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viernes, 3 de abril de 2009

Argentina. 1900-2003








































María Seoane (1948) periodista argentina que ha publicado diversos ensayos sobre su país. En éste "Argentina. El siglo del progreso y la oscuridad (1900-2003) describe el proceso que llevó al país desde una posición privilegiada a otra catastrófica en el trascurso de un siglo. En este capítulo se muestra el principio, cuando Argentina era considerada "el granero del mundo" y tenía un futuro envidiable.





miércoles, 12 de noviembre de 2008

El Estado Argentino

Desafío para la democracia argentina
POLITICA. Cómo bajar el costo del sistema de poder
El gasto del aparato estatal y provincial está calculado en unos 20.000 millones de pesos anuales. La mayor parte de esa suma se la llevan los 9242 cargos electivos que hay en la Argentina, con sus accesorios. Las causas más notorias se encuentran en el amiguismo, la operación política, el nepotismo, las prebendas y los subsidios.
La democracia argentina enfrenta hoy un doble desafío: tiene que superar una suerte de fatiga y pesimismo colectivo y, al mismo tiempo, emplear toda la creatividad posible para demostrar que las instituciones previstas en la Constitución están en condiciones de superar dificultades y enmendar rumbos. 
Es muy probable que el pesimismo reinante se deba en el fondo a una fuerte desilusión que se originó en la fantasía que sólo con el cambio de un estilo de liderazgo político la Argentina saldría altamente beneficiada. 
En cambio, ahora, la sociedad que creyó ver una salida luminosa al fondo de un oscuro túnel, ve que la luz avanza y en realidad es una locomotora que lo va a aplastar: el miedo a la devaluación, una recesión sin precedentes, un Estado que no consigue bajar el gasto y el fantasma más temido: la desocupación. 
La atmósfera de la opinión, enrarecida y densa, no es la consecuencia de oscuras, satánicas conspiraciones (¡Vade retro, economistas liberales!). La sociedad está en vilo porque su dirigencia está desconcertada. Es nuevamente el conocido problema de la calidad del liderazgo, que ya habíamos analizado desde estas columnas de La Nación (7-3-99) en relación, en esa oportunidad, con las necesarias reformas al sistema electoral vigente y la designación de candidaturas en los partidos políticos. 
En esta ocasión nos referiremos a otro tipo de cambio que sería necesario introducir para que la sociedad sintiera que los dirigentes políticos sirven a las instituciones en que trabajan, por ejemplo, las legislaturas, y no que se sirven de las mismas. El cambio que se propone es una reducción drástica del costo de la estructura política en la Argentina, como forma de mejorar en algo la credibilidad de la sociedad respecto de la dirigencia política, afianzando así la democracia. 
Algunos cálculos (Rosendo Fraga dixit) sitúan el costo total de la estructura política argentina en 20.000 millones de dólares anuales. 
En lugar de fantasear qué lindo sería no pagar la deuda externa, podríamos sí intentar bajar el costo de la política, no ya en cuántos pesos del contribuyente recibirá cada partido por voto obtenido (aunque está muy bien la propuesta de bajar ese importe de 3 a 1 peso por voto), sino reduciendo el oneroso aparato corporativo político que la Argentina no está en condiciones de financiar. 
Es posible aducir que en momentos de una desocupación tan alta no se puede aumentar la misma con despidos masivos. Pero sí se podría bajar el gasto, en el muy corto plazo, reduciendo las remuneraciones reales de los funcionarios de todas las categorías, elegidos o no, y de la frondosa maraña burocrática, todo lo cual en su conjunto asfixia y esquilma al contribuyente y endeuda cada vez más al país. 
En la Argentina hay 9242 cargos electivos. Cada una de estas personas que nos representan nombran asesores, secretarios, administrativos y otros funcionarios, posiciones que muchas veces encubren devolución de favores, amiguismo, punteros, operadores políticos, cuando no un craso nepotismo. (Hace poco tiempo un ex candidato a senador provincial por Córdoba me explicaba que un legislador no sólo tiene que legislar, sino mitigar las situaciones de extrema necesidad con las que entra en contacto en el interior de su provincia, justificando de esta manera la existencia de partidas adicionales a la remuneración conocida y cuyo gasto queda a su arbitrio. No hubo manera de hacerle entender que el voto que recibe no incluye ni el permiso ni el mandato de realizar asistencialismo con el dinero de otros.) 
En el nivel nacional tenemos 331 cargos. De los mismos, 257 son diputados y 72 son senadores nacionales. Ni los diputados ni lo senadores necesitan ser tantos. De los 257 diputados sobran 80, que son el resultado de una absurda sobrerrepresentación en favor de distritos menos poblados, intentando "reparar" esa condición con más bancas y dietas que pagan los contribuyentes. De los 72 senadores nacionales, 23 también son supernumerarios y fueron el fruto de negociaciones previas a la Reforma Constitucional de 1994. Se dijo entonces que se trataba de un arreglo institucional para que los votos en esa Cámara reflejasen un mayor pluralismo provincial. Pero los votos en el Senado, como hemos podido apreciar recientemente, pueden responder a distintas motivaciones que no son necesariamente las de equilibrar los intereses provinciales. 
En el orden provincial, los cargos electivos son 1293; 46 cargos de gobernador y vicegobernador (si en el orden nacional no hace falta el vicepresidente, para qué se necesita un vicegobernador). También en el conjunto de las provincias encontramos 246 senadores y 999 diputados, incluidos 60 legisladores porteños. 
En el orden municipal, los cargos son 7.618. Increíble pero cierto, en la Argentina hay 1163 intendencias con la friolera de 6455 concejales, todos rentados. 
En Alemania como en Gran Bretaña, por ejemplo, los concejales reciben alrededor de 100 dólares por mes como retribución simbólica. Igual que en la Argentina, se reúnen cada tanto para hablar sobre temas comunales; sólo que en la Argentina perciben en promedio 1800 dólares por mes. 
Pero no es sólo un problema del número de cargos electivos, sino la capacidad que tienen estos representantes de nombrar colaboradores lo que aumenta sensiblemente el gasto, por ejemplo, de las legislaturas. 
En Alemania, un diputado tiene derecho a tener un asistente y una secretaria. Todos los demás servicios: asesoramiento, información, etcétera, los obtiene de su bloque. La fracción o bloque suministra esos servicios a todos sus diputados, pudiendo para ello contratar expertos de primer nivel para cada especialidad, de acuerdo con la necesidad de los legisladores, reduciendo sensiblemente el gasto de la legislatura y elevando la calidad de la tarea legislativa. 
Pero, además, el costo de la política también debería guardar alguna relación con la riqueza de un país, de una provincia o de un municipio. 
Veamos algunos datos comparativos al respecto. 
Para este breve análisis sólo consideraremos el costo del Poder Legislativo en algunas provincias argentinas, comparándolo con el de provincias de otros países más ricos y desarrollados que el nuestro (el indicador de riqueza utilizado es el del producto bruto interno (PBI) de la provincia respectiva). Hemos seleccionado intencionalmente provincias argentinas con un PBI muy bajo para que resulte más evidente el alto monto que pagamos los argentinos para que funcione el Poder Legislativo, cuando la experiencia comparada con el nivel internacional nos muestra que esto no necesariamente debe ser así. 
En la primer parte del cuadro se puede comparar el caso de la provincia de Baviera, una de las más ricas de Alemania, cuya legislatura cuenta con 204 legisladores para una población de 12.155.000 habitantes y cuyo presupuesto legislativo es de 54,3 millones de dólares, con lo que sucede en Formosa, cuyo presupuesto legislativo es aún mayor que el de Baviera. Más grave aún es que el PBI de Baviera es 156 veces más alto que el de Formosa y los formoseños son apenas 504.000. Es decir, una provincia alemana (land) sumamente rica gasta menos en su Legislatura que Formosa, tiene más legisladores y legisla para más de 12.000.000 de habitantes. 
Un ejemplo más cercano a nuestra historia es el de España. La provincia de Cataluña (6.134.000 habitantes) gasta en su poder legislativo considerablemente menos que nuestra provincia del Chaco (952.000 habitantes), sólo que Cataluña cuenta con 134 legisladores mientras que el Chaco tiene 32 y el PBI de Cataluña es 39 veces superior al del Chaco. 
Dejo para el lector el análisis de los demás ejemplos con sus conclusiones apabullantes. 
Las causas de esta impudicia en el costo de las legislaturas se encuentra en el clientelismo, en la autoadjudicación de prebendas y privilegios, en apetitos personales crematísticos o políticos, o ambos a la vez. Pero no es sólo en las legislaturas provinciales donde encontramos estas desmesuras, sino en todo el ámbito de la estructura política Argentina. 
Parece que esto tiene que parar, y en seco. 
La dirigencia política tiene que tomar en serio la gravedad del problema del gasto público en la Argentina y debe empezar por sus propios ámbitos de acción: presidencia, ministerios, Congreso, legislaturas, municipalidades, intendencias, entre otros, y lograr incluso que la imprenta del Congreso tenga el número de empleados que una imprenta requiere. 
Si los que han tomado la responsabilidad de conducir el país no son capaces de acompañar ejemplificadoramente la austeridad que los tiempos requieren, parece inútil toda otra consideración sobre el tema. 
Por Carlota Jackisch
Especial para La Nación 
La autora es una investigadora argentina y doctora en ciencia política. 

lunes, 22 de septiembre de 2008

Moira Soto. Republicanas

Date: Sun, 2 Mar 2003 13:18:54 -0300

Pese a que la Argentina no fue en aquel entonces un país políticamente hospitalario para los refugiados republicanos, los hubo. Las que siguen son tres historias de mujeres que fueron testigos y víctimas de una guerra, que por diversas razones recalaron aquí.

Por Moira Soto

La Argentina no fue precisamente un país de acogida para las/os refugiados españolas/os que venían de pasar la aciaga guerra que les arrebató el gobierno republicano (legítimamente ganado en elecciones), la huida desesperada e incierta, la larga estadía en penosos campos de concentración franceses. Como lo señala Dora Schwarzstein (Entre Franco y Perón, Crítica Contrastes, Barcelona), en nuestro país se sancionaron severos decretos en materia inmigratoria desde 1938, dejando afuera a los refugiados políticos (a saber: judíos, antifascistas y republicanos españoles), aunque en el plano internacional se defendía hipócritamente el derecho de asilo. Las cosas no mejoraron con la presidencia de Roberto Ortiz, pese a la defensa de socialistas y radicales a favor de republicanos y judíos, aunque debido al origen del primer mandatario hubo cierta indulgencia hacia los vascos. Por otra parte, el gobierno local había reconocido tempranamente el triunfo franquista. Paralelamente, intelectuales argentinos como Francisco Romero, María Rosa Oliver, Silvina Ocampo y otras/os se movilizaron a favor de sus pares españoles. Mediante distintos rebusques, una cierta cantidad de republicanas y republicanos pudo ingresar a Buenos Aires, desde luego en una proporción mucho menor que en México. Entre las mujeres, se puede citar a María de la O Lejárraga -mujer del exitoso "escritor" y director Gregorio Martínez Sierra, autora real de las obras que firmó su aprovechado marido-, María Teresa León -escritora, poeta, guionista de cine, aparte de ser la esposa de Rafael Alberti-, la pintora surrealista Maruja Mallo -amiga de Bretón y Buñuel, de fulgurante inicio durante la República, cuya carrera prácticamente se truncó en Buenos Aires-, Margarita Xirgu -que estaba en nuestro país cuando Franco trepó al poder, y no retornó a su patria-, María Victoria Valenzuela -escritora que dejó un documento desgarrador de la posguerra en España-, entre otras que supieron de la solidaridad popular, ya que no oficial. Aquí se encontraron, además de las entidades de diversas regiones que simpatizaban con la República, con argentinas como Maruja Boga, que a través de su programa radial "Recordando a Galicia" -en distintas radios a lo largo de 45 años- se dedicó a la defensa apasionada de las exiliadas y los exiliados. De entre las mujeres republicanas que fueron llegando a estas playas, he aquí los testimonios de tres damas polentosas que no encarnan precisamente aquellos hermosos pero tristísimos versos del Luis Cernuda expatriado ("amargos son los días/ de la vida, viviendo/ solo una larga espera/ a fuerza de recuerdos") . Ellas -la madrileña Maricarmen, la vasca Miren, la asturiana Selina-, con el espíritu bien alto, lúcidas y con saludable sentido del humor, cuentan a continuación, resumidamente, sus peligrosas, novelescas historias de vida.

