domingo, 21 de diciembre de 2025

Cap.6. Un antiguo curso de Sociología

Conducta Desviada y Crimen


Ruina: s. Lo que les espera a los millonarios si pagan sus impuestos.
(Ambrose Bierce)

"El homicidio despierta en nosotros el deseo primitivo de devolver el golpe, el impulso de infligir un daño equivalente al daño que nos han causado. Pero la satisfacción de nuestros males depende, en un porcentaje muy elevado, de los mecanismos de la justicia. Puede que hayamos creado la torpe contención de los tribunales para tener a raya nuestro salvajismo. El problema es que las soluciones de la ley se nos antojan tibias muy a menudo y nos dejan inquietos y frustrados en nuestro anhelo de reparación. ¿Qué hacer entonces?"
(Sue Grafton. "K de Kinsey". Tusquets ediciones. pag.351)

 

Sue Grafton no es socióloga (de profesión), es una excelente y divertida escritora de novelas policíacas. Es probable que alguno de vosotros haya leído algo de ella. Aquí, la cita llama la atención sobre algo muy humano que a su vez está en el meollo de lo que trataremos en esta clase: la conducta criminal.

Crimen es una infracción grave a una norma escrita, aunque en sentido popular indica, también, derramamiento de sangre. El código penal español no recoge el término (habla sólo de delitos y penas). En sociología se usa preferentemente de la primera manera, para indicar una conducta desviada castigada severamente por el ordenamiento jurídico.

Debe entenderse que no toda conducta desviada es criminal, puede ser "desviada" y a la vez "positiva" en el sentido de representar alguna clase de adelanto para la sociedad, aunque no sea practicada por la mayoría de la población. Sin embargo el uso termina consagrando el aspecto cuantitativamente más numeroso, y resulta obvio que si la gente se desvía de la norma, no lo hace hacia la santidad (por lo menos la mayoría).

La manera como la gente infringe las normas es realmente variada, y a veces, incluso, muy imaginativa. Si todo el esfuerzo que se emplea en esta dirección... pero no hagamos cábalas absolutamente a-sociológicas. El hecho, tan cierto como comprobable, es que en las sociedades contemporáneas desarrolladas el desarrollo del crimen conoce un florecimiento inexplicable. A más desarrollo más crimen, y éste es cada vez más sofisticado. Aquella idea ingenua de que el crimen está asociado íntimamente con la pobreza y la falta de educación es falsa, aunque sí tiene su parte de verdadera: esta clase de deficits produce preferentemente una clase de crímenes, los más violentos y burdos.

El crimen puede explicarse por la pobreza, la ignorancia, la desorganización familiar, incluso taras genéticas... pero lo cierto es que hay también crimen en los ambientes ricos, cultos y estables. En cuanto a lo de las "taras genéticas", teoría que estuvo muy en boga a fines del siglo XIX, basta con observar la población penitenciaria de una gran ciudad y... brillan por su ausencia.

Debemos empezar por reconocer que el crimen, la conducta criminal no es un fenómeno de explicación cómoda; y que el sentido común, aquí, como en tantas cosas, fracasa estruendosamente.

La criminología estudia la conducta criminal, la sociología también (bajo el capítulo de "conducta desviada"). La diferencia entre ambas puede encontrarse en la profundidad de ese estudio. La criminología se aboca a todas las conductas criminales, investiga las técnicas, los modos, y las causas de la criminalidad, los tipos y clases de delincuentes, y las diversas soluciones a los problemas concretas. Toca con el derecho penal y con la psicología y psiquiatría. El enfoque sociológico es más limitado. En realidad, como ya dejé caer en otras clases, me causa mucha gracia el esfuerzo por delimitar las fronteras entre las diversas disciplinas que estudian lo humano. Me recuerdan a esos bañistas que en una playa desierta trazan en la arena líneas rectangulares para acotar su propio terreno; allí colocan *su* sombrilla y su *toalla* y ¡cuidado que alguien se atreva a pisar dentro del perímetro sagrado...! porque nos encontraremos con furibundas miradas de advertencia.

Ya quedó claro, que no creo en las disciplinas sino en las teorías que, eso sí, suelen "anidar" en alguna disciplina propicia, como árboles que protegen de los elementos. Si uno al estudiar el fenómeno criminal recorre los campos de la psicología, la psiquiatría forense, la historia social, la antropología criminal, la criminología, y la informática aplicada... bien, quien se siente afectado que proteste. Creo que lo que importa es perseguir la liebre allí donde nos lleve, sin preocuparnos demasiado por estas cuestiones de "guetos" universitarios que solamente esconden intereses profesionales, es decir, de supervivencia económica. Más aún, firmaría donde se dijera que el 99% de estas discusiones son "ideológicas" en el sentido de enmascarar simples intereses de capilla.

Volviendo al tema principal, el delito, como dijimos, se presenta en una gran variedad de formas, mucho más de lo que puede suponer un ciudadano medio (que tiene otras cosas en que preocuparse). Pongamos por ejemplo este caso que, creo, refleja muy bien nuestra época, con su énfasis en la técnica y en la eficacia:

La Vanguardia sábado 22 de noviembre de 1997 EE.UU. retira del mercado un manual para asesinos. (Xavier Mas de Xaxàs). Washington Corrresponsal.

