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domingo, 8 de junio de 2008

Habla en la primera infancia

Autor: Varios Autores
Título: Función Cerebral
Editorial/Colec.: Libros de Investigación y Ciencia
Lugar/Fecha/Pág.: Prensa Científica. Bcn. 1ra Reimp. 1995

PERCEPCIÓN DEL HABLA EN LA PRIMERA INFANCIA
Peter D. Eimas
Marzo de 1985

[Presentación] Al percibir el habla, los seres humanos detectan categorías fonémicas discretas e ignoran gran parte de la variación de la señal hablada. Las investigaciones realizadas con bebés sugieren el carácter innato de los mecanismos subyacentes

¿Cómo se explica que los niños aprendan a hablar y entender a tan temprana edad y, aparentemente, sin dedicarle a la tarea mayores esfuerzos? El proceso de adquisición del lenguaje comienza bastante antes de cumplirse el primer año. A los tres, la mayoría de los niños utiliza el lenguaje con habilidad considerable. En contraste con el aprendizaje de la lectura o la aritmética, el niño domina el lenguaje sin pasar por enseñanza formal alguna; de hecho, gran parte de ese aprendizaje transcurre dentro de un entorno lingüístico bastante limitado, que no especifica de manera precisa las reglas que gobiernan su uso competente.

Una posible explicación del rápido desarrollo de la habilidad lingüística del niño es que el lenguaje no es tan complejo como suele creerse y, en consecuencia, que, a partir de principios psicológicos tan simples como el condicionamiento y la generalización, se explica la velocidad con que se aprende. Pero la investigación realizada durante las pasadas décadas sobre la naturaleza del lenguaje y los procesos en virtud de los que se produce y entiende ha revelado precisamente una creciente complejidad subyacente, y no esa simplicidad de que hablábamos.

Experimentos realizados por el autor y colegas suyos en la Universidad de Brown, y por otros investigadores en diversos centros, han apoyado una explicación diferente, que se deriva de la opinión según la cual ciertos conocimientos y capacidades innatas subyacen al uso del lenguaje, idea ésta de la que el lingüista Noam Chomsky constituye el exponente más notable. En estudios sobre la percepción del habla en bebés hemos comprobado que los infantes poseen una dotación muy rica de mecanismos perceptivos innatos, adaptados a las características del lenguaje humano, que les preparan para el mundo lingüístico al que tendrán que enfrentarse.

La búsqueda de mecanismos innatos de percepción del habla se desarrolló a partir de estudios de la relación de la señal hablada con los fonemas, unidades que corresponden a las consonantes y vocales del lenguaje. Los fonemas son las menores unidades del habla que afectan al significado: tan sólo un fonema distingue las palabras tasa y rasa y, sin embargo, sus significados son completamente distintos.

Investigadores de los laboratorios Haskins de New Haven, del Instituto de Tecnología de Massachusetts, del Real Instituto Sueco de Tecnología y de otros centros, han demostrado que la señal hablada constituye un complejo de unidades acústicas: breves segmentos separados por pausas momentáneas, o picos de intensidad. Esos segmentos varían en duración y frecuencia, relaciones temporales e intensidad de sus bandas constituyentes de energía acústica concentrada (conocidas como formantes) así como de componentes acústicos ruidosos conocidos como aspiración y fricación. La variación de esos parámetros acústicos proporciona información esencial de cara a la percepción de fonemas.

Sin embargo, no existe correspondencia directa, unívoca, entre los segmentos acústicos individuales y los fonemas que percibimos. Un mismo segmento acústico puede encerrar una consonante y una vocal; y al revés, dos segmentos acústicos distintos pueden contribuir a un único sonido consonante. Además, no existe relación directa alguna entre la frecuencia de los segmentos y sus características temporales y los fonemas que oímos.

Consideremos la información acústica que basta para señalar la distinción entre la consonante oclusiva sonora que inicia la palabra bar y la consonante oclusiva sorda que inicia la palabra par. En ambos casos, el hablante bloquea completamente el flujo del aire a través del tracto vocal inmediatamente antes de la emisión de la palabra; sin embargo, en bar, las cuerdas vocales empiezan a vibrar casi simultáneamente con la liberación del aire, mientras que, en par, la vibración de las cuerdas vocales se demora. El intervalo entre la liberación de aire y el inicio de la vibración de las cuerdas vocales, esto es, la sonorización, se conoce como tiempo de emisión de la voz; contiene la información acústica crucial que permite al oyente distinguir bar de par. Sin embargo, los valores del tiempo de emisión de voz no definen los fonemas. Antes bien, los oyentes suelen percibir, para un mismo fonema, un abanico de valores, que reflejan diferentes hablantes, diferentes instancias de habla y diferencias en el entorno fonémico circundante.

Las variables acústicas que definen otros fonemas son análogamente fluidas. Por ejemplo, muchos fonemas se distinguen por el lugar de articulación, el punto de la constricción del tracto vocal que se produce cuando se ha formado el sonido; valen de ejemplo los sonidos bar y dar. Entre los indicios acústicos que corresponden al lugar de articulación y permiten al oyente distinguir tales fonemas se cuentan las frecuencias iniciales del segundo y tercer formante: los formantes que ocupan el segundo y tercer lugar desde la base de una escala de frecuencias. Una vez más, no existe un valor único de esos parámetros acústicos que caracterice a cada fonema; todo un abanico de frecuencias de emisión pueden señalar el mismo punto de articulación. No obstante, a pesar de la variación de los sonidos correspondientes a cada fonema, poco nos cuesta decidir si se ha dicho (...)

(...)

miércoles, 4 de junio de 2008

Las primeras mentiras

LOS CINCO AÑOS ES LA EDAD DE LAS PRIMERAS MENTIRAS.
Eduard Martí
La Vanguardia. Suplemento "Ciencia y Vida".
17-JUN-95

A que edad los niños son ya capaces de mentir deliberadamente?

En un estudio reciente esta pregunta fue planteada a una muestra de madres y maestras. La mayoría de ellas situaba la edad de aparición de las primeras mentiras alrededor de los cinco años y los estudios realizados con niños de diferentes edades arrojan resultados muy similares.

En uno se simuló una situación en la que otra persona desea lo mismo que el niño. Se presentó a los niños dos pegatinas a asegurándose de que preferían la más bonita y coloreada. Se les dijo que podían conseguirla, pero antes debían dejar elegir a dos muñecos. Se les dijo que el muñeco vestido de oscuro nunca elegía la pegatina que el niño prefería, pero que el del vestido claro siempre escogía la pegatina preferida del niño.

Aparecía entonces el muñeco vestido de oscuro (amistoso) para elegir una pegatina, y antes se le preguntaba al niño cuál escogería. Todos los niños señalaron con franqueza la pegatina que preferían. Llegaba entonces el muñeco con traje claro (el competitivo), y antes de elegir, se volvía a preguntar a los niños. Esta vez no hubo consenso. Sólo los niños de cinco años se mostraron capaces de señalar la pegatina que no les gustaba (para evitar que el muñeco la escogiese). Casi todos los niños de 3 y 4 años señalaron ingenuamente la pegatina que preferían y quedaron frustrados al ver que el muñeco se la llevaba.