Selina Asenjo, 92 años "En casa, se desayunaba y se cenaba política" Yo nací socialista, mi padre fue fundador del Partido Socialista de Sama, que era dónde vivíamos. En mi casa se desayunaba, se merendaba y se cenaba política. Mi madre, en cambio, una mujer muy buena que se ocupaba de la casa, de política no entendía nada. En una ocasión, siendo yo muy niña, se anunció un mitin socialista, mi padre era de la comisión organizadora. Cuando llegó el momento, me asomé al balcón y vi a la gente pasar. Me fui sola. Pero hubo un lío de tiros. Mi madre oyó el ruido, se preocupó y no me encontró. Mi hermana le dijo dónde estaba y fue a buscarme. Yo había estado cerca de la tribuna, sin que mi padre me viera. Cuando empezó el alboroto me metí debajo de la mesa de los oradores. Nadie me había visto. Al salir, siento que me agarran de las trenzas. Pedí quedarme con mi padre porque sabía que con mi madre cobraba antes de llegar a casa. El me dijo: "Prométeme que no volverás a hacer algo parecido. Pregúntame siempre a mí, y si te puedo llevar te llevo". Desde aquel día cada vez que mi padre se preparaba para la reunión, yo me acercaba: "¿Puedo ir con usted?", y él me llevaba. Tendría unos 17 cuando ingresé a las Juventudes Socialistas y fui la primera mujer que en Asturias subió a una tribuna para hablar de cuestiones sindicales. Porque allí existía el ramo de la aguja -las sastras, las modistas- y nadie se ocupaba de él. Fui yo la que planteé la formación del sindicato, y en un mitin, un domingo, me pidieron que hablara. Aquella noche llegué a casa contenta y le conté a mi padre. El me dijo, "La idea no es mala; pero, ¿qué vas a decir?", "Lo que salga", le contesté. Cuando empecé a hablar tenía tantos nervios que no veía a la gente, que era mucha. Pero me fui serenando y terminé la mar de bien. Aunque yo no pertenecía al gremio, había levantado por la voz de mis hermanas. Así que después seguí hablando por la Juventud Socialista, de pueblo en pueblo. Después, con la República, las mujeres se animaron más. Yo trabajé en la campaña de las elecciones del 31, luego vino la revolución de octubre en Asturias, ahí la actividad fue muy grande. Hubo grandes perdidas, muchos prisioneros. Ibamos por los montes a reunirnos. A mí en octubre me habían llevado presa, pero sólo quince días. Todavía era yo la única mujer que tomaba palabra en público, después ya salió Purificación Tomás, hija del que sería gobernador de Asturias. También estaba Matilde de la Torre, santanderina, y Veneranda Manzano, diputada por Asturias. Asturias era muy socialista, y cuando los chicos de los pueblos, que nos conocían, nos veían pasar hacia el monte, si detrás venía la Guardia Civil, corrían a avisarnos. No quiero pensar las plantas de papas que levanté con mis tacos cuando teníamos que correr. Porque yo, activista y militante, sí, pero coqueta. Siempre lo fui, y lo soy ahora a los 92. Cuando ellos ganaron las elecciones legislativas del 33, entraron las derechas y se retrocedió mucho en las conquistas de la República. Por eso salimos a defenderla y así llegamos al triunfo de febrero del 36. Ya teníamos el voto las mujeres. Desgraciadamente duró poco, porque ganamos a mediados de febrero y el 18 de julio empezó el alzamiento. Así que después hubo que intervenir en la guerra, ir por los frentes a dar ánimo a los soldados, ir por las casas a hablar con las familias de los que morían. Era muy, muy triste. Así pasé la guerra, participando en todo lo que podía. La iglesia tuvo mucha parte de la culpa de que se perdiera la República. Hasta que llegaron los republicanos, las mujeres no teníamos ningún derecho. Por eso nosotras, las mujeres, cuando la vimos tambalear por culpa de los sublevados, salimos a la defensa. La República trajo muchas cosas buenas para todos, sólo lo que han vivido aquellos años saben la situación de injusticia que había. La gente que luchaba no pensaba en las consecuencias, teníamos ideales. Todas las republicanas, de una manera o de otra, lucharon para ganar la guerra. Y no perdimos por falta de coraje sino por la traición de los demás países, que no nos ayudaron. Salí de mi tierra, de Gijón, el 27 de octubre del 39. Sufrimos muchas peripecias. No teníamos ni agua ni comida, apenas unas galletitas dulces. Yo estaba con mi hermana Maruja y otra chica, junto con heridos de guerra. Cuando llegamos al puerto, el barco se hundió. En Francia nos mandaron de vuelta a Barcelona, todavía terreno leal. Me reuní con mi familia y a los dos días tuve que volver a Barcelona, me llamaba la comisión ejecutiva asturiana: querían formar un taller de confección para ayudar a las mujeres de los que habían quedado en el monte, de los que habían muerto. Lo organicé y allí estuve catorce meses, hasta que tuvimos que correr: salí de Barcelona el 26 de enero de 1939. Busqué a mi familia, lo principal era irse porque los otros ya estaban cruzando el Ebro. Salimos por dos sitios distintos y nos encontramos en Francia. Cerca de la frontera me puse a hablar con un hombre que estaba haciendo guardia. Me confió que a las ocho de la noche iban a abrir por dos horas, me aconsejó que buscara a mi hermana y a las doce de la noche tratara de estar donde se divide la frontera. Así lo hice y me traje también a otra chica, una secretaria. A la medianoche estábamos en medio del túnel y, al salir de allí, escucho que me llaman: eran las sobrinas del gobernador, de manera que corrimos hacia ese tren y no nos controlaron. Después estuvimos en un hotel y yo vendí todo lo que tenía para poder pagar el cuarto. Era en el Alto Loire, desde allí busqué a mi madre y pudimos reunirnos. Nos quedamos doce años en Francia. Me casé en Francia, mi marido era de León, lo conocí en el exilio. Venía a comer a nuestra pensión de familia y nos hicimos novios. Aunque nunca me había querido casar, no me arrepentí. Por cierto, era socialista y me aceptó como yo era. Tuve una hija que murió de pequeña, pero después un muchacho -hijo de Maruja, la que me acompañaba siempre y que murió cuando el chico tenía seis meses- se vino con nosotros y ha sido como un hijo. Siempre teníamos la idea de venir a Buenos Aires, y en el 51 salimos para acá. Cuando llegamos estaba uno de los guerrilleros de Asturias esperándonos y nos llevó a su casa. Otro republicano nos dio una habitación. Y empezamos a trabajar cosiendo. Lo primero que hice al llegar fue ir al Partido Socialista, al Frente Republicano que estaba en la calle Bartolomé Mitre, y al Centro Asturiano.


Miren Laburu, 87 años "Le hacen cavar la fosa y lo matan de un tiro" En junio de 1936, estaba por irme a veranear a la casa de una amiga, en Burgos. Tanto insistí que me dieron permiso para que me llevara un amigo, Manolo, de 21 años. Mi padre, que nunca hacía estas cosas, me dijo "Te voy a comprar una maleta". Y me eligió una de cocodrilo. Venía yo muy contenta cuando nos encontramos con un señor que le anunció a mi padre "Va a haber un levantamiento. Cuando el hombre supo que me disponía a ir a Burgos, le aconsejó: "No la dejes ir ni en sueños". Lloré, pataleé, pero no sirvió de nada. Tenía 8 para cumplir 9. Se fue el pobre Manolo solo y no pasan unos días que los rebeldes entran en Burgos. Lo agarran a este chico, lo acusan de ser del Partido Nacionalista Vasco, le hacen cavar la fosa y lo matan de un tiro. He llorado sin parar al saberlo, he tenido pesadillas... Empezaron los bombardeos, estaba terminando el verano. Me sentía aterrorizada, habían puesto sacos de arena alrededor de la casa, los vecinos venían al sótano. El miedo que sentía me hacía doler la barriga. Me mandaron a la casa de mis tíos, un lugar de pescadores. Me iba acostumbrando cuando aparecen los sobrinos de mi tío, que eran de la República, en retirada porque ya venían los nacionales. Los chicos empezaron a contar todos los sufrimientos de la guerra. Al poco tiempo, los sublevados llegaron a Pamplona, Navarra, y a estos chicos y al padre les hacen lo mismo que a Manolo... No me lo querían contar, pero me enteré oyendo conversaciones. Volvemos a mi casa, más bombardeos. Estábamos cerca del abastecimiento de nafta y del puente Vizcaya, que ellos querían destruir. Mi madre queda otra vez en estado y no se podía mover. Vamos a la casa de una niñera que tenía comodidades, y ahí estábamos cuando apareció una caravana de gente con sus carros, sus vacas, los terneritos atados atrás, sin comer... Habían caminado kilómetros, se les ofreció agua, leche... Nos fuimos a casa de mi abuela, seguía el bombardeo. Y un día salimos y al volver, nos encontramos con una casa enfrente partida al medio por una bomba, y en el baño se veía a un señor, en calzoncillos, con la brocha suspendida en la mano. Todavía lo veo. Y en ese momento la madre y las hijas estaban con nosotras. Se empezó a organizar la partida a través de la Cruz Roja Internacional. Fuimos en el Habana, el 10 de junio del 37, yo estaba a punto de cumplir los diez. Resulta que a mi padre le chocan el auto y se le abre la yugular, como no había hospitales lo traen a casa, no sabíamos si iba a vivir. Igual nos mandaron en barco con mi hermano de seis. Era un asco, vomitaba todo el mundo. Llegamos a La Rochelle muertos de hambre, de sed, niños solamente éramos ciento y pico. Pero no nos dieron ni un vaso de agua. Todos a vacunarnos contra la viruela. Ahí cerca de Burdeos fuimos a una colonia. Mi madre nos había preparado ropa de verano porque creíamos que a Franco le iban a dar su merecido y volvíamos pronto todos a Bilbao. Estuvimos veintitantos días. Llegó el momento de salir hacia Bélgica. A mí me tocó ir a una casa parroquial; mi hermano fue con una familia que no era religiosa. Yo quería ir con él, pedí por mi mamá, lloré, pero nada. Total que el cura se portó muy bien, y yo tratando de arreglármelas con un diccionario. Se produjeron confusiones muy graciosas, yo pedía retrete y entendían retraite, que era el retiro espiritual... Un año estuve en Bélgica. Hasta que llegó un telegrama diciendo que el padre y la madre están vivos en el refugio vasco y que ya había nacido mi hermano. Resulta que como mi padre no aparecía, mi madre llegó a la frontera de Suiza en un barco horroroso, y la llevaron a una cárcel deshabitada, llena de pulgas y chinches en Nantúa, con un pequeñito y el otro al nacer, sola. Al día siguiente empieza con los síntomas y nace el 14 de julio. Mi padre entretanto se había ido a París donde estuvo con los niños de Guernica. Y yo con el ama de llaves del cura, que era mala conmigo. Llegó el momento de encontrarme con mis padres. Nos vamos a San Juan de Luz, siempre pensando que Franco estaba por morir. Cuando a mi padre le avisan que los alemanes estaban llegando a la parte vasco francesa, decidió escapar solo, porque ya éramos muchos: mi madre estaba de nuevo embarazada. Mi padre se encontraba en Marsella, con los alemanes llegando, cuando el presidente de la Argentina, Roberto Ortiz, mandó el barco "Alsina". Cuando llegaron a Dakar, los retuvieron nueve meses en un campo de concentración. Nos mantuvimos un tiempo con la venta de las alhajas de mi madre. Estuve nueve años en Bilbao. Mi padre después de Dakar se fue a México a buscar una finca, se encontró con que no la tenía y se vino a la Argentina en el 41. El no podía volver a Bilbao porque estaba condenado a muerte. Siguieron años muy duros. Por ejemplo, no me gustaba ir al cine porque en medio de la película, cuando menos lo pensabas, encendían todas las luces y había que cantar los tres himnos con el brazo en alto: de los carlistas, la falange, los monárquicos. Tenía 18, empezaba a salir con un muchacho. Yo creía que todos nuestros conocidos eran de las mismas creencias políticas, pero no. Estaba prohibido llamarse Miren, y yo usaba ese nombre: nunca me dijeron María. Bueno, en la puerta de casa, iba yo a meter la llave y le pregunté a este joven "Oye, ¿qué ideas políticas tienes? Porque yo, ya puedes saberlo". Me dice "Yo soy falangista". De ahí en adelante me tuve que callar. Había en la ciudad una asociación de mujeres monárquicas, las margaritas, y había una que nos quería agarrar a todos los Laburu y todos los Alcorta, que eran los de mi madre. Por fin mi padre nos pudo llamar. Yo viajé primero con mi hermana. Llegué el 18 de diciembre de 1948. Hacía muchísimo calor, fuimos a la casa de unos amigos socialistas, y entre las dos nos comimos un kilo de helado. Fue raro el encuentro con mi padre después de tanto tiempo: yo había idealizado una imagen de hombre joven, guapo, elegante. Y me encontré con otra persona, avejentado, había perdido pelo, casi un extraño. Peor aún cuando llegó un año después mi madre, ella sufrió más, sabía que estaba muy desmejorada, tan linda que era... Y él quería verla como cuando la dejó... Mi padre había perdido su trabajo aquí y lo llama un amigo del Uruguay. Se fue allí a trabajar de contador en un cafetal. Siguió desarrollando actividades políticas, para él Perón era un dictador. Tuve algunas amigas vascas exiliadas, pero que no habían sufrido tanto como nosotros. Aunque la adaptación no fue fácil, empezamos a tenersensación de estabilidad. Mi madre no podía creer la abundancia de la comida, que los proveedores nos dejaran la leche y el queso Chubut y nadie se lo robara. Trabajé un tiempo en la joyería Escasany, y a los 28 me casé con un descendiente de vascos y tuve tres hijos. Esa guerra fue algo cruel, espantoso. Todavía no puedo creer todo lo que pasamos y que me quede ánimo para reírme.