"James Perry es un asesino a sueldo que espera su turno en el corredor de la muerte de una prisión de Maryland. En 1993 mató a dos mujeres y un niño siguiendo las 27 instrucciones del libro: "Hit man: un manual técnico para asesinos a sueldo". La familia demandó a la editorial Paladin Press y la semana pasada un tribunal fedral decidió censurar el libro y retirarlo del mercado. El juez no considera que esté protegido por la primera enmienda de la Constitución, que garantiza la libertad de expresión, porque, "la prosa de Hit Man está en el polo opuesto del espíritu del derecho que protege la enmienda".

Paladin Pres es una pequeña editorial de Boulder (Colorado) que funciona desde hace 26 años y que dirige Peter Lund, un ex comandante de la fuerza aérea. Vende libros básicamente por correo. De "Hit Man" había vendido 13.000 ejemplares. Los medios de comunicación, America Online, la Asociación de Editores Americanos y la Universidad de Colorando han defendido la publicación del libro y criticado duramente la censura decretada por el juez. Este aprovechó la resolución del caso para criticar a los que apoyan a Paladin porque la editorial "defiende que es su derecho constitucional ayudar conscientemente a los asesinos, ofreciéndoles información técnica sabiendo que puede ser utilizada para cometer un asesinato u otros crímenes contra la humanidad". El abogado de Paladin piensa recurrir la sentencia ante el Tribunal Supremo.

En las librerías estadounidenses pueden encontrarse manuales sobre armas, explosivos, bombas y maneras de matar. Paladin tiene uno sobre cómo hacer desaparecer un cadáver. Ninguna de estas publicaciones ha sido censurada.

En el prólogo de "Hit Man" se lee que "los asesinos a sueldo cubren una necesidad de la sociedad y a veces son la única alternativa a la justicia". Lawrence Horn contrató a Perry para que matara a su hijo tetrapléjico de ocho años, a su ex mujer y a la niñera. Quería hacerse con los dos millones de dólares (292 millones de pesetas) que el niño había recibido como indemnización por un error médico. Perry desconectó el respirador del chaval, disparó a las mujeres en los ojos y borró las pruebas del crimen, tal y como recomienda el manual. La policía, sin embargo, pudo apresarlo y fue condenado a muerte por el triple asesinato. Lawrence Horn pasará el resto de sus días en la cárcel."

La primera pregunta que se me ocurre haceros es ¿hay aquí un caso de conducta desviada? ¿y en caso afirmativo cuál? ¿la del editor? ¿la del ejecutor? ¿la de quien compra el servicio, o el libro? ¿*todos*?

Las respuestas no son sencillas, os aviso. Exceptuando el caso del Sr. Perry que desconectó el respirador y disparó a las dos mujeres, los demás presentan sus dificultades para meterlos sin más en el talego. ¿Es conducta desviada publicar determinada clase de libros? ¿Dónde, entonces, se pueden informar los criminólogos, los sociólogos o simplemente los ciudadanos que desean tomar sus precauciones? ...o los curiosos ¿o es que vamos a prohibir, y por ello a impedir también, la curiosidad por estos temas?

En muchos países del mundo no habría dudas. Esta editorial no duraría abierta lo que un caramelo a la puerta de una escuela. Pero se da la casualidad que en esos países tampoco quedarían abiertas muchas editoriales que producen libros que consumimos a diario. Libros que se burlan de la religión, o que atacan la familia (tal como puede entenderlo un religioso integrista), o que difunden ideas perversas (como la evolución darwinista, y cosas así).

Por supuesto que no estaríamos de acuerdo en que se cerrara toda editorial, toda productora cinematográfica, todo medio que difunda temas, imágenes, noticias que afectan a la moral, la religión o, simplemente, al poder político y económico. Luego... *¿donde detenerse?*

En algún lado hay que detenerse, hasta aquí estamos la gran mayoría de acuerdo.... pero ¿dónde? ¿que criterios usar para que filtren a los perversos y queden en libertad todos los demás?

Traigo aquí estas cuestiones para que se vea que si bien es fácil determinar un núcleo duro de delitos, aquellos que hieren la sensibilidad de cualquier persona civilizada (homicidios, violaciones, vejaciones de toda clase, abusos de autoridad, etc.) los problemas se presentan en las franjas grises que además, y para colmo, están en constante cambio.

Cada cambio tecnológico importante determina sus peculiares nuevas conductas desviadas. Adiciones, intercambios ilegítimos, chantajes, acosos... la eterna fauna de los actos que constituyen la patología social reaparecen, potenciados por el nuevo poder que facilita la técnica. Internet es el ejemplo más cercano y más espectacular que tenemos sobre esta historia.