El experimento muestra lo que intuitivamente las madres y maestras saben: expresar una mentira intencionada es una capacidad que implica cierta dificultad que los niños pequeños son incapaces de superar. Engañar de forma intencionada exige que el niño haga algo (señalar la pegatina que no desea) para provocar una creencia en su adversario que le conduzca a una acción conveniente para el niño (el muñeco cree que es ésta la pegatina que el niño desea y decidirá cogerla).

ENGAÑAR AL MUÑECO.

Para engañar hay que inducir una creencia falsa en el adversario, creencia distinta de la que posee quien engaña. En el ejemplo citado el niño sabe que quiere la pegatina bonita, pero señala la otra para engañar al muñeco. Esta capacidad de manipular las creencias de otras personas exige un grado de imaginación y de pensamiento difícilmente presente en la mentalidad de los niños pequeños. No es que no quieran mentir, es que no pueden.

Los niños simulan con tal de conseguir lo que se proponen: simulan que tienen daño para que se les consuele o evitar que sus padres les obliguen a a algo que no quieren, o que no aguantan encerrados en el "parque" para que les saquen de él. Pero aunque estas conductas consiguen engañar al adulto, la gran diferencia con las verdaderas mentiras consiste en que con estos actos *LOS NIÑOS NO MANIPULAN INTENCIONADAMENTE LAS CREENCIAS DE SUS PADRES* sino que muestran *CIERTAS CONDUCTAS PARA CONSEGUIR ALGO*.

Lo mismo ocurrre con animales que aparentemente muestran conductas de engaño (mimetismos, camuflajes o simulaciones). A veces, algunos llegan a realizar verdaderas proezas. Por ejemplo, un perro quiere sentarse en el sillón que está ocupando su año; se dirige a la puerta y empieza a arañarla dando a entender que desea salir; el amo se levanta y entonces el perro aprovecha para ocupar el sillón.

Aunque podemos interpretar esta conducta como un engaño intencionado, lo más seguro es que el can, como ocurre con los pequeños estudiados, se basara en la experiencia para relacionar su conducta con la consecución de un fin.

Todos estos datos hacen pensar que de todas las especies animales, probablemente sólo la especie humana sea capaz de actguar tomando en consideración las creencias y los pensamientos de los demás. Y que sólo los niños sean capaces de lograrlo a partir de determinada edad. Aunque esta capacidad pueda desembocar en la mentira y el engaño, no deja de ser una capacidad importantísima para la vida social.

En los humanos, la comunicación y la vida en grupo no hubiesen alcanzado la complejidad que tienen, si las personas no hubiesen desarrollado la capacidad de "leer" ls intenciones, creencias y pensamientos de sus congéneres. Aunque, eso sí, a veces para manipularlas.

miércoles, 14 de mayo de 2008

El dolor de los niños

Dolor del niño: al fin reconocido.
Daniel Annequin
en Mundo Científico.
nº 219-enero 2001, #54 a 59
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D.A. es responsable de la unidad dolor en el hospital de niños Armand-Trousseau, de París.

Presentación.
"Niños y adultos no son iguales ante el tratamiento del dolor. Durante mucho tiempo, el dolor del niño ha sido infravalorado, incluso ignorado, por el cuerpo médico. En el bebé las reacciones a un estímulo doloroso son más intensas que las del adulto.

Márgen:
Según las reglas éticas de la investigación, la misma intervención jamás podría practicarse en un animal no anestesiado.

*Norioceptivo.
La noricepción se define como una estimulación que amenaza la integridad del cuerpo; la transmisión de esta información por el sistema nervioso provoca respuestas del organismo con las cuales éste pretende detener la causa y las consecuencias; para conocer la naturaleza de este dolor, la señal noriceptiva ha de llegar a la corteza cerebral y ser percibida como tal.

#57
La Organización Mundial de la Salud ha clasificado los medicamentos contra el dolor segun tres niveles de potencia creciente. El nivel 1 (los analgésicos periféricos) esta representado por el paracetamol, la aspirina y los antiinflamatorios no esteroideos; estos productos actúan también como antitérmicos. En el nivel 2 (los mofrínicos débiles) están la codeína, la nalbufina, el dextropropoxifeno y el tramadol: sólo los dos primeros son utilizables en el niño; de los otros dos no hay estudios específicos. En el nivel 3 (los morfínicos potentes) están incluidos principalmente la morfina y sus derivados (fentanil hidromorfona). La intensidad del dolor después de una amigdalectomía, una intervención quirúrgica considerada menor en el niño, es el ejemplo perfecto de indicación de una prescripción de morfina por fia venosa en las primeras 24 horas postoperatorias. la morfina no presenta ninguna contraindicación relacionada con la edad, y actualmente su metabolismo es bien conocido en todas las franjas de edad: desde los 3 meses, los datos farmacológicos son superponibles a los del niño mayor y del adulto.

/El art. sigue criticando la práctica médica de "no prescribir jamas morfina a un niño a causa de los riesgos mayores que conlleva (toxicomanía y paro respiratorio". Viene a decir que esos riesgos son inexistentes./

miércoles, 7 de mayo de 2008

Cuando aparece el lenguaje en el niño

EL INICIO DEL LENGUAJE:

¿A partir de qué momento los sonidos que produce un niño de corta edad se convierten en palabras con sentido y significado? Las investigaciones de unos científicos de la Johns Hopkins University indican que ello suele ocurrir hacia los seis meses.

Cuando escuchamos a un pequeño decir "papá" o "mamá", sabemos que algo ha cambiado. El niño "habla" y podemos darle la bienvenida formal a un mundo dominado por el lenguaje.

Sin embargo, ¿es posible saber el momento exacto en el que el niño empieza a relacionar sonidos con significados específicos? Peter W. Jusczyk y Ruth Tincoff creen que ello ocurre hacia los seis meses de edad y que queda marcado precisamente por la primera vez que el infante consigue pronunciar las palabras que definen a aquello que tiene más cerca: sus padres.

En efecto, seis meses es la edad más temprana a la que se ha podido demostrar que un niño puede emparejar sonidos para producir palabras con un significado concreto. Hasta ahora, las cifras se encontraban ancladas entre los 8 y los 10 meses. También se sabía que a los 4 meses y medio son capaces de responder ante sus propios nombres, aunque en realidad desconocen totalmente el significado de la palabra.

Para sus experimentos, Jusczyk y su equipo utilizaron 24 bebés de 6 meses. Cada uno de ellos permanecía en el regazo de uno de sus padres mientras miraba una cinta de video en dos monitores de TV, los cuales mostraban las imágenes separadas de su padre y de su madre. Cuando un sintetizador de voz pronunciaba las palabras "papá" y "mamá", los investigadores medían el tiempo que el niño permanecía mirando una imagen u otra. La primera conclusión es que pasaban más tiempo mirando al progenitor mencionado por la voz.

En otro experimento, se comprobó si las palabras "papá" y "mamá" tenían un significado real para el niño. A menudo, éste puede llamar de una determinada manera a un objeto, de tal manera que puede usar la palabra "perro" incluso para los animales que no lo son pero que se le parezcan. En busca de comprobar si el niño puede llamar "papá" o "mamá" a otras personas, otros 24 niños contemplaron las imágenes de individuos diferentes, mientras escuchaban las dos palabras. El resultado, en función del tiempo de contemplación de las imágenes, fue que no los relacionaban con sus progenitores.

