e inocular el espíritu de resistencia'.

Desde el principio el liderazgo del grupo ha sido colectivo, el secretario general no es más que el director de una empresa. El Majlis decidió adoptar la línea política de Irán y aceptar su ayuda financiera. Los ayatolás iraníes son aceptados como máxima autoridad religiosa y por tanto política. El Wali al-Faqih (el ayatolá Jomeini) era considerado el propio máximo líder.

Gracias a la enorme ayuda recibida, lo que era un grupúsculo se convirtió en tres años en un destacamento aguerrido.

El grupo se ha mantenido siempre fiel a sus raíces iraníes y a su apuesta por la Yihad desde aquella mañana de febrero de 1985, en la que Al-Amin Sayed frente a centenares de seguidores, muchos armados y con uniforme militar, gritó: 'No poseemos un ala militar que sea independiente del resto de nuestros organismos. Cada uno de nosotros es un combatiente cuando se llama a la yihad, y cada cual desempeña sus obligaciones cuando se desencadena la batalla. Alá nos respalda y nos protege mientras llenamos de temor el corazón de nuestros enemigos'. Un precedente clarísimo del discurso de Al Qaeda.

Siempre han negado su participación en los atentados de Argentina en 1992, cuando 29 personas murieron en un atentado contra la embajada israelí en Buenos Aires, y de 1994, que costó la vida a 85 personas en un centro cultural judío tambièn de Buenos Aires. Pero existen indicios importantes nunca rebatidos del todo.

EL CORÁN Y LA METRALLETA

Según se cita en 'Principios políticos, filosóficos, sociales y religiosos del Ayatollah Jomeini' (Icaria, Barcelona 1981, 124 páginas, en traducción del francés de María Rodríguez Bayraguet y Karmele Marchante) pag.16, Jomeini dice: «La guerra santa significa la conquista de los territorios no musulmanes. Podrá ser declarada por el Imán, después de la formación de un gobierno islámico digno de este nombre. Es deber de todo hombre mayor de edad y útil acudir voluntario a esta guerra de conquista en la que la meta final no es otra que la de extender la ley coránica de un extremo al otro de la Tierra. El mundo entero debe saber que la supremacía universal del Islam difiere considerablemente del sistema de poder que motiva a otros conquistadores. Es necesario pues que el gobierno islámico se cree bajo la autoridad del Imán a fin de que sea posible emprender esta conquista que se distinguirá de otras injustas y tiránicas guerras de conquista que hacen abstracción de los principios morales y civilizadores del Islam.»

Es decir, que si la yihad la proclama 'el imán' -los ayatolás que gobiernan Irán- entonces es obligatoria. Si lo hace Al Qaeda, no, porque son suníes y no tienen imanes que dicten doctrina. Irán e Hizbollah practican pues la yihad shiíta, cuyo objetivo es el mismo que el de la yihad sunita: exterminar a los infieles de la faz de la tierra y establecer la 'sharia' de forma universal.

SUICIDA, MÁRTIR O TERRORISTA

El jeque Hasan Nasralah aplicó el término al caso libanés con la denominación 'espíritu de sacrificio', y su mejor ejemplo es el joven Ahmad Qasir, que con 17 años se convirtió en el primer mártir reconocido del grupo. El 11 de noviembre de 1982, 'se subió a un Mercedes blanco, se abrochó el cinturón de seguridad y recitó la 'fatiha', la primera oración del Corán. Probablemente siguió recitándola todo el trayecto por los intrincados vericuetos del sur del país hasta llegar a la puerta principal del cuartel que las tropas israelíes ocupaban en la ciudad meridional de Tiro. Entonces aceleraría y el estruendo de la explosión que se llevaría por delante a 141 personas señalaría el nacimiento en Oriente Medio de una nueva estrategia de lucha que traería cola. Habían pasado escasos meses desde la llegada de los primeros agentes iraníes que impulsarían la subversión.

Sólo entre 1982 y 1985 se registraron casi una treintena de estas 'operaciones de martirio'. Hezbolá trataba de escamotear su responsabilidad objetando que entonces el grupo todavía no estaba definido. Se llamaba Resistencia Nacional Libanesa a un conjunto de grupos de los que los más mortíferos y efectivos fueron Ad-Dawa, uno de los fundadores de Hezbolá, y la Yihad Islamiya 'que se considera una de las tapaderas bajo las que se escondía el naciente Partido de Dios', afirma Martín.

Las explicaciones y coartadas de Hizbullah negando su autoría son un ejercicio refinado de ese que los persas llaman 'ketnam', hablar con doble sentido, una práctica que llegó de Teherán con explosivos y maletines de dinero, en la que se atribuye especial virtuosismo al que fuera presidente iraní Ali Hashemi Rafsanyani, técnica oratoria que practicara también con profusión Husein Musawi y otros portavoces como Nasralah cuando afirmaban que fue Yihad Islamiya y no Hizbolah, el responsable de los atentados contra los marines y la 'fuerza multinacional'.

'La idea de los suicidas había surgido en Irán y tenía en el ayatola Jomeini su principal mentor: al comienzo de la guerra, que su país libró contra Irak entre 1980 y 1988, emitió un edicto religioso en el que justificaba el hecho de que se enviara a niños a correr por los campos minados para abrir las líneas y garantizar así el paso de los tanques iraníes. Esta táctica de 'suicidio consentido y legitimado por la religión' -después empleada por palestinos, chechenos, afganos, saudíes o iraquíes- fue madurada y adaptada en el sur libanés durante los primeros tres años de resistencia que siguieron a la segunda ocupación israelí. La alentaron los jeques adoctrinados por Irán, que convirtieron las 'huseiniyas' -centros religiosos chiíes- en bases para la resistencia. Entre estos dirigentes religiosos destacó Raghab Harb, primer dirigente de Hezbolá asesinado a tiros por un comando de las fuerzas especiales judías', se cuenta en el libro del corresponsal español.

De los campos de entrenamiento de Yibshit y la aldea de Maarakeh, los dos extremos de una comarca conocida como 'el arco de la resistencia', salieron entre 1982 y 1984 la mayoría de los suicidas que sembraron el pánico entre las fuerzas de ocupación israelíes y el contingente enviado por EEUU.

El 6 de junio de 1984, segundo aniversario de la entrada israelí en Líbano, Bilal Fahes, uno de los guardaespaldas de Nabih Berri, jefe de Amal, se montó en uno de los típicos Mercedes blancos que sirven de taxi en el Líbano, y se ocultó entre los limoneros que flanquean la serpenteante carretera de la costa, entre Tiro y Zahrani. Con 18 años recién cumplidos atesoraba ya una gran experiencia militar. Nacido en Yibshit, pupilo del jeque Harb, había sido detenido por la milicia cristiana aliada de Israel durante las primeras semanas de ocupación, pero puesto en libertad a continuación. Los 150 kilos de explosivos que hizo detonar al paso de un convoy de blindados hirieron a nueve soldados israelíes.

Para entonces ya abundaban los voluntarios para el martirio. A cada asesinato selectivo israelí o golpe enemigo, seguía un atentado suicida. El 1o de marzo de 1985, en respuesta a la colocación de una bomba en una huseiniya el día 4 anterior, que mató a doce personas, una de ellas el jeque Yarradi, el mártir Abu Zainab condujo una furgoneta roja hacia otro convoy israelí, a tres kilómetros del asentamiento judío de Metulah, en el norte de Israel, y mató a doce e hirió a catorce soldados volando por los aires con sus 900 kilos de explosivos. Por primera vez, un atentado suicida dentro de la zona de seguridad. Hezbolá comenzaba a actuar abiertamente aunque el atentado fuera reivindicado por Yihad Islamiya.

Pero la operación que consternó al mundo fue el ataque contra la base de 'marines' establecida junto al aeropuerto de Beirut. Una carga de ocho toneladas acabó con la vida de 241 americanos, en el atentado más sangriento sufrido por el ejército estadounidense desde la segunda guerra mundial. El boquete abierto por la explosión alcanzó una profundidad de cuatro metros y la metralla se diseminó varios kilómetros a la redonda.

Tan sólo 20 segundos después, otro artefacto detonó no muy lejos y 58 paracaidistas franceses perdieron la vida en el mayor desastre de su ejército desde la guerra de Argelia. Formaban parte de la fuerza multinacional de la ONU que supervisaba la retirada israelí y la salida de Beirut de los grupos armados palestinos a las órdenes de Yasir Arafat.

EL ARMA MÁS EFECTIVA

En 'La Cuarta Guerra Mundial' (José Catalán Deus, Ediciones Espejo de Tina, Madrid, 2006) se cuenta así: "En 1983 se inicia en Líbano el terrorismo islamista suicida. Los ataques suicidas en la guerra civil libanesa son un punto de referencia en el altar islamista, empezando por el camión bomba que el 18 de abril de 1983 fue estrellado contra la embajada de EEUU en Beirut, provocando 60 muertos. El 23 de octubre se repetían ataques similares contra el cuartel general de los marines, un edificio de siete plantas, en el que murieron 120 soldados, y otro idéntico, tan sólo 20 segundos después, contra el cuartel general de los paracaidistas franceses. El cuarto atentado de la serie tuvo lugar unas semanas después, el 14 de noviembre, contra una base del ejército israelí en Tiro, con 39 muertos. Todos juntos configuran la presentación en sociedad de las acciones suicidas que en las dos décadas siguientes se extenderán como el arma más efectiva del terrorismo islamista. En su primera declaración de guerra a Occidente, en agosto de 1996, Bin Laden celebraba los atentados de Beirut. Estaba claro que se trataba de una nueva arma de inusitada potencia, esa 'bomba atómica de los pobres' que se venía buscando: un terrorista dispuesto a morir en la acción elevaba su eficacia cien, mil veces, era casi imposible contrarrestar su mortífera potencia".

"Efectivamente, al año siguiente las tropas estadounidenses y francesas acantonadas en el país se retiraron después de sufrir otros atentados mortales y una serie de secuestros (cuyo 'remake' ha tenido lugar en Irak sobre todo durante 2004), completadas con acciones terroristas en territorio francés en el verano de 1985. El Hezbolá pro-iraní se convierte en la punta de lanza contra Israel. E irrumpe Hamás, la versión islamista de la resistencia palestina, se cree que con el apoyo israelí y estadounidense en los primeros momentos, para así debilitar la influencia de la OLP de Yaser Arafat".

La operación contra la base estadounidense fue reivindicada en una llamada telefónica a la agencia AFP. Los autores se describían como 'un grupo de musulamnes libaneses soldados de Alá dispuestos al martirio'; su objetivo era establecer un Estado Islámico en Líbano. Las pesquisas sobre la autoría llevaron hasta dos personalidades integristas chiíes: el activista Husein Musaui -en la actualidad asesor de la secretaría general de Hezbolá, y el jeque Fadlalah, uno de los dirigentes espirituales de Amal, ambos ligados históricamente a Hezbolá, que aunque todavía niega oficialmente su autoría en este atentado, alaba la operación y a sus autores, y la califica como 'el primer castigo'.

La figura clave del atentado fue el misterioso Imad Mughniyeh, pieza fundamental también en la llamada 'crisis de los secuestros' que causó el terror entre los occidentales que vivían en el país entre 1984 y 1992. Es considerado por Israel el cerebro de la operación, y está documentada su asidua asistencia a la embajada iraní en Damasco, dirigida entonces por el ayatoleslán Ali Akbar Mohtashemi, considerado el 'padrino' de Hezbolá.

A partir de los acuerdos de Taif en 1990, Hezbolá dejó de atacar a las fuerzas de la ONU y se centró en las fuerzas israelíes.

El pulso entre Irán y Siria por la dominación en el Líbano se concretó en el apoyo sirio a Amal y el iraní a Hezbolá. Siria terminó imponiéndose y Hezbolá acertó a acercarse a los sirios y a aliarse con ellos.

El 19 de agosto de 1989, un suicida llamado Haizam Dibuk detonó su artefacto al paso de una patrulla conjunta cristiano-israelí. Este ataque junto a los protagonizados por los mártires Amer Kalakas, Abdulá Atueh y Assad Birru fueron los únicos cuatro que tuvieron lugar en el tramo final de la década de los años noventa.

EL IRRESISTIBLE ASCENSO DE NASRALAH

Hubo una reforma en Hezbolá en 1989: se creó el puesto de secretario general y nuevos órganos de gobierno como la Oficina Política y el Consejo Ejecutivo. Como secretario general fue elegido uno de los tres fundadores, el jeque Subhi Tufeili.

Los cambios introducidos hasta 1992 configuraron el partido tal como es actualmente. El máximo órgano es aún el Consejo o Shura, integrado por el secretario general y los responsables de los cinco consejos operativos, a saber, guerra santa, político, ejecutivo, parlamentario y judicial (encargado de que la Sharia rija toda la actividad del partido). El consejo de la Yihad o guerra santa tiene autonomía para decidir sus acciones suicidas, que se han combinado en años pasados con operaciones militares convencionales que incluyen el uso de misiles.

Musawi accedió a la secretaría general en 1991, tras dirigir durante años la resistencia en el sur. Miembro fundador, combatiente feroz, organizador de las milicias del partido, urdidor de algunas de las operaciones suicidas más sonadas, fue asesinado por Israel menos de un año después, acontecimiento clave para la evolución del Partido de Dios.

Horas después de su muerte, el Consejo de Shura nombró a Hassan Nasralah, un joven clérigo de 32 años discípulo de Musawi. Su liderazgo es acatado y celebrado, su figura respetada en todo Oriente Medio, su palabra tiene peso en las ciudades santas de Nayaf y Qom, y su modelo de resistencia está siendo imitado en Irak por Muqtada al-Sadr.