María del Carmen García Antón, 87 años "Tuve ideas muy marcadas desde los doce años" Mi padre era muy de derechas, murió tres años antes de la guerra, en el '33. Mi madre en algunas cosas era bastante avanzada, pero también muy religiosa. Así que cuando yo decidí no ir más a la iglesia, no le gustó pero lo aceptó. Era algo raro para la época, pero yo tenía ideas muy marcadas desde los doce años, cuando estaba en un colegio de monjas, que no eran tan terribles. Pero me parecía fatal ese encierro, me daba lástima de ellas. Entonces le dije a mi padre que no gastaran más en ese colegio, que mejor me iba al instituto oficial, que salía más barato y era mixto. Ya estudiar en la secundaria era un pasito adelante para las chicas de aquel entonces, se suponía que podías seguir luego una carrera. La cosa política estaba más en la Federación Universitaria, empezaron las manifestaciones, aparecieron carritos con cierta literatura, empezando por El capital, claro. La gente se politizó muchísimo. Yo en la universidad estudiaba lo menos posible, lo que me gustaba era estar en reuniones políticas. Elegí medicina porque mi padre no me dejó seguir arquitectura, pensaba que no era para mujeres. Entonces dije que iba a ser médica de niños, y él tiró la esponja. Cuando hice el primer curso, sobre quinientos alumnos varones seríamos unas diez, once chicas. A pesar de que me gustaban tantas cosas -el teatro, el deporte, la política, ir a bailar-, seguí adelante con la medicina. La Barraca empezó en el '31 y terminó en el '36, ya sin Federico García Lorca. Es lo mejor que he tenido en mi vida. Eramos unos estudiantes de la mano del poeta, íbamos juntos chicas y chicos, algo inaudito. Habíamos sido elegidos, reclutados por él. Teníamos que saber actuar, cantar, bailar un poco. También conocer literatura y poesía, dar el tipo para hacer papeles diferentes. La Barraca tenía un subsidio del Ministerio de Instrucción Pública, pero nadie ganaba un centavo ahí, ni siquiera Federico. Sólo hacíamos clásicos. Cada uno tenía que saber la obra entera, nada de aprender tu parte y el pie que te tenían que dar, como se estilaba en aquella época. Entre los que actuábamos no había ningún protagónico, se repartían los papeles de acuerdo al personaje: yo fui trágica, aunque me gustaban los entremeses y las cosas cómicas. Eramos todos para la obra. No había nombres: sólo los actores de La Barraca. Nos llevábamos estupendamente bien, cantábamos todo el día. En los pueblos la gente respondía de maravilla. Hay una historia conocida de lo que sucedió en un pueblo cuando empezó a llover: las mujeres dieron vuelta las faldas sobre su cabeza, se quedaron todos inmóviles, pendientes, creo que fue en Sigüenza. Seguimos con la obra hasta el final, completamente mojados, nosotros y los decorados. La guerra me pilla a mí en el pueblo de la familia de mi madre. De allí voy a Madrid a trabajar en el Hospital de Sangre, luego pasé a una colonia de niños en Valencia. Más tarde, hice Mariana Pineda en homenaje a Federico, con Luis Cernuda, Manolo Altolaguirre en el Congreso de Intelectuales en Madrid. Enseguida me mandaron a París, al Pabellón de España, en el '37: ahí conocí a Gori (Muñoz) que había ido como decorador. Al volver, trabajé en la Secretaría de Propaganda. De ahí ya salimos al exilio, él con los militares por un lado, y yo por mis propios medios. Por suerte teníamos amigos en París, que siempre son lo único que te salva la vida. No sé por qué la gente persigue tanto el amor el amor en la vida, silo único que es seguro para siempre son los verdaderos amigos. Más todavía que la familia. La partida fue al caer Cataluña, salimos arrempujados al Pirineo. Terrible. Tardamos mucho en reunirnos con Gori en París. Al llegar a Francia no me quedé en ningún campo porque conseguí escaparme. Gori sí estuvo en Argeles. Yo, que soy bastante tímida, cuando estoy sola ante el peligro, arremeto como puedo. Cuando pasamos la frontera, ni me miraron el pasaporte: 'Allez, allez', nos mandaba al campo. Yo sin dinero, sin nada, en la plaza del pueblo, rodeados por la policía, en el suelo nevado. Había dos chicas que querían salir para entrar de nuevo a España, con algún dinerillo francés. Hicimos un trato: si ellas me pagaban el pasaje a Perpignan, yo hablaba francés por ellas. Fui a la estación con un pretexto, encontré a un monsieur Arnaud, muy bien dispuesto. Me dijo que volviera al día siguiente. Regresé con mis compañeras y les di indicaciones de estar calladas. Nos lavamos las unas a las otras la cara con nieve. En mi cartera tenía un betún y un cepillo de zapato que no sé por qué llevé, y que nos sirvió para dar buen aspecto a los zapatos. Vamos a la estación, no está el mismo guardia. Muy decidida le digo al encargado: 'Pues avísele a monsieur Arnaud que pasé, que la carta se la llevo mañana'. No sospecharon nada. Yo por suerte, tenía ropa que me había comprado en París, porque las pobres españolas después de tres años de guerra se vestían que era un tristeza. Llegué a París a casa de estos amigos que me salvaron la vida, y me reuní con Gori. No teníamos nada, ni permiso ni papeles. Lo único, gracias a Pablo Neruda, la firma consular chilena para irnos a Chile. Pudimos así salir de Francia, hacía falta que nos amparase un país. Viajamos en el barco francés 'Massilia ', éramos un grupo de artistas e intelectuales. El barco llegó a Buenos Aires y quedó esperando. Resulta que Natalio Botana, el director de Crítica, había ganado en las carreras con su caballo "Romántico", y además tenía dinero de una colecta para los republicanos. Juntó todo y decidió dárselo a estos refugiados que iban hacia Chile. Se fue al puerto, el comisario no le permitió entrar, dijo que volvía al día siguiente y nos hacía bajar a todos. Pidió al presidente Ortiz que firmara un decreto urgente para que se nos diera asilo en Buenos Aires. Y así fue que nos quedamos. Las exiliadas nos reuníamos para hacer cosas que vendíamos para mandar ropa y remedios a los refugiados en Francia. Pero nos llegó la orden de clausura. Y nos fuimos con María Teresa Luzuriaga a la central de policía a ver al jefe. Pero no hubo caso. Nos dijo: 'Ustedes son rojas y trabajan para los rojos. Está prohibido que manden nada'. Bueno, nos clausuraron lo mismo que a otras organizaciones. Porque si no nos perseguían, tampoco nos dejaban actuar libremente. Creo que nos salvamos de que Perón nos devolviera a España porque había un marqués monárquico de embajador. Y sobre Gori pesaba la pena de muerte... Mis niñas, Gorita y Tonica, ya tenían 8 y 4 años y pensé en matricularme en Letras, pero a unos amigos se les ocurrió, viendo que Gori era muy poco previsor, montar una casa de muebles para niños. Y Rosalía Casona dijo: 'Maricarmen, que hace cosas tan monas para chicos, puede diseñar vestidos, tener un taller'. Y así empezó L'Enfant Gaté: de este modo llamaban a Gorita los marineros en el barco 'Massilia'. Finalmente, me sirvió lo que había aprendido con las monjas. En realidad, siempre tuve idea de diseño, dibujé. Y Gori se fue a hacer sus escenografías y yo quedé a cargo."

lunes, 15 de septiembre de 2008

no-jubilados en Argentina

Date: Mon, 06 Oct 2003 08:15:18 GMT
* Fuente:
http://www.lanacion.com.ar/

La crisis previsional: en 2010, 4 de cada 10 no tendrán cobertura
Hay 1.237.000 mayores de 65 años sin jubilación
Las causas son el trabajo en negro y la desocupación; se duplicó la pobreza en esa franja

Para una cantidad cada vez mayor de argentinos, la discusión sobre si conviene un sistema previsional de reparto o de capitalización es ociosa. Son quienes, más allá del modelo que sea impulsado, no podrán jubilarse.

En sólo siete años más, es decir, en 2010, cuatro de cada diez personas de 65 años o más no tendrán acceso ni a una jubilación ni a una pensión. De ellas, el 80% vivirá en hogares pobres. Hoy la exclusión afecta al 34,5% de la población que ya cumplió la edad del retiro laboral.

La estimación surge de un trabajo de la consultora Equis, del sociólogo Artemio López. El estudio señala que mientras que hoy son 1.237.000 los mayores desprotegidos, en 2010 serán 1.600.000, si es que continúa el ritmo de crecimiento de la informalidad, y aun cuando haya leves caídas de los índices de pobreza y desempleo.

Así, mientras que la población total de 65 años o más crecería un 11,5% hasta 2010, la cantidad de personas sin cobertura aumentaría un 29,3 por ciento.

El informe aporta un dato que revela la fuerza del deterioro de la situación en los últimos años: en 1991, la falta de cobertura afectaba al 24,7% de los mayores, por lo que el índice creció, en 10 años, un 39,6 por ciento. Los datos corresponden a los censos poblacionales realizados por el Indec.

Si bien por un efecto lógico de la distribución poblacional el mayor número de personas desprotegidas vive en la provincia de Buenos Aires, la ciudad de Buenos Aires y la provincia de Santa Fe, las jurisdicciones con porcentajes más elevados de personas sin jubilación son Formosa (55,9%), Misiones (54,6%), Chaco (51%) y Corrientes (50,9 por ciento).

En el otro extremo se ubican la ciudad de Buenos Aires, con el 25,4% de sus habitantes mayores sin jubilación ni pensión, y La Rioja, donde los que no tienen cobertura son el 27,3 por ciento.

Carrera hacia la exclusión

El trabajo de Equis analiza qué ocurre en la raíz del problema, definida como la falta de aportes durante la vida laboral. Entre 1990 y 2003, destaca, el trabajo informal pasó del 25,3 al 45,1%, en tanto que el desempleo pasó del 6 al 21,4% (si no se considera como ocupados a quienes reciben planes sociales), y el subempleo subió del 8,1 al 18,8 por ciento.

La relación entre las condiciones del mercado laboral y el acceso a un haber jubilatorio es indiscutible. Por eso, cuando los especialistas en la materia y los funcionarios del Gobierno afirman que una reforma previsional debe tender a ampliar la cobertura también advierten que difícilmente ello pueda lograrse sólo a partir de una nueva ley jubilatoria.

Si bien se prevé la conveniencia de otorgar prestaciones asistenciales, se señala que ésa no es la solución real a un problema que tiene su raíz en la alta informalidad del mercado laboral. Las personas subsidiadas, como las que hoy cobran, por el plan Adultos Mayores, un ingreso mensual de $ 150, son, entre los pasivos, el equivalente a lo que representan en la población activa los desocupados y los trabajadores que están en negro.

Consultado sobre el tema por LA NACION, el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, consideró que la reforma que prevé impulsar el Gobierno para el régimen jubilatorio estará inscripta en "un contexto de querer dar racionalidad" al mercado laboral y recordó los operativos que la cartera realiza en conjunto con la AFIP para la detección de trabajadores en negro y la regularización de esas situaciones.

Según el funcionario, las modificaciones deben plantearse desde la comprensión de que hay un nuevo mercado de trabajo y de que "millones de trabajadores se quedarán sin jubilación" si no se hace algo.

El informe de Equis destina un capítulo a analizar la relación entre pobreza y falta de acceso a un haber previsional. Según los datos de la encuesta de hogares del Indec de mayo pasado, en la franja que agrupa al 40% más pobre de los trabajadores, más del 70% no realiza aportes jubilatorios, en tanto que en el grupo que reúne al 20% que tiene mejores ingresos, el índice cae al 20,4 por ciento. Según los resultados de la encuesta, el 28,3% de los mayores (1.012.060 personas) es pobre, en tanto que en diciembre de 2001, antes de la devaluación, el índice era del 15,6 por ciento. Si se cumple el pronóstico sobre población no cubierta en 2010, el trabajo de Equis estima que la pobreza en este segmento de la población se elevaría al 32,8 por ciento.

El trabajo concluye también que el 60% de la pobreza de los habitantes del país mayores de 65 años se explica por la falta de ingresos jubilatorios.

El fenómeno de la evasión

Como la evasión previsional debe ser considerada un problema dentro de la evasión impositiva en general, "aunque no existieran impuestos al trabajo y sí otras altas cargas impositivas, una empresa probablemente evitaría declarar trabajadores para ser consistente con la no declaración (o subdeclaración) de su actividad". La afirmación es parte de las conclusiones de un reciente trabajo del economista Hernán Ruffo, del Ieral. Según el informe, además de la presión tributaria general, hay al menos otros dos factores que explican el alto índice de trabajo en negro y la consecuente baja tasa de cobertura de la seguridad social: las regulaciones laborales impuestas por viejos convenios y el costo diferencial que implica generar un puesto formal en relación con uno informal.