Así, a los 6 meses, los infantes saben perfectamente lo que significa "papá" o "mamá" y no otorgan esta denominación a ninguna otra persona. Es en este punto donde empieza a desarrollarse su propio lenguaje.

Información adicional en: http://www.jhu.edu/~jhumag/0298web/baby.html

viernes, 25 de abril de 2008

Desarrollo cerebral

Mente y Cerebro.
Libros de Investigación Y Ciencia
Prensa Científica, S.A.
Barcelona, 1ªEdic. 1993, 2da.Reimpresión 1995
Pág.18

DESARROLLO CEREBRAL
Carla J. Shatz

[Presentación] Durante el desarrollo fetal se sientan las bases de la actividad mental, al tiempo que miles de millones de neuronas establecen las conexiones. La actividad neural resulta decisiva para Ilevar a término ese proceso.
El cerebro humano adulto posee mas de cien mil millones de neuronas, conectadas de forma intrincada y específica para permitir la memoria, la visión, el aprendizaje, el pensamiento, la conciencia y otras facultades de la mente. Entre los rasgos sobresalientes del sistema nervioso adulto destaca la precisión de sus conexiones. Nada en esa compleja estructura parece haberse dejado al azar, Una configuración de tamaña complejidad resulta mas sorprendente si se cae en la cuenta de que, en las primeras semanas de gestación, los órganos de los sentidos ni siquiera están conectados con los centros cerebrales. Durante el desarrollo fetal, las neuronas deben generarse en número y localización adecuados. Los axones que se propagan desde ellas deben seguir el camino exacto hacia sus destinos y establecer finalmente la conexión correcta.

¿Cómo se tienden conexiones neurales tan precisas? De acuerdo con cierta hipótesis, sería el propio cerebro el que establece las conexiones a medida que progresa el desarrollo del feto, a imagen de lo que sucede en el proceso de fabricación de un ordenador, en el que los microcircuitos ("chips") y los componentes se montan y se conectan según un diagrama prefijado. Siguiendo con la comparación, la pulsación de un interruptor biológico, en algún momento de la vida prenatal, encendería el ordenador. Esta hipótesis postula que toda la estructura del cerebro está grabada en un programa básico biológico -probablemente en el ADN- y que el órgano no empieza a funcionar hasta que se ha terminado la red de circuitos.

Pero la investigación acometida a lo largo de los últimos diez años revela que la biología del desarrollo del cerebro se gobierna por principios muy distintos. Las conexiones neurales definitivas se establecen a partir de la remodelación de un esbozo inmaduro en el que sólo a el modelo adulto. Aunque las personas nacen, con casi todas las neuronas que van a poseer en la vida adulta, el peso del cerebro del recién nacido apenas es la cuarta parte del peso del adulto. El cerebro crece porque las neuronas aumentan de tamaño y se incrementa el número de axones y dendritas, así como la cuantía de conexiones que establecen.

Los estudiosos del desarrollo del cerebro han observado que, para alcanzar la precisión de la configuración del adulto, resulta imprescindible la función neural: hay que estimular el cerebro. Se ha comprobado que los bebés que, durante el primer año de vida, permanecían la mayor parte del tiempo en la cuna presentaban un desarrollo lentísimo. Algunos no empezaban a incorporarse hasta los 21 meses de edad y no Ilegaban al 15 % los que andaban a los tres años. Para que los niños alcancen un desarrollo normal deben ser estimulados mediante el tacto, el habla y las imágenes. Partiendo de estas observaciones, han surgido partidarios de los ambientes muy ricos que estimulen el desarrollo de los pequeños. Pero no hay pruebas de que la estimulación extraordinaria suponga especial ventaja.

Queda mucho camino por recorrer hasta que podamos enunciar tajantemente qué tipos de estímulos sensoriales favorecen la formación de determinadas conexiones neurales en los recién nacidos. A modo de primer paso hacia la comprensión de ese proceso, los neurobió]ogos han centrado su atención en el desarrollo del sistema visual en diferentes especies animales, insistiendo en los estadios neonatales. Resulta fácil, en las condiciones dominantes en ese estado, controlar las experiencias visuales y observar las respuestas a pequeños cambios. El ojo del mamífero difiere poco de una especie a otra. Existe otro hecho fisiológico que convierte al sistema visual en objeto valioso de estudio: sus neuronas son esencialmente las mismas que las que se encuentran en otras partes del cerebro. Por las razones indicadas, los resultados de estos estudios son perfectamente aplicables al sistema nervioso humano.

Pero quizá la ventaja más importante sea que, en el sistema visual, podemos correlacionar, de manera precisa, función con estructura, e identificar la vía que conduce desde el estímulo externo hasta la respuesta fisiológica. La respuesta se inicia cuando los conos y los bastones de la retina transforman la luz en señales nerviosas. Estas células envían los impulsos a las interneuronas, las cuales transmiten, a su vez, las señales a las neuronas de salida de la retina, denominadas células ganglionares. Los axones de las células ganglionares, que forman el nervio óptico, conectan con el grupo de neuronas del cerebro que constituyen el núcleo geniculado lateral. Las células del núcleo geniculado lateral envían la información visual a neuronas específicas, ubicadas en la capa 4 de las seis que integran la corteza visual primaria. Esta región cortical ocupa el lóbulo occipital en cada hemisferio cerebral.

Dentro del nucleo geniculado lateral, los axones de las células ganglionares de la retina de cada ojo se encuentran estrictamente separados: los axones de un ojo alternan con los del otro, dando lugar de esta forma a una serie de capas específicas para cada ojo. Los axones que parten del nucleo geniculado lateral terminan a su vez en regiones delimitadas de la capa cortical 4. Las regiones correspondientes a cada ojo interdigitan unas con otras para formar columnas de dominancia ocular

Para establecer los circuitos visuales durante el desarrollo, los axones deben recorrer largas distancias hasta que alcanzan las estructuras diana. Las celulas ganglionares de la retina se generan dentro del ojo. Las neuronas del núcleo geniculado lateral se forman en el diencéfalo, una estructura embrionaria que dará lugar al tálamo y al hipotálamo. Las células de la capa 4 se originan a partir del telencéfalo, estructura precursora de la corteza cerebral. Desde el inicio del desarrollo fetal, estas tres estructuras se encuentran separadas por una distancia equivalente a varios diámetros celulares. Aun así, los axones identifican y entablan contacto de manera topográficamente correcta, es decir, células próximas entre sí pertenecientes a una misma estructura envían sus axones a células vecinas localizadas en la región diana.

Este proceso de desarrollo puede compararse con el tendido de nuevas Iíneas telefónicas entre casas de ciudades alejadas. Para unir Madrid con Bilbao, por ejemplo, hay que salvar varias capitales de provincia. Una vez en Bilbao, las líneas deben dirigirse al distrito adecuado (diana) y luego a la dirección correcta (localización topográfica).