Un repaso superficial muestra algunas de las posibles conductas criminales: estafas de toda clase, incluyendo el extendido arte de la falsificación (de textos antiguos, objetos y herramientas, obras de arte, etc.). Atracos y asaltos sean realizados individualmente o en grupos (bandas). Homicidios de todo tipo y asesinatos incluyendo el tétrico tema de los asesinos en serie. Las mafias y organizaciones criminales y delitos a los que se dedican, sobre todo, la producción, distribución y comercialización de drogas. El amplio capítulo del trafico ilegal: de personas, armas, sustancias diversas, animales, dinero, valores financieros, materias prohibidas, materias peligrosas, nucleares etc. Prostitución (masculina, femenina, y el gran auge que está tomando la de niños). Todo lo que se refiere a *sectas*, no ya en los delitos anteriores sino en los específicos, como la privación de libertad o la presión psicológica desmedida. El espionaje, que no sólo es político sino, y muy importante, industrial y comercial). La corrupción de magistrados, funcionarios del Estado y organismos internacionales. El terrorismo, en sus formas políticas y religiosas...

No deseo abrumaros, sólo mencionar algunos temas con que nos asaltan los informativos en cualquier momento. ¿Cómo hacer un mundo menos peligroso? ¿es una utopía pedirlo? ¿porque la conducta criminal se reproduce aunque las circunstancias políticas y sociales cambien radicalmente?

En nuestro país, España, sobran los periodistas de sillón y faltan los de investigación (entre otras cosas porque el público tampoco los pide ni los aplaude), veamos lo que escribieron, hace unos pocos años, dos pertenecientes a esa escasa y valiosa fauna E. Martín y S. Tarín:

INTERNET INVENTA LA DOBLE PERSONALIDAD. La delincuencia de altos vuelos descubre una vía para crear falsas identidades.

Eduardo Martín de Pozuelo y Santiago Tarín. La Vanguardia. Revista. Lunes, 28 de octubre 1996.

Narcotraficantes, timadores de altos vuelos, estafadores, blanqueadores de dinero de cualquier origen y todo tipo de delincuentes profesionales ya tienen en Internet una nueva herramienta que les facilita su "trabajo", varias empresas, ubicadas en lugares tan dispares como Singapur o el Este de Europa -por poner un ejemplo- ofrecen a quien pague la documentación necesaria para cambiar de identidad. Simultáneamente, éstas y otras empresas ofrecen mover su dinero de paraíso fiscal en paraíso fiscal dentro de la más estricta confidencialidad y secretismo.

La combinación de ambas ofertas es tan explosiva que ya ha sembrado la alarma entre los investigadores que ven que cambiar de identidad para, a continuación, mover dinero de paraíso fiscal en paraíso fiscal por medio de cuentas secretas desde un teléfono también secreto comienza a estar al alcance de cualquiera que se lo proponga.

Las empresas en cuestión no ocultan que los productos que ofrecen van destinados directa y llanamente hacia la evasión de impuestos y el blanqueo de dinero y, como paso previo hacia una total impunidad, aconsejan el uso de otras personalidades. Para esto último disponen de distintos documentos que convertirán a cualquiera en otra persona.

"Podemos ofrecerle ahora un pasaporte diplomático auténtico de un Estado africano importante." Así reza una de las varias ofertas de documentos para cambio de identidad que circulan por la red Internet. Según la empresa que los vende -a casi cinco millones de pesetas cada uno- y que se sitúa a sí misma en Estonia, estos pasaportes tienen las siguientes características: están expedidos por el Ministerio de Asuntos Exteriores de la capital del Estado en cuestión, que sólo se sabrá cuál es cuando se haga el encargo. El documento queda registrado oficialmente en el país expedidor y, por supuesto, la identidad que conste en el pasaporte quedará a elección del comprador. Junto con este pasaporte y sin cargo alguno adicional, el comprador recibirá también un carnet de identidad del mismo país, con lo que su nueva nacionalidad -que será para toda la vida, aseguran los vendedores- quedará completada.

Los ofertantes de esta documentación comprenden muy bien las necesidades del comprador, pues le garantizan "total confidencialidad de los nombres de los nuevos ciudadanos" y se comprometen a no notificar al país de origen la existencia de ese nuevo pasaporte. Para acabar de convencer a los hipotéticos clientes, les recuerdan que ese pasaporte es un seguro contra situaciones adversas en el país del solicitante y una especie de pantalla contra cierto tipo de delitos cometidos en su país, además de ofrecer una condición de VIP al comprador.

¿Para qué sirve un documento tan exquisito? Los propios vendedores dan la solución por si al solicitante no se le hubiera ocurrido. Con el "pasaporte diplomático del país Z" -dicen- el usuario "puede cruzar fronteras transportando material sensible, ya que su calidad de diplomático le garantiza su inviolabilidad". Por cierto, la propaganda a que aludimos no explica a qué se refiere con "material sensible" y lo deja a criterio del interesado.

Pero la empresa no olvida la principal utilidad dei nuevo documento, que, por supuesto, es económica. Así, cuando llega la hora de explicar las ventajas señalan de forma destacada que el pasaporte en cuestión ofrece lo siguiente: la "oportunidad de operar de forma totalmente anónima en todo el mundo, libre de impuestos y con la máxima privacidad"; la "protección de las inversiones internacionales, incluyendo cuentas bancarias, compañías, corporaciones, etcétera, que se pueden registrar al amparo de la nueva identidad"; la "inexistencia de controles del dinero en efectivo" y, finalmente, la posibilidad de "evitar el control y el seguimiento informático de su propio Gobierno sobre propiedades e inversiones".