Desde mediados de los ochenta con dinero iraní, el partido ha establecido una red de asistencia social considerable en el país. Según muchas denuncias, ésta sólo sirve para maniatar a la población bajo su férula. Los habitantes del sur no tenían ningún otro apoyo y no tuvieron más remedio que entregarse a Hezbolá. Como ciertamente había que prever que la ayuda se acabaría un día, Hezbolá ha conseguido ser financieramente independiente en la actualidad gracias a que recibe ayudas cuantiosas procedentes de todo el mundo musulmán.

En julio de 1993 la situación en la frontera y la franja de seguridad era de prácticamente guerra abierta. Se sucedían las bajas israelíes, pero Hezbolá no ha actuado en general contra la población civil de Israel, excepto con sus lanzamientos de cohetes Katyusha.

Javier Martín en busca de una entrevista con los padres del suicida Mahmud al-Hach Alí fue trasladado a un edificio de Nabatiye presidido por un pendón negro en el que rezaba una famosa frase de Jomeini: 'Todo lo que tenemos es la bendición del día del martirio'. De allí a la casa de sus padres, en la cima de una colina cercana, en cuyo jardín estaba colocado uno de esos carteles frecuentes en la región que honran a los caídos shiíes. En el ángulo superior izquierdo, la foto de un rostro serio de un joven de 19 años. En el derecho, un brazo sujetando un 'kalashnikov', el símbolo del partido. En el centro un texto que resume la acción heroica del fallecido.

Hezbolá ha colocado un cartelón de éstos en cada lugar donde actuó un suicida, un mártir de la Resistencia. Dice el texto de uno de ellos: 'A las once de la mañana del martes 6 de julio de 1995 la Resistencia Islámica sorprendió al Ejército de Ocupación con una operación militar, lanzada por primera vez ante sus ojos frente al estratégico enclave de Beaufort. Un solo combatiente atacó un convoy formado por seis camiones, tres vehículos acorazados de transporte de tropas y dos vehículos todo terreno llenos de soldados enemigos. Hizo detonar 16 explosivos que antes había plantado con sus manos en la zona con el propósito de destruir a los vehículos y sus ocupantes, y extender entre ellos el miedo a entablar combate. Un gran número de soldados enemigos murieron o resultaron heridos en esta operación'.

Pues bien, la señora Ahlan le contó que cuando tenía 25 años un día llegó un clérigo y estuvo largo rato de charla con su marido. Mahmud tenía doce años. 'A los siete u ocho años, si demuestran ciertas actitudes, comienzan a conocer cómo funciona la resistencia. A los 12 o 13 inician el entrenamiento militar si no son hijos únicos. Yo estaba preparada para la noticia. Si vivimos bajo ocupación, lo normal es enviar a nuestros hijos a morir'.

El mártir Mahmud comenzó su vida de miliciano en 1990, con 15 años. 'Cuando salía de casa nunca sabías si iba avolver. Normalmente estaba quince días de servicio y quince en casa. A partir de 1993, cada vez le fui viendo menos. El 11 de diciembre de 1994 las agencias de noticias informaron de la muerte de un oficial israelí y siete libaneses, entre ellos cuatro guerrilleros de Hezbolá. 'No fue filmado porque iban a una operación de martirio. Cuando saben que no vana volver nunca lo graban. Lo hicieron en honor al imán Alí Abú Talib, fundador del shiísmo, en el día de su cumpleaños. Tres días antes recogió el Corán, sus libros religiosos y su diario. . LOos metió en una bolsa y se despidió. Me dijo que se iba de viaje. Él ya sabía que iba a una gran operación, pero no me dijo nada más. Durmieron varios días en un cementerio cristiano antes de atacar'.

En el atentado de 25 de mayo de 1995, Salah Ghandur, padre de un niño de dos años, se puso al volante de un coche cargado con media tonelada de explosivos y se suicidó contra un convoy militar; murieron doce soldados. La grabación de la acción suicida fue emitida horas después por la cadena de televisión de Hezbolá, Al Manar, y se propagó rápidamente por el mundo, reproducida por los medios audiovisuales internacionales. El impacto que provocó terminó de convencer al Partido de Dios de la importancia de meter la guerra del Líbano en las cases israelíes, en hacerles llegar imágenes de destrucción que les aterrorizaran a ellos y a los occidentales en general. Mientras cenaba en el salón, la televisión les servía imágenes de la muerte de sus jóvenes soldados.

En la filmación de las acciones, una práctica habitual de Hezbolá que comenzó hacia 1986, también han sido pioneros, y hoy los grupos islamistas violentos prestan una gran importancia a filmar sus golpes, tanta como a darlos. La primera acción filmada de Hezbolá fue el asaltoal acuartelamiento de Sujud, en la región de Iqlin al-Tufah. Tras ello, la cámara siempre acompañó a fusiles y explosivos. Hezbolá inauguró su primera emisora de radio, Al-Nur, en 1988, y su televisión Al-Manar en 1990. La divulgación internacional de sus vídeos comenzó a generalizarse en 1995, 'y contaría a partir de 1996 con la complicidad inconsciente de la prensa israelí, instigada por los grupos pacifistas'.

La guerra de propaganda es una de las claves que explican la retirada israelí. Por primera vez un país donde servir en el ejército era más motivo de orgullo que un deber, se vio sacudido por movimientos de objección de conciencia. Los jóvenes se negaban a servir en el Líbano y algunos oficiales criticaban la intervención libanesa abiertamente.

UN CINTURÓN EXPLOSIVO

En 1996, el año en que el primer ministro israelí Isaac Rabin fuera asesinado aparentemente por un extremista solitario por ser artífice de los Acuerdos de Paz de Oslo, un año especialmente sangriento por los ataques de Hezbolá y la respuesta desesperada israelí que supuso la operación 'Uvas de la ira', Hezbolá distribuyó un vídeo en el que se podía ver por vez primera a combatientes preparándose para el suicidio. Suicidas con uniforme militar adosaban cargas explosivas a su pecho y fijaban los detonadores al cinturón. Las bombas humanas besaban después el Corán, salmodiaban algunas suras y juraban fidelidad a Alá y al imán Jomeini. Una voz advertía que aquellos hombres constituían solamente un ejemplo de la legión de más de 300 voluntarios que ya había realizado sus oraciones póstumas. Así lo decía un responsable del brazo militar: 'Cada país tiene su armamento especial y secreto. Carecemos de la tecnología punta que Israel y otros países poseen, pero a cambio tenemos estos piadosos y aguerridos hombres, que serán más efectivos que las armas de nuestro enemigo'.

El bienio que concluyó con el fracaso de la Operación Uvas de la Ira, fue también el de la segunda reforma sustancial del Partido. En 1995 expiraba el segundo mandato de Nasralah como secretario general. O se encontraba un sustituto o se corregían unos estatutos aprobados cuatro años antes que fijaban en dos mandatos el máximo consecutivo. Se hizo lo segundo, y se permitió una segunda reelección. La grave crisis interna se hizo pública. El cada vez más relegado Subhi Ufeili divulgó las diferencias y desde su fortaleza de Baalbek atacó al secretario general por marginar la faceta social del partido y sólo prestar atención a la militar. Terminó por esc indirse y fundar un nuevo movimiento al que denominó 'La Revolución de los Hambrientos'.

Según el investigador Ronen Sebag, del Instituto de Investigación sobre Medios de comunicación de Oriente Medio, en Washington, no fue Hezbolá quién derroto a las tropas israelíes en el Líbano sino la opinión pública israelí influenciada por la perfecta simbiosis entre medios de comunicación y movimientos pacifistas. Las cifras parecen concederle la razón. En 1988 sólo el 44% de los encuestados apoyaba una retirada unilateral, pero un año después la cifra subió al 55%. Netanyahu se sintió aislado, su estrategia de mano dura fracasaba, optó por acciones de comando puntualesy quirúrgicas ya que la ONU impedía ataques a gran escala.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Pasados los años, la 'victoria' de Hezbolá aún perdura en la mente de los árabes como el modelo a seguir en la lucha contra Israel. La influencia es palpable, sobre todo en Palestina, donde Hamás ha adoptado su estructura e incluso sus símbolos, y emergente en Irak, donde con el beneplácito de Irak ayuda a alentar y alimentar la corriente que representa Muqtada al-Sadr.

'No hay un hecho que haya afectado más a la forma de pensar de los palestinos que la retirada del ejército israelí del sur del Líbano', escribía el 5 de mayo de 2001, el analista militar israelí Ze'ef Schiff en su columna del diario Ha'aretz, un año después de la retirada y ocho meses después del inicio de la segunda intifada (que pudo muy bien ser lanzada a rebufo del éxito del Líbano y para aprovechar el golpe psicológico sufridos por los judíos)

Efectivamente, apenas cuatro meses después de la retirada, el 29 de septiembre de 2000, comenzó el segundo levantamiento palestino, la llamada 'intifada de Al Aqsa'. Al contrario que la insurrección de 1986, había sido planificada por Arafat decepcionado de la cumbre de Camp David bis.

En los meses siguientes, la sociedad israelí sufrió en propia casa, en propia carne, una oleada de ataques sin precedente desde la declaración de la independencia en 1947. Hubo atentados suicidas en las principales ciudades. La gente comprendió que no había lugar a más retiradas y los halcones se impusieron hasta hoy mismo. Ya no hubo más movimientos pacifistas. La gente parecía comprender que estaban equivocados propugnando ceder unilateralmente.

Uno de los principales instigadores de la Intifada de Al Aqsa fue el jeque Ahmad Yasin, fundador y guía espiritual del Movimiento de Resistencia Islámico Palestino Hamás. Hasta su asesinato, en marzo de 2004, y desde su silla de ruedas, este anciano hemipléjico lideró un levantamiento que causó la muerte a centenares de personas y enterró la paz de Camp David bis, que estuvo al alcance de la mano.

Hamás buscó alianzas exteriores para conseguir armas y entrenamiento para su brazo armado, las brigadas 'Izz ad-Din al-Qassem. La colaboración con Hezbolá había comenzado en 1992, tras contactos en Amman y Damasco, y por medio de Abú Marzuq en Estados Unidos. En diciembre de ese año, Israel deportó al Líbano a 415 militantes islamistas palestinos que fueron recibidos por unidades de Hezbolá para entrenarlos. 'No parece una casualidad que cuando meses después se les permitió volver a los territorios palestinos, Hamás perpetrara su primer atentado suicida. desde entonces, el modo de proceder ha sido el mismo para ambos grupos: reclutar un voluntario joven, casi adolescente, extremadamente religioso, crecido y educado en el seno del Movimiento, que escribe una carta de despedida y graba un vídeo vestido de guerrillero en el que pide a sus allegados que se regocijen con un martirio que le garantiza el paraíso'.

El 24 de febrero de 2004, Avi Dichter, jefe del servicio secreto israelí (Shin Bet) informó al Parlamento de su país de que la gran mayoría de los cerca de 150 suicidas que se habían inmolado en Israel en los tres años trascurridos de intifada bis erna miembros de Hamás y el movimiento hermano de la Yihad Islamiya palestina. Según Dichter, Hezbolá había financiado las operaciones suicidas pagando una cantidad proporcional al número de muertos que se conseguía en ellas.

Doce años después de su llegaba a la cúpula de Hezbolá, el jeque Hasan Nasralah es aún uno de los dirigentes islamistas más jóvenes de Oriente Medio. Camina más pausado y sus gestos se han serenado. En círculos religiosos shiíes se le ve como el futuro 'marya', el gran ayatolá que guiará a la comunidad por la senda de la verdad.

Aunque el Partido de Dios es ahora más independiente, reconoce Martín que todavía está bajo la sombra de Irán. Su libro 'Hizbulah, el brazo armado de Dios' (Ediciones Catarata, Madrid, 2006) es el más completo en español sobre este tema, y en general favorable a los argumentos de Hezbolá.

EL FACTOR IRAQ

Hezbolá quiso impedir la invasión de Irak y presionó sin éxito para que el principal partido shií iraní en el exilio, la Asamblea Suprema para la Liberación Islámica en Irak (ASRII) tratara de llegar a un acuerdo con el régimen de Sadam Husein bajo mediación de la Liga Árabe, pero sus dirigentes lo rechazaron e Hezbolá los acusó de colaboracionistas por apoyar la intervención estadounidense.

Producida la intervención, Hizbolá intentó extender sus tentáculos en el país a pesar de todo y ha habido agentes suyos con las milicias Al-Badr en Basora y con los seguidores del clérigo radical Muqtada al-Sadr, afín a sus tesis. Hasta la revuelta de sus partidarios en Nayaf en el verano de 2004, Hezbolá mantuvo sus esperanzas de que cuajara en Irak un movimiento inspirado en su resistencia a los israelíes; veían imperar lo que llaman 'halat ar-Rafat', una atmósfera de rechazo a la presencia occidental.

Pero por fortuna se impusieron las tesis moderadas entre los shiíes, y ni siquiera se extendieron sentimientos panislámicos, al contrario, suníes y shiíes están cada vez más alejados hasta el punto de que se contemple la posibilidad de una guerra civil.

'Algunos expertos coinciden en señalar que el colapso de las esperanzas de Hezbolá en Irak está directamente relacionado con la actividad de quien fuera uno de los inspiradores del grupo, el gran ayatolá Husein Fadlalah, y a un nivel superior, con la rivalidad entre la escuela shií iraquí -con sede en la emergente Nayaf- y la escuela iraní establecida en Qom'.

Originario de Nayaf, Fadlalah se formó en el seno de la Hawza y en 1960 fundó el partido shií Ad-Dawa, del que ha sido primer ministro Ibrahim al-Yafari. Fue aceptado como discípulo por el gran ayatolá Abu al-Qasim al-Jui, que le envió al Líbano como su representante. Allí escribió su libro más famoso, 'Al-Islam wa Mantiq al-Quwa (El Islam y la lógica de la fuerza), numen en el surgimiento de Hezbolá. Sin embargo, sus relaciones con el Partido de Dios se torcieron en 1992, tras la llegada al poder del grupo de Hasan Nasralah y su nueva hornada de colaboradores formados en Qom.