Corey Goodman, de La Universidad de California en Berkeley, y Thomas Jessel, de Columbia, han demostrado que, en la mayoría de los casos, los axones reconocen inmediatamente la vía adecuada y crecen a lo largo de ella para seleccionar la diana específica con una precisión finísima. Se cree que una especie de "sensor molecular" guía a los axones en crecimiento. Gracias a sus extremos especializados, o conos de crecimiento, los axones reconocen las vías apropiadas. Realizan esta función detectando una serie de moléculas específicas dispuestas a lo largo del recorrido, o liberadas a partir de células situadas en el decurso de esa vía. La propia diana puede también liberar las señales moleculares necesarias. Eliminar estas señales (mediante manipulación genética o quirúrgica) puede comportar que los axones crezcan sin rumbo fijo. Pero una vez han alcanzado sus dianas, todavía les queda a los axones escoger la dirección adecuada. A diferencia de la selección de la vía y el destino, la elección de la dirección no es inmediata, pues implica la corrección de muchos errores iniciales.

La primera pista de que la selección de la dirección no se establece bien de forma inmediata Ilegó con los ensayos que empleaban trazadores radiactivos. La inyecci6n de trazadores en etapas sucesivas del desarrollo fetal permite perfilar el curso y el patrón de las proyecciones axónicas. Con ello se ha demostrado, ademas, que algunas estructuras emergen en diferentes etapas del desarrollo, lo que puede complicar ulteriormente la selección de la dirección adecuada.

Pasko Rakic, de la Universidad de Yale, ha comprobado que, en la vía visual de los monos, las conexiones que aparecen entre la retina y el núcleo geniculado lateral se establecen en primer lugar. Se entablan luego las conexiones entre el núcleo geniculado lateral y la capa 4 de la corteza visual. Otros estudios han mostrado que, en gatos y primates (hombre incluido), las capas del núcleo geniculado lateral se desarrollan durante el período prenatal, antes de que se constituyan conos y bastones de la retina (y, por tanto, antes de que la visión sea posible). Mientras completaban su formación posdoctoral en Harvard, Simon LeVay, Michael P. Stryker y la autora observaron que el gato no nacía con las columnas de la capa 4 de la corteza visual. Más tarde determiné que, incluso antes, durante la vida fetal, el felino carece de capas en el núcleo geniculado lateral. Estas estructuras visuales de tanto interés surgen de forma gradual en estadios sucesivos.

Las características funcionales de las neuronas, al igual que su estructura arquitectónica, no alcanzan su especificidad hasta etapas posteriores de la vida. Los registros mediante microelectrodos de la corteza visual de gatos y monos recién nacidos revelan que la mayoría de las neuronas de la capa 4 responde por igual a la estimulación visual de cualquiera de los dos ojos. En el adulto, cada neurona de la capa 4 responde fundamentalmente, si no de manera exclusiva, a la estimulación de un solo ojo. Semejante hallazgo nos dice que, durante el proceso de selección de dirección, los axones deben corregir sus primeros "errores" mediante la eliminación de la información procedente del ojo "inadecuado".

En 1983, en colaboración con mi colega Peter A. Kirkwood, aportamos nuevas pruebas de que los axones ajustan con precisión sus conexiones; trabajábamos con cerebros de feto de gato de 6 semanas de edad (el período de gestación del gato dura unas 9 semanas). Extrajimos una porción significativa de la vía visual -La comprendída entre las células ganglionares de ambos ojos y el núcleo geniculado lateral- y la colocamos in vitro en una cámara especial acondicionada para mantener las células vivas. (La inserción de microelectrodos en el feto resulta endiabladamente difícil.) El dispositivo mantuvo las células vivas unas 24 horas. Aplicamos despues pulsos eléctricos a ambos nervios ópticos con el fin de estimular los axones de las células ganglionares y hacer que generaran señales nerviosas (potenciales de acción). Descubrimos que las neuronas del núcleo geniculado lateral respondían a las células ganglionares y comprobamos que recibían información de ambos ojos. En el adulto, las capas responden sólo a la estimulación del ojo apropiado.

La aparición de dominios funcionales del tipo de las capas y columnas de dominancia ocular indica que los axones corrigen los errores cometidos durante la selección de dirección. El proceso de selección en sí depende del esquema de ramificación de los axones individuales. En 1986, David W. Sretavan, doctorando de mi laboratorio, examinó el proceso con mayor detalle. Partiendo de fetos de gato marcó selectivamente, en etapas sucesivas del desarrollo, los axones de las células ganglionares a lo largo de toda su extensión, desde el cuerpo celular situado en la retina hasta sus terminaciones en el núcleo geniculado lateral.

Observó que, en las etapas más primitivas del desarrollo, cuando los axones de las células ganglionares acaban de entrar en el núcleo geniculado lateral (a la quinta semana de gestación), esos axones adoptan una forma muy simple de bastón, con un cono de crecimiento en su extremo. Unos días más tarde, los axones que emergen de ambos ojos adquieren un aspecto "piloso": poseen brazos laterales cortos cuan largos son.

La presencia de ramificaciones laterales a esta edad implica que la información aportada por un ojo se mezcla con la aportada por el otro. Con otras palabras, las regiones neurales aún han de adoptar la estructura del adulto, en la que cada ojo tiene sus propias regiones específicas. A medida que progresa el desarrollo, de los axones brotan complejas ramificaciones terminales y se pierden las ramas laterales. Muy pronto, los axones de cada ojo poseen terminaciones profusamente ramificadas, aunque limitadas a la capa que les corresponde. Los axones de un ojo que atraviesan el territorio perteneciente a los del otro ojo son lisos y carecen de ramificaciones.

La secuencia de los cambios operados en el patrón de ramifica ción que se observa durante el desarrollo indica que las conexiones del adulto se van trabando a medida que procede la remodelación de los axones, y ésta viene instalada por crecimiento o regresión selectiva de distintas ramificaciones. Se observa que los axones crecen hacia muchas direcciones dentro de las estructuras diana y después eliminan las direcciones equivocadas.

Una explicación posible de la remodelación de los axones apuntaría hacia la existencia de señales moleculares específicas, dispuestas en la superficie de las células diana. Mas, a pesar del atractivo que encierra, semejante hipótesis carece de suficiente soporte experimental. Hay otra explicación más sólida, la que defiende la intervención de todas las neuronas diana en el juego. Se produce una suerte de pugna entre estímulos informativos que se resuelve con la formación de áreas funcionales específicas.

Los experimentos de David H. Hubel, de la facultad de medicina de Harvard, y de Torsten N. Wiesel, de la Universidad Rockefeller, aportaron una importante clave relativa a la naturaleza de las interacciones competitivas entre los axones por las células diana. En los años setenta, estando ambos en Harvard, estudiaron la formación de cataratas en niños. Por observaciones clínicas se sabía que, si esta enfermedad no se trata a tiempo, provoca la ceguera permanente del ojo ocluido. Para emular este efecto, Hubel y Wiesel cerraron los párpados a gatos recién nacidos; y hallaron que bastaba una semana de ceguera para perturbar la formación de las columnas de dominancia ocular. Los axones del núcleo geniculacio lateral que representaban al ojo cerrado ocupaban una area más pequeña de lo normal en la capa 4 de la corteza. Los axones del ojo abierto, en cambio, ocupaban áreas mayores de lo habitual.

