La extraña lógica de la guerra del Líbano
por Daniel Pipes
La Razón
15. Agosto 2006
http://es.danielpipes.org/article/3854
Original en Inglés: Strange Logic in the Lebanon War
Al tomar parte en la práctica por Hezbolá en su guerra contra Israel, algunas de las organizaciones de prensa más prestigiosas del mundo revelan inadvertidamente una profunda transformación en la lógica del conflicto.
Algunos ejemplos de sus acciones:
Reuters: Adnán Hajj, un fotógrafo freelance con más de una década de experiencia en Reuters, retocaba sus fotografías con el fin de hacer que los ataques israelíes contra el Líbano pareciesen más destructivos y los libaneses más vulnerables. Sus maquillajes creaban nubes de humo más espesas y oscuras procedentes de oleadas de bombardeos, y representaron falsamente a la misma mujer lamentando la pérdida de su residencia bombardeada en tres localizaciones distintas. Reuters despidió a Hajj y retiró de su archivo 920 fotografías suyas. Investigaciones adicionales por parte de bloggers descubrían cuatro tipos distintos de fotografías fraudulentas de Reuters, todas exagerando la agresividad israelí. Los bloggers documentaban hasta cómo se escenifica una fotografía de Reuters.
La BBC: los editores buscaron activamente relatos personales que demonizasen a Israel, colocando esta solicitud en sus páginas de noticias: "¿Vive usted en Gaza? ¿Se ha visto afectado por la violencia en la región? Envíenos sus experiencias utilizando el formulario de abajo. Si desea relatarnos en profundidad, por favor incluya el medio de contacto".
CNN: una presentadora de su programa internacional, Rosemary Church, dio a entender que las fuerzas israelíes podían derribar los misiles de Hezbolá, pero que decidían no hacerlo, al preguntar a un portavoz israelí, "¿intenta Israel derribarlos en el aire? Tiene capacidad para hacer eso".
The Washington Post: de igual manera, el reportero de asuntos militares Thomas Ricks anunciaba en la televisión nacional que analistas militares norteamericanos sin identificar estaban seguros de que el gobierno israelí "había dejado a propósito depósitos de misiles de Hezbolá en el Líbano, porque mientras sean atacados con proyectiles, pueden continuar disponiendo de una especie de equivalencia moral en sus operaciones en el Líbano". Hacer que tu propia gente salga herida, explicaba, ofrece "peso moral".
Todas estas actividades mediáticas se derivan de la percepción de que sufrir bajas y tener aspecto de víctima ayuda a la postura de uno en la guerra. Las distorsiones de Adnán Hajj, por ejemplo, estaban calculadas para perjudicar la imagen de Israel, fabricando así disidencia interna, destruyendo la posición internacional del país, y generando presión sobre el gobierno para que detuviera sus ataques en el Líbano.
Pero este fenómeno de partes que muestran su pérdida y dolor invierte el orden histórico, en tanto que cada bando quiere intimidar al enemigo aparentando ser feroz, incansable y victorioso. En la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, la Oficina Norteamericana de Información de la Guerra prohibió en los dos primeros años de combate la difusión de películas o fotografías que mostrasen soldados americanos muertos, y sólo desistió ligeramente más tarde. Mientras tanto, su Oficina de Películas producía cintas como "Nuestro enemigo - los japoneses", mostrando cadáveres de japoneses y escenas de dificultades japonesas.
Proclamar la fuerza de uno y denigrar la del enemigo ha sido la norma a lo largo de milenios de pinturas murales egipcias, vasos griegos, poesía árabe, dibujos chinos, baladas británicas u obras de teatro rusas. ¿Por qué han invertido los combatientes (y sus aliados de los medios) ahora este patrón universal y antiguo, rebajando la propia fuerza de uno y promocionando la del enemigo?
A causa del poder sin precedentes del que disfrutan Estados Unidos y sus aliados. Como explicaba el historiador Paul Kennedy en el 2002, "en términos militares, sólo existe un jugador en el campo que cuenta". Remontándonos en el tiempo, concluye, "nunca ha existido algo como esta disparidad de poder; nada". E Israel, tanto como potencia regional por propio derecho como en calidad de aliado cercano de Washington, disfruta de una presencia paralela vis-à-vis con Hezbolá.
Tal poder implica que, cuando Occidente lucha contra el no-Occidente, el resultado en el campo de batalla se da por sentado. Con resultado por anticipado, la lucha se ve más como redada policial que como conflicto bélico tradicional. Al igual que en una redada policial, las guerras modernas son juzgadas según su legalidad, la duración de las hostilidades, la proporcionalidad de la fuerza, la severidad de las bajas o la extensión del daño económico y medioambiental.
Todo esto son términos debatibles, y debatibles son, hasta el punto que el centro de gravedad Clausewitziano se ha desplazado del campo de batalla hasta los presentadores y los editoriales de opinión. Cómo se perciba una guerra tiene tanta importancia como el cómo se libra realmente.
Esta nueva realidad implica que los gobiernos occidentales, ya sea Estados Unidos en Irak o Israel en el Líbano, tienen que ver las relaciones públicas como parte de su estrategia. Hezbolá se ha adaptado a este nuevo hecho cotidiano, pero esos gobiernos no.