Fadlalah jamás ha reconocido a Ali Jamenei como el 'marya al-Tagqlid' o sucesor legítimo del gran ayatola Jomeini, pues considera que ese título le pertenece a él. Fadlalah cuenta con un numeroso grupo de seguidores en Líbano, Iak e incluso en el Golfo Pérsico, y se ha escindido y fundado su propia escuela.

Fadlalah y Hezbolá se habían acercado en los últimos tiempos y coincidían en que no podía existir un gobierno legítimo bajo el poder de Estados Unidos. Pero el primero pronto se desvinculó de los llamamientos a la resistencia. Finalmente, el curso de los acontecimientos anegó sus ambiciones. El gran ayatolá libanés esperaba que la 'maryayia' árabe-iraquí se impusiera en Nayaf y frenara el empuje de la escuela iraní. Sin embargo, han sido los llamados 'iraníes iraquíes', representado en la persona de Abdel Aziz al-Hakim y la ASRII, quienes han copado el liderazgo de la comunidad shií iraquí. Al-Yafari y el partido Ad-Dawa han preferido aliarse con los religiosos llegados de Teherán y juntos colaborar con EEUU para hacerse con el poder.

En el marco de estas tensiones entre ambas tendencias se explican los asesinatos de los primeros meses de figuras como el ayatolá Abdul Mayid al-Jui, hijo del maestro de Fadlalah, y la muerte también del gran ayatolá Muhammad Baquir al-Hakim. Una batalla en la que también está implicado al-Sadr, el único que considera a Hezbolá como el modelo a seguir, el 'namudij'.

¿Quién mató al ayatolá Muhammad Baquir al-Hakim, que era el máximo dirigente del ASRII y a al-Jui? ¿Fueron antentados suicidas?

De todo ello se podría deducir que entre los shiíes iraquíes luchan dos tendencias, una autóctona, que busca restablecer la preeminencia de la escuela de Nayaf, aliada con EEUU para hacerse con el poder, y otra pro-iraní, apoyada desde fuera por Hezbolá, partidaria de la prominencia de la escuela de Qom, que predica la enemistad absoluta con EEUU. Pero habría que comprobarlo estudiando el comportamiento de los partidos políticos presentes, algo imposible para el observador occidental, y también conociendo de buenas fuentes si los alqaedistas atacan a ambos o tienen acuerdo tácito con los pro-iraníes contra los shiíes autóctonos de la escuela de Nayaf. Matices que los medios de comunicación ignoran.
 

miércoles, 29 de octubre de 2008

De como los especialistas se equivocan

No hay que enviar tropas españolas al sur del Líbano 
Tomás Alcoverro | 19/08/2006 - 18:01 horas 
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060819/51280219211.html

Si el envío del contingente español a Diwaniya, al sur de Iraq, fue un gravísimo error imperdonable, el proyectado destacamento que debe reforzar la FINUL en el sur del Líbano, es otra peligrosa decisión que habría, a toda costa y prudentemente, que revisar. No es que esta pequeña región meridional, de una superficie de ochocientos cincuenta kilómetros cuadrados, habitada sobre todo por una población chií, pueda compararse al extenso territorio del sur iraquí, también poblado de chiíes, ni que los ataques y hostigamientos que sufrió allí la guarnición española pudiesen repetirse en el Líbano. 

Pero si que hay que impedir que estos soldados queden expuestos a las laberínticas trampas del sur del Líbano, llamado, durante muchos años, el pequeño Vietnam del ejército israelí. En la mediterránea ciudad de Tiro, donde según la leyenda Zeus metamorfoseado en toro raptó a la fenicia Europa, que dio nombre a nuestro continente, hay, cabe a la orilla del mar, una gran placa de mármol con todos los nombres de los soldados de la FINUL caídos en el campo del honor. 

La FINUL fue el contingente militar de la ONU constituido a partir de la resolución del Consejo de Seguridad 425, tras aquella muy olvidada invasión israelí de 1978, para, como ahora, "asegurar la evacuación de las tropas israelíes, restablecer la paz y la seguridad internacionales y ayudar al gobierno del Líbano a restablecer su autoridad efectiva en la región del sur.

Como el Estado judío no consintió en aplicarla hasta la primavera del año 2000, este cuerpo militar, formado por contingentes de diferentes naciones, incluyendo en sus primeros años al Irán del Sha, ha tenido que pechar con su imposible misión durante estas décadas. Dotada de un mandato que no establecía que pudiese utilizar la fuerza coercitiva para evitar combates y operaciones militares en la zona fronteriza, quedó reducida a una triste fuerza de observadores que simplemente atestaban los hechos de armas, ya fuesen israelíes, palestinos o, a partir de 1982, hombres de la resistencia nacional, convertida mas tarde en islámica.

En aquel otro verano de 1982 no pudo cerrar el paso a los convoyes de tanques enviados por el jefe del gobierno del Estado judío Menahem Begin y por su ministro de Defensa, Ariel Sharon, a invadir el Líbano, ocupar Beirut y expulsar a los "fedayines". Entre los nombres de los caídos de la FINUL en cumplimiento de su misión, hay muchos franceses. Francia tiene fuertes vínculos históricos, culturales y políticos con el Líbano. El gobierno de París, en su apoyo constante a la soberanía e integridad nacional libanesas, no puede desentenderse de sus compromisos. ¿Pero que interés puede tener España, tan alejada de todos los asuntos del levante mediterráneo, en exponerse a sufrir las imprevisibles consecuencias de la aventurada decisión de enviar un destacamento militar a una zona muy insegura y de incierto futuro?

Durante cuatro décadas, el sur del Líbano ha sido y sigue siendo la palestra por antonomasia donde se dirimen con el fragor de las armas todos los conflictos entre israelíes, palestinos, sirios e iraníes, donde chocan los más poderosos intereses regionales. El débil y maltrecho Estado del Líbano ha sido incapaz, antes y ahora, de imponer su autoridad y ha permitido luchar a sus anchas a los combatientes de Hezbollah contra Israel, antes lo habían hecho los guerrilleros palestinos contra los mismos objetivos del Estado judío. Es una ingenuidad extrema creer que existen en este momento nuevas circunstancias para emprender la difícil "normalización" del sur del Líbano. Es un cálculo prematuro pensar que una renovada y ampliada FINUL podrá, reforzada por un mandato que le otorgue mayor libertad de maniobra, modificar, por arte de birlibirloque, las complejas condiciones geoestratégicas regionales del sur.

Los israelíes nunca han visto con buenos ojos a la FINUL. A menudo sus soldados internacionales han quedado atrapados entre dos fuegos. Para la población local, no obstante, ha cumplido y cumple unos servicios de útil asistencia e, incluso, de protección. El peligro de ahora es que con Hezbollah arraigado en el sur, a diferencia de los palestinos que fueron elementos extraños a esta tierra libanesa, con una incertidumbre de poder, con una radicalización tanto del Líbano como de los territorios palestinos y árabes tras esta guerra inacabada pero que a sus ojos les ha dado una victoria estratégica sobre Israel, el contingente de la ONU pueda ser percibido cada vez más, entre sus habitantes martirizados, como el brazo de la OTAN, una vanguardia militar que enmascara los intereses occidetalisraelíes.

La FINUL, que antes de esta guerra era una fuerza mortecina a punto de ser dislocada, necesitará, por lo menos, un año, según su comandante en jefe, el general francés Alain Pellegrini, para que sus efectivos alcancen los 15.000 soldados. Un año es mucho tiempo en el turbulento Líbano, en medio del ojo del huracán de Oriente Medio. No, al sur no hay que enviar soldados con una misión inalcanzable; al sur hay que enviar fuerzas civiles de paz, como ocurrió en aquel Iraq de antes de la guerra, en el que los "brigadistas " españoles fueron la mejor representación de nuestra libre sociedad civil. Y que en Madrid no olviden aquella premonitoria frase de un general estadounidense cuando, refiriéndose a la intervención en Somalia de su ejército, dijo: "Si llorasteis en Beirut, sufriréis en Mogadiscio". Si se equivocaron en Diwaniya, ahora podrían caer en la trampa del sur del Líbano.

viernes, 23 de mayo de 2008

El Líbano. Situación actual

Hezbolá y al-Qaeda: riesgos y amenazas para la estabilidad en Líbano (ARI)
http://www.realinstitutoelcano.org/wps/portal/rielcano/contenido?WCM_GLOBAL_CONTEXT=/Elcano_es/Zonas_es/Defensa+y+Seguridad/ARI47-2008

Carlos Echeverría Jesús
ARI Nº 47/2008 - 19/05/2008

Tema: Las actividades de Hezbolá y al-Qaeda en Líbano representan un riesgo potencial para la estabilidad política y social y para las tareas de interposición de las fuerzas internacionales de Naciones Unidas desplegadas junto a la frontera con Israel y en la que participan las tropas españolas.

Resumen: Con un país sumido en una crisis política, la economía deteriorada y la seguridad instalada en la tensión, Hezbolá sigue ganando posiciones de cara a la lucha por el poder en Líbano y crece la actividad armada de grupúsculos de ideología yihadista vinculados a al-Qaeda. Los recientes combates en Beirut y otras poblaciones entre facciones chiíes y suníes anuncian que puede estar llegando a su fin el equilibrio interno de poderes que, aunque inestable, había puesto fin a los enfrentamientos armados. La tensión ha ido creciendo en los últimos meses entre los principales grupos políticos libaneses y se ha traducido en movilizaciones sociales y acciones armadas. El apoyo sirio e iraní a los grupos que combaten al Gobierno y la desconfianza con la que Israel sigue la evolución de los acontecimientos añaden nuevos riesgos a la precaria situación libanesa. Este ARI estudia la influencia que tienen los factores anteriores sobre la estabilidad libanesa y sobre la seguridad de las fuerzas internacionales en general y de las españolas en particular (1.100 efectivos encuadrados en la Fuerza Interina de la ONU en Líbano, la FINUL II).

Análisis: Líbano, a pesar de contar tan sólo con 4 millones de habitantes, es un complejo país que cuenta con 18 sectas, con 12 campos de refugiados palestinos donde se hacinan unas 400.000 personas y que debe convivir con vecinos próximos tan complicados como Siria e Israel y con actores regionales tan influyentes como EEUU e Irán. La situación política es muy delicada tal y como lo atestigua el hecho de que el Parlamento no se reúne desde noviembre de 2006 por el boicoteo de la oposición prosiria –la denominada Alianza del 8 de Marzo que agrupa a los chiíes de Hezbolá y de Amal más la Corriente Patriótica Libre del ex-general maronita Michel Aoun– y la Presidencia del país que, de acuerdo con la Constitución debe de ostentar un maronita, está vacante desde el 24 de noviembre de 2007 cuando expiró el mandato de Emile Lahoud. La coalición gubernamental, denominada Alianza 14 de Marzo, es ferviente defensora de la independencia libanesa y está liderada por el suní Saad Hariri junto a los socialistas drusos del clan de Walid Yumblatt y a los cristianos maronitas del clan Gemayel y de Samir Geagea. La fractura entre la oposición y la coalición que sostiene al Gobierno del primer ministro, Fouad Siniora, es tan profunda que impide reanudar los trabajos del Parlamento para intentar que dos tercios del mismo elijan a un nuevo presidente.

Líbano vivió bajo tutela política y militar siria hasta que la Resolución 1559 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, aprobada el 2 de septiembre de 2004, obligó a las tropas de Damasco a marcharse. La evacuación militar se concluyó en abril de 2005 pero el régimen de Bashar Al Assad no ha dejado de influir en los asuntos internos libaneses, sea de forma bien visible a través de Hezbolá o de una forma más encubierta y letal eliminando personalidades públicas mediante sus servicios de inteligencia. El acto más conocido es el asesinato en Beirut, el 14 de febrero de 2005, del ex primer ministro libanés Rafik Hariri, el padre de Saad Hariri, en un atentado con coche bomba en el que se produjeron otras 22 víctimas mortales y se emplearon 1.800 kilogramos de explosivo.

El problema añadido en Líbano es que aunque los Acuerdos de Taef de 1989 pusieron fin a la guerra civil, no consiguieron acabar con el hábito de mantener milicias y grupos armados por parte de las diversas fuerzas libanesas. De entre las milicias existentes destaca por su poderío y su protagonismo Hezbolá, con especial implantación en el sur del Líbano donde se despliegan los cascos azules y el contingente español. Hezbolá es, a la vez, un partido político y un grupo o milicia armada, con 3.000 efectivos y unos 7.000 simpatizantes, que posee importantes medios militares y también económicos para influir en la sociedad libanesa, en la que destaca por su capacidad de control y de prestar servicios sociales necesarios para la misma. Dispone de una red telefónica propia en un país que no se ha recuperado de los devastadores daños en sus infraestructuras durante el enfrentamiento armado entre el Ejército israelí y Hezbolá en julio y agosto de 2006. La existencia y uso de la red ha sido motivo de conflicto con el Gobierno de Siniora que amenazó el 6 de mayo de 2008 con cortar dicho tendido telefónico y destituir al jefe de seguridad del Aeropuerto de Beirut, Wafiq Chouchal, un general próximo a Hezbolá.