Hubel y Wiesel mostraron, además, que tales efectos se limitaban a un período crítico. Cuando las cataratas se desarrollan en el adulto y son tratadas mediante cirugía, no provocan ceguera permanente. Al parecer, el período crítico ha finalizado mucho tiempo atrás, motivo de que no se resientan las redes de circuitos dei cerebro.

Estas observaciones sugieren que las columnas de dominancia ocular se forman en virtud del uso del circuito visual. Los axones del núcleo geniculado lateral de cada ojo compiten por un territorio común en la capa 4. Cuando se utilizan por igual, las columnas de los dos ojos son idénticas. El uso desigual conduce a un reparto dispar del territorio correspondiente de la capa 4.

?De qué modo la utilización del circuito visual provoca consecuencias anatómicas permanentes? El uso del sistema visual supone la formación de potenciales de acción cada vez que un estímulo luminoso se transforma en señal neural y es conducida por los axones de las celulas ganglionares hacia el cerebro. Quizá los efectos del cierre del ojo en el desarrollo de las columnas de dominancia ocular se produzcan como consecuencia de la Ilegada de menos potentiales de acción procedentes del ojo ocluido. Si tal acontece, el bloqueo de todos los potenciales de acción durante el período crítico de la vida posnatal evitaría que los axones de ambos ojos adoptaran los patrones correctos, lo que provocaría un desarrollo anormal de la corteza visual. Stryker y William Harris, cuando el segundo realizaba el posdoctorado en Harvard, llegaron a ese resultado sirviendose de tetrodotoxina para bloquear los potenciales de acción de las células ganglionares. Observaron que las columnas de dominancia ocular de la capa 4 no se formaban (las capas en el núcleo geniculado lateral, en cambio, permanecían intactas, pues ya se habían formado in utero).

Pero los potenciales de acción no bastan, por sí solos, para crear los patrones separados en la corteza. La actividad neural no puede ser aleatoria, sino bien definida en el tiempo y en el espacio, y ocurrir a través de tipos especiales de sinapsis. Stryker y su asociado Sheri Strickland, de la Universidad de California en San Francisco, demostraron que la estimulación simultánea y artificial de todos los axones de los nervios ópticos evita la separación de los axones del núcleo geniculado lateral en columnas de dominancia ocular dentro de la capa 4. A pesar de la similaridad del resultado con el conseguido mediante tetrodotoxina, existe una diferencia importante. Aquí los potenciales de acci6n de las células ganglionares están presentes, pero todos al mismo tiempo. La división para formar las columnas en la corteza visual, por otro lado, se produce cuando se estimulan asincrónicamente los dos nervios.

En cierto sentido, pues, las células que descargan al mismo tiempo establecen las mismas conexiones. El ritmo de generación de los potenciales de acción resulta decisivo a la hora de determinar qué conexiones sinápticas se refuerzan y mantienen y cuáles se debilitan y eliminan. En circunstancias normales la visión actúa correlacionando la actividad de las células ganglionares vecinas, puesto que las células reciben información de las mismas regiones del campo visual.

¿Cual es el mecanismo sináptico que refuerza o debilita las conexiones? Ya en 1949 Donald O. Hebb, de la Universidad McGill, propuso la existencia de sinapsis especiales que Ilevarían a cabo esta tarea. La señal de refuerzo en estas sinapsis se incrementaría cuando coincide la actividad de la célula presináptica (la célula que suministra el impulso de entrada) con la actividad de la célula postsináptica (la célula que recibe el impulso). La confirmación de la existencia de las "sinapsis de Hebb" parte de la investigación del fenómeno de la potenciación a largo plazo en el hipocampo. Se ha demostrado que la actividad presináptica y postsináptica simultánea en el hipocampo provoca aumentos graduales en la fuerza de transmisión sináptica entre las células implicadas, estado de refuerzo que dura de horas a días.

Se admite que estas sinapsis desempeñan un papel esencial en la memoria y el aprendizaje. El trabajo del equipo de Wolf Singer, del Instituto Max Planck de Investigación Cerebral en Frankfurt, y del grupo de Yves Fregnac, de la Universidad de París, denuncian también la presencia de las sinapsis de Hebb, en la corteza visual, dutante el período crítico, aunque se desconocen sus rasgos peculiares.

Tampoco sabemos de qué modo la actividad simultánea provoca cambios a largo plazo en la transmisión. Se admite que la célula postsináptica detecta la coincidencia de la actividad presináptica y, por ello, devuelve una señal a todas las entradas presinápticas activas. Pero eso no es todo: durante la formación de las columnas de dominancia ocular, las entradas que no se hallan en actividad al mismo tiempo se debilitan y son eliminadas.

Se impone, pues, postular la existencia de un mecanismo para el debilitamiento de las sinapsis en función de la actividad. Este debilitamiento, en forma de depresión a largo plazo, tendría lugar cuando los potenciales de acción presinápticos no se acompañan de actividad postsináptica. Las sinapsis que cuentan con esta propiedad (contraria a las sinapsis de Hebb) se han observado en el hipocampo y en el cerebelo. De acuerdo con los resultados de Stryker y Strickland, tales sinapsis podrían hallarse también en la corteza visual.

Se desarrolla un proceso muy similar a la remodelación axónica conforme las motoneuronas de la médula espinal van estableciendo conexiones con los músculos efectores. En el adulto, cada fibra muscular es activada por una sola motoneurona. Pero una vez las motoneuronas entablan los primeros contactos con las fibras musculares, cada fibra recibe información de muchas motoneuronas. Entonces, tal como ocurre en el sistema visual, se eliminan algunas señales y se crea el patrón de conexiones típico del adulto. Sabemos ya que el proceso de eliminación requiere patrones temporales específicos de potenciales de acción generados por las motoneuronas.

La necesidad de estos patrones temporoespaciales específicos de actividad neuronal puede compararse al proceso que se lleva a cabo para comprobar que las llamadas telefónicas que se efectúan desde una ciudad (el núcleo geniculado lateral del sistema visual) conectan con los domicilios adecuados en la localidad de destino (la corteza visual). Cuando dos vecinos del núcleo geniculado lateral llaman a sendos domicilios vecinos de la corteza, ambos teléfonos sonarán a la vez; así se corrobora que las relaciones entre vecinos han persistido durante el proceso de tendido de la circuitería.

Ahora bien, si uno de los dos vecinos en el núcleo geniculado lateral conecta por error con una zona muy distante de la capa 4 o con zonas que reciben información del otro ojo, el teléfono de su destinatario raramente sonará de forma simultánea, si es que suena, con el de su vecino. Esta disonancia conducirá al debilitamiento y a la eliminación de tal conexión.

Los trabajos descritos hasta ahora se refieren a la remodelación de las conexiones, una vez el animal es capaz de ver o moverse. Pero, ¿qué ocurre en fases más tempranas del desarrollo? ?Pueden estos mecanismos de remodelación axónica operar antes incluso de que el cerebro responda a la estimulación del mundo externo? Mi equipo imaginó que podíamos hallar la respuesta estudiando el proceso de formación de las capas en el núcleo geniculado del gato. Al fin y al cabo, ni conos ni bastones están ya formados durante la mayor parte del período de desarrollo. ?Pueden las capas delimitar sus territorios específicos para cada ojo, aún cuando no se generen potenciales de acción por ausencia de visión?