Las ofertas de pasaportes o, mejor dicho, de segunda ciudadanía previo pago de dinero no acaban con la modalidad diplomática. Así, quien esté dispuesto a pagar unos seis millones de pesetas puede hacerse con un pasaporte de "un importante país hispanoamericano con excelentes oportunidades para moverse sin problemas por todo el mundo". Si quiere gastar algo menos, por cuatro millones puede conseguir la documentación de "un país del Este de Europa".

Pero si no puede llegar al millón y medio de pesetas tendrá que conformarse con los papeles de "un Estado de Africa del Sur", no muy buenos para viajar pero, "si para los bancos" o bien con el pasaporte y la identidad registrada en "un Estado de Sudáfrica, de habla inglesa, con facilidades para entrar en un país importante de la Unión Europea, con gran capacidad de crédito incluso para los asiáticos, y excelentes para los bancos". Otra forma de cambiar de identidad es mediante los llamados "Camouflage Passports" que ofrecen varias empresas en Internet y que como los anteriores se adquieren mediante transferencia bancaria.

Se trata de pasaportes de imitación de países como Rodesia, Zanzíbar o Guayana Holandesa que en la actualidad han cambiado de nombre. En teoría, y así lo explican sus ofertantes, los documentos están dirigidos a ciudadanos que temen por su seguridad en sus viajes y que en determinadas circunstancias no les conviene decir de dónde proceden.

CONSEJOS

El aspecto de los documentos es totalmente real, pero los vendedores se curan en salud y recomiendan, en principio, que no se utilicen para el paso de fronteras o para trámites legales. Hecha esa advertencia, los propios fabricantes recuerdan a los posibles compradores que su mera posesión no es delito en muchos países como en Canadá o Estados Unidos y que si no se abusa de ellos no tiene por qué haber ningún problema, pero añaden algunos consejos para su mejor manejo: "Legal o no, las autoridades que lo encuentren pueden acusarle de tentativa de uso de documentación falsa. "Para evitarlo -dicen- le recomendamos que no firmen el documento a menos que sea estrictamente necesario. De esta manera su explicación de que lo tienen como una curiosidad podrá reafirmarla ante cualquier tribunal".

Están realmente destinados estos pasaportes a la protección personal tal como afirman sus creadores? La duda salta cuando, en medio de tantas advertencias sobre su uso, los vendedores recuerdan al comprador que su "Camouflaje passport" es "de gran interés para mantener anónimas las cuentas bancarias" y que "los bancarios no son tan desconfiados como los aduaneros ante identidades extranjeras".

En realidad Internet es casi un supermercado de la documentación ficticia. Usted puede ser lo que quiera y lograr una acreditación que lo demuestre y certifique. Un carnet de agente federal, de investigador privado, de periodista internacional o de oficial de inteligencia están al alcance de cualquiera. No tiene ni que dar su nombre verdadero.

¿Necesita un carnet de conducir, de agente de viajes o de estudiante internacional? Pues pague y se lo envían.

*"Genuinos, documentos auténticos, emitidos de forma no convencional: no son robados, perdidos u olvidados; pueden investirle de gran cantidad de privilegios. Ahorran su dinero. Le garantizan la entrada en lugares de difícil acceso y algún día pueden salvar su vida. Las existencias son limitadas y el suministro puede cortarse en cualquier momento. Pida su documento ahora!"*

Así encabeza su página de ofertas una de las varias compañías que expiden toda clase de identificaciones y certificados ministeriales a un módico precio. Por ejemplo, por 39.000 pesetas puede comprarse un carnet internacional de prensa válido por cinco años y renovable. Si se quiere para toda la vida su precio asciende a poco más de cien mil pesetas. Los vendedores aseguran que no se trata de una imitación, sino que el comprador adquiere un documento acreditativo auténtico expedido por una agencia internacional de noticias. Pero tal vez lo más espectacular de los carnets contra reembolso es que algunos de ellos los venden por docenas.

Así, se puede adquirir doce distintas identificaciones de "Special agent" del Federal International Bureau -casi FBI- por unas cuarenta mil pesetas y por un precio similar le enviarán otros tantos carnets de "Private investigator" expedidos por la Association of Independen Investigators con los *"está autorizado para llevar armas personales inusuales y conducir investigaciones confidenciales de naturaleza sensible"*.

LA LEY: DELITOS DIFCILES DE PERSEGUIR CON LA ACTUAL LEGISLACIÓN.

Expertos jurídicos especializados en la lucha contra el blanqueo de dinero y la delincuencia organizada consultados por "La Vanguardia" consideran que la legislación española en torno a la utilización de documentos como los expuestos en estas paginas es de gran vaguedad, especialmente desde la entrada en vigor del nuevo Código Penal impulsado por el ex ministro Belloch. Las fuentes consultadas matizaron que si los pasaportes y demás documentos son falsos, el delito de falsificación se ha cometido fuera de nuestras fronteras y, al no tratarse de documentos españoles, en principio no son perseguibles desde nuestro país. En cualquier caso, los expertos no ocultan la complejidad legal del asunto aumentada por determinados artículos del nuevo Código Penal que no considera delito la llamada "falsedad ideológica" que habría sido aplicable a estos documentos.