El asesinato selectivo de las personalidades públicas que pueden estabilizar la situación es otra fuente de desestabilización desde octubre de 2004. Nueve atentados mortales desde el asesinato del ex primer ministro Hariri han tenido como objetivos a destacadas figuras antisirias como los diputados Bassel Fleijan, Yibran Tueni, Walid Eido, Antoine Ghanem, al también diputado y ministro de Industria Pierre Gemayel, al líder político George Hawi y al periodista Samir Kasir. El pasado 12 de diciembre le tocó al director de operaciones militares de las Fuerzas Armadas libanesas y número dos de las mismas, el general de brigada François El Hajj. Este caso parece distinto porque el general tenía una posición neutral y prestigio profesional: se opuso a la invasión israelí, dirigió las operaciones militares para eliminar la resistencia de los yihadistas salafistas de Fatah Al Islam en el campo de refugiados de Nahar El Bared e iba a suceder al frente de la institución militar al general Michel Suleiman. Su autoría no parece clara, incluso Hezbolá condenó su asesinato, y puede engrosar la lista de casos difíciles de esclarecer como el de nuestros compatriotas asesinados (el juez Fernando Grande-Marlaska se desplazó a Líbano el pasado 29 de enero para seguir las investigaciones y el palestino del campo de refugiados de Ain El Helue, junto a Tiro, que había sido detenido como sospechoso fue puesto en libertad por falta de pruebas).

El deterioro de la situación de seguridad se agrava cada vez que se intenta elegir un nuevo presidente por el Parlamento, una elección que se iba a celebrar el 13 de mayo coincidiendo con la celebración del 60º aniversario de la creación del Estado de Israel. El ambiente que rodeaba la elección no podía ser más inquietante porque venía precedido de algunos choques entre actores políticos del país. El 27 de enero de 2008 se produjeron siete muertos en choques entre milicianos rivales en Beirut y el 21 de abril de 2008 fueron asesinados dos representantes locales del partido Kataeb (Falange) en Zahle, en el Valle de la Bekaa, al este del país. La Falange es miembro de la coalición de Gobierno y los dos asesinados acababan de inaugurar una sede de su partido en una zona donde el apoyo es para los cristianos del general Aoun, socio de Hezbolá en la oposición. Los asesinos podrían haber sido seguidores del senador Elie Skaff, próximo a Aoun. También Hezbolá ha sufrido algunas represalias últimamente como el asesinato de Imad Mugniye el 12 de febrero de 2008 en Damasco con un coche bomba. Imad Mugniye, alias Haj Radwan, era considerado el jefe militar de Hezbolá y responsable de algunos de los atentados más importantes de dicha organización (en 1999 el Gobierno argentino dictó orden internacional de busca y captura acusándole de dos atentados terroristas ocurridos en Buenos Aires, en 1992 contra la Embajada israelí y en 1994 contra el Centro Cultural Judío, que provocaron un total de 114 muertos) y figura destacada también en los combates contra Israel en 2006. El secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah, acusó a Israel del atentado y prometió “guerra abierta”, amenazas también confirmadas por el número dos del grupo Naim Qassem y que llevaron al jefe de las Fuerzas Armadas, el general Michel Suleiman, a poner a sus efectivos en estado de alerta. Las amenazas de Hezbolá no se materializaron pero la acumulación de tensiones y riesgos multiplica el deterioro de la convivencia.

Para aliviar la tensión y facilitar el desbloqueo se han ido sucediendo sin éxito los intentos de mediadores internacionales como EEUU y Francia tras el asesinato del general El Hajj o la Cumbre de la Liga Árabe celebrada el pasado 29 de marzo en Damasco, una cumbre devaluada a la que no acudió ningún representante del Gobierno libanés y una representación bajísima de Arabia Saudí, Egipto y Jordania. En sentido contrario actúan Siria e Irán. Los poderosos servicios de inteligencia sirios, dirigidos aparentemente hasta la actualidad por el general Asef Shawkat, siguen actuando en suelo libanés y Siria se niega a abrir una Embajada en Líbano por considerar tradicionalmente al país como su domain réservé y parte integrante de la Gran Siria. Siria ve debilitarse su posición regional tras el ataque israelí del pasado 6 de septiembre contra instalaciones que iban a albergar un complejo nuclear y tras los escasos resultados conseguidos por el régimen de Damasco en la Conferencia Internacional de Annapolis del pasado 27 de noviembre. Por el contrario, Irán actúa cada vez más abiertamente en suelo libanés a través de Hezbolá, creado por inspiración de Teherán en 1982 y que ha tenido como prioridad convertirse en un instrumento de combate contra Israel y contra la presencia de éste en el sur del Líbano, iniciada en 1978, reforzada con la invasión de 1982 y a la que se puso fin con la retirada del año 2000, que para Hezbolá fue una victoria. Finalmente, Israel sigue exigiendo al Consejo de Seguridad que aplique la resolución 1701 en lo se refiere a interrumpir el rearme de Hezbolá gracias a envíos de armas desde Irán y Siria y denuncia la presencia de Hezbolá al norte y al sur del río Litani y el lanzamiento esporádico de cohetes katyusha sobre su territorio (el último se produjo el 8 de enero de 2008 contra Shlomi, en la Galilea Occidental).

El modus operandi de Hezbolá
Hezbolá es un actor no estatal que cada vez pesa más en la región. Provocó un enfrentamiento con el Tsahal israelí durante 34 días entre el 12 de julio y el 14 de agosto de 2006, ha interactuado con grupos violentos en escenarios árabes como Irak a partir de 2003 e incluso, y según algunos analistas, ha apoyado a la Unión de Tribunales Islámicos somalíes en 2006. Aparte de ser una organización terrorista tanto para Israel como para EEUU, Hezbolá es un partido/movimiento político en Líbano, con presencia visible en el Parlamento (ocho diputados) y hasta fines de 2006 con dos carteras en el Gobierno de coalición a añadir a las tres con que contaba el también chií y prosirio Amal. Se financia con fondos iraníes que distribuye selectivamente entre la población libanesa y con fondos procedentes del tráfico de drogas en el valle de la Bekaa. Hezbolá se apoya en su fuerza militar y en el peso demográfico de la comunidad chií –hoy ya la primera de Líbano– para exigir un mayor protagonismo político, con capacidad de veto en el Gobierno, y lo hace a través de perfeccionados medios de comunicación como su sofisticada cadena de televisión Al Manar, que emite en cuatro idiomas (árabe, hebreo, inglés y francés) y está perseguida en suelo europeo por su apoyo al terrorismo, e incluso por su propio think-tank, el “Centro Consultivo de Estudios y Documentación del Líbano” dirigido por el sociólogo Alí Fayad, que está consiguiendo hacerse escuchar en círculos políticos e intelectuales de Occidente. Hezbolá se ha hecho con el control del centro histórico y financiero de Beirut tras los bombardeos israelíes de 2006 alejando con ello de allí a los suníes y a cualquier intento de recuperar esa zona de la ciudad para el turismo y los negocios. También ha demostrado su capacidad de apoyo logístico con la operación de reconstrucción de infraestructuras “Yihad Al Bina”, se ha hecho cargo de la seguridad pública en el sur tras provocar la caída del proisraelí Ejército del Sur del Líbano y ofrece una atractiva red asistencial en todas sus áreas de implantación. El poder de Hezbolá se percibe especialmente en el sur, donde se encuentran desplegadas las fuerzas internacionales de interposición desplegadas en septiembre de 2006 tras el repliegue del Tsahal a suelo israelí.

Desde entonces, Hezbolá ha reforzado su capacidad militar recibiendo armamento sofisticado procedente de Irán a través de Siria. Cabe recordar que ya en 2005 Hezbolá podía utilizar aviones no tripulados (Unmanned Aerial Vehicles, UAV) en el norte de Israel, a los que ahora puede añadir explosivos con el modelo “Mahajer”. Sus milicianos utilizaron con éxito en 2006 el moderno lanzagranadas de tercera generación RPG-29 (“Vampir”) con un alcance entre 4 y 5 kilómetros junto a otro variado arsenal contracarro que incluye misiles rusos AT-13 (“Saxhorn” o “Matis M”) y AT-14 (“Kornet”) que añaden al “TOW” estadounidense. Es ilustrativo recordar que en la breve guerra de 2006, Hezbolá lanzó hasta 3.970 cohetes contracarro y que de los 500 carros “Merkava” utilizados por Israel, 50 recibieron impactos antitanque, con perforación de su blindaje en 22 ocasiones y con la destrucción de cinco de ellos. Entre los misiles tierra-aire de corto y medio alcance cuenta con los mencionados “Katiuska” de 12 a 19 kilómetros en su versión antigua, los “Al Fajr-3” de 28 kilómetros, los “Al Fajr-52” de 47 kilómetros y los “Zelzal” de 62 kilómetros, entre otros. Dispone también de misiles antibuque guiados por radar C-802, con un alcance de 75 kilómetros que usó con éxito en su ataque a un buque israelí en 2006 y de armas antiaéreas como los “Stinger”, SA-7, SA-14 y SA-18. Hezbolá también tiene unidades de operaciones especiales, buenos equipos de guerra electrónica y ha demostrado su capacidad para usar su arsenal y camuflarlo, esto último gracias a una sofisticada red de túneles que comenzó a construir tras la evacuación israelí de 2000.

Lo anterior influye en el contexto de seguridad donde operan cotidianamente las tropas internacionales, las españolas y las de las Fuerzas Armadas libanesas para desarrollar la misión fijada en la resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU de apoyar al Gobierno libanés a desarmar a la poderosa milicia chií y de evitar que ésta actúe en la zona sur del país. El riesgo se materializó por primera vez de forma grave tras el atentado contra los cascos azules españoles del 24 de junio de 2007 donde fallecieron seis soldados y dos quedaron heridos en la carretera entre Marjayún y Jiyam, producida al estallar un coche bomba con matrícula siria y cargado de C-4 activado con radiocontrol al paso del BMR español cerca de la base “Miguel de Cervantes”. Abundando en sus frecuentes teorías conspiratorias, Hezbolá atribuyó el sangriento atentado contra los españoles a Israel, como también lo hacía el régimen sirio, acusando al enemigo útil al que se suelen adjudicar todas las acciones violentas posibles. Siempre según Hezbolá, serían los servicios de inteligencia estadounidenses e israelíes los que estarían empeñados en lograr una división (fitna) entre dicho grupo y las tropas internacionales de la FINUL II para lograr desprestigiar al primero. También, el 8 de enero tres soldados irlandeses de FINUL II resultaban heridos tras estallar una bomba al paso de su vehículo a la entrada de la ciudad meridional de Sidón, evitando la muerte gracias a un pequeño retraso en activar el control remoto del coche bomba.

La presencia de fuerzas internacionales perturba las acciones armadas de las milicias en las zonas de despliegue en el día a día, aunque de momento no se han dedicado a su misión más arriesgada de apoyar a las Fuerzas Armadas libanesas a desarmar a Hezbolá de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad. Los riesgos de atentados afectan no sólo a las tropas internacionales. El pasado 15 de enero tres libaneses morían en Beirut alcanzados por la explosión de un coche bomba utilizado para atentar contra un vehículo blindado de la embajada de EEUU cuyos ocupantes resultaron ilesos. Diez días después, el 25 de enero, el capitán Wissam Eid, miembro de la Fuerza de Seguridad Interior (ISF) libanesa y uno de los encargados de investigar el asesinato de Hariri, moría en Beirut al estallar un coche bomba cargado con unos 50 kilogramos de explosivos.

La posible amenaza yihadista salafista
Las acciones armadas por grupos distintos de Hezbolá se han incrementado en los último meses desde los enfrentamientos del campo de refugiados palestinos de Naher El Bared. En dicho campo se había hecho fuerte el grupo yihadista salafista Fatah Al Islam que había animado a la revuelta y al que se unieron otros grupúsculos también de ideología yihadista como Jund-Al Sham (Soldados de Damasco). Este último agrupa a libaneses, mayoritarios, y a palestinos, siendo muchos de ellos antiguos combatientes en la revuelta que en el Año Nuevo de 1999 dejó 45 muertos en el área de Dinnieh, al norte del país. No hay que olvidar que la revuelta de Fatah Al Islam entre mayo y agosto de 2007 costó más de 400 vidas, 168 de ellas de militares libaneses.

El enfrentamiento victorioso con ellos de las Fuerzas Armadas libanesas ha reforzado el papel institucional y de arbitraje del Ejército como garante último de la unidad de la República Libanesa y prácticamente la única institución neutral que queda en el país. Este resultado no benefician a Hezbolá pero las actividades armadas de otros grupos le permiten presentarse como un actor político alejado de los enfrentamientos sectarios y adjudicar cualquier atentado dudoso a los yihadistas salafistas locales o incluso a la red al-Qaeda. En contrapartida, Irán y Siria buscan grupos alternativos que mantengan la presión armada en territorio libanés. La proliferación afecta a otros colectivos como los palestinos. El 21 de marzo de 2008, se enfrentaron miembros del oficialista Al Fatah con yihadistas del Jund Al Sham. El violento choque en el campo de refugiados palestinos de Ain Al-Helweh, situado al sur de Sidón y donde viven unas 45.000 personas, provocó la huída del campo de al menos 100 familias y se produjo cuando miembros de Al Fatah capturaron a un comandante de Jund Al Sham al que acusaban de cometer atentados dentro y fuera del campo para entregarlo a las Fuerzas Armadas libanesas.

Como quiera que desde múltiples medios de comunicación se ha insistido en la emergencia del yihadismo radical en Líbano e, incluso, se ha adjudicado por algunos a dicho espectro terrorista el asesinato de los militares españoles, bueno será hacer alguna valoración de dicha amenaza así como de su perduración en términos de futuro. El planteamiento de presentar a Hezbolá como protector –el diario prosirio Assafir presentó a Hezbolá el pasado 24 de abril como el defensor de los cascos azules frente al terrorismo de al-Qaeda– es un claro insulto a la inteligencia pues se le podría adjudicar más bien la etiqueta de elemento de coerción. En este sentido cabe recordar la carta presuntamente enviada en julio de 2007 por el general sirio Shawkat al director general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) español, Alberto Sainz, en la que le recordaba las amenazas que penderían sobre nuestro contingente si el ciudadano sirio-español Moncef Al Kassar fuera extraditado a EEUU bajo la acusación de tráfico de armas.