Razonábamos que, si las fases precoces requerían la existencia de actividad, ésta debería generarse espontáneamente en la retina, quizá por las mismas células ganglionares. En cuyo caso, los impulsos creados por las células ganglionares contribuirían a la construcción de las capas, puesto que ya se cuenta -con toda la maquinaria sináptica necesaria para competir. Por ese mismo motivo, se podría impedir la formación de las capas específicas mediante el bloqueo de la transmisión de potenciales de acción desde los ojos hasta los núcleos geniculados laterales.

Para impedir la actividad durante el desarrollo fetal, con Sretavan, y en colaboración con Stryker, implantamos in utero unas minibombas especiales de tetrodotoxina, justamente antes del período en el cual se forman las capas en los núcleos geniculados del gato (hacia la sexta semana de gestación). Tras quince días de infusión comprobamos que las capas específicas para los ojos no se formaban en presencia de tetrodotoxina. Más aún, al examinar las formas de ramificación de los axones de las células ganglionares tras el tratamiento, verificamos que la tetrodotoxina no se limitaba a impedir el crecimiento normal.

El patrón de ramificación de estos axones llamaba mucho la atención: a diferencia de los axones normales en la misma fase de evolución, no escaseaban las ramificaciones de los axones tratados con tetrodotoxina ni se circunscribían a la región terminal, sino que se extendían a lo largo de toda la longitud del axón. Era como si, en ausencia de potenciales de acción, faltara la información que cesaría para eliminar las ramificaciones laterales y crear las terminales.

En 1988, al mismo tiempo que se completaban estos experimentos, Lucia Galli-Resta y Lamberto Maffei, de la Universidad de Pisa, vencieron el importante desafío técnico que supone registrar in utero las señales de las células ganglionares fetales. De mostraron directamente que las células ganglionares de la retina generaban espontáneamente salvas de potenciales de acción en la oscuridad del ojo en desarrollo. Esa observación, sumada a nuestro experimento, respalda la hipótesis, no sólo de la presencia de los potenciales de acción, sino también de la necesidad de los mismos para que los axones de las células ganglionares de ambos ojos puedan separarse y formar las capas específicas.

Debe haber limitaciones a la pauta modelizadora temporoespacial de la actividad de las células ganglionares. Si las células enviaran impulsos de forma aleatoria, no funcionaría el mecanismo basado en la correlación y la ordenación según la actividad. Es más, las células ganglionares vecinas de cada ojo deberían descargar casi en sincronía, en tanto que las descargas de las células de ambos ojos, consideradas globalmente, deberían ser asincrónicas. Además, las sinapsis entre los axones de las células ganglionares y las neuronas del núcleo geniculado lateral deberían funcionar como las sinapsis de Hebb: tendrían que detectar correlaciones en las descargas de los axones y reforzarse en consecuencia.

Nos percatamos de que, para investigar esos (...) descarga, era forzoso registrar la actividad eléctrica simultánea de muchas células ganglionares de la retina en desarrollo; además, debíamos hacerlo durante el período de formación de las capas específicas visuales. Para nuestra fortuna, se produjo un importante avance técnico que nos facilitó la tarea. En el Instituto de Tecnología de California, Jerome Pine y sus colegas, entre ellos el doctorando Markus Meister, inventaron en 1988 un aparato especial de registro dotado de 61 electrodos dispuestos hexagonalmente en un solo plano. Cada electrodo podía detectar los potenciales de acción generados en una o en varias células. Cuando Meister llegó a la Universidad de Stanford para trabajar con Denis Baylor, nos pusimos en contacto al objeto de conseguir utilizar el ingenio de electrodos para detectar descargas espontáneas en células ganglionares de feto.

Teníamos que extraer la retina entera del ojo del feto y colocarla, con la capa de células ganglionares en la cara inferior, sobre el dispositivo de electrodos. (No hay posibilidad técnica de implantar directamente in utero el conjunto de electrodos en el ojo.) Rachel Wong, becaria de formación posdoctoral en mi laboratorio, disecó las retinas y preparó los medios necesarios para mantener los tejidos vivos durante horas en buenas condiciones.

Colocamos retinas de hurón neonatal en el ingenio multielectródico y registramos simultáneamente los potenciales de acción generados de manera espontánea por unas 100 células. Estos trabajos confirmaron los resultados obtenidos en vivo por Galli-Resta y Maffei. Todas las células colocadas encima del dispositivo descargaron, con diferencias de 5 segundos entre unas y otras, según un patrón rítmico y predecible. La salva de potenciales de acción duraba varios segundos y era seguida por largas pausas de reposo de 30 segundos a 2 minutos de duración. Esta observación demostró la existencia de correlación en la actividad de las células ganglionares. Análisis posteriores demostraron que la actividad de las células vecinas guarda una mayor correlación que la de células alejadas entre sí.

Hubo algo más notable: el patrón espacial de descarga obtenido simulaba una onda que avanzaba por la retina a razón de unas 100 micras por segundo (aproximadamente de una décima a una centésima parte de la velocidad de un potencial de acción). Tras el período de reposo se generaba otra ola, pero esta vez en una dirección diferente y aleatoria. Esas olas, generadas de forma espontánea en la retina, aparecían durante el período en que se constituyen las capas específicas de cada ojo y se desvanecían justo antes de la puesta en marcha de la función visual.

Desde la óptica de la ingeniería, estas olas parecen hermosamente diseñadas para aportar las correlaciones necesarias en la descarga de las células ganglionares vecinas. Además, aseguran un período de desfase suficiente, de suerte que el disparo sincronizado de las células ganglionares se mantiene en el ámbito local, sin involucrar la retina entera. Este patrón de descarga permitiría precisar el mapa topográfico transportado por los axones de las células ganglionares a la capa específica de cada ojo. Es más, el hecho de que la dirección de la ola se manifieste aleatoria revela la improbabilidad de que las células ganglionares de ambos ojos descarguen simultáneamente, condición necesaria para la formación de las capas.

En experimentos futuros se bloquearán las olas para determinar si se hallan en verdad implicadas en el desarrollo de las conexiones. Habrá que saber también si las células del núcleo geniculado lateral pueden detectar la correlación en la descarga de células ganglionares vecinas y utilizarla para reforzar las sinapsis apropiadas y debilitar las inadecuadas. Ello parece probable. En efecto, Richard D. Mooney, becario posdoctoral de mi laboratorio, en colaboración con Daniel Madison, de Stanford, han puesto de manifiesto que la potenciación a largo plazo de la transmisión sináptica entre axones de las células ganglionares de la retina y las neuronas del núcleo geniculado lateral está presente durante las fases iniciales del desarrollo. Podemos, pues, concluir que, incluso antes del comienzo de la visión, las células ganglionares emiten descargas espontáneas en un patrón adecuado para que se establezcan las conexiones necesarias.