En el caso de que el pasaporte sea auténtico y de existir un delito por su confección -añadieron-, lo cometerían los funcionarios del país expendedor y como mucho, el poseedor del pasaporte podría llegar a perder la nacionalidad española. No obstante, eso sólo ocurriría si las autoridades españolas llegaran a tener noticia de esa doble nacionalidad y aun así no estaría claro del todo. Los expertos consultados ven con enorme preocupación la existencia de estas empresas dedicadas a facilitar nuevas identidades y a la creación de nuevos mecanismos que facilitan hasta extremos insospechados el blanqueo de dinero.

Quiero dejaros la idea que las conductas desviadas no desaparecerán en un futuro mejor; lo que sí es seguro que si el bienestar económico se extiende por todo el mundo, esta clase de conductas serán menos torpes, aunque no menos peligrosas. 

Cuestiones como las comentadas son las que estudia la sociología criminal. Un estudio interminable.

Merton, el sociólogo que ya conocemos, intentó comprender la conducta desviada como la dramatización de la discrepancia entre las oportunidades que ofrece la sociedad y las metas culturales que valora. Si por un lado se premia el éxito y por el otro existen pocas posibilidades de obtenerlo, algo está podrido en Dinamarca, y el saltarse las normas y las reglas de juego es una tentación que muchos convierten en acción.

Otros autores (como Clifford Shaw) se orientaron, allá por los año 20 del siglo pasado en lo que se luego se llamó "la asociación diferencial". Si la criminalidad persiste largo tiempo en una zona de la ciudad (en el caso estudiado, Chicago), con grandes cambios de población... *es que algo queda aunque los individuos pasen*. Y lo que encontraron es que los nuevos residentes *aprendían* las conductas desviadas de los residentes ya establecidos (en grupos juveniles o pandillas) y luego lo *transmitían* a la nueva ola de inmigrantes.

Encontraron, en suma, una forma de socialización que perpetuaba la conducta criminal aunque los individuos pertenecieran a diferentes etnias y culturas.

Evidentemente el papel del aprendizaje en la desviación es importante, ya que ninguna conducta aparece *de golpe* completa y acabada; sino que se va perfilando poco a poco.

La importancia de la comunidad residente es aquí crucial. Una barrio pobre, con abundancia de parados y uso callejero y extendido de las drogas... será un excelente caldo de cultivo para las nuevas generaciones. Esto lo sabe hasta el menos avisado. El problema es como cerrar estos "semilleros" de problemas.

Hace unos pocos minutos escuchaba por la radio que en la ciudad de México, se calcula que hay unos 5.000 niños varones dedicados a la prostitución. Dejando de lado la poca fiabilidad de estas cifras (la cadena de transmisión desde el que hizo el estudio hasta que llega al consumidor de noticias puede ser tan larga, que a veces tiene poco que ver con la información inicial) vamos a aceptarlas y hacer un cálculo sencillo. El que los medios de comunicación den información superficial no significa que no podamos hacer cosas interesantes con ella.

Supongamos que cada niño "prostituto" tiene unos 10 clientes mensuales. Una cifra ridícula que no podría permitirles subsistir, pero tiremos a la baja (porque no hay cifras más fiables en que basarnos). Ello supondría que habría, por lo menos, 50.000 clientes habituales para esta clase de negocio ilegal. El total de involucrados, de habituales, sería de, como mínimo, unas 55.000 personas.

Bien; supongamos que un legislador amante de la infancia decide modificar el código penal y aplicar severas penas para quien tengan alguna clase de comercio sexual con niños, y un agravante, además, si son niños varones (imaginemos que nuestro legislador tiene gustos heterosexuales... lo cual no siempre es previsible). 

¿Solucionaría tan razonable norma legal el problema?

¿Alguien, en su sano juicio, puede creerse que 50.000 personas van a abandonar sus hábitos y que 5.000 personas que pueden satisfacerlos van a dejar de venderlos porque el hecho se ha convertido en ilegal? ¡Sobre todo cuando *no hay otras alternativas* al alcance!

¿Cuantos policías se necesita tener en la calle, en un gran ciudad, para controlar a 55.000 personas que desean infringir la ley cada día?

El resultado suele ser siempre el mismo, con una monotonía deprimente. El comercio sexual sigue su curso... nada más que un poco más clandestino; lo que en el 99% de los casos supone un empeoramiento de las condiciones para la parte más débil, las víctimas de esta prostitución, los niños.

Lo que ha logrado el legislador, con sus buenas intenciones, es hacer más desgraciado el tráfico de menores, para los menores, y elevar los precios en ese mercado negro. Dinero que se embolsan, como siempre, los intermediarios; las mafias que se encargan de controlarlo.