La amenaza de estos grupos es marginal si se compara con la mucho más selecta y contundente de Hezbolá pero no cabe despreciarla si tenemos en cuenta tanto la motivación que tienen los activistas yihadistas salafistas como las invitaciones a estos para actuar contra las fuerzas extranjeras lanzadas por Osama Bin Laden a través de Internet en 2007, a las que hay que añadir las del número dos de al-Qaeda, Ayman El-Zawahri. Éste, además de reivindicar el atentado contra las tropas españolas, ha manifestado reiteradamente su oposición a la presencia de UNIFIL y pedido a las nuevas generaciones yihadistas que expulsen a las “fuerzas e los cruzados” del Líbano. Sin embargo, los citados grupos yihadistas salafistas no tienen capacidades equiparables a las de Hezbolá ni en armamento ni en infraestructuras. Emplean armas ligeras como fusiles de asalto y lanzagranadas RPG-7 y disponen de equipos menos sofisticados que los utilizados por la milicia chií pero pueden ser letales con ellos y sólo ahora comienzan a disponer de dominio en la utilización de explosivos. Sin embargo, su vinculación con actores externos como el al-Qaeda “central”, interesados en desestabilizar la situación en El Líbano, su relación con sectores libaneses que pretenden jugar la baza suní contra Hezbolá y la necesidad de ganar protagonismo autónomo en un conflicto frente a los actores tradicionales obliga a tenerles en cuenta como factor de riesgo y amenaza en el futuro.

Conclusión: La escalada de la violencia en Líbano tras casi una treintena de atentados que con diversa intensidad se han producido desde 2004 está deteriorando el equilibrio precario que había impuesto la intervención internacional tras la invasión israelí de 2006. Las luchas internas ponen en el punto de mira de las milicias armadas y los grupos yihadistas la presencia y la actuación de las Fuerzas Armadas libanesas y la de las fuerzas de pacificación desplegadas en el país en el marco de la FINUL II. El riesgo es mayor a medida que se va alterando el equilibrio precario que garantizan los cascos azules y que aumente la frecuencia de los enfrentamientos armados como los que han tenido lugar a principios de mayo de 2008.

La asunción por parte de España del mando de FINUL II a partir de febrero de 2009 colocará, además, a nuestro contingente en una posición muy delicada tanto antes como después de dicha fecha debido a su mayor protagonismo y visibilidad. Al próximo liderazgo militar español habrá que acompañarlo con protagonismo diplomático y de inteligencia para reforzar la seguridad de los contingentes. Desde el punto de vista de la autoprotección, UNIFIL y las tropas españolas deben continuar reforzando sus medidas de seguridad. Las tropas españolas ya han instalado inhibidores para eludir el riesgo de activaciones de explosivos a distancia y se van a sustituir los 70 vehículos BMR M-1 que se utilizan en los desplazamientos para mitigar el riesgo de atentados con minas terrestres.

Sin embargo, los riesgos y las amenazas que pesan sobre las fuerzas internacionales son las mismas que pesan sobre Líbano: verse atrapados entre los conflictos sectarios internos o regionales. Su seguridad depende en parte de su capacidad de autoprotección pero también de las estrategias militares y de comunicación de las milicias armadas de Hezbolá y de los nuevos grupos yihadistas salafistas. A diferencia de las Fuerzas Armadas libanesas, las fuerzas internacionales no pueden intervenir en los conflictos internos ni tampoco pueden mirar hacia otro lado y consentir que se agrave una situación de riesgo para la paz y la seguridad internacional, tal y como se califica en el mandato del Consejo de Seguridad que les ha llevado hasta Líbano.

Carlos Echeverría Jesús
Profesor contratado doctor en Relaciones Internacionales de la UNED

domingo, 6 de abril de 2008

La guerra del Líbano

La extraña lógica de la guerra del Líbano
por Daniel Pipes
La Razón
15. Agosto 2006
http://es.danielpipes.org/article/3854

Original en Inglés: Strange Logic in the Lebanon War

Al tomar parte en la práctica por Hezbolá en su guerra contra Israel, algunas de las organizaciones de prensa más prestigiosas del mundo revelan inadvertidamente una profunda transformación en la lógica del conflicto.

Algunos ejemplos de sus acciones:

Reuters: Adnán Hajj, un fotógrafo freelance con más de una década de experiencia en Reuters, retocaba sus fotografías con el fin de hacer que los ataques israelíes contra el Líbano pareciesen más destructivos y los libaneses más vulnerables. Sus maquillajes creaban nubes de humo más espesas y oscuras procedentes de oleadas de bombardeos, y representaron falsamente a la misma mujer lamentando la pérdida de su residencia bombardeada en tres localizaciones distintas. Reuters despidió a Hajj y retiró de su archivo 920 fotografías suyas. Investigaciones adicionales por parte de bloggers descubrían cuatro tipos distintos de fotografías fraudulentas de Reuters, todas exagerando la agresividad israelí. Los bloggers documentaban hasta cómo se escenifica una fotografía de Reuters.

La BBC: los editores buscaron activamente relatos personales que demonizasen a Israel, colocando esta solicitud en sus páginas de noticias: "¿Vive usted en Gaza? ¿Se ha visto afectado por la violencia en la región? Envíenos sus experiencias utilizando el formulario de abajo. Si desea relatarnos en profundidad, por favor incluya el medio de contacto".

CNN: una presentadora de su programa internacional, Rosemary Church, dio a entender que las fuerzas israelíes podían derribar los misiles de Hezbolá, pero que decidían no hacerlo, al preguntar a un portavoz israelí, "¿intenta Israel derribarlos en el aire? Tiene capacidad para hacer eso".

The Washington Post: de igual manera, el reportero de asuntos militares Thomas Ricks anunciaba en la televisión nacional que analistas militares norteamericanos sin identificar estaban seguros de que el gobierno israelí "había dejado a propósito depósitos de misiles de Hezbolá en el Líbano, porque mientras sean atacados con proyectiles, pueden continuar disponiendo de una especie de equivalencia moral en sus operaciones en el Líbano". Hacer que tu propia gente salga herida, explicaba, ofrece "peso moral".

Todas estas actividades mediáticas se derivan de la percepción de que sufrir bajas y tener aspecto de víctima ayuda a la postura de uno en la guerra. Las distorsiones de Adnán Hajj, por ejemplo, estaban calculadas para perjudicar la imagen de Israel, fabricando así disidencia interna, destruyendo la posición internacional del país, y generando presión sobre el gobierno para que detuviera sus ataques en el Líbano.

Pero este fenómeno de partes que muestran su pérdida y dolor invierte el orden histórico, en tanto que cada bando quiere intimidar al enemigo aparentando ser feroz, incansable y victorioso. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la Oficina Norteamericana de Información de la Guerra prohibió en los dos primeros años de combate la difusión de películas o fotografías que mostrasen soldados americanos muertos, y sólo desistió ligeramente más tarde. Mientras tanto, su Oficina de Películas producía cintas como "Nuestro enemigo - los japoneses", mostrando cadáveres de japoneses y escenas de dificultades japonesas.

Proclamar la fuerza de uno y denigrar la del enemigo ha sido la norma a lo largo de milenios de pinturas murales egipcias, vasos griegos, poesía árabe, dibujos chinos, baladas británicas u obras de teatro rusas. ¿Por qué han invertido los combatientes (y sus aliados de los medios) ahora este patrón universal y antiguo, rebajando la propia fuerza de uno y promocionando la del enemigo?

A causa del poder sin precedentes del que disfrutan Estados Unidos y sus aliados. Como explicaba el historiador Paul Kennedy en el 2002, "en términos militares, sólo existe un jugador en el campo que cuenta". Remontándonos en el tiempo, concluye, "nunca ha existido algo como esta disparidad de poder; nada". E Israel, tanto como potencia regional por propio derecho como en calidad de aliado cercano de Washington, disfruta de una presencia paralela vis-à-vis con Hezbolá.

Tal poder implica que, cuando Occidente lucha contra el no-Occidente, el resultado en el campo de batalla se da por sentado. Con resultado por anticipado, la lucha se ve más como redada policial que como conflicto bélico tradicional. Al igual que en una redada policial, las guerras modernas son juzgadas según su legalidad, la duración de las hostilidades, la proporcionalidad de la fuerza, la severidad de las bajas o la extensión del daño económico y medioambiental.

Todo esto son términos debatibles, y debatibles son, hasta el punto que el centro de gravedad Clausewitziano se ha desplazado del campo de batalla hasta los presentadores y los editoriales de opinión. Cómo se perciba una guerra tiene tanta importancia como el cómo se libra realmente.

Esta nueva realidad implica que los gobiernos occidentales, ya sea Estados Unidos en Irak o Israel en el Líbano, tienen que ver las relaciones públicas como parte de su estrategia. Hezbolá se ha adaptado a este nuevo hecho cotidiano, pero esos gobiernos no.

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Strange Logic in the Lebanon War
by Daniel Pipes
New York Sun
August 15, 2006


As staff at some of the world's most prestigious press organizations effectively take Hezbollah's side in its war with Israel, they inadvertently expose a profound transformation in the logic of warfare.

Some examples of their actions:

Reuters: Adnan Hajj, a freelance photographer with more than a decade of experience at Reuters, doctored his pictures to make Israeli attacks on Lebanon look more destructive and Lebanese more vulnerable. His embellishments created thicker and darker plumes of smoke from bombing raids and posed the same woman bewailing the loss of her bombed-out residence in three different locations. Reuters fired Mr. Hajj and withdrew 920 of his pictures from its archive. Further research by bloggers uncovered four types of fraudulent pictures by Reuters, all exaggerating Israeli aggressiveness. The bloggers even documented how a Reuters picture was staged.

The BBC: Editors actively trolled for personal accounts to demonize Israel, posting this request on its news pages: "Do you live in Gaza? Have you been affected by violence in the region? Send us your experiences using the form below. If you are happy to speak to us further please include contact details."


Rosemary Church


CNN: An anchor on its international program, Rosemary Church, implied that Israeli forces could shoot down Hezbollah's rockets but chose not to do so when she asked an Israeli spokesman, "would Israel not be trying to shoot them out of the sky? They have the capability to do that."

The Washington Post: Similarly, a military affairs reporter, Thomas Ricks, announced on national television that unnamed American military analysts believe that the Israeli government "purposely has left pockets of Hezbollah rockets in Lebanon, because as long as they're being rocketed, they can continue to have a sort of moral equivalency in their operations in Lebanon." Having one's own people injured, he explained, offers "the moral high ground."

All these press and broadcast activities stem from a perception that taking casualties and looking victimized helps one's standing in the war. Mr. Hajj's distortions, for example, were calculated to injure Israel's image, thereby manufacturing internal dissent, diminishing the country's international standing, and generating pressure on the government to stop its attacks on Lebanon.

But this phenomenon of each side parading its pain and loss inverts the historic order, whereby each side wants to intimidate the enemy by appearing ferocious, relentless, and victorious. In World War II, for instance, the U.S. Office of War Information prohibited the publication of films or photographs showing dead American soldiers for the first two years of fighting, and then only slightly relented. Meanwhile, its Bureau of Motion Pictures produced movies like "Our Enemy – The Japanese," showing dead bodies of Japanese and scenes of Japanese deprivation.

Proclaiming one's prowess and denigrating the enemy's has been the norm through millennia of Egyptian wall paintings, Greek vases, Arabic poetry, Chinese drawings, English ballads, and Russian theater. Why have combatants (and their allies in the press) now reversed this age-old and universal pattern, downplaying their own prowess and promoting the enemy's?

Because of the unprecedented power enjoyed by America and its allies. As the historian Paul Kennedy explained in 2002, "in military terms there is only one player on the field that counts." Looking back in time, he finds, "Nothing has ever existed like this disparity of power; nothing." And Israel, both as a regional power in its own right and as a close ally of Washington, enjoys a parallel preponderance vis-à-vis Hezbollah.

Such power implies that, when West fights non-West, the outcome on the battlefield is a given. That settled in advance, the fighting is seen more like a police raid than traditional warfare. As in a police raid, modern wars are judged by their legality, the duration of hostilities, the proportionality of force, the severity of casualties, and the extent of economic and environmental damage.

These are all debatable issues, and debated they are, to the point that the Clausewitzian center of gravity has moved from the battlefield to the opeds and talking heads. How war is perceived has as much importance as how it actually is fought.

This new reality implies that Western governments, whether America in Iraq or Israel in Lebanon, needs to see public relations as part of their strategy. Hezbollah has adapted to this new fact of life, but those governments have not.

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Aug. 15, 2006 update: In an undated posting, Alex Safian of CAMERA posts this sort-of retraction by Thomas Ricks in a note to the Washington Post ombudsman, referring to his comment quoted above:

Ugh. I wish I hadn’t. I’ll attach a transcript at the end. What I said was accurate: that in an off-the-record conversation with military analysts, a couple had suggested that the Israeli strategy involved leaving Hezbellah 'rocket pockets' in place so as to shape public perceptions and give their forces more freedom of maneuver in Lebanon. Such a strategy might be considered logical and even moral, in that while suffering some short-term casualties, it would provide more protection for more Israelis in the long run.

But I've since heard from some smart, well-informed people that while such a strategy might be logical, that the Israeli public just wouldn't stand for it. And they were pretty dismayed that I has passed on the thought.

My comments were based on a long conversation I had with a senior Israeli official a couple of years ago …

Best
Tom

Safian finds an inconsistency and thus a "serious problem" in this note:

on CNN’s Reliable Sources Mr. Ricks described his source as “some U.S. military analysts,” while in the note he describes his source as “a senior Israeli official.” Which raises the question of whether Mr. Ricks had any source at all – besides himself, that is.