¿Constituye la retina un caso especial? ¿Hay también otras regiones del sistema nervioso que generan su propio patrón de actividad endógena en fases tempranas del desarrollo? El trabajo preliminar de Michael O'Donovan, del Instituto Nacional de la Salud, abona la idea de una altísima correlación en la actividad de las motoneuronas medulares en los inicios del desarrollo. Diríase que la organización dependiente de la actividad en este sistema también emplearía señales generadas de forma espontánea. Aquí, las señales, lo mismo que las del sistema visual, pulirían las conexiones, inicialmente difusas, con las dianas.

El hecho de que sea necesaria la actividad neuronal para completar el desarrollo del cerebro ofrece varias ventajas. La primera consiste en que, dentro de ciertos límites, la maduración del sistema nervioso puede modificarse y ajustarse con precisión a través de la experiencia, lo que proporciona cierto grado de adaptabilidad. En los vertebrados superiores, este proceso de ajuste puede representar un largo período. Se iniciaría en el útero materno y, tal como se ha demostrado en el sistema visual de los primates, se adentraría bastante en la etapa neonatal, desempeñando un papel decisivo en la coordinación de la información recibida desde los dos ojos. La coordinación es indispensable para la visión binocular y la percepción de la profundidad en la visión estereoscópica.

La actividad neural confiere otra importante ventaja en el desarrollo: resulta más económica desde el punto de vista genético. La vía alternativa, la determinación pormenorizada de cada conexión neural mediante marcadores moleculares, requeriría un número ingente de genes, a tenor de las miles de conexiones que deben formarse en el cerebro. Emplear las reglas de la remodelación dependiente de la actividad aquí descritas resulta mucho más económico. El reto para el futuro será dilucidar las bases celulares y moleculares de dichas reglas.

miércoles, 23 de abril de 2008

Estimulación del cerebro

Mente y Cerebro.
Libros de Investigación Y Ciencia.
Prensa Científica, S.A. Barcelona, 1ºEdic. 1993, 2da.Reimpresión 1995
Pág.18

DESARROLLO CEREBRAL Carla J. Shatz
(...) Pero la investigación acometida a lo largo de los últimos diez años revela que la biología del desarrollo del cerebro se gobierna por principios muy distintos. Las conexiones neurales definitivas se establecen a partir de la remodelación de un esbozo inmaduro en el que sólo a el modelo adulto. Aunque las personas nacen, con casi todas las neuronas que van a poseer en la vida adulta, el peso del cerebro del recién nacido apenas es la cuarta parte del peso del adulto. El cerebro crece porque las neuronas aumentan de tamaño y se incrementa el número de axones y dendritas, así como la cuantía de conexiones que establecen.

Los estudiosos del desarrollo del cerebro han observado que, para alcanzar la precisión de la configuración del adulto, resulta imprescindible la función neural: hay que estimular el cerebro. Se ha comprobado que los bebés que, durante el primer año de vida, permanecían la mayor parte del tiempo en la cuna presentaban un desarrollo lentísimo. Algunos no empezaban a incorporarse hasta los 21 meses de edad y no Ilegaban al 15 % los que andaban a los tres años. Para que los niños alcancen un desarrollo normal deben ser estimulados mediante el tacto, el habla y las imágenes. Partiendo de estas observaciones, han surgido partidarios de los ambientes muy ricos que estimulen el desarrollo de los pequeños. Pero no hay pruebas de que la estimulación extraordinaria suponga especial ventaja.

lunes, 21 de abril de 2008

Bailar

En Israel se ha estudiado a un grupo de bailarines y registrado que existen variaciones genéticas ligadas a esta actividad.
Todos los estudiados tenían estas variaciones y se relacionaban con un aporte mayor de serotonina al cerebro que es producida por los movimientos del cuerpo. O sea que los movimientos propios del baile los estimulan en mayor proporción que a otros seres humanos.
En el mismo documental se muestra estudios científicos de los pies y se ha mostrado que los zapatos habituales atrofian ciertos grupos musculares; por lo tanto se recomienda que los niños pequeños anden más tiempo descalzos y no se interfiera en su manera de andar, porque esa interferencia podría producir daños posteriores.

[Resumen de Documental sobre Genética en Canal Odisea. Visto el 23-agosto-2007]

domingo, 6 de abril de 2008

Niños violentos

La violencia en niños crece porque "los padres no pueden dar valores ni límites", según el psiquiatra Alberto Espina

Expertos estudiarán la creación de una red asistencial formada por atención primaria, salud mental y servicios sociales como solución

http://www.azprensa.com/noticias_ext.php?idreg=24554

San Sebastián, 25 agosto 2006 (mpg/azprensa.com)

El aumento de la impulsividad y violencia en la sociedad se debe en parte a que "los niños están muy malcriados" y "sus padres no pueden dedicarse a ellos, ni darles valores y límites". Además, los pequeños "son el primer objetivo para las grandes empresas, que les bombardean con objetos de consumo inmateriales y muy nocivos”, afirmó recientemente el Coordinador de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Servicio Andaluz de Salud, Alberto Espina Eizaguirre.

El psiquiatra destacó que "los estudios realizados en los últimos años demuestran que la casuística y la prevalencia de niños con trastornos de conducta ha aumentado de manera espectacular", como parte del curso de verano “Impulsividad y Violencia en niños y adolescentes”, presentado en San Sebastián y en el que se pretende profundizar en los factores que fomentan "la impulsividad y violencia en la sociedad", a través del estudio de "aspectos emocionales, relacionados con otros psicológicos, micro y macrosociales".

Entre otros temas, el curso abordará "la contención emocional del niño, la contención normativa, y los déficit en el nivel microsocial", para pasar "al estudio de situaciones concretas como los problemas de acoso escolar, bulimia nerviosa, el déficit de atención o problemas de conducta". Además, se contemplarán "soluciones y ofertas que pueden hacerse para ayudar a niños y adolescentes a comunicar sus sensaciones y ponerse límites", que se completarán con una ayuda a los padres para que aprendan "a manejarse en su educación y crianza desde el enfoque ecosistémico".

Red asistencial

Espina afirmó que se planteará la creación de "una red asistencial formada por la atención primaria, la salud mental, y los servicios sociales para intentar resolver estos problemas".

Según explicó el aumento en los índices de maltrato que se contempla actualmente "viene desde abajo" y demuestra que "está fallando el sistema de socialización". A su juicio, "los niños de hoy están muy malcriados", y las series de televisión y algunos productos que se les ofrecen "les meten en la cabeza que deben ser impulsivos y violentos". Además, advirtió, "los padres no pueden dedicarse a ellos y se educan con la televisión que le está ofreciendo basura", y carecen de "valores y límites por lo que se producen en ellos déficit terribles".

sábado, 5 de abril de 2008

Televisión y niños

La televisión tiene un efecto analgésico en los niños hospitalizados
http://www.azprensa.com/noticias_ext.php?idreg=24474

El autor del estudio que llega a esta conclusión califica de perturbadores los resultados, por resaltar el gran poder del aparato mediático.

Siena (Italia), 21 agosto 2006 (mpg/azprensa.com)

La televisión podría tener efectos beneficiosos para los niños. Un estudio italiano concluye que el efecto adormecedor de la televisión es positivo para los menores, especialmente si se encuentran ingresados y tienen que ser sometidos a inyecciones intravenosas. Según la investigación, la televisión hace que los niños sean menos sensibles al dolor.