Respecto de este último aspecto, Ruffo señala que "un puesto declarado implica un 70% más de costo frente a una relación informal". Pero agrega que estos costos, si bien constituyen un incentivo a no declarar, no explicarían el incremento de la informalidad, porque las contribuciones cayeron fuertemente entre 1993 y 2000.

El diferencial de costos se amplía, según el economista, en etapas recesivas: en esos momentos el sector formal provoca una expulsión neta de trabajadores y los desempleados se vuelcan al sector informal, lo que provoca, a su vez, que caigan los salarios en negro. El informe advierte que la decisión del Gobierno de incrementar los salarios del sector privado es una medida que, lejos de mejorar la distribución del ingreso, la empeora, porque privilegia al sector formal por encima del informal.

También expone cuestionamientos al plan de controles del trabajo en negro, ya que, según señala, si no se acompaña con medidas de incentivo a la formalidad se corre el riesgo de que algunas empresas no puedan subsistir "o eviten tomar más trabajadores".

El trabajo del Ieral no sólo hace referencia a la falta de cobertura futura de esos trabajadores. Hace hincapié en las falencias que se sufren en la etapa activa por estar al margen de beneficios como el de un plan de salud, el seguro de accidentes laborales y la posibilidad de cobrar el seguro de desempleo.

Por Silvia Stang
De la Redacción de LA NACION

domingo, 14 de septiembre de 2008

Uki Goñi. La auténtica Odessa

Uki Goñi 
"La auténtica Odessa. La fuga nazi a la Argentina de Perón" 
Personajes Clave

*Barrére, Agustín Obispo argentino. En 1946 viajó al Vaticano, donde, con el cardenal francés Tisserant, organizó la huida a Argentina de criminales de guerra de habla francesa  

*Benzon, Branko Embajador en B erlín del régimen títere nazi croata durante ,a ouerra. Al final de ésta fue enviado por el general de las SS Ernst Kaltenbrunner en misión especial a Madrid. Dirigió una estricta política antisemita en la Dirección de Migraciones de Perón, prohibiendo la entrada de judíos a Argentina, a la vez que organizaba la llegada de compatriotas croatas. Asimismo, se rumoreaba que, durante su estancia en Argentina, fue amante de Evita  

*Caggiano, Antonio Cardenal argentino. Viajó con el obispo Barrére al Vaticano, donde se reunió con el cardenal Tisserant y organizó la huida de criminales de guerra de habla francesa a Argentina  

*Dave, Pierre Criminal de guerra belga. En Buenos Aires, con la ayuda de Perón, Daye fue un instrumento básico para la formación de la SARE, grupo dedicado a la organización de la fuga de criminales de guerra  

*Diana, Pablo Jefe de Migraciones argentino durante el período 1947-1948. Colaboró con los agentes nazis de Perón para organizar la fuga de nazis, rexistas colaboracionistas de Vichy y ustasi a Argentina  

*Dömöter, Edoardo Sacerdote húngaro que fue párroco franciscano en San Antonio de Génova. Colaboró con el obispo Hudal para ayudar a los nazis a escapar a Argentina. Fue el responsable de que la Cruz Roja concediese un pasaporte al criminal de las SS Adolf Eichmann  

*Draganovic, Krunoslav Sacerdote y criminal de guerra croata. Fue el principal instrumento del Vaticano para organizar la huida de nazis. Actuaba desde la iglesia romana de San Girolamo. Además de su vinculación al Vaticano colaboraba con los servicios de inteligencia estadounidenses  

*Durcansky, Ferdinand Criminal de guerra eslovaco, responsable del asesinato de decenas de miles de judíos. En Argentina, Durcansky se convirtió en confidente del servicio secreto de Perón y miembro fundador de la SARE  

*Durcansky, Jan Criminal de guerra eslovaco que huyó a Argentina con su hermano Ferdinand. Fue designado por Perón para ocupar un alto cargo en la Dirección de Migraciones, desde donde ayudó a otros compatriotas fugitivos a obtener documentos de identidad y la nacionalidad argentina  

*Freude, Ludwig Millonario alemán residente en Argentina, vinculado a los servicios de inteligencia nazis. Fue íntimo amigo de Perón y coordinó las aportaciones de otros empresarios vinculados a los nazis a la campaña presidencial de Perón en 1946  

*Freude, Rodolfo Hijo de Ludwig Freude. En 1946, fue nombrado jefe de la División Informaciones de Perón, la agencia encargada de introducir ¡legalmente nazis en Argentina  

*Fuldner, Carlos Principal organizador de la fuga de nazis a las órdenes de Perón, ex capitán de las SS y agente del servicio secreto de las SS. En 1945, Fuldner fue enviado en misión especial a Madrid y, desde allí, se dirigió a su Buenos Aires natal. En 1948 fue enviado de nuevo a Europa como agente especial de Perón. Estableció oficinas para organizar la fuga de nazis en Génova y en Berna, y colaboró con Draganovic y diversos funcionarios suizos para organizar la huida de criminales de guerra a Argentina  

*Ghenea, Radu Colaboracionista rumano. Trabajó con Fuldner y Daye en Madrid y luego fue a Argentina, desde donde ayudó a otros compatriotas fugitivos a huir de Europa  

*Goyeneche, Juan Carlos Nacionalista católico argentino y agente especial de Perón, relacionado con Fuldner, Daye y Ghenea. Durante la guerra, Goyeneche conoció en Berlín a Ribbentrop, Himmler, Goebbels y, al parecer, al propio Hitler a quienes transmitió la secreta lealtad (le la Argentina al

*Guilbaud, Georges Criminal de guerra francés que ocultó en el extranjero valores del presidente colaboracionista francés Pierre Laval. Guilbaud huyó a Argentina y se convirtió en asesor financiero de Perón. Fue también un miembro destacado de la SARE  

*Heinrich, Ivo Criminal de guerra croata y asesor financiero de Ante Pavelic, 1 11 líder títere nazi de Croacia. En Argentina, Heinrich vendió parte del oro robado por Pavelic  

*Helfrich, Herbert Científico nazi. Huyó a Argentina, donde fue contratado por Perón y luego enviado a Europa para ayudar a sacar a otros nazis de Alemania. Trabajó en la oficina que Perón tenía en Berna para organizar la fuga de nazis  

*Hudal, Alois Obispo austriaco, uno de los principales instrumentos del Vaticano para organizar la fuga de nazis. Colaboró estrechamente con Draganavic  Organizó la huida del comandante de Treblinka Franz Stangl, entre otros  

*Kops, Reinhard Espía nazi. Fue colaborador del obispo Hudal y empleado por la oficina para organizar la fuga de nazis que Perón tenía en Génova  

*Lagrou, René Criminal de guerra belga y fundador de las SS flamencas. 111 uyó a Argentina, donde fue contratado por el servicio secreto de Perón. Fue miembro fundador de la SARE  

*Lesca, Charles Criminal de guerra francés, nacido en Argentina. Conoció a Perón en la década de 1930. Tras la liberación de París huyó a Berlín y luego a Madrid, donde organizó la primera ruta de huida a Artentina para agentes del servicio secreto de las SS  

*Luttor, Ferenc Prelado húngaro, destinado a la embajada húngara en el Va durante la guerra. Al término de ésta, Luttor se ocupó de obtener do( documentación falsa para los fugitivos húngaros que se hallaban en Roma. Posse dirigió a Argentina y fue uno de los miembros fundadores de la SARE  

*Mandic, Dominic Franciscano croata. Actuó como enlace entre Draganovic H y el servicio de inteligencia del Vaticano Invirtió en Roma el oro robado por Pavelic, al objeto de financiar la huída de miembros de la Ustasa a Argentina  

*Monti de Valsassina, Gino Oficial croata de las fuerzas aéreas que huyó a Argentina después de la guerra. Fue contratado por Perón y enviado a Europa con el fin de reclutar nazis para Argentina  

*Peralta, Santiago Jefe de la Dirección de Migraciones de Perón desde 1945 hasta mediados de 1947. Fue un fanático antísemita que publicó libros en los que sostenía que los judíos eran una lacra de la sociedad. Ayudó a organizar la primera red para la huida de nazis a Argentina  

*Petranovic, Karlo Sacerdote y criminal de guerra croata. Fue el principal representante de Draganovie en la ciudad portuaria de Génova, donde se ocupó de embarcar a los fugitivos nazis rumbo a Argentina  

*Pomeranz, Samuel Funcionario suizo, miembro de la oficina para organizar la fuga de nazis que Perón tenía en Berna. Organizó la salida de nazis de Alemania, los introdujo en Suiza y luego los acompañó a Argentina  

*Reuter, Carlos Banquero germano-argentino que trabajó para el servicio secreto de las SS en París. Tras su huida a Madrid, fue el primer miembro de la organización de Lesca que viajó a Buenos Aires a modo de ensayo para posteriores viajes de nazis a Argentina  

*Roover, Leonard de Criminal de guerra belga. Huyó a Argentina y fue contratado por Perón para su servicio secreto. Cayó en desgracia al descubrirse que también organizaba, y cobraba, la entrada ilegal de judíos en Argentina  

*Rothmund, Heinrich Jefe superior de la policía suiza. Durante la guerra cerró las fronteras suizas a los judíos. Posteriormente permitió a los agentes de Perón introducir nazis en Suiza de camino hacia Argentina  

*Ruffinengo, Franz Oficial del ejército italiano. Al término de la contienda trabajó en la oficina para organizar la fuga de nazis que Perón tenía en Génova. En Buenos Aires fundó una agencia de viajes especializada en introducir nazis en Argentina  

*Schulz, Carlos Germano-argentino que viajó a Escandinava después de la guerra para organizar la primera ruta de huida de nazis. Fue detenido en Suecia y posteriormente regresó a Buenos Aires, donde trabajó en la empresa CAPRI fundada por Fuldner para dar trabajo a criminales de guerra alemanes como Adolf Eichmann  

*Serna, Víctor de la Periodista español y miembro de la División Azul, que luchó junto a los nazis en la campaña contra Rusia. En 1947 fue encantado por Perón para colaborar en la organización de la fuga de nazis  

*Sinovcic, Marko Oficial croata asignado al departamento de Prensa. Fue Jefe de Cáritas Croata en Buenos Aires, donde obtuvo permisos de desembarco jura los nazis que Draganovic ayudaba a huir  

*Smolinski, Czeslaw Miembro polaco del equipo de Perón para rescatar na zis En 1947 viajó a Suiza para sondear el grado del apoyo oficial suizo al paso por r el país neutral de nazis con destino a Argentina  

*Tisserant, Eugène Cardenal francés destinado al Vaticano. En 1946 recibió Al cardenal argentino Caggiano para organizar la huida a Argentina de criminales guerra de habla francesa  

*Weiss Georg Científico nazi que trabajó en la fabricación de cohetes para uso militar Fue contratado por Perón para trabajar en su oficina de Berna de a organizar la fuga de nazis, e introdujo a diversos nazis alemanes en Suiza de camino hacia Argentina.  

lunes, 8 de septiembre de 2008

Alain Touraine

ARGENTINA, después de la tormenta.
ALAIN TOURAINE
[fragmentos]

...una disociación creciente entre un aparato productivo poco competitivo, demasiado protegido y asistido, y unas crecientes demandas sociales que ya no podían ser satisfechas...(15)

...la caída en la hiperinflación destruyó en unos pocos meses el sistema político y también el sistema económico e hizo que el debate ideológico quedara brutalmente obsoleto...(ídem)

...Los regímenes dirigistas que han dominado el siglo XX, se hunden por todas partes y por todas partes se impone el principio sobre el que reposa la modernidad económica: la autonomía de la sociedad civil, la subordinación de los criterios políticos, religiosos u otros de gestión de la economía a criterios propiamente económicos que tienen un nombre muy simple: mercado.

Por todas partes se impone igualmente la antirrevolución, es decir, un retroceso brutal del papel director del Estado, lo cual puede conducir tanto a la regresión y al caos como a la racionalización de la asignación de los recursos. (ídem)

...Dos vías de modernización se han intentado en aquellos países que no habían conocido un poderoso modo de desarrollo endógeno, de los que Holanda y Gran Bretaña en primer lugar, después Francia y a continuación Estados Unidos de Norteamérica habían sido los principales ejemplos.

La primera fue el BISMARCKISMO, es decir, la construcción por parte de un Estado nacional e incluso nacionalista, apoyado en élites antiguas, pero modernizadas, de un capitalismo moderno, de una sociedad civil que toma su autonomía aun permaneciendo ligada al Estado mediante lazos financieros y políticos poderosos. El éxito del BISMARCKISMO fue inmenso, primero en Alemania, en Italia y en Japón y, después, en Turquía, en la India, en Corea y en Taiwan y, también, en Brasil.