Tropas españolas al Líbano

No hay que enviar tropas españolas al sur del Líbano
Tomás Alcoverro | 19/08/2006 - 18:01 horas
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20060819/51280219211.html

Si el envío del contingente español a Diwaniya, al sur de Iraq, fue un gravísimo error imperdonable, el proyectado destacamento que debe reforzar la FINUL en el sur del Líbano, es otra peligrosa decisión que habría, a toda costa y prudentemente, que revisar. No es que esta pequeña región meridional, de una superficie de ochocientos cincuenta kilómetros cuadrados, habitada sobre todo por una población chií, pueda compararse al extenso territorio del sur iraquí, también poblado de chiíes, ni que los ataques y hostigamientos que sufrió allí la guarnición española pudiesen repetirse en el Líbano.

Pero si que hay que impedir que estos soldados queden expuestos a las laberínticas trampas del sur del Líbano, llamado, durante muchos años, el pequeño Vietnam del ejército israelí. En la mediterránea ciudad de Tiro, donde según la leyenda Zeus metamorfoseado en toro raptó a la fenicia Europa, que dio nombre a nuestro continente, hay, cabe a la orilla del mar, una gran placa de mármol con todos los nombres de los soldados de la FINUL caídos en el campo del honor.

La FINUL fue el contingente militar de la ONU constituido a partir de la resolución del Consejo de Seguridad 425, tras aquella muy olvidada invasión israelí de 1978, para, como ahora, "asegurar la evacuación de las tropas israelíes, restablecer la paz y la seguridad internacionales y ayudar al gobierno del Líbano a restablecer su autoridad efectiva en la región del sur.

Como el Estado judío no consintió en aplicarla hasta la primavera del año 2000, este cuerpo militar, formado por contingentes de diferentes naciones, incluyendo en sus primeros años al Irán del Sha, ha tenido que pechar con su imposible misión durante estas décadas. Dotada de un mandato que no establecía que pudiese utilizar la fuerza coercitiva para evitar combates y operaciones militares en la zona fronteriza, quedó reducida a una triste fuerza de observadores que simplemente atestaban los hechos de armas, ya fuesen israelíes, palestinos o, a partir de 1982, hombres de la resistencia nacional, convertida mas tarde en islámica.

En aquel otro verano de 1982 no pudo cerrar el paso a los convoyes de tanques enviados por el jefe del gobierno del Estado judío Menahem Begin y por su ministro de Defensa, Ariel Sharon, a invadir el Líbano, ocupar Beirut y expulsar a los "fedayines". Entre los nombres de los caídos de la FINUL en cumplimiento de su misión, hay muchos franceses. Francia tiene fuertes vínculos históricos, culturales y políticos con el Líbano. El gobierno de París, en su apoyo constante a la soberanía e integridad nacional libanesas, no puede desentenderse de sus compromisos. ¿Pero que interés puede tener España, tan alejada de todos los asuntos del levante mediterráneo, en exponerse a sufrir las imprevisibles consecuencias de la aventurada decisión de enviar un destacamento militar a una zona muy insegura y de incierto futuro?

Durante cuatro décadas, el sur del Líbano ha sido y sigue siendo la palestra por antonomasia donde se dirimen con el fragor de las armas todos los conflictos entre israelíes, palestinos, sirios e iraníes, donde chocan los más poderosos intereses regionales. El débil y maltrecho Estado del Líbano ha sido incapaz, antes y ahora, de imponer su autoridad y ha permitido luchar a sus anchas a los combatientes de Hezbollah contra Israel, antes lo habían hecho los guerrilleros palestinos contra los mismos objetivos del Estado judío. Es una ingenuidad extrema creer que existen en este momento nuevas circunstancias para emprender la difícil "normalización" del sur del Líbano. Es un cálculo prematuro pensar que una renovada y ampliada FINUL podrá, reforzada por un mandato que le otorgue mayor libertad de maniobra, modificar, por arte de birlibirloque, las complejas condiciones geoestratégicas regionales del sur.

Los israelíes nunca han visto con buenos ojos a la FINUL. A menudo sus soldados internacionales han quedado atrapados entre dos fuegos. Para la población local, no obstante, ha cumplido y cumple unos servicios de útil asistencia e, incluso, de protección. El peligro de ahora es que con Hezbollah arraigado en el sur, a diferencia de los palestinos que fueron elementos extraños a esta tierra libanesa, con una incertidumbre de poder, con una radicalización tanto del Líbano como de los territorios palestinos y árabes tras esta guerra inacabada pero que a sus ojos les ha dado una victoria estratégica sobre Israel, el contingente de la ONU pueda ser percibido cada vez más, entre sus habitantes martirizados, como el brazo de la OTAN, una vanguardia militar que enmascara los intereses occidetalisraelíes.

La FINUL, que antes de esta guerra era una fuerza mortecina a punto de ser dislocada, necesitará, por lo menos, un año, según su comandante en jefe, el general francés Alain Pellegrini, para que sus efectivos alcancen los 15.000 soldados. Un año es mucho tiempo en el turbulento Líbano, en medio del ojo del huracán de Oriente Medio. No, al sur no hay que enviar soldados con una misión inalcanzable; al sur hay que enviar fuerzas civiles de paz, como ocurrió en aquel Iraq de antes de la guerra, en el que los "brigadistas " españoles fueron la mejor representación de nuestra libre sociedad civil. Y que en Madrid no olviden aquella premonitoria frase de un general estadounidense cuando, refiriéndose a la intervención en Somalia de su ejército, dijo: "Si llorasteis en Beirut, sufriréis en Mogadiscio". Si se equivocaron en Diwaniya, ahora podrían caer en la trampa del sur del Líbano.

Hezbolá

La historia de Hezbolá explica por qué no va a desarmarse bajo ningún concepto
Permalink 12.09.06 @ 18:21:26. Archivado en La Cuarta Guerra Mundial

[Hezbolá ha inventado el terrorismo suicida islamista] El pasado agosto, ‘Periodista Digital se hizo eco insistentemente de 'una aguda entrevista publicada en el diario argentino Página 12', al diputado libanés y uno de los líderes de Hezbolá, Hassan Hajj Hussein. Preguntado sobre el apoyo logístico que, supuestamente, Irán presta a Hezbolá, el diputado libanés reta al entrevistador: 'Lo desafío a que me aporte la más mínima prueba de que somos un instrumento de Irán'. Hezbolá, el 'Partido de Dios', tiene 25 años a sus espaldas y se ha configurado como el verdadero dueño del Líbano. Es toda una potencia aguerrida y fanática que inventó el terrorismo suicida contemporáneo. No es vano recordar su pasado, para conocer su presente y su futuro.

Porque el diputado del grupo Ali Ammar ha dejado claro que "la resistencia conservará sus armas, que son como el Evangelio y el Corán", en un discurso pronunciado esta semana ante miles de personas en los barrios del sur de Beirut. Ammar acusó a los detractores del grupo chií de "haber planificado el asesinato de la resistencia en colaboración con los norteamericanos y los israelíes", en alusión al movimiento antisirio denominado "Catorce de Marzo", creado tras el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri. Dicho movimiento controla el Gobierno libanés, de 24 ministros, entre los que hay solo dos de Hezbolá.

Según el diputado chií, "las fuerzas del ’Catorce de Marzo’ se alinearon con el enemigo israelí desde el principio" de la guerra entre Hezbolá e Israel, el pasado 12 de julio. Por ello, estimó, "este gobierno debe irse" ya que está formado por "una mayoría ilusoria, que usurpó el poder". El movimiento del "Catorce de Marzo" presiona en favor de la aplicación de la resolución 1559 del Consejo de Seguridad de la ONU, que exige el desarme de Hezbolá, y conforme a la que Siria tuvo que reiterar sus tropas del Líbano en abril de 2005.

LA ‘FATUA’ DE 1983

En octubre de 1983, una fatwa emitida por el jeque Mahdi Chams ad-Din', antigua mano derecha del imán Musa Sadr y vicepresidente del por entonces postergado Consejo Superior de la Chía, no sólo fue un llamamiento a la desobediencia civil sino que instó a la comunidad a resistir a la ocupación del sur apelando al imán Husein y a su martirio en Kerbala a manos de los impíos omeyas. Tres semanas después, el 4 de noviembre de 1983, un joven de 20 años se puso al volante de un coche rojo aparcado frente a su casa y repartió besos y bendiciones a cuatro hombres presentes. Condujo hasta la puerta de un cuartel ocupado por los israelíes y cuando le pidieron que se identificara abrió la guantera y saltó por los aires. Con él murieron 60 personas, 29 de ellas soldados israelíes. Así nacía el terrorismo suicida islamista, un privilegio que corresponde a los chiítas libaneses aleccionados por los agentes subversivos enviados por el régimen teocrático de los ayatolás de Irán.

Hezbolá comenzó a fraguarse en 1982, pocos meses después de la segunda invasión israelí, con la fusión de tres grupos chiíes libaneses, en medio de un ambiente favorable al islamismo gracias a la semilla plantada por Musa Sadr y los jeques Chams al-Din' y Fadlahah, según cuenta el libro reciente 'Hizbulah, el brazo armado de Dios', del corresponsal de la agencia Efe en Oriente Medio Javier Martín, una de las pocas fuentes serias en español, aún teniendo en cuenta que Martín en su libro no oculta sus simpatías por el movimiento que retrata y sus antipatías por el oponente israelí.

Pero sigamos con la historia. Durante tres años, un núcleo primigenio de clérigos, apoyados por Irán, trabajó en la clandestinidad para aunar a las distintas facciones bajo un liderazgo único que el 16 de febrero de 1985 se presentó al mundo como un movimiento de resistencia islámica, el 'Partido de Dios'. Durante un tiempo se había llamado Yihad Islámica pero finalmente se adoptó esa denominación procedente de la aleya 56 de la sura 5 del Corán. Ese 16 de febrero, -primer aniversario de la muerte del jeque Raghab Harb, uno de los primeros paladines de la lucha armada, asesinado por tropas israelíes-, el portavoz del grupo Ibrahim al-Amin Sayed, dio inicio oficial a la resistencia contra la ocupación israelí.

Los tres grupos compartían admiración por el régimen de los ayatolas y cada uno aportó tres miembros a un primer Consejo o Majlis. El 'manifiesto de los nueve' recibió el visto bueno del ayatolá Jomeini, que ordenó a la Guardia Revolucionaria Iraní que les apoyara, en primer lugar a través de instrucción militar. Oficiales de alto rango iraní visitaron Siria, que permitió abrir un corredor para el trasiego libre de militares iraníes por su territorio y el establecimiento de campos de instrucción militar en el valle libanés de la Bekaa, cerca de sus propios acuartelamientos. Miles de adolescentes libaneses, educados por los clérigos, pasaron de las huseyniyas (escuelas) a los campos de entrenamiento militar donde aprendían a manejar armas y explosivos, y 'tácticas bélicas a caballo entre la guerrilla y el terrorismo'. Sólo en el primer año de resistencia en el Líbano, unos 1.500 'pasdaranes' o guardianes de la revolución iraní se establecieron en escuelas coránicas de Balbeck y otras localidades de la Bekaa, dice Martín.

El ahora secretario general de Hezbolá, el jeque Hassan Naralah, miembro de la oficina política, completó sus estudios teológicos en Nayaf. Ha contado al diario As-Safir: 'El principal objetivo en aquel tiempo era atraer jóvenes para enviarlos a los campos militares, donde eran entrenados y organizados para actuar en grupos contra las fuerzas de ocupación. El segundo objetivo era predicar para estrechar el odio al enemigo e inocular el espíritu de resistencia'.

Desde el principio el liderazgo del grupo ha sido colectivo, el secretario general no es más que el director de una empresa. El Majlis decidió adoptar la línea política de Irán y aceptar su ayuda financiera. Los ayatolás iraníes son aceptados como máxima autoridad religiosa y por tanto política. El Wali al-Faqih (el ayatolá Jomeini) era considerado el propio máximo líder.

Gracias a la enorme ayuda recibida, lo que era un grupúsculo se convirtió en tres años en un destacamento aguerrido.

El grupo se ha mantenido siempre fiel a sus raíces iraníes y a su apuesta por la Yihad desde aquella mañana de febrero de 1985, en la que Al-Amin Sayed frente a centenares de seguidores, muchos armados y con uniforme militar, gritó: 'No poseemos un ala militar que sea independiente del resto de nuestros organismos. Cada uno de nosotros es un combatiente cuando se llama a la yihad, y cada cual desempeña sus obligaciones cuando se desencadena la batalla. Alá nos respalda y nos protege mientras llenamos de temor el corazón de nuestros enemigos'. Un precedente clarísimo del discurso de Al Qaeda.

Siempre han negado su participación en los atentados de Argentina en 1992, cuando 29 personas murieron en un atentado contra la embajada israelí en Buenos Aires, y de 1994, que costó la vida a 85 personas en un centro cultural judío tambièn de Buenos Aires. Pero existen indicios importantes nunca rebatidos del todo.

EL CORÁN Y LA METRALLETA

Según se cita en 'Principios políticos, filosóficos, sociales y religiosos del Ayatollah Jomeini' (Icaria, Barcelona 1981, 124 páginas, en traducción del francés de María Rodríguez Bayraguet y Karmele Marchante) pag.16, Jomeini dice: «La guerra santa significa la conquista de los territorios no musulmanes. Podrá ser declarada por el Imán, después de la formación de un gobierno islámico digno de este nombre. Es deber de todo hombre mayor de edad y útil acudir voluntario a esta guerra de conquista en la que la meta final no es otra que la de extender la ley coránica de un extremo al otro de la Tierra. El mundo entero debe saber que la supremacía universal del Islam difiere considerablemente del sistema de poder que motiva a otros conquistadores. Es necesario pues que el gobierno islámico se cree bajo la autoridad del Imán a fin de que sea posible emprender esta conquista que se distinguirá de otras injustas y tiránicas guerras de conquista que hacen abstracción de los principios morales y civilizadores del Islam.»