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Strange Logic in the Lebanon War
by Daniel Pipes
New York Sun
August 15, 2006
As staff at some of the world's most prestigious press organizations effectively take Hezbollah's side in its war with Israel, they inadvertently expose a profound transformation in the logic of warfare.
Some examples of their actions:
Reuters: Adnan Hajj, a freelance photographer with more than a decade of experience at Reuters, doctored his pictures to make Israeli attacks on Lebanon look more destructive and Lebanese more vulnerable. His embellishments created thicker and darker plumes of smoke from bombing raids and posed the same woman bewailing the loss of her bombed-out residence in three different locations. Reuters fired Mr. Hajj and withdrew 920 of his pictures from its archive. Further research by bloggers uncovered four types of fraudulent pictures by Reuters, all exaggerating Israeli aggressiveness. The bloggers even documented how a Reuters picture was staged.
The BBC: Editors actively trolled for personal accounts to demonize Israel, posting this request on its news pages: "Do you live in Gaza? Have you been affected by violence in the region? Send us your experiences using the form below. If you are happy to speak to us further please include contact details."
Rosemary Church
CNN: An anchor on its international program, Rosemary Church, implied that Israeli forces could shoot down Hezbollah's rockets but chose not to do so when she asked an Israeli spokesman, "would Israel not be trying to shoot them out of the sky? They have the capability to do that."
The Washington Post: Similarly, a military affairs reporter, Thomas Ricks, announced on national television that unnamed American military analysts believe that the Israeli government "purposely has left pockets of Hezbollah rockets in Lebanon, because as long as they're being rocketed, they can continue to have a sort of moral equivalency in their operations in Lebanon." Having one's own people injured, he explained, offers "the moral high ground."
All these press and broadcast activities stem from a perception that taking casualties and looking victimized helps one's standing in the war. Mr. Hajj's distortions, for example, were calculated to injure Israel's image, thereby manufacturing internal dissent, diminishing the country's international standing, and generating pressure on the government to stop its attacks on Lebanon.
But this phenomenon of each side parading its pain and loss inverts the historic order, whereby each side wants to intimidate the enemy by appearing ferocious, relentless, and victorious. In World War II, for instance, the U.S. Office of War Information prohibited the publication of films or photographs showing dead American soldiers for the first two years of fighting, and then only slightly relented. Meanwhile, its Bureau of Motion Pictures produced movies like "Our Enemy – The Japanese," showing dead bodies of Japanese and scenes of Japanese deprivation.
Proclaiming one's prowess and denigrating the enemy's has been the norm through millennia of Egyptian wall paintings, Greek vases, Arabic poetry, Chinese drawings, English ballads, and Russian theater. Why have combatants (and their allies in the press) now reversed this age-old and universal pattern, downplaying their own prowess and promoting the enemy's?
Because of the unprecedented power enjoyed by America and its allies. As the historian Paul Kennedy explained in 2002, "in military terms there is only one player on the field that counts." Looking back in time, he finds, "Nothing has ever existed like this disparity of power; nothing." And Israel, both as a regional power in its own right and as a close ally of Washington, enjoys a parallel preponderance vis-à-vis Hezbollah.
Such power implies that, when West fights non-West, the outcome on the battlefield is a given. That settled in advance, the fighting is seen more like a police raid than traditional warfare. As in a police raid, modern wars are judged by their legality, the duration of hostilities, the proportionality of force, the severity of casualties, and the extent of economic and environmental damage.
These are all debatable issues, and debated they are, to the point that the Clausewitzian center of gravity has moved from the battlefield to the opeds and talking heads. How war is perceived has as much importance as how it actually is fought.
This new reality implies that Western governments, whether America in Iraq or Israel in Lebanon, needs to see public relations as part of their strategy. Hezbollah has adapted to this new fact of life, but those governments have not.
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Aug. 15, 2006 update: In an undated posting, Alex Safian of CAMERA posts this sort-of retraction by Thomas Ricks in a note to the Washington Post ombudsman, referring to his comment quoted above:
Ugh. I wish I hadn’t. I’ll attach a transcript at the end. What I said was accurate: that in an off-the-record conversation with military analysts, a couple had suggested that the Israeli strategy involved leaving Hezbellah 'rocket pockets' in place so as to shape public perceptions and give their forces more freedom of maneuver in Lebanon. Such a strategy might be considered logical and even moral, in that while suffering some short-term casualties, it would provide more protection for more Israelis in the long run.
But I've since heard from some smart, well-informed people that while such a strategy might be logical, that the Israeli public just wouldn't stand for it. And they were pretty dismayed that I has passed on the thought.
My comments were based on a long conversation I had with a senior Israeli official a couple of years ago …
Best
Tom
Safian finds an inconsistency and thus a "serious problem" in this note:
on CNN’s Reliable Sources Mr. Ricks described his source as “some U.S. military analysts,” while in the note he describes his source as “a senior Israeli official.” Which raises the question of whether Mr. Ricks had any source at all – besides himself, that is.
¡ OCVLUM TERTIVM ! (El tercer ojo... LA CÁMARA)
Hace 4 años
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