La política se repite y se repite; y se sigue repitiendo porque las verdaderas víctimas no reflejan su protesta en el parlamento ni tienen ningún representante que se encargue de hacer oír su voz. Da una apariencia de solución que la buena gente se cree porque siempre es más tranquilizador pensar que se está haciendo algo... aunque nadie estudie las consecuencias de las normas legisladas.

Pensándolo un poco no se necesita ser sociólogo para adivinar por donde podrían ir las verdaderas soluciones. La clave está en retirar de la calle a tanto niño perdido. Si no a todos, por lo menos un 90% podría estar en condiciones de ser tutelado por organismos del Estado en condiciones de vida decentes; pero ello implicaría un coste económico muy elevado y la creación de una estructura que para funcionar correctamente no tendría que ser ni corrupta ni burocrática.

Y aquí tenemos la serpiente que se muerde la cola. Son pocos los Estados actuales que pueden poner en pie una estructura organizativa que no sea ni corrupta ni ineficaz. Empezamos por los niños de la calle... y terminamos por el Estado. Un Estado que es muy poderoso para recaudar grandes sumas de dinero... pero un enano en lo que se refiere a la forma eficaz de distribuirlo.

Por ello, por todo ello las soluciones represivas son muy populares entre los malos administradores políticos. Tienen el mismo impacto que las quirúrgicas... pero son mucho más perversas en sus resultados porque las sociedades no son tan sencillas como un organismo humano. Algún día, y quizá en este siglo XXI, saldrán a la luz los inmensos gastos que ocasiona la lucha contra la droga; gastos que no solucionan nada, porque las ganancias de las mafias tampoco han parado de aumentar. Entonces si se gasta más en reprimir y los reprimidos ganan más...¿no hay algo equivocado en todo esto?

No quisiera dejar la impresión que *nada se puede hacer* porque ella sería falsa completamente. Siempre se puede hacer algo, empezando por conocer a fondo el problema; un problema que varía, pero no tanto como para no poder perfilarlo adecuadamente.

Lo que necesitamos (entre otras cosas) es *criterios*; criterios científicos para evaluar la conducta desviada, para describirla empíricamente (lo cual lleva a redoblar las investigaciones de campo) y para comprobar las políticas que se ensayan.

La sociología puede aportar parte de estas herramientas, pero serán los investigadores, con una base teórica "interdisciplinaria" los que pueden mostrar como algunas *soluciones* funcionan mejor que otras.

Lo que se hecha a faltar, sobre todo en nuestro país, es la ausencia de una política *sistemática* de seguimiento de resultados. A veces se hace, pero quedan guardados en el cajón de un funcionario que sólo los usará para informes internos. 

Se necesita, como elemento paralelo pero fundamental, la presencia de una opinión pública exigente que no se conforme con *inauguraciones* sino que luego pregunte, al cabo de meses, como siguen funcionando.

Si se conocen los malos resultados se pueden pensar en otras soluciones. Cualquier sociedad tiene un largo historial de intentos a ciegas en busca de soluciones; y cuando no hay una teoría que ilumine el camino, el método no es malo a priori. Por ello quisiera cerrar esta clase afirmando que muchos problemas de conducta desviada necesitan de investigaciones sistemáticas y de una opinión pública sensibilizada. En realidad, es una opinión pública atenta y crítica la única manera de lograr cambios en un sentido progresivo

Las soluciones de los especialistas, sobre todo en cuestiones humanas, necesita ser controlada por *toda* la comunidad. A veces desbarran, (el sueño de la razón), y se necesita la crítica y la autocrítica colectiva. En el siglo XIX se pensó que el "confinamiento solitario" era una excelente manera de volver a los delincuentes a la buena senda. En Inglaterra este pensamiento tuvo su reflejo legal en la Ley de Prisiones de 1839 donde se decía: 

"Todo preso debe ser confinado en solitario durante la totalidad o parte del período de reclusión".

Las ideas que sustentaban esta opinión era sociológicas, pero de una sociología absolutamente primitiva. Se pensaba que el aislamiento lograría prevenir la *contaminación* que se daba por la presencia de otros presos. Véase como aquí ya estaba lo que casi 100 años más tarde se estudió como el aprendizaje social de la conducta delincuente. 

En Estados Unidos, por esa época, los reclusos estaban sometido a un régimen increíble, obligados a permanecer *mudos* durante todo el tiempo de prisión (así reflexionaban sobre sus pecados). En Inglaterra, menos puritanos, se desechó ese rigor y se construyeron cárceles con calabozos individuales (con su baño privado) para hacer posible el sistema de aislamiento. Pentoville, una de éstas cárceles fue considerada en la época: *"la culminación de tres generaciones de pensamiento". Así de ilustrado parecía el descubrimiento.

Pues bien, luego de décadas de funcionar se observó que el promedio de casos de demencia registrados en Pentoville era de 10 veces mayor que en otras instituciones penitenciarias británicas. 

Sin embargo el sistema fue considerado satisfactorio y duró prácticamente todo el siglo. Sospecho que la sociedad miraba para otro lado... sólo así puede justificarse tal brutalidad que espantaría a cualquier persona normal.