La otra vía fue la del Estado totalitario, que en lugar de servir de padre nutricio al capitalismo fue devorando cada vez más a la sociedad civil, hablando en su nombre y dándose un tono popular hasta que la capacidad de desarrollo económico, en principio estimulada por una movilización autoritaria de los recursos, disminuyó hasta llegar al estancamiento e incluso a la paralisis que conoció la Unión Soviética, en particular a partir de los años setenta. (16)

...La causa profunda del mal es en todos los sitios la misma: la ausencia de criterios económicos de gestión de la economía, la ausencia de eso que podría denominarse la racionalidad económica.(ídem)

...¿cuál es la condición para que la destrucción del antiguo sistema conduzca a la construcción de uno nuevo?

...reposa en la idea de que el tránsito a la economía de mercado, que es ídem medio conocido y eficaz para liquidar el control político y corporativista de la economía, no constituye por sí mismo la construcción de un nuevo sistema económico y social.(17)

...la modernización económica reposa en tres pilares fundamentales: la inversión, y por tanto una asignación racional de los recursos; la distribución, ya que si los beneficios se expatrian o se dilapidan en el lujo o en la formación de rentas, el desarrollo no se produce; por último, la integración y la conciencia nacional apoyadas en un sistema jurídico y administrativo que produce y hace aplicar normas sobre el conjunto de un territorio. (ídem)

...Estas tres condiciones son: la reconstrucción del Estado nacional, el surgimiento de empresarios y el aumento de la participación social y del mercado interior.

La cuestión más urgente es: ¿cuál es el orden de prioridades entre estos tres factores? La gravedad del coste social de la crisis hiperinflacionista y la amplia extensión de la pobreza parecen exigir el que se dé prioridad a la redistribución. Pero, ¿cómo va a distribuirse lo que no se ha producido y cómo van a volver unos recursos exteriores, que siempre han tenido un papel central en América Latina, mientras no se haya restaurado la estabilidad política y la capacidad de producción?

Lo que más a las claras evidencia esta severa conclusión es la debilidad de las fuerzas de reivindicación sindical en todos estos países...

Volvamos atrás. El hundimiento del antiguo sistema económico ha arrastrado en su caída al sistema político. La mutación ha sido realizada por un hombre o un grupo dirigente en este contexto de vacío político. El riesgo de caos o de lo contrario, de autoritarismo, es grande. La prioridad se sitúa, pues, con claridad, del lado de la reconstrucción del Estado, importante es privatizar la economía, pero nacionalizar el Estado también lo es. Allí donde no existe administración pública ni justicia eficaz ni información económica ni orden público, el enderezamiento de la situación es imposible...(ídem)

...La segunda prioridad es la de construir un mundo de empresarios. Argentina está lejos de conseguirlo. Los capitales que masivamente habían huido del país, tratan de volver, pero más para beneficiarse de las ventajosas tasas de interés que para invertir en la producción...Muchos observadores constatan que la privatización no ha debilitado la tendencia al monopolio ni la dependencia de las subvenciones del Estado. El mundo financiero, asociado de múltiples maneras al Estado, controla la situación y apenas se pone al servicio de la industria (18).

...Todas estas incertidumbres se ven reforzadas por el debilitamiento de la vida intelectual debido en gran parte a la miseria material de las Universidades, pero también, y sobre todo, al agotamiento de los viejos debates y a la desaparición del más mínimo modelo de referencia. (ídem)

...He dicho aquí que la primera etapa era la construcción del Estado, la segunda, la construcción bismarckiana de una clase de empresarios y la tercera, la formación de fuerzas sociales y políticas que aceleren la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

Evidentemente, este orden no es el que el corazón demanda, pero útil sería cuestionarse cómo podría ser modificado este orden de prioridades que parecen imponerse.

La única manera de cambiarlo es la de reconstruir el sistema político. Ahora bien, es ahí precisamente donde el vacío es total.

La opinión pública está fuera del sistema político pese a que vota por candidatos elegidos por los grandes partidos... La reconstrucción de la vida política argentina, o más bien, la creación de un sistema político complejo y equilibrado es hoy las etapa intermedia que permitir  pasar de los objetivos más urgentes a la lucha fundamental, pero más difícil contra la pobreza y la desigualdad (19).

Diciembre de 1992 ALAIN TOURAINE es sociólogo y director del Instituto de Estudios Superiores de París.

domingo, 7 de septiembre de 2008

El atentando a la AMIA

Date: Mon, 06 Sep 2004 13:48:16 -0400
Subject: ABSOLUCIÓN EN EL CASO AMIA Y LA SOLIDARIDAD DEL TERRORISMO ISLÁMICO-PALESTINO CON FRANCIA
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* Fuente: 
http://www.es-israel.org/

Un proceso de 35 meses con toda clase de irregularidades. Un proceso en el que la corrupción y el "tapadillo" político surgieron nuevamente en una Argentina que ya dejó impune el anterior atentado a la Embajada de Israel en el mismo Buenos Aires, en ese caso sin ni siquiera juicio. La verdad es que la sentencia es desoladora; pero más desolador es que las tentativas para poder enjuiciar o, almenos que declaren los responsables políticos de la embajada del estado terrorista de Irán han sido infructuosas. En este caso por culpa de Gran Bretaña que se negó a la extradición. 

Al final nos encontramos con un macro-atentado terrorista islámico que tiene por objetivo judíos de la golá en Argentina; un elemento que en lugar de hacer reflexionar a los políticos de la vieja Europa en el sentido de no repetir antiguos errores, hace que se inhiban y prefieran ignorar una realidad que al final les explotará en las manos. Estos días Francia está luchando para que los periodistas secuestrados por una organización terrorista islámica sean liberados , y hace bien... pero tiene unos límites. Las bandas terroristas islámico-palestinas Yijad Islámica y Hamás y el propio criminal Arafat reclaman la libertad de dichos periodistas dado que dicen " Francia es un país amigo" ( ¿amigo del terrorismo que mata judíos ? ) y por la razón de que esos dos periodistas són "afines" a la causa palestina ( del terrorismo islámico-palestino que asesina judíos). Y Francia se deja querer y calla. Un dirigente de la comunidad islámica de Francia declaraba hoy por TV que los periodistas son la garantía de la democracia, y que ellos no son culpables de nada; y que Francia no había participado en la Guerra. Y a uno le queda la certeza de que si los rehenes hubieran sido trabajadores franceses para las fuerzas ocupantes esos dirigentes islámicos que hablan de democracia hubieran callado. Pero lo que puedan declarar las organizacions islámicas y el terrorismo islámico no nos importan hace años que conocemos de lo que son capaces: Munich72 , Embajada de Israel, secuestros de aviones, AMIA, niños bomba en autobuses, esclavizar a sus pueblos... usar sus propios hijos para enviarlos a la muerte. Lo que nos preocupa es Francia y Europa que callan ante la barbarie para salvar sus posaderas. Lo que nos preocupa hoy es la justicia Argentina que no es capaz de afrontar las responsabilidades políticas de su propio pueblo en un atentado contra los judíos de su país, y que con una sentencia vergonzante esconde de nuevo la cabeza. 

Ante estos hechos solamente se puede sentir asco y verguenza por su dureza de cerviz. "Justicia, justicia perseguirás para que vivas..." Devarim 16,20... y con el terrorismo que mata judíos no hay justicia, 

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Date: Tue,  7 Sep 2004 18:20:12 -0300
Alejandro O. Mendez quiere compartir con usted la siguiente noticia que leyo en Pagina12/WEB 

Ni el mismo amor, ni la misma lluvia

El fallo del Tribunal Oral no produjo impunidad por el atentado a la AMIA, apenas (nada menos) la desnudó, señaló posibles responsables con nombre y apellido e indicó modos de investigar sus conductas encubridoras. Detectó la impunidad y mostró el camino para ir desandándola, dentro del duro límite de lo posible.

La impunidad precedía a la sentencia y a la actuación misma del Tribunal, tanto así que en el juicio oral no rozaba a ningún autor material ni intelectual del múltiple homicidio.

Las aclaraciones precedentes podrán parecer escolares pero ocurre que vienen a cuento a pocos días de conocerse la decisión. La sentencia ha cambiado el escenario, los procesados quedaron libres, mientras prominentes figuras del poder político, del judicial y de la colectividad judía están bajo sospecha y sujetos a la acción de los Tribunales. Semejante terremoto, matizado por astutas movidas de algunos actores y cierta ligereza mediática, vira rápidamente a la ininteligibilidad. O al Cambalache.

Algunos reporteros convierten en héroes de la civilidad a figuras no especialmente ejemplares. Si un desconocedor de nuestra realidad (digamos, un politólogo sueco escribiendo su tesis de posgrado) recalara en estas pampas, sin background previo y viera algunas intervenciones televisivas, llegaría a concluir que Carlos Telleldín es una versión criolla de Nelson Mandela. Un paladín de la libertad, un modelo de vida encarcelado por sus ideas. Otro tanto cabría decir del ex policía Juan José Ribelli, cuya foja de servicios no es (por decir un eufemismo) la del Sargento Cabral. Claro que ambos sufrieron ilegalidades manifiestas, pero ellas no los transforman necesariamente en “fiscales de la república”, en voces a escuchar sin repregunta ni reflexión. A su vez, los abogados de reducidores de automóviles y de policías sospechosos tienen todo el derecho del mundo a trabajar de tales, pero cierta salud republicana induciría a pedir a quienes dialogan con ellos que no los pongan en el estrado de quien dicta cátedra de educación democrática.

A nuestro politólogo sueco cabría recordarle que la DAIA, que se autopostula a la cabeza de la lucha contra la impunidad, es la misma entidad que hace meses (no años) se opuso tenazmente a que se abrieran los archivos de la SIDE. Y que esa entidad comunitaria fue presidida durante años por Rubén Beraja, otra figura vinculada con la trama de encubrimiento y ocultación. Beraja ahora le endilga mala voluntad, o algo peor, a Carlos Corach (ver nota central). El sueco no tendría por qué saberlo, pero todos los argentinos sí: este Beraja es el mismo que en 1997 defendió a capa y espada a Corach en un acto realizado a tres años del atentado. Corach (junto a otros funcionarios) estuvo en Pasteur al 600. Fue fenomenalmente abucheado por la multitud y Beraja (que por entonces no estaba preso y sí manejaba un banco) apeló a su exquisita oratoria para bancarlo y asegurar que no se sometería “a la vindicta pública”. 

Pero no se conformó con eso. Esa misma tarde, desafiando lo que había sido el clamor de la calle, fue a mendigar disculpas a la mismísima Casa de Gobierno. Disculpas a ese mismo ministro al que ahora acusa de pasividad o algo peor. Y a su presidente Carlos Menem. Disculpas que (tarde se desayuna Beraja) estaban bien lejos de merecer.
La convocatoria a la movilización de mañana tiene una consigna vasta que es la lucha contra la impunidad. Se trata de una consigna valorable, cuya amplitud puede cobijar a muchos y al mismo tiempo albergar alguna confusión. También se invita a los manifestantes a llevar paraguas como en esa lluviosa tarde de 1994, a tres días del crimen. Bajo ese paraguas vasto pueden cobijarse demasiados. Mañana no estarán todos los que son ni serán todos los que están. 

Los años no han pasado en vano y el pedido de esclarecimiento de hace una década no es el mismo que hoy. Muchos protagonistas han revelado durante una década su propio rostro, han dejado su huella. El gobierno menemista, por empezar. El juez Juan José Galeano. La conducción de la DAIA durante demasiados años. Todos ellos bregaron por imponer una historia oficial en la que nadie creyó pero que, a su perverso modo, fue exitosa en tanto obturó una investigación cabal. 

La sentencia del jueves pone bajo el foco a quienes tejieron una trama siniestra, y sus efectos ya se empiezan a hacer sentir. La indagación de la responsabilidad puso en crisis alianzas del ayer. En un par de reportajes Carlos Corach rápidamente se despegó (y despegó a Menem) de Hugo Anzorreguy. Ahora Beraja se distancia de Corach. 
Todo parece enmarañado por el cambio de escenario, por la ligereza mediática, por la astucia de algunos protagonistas. Incluso se corre el riesgo de que algún discurso ante la movilización de mañana embista contra la sentencia que señaló la impunidad antes que contra quienes la urdieron. Pero, si se desplaza la hojarasca, lo cierto es que a partir del fallo muchos culpables, autores de la nefasta historia oficial, tienen motivos para estar bastante más nerviosos que antes.


Pagina12/WEB, el pais a diario. 
 http://www.pagina12.com.ar 


lunes, 23 de junio de 2008

La crisis Argentina (del 2008)

Artículo La Nación 19/06/08

Nadie hizo tanto para dividir el país.-de Joaquín Morales Solá.