Es decir, que si la yihad la proclama 'el imán' -los ayatolás que gobiernan Irán- entonces es obligatoria. Si lo hace Al Qaeda, no, porque son suníes y no tienen imanes que dicten doctrina. Irán e Hizbollah practican pues la yihad shiíta, cuyo objetivo es el mismo que el de la yihad sunita: exterminar a los infieles de la faz de la tierra y establecer la 'sharia' de forma universal.

SUICIDA, MÁRTIR O TERRORISTA

El jeque Hasan Nasralah aplicó el término al caso libanés con la denominación 'espíritu de sacrificio', y su mejor ejemplo es el joven Ahmad Qasir, que con 17 años se convirtió en el primer mártir reconocido del grupo. El 11 de noviembre de 1982, 'se subió a un Mercedes blanco, se abrochó el cinturón de seguridad y recitó la 'fatiha', la primera oración del Corán. Probablemente siguió recitándola todo el trayecto por los intrincados vericuetos del sur del país hasta llegar a la puerta principal del cuartel que las tropas israelíes ocupaban en la ciudad meridional de Tiro. Entonces aceleraría y el estruendo de la explosión que se llevaría por delante a 141 personas señalaría el nacimiento en Oriente Medio de una nueva estrategia de lucha que traería cola. Habían pasado escasos meses desde la llegada de los primeros agentes iraníes que impulsarían la subversión.

Sólo entre 1982 y 1985 se registraron casi una treintena de estas 'operaciones de martirio'. Hezbolá trataba de escamotear su responsabilidad objetando que entonces el grupo todavía no estaba definido. Se llamaba Resistencia Nacional Libanesa a un conjunto de grupos de los que los más mortíferos y efectivos fueron Ad-Dawa, uno de los fundadores de Hezbolá, y la Yihad Islamiya 'que se considera una de las tapaderas bajo las que se escondía el naciente Partido de Dios', afirma Martín.

Las explicaciones y coartadas de Hizbullah negando su autoría son un ejercicio refinado de ese que los persas llaman 'ketnam', hablar con doble sentido, una práctica que llegó de Teherán con explosivos y maletines de dinero, en la que se atribuye especial virtuosismo al que fuera presidente iraní Ali Hashemi Rafsanyani, técnica oratoria que practicara también con profusión Husein Musawi y otros portavoces como Nasralah cuando afirmaban que fue Yihad Islamiya y no Hizbolah, el responsable de los atentados contra los marines y la 'fuerza multinacional'.

'La idea de los suicidas había surgido en Irán y tenía en el ayatola Jomeini su principal mentor: al comienzo de la guerra, que su país libró contra Irak entre 1980 y 1988, emitió un edicto religioso en el que justificaba el hecho de que se enviara a niños a correr por los campos minados para abrir las líneas y garantizar así el paso de los tanques iraníes. Esta táctica de 'suicidio consentido y legitimado por la religión' -después empleada por palestinos, chechenos, afganos, saudíes o iraquíes- fue madurada y adaptada en el sur libanés durante los primeros tres años de resistencia que siguieron a la segunda ocupación israelí. La alentaron los jeques adoctrinados por Irán, que convirtieron las 'huseiniyas' -centros religiosos chiíes- en bases para la resistencia. Entre estos dirigentes religiosos destacó Raghab Harb, primer dirigente de Hezbolá asesinado a tiros por un comando de las fuerzas especiales judías', se cuenta en el libro del corresponsal español.

De los campos de entrenamiento de Yibshit y la aldea de Maarakeh, los dos extremos de una comarca conocida como 'el arco de la resistencia', salieron entre 1982 y 1984 la mayoría de los suicidas que sembraron el pánico entre las fuerzas de ocupación israelíes y el contingente enviado por EEUU.

El 6 de junio de 1984, segundo aniversario de la entrada israelí en Líbano, Bilal Fahes, uno de los guardaespaldas de Nabih Berri, jefe de Amal, se montó en uno de los típicos Mercedes blancos que sirven de taxi en el Líbano, y se ocultó entre los limoneros que flanquean la serpenteante carretera de la costa, entre Tiro y Zahrani. Con 18 años recién cumplidos atesoraba ya una gran experiencia militar. Nacido en Yibshit, pupilo del jeque Harb, había sido detenido por la milicia cristiana aliada de Israel durante las primeras semanas de ocupación, pero puesto en libertad a continuación. Los 150 kilos de explosivos que hizo detonar al paso de un convoy de blindados hirieron a nueve soldados israelíes.

Para entonces ya abundaban los voluntarios para el martirio. A cada asesinato selectivo israelí o golpe enemigo, seguía un atentado suicida. El 1o de marzo de 1985, en respuesta a la colocación de una bomba en una huseiniya el día 4 anterior, que mató a doce personas, una de ellas el jeque Yarradi, el mártir Abu Zainab condujo una furgoneta roja hacia otro convoy israelí, a tres kilómetros del asentamiento judío de Metulah, en el norte de Israel, y mató a doce e hirió a catorce soldados volando por los aires con sus 900 kilos de explosivos. Por primera vez, un atentado suicida dentro de la zona de seguridad. Hezbolá comenzaba a actuar abiertamente aunque el atentado fuera reivindicado por Yihad Islamiya.

Pero la operación que consternó al mundo fue el ataque contra la base de 'marines' establecida junto al aeropuerto de Beirut. Una carga de ocho toneladas acabó con la vida de 241 americanos, en el atentado más sangriento sufrido por el ejército estadounidense desde la segunda guerra mundial. El boquete abierto por la explosión alcanzó una profundidad de cuatro metros y la metralla se diseminó varios kilómetros a la redonda.

Tan sólo 20 segundos después, otro artefacto detonó no muy lejos y 58 paracaidistas franceses perdieron la vida en el mayor desastre de su ejército desde la guerra de Argelia. Formaban parte de la fuerza multinacional de la ONU que supervisaba la retirada israelí y la salida de Beirut de los grupos armados palestinos a las órdenes de Yasir Arafat.

EL ARMA MÁS EFECTIVA

En 'La Cuarta Guerra Mundial' (José Catalán Deus, Ediciones Espejo de Tina, Madrid, 2006) se cuenta así: "En 1983 se inicia en Líbano el terrorismo islamista suicida. Los ataques suicidas en la guerra civil libanesa son un punto de referencia en el altar islamista, empezando por el camión bomba que el 18 de abril de 1983 fue estrellado contra la embajada de EEUU en Beirut, provocando 60 muertos. El 23 de octubre se repetían ataques similares contra el cuartel general de los marines, un edificio de siete plantas, en el que murieron 120 soldados, y otro idéntico, tan sólo 20 segundos después, contra el cuartel general de los paracaidistas franceses. El cuarto atentado de la serie tuvo lugar unas semanas después, el 14 de noviembre, contra una base del ejército israelí en Tiro, con 39 muertos. Todos juntos configuran la presentación en sociedad de las acciones suicidas que en las dos décadas siguientes se extenderán como el arma más efectiva del terrorismo islamista. En su primera declaración de guerra a Occidente, en agosto de 1996, Bin Laden celebraba los atentados de Beirut. Estaba claro que se trataba de una nueva arma de inusitada potencia, esa 'bomba atómica de los pobres' que se venía buscando: un terrorista dispuesto a morir en la acción elevaba su eficacia cien, mil veces, era casi imposible contrarrestar su mortífera potencia".

"Efectivamente, al año siguiente las tropas estadounidenses y francesas acantonadas en el país se retiraron después de sufrir otros atentados mortales y una serie de secuestros (cuyo 'remake' ha tenido lugar en Irak sobre todo durante 2004), completadas con acciones terroristas en territorio francés en el verano de 1985. El Hezbolá pro-iraní se convierte en la punta de lanza contra Israel. E irrumpe Hamás, la versión islamista de la resistencia palestina, se cree que con el apoyo israelí y estadounidense en los primeros momentos, para así debilitar la influencia de la OLP de Yaser Arafat".

La operación contra la base estadounidense fue reivindicada en una llamada telefónica a la agencia AFP. Los autores se describían como 'un grupo de musulamnes libaneses soldados de Alá dispuestos al martirio'; su objetivo era establecer un Estado Islámico en Líbano. Las pesquisas sobre la autoría llevaron hasta dos personalidades integristas chiíes: el activista Husein Musaui -en la actualidad asesor de la secretaría general de Hezbolá, y el jeque Fadlalah, uno de los dirigentes espirituales de Amal, ambos ligados históricamente a Hezbolá, que aunque todavía niega oficialmente su autoría en este atentado, alaba la operación y a sus autores, y la califica como 'el primer castigo'.

La figura clave del atentado fue el misterioso Imad Mughniyeh, pieza fundamental también en la llamada 'crisis de los secuestros' que causó el terror entre los occidentales que vivían en el país entre 1984 y 1992. Es considerado por Israel el cerebro de la operación, y está documentada su asidua asistencia a la embajada iraní en Damasco, dirigida entonces por el ayatoleslán Ali Akbar Mohtashemi, considerado el 'padrino' de Hezbolá.

A partir de los acuerdos de Taif en 1990, Hezbolá dejó de atacar a las fuerzas de la ONU y se centró en las fuerzas israelíes.

El pulso entre Irán y Siria por la dominación en el Líbano se concretó en el apoyo sirio a Amal y el iraní a Hezbolá. Siria terminó imponiéndose y Hezbolá acertó a acercarse a los sirios y a aliarse con ellos.

El 19 de agosto de 1989, un suicida llamado Haizam Dibuk detonó su artefacto al paso de una patrulla conjunta cristiano-israelí. Este ataque junto a los protagonizados por los mártires Amer Kalakas, Abdulá Atueh y Assad Birru fueron los únicos cuatro que tuvieron lugar en el tramo final de la década de los años noventa.

EL IRRESISTIBLE ASCENSO DE NASRALAH

Hubo una reforma en Hezbolá en 1989: se creó el puesto de secretario general y nuevos órganos de gobierno como la Oficina Política y el Consejo Ejecutivo. Como secretario general fue elegido uno de los tres fundadores, el jeque Subhi Tufeili.

Los cambios introducidos hasta 1992 configuraron el partido tal como es actualmente. El máximo órgano es aún el Consejo o Shura, integrado por el secretario general y los responsables de los cinco consejos operativos, a saber, guerra santa, político, ejecutivo, parlamentario y judicial (encargado de que la Sharia rija toda la actividad del partido). El consejo de la Yihad o guerra santa tiene autonomía para decidir sus acciones suicidas, que se han combinado en años pasados con operaciones militares convencionales que incluyen el uso de misiles.

Musawi accedió a la secretaría general en 1991, tras dirigir durante años la resistencia en el sur. Miembro fundador, combatiente feroz, organizador de las milicias del partido, urdidor de algunas de las operaciones suicidas más sonadas, fue asesinado por Israel menos de un año después, acontecimiento clave para la evolución del Partido de Dios.

Horas después de su muerte, el Consejo de Shura nombró a Hassan Nasralah, un joven clérigo de 32 años discípulo de Musawi. Su liderazgo es acatado y celebrado, su figura respetada en todo Oriente Medio, su palabra tiene peso en las ciudades santas de Nayaf y Qom, y su modelo de resistencia está siendo imitado en Irak por Muqtada al-Sadr.

Desde mediados de los ochenta con dinero iraní, el partido ha establecido una red de asistencia social considerable en el país. Según muchas denuncias, ésta sólo sirve para maniatar a la población bajo su férula. Los habitantes del sur no tenían ningún otro apoyo y no tuvieron más remedio que entregarse a Hezbolá. Como ciertamente había que prever que la ayuda se acabaría un día, Hezbolá ha conseguido ser financieramente independiente en la actualidad gracias a que recibe ayudas cuantiosas procedentes de todo el mundo musulmán.

En julio de 1993 la situación en la frontera y la franja de seguridad era de prácticamente guerra abierta. Se sucedían las bajas israelíes, pero Hezbolá no ha actuado en general contra la población civil de Israel, excepto con sus lanzamientos de cohetes Katyusha.

Javier Martín en busca de una entrevista con los padres del suicida Mahmud al-Hach Alí fue trasladado a un edificio de Nabatiye presidido por un pendón negro en el que rezaba una famosa frase de Jomeini: 'Todo lo que tenemos es la bendición del día del martirio'. De allí a la casa de sus padres, en la cima de una colina cercana, en cuyo jardín estaba colocado uno de esos carteles frecuentes en la región que honran a los caídos shiíes. En el ángulo superior izquierdo, la foto de un rostro serio de un joven de 19 años. En el derecho, un brazo sujetando un 'kalashnikov', el símbolo del partido. En el centro un texto que resume la acción heroica del fallecido.

Hezbolá ha colocado un cartelón de éstos en cada lugar donde actuó un suicida, un mártir de la Resistencia. Dice el texto de uno de ellos: 'A las once de la mañana del martes 6 de julio de 1995 la Resistencia Islámica sorprendió al Ejército de Ocupación con una operación militar, lanzada por primera vez ante sus ojos frente al estratégico enclave de Beaufort. Un solo combatiente atacó un convoy formado por seis camiones, tres vehículos acorazados de transporte de tropas y dos vehículos todo terreno llenos de soldados enemigos. Hizo detonar 16 explosivos que antes había plantado con sus manos en la zona con el propósito de destruir a los vehículos y sus ocupantes, y extender entre ellos el miedo a entablar combate. Un gran número de soldados enemigos murieron o resultaron heridos en esta operación'.

Pues bien, la señora Ahlan le contó que cuando tenía 25 años un día llegó un clérigo y estuvo largo rato de charla con su marido. Mahmud tenía doce años. 'A los siete u ocho años, si demuestran ciertas actitudes, comienzan a conocer cómo funciona la resistencia. A los 12 o 13 inician el entrenamiento militar si no son hijos únicos. Yo estaba preparada para la noticia. Si vivimos bajo ocupación, lo normal es enviar a nuestros hijos a morir'.