Moraleja: no se debe dejar a los especialistas ninguna decisión crucial sobre las sociedades humanas. *Sí se debe tener en cuenta su opinión*, pero debe ser *toda la sociedad la que asuma la responsabilidad* de cada medida... y para ello debe la sociedad tener los conocimientos mínimos para entender de que se trata. Formarnos individualmente es, también, una manera de mejorar la sociedad por la vía directa de aumentar el porcentaje de inteligencia que circula en ella.

*Comentario a lo anterior*:

Realmente la clase ya la daba por terminada cuando, al releer el último párrafo, advertí un agujero (por decirlo así) en la argumentación. La sociedad, considerada en su conjunto, puede conocer una situación... y sin embargo no hacer nada por remediarla. O peor aún, insistir en una política por más que se advierta que no soluciona nada. Es evidente que existe una *inercia* que lleva a mantener las políticas gubernamentales, una vez que se han puesto en marcha.

Ejemplo de lo que intento expresar se encuentra en El País, en el siguiente artículo:

El País 16-febrero-2000 Titular: EEUU alcanza la cifra de dos millones de reclusos internados en sus cárceles. Favier Valenzuela, Washington.

Estados Unidos batió ayer una plusmarca, pero no una de las que expresan su incombustible vigor y ofrecen un ejemplo al resto del planeta, sino de las que cuentan de sus profundas lacras sociales. La superpotencia, según el Instituto de Política Judicial, un organismo independiente de Washington, alcanzó ayer la cifra de dos millones de personas encarceladas. Esto le convierte en el país con mayor número de seres privados de libertad. Con 98 ejecuciones, EEUU ya superó el pasado año su récord de aplicación de la pena de muerte (...)

Sigue el artículo describiendo que EEUU gasta anualmente unos 40.000 millones de dólares en sus prisiones. La política, tanto de los republicanos como de los demócratas, de llevar a la cárcel no sólo a los traficantes sino a los meros consumidores de drogas, de establecer que tres pequeños delitos son suficientes para encarcelar a su autor por mucho tiempo, o la de juzgar a los menores como adultos ha llevado en 10 años (desde 1990) a duplicar la población carcelaria, que era en esa época de un millón de presos. 

Sin contar otros problemas conexos no olvidemos que la mayor parte de esta población entre rejas no refleja la proporción real de los delitos en la sociedad estadounidense; los negros, los hispanos y en general las clases más desfavorecidas son las comunidades que ofrecen los mayores contingentes de reclusos. Toda política de prevención a retrocedido a un segundo plano, tal como lo denuncian algunos grupos preocupados del problema. Termina el artículo resumido con lo siguiente:

Grupos como Sentido Común para la Política Antidrogas o la Coalición Noviembre protagonizaron ayer vigilias frente a una treintena de prisiones norteamericanas, con motivo del récord de los 2 millones de presos. Estos grupos denunciaron como "destructiva" e "hipócrita" la lucha contra los estupefacientes de un país que pierde muchas más vidas a causa del alcohol y el tabaco. También calificaron al sistema penitenciario que se ha convertido en un "complejo carcelario-industrial" (...)

Mi reflexión final es la siguiente: en nuestra época la sociedad como un todo no tiene capacidad de respuesta frente a problemas muy complejos; y se limita a confiar la solución, a dar un cheque en blanco, a los políticos y sus asesores de imagen. Por lo tanto, se necesitan grupos de gente alerta que revisen los problemas y hagan surgir a la luz las consecuencias de las políticas. 

No existe una solución global, pero cualquier solución, en una sociedad verdaderamente democrática, tiene que venir por la presión de grandes grupos autorganizados para defender los derechos civiles y políticos. La sociedad contemporánea es cualquier cosa menos un lago de paz, sólo la presión constante de sus integrantes puede corregir las desviaciones que perciben los especialistas pero que, sin el apoyo social, descansan en cualquier cajón de burócrata (en el peor sentido del término).

Fin de la 6ª clase.
Carlos Salinas
17-febrero-2000



Cap.5. Un antiguo curso de Sociología

Control Social


"Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
(Groucho Marx)

"Cien mil lemmings no pueden equivocarse" 
(Graffiti)

En la clase anterior mencionamos, de pasada, algunos fenómenos de resocialización en condiciones de fuerte presión. Ahora vamos a analizarlos un poco más en detalle, porque tiene bastante relación un tema que pensamos tratar en esta clase: el control social.

Una situación carcelaria provoca una marcada resocialización. Reúne las condiciones ideales de ser completa (abarca las 24 horas del día) y no depender de la voluntad del sujeto; lo cual supone que o se adapta o... se adapta.

En la práctica la observación de que las cárceles son verdaderas universidades de delincuentes es perfectamente probable. Piénsese en los valores y pautas de conducta que deben predominar entre los presos para vivir y convivir. Toda comunidad tiende a ser "etnocéntrica"; a vivir a los demás como los de "afuera". Un encarcelamiento de años provoca un cambio de hábitos y valores bastante profundo.

Además, cuánto más estresante sea el proceso (sobre todo emocionalmente) más fuertes serán las modificaciones de personalidad y conducta.