La crisis argentina sólo retrocedió un paso para avanzar dos: Cristina Kirchner rompió relaciones de hecho ayer con la dirigencia agropecuaria, un día después de haber accedido al pedido rural para que el Congreso tratara las retenciones. El extenuante y destructivo conflicto, que lleva ya cerca de 100 días, se agravó seriamente tras esas palabras de furia presidencial en la Plaza de Mayo. Los “cuatro señores a los que nadie votó”, como llamó a los dirigentes de las entidades rurales, quedaron en la intimidad fulminados por la aflicción y el fastidio luego de escuchar a la Presidenta en su discurso más agresivo y rupturista desde que ocupa la Jefatura del Estado. Pocas horas después, esa cólera de los ruralistas tomaba cuerpo con una ampliación del paro vigente hasta ayer y con un llamado a un virtual estado de asamblea permanente de los campesinos. "Pedimos que nos respeten", le devolvieron a la primera mandataria. La crisis ha escalado, en definitiva, algunos peldaños más desde la áspera tarde de ayer.

Los gobiernos se dedican, por lo general, a resolver problemas y no a organizar actos. Sin embargo, el kirchnerismo gasta desde hace tres meses más tiempo en preparar movilizaciones de adeptos que en solucionar las conflictos. El acto de ayer se programó para confrontar con movilizaciones del campo programadas para el mismo día que luego se suspendieron. Terminó siendo, implícitamente, una respuesta a los masivos cacerolazos del lunes.

¿Qué problemas se resolvieron ayer luego de que se llenara la Plaza de Mayo con personas movilizadas por intendentes del conurbano y por los sindicatos? Hubo muchas personas y muchos colectivos para trasladarlas. Algunos asistentes mostraron de manera tan patética su falta de entusiasmo político que abandonaron la histórica plaza antes de que la Presidenta terminara su discurso. Los pocos y raleados aplausos que hubo para esa oración presidencial indicaron también que muchos no sabían por qué estaban ahí.

El problema más serio que está creando está conducción de la crisis es una seria fragmentación de la sociedad. Ningún gobierno desde la restauración democrática ha hecho tanto como el de los Kirchner para dividir a la sociedad entre sectores medios y pobres. No puede -ni debe- ocultarse la clara diferencia social que existe entre los que protagonizan las marchas de ruralistas, o los cacerolazos en las ciudades, y las multitudes de personas que moviliza el kirchnerismo desde las regiones más pobres.

La Argentina es un país que se construyó sobre las bases de la movilidad y la integración sociales. La división de la sociedad entre sectores de distinta extracción económica tiene un nefasto precedente en la Venezuela de Hugo Chávez.

La Presidenta fracciona la sociedad hasta cuando hace su particular lectura de la historia. Creíamos, hasta ayer, que los actuales problemas argentinos se originaron hace 50 años. Cristina Kirchner lo corrigió en su discurso de la víspera: los conflictos del presente empezaron con el Centenario; es decir, hace casi 100 años, cuando, en verdad, se echaron los cimientos de la prosperidad argentina. Pero ¿qué tienen que ver los gobernantes de hace un siglo con la carencia de combustibles de hoy, con la inflación o con las retenciones de Martín Lousteau? Nada. Esa referencia sirvió sólo para perder el tiempo.

* * *

Esa versión parcial y descontextualizada de la historia la llevó también a vituperar sin sentido a la década del 90. El gobierno de esa década fue frívolo, insensible y con grandes dosis de corrupción pública, pero las retenciones se eliminaron por otros motivos. Simplemente, los precios de las materias primas estaban entonces al nivel del zócalo y las retenciones no tenían razón de ser.

La única alusión al diálogo con los ruralistas que hizo Cristina Kirchner fue para patearlo hasta el Bicentenario; faltan todavía dos años para ese aniversario y las góndolas están vacías aquí y ahora. Hizo una sola alusión a la clase media, para pedirle implícitamente que no lea los diarios ni vea la televisión, pero es evidente que los valores de esa plaza no son los valores clásicos de los sectores medios. El Gobierno se aísla cada vez más en el reducido aparato del peronismo, en lo que Néstor Kirchner llamaba despectivamente "el pejotismo".

Definitivamente, el matrimonio presidencial está convencido de que lo quieren echar del poder. La denuncia de golpismo sobrevoló ayer casi todas las palabras de la Presidenta, como lo había hecho el día antes en la particular conferencia de prensa de su marido. Pero la pareja gobernante está segura, al mismo tiempo, de que la victoria da derechos. De un lado está "el gobierno que ganó" y del otro "las corporaciones". Es el poder lo que se juega, y en ese juego no existe, para ellos, la política. La democracia como un sistema de vida (del que forman parte el diálogo, la negociación y el consenso con partidos opositores y con sectores disconformes) es un concepto abstracto e inasible para los Kirchner.

La Presidenta llegó a vincular la protesta rural y los cacerolazos con los golpes de Estado y con la cultura que creó la pasada dictadura, dijo. Esos movimientos sociales contestatarios de ahora están poblados de jóvenes que nunca vivieron en dictadura. Cualquier cultura se agota con el paso del tiempo y la Argentina vive en democracia desde hace 25 años. Sólo la obsesiva mirada en el pasado puede provocar tanta desorientación sobre las conflictivas cosas del presente.

Podrá decirse que todos los políticos se van de boca en una tribuna y que eso les pasó también a los dirigentes rurales en el acto de Rosario el 25 de Mayo, manifestación cuya magnitud el Gobierno no ha podido digerir aún. Pero la palabra de la Presidenta no puede compararse con los resbalones verbales de Alfredo De Angeli.

Si, en todo caso, se trataba de un discurso que se calentaría con el fuego de la multitud, ¿para qué ordenó entonces que la cadena nacional de radio y televisión transmitiera en directo su arenga de rupturas y demonizaciones? La cadena nacional se ocupó en dos días seguidos de Cristina Kirchner. Bill Clinton suele decir que los políticos hablan con la poesía y gobiernan con la prosa. Un problema insoluble y peligroso aparece cuando hablan y gobiernan sólo con la poesía de los héroes.

jueves, 24 de abril de 2008

Choque de civilizaciones

EL MUNDO
OPINION
Lunes, 21 de febrero de 2000

TRIBUNA LIBRE
RAUL ALFONSIN

El choque de civilizaciones y la profecía autocumplida

El profesor Samuel Huntington sigue siendo uno de los más destacados e influyentes politólogos e internacionalistas estadounidenses. Desde los años 60 sus estudios y categorías de análisis han tenido particular repercusión no sólo en la ciencia política sino también, y sobre todo, en los gobiernos y entre los dirigentes políticos de los Estados Unidos. También de otros numerosos países. Desde los años 60 venimos contradiciendo su análisis y discutiendo críticamente sus ideas. Particularmente a propósito de las consecuencias perversas o indeseables que han tenido en muchos casos la aplicación de sus tesis y la adopción de sus, sin duda, lúcidos esquemas a los procesos políticos concretos.
Surge esta mención a cuento de la confrontación entre Rusia y Chechenia y su secuela de desolación y muerte.

Semanas atrás el profesor Huntington invitaba al Gobierno estadounidense, desde sus columnas periodísticas, a desentenderse de una guerra lejana, ajena a su interés estratégico. Mientras, desde su privilegiado observatorio de Harvard, consideraba esta guerra como un enfrentamiento entre rusos ortodoxos y caucásicos musulmanes en Moscú, el Gobierno del Kremlin adoptaba precisamente su argumento para intentar explicarle a Occidente la ofensiva implementada sobre la población chechena, después de una guerra interna que dejó un saldo de más de cien mil muertes en diez años.

Más occidentalista que nunca, Moscú utilizó el modelo del «choque entre civilizaciones» para recrear los tópicos de la Guerra Fría y desde allí presentarse como la superpotencia que disciplina a sus áreas de influencia, amenazadas por un enemigo interno al que se identifica con la barbarie. «Estados Unidos y las potencias europeas lo hicieron en Kosovo, dijeron: nosotros tenemos el derecho y el deber de hacerlo en el Cáucaso».

Sin ser un experto, por cierto, en los conflictos de la Rusia postsoviética encuentro un curioso paralelismo con lo acontecido en América Latina décadas atrás. En los años 60 y 70, Huntington postuló la teoría de la ingobernabilidad de las democracias, que se produciría por un exceso de demandas y movilizaciones sociales, y que terminaría justificando la irrupción de dictaduras autoritarias pretendidamente modernizantes.

Desde una perspectiva democrática y progresista, confrontamos con esa teoría y apuntamos años después la influencia que ella tuvo en la ideología neoconservadora que recorrió el mundo como respuesta, a nuestro juicio errónea, a la crisis del Estado de Bienestar y de las economías protegidas en la década de los 80 y entrados los 90.

El neoconservadorismo convirtió en dogma el desmantelamiento de las intervenciones estatales y la apertura de las economías nacionales y prometió a cambio el ingreso en una edad de oro de mercados emergentes, afluencia de capitales y expansión sin fin del consumo.

Pero, siempre un paso más adelante, el profesor Huntington advertía sobre la inconveniencia de ver con tanta confianza el avance irrefrenable de la democracia liberal y del libremercado a escala planetaria. Predijo, entonces, que los conflictos estarían determinados por los factores culturales más que por los económicos o ideológicos. Y que esto produciría líneas profundas de fractura que separarían de manera infranqueable a unos pueblos de otros, a unas civilizaciones de otras. Ello preanunciaba un horizonte ominoso con conflictos más sangrientos y más intensos. Como en los años 60, había que replegarse, armarse, defenderse del desorden.

Entre una y otra tesis, resumidas en los títulos de sus dos libros: El orden político en las sociedades de cambio (1968) y El choque de las civilizaciones (1996), Huntington describió en La tercera ola (1991, no confundir con las más recientes terceras vías) una teoría de los ciclos democráticos en el mundo; periodos de avance y retroceso de las democracias. Recibimos aquel estudio, por nuestra parte, con la expectativa de encontrar un reconocimiento de su parte del porqué de tantas frustraciones y desentendimientos entre las perspectivas globalistas de los Estados Unidos y la situación sociopolítica de las sociedades emergentes y los pueblos que buscaban su camino hacia la libertad y la autodeterminación.

Parecía existir una relación directa entre el retroceso de la democracia y la proliferación de guerras y violencias. También podía hallarse una correlación entre la expansión de las democracias y los periodos en los que Estados Unidos se volcaba hacia un mayor compromiso internacional. Pero dicho compromiso se estrellaba recurrentemente, al mismo tiempo, contra sus propias contradicciones, desde Vietnam hasta Kosovo.

Estados Unidos mostraba, en efecto, una superioridad tecnológica y un poderío militar incontestable que apuntalaban el sistema de seguridad internacional. Sin embargo, no podía saldarse nunca la promesa de superioridad moral extendiendo la llama de la libertad de manera perdurable. Al fuego bélico, en circunstancias críticas, cuando resultaban afectados intereses estratégicos o simplemente resultaba oportuno para la política doméstica, le seguía el abandono. Sobrevenía entonces el repliegue, la crisis del intervencionismo moral, el aislacionismo. En ese interregno, sucedían los momentos más cruentos, los conflictos indomables, las conmociones finalmente sofocadas con represión y autoritarismo.

Así fue como John Kennedy promovió con tanto entusiasmo la «Alianza para el Progreso» en la América Latina de comienzos de los 60. Y así fue como el proyecto cayó en saco roto y el Departamento de Estado terminó cediendo primacía al Pentágono cuando las dictaduras militares fueron cubriendo de negro y rojo sangre nuestro continente, que no estaba preparado para la democracia, según los analistas académicos; mucho menos para los derechos humanos, tal como los defendía el presidente Carter.

Es aquí donde nos encontramos, 30 años más tarde, con una reedición del problema en la mirada que se posa sobre la Rusia postsoviética. Luego del optimismo de comienzos de los 90, cuando se veía la transición sin escalas del comunismo al capitalismo y de la dictadura a la democracia, estos estrategas occidentales que parecen entender a la posguerra fría como la continuación de la guerra fría por otros medios, apelan a la más cruda realpolitik y empiezan a dudar de que la democracia, tal cual se le entiende en el mundo occidental, sea algo realizable en Rusia.

A propósito del cruento desenlace de la guerra de Chechenia, Huntington ha llegado a exponer una conclusión temeraria. Más temeraria aún si se la toma como un consejo: «El próximo líder ruso haría bien en emular el realismo de Mustafá Kemal Ataturk con respecto a la pérdida del imperio turco, y en abrazar la causa de una Rusia únicamente rusa, en lugar de perseguir el sueño obsoleto de un imperio multiétnico y de múltiples civilizaciones». En semejante escenario, podría suponerse que les tocaría a los pueblos caucásicos el destino de los armenios y kurdos a lo largo de este siglo y no sería caprichoso imaginar que solamente una dictadura o cierto tipo de régimen autocrático o bonapartista estaría en condiciones de timonear la pretendida «rusificación» de Rusia.