El mártir Mahmud comenzó su vida de miliciano en 1990, con 15 años. 'Cuando salía de casa nunca sabías si iba avolver. Normalmente estaba quince días de servicio y quince en casa. A partir de 1993, cada vez le fui viendo menos. El 11 de diciembre de 1994 las agencias de noticias informaron de la muerte de un oficial israelí y siete libaneses, entre ellos cuatro guerrilleros de Hezbolá. 'No fue filmado porque iban a una operación de martirio. Cuando saben que no vana volver nunca lo graban. Lo hicieron en honor al imán Alí Abú Talib, fundador del shiísmo, en el día de su cumpleaños. Tres días antes recogió el Corán, sus libros religiosos y su diario. . LOos metió en una bolsa y se despidió. Me dijo que se iba de viaje. Él ya sabía que iba a una gran operación, pero no me dijo nada más. Durmieron varios días en un cementerio cristiano antes de atacar'.

En el atentado de 25 de mayo de 1995, Salah Ghandur, padre de un niño de dos años, se puso al volante de un coche cargado con media tonelada de explosivos y se suicidó contra un convoy militar; murieron doce soldados. La grabación de la acción suicida fue emitida horas después por la cadena de televisión de Hezbolá, Al Manar, y se propagó rápidamente por el mundo, reproducida por los medios audiovisuales internacionales. El impacto que provocó terminó de convencer al Partido de Dios de la importancia de meter la guerra del Líbano en las cases israelíes, en hacerles llegar imágenes de destrucción que les aterrorizaran a ellos y a los occidentales en general. Mientras cenaba en el salón, la televisión les servía imágenes de la muerte de sus jóvenes soldados.

En la filmación de las acciones, una práctica habitual de Hezbolá que comenzó hacia 1986, también han sido pioneros, y hoy los grupos islamistas violentos prestan una gran importancia a filmar sus golpes, tanta como a darlos. La primera acción filmada de Hezbolá fue el asaltoal acuartelamiento de Sujud, en la región de Iqlin al-Tufah. Tras ello, la cámara siempre acompañó a fusiles y explosivos. Hezbolá inauguró su primera emisora de radio, Al-Nur, en 1988, y su televisión Al-Manar en 1990. La divulgación internacional de sus vídeos comenzó a generalizarse en 1995, 'y contaría a partir de 1996 con la complicidad inconsciente de la prensa israelí, instigada por los grupos pacifistas'.

La guerra de propaganda es una de las claves que explican la retirada israelí. Por primera vez un país donde servir en el ejército era más motivo de orgullo que un deber, se vio sacudido por movimientos de objección de conciencia. Los jóvenes se negaban a servir en el Líbano y algunos oficiales criticaban la intervención libanesa abiertamente.

UN CINTURÓN EXPLOSIVO

En 1996, el año en que el primer ministro israelí Isaac Rabin fuera asesinado aparentemente por un extremista solitario por ser artífice de los Acuerdos de Paz de Oslo, un año especialmente sangriento por los ataques de Hezbolá y la respuesta desesperada israelí que supuso la operación 'Uvas de la ira', Hezbolá distribuyó un vídeo en el que se podía ver por vez primera a combatientes preparándose para el suicidio. Suicidas con uniforme militar adosaban cargas explosivas a su pecho y fijaban los detonadores al cinturón. Las bombas humanas besaban después el Corán, salmodiaban algunas suras y juraban fidelidad a Alá y al imán Jomeini. Una voz advertía que aquellos hombres constituían solamente un ejemplo de la legión de más de 300 voluntarios que ya había realizado sus oraciones póstumas. Así lo decía un responsable del brazo militar: 'Cada país tiene su armamento especial y secreto. Carecemos de la tecnología punta que Israel y otros países poseen, pero a cambio tenemos estos piadosos y aguerridos hombres, que serán más efectivos que las armas de nuestro enemigo'.

El bienio que concluyó con el fracaso de la Operación Uvas de la Ira, fue también el de la segunda reforma sustancial del Partido. En 1995 expiraba el segundo mandato de Nasralah como secretario general. O se encontraba un sustituto o se corregían unos estatutos aprobados cuatro años antes que fijaban en dos mandatos el máximo consecutivo. Se hizo lo segundo, y se permitió una segunda reelección. La grave crisis interna se hizo pública. El cada vez más relegado Subhi Ufeili divulgó las diferencias y desde su fortaleza de Baalbek atacó al secretario general por marginar la faceta social del partido y sólo prestar atención a la militar. Terminó por esc indirse y fundar un nuevo movimiento al que denominó 'La Revolución de los Hambrientos'.

Según el investigador Ronen Sebag, del Instituto de Investigación sobre Medios de comunicación de Oriente Medio, en Washington, no fue Hezbolá quién derroto a las tropas israelíes en el Líbano sino la opinión pública israelí influenciada por la perfecta simbiosis entre medios de comunicación y movimientos pacifistas. Las cifras parecen concederle la razón. En 1988 sólo el 44% de los encuestados apoyaba una retirada unilateral, pero un año después la cifra subió al 55%. Netanyahu se sintió aislado, su estrategia de mano dura fracasaba, optó por acciones de comando puntualesy quirúrgicas ya que la ONU impedía ataques a gran escala.

MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Pasados los años, la 'victoria' de Hezbolá aún perdura en la mente de los árabes como el modelo a seguir en la lucha contra Israel. La influencia es palpable, sobre todo en Palestina, donde Hamás ha adoptado su estructura e incluso sus símbolos, y emergente en Irak, donde con el beneplácito de Irak ayuda a alentar y alimentar la corriente que representa Muqtada al-Sadr.

'No hay un hecho que haya afectado más a la forma de pensar de los palestinos que la retirada del ejército israelí del sur del Líbano', escribía el 5 de mayo de 2001, el analista militar israelí Ze'ef Schiff en su columna del diario Ha'aretz, un año después de la retirada y ocho meses después del inicio de la segunda intifada (que pudo muy bien ser lanzada a rebufo del éxito del Líbano y para aprovechar el golpe psicológico sufridos por los judíos)

Efectivamente, apenas cuatro meses después de la retirada, el 29 de septiembre de 2000, comenzó el segundo levantamiento palestino, la llamada 'intifada de Al Aqsa'. Al contrario que la insurrección de 1986, había sido planificada por Arafat decepcionado de la cumbre de Camp David bis.

En los meses siguientes, la sociedad israelí sufrió en propia casa, en propia carne, una oleada de ataques sin precedente desde la declaración de la independencia en 1947. Hubo atentados suicidas en las principales ciudades. La gente comprendió que no había lugar a más retiradas y los halcones se impusieron hasta hoy mismo. Ya no hubo más movimientos pacifistas. La gente parecía comprender que estaban equivocados propugnando ceder unilateralmente.

Uno de los principales instigadores de la Intifada de Al Aqsa fue el jeque Ahmad Yasin, fundador y guía espiritual del Movimiento de Resistencia Islámico Palestino Hamás. Hasta su asesinato, en marzo de 2004, y desde su silla de ruedas, este anciano hemipléjico lideró un levantamiento que causó la muerte a centenares de personas y enterró la paz de Camp David bis, que estuvo al alcance de la mano.

Hamás buscó alianzas exteriores para conseguir armas y entrenamiento para su brazo armado, las brigadas 'Izz ad-Din al-Qassem. La colaboración con Hezbolá había comenzado en 1992, tras contactos en Amman y Damasco, y por medio de Abú Marzuq en Estados Unidos. En diciembre de ese año, Israel deportó al Líbano a 415 militantes islamistas palestinos que fueron recibidos por unidades de Hezbolá para entrenarlos. 'No parece una casualidad que cuando meses después se les permitió volver a los territorios palestinos, Hamás perpetrara su primer atentado suicida. desde entonces, el modo de proceder ha sido el mismo para ambos grupos: reclutar un voluntario joven, casi adolescente, extremadamente religioso, crecido y educado en el seno del Movimiento, que escribe una carta de despedida y graba un vídeo vestido de guerrillero en el que pide a sus allegados que se regocijen con un martirio que le garantiza el paraíso'.

El 24 de febrero de 2004, Avi Dichter, jefe del servicio secreto israelí (Shin Bet) informó al Parlamento de su país de que la gran mayoría de los cerca de 150 suicidas que se habían inmolado en Israel en los tres años trascurridos de intifada bis erna miembros de Hamás y el movimiento hermano de la Yihad Islamiya palestina. Según Dichter, Hezbolá había financiado las operaciones suicidas pagando una cantidad proporcional al número de muertos que se conseguía en ellas.

Doce años después de su llegaba a la cúpula de Hezbolá, el jeque Hasan Nasralah es aún uno de los dirigentes islamistas más jóvenes de Oriente Medio. Camina más pausado y sus gestos se han serenado. En círculos religiosos shiíes se le ve como el futuro 'marya', el gran ayatolá que guiará a la comunidad por la senda de la verdad.

Aunque el Partido de Dios es ahora más independiente, reconoce Martín que todavía está bajo la sombra de Irán. Su libro 'Hizbulah, el brazo armado de Dios' (Ediciones Catarata, Madrid, 2006) es el más completo en español sobre este tema, y en general favorable a los argumentos de Hezbolá.

EL FACTOR IRAQ

Hezbolá quiso impedir la invasión de Irak y presionó sin éxito para que el principal partido shií iraní en el exilio, la Asamblea Suprema para la Liberación Islámica en Irak (ASRII) tratara de llegar a un acuerdo con el régimen de Sadam Husein bajo mediación de la Liga Árabe, pero sus dirigentes lo rechazaron e Hezbolá los acusó de colaboracionistas por apoyar la intervención estadounidense.

Producida la intervención, Hizbolá intentó extender sus tentáculos en el país a pesar de todo y ha habido agentes suyos con las milicias Al-Badr en Basora y con los seguidores del clérigo radical Muqtada al-Sadr, afín a sus tesis. Hasta la revuelta de sus partidarios en Nayaf en el verano de 2004, Hezbolá mantuvo sus esperanzas de que cuajara en Irak un movimiento inspirado en su resistencia a los israelíes; veían imperar lo que llaman 'halat ar-Rafat', una atmósfera de rechazo a la presencia occidental.

Pero por fortuna se impusieron las tesis moderadas entre los shiíes, y ni siquiera se extendieron sentimientos panislámicos, al contrario, suníes y shiíes están cada vez más alejados hasta el punto de que se contemple la posibilidad de una guerra civil.

'Algunos expertos coinciden en señalar que el colapso de las esperanzas de Hezbolá en Irak está directamente relacionado con la actividad de quien fuera uno de los inspiradores del grupo, el gran ayatolá Husein Fadlalah, y a un nivel superior, con la rivalidad entre la escuela shií iraquí -con sede en la emergente Nayaf- y la escuela iraní establecida en Qom'.

Originario de Nayaf, Fadlalah se formó en el seno de la Hawza y en 1960 fundó el partido shií Ad-Dawa, del que ha sido primer ministro Ibrahim al-Yafari. Fue aceptado como discípulo por el gran ayatolá Abu al-Qasim al-Jui, que le envió al Líbano como su representante. Allí escribió su libro más famoso, 'Al-Islam wa Mantiq al-Quwa (El Islam y la lógica de la fuerza), numen en el surgimiento de Hezbolá. Sin embargo, sus relaciones con el Partido de Dios se torcieron en 1992, tras la llegada al poder del grupo de Hasan Nasralah y su nueva hornada de colaboradores formados en Qom.

Fadlalah jamás ha reconocido a Ali Jamenei como el 'marya al-Tagqlid' o sucesor legítimo del gran ayatola Jomeini, pues considera que ese título le pertenece a él. Fadlalah cuenta con un numeroso grupo de seguidores en Líbano, Iak e incluso en el Golfo Pérsico, y se ha escindido y fundado su propia escuela.

Fadlalah y Hezbolá se habían acercado en los últimos tiempos y coincidían en que no podía existir un gobierno legítimo bajo el poder de Estados Unidos. Pero el primero pronto se desvinculó de los llamamientos a la resistencia. Finalmente, el curso de los acontecimientos anegó sus ambiciones. El gran ayatolá libanés esperaba que la 'maryayia' árabe-iraquí se impusiera en Nayaf y frenara el empuje de la escuela iraní. Sin embargo, han sido los llamados 'iraníes iraquíes', representado en la persona de Abdel Aziz al-Hakim y la ASRII, quienes han copado el liderazgo de la comunidad shií iraquí. Al-Yafari y el partido Ad-Dawa han preferido aliarse con los religiosos llegados de Teherán y juntos colaborar con EEUU para hacerse con el poder.

En el marco de estas tensiones entre ambas tendencias se explican los asesinatos de los primeros meses de figuras como el ayatolá Abdul Mayid al-Jui, hijo del maestro de Fadlalah, y la muerte también del gran ayatolá Muhammad Baquir al-Hakim. Una batalla en la que también está implicado al-Sadr, el único que considera a Hezbolá como el modelo a seguir, el 'namudij'.

¿Quién mató al ayatolá Muhammad Baquir al-Hakim, que era el máximo dirigente del ASRII y a al-Jui? ¿Fueron antentados suicidas?

De todo ello se podría deducir que entre los shiíes iraquíes luchan dos tendencias, una autóctona, que busca restablecer la preeminencia de la escuela de Nayaf, aliada con EEUU para hacerse con el poder, y otra pro-iraní, apoyada desde fuera por Hezbolá, partidaria de la prominencia de la escuela de Qom, que predica la enemistad absoluta con EEUU. Pero habría que comprobarlo estudiando el comportamiento de los partidos políticos presentes, algo imposible para el observador occidental, y también conociendo de buenas fuentes si los alqaedistas atacan a ambos o tienen acuerdo tácito con los pro-iraníes contra los shiíes autóctonos de la escuela de Nayaf. Matices que los medios de comunicación ignoran.

http://blogs.periodistadigital.com/infordeus.php/2006/09/12/la_historia_de_hezbola_explica_por_que_n