Según los resultados del estudio, que publica la revista Archives of Disease in Childhood, los niños que veían dibujos en la televisión demostraron sufrir la mitad de dolor que quienes fueron consolados por sus madres. El estudio ha analizado a un total de 69 menores de entre siete y doce años.

El jefe del estudio, Carlo Bellieni, neonatólogo y pediatra de la Universidad de Siena, en Italia, afirmó que los resultados del estudio son perturbadores pues, “han demostrado el poder excesivo de la televisión”. Y añadió: “El poder de la televisión es fuerte y puede ser dañino para los niños, si es mayor la capacidad de la madre para distraerlos. Creo que este poder debe ser controlado y reducido”.

Así mismo, otros estudios indican que el intento de padres y madres por consolar a los hijos tiene el efecto contrario al deseado, ya que el menor siente que “algo debe de estar muy mal” si sus padres se esfuerzan tanto por hacerles sentir bien, explicó Brenda McClain, directora de Manejo de Dolor Pediátrico de la Universidad de Yale, según publica la citada revista científica.

Dormir y temperatura

La temperatura de la habitación donde se duerme tiene una importante incidencia en la calidad del sueño, según neurólogos

Expertos del Área de trabajo sobre trastornos del sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) afirman el frío o calor extremo pueden provocar “microdespertares” que alteran el ritmo normal del sueño

E.P. (1-9-06).-El ritmo normal del sueño se altera cuando el calor de la habitación supera los 26 grados centígrados lo cual puede llegar a provocar "irritabilidad y mal humor", según han advertido expertos del área de trabajo sobre trastornos del sueño de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Así, recordaron que durante el sueño es cuando teóricamente se recargan "las pilas" para la vitalidad necesaria para el día.

El cuerpo tiene una temperatura durante el día diferente a la de la noche, con lo que los 36,7 grados centígrados diurnos van descendiendo durante el atardecer cerca de medio grado, teniendo a las once o doce de la noche un calor corporal de unos 36,2 grados, explican estos especialistas. Por ello, si hace frío o calor extremo en la habitación en la que se duerme el sueño se vuelve más superficial y se registran "microdespertares" (despertarse sin darse cuenta pasando de una fase profunda a otra superficial).

Contra todo ello, los neumólogos han aconsejado mantener, tanto en invierno como en verano, una temperatura más o menos constante en las habitaciones, con valores de entre 18 y 23 grados centígrados.

En cuanto a la fórmula para enfriar la habitación, la SEPAR aboga por los ventiladores o abrir las ventanas, puesto considera que los sistemas de aire acondicionado pueden afectar a la "humidificación" de las vías respiratorias.

Otro consejo de la SEPAR es no hacer cenas copiosas y, mucho menos, antes de irse a dormir, así como moderar la ingesta de alcohol, que supone añadir otro "fuego" al cuerpo justo cuando sobra calor.

En cuanto a los bebés, que tienen -según los neumólogos- "más riesgo" porque sus padres tienden a "sobrecalentarlos", esta Sociedad Científica alerta de que uno de los factores que pude incluir en su muerte súbita es el calentamiento. Por ello, estos especialistas recomiendan que se esté muy atento a esta posible circunstancia.

Bebés prematuros

Los bebés prematuros ven alterado su reloj biológico por una luz constante en la incubadora

La exposición a una luz invariable provoca también daños crónicos en el comportamiento de estos neonatos.


Tennessee (Estados Unidos), 21 agosto 2006 (mpg/azprensa.com)

Exponer a un bebé prematuro a un foco de luz constante puede tener como consecuencia un trastorno en el desarrollo de su reloj biológico y provocar importantes daños crónicos en su comportamiento. Así lo afirma un estudio realizado por la Universidad de Vanderbilt, en Tennessee (Estados Unidos).

“El estudio demuestra que cambiar las luces en las incubadoras puede ser mejor que una luz constante en los bebés prematuros, visto desde la perspectiva del desarrollo de sus relojes internos”, explicó Douglas Mc Mahon, profesor de Ciencias Biológicas del citado centro docente. "Estamos interesados en los efectos de la luz en los relojes biológicos porque son éstos los que regulan nuestra fisiología al completo, además de tener también un efecto importante en nuestro humor", añadió.

Además, el también responsable de Enfermería del Vanderbilt's Monroe Carrel Jr.Children's Hospital, afirmó que “hemos comprobado que la luz es muy importante en la actividad de las enfermeras, pero nuestro conocimiento acerca de los efectos de la luz en los pacientes y el personal es todavía muy rudimentario”.

Estudios recientes demuestran que los bebés que han sido expuestos a luz alternativa tienen mayor facilidad para dormirse por la noche que aquellos que fueron sometidos a una luz constante. Otras investigaciones han comprobado que los bebés ingresados en unidades que variaban el tipo de luz según fuera de día o de noche cogían peso más rápidamente que aquellos que habían estado expuestos a una luz constante.

Cada año, en torno a 14 millones de bebés nacen con bajo peso en todo el mundo y son expuestos a luz artificial en los hospitales.

martes, 1 de abril de 2008

Otitis


Los antibióticos no evitan las complicaciones graves asociadas a las infecciones de oído en niños

La otitis media con efusión podría conducir a una pérdida auditiva con un efecto negativo sobre el desarrollo del lenguaje, la cognición, la conducta y la calidad de vida

Redacción, Madrid (20/2/2008).- Los antibióticos no evitan las complicaciones graves asociadas a las infecciones de oído en niños, según sugiere un estudio del Centro Médico Universitario de Utrecht en Holanda que se publica en la revista Archives of Otolaryngology-Head & Neck Surgery. Los investigadores han descubierto que este tipo de fármacos no reducen la acumulación de líquidos en el oído capaces de provocar una pérdida de audición.

Las infecciones de oído se encuentran entre las más comunes que padecen los bebés y niños. Las infecciones del oído medio podrían conducir a la acumulación de fluidos en el oído medio, otitis media con efusión.

Los investigadores, dirigidos por Laura Koopman, analizaron datos de 1.328 niños de entre 6 meses y 12 años con infecciones agudas de oído medio que participaban en cinco ensayos clínicos que comparaban el placebo con la ausencia de tratamiento. Un total de 660 niños recibieron antibióticos.

Según los autores, un 44 por ciento de los niños tenían menos de 2 años y un 51,8 por ciento de ellos tenía infecciones frecuentes. El riesgo de desarrollar la otitis media con efusión era mayor en los niños de estos grupos. Los niños que tomaban antibióticos tenían, como aquellos que no los tomaban, una propensión del 90 por ciento a desarrollar efusión.

Los investigadores señalan que debido al efecto marginal de los antibióticos sobre el desarrollo de la efusión sin síntomas del oído medio y los efectos negativos conocidos de los antibióticos, que incluyen el desarrollo de resistencia y efectos secundarios, no recomiendan el empleo de antibióticos para prevenir la efusión. Los resultados se corresponden con las guías de tratamiento actuales que no recomiendan este tipo de fármacos para prevenir esta afección.

http://www.azprensa.com/noticias_ext.php?idreg=34791
Año nº 1829
Miércoles, 20 de Febrero de 2008