Estamos, finalmente, frente a un mismo hilo conductor. Los ciclos de optimismo y pesimismo, de intervencionismo y aislacionismo, aparecen relacionados de manera inversa, en este caso, con el descubrimiento de la diversidad multicultural y el reconocimiento de un mundo multipolar, por un lado, o la confianza empecinada en un mundialismo hegemónico, por el otro lado. La consecuencia inevitable es la reiteración del mismo proceso: allí donde la omnipotencia encuentra sus límites se construye una trinchera, se identifica a un enemigo en todo aquello que esté «más allá» y se abandonan los más valiosos ideales para rendirse ante la lógica implacable de los sistemas de poder antagónicos, que dividen al mundo en «zonas de paz» y «zonas de desorden». Exactamente lo contrario a lo que postula el profesor Huntington, en definitiva, cuando propone para los tiempos actuales «un orden internacional basado en el reconocimiento de las distintas civilizaciones» como mejor antídoto para prevenir genocidios, guerras de exterminio y cruzadas sangrientas.

Raúl Alfonsín es ex presidente de Argentina..

sábado, 19 de abril de 2008

Refugiados republicanos

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Date: Sun, 2 Mar 2003 13:18:54 -0300
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Republicanas

Pese a que la Argentina no fue en aquel entonces un país políticamente
hospitalario para los refugiados republicanos, los hubo. Las que siguen son
tres historias de mujeres que fueron testigos y víctimas de una guerra, que
por diversas razones recalaron aquí.


Por Moira Soto
La Argentina no fue precisamente un país de acogida para las/os refugiados
españolas/os que venían de pasar la aciaga guerra que les arrebató el
gobierno republicano (legítimamente ganado en elecciones), la huida
desesperada e incierta, la larga estadía en penosos campos de concentración
franceses. Como lo señala Dora Schwarzstein (Entre Franco y Perón, Crítica
Contrastes, Barcelona), en nuestro país se sancionaron severos decretos en
materia inmigratoria desde 1938, dejando afuera a los refugiados políticos
(a saber: judíos, antifascistas y republicanos españoles), aunque en el
plano internacional se defendía hipócritamente el derecho de asilo. Las
cosas no mejoraron con la presidencia de Roberto Ortiz, pese a la defensa de
socialistas y radicales a favor de republicanos y judíos, aunque debido al
origen del primer mandatario hubo cierta indulgencia hacia los vascos. Por
otra parte, el gobierno local había reconocido tempranamente el triunfo
franquista. Paralelamente, intelectuales argentinos como Francisco Romero,
María Rosa Oliver, Silvina Ocampo y otras/os se movilizaron a favor de sus
pares españoles. Mediante distintos rebusques, una cierta cantidad de
republicanas y republicanos pudo ingresar a Buenos Aires, desde luego en una
proporción mucho menor que en México. Entre las mujeres, se puede citar a
María de la O Lejárraga -mujer del exitoso "escritor" y director Gregorio
Martínez Sierra, autora real de las obras que firmó su aprovechado marido-,
María Teresa León -escritora, poeta, guionista de cine, aparte de ser la
esposa de Rafael Alberti-, la pintora surrealista Maruja Mallo -amiga de
Bretón y Buñuel, de fulgurante inicio durante la República, cuya carrera
prácticamente se truncó en Buenos Aires-, Margarita Xirgu -que estaba en
nuestro país cuando Franco trepó al poder, y no retornó a su patria-, María
Victoria Valenzuela -escritora que dejó un documento desgarrador de la
posguerra en España-, entre otras que supieron de la solidaridad popular, ya
que no oficial. Aquí se encontraron, además de las entidades de diversas
regiones que simpatizaban con la República, con argentinas como Maruja Boga,
que a través de su programa radial "Recordando a Galicia" -en distintas
radios a lo largo de 45 años- se dedicó a la defensa apasionada de las
exiliadas y los exiliados.
De entre las mujeres republicanas que fueron llegando a estas playas, he
aquí los testimonios de tres damas polentosas que no encarnan precisamente
aquellos hermosos pero tristísimos versos del Luis Cernuda expatriado
("amargos son los días/ de la vida, viviendo/ solo una larga espera/ a
fuerza de recuerdos") . Ellas -la madrileña Maricarmen, la vasca Miren, la
asturiana Selina-, con el espíritu bien alto, lúcidas y con saludable
sentido del humor, cuentan a continuación, resumidamente, sus peligrosas,
novelescas historias de vida.

Selina Asenjo, 92 años
"En casa, se desayunaba y se cenaba política"
Yo nací socialista, mi padre fue fundador del Partido Socialista de Sama,
que era dónde vivíamos. En mi casa se desayunaba, se merendaba y se cenaba
política. Mi madre, en cambio, una mujer muy buena que se ocupaba de la
casa, de política no entendía nada.
En una ocasión, siendo yo muy niña, se anunció un mitin socialista, mi padre
era de la comisión organizadora. Cuando llegó el momento, me asomé al balcón
y vi a la gente pasar. Me fui sola. Pero hubo un lío de tiros. Mi madre oyó
el ruido, se preocupó y no me encontró. Mi hermana le dijo dónde estaba y
fue a buscarme. Yo había estado cerca de la tribuna, sin que mi padre me
viera. Cuando empezó el alboroto me metí debajo de la mesa de los oradores.
Nadie me había visto. Al salir, siento que me agarran de las trenzas. Pedí
quedarme con mi padre porque sabía que con mi madre cobraba antes de llegar
a casa. El me dijo: "Prométeme que no volverás a hacer algo parecido.
Pregúntame siempre a mí, y si te puedo llevar te llevo". Desde aquel día
cada vez que mi padre se preparaba para la reunión, yo me acercaba: "¿Puedo
ir con usted?", y él me llevaba.
Tendría unos 17 cuando ingresé a las Juventudes Socialistas y fui la primera
mujer que en Asturias subió a una tribuna para hablar de cuestiones
sindicales. Porque allí existía el ramo de la aguja -las sastras, las
modistas- y nadie se ocupaba de él. Fui yo la que planteé la formación del
sindicato, y en un mitin, un domingo, me pidieron que hablara. Aquella noche
llegué a casa contenta y le conté a mi padre. El me dijo, "La idea no es
mala; pero, ¿qué vas a decir?", "Lo que salga", le contesté. Cuando empecé a
hablar tenía tantos nervios que no veía a la gente, que era mucha. Pero me
fui serenando y terminé la mar de bien. Aunque yo no pertenecía al gremio,
había levantado por la voz de mis hermanas. Así que después seguí hablando
por la Juventud Socialista, de pueblo en pueblo. Después, con la República,
las mujeres se animaron más. Yo trabajé en la campaña de las elecciones del
31, luego vino la revolución de octubre en Asturias, ahí la actividad fue
muy grande. Hubo grandes perdidas, muchos prisioneros. Ibamos por los montes
a reunirnos. A mí en octubre me habían llevado presa, pero sólo quince días.
Todavía era yo la única mujer que tomaba palabra en público, después ya
salió Purificación Tomás, hija del que sería gobernador de Asturias. También
estaba Matilde de la Torre, santanderina, y Veneranda Manzano, diputada por
Asturias. Asturias era muy socialista, y cuando los chicos de los pueblos,
que nos conocían, nos veían pasar hacia el monte, si detrás venía la Guardia
Civil, corrían a avisarnos. No quiero pensar las plantas de papas que
levanté con mis tacos cuando teníamos que correr. Porque yo, activista y
militante, sí, pero coqueta. Siempre lo fui, y lo soy ahora a los 92.
Cuando ellos ganaron las elecciones legislativas del 33, entraron las
derechas y se retrocedió mucho en las conquistas de la República. Por eso
salimos a defenderla y así llegamos al triunfo de febrero del 36. Ya
teníamos el voto las mujeres. Desgraciadamente duró poco, porque ganamos a
mediados de febrero y el 18 de julio empezó el alzamiento. Así que después
hubo que intervenir en la guerra, ir por los frentes a dar ánimo a los
soldados, ir por las casas a hablar con las familias de los que morían. Era
muy, muy triste. Así pasé la guerra, participando en todo lo que podía. La
iglesia tuvo mucha parte de la culpa de que se perdiera la República. Hasta
que llegaron los republicanos, las mujeres no teníamos ningún derecho. Por
eso nosotras, las mujeres, cuando la vimos tambalear por culpa de los
sublevados, salimos a la defensa. La República trajo muchas cosas buenas
para todos, sólo lo que han vivido aquellos años saben la situación de
injusticia que había. La gente que luchaba no pensaba en las consecuencias,
teníamos ideales. Todas las republicanas, de una manera o de otra, lucharon
para ganar la guerra. Y no perdimos por falta de coraje sino por la traición
de los demás países, que no nos ayudaron.
Salí de mi tierra, de Gijón, el 27 de octubre del 39. Sufrimos muchas
peripecias. No teníamos ni agua ni comida, apenas unas galletitas dulces. Yo
estaba con mi hermana Maruja y otra chica, junto con heridos de guerra.
Cuando llegamos al puerto, el barco se hundió. En Francia nos mandaron de
vuelta a Barcelona, todavía terreno leal. Me reuní con mi familia y a los
dos días tuve que volver a Barcelona, me llamaba la comisión ejecutiva
asturiana: querían formar un taller de confección para ayudar a las mujeres
de los que habían quedado en el monte, de los que habían muerto. Lo organicé
y allí estuve catorce meses, hasta que tuvimos que correr: salí de Barcelona
el 26 de enero de 1939. Busqué a mi familia, lo principal era irse porque
los otros ya estaban cruzando el Ebro. Salimos por dos sitios distintos y
nos encontramos en Francia. Cerca de la frontera me puse a hablar con un
hombre que estaba haciendo guardia. Me confió que a las ocho de la noche
iban a abrir por dos horas, me aconsejó que buscara a mi hermana y a las
doce de la noche tratara de estar donde se divide la frontera. Así lo hice y
me traje también a otra chica, una secretaria. A la medianoche estábamos en
medio del túnel y, al salir de allí, escucho que me llaman: eran las
sobrinas del gobernador, de manera que corrimos hacia ese tren y no nos
controlaron. Después estuvimos en un hotel y yo vendí todo lo que tenía para
poder pagar el cuarto. Era en el Alto Loire, desde allí busqué a mi madre y
pudimos reunirnos. Nos quedamos doce años en Francia. Me casé en Francia, mi
marido era de León, lo conocí en el exilio. Venía a comer a nuestra pensión
de familia y nos hicimos novios. Aunque nunca me había querido casar, no me
arrepentí. Por cierto, era socialista y me aceptó como yo era. Tuve una hija
que murió de pequeña, pero después un muchacho -hijo de Maruja, la que me
acompañaba siempre y que murió cuando el chico tenía seis meses- se vino con
nosotros y ha sido como un hijo. Siempre teníamos la idea de venir a Buenos
Aires, y en el 51 salimos para acá. Cuando llegamos estaba uno de los
guerrilleros de Asturias esperándonos y nos llevó a su casa. Otro
republicano nos dio una habitación. Y empezamos a trabajar cosiendo. Lo
primero que hice al llegar fue ir al Partido Socialista, al Frente
Republicano que estaba en la calle Bartolomé Mitre, y al Centro Asturiano.


Miren Laburu, 87 años
"Le hacen cavar la fosa y lo matan de un tiro"
En junio de 1936, estaba por irme a veranear a la casa de una amiga, en
Burgos. Tanto insistí que me dieron permiso para que me llevara un amigo,
Manolo, de 21 años. Mi padre, que nunca hacía estas cosas, me dijo "Te voy a
comprar una maleta". Y me eligió una de cocodrilo. Venía yo muy contenta
cuando nos encontramos con un señor que le anunció a mi padre "Va a haber un
levantamiento. Cuando el hombre supo que me disponía a ir a Burgos, le
aconsejó: "No la dejes ir ni en sueños". Lloré, pataleé, pero no sirvió de
nada. Tenía 8 para cumplir 9. Se fue el pobre Manolo solo y no pasan unos
días que los rebeldes entran en Burgos. Lo agarran a este chico, lo acusan
de ser del Partido Nacionalista Vasco, le hacen cavar la fosa y lo matan de
un tiro. He llorado sin parar al saberlo, he tenido pesadillas...
Empezaron los bombardeos, estaba terminando el verano. Me sentía
aterrorizada, habían puesto sacos de arena alrededor de la casa, los vecinos
venían al sótano. El miedo que sentía me hacía doler la barriga. Me mandaron
a la casa de mis tíos, un lugar de pescadores. Me iba acostumbrando cuando
aparecen los sobrinos de mi tío, que eran de la República, en retirada
porque ya venían los nacionales. Los chicos empezaron a contar todos los
sufrimientos de la guerra. Al poco tiempo, los sublevados llegaron a
Pamplona, Navarra, y a estos chicos y al padre les hacen lo mismo que a
Manolo... No me lo querían contar, pero me enteré oyendo conversaciones.
Volvemos a mi casa, más bombardeos. Estábamos cerca del abastecimiento de
nafta y del puente Vizcaya, que ellos querían destruir. Mi madre queda otra
vez en estado y no se podía mover. Vamos a la casa de una niñera que tenía
comodidades, y ahí estábamos cuando apareció una caravana de gente con sus
carros, sus vacas, los terneritos atados atrás, sin comer... Habían caminado
kilómetros, se les ofreció agua, leche... Nos fuimos a casa de mi abuela,
seguía el bombardeo. Y un día salimos y al volver, nos encontramos con una
casa enfrente partida al medio por una bomba, y en el baño se veía a un
señor, en calzoncillos, con la brocha suspendida en la mano. Todavía lo veo.
Y en ese momento la madre y las hijas estaban con nosotras. Se empezó a
organizar la partida a través de la Cruz Roja Internacional. Fuimos en el
Habana, el 10 de junio del 37, yo estaba a punto de cumplir los diez.
Resulta que a mi padre le chocan el auto y se le abre la yugular, como no
había hospitales lo traen a casa, no sabíamos si iba a vivir. Igual nos
mandaron en barco con mi hermano de seis. Era un asco, vomitaba todo el
mundo. Llegamos a La Rochelle muertos de hambre, de sed, niños solamente
éramos ciento y pico. Pero no nos dieron ni un vaso de agua. Todos a
vacunarnos contra la viruela. Ahí cerca de Burdeos fuimos a una colonia. Mi
madre nos había preparado ropa de verano porque creíamos que a Franco le
iban a dar su merecido y volvíamos pronto todos a Bilbao. Estuvimos
veintitantos días.
Llegó el momento de salir hacia Bélgica. A mí me tocó ir a una casa
parroquial; mi hermano fue con una familia que no era religiosa. Yo quería
ir con él, pedí por mi mamá, lloré, pero nada. Total que el cura se portó
muy bien, y yo tratando de arreglármelas con un diccionario. Se produjeron
confusiones muy graciosas, yo pedía retrete y entendían retraite, que era el
retiro espiritual... Un año estuve en Bélgica. Hasta que llegó un telegrama
diciendo que el padre y la madre están vivos en el refugio vasco y que ya
había nacido mi hermano. Resulta que como mi padre no aparecía, mi madre
llegó a la frontera de Suiza en un barco horroroso, y la llevaron a una
cárcel deshabitada, llena de pulgas y chinches en Nantúa, con un pequeñito y
el otro al nacer, sola. Al día siguiente empieza con los síntomas y nace el
14 de julio. Mi padre entretanto se había ido a París donde estuvo con los
niños de Guernica. Y yo con el ama de llaves del cura, que era mala conmigo.
Llegó el momento de encontrarme con mis padres. Nos vamos a San Juan de Luz,
siempre pensando que Franco estaba por morir. Cuando a mi padre le avisan
que los alemanes estaban llegando a la parte vasco francesa, decidió escapar
solo, porque ya éramos muchos: mi madre estaba de nuevo embarazada. Mi padre
se encontraba en Marsella, con los alemanes llegando, cuando el presidente
de la Argentina, Roberto Ortiz, mandó el barco "Alsina". Cuando llegaron a
Dakar, los retuvieron nueve meses en un campo de concentración.
Nos mantuvimos un tiempo con la venta de las alhajas de mi madre. Estuve
nueve años en Bilbao. Mi padre después de Dakar se fue a México a buscar una
finca, se encontró con que no la tenía y se vino a la Argentina en el 41. El
no podía volver a Bilbao porque estaba condenado a muerte.
Siguieron años muy duros. Por ejemplo, no me gustaba ir al cine porque en
medio de la película, cuando menos lo pensabas, encendían todas las luces y
había que cantar los tres himnos con el brazo en alto: de los carlistas, la
falange, los monárquicos. Tenía 18, empezaba a salir con un muchacho. Yo
creía que todos nuestros conocidos eran de las mismas creencias políticas,
pero no. Estaba prohibido llamarse Miren, y yo usaba ese nombre: nunca me
dijeron María. Bueno, en la puerta de casa, iba yo a meter la llave y le
pregunté a este joven "Oye, ¿qué ideas políticas tienes? Porque yo, ya
puedes saberlo". Me dice "Yo soy falangista". De ahí en adelante me tuve que
callar. Había en la ciudad una asociación de mujeres monárquicas, las
margaritas, y había una que nos quería agarrar a todos los Laburu y todos
los Alcorta, que eran los de mi madre.
Por fin mi padre nos pudo llamar. Yo viajé primero con mi hermana. Llegué el
18 de diciembre de 1948. Hacía muchísimo calor, fuimos a la casa de unos
amigos socialistas, y entre las dos nos comimos un kilo de helado. Fue raro
el encuentro con mi padre después de tanto tiempo: yo había idealizado una
imagen de hombre joven, guapo, elegante. Y me encontré con otra persona,
avejentado, había perdido pelo, casi un extraño. Peor aún cuando llegó un
año después mi madre, ella sufrió más, sabía que estaba muy desmejorada, tan
linda que era... Y él quería verla como cuando la dejó... Mi padre había
perdido su trabajo aquí y lo llama un amigo del Uruguay. Se fue allí a
trabajar de contador en un cafetal. Siguió desarrollando actividades
políticas, para él Perón era un dictador.
Tuve algunas amigas vascas exiliadas, pero que no habían sufrido tanto como
nosotros. Aunque la adaptación no fue fácil, empezamos a tenersensación de
estabilidad. Mi madre no podía creer la abundancia de la comida, que los
proveedores nos dejaran la leche y el queso Chubut y nadie se lo robara.
Trabajé un tiempo en la joyería Escasany, y a los 28 me casé con un
descendiente de vascos y tuve tres hijos. Esa guerra fue algo cruel,
espantoso. Todavía no puedo creer todo lo que pasamos y que me quede ánimo
para reírme.

María del Carmen García Antón, 87 años
"Tuve ideas muy marcadas desde los doce años"
Mi padre era muy de derechas, murió tres años antes de la guerra, en el '33.
Mi madre en algunas cosas era bastante avanzada, pero también muy religiosa.
Así que cuando yo decidí no ir más a la iglesia, no le gustó pero lo aceptó.
Era algo raro para la época, pero yo tenía ideas muy marcadas desde los doce
años, cuando estaba en un colegio de monjas, que no eran tan terribles. Pero
me parecía fatal ese encierro, me daba lástima de ellas. Entonces le dije a
mi padre que no gastaran más en ese colegio, que mejor me iba al instituto
oficial, que salía más barato y era mixto. Ya estudiar en la secundaria era
un pasito adelante para las chicas de aquel entonces, se suponía que podías
seguir luego una carrera.
La cosa política estaba más en la Federación Universitaria, empezaron las
manifestaciones, aparecieron carritos con cierta literatura, empezando por
El capital, claro. La gente se politizó muchísimo. Yo en la universidad
estudiaba lo menos posible, lo que me gustaba era estar en reuniones
políticas. Elegí medicina porque mi padre no me dejó seguir arquitectura,
pensaba que no era para mujeres. Entonces dije que iba a ser médica de
niños, y él tiró la esponja. Cuando hice el primer curso, sobre quinientos
alumnos varones seríamos unas diez, once chicas. A pesar de que me gustaban
tantas cosas -el teatro, el deporte, la política, ir a bailar-, seguí
adelante con la medicina.
La Barraca empezó en el '31 y terminó en el '36, ya sin Federico García
Lorca. Es lo mejor que he tenido en mi vida. Eramos unos estudiantes de la
mano del poeta, íbamos juntos chicas y chicos, algo inaudito. Habíamos sido
elegidos, reclutados por él. Teníamos que saber actuar, cantar, bailar un
poco. También conocer literatura y poesía, dar el tipo para hacer papeles
diferentes. La Barraca tenía un subsidio del Ministerio de Instrucción
Pública, pero nadie ganaba un centavo ahí, ni siquiera Federico. Sólo
hacíamos clásicos. Cada uno tenía que saber la obra entera, nada de aprender
tu parte y el pie que te tenían que dar, como se estilaba en aquella época.
Entre los que actuábamos no había ningún protagónico, se repartían los
papeles de acuerdo al personaje: yo fui trágica, aunque me gustaban los
entremeses y las cosas cómicas. Eramos todos para la obra. No había nombres:
sólo los actores de La Barraca. Nos llevábamos estupendamente bien,
cantábamos todo el día. En los pueblos la gente respondía de maravilla. Hay
una historia conocida de lo que sucedió en un pueblo cuando empezó a llover:
las mujeres dieron vuelta las faldas sobre su cabeza, se quedaron todos
inmóviles, pendientes, creo que fue en Sigüenza. Seguimos con la obra hasta
el final, completamente mojados, nosotros y los decorados.
La guerra me pilla a mí en el pueblo de la familia de mi madre. De allí voy
a Madrid a trabajar en el Hospital de Sangre, luego pasé a una colonia de
niños en Valencia. Más tarde, hice Mariana Pineda en homenaje a Federico,
con Luis Cernuda, Manolo Altolaguirre en el Congreso de Intelectuales en
Madrid. Enseguida me mandaron a París, al Pabellón de España, en el '37: ahí
conocí a Gori (Muñoz) que había ido como decorador. Al volver, trabajé en la
Secretaría de Propaganda. De ahí ya salimos al exilio, él con los militares
por un lado, y yo por mis propios medios. Por suerte teníamos amigos en
París, que siempre son lo único que te salva la vida. No sé por qué la gente
persigue tanto el amor el amor en la vida, silo único que es seguro para
siempre son los verdaderos amigos. Más todavía que la familia.
La partida fue al caer Cataluña, salimos arrempujados al Pirineo. Terrible.
Tardamos mucho en reunirnos con Gori en París. Al llegar a Francia no me
quedé en ningún campo porque conseguí escaparme. Gori sí estuvo en Argeles.
Yo, que soy bastante tímida, cuando estoy sola ante el peligro, arremeto
como puedo. Cuando pasamos la frontera, ni me miraron el pasaporte: 'Allez,
allez', nos mandaba al campo. Yo sin dinero, sin nada, en la plaza del
pueblo, rodeados por la policía, en el suelo nevado. Había dos chicas que
querían salir para entrar de nuevo a España, con algún dinerillo francés.
Hicimos un trato: si ellas me pagaban el pasaje a Perpignan, yo hablaba
francés por ellas. Fui a la estación con un pretexto, encontré a un monsieur
Arnaud, muy bien dispuesto. Me dijo que volviera al día siguiente. Regresé
con mis compañeras y les di indicaciones de estar calladas. Nos lavamos las
unas a las otras la cara con nieve. En mi cartera tenía un betún y un
cepillo de zapato que no sé por qué llevé, y que nos sirvió para dar buen
aspecto a los zapatos. Vamos a la estación, no está el mismo guardia. Muy
decidida le digo al encargado: 'Pues avísele a monsieur Arnaud que pasé, que
la carta se la llevo mañana'. No sospecharon nada. Yo por suerte, tenía ropa
que me había comprado en París, porque las pobres españolas después de tres
años de guerra se vestían que era un tristeza. Llegué a París a casa de
estos amigos que me salvaron la vida, y me reuní con Gori.
No teníamos nada, ni permiso ni papeles. Lo único, gracias a Pablo Neruda,
la firma consular chilena para irnos a Chile. Pudimos así salir de Francia,
hacía falta que nos amparase un país. Viajamos en el barco francés 'Massilia
', éramos un grupo de artistas e intelectuales. El barco llegó a Buenos
Aires y quedó esperando. Resulta que Natalio Botana, el director de Crítica,
había ganado en las carreras con su caballo "Romántico", y además tenía
dinero de una colecta para los republicanos. Juntó todo y decidió dárselo a
estos refugiados que iban hacia Chile. Se fue al puerto, el comisario no le
permitió entrar, dijo que volvía al día siguiente y nos hacía bajar a todos.
Pidió al presidente Ortiz que firmara un decreto urgente para que se nos
diera asilo en Buenos Aires. Y así fue que nos quedamos.
Las exiliadas nos reuníamos para hacer cosas que vendíamos para mandar ropa
y remedios a los refugiados en Francia. Pero nos llegó la orden de clausura.
Y nos fuimos con María Teresa Luzuriaga a la central de policía a ver al
jefe. Pero no hubo caso. Nos dijo: 'Ustedes son rojas y trabajan para los
rojos. Está prohibido que manden nada'. Bueno, nos clausuraron lo mismo que
a otras organizaciones. Porque si no nos perseguían, tampoco nos dejaban
actuar libremente. Creo que nos salvamos de que Perón nos devolviera a
España porque había un marqués monárquico de embajador. Y sobre Gori pesaba
la pena de muerte...
Mis niñas, Gorita y Tonica, ya tenían 8 y 4 años y pensé en matricularme en
Letras, pero a unos amigos se les ocurrió, viendo que Gori era muy poco
previsor, montar una casa de muebles para niños. Y Rosalía Casona dijo:
'Maricarmen, que hace cosas tan monas para chicos, puede diseñar vestidos,
tener un taller'. Y así empezó L'Enfant Gaté: de este modo llamaban a
Gorita los marineros en el barco 'Massilia'. Finalmente, me sirvió lo que
había aprendido con las monjas. En realidad, siempre tuve idea de diseño,
dibujé. Y Gori se fue a hacer sus escenografías y yo quedé a cargo."