Un ejemplo extremo lo tenemos en los "campos de concentración" nazis.

Bruno Bettelheim, psicólogo que tuvo la desgracia de vivir en directo en dos de los famosos campos de exterminio, Dachau y Buchenwald, proporcionó exactas descripciones del fenómeno de resocialización.

Al principio los prisioneros intentaban mantener la conducta y los valores de su procedencia, pero a poco se revelaba una tarea imposible. Las torturas, el miedo, la privación de las comodidades habituales, el hambre, el hacinamiento y la incertidumbre contribuían a que sus personalidades fueran quebrándose. Unos morían pronto, otros se convertían en seres sin voluntad e intereses; verdaderos "cuerpos andantes". Otros adoptaban un comportamiento infantil perdiendo el sentido del tiempo y con bruscos carácter de ánimo ante sucesos triviales.

Los que duraban más de un año, los "viejos prisioneros", eran incapaces de recordar nombres, lugares o sucesos de la época anterior. Imitaban el comportamiento de los guardias e incluso utilizaban harapos tratando de copiar sus uniformes. Imitaban la personalidad de sus carceleros tratando de ser aún más duros que los propios SS, recreando sus brutales juegos y maneras de entender la convivencia.

Son diversos y coincidentes los relatos de ex-prisioneros que muestran como gran parte del sufrimiento se debía al trato despótico y cruel de los propios prisioneros dotados de alguna migaja de poder.

Además de la experiencia de los campos de concentración también mencionaremos otra manera, coincidente en sus resultados, de resocialización forzada: son las conocidas técnicas de "Lavado de Cerebro".

Técnicas para cambiar la personalidad que han sido ensayadas con éxito en diferentes momentos del cruel y agitado siglo XX. En la guerra de Corea con los soldados americanos prisioneros, en diferentes guerras civiles de Asia y en la guerra de Vietnam nuevamente con prisioneros de USA.

Todos los relatos a posteriori (en ex-prisioneros rehabilitados) muestran ciertas constantes en el "tratamiento". Es fundamental que el sujeto se vea sometido a una situación sin saliday de forma permanente. La liquidación de cualquier esperanza en la que la oposición a la autoridad tenga alguna probabilidad de éxito.

El interrogador alterna los castigos con premios, cuando se observan vacilaciones o cambios en la personalidad del tratado. En el más puro estilo del condicionamiento de animales. Poco a poco se fractura la antigua personalidad hasta que las víctimas "empiezan a sentir afecto por el interrogador que ha estado tratándoles con severidad". Comprenden su punto de vista y paulatinamente van adoptando la perspectiva de la autoridad. En la medida que lo hacen el rigor se dulcifica, pero siempre está presente con su potencial amenaza. Un fenómeno similar se revela en los secuestros de larga duración. Es lo que se ha llamado el "síndrome de Estocolmo".

También se requiere un largo proceso, aunque por supuesto ni violento ni cruel, para devolver a esas personas a la vida normal anterior. De regreso a Estados Unidos, luego de la guerra de Corea (o la de Vietnam), estos prisioneros tuvieron que enfrentarse a un proceso de resocialización con el fin de integrarse al mundo pacífico en que debían vivir. No siempre se alcanzaron totalmente esas metas, secuelas neuróticas quedaron para toda la vida (según lo que consta de algunos casos). 

Un proceso muy similar fue empleado por sistemáticamente por los organismos de seguridad soviéticos para lograr las famosas autoconfesiones (donde el prisionero confiesa horribles crímenes que perpetró durante años, en la ignorancia total de su entorno y familiares). Documentos que han quedado registrados en los gigantescos y tétricos archivos de la ex-KGB muestran que, en diversos casos, las conversiones (de inocente a considerarse culpable) fueron auténticas. Los prisioneros llegaron a creer que habían cometido toda clase de delitos contra el Estado, y la clase obrera.

En los últimos años otra forma drástica de resocialización ha llegado al conocimiento público, me refiero al fenómeno de "las sectas".

En este caso no hay violencia, o si la hay está muy dosificada. Se cuenta con la voluntad y el deseo del propio sujeto que decide integrarse plenamente en la manera de percibir el mundo y a los valores de su nueva comunidad "religiosa".

En principio puede existir engaño y manipulación por parte de la organización sectaria, pero no siempre es necesario (contra los que creen que el proceso no es posible sin estas artimañas). Existen bastantes personas en situación "anómica", es decir carentes de objetivos y marcos de referencia para quienes el grupo al que se acogen puede ser una tabla de salvación psicológica.

Este es un problema muy complejo ya que en un adulto debe respetarse su elección siempre que se haga dentro del marco legal vigente. Pero a los efectos del tema que tratamos organizaciones cerradas, jerarquizadas y de carácter religioso o cuasi religioso son o pueden constituir situaciones sectarias donde se requiere de sus miembros una entrega incondicional que, a ojos de un ciudadano normal, son incompatibles con los conceptos de libertad y democracia.

He seguido con interés el intento de vuelta a la normalidad que la policía de Cataluña ha llevado a cabo con varios miembros liberados de una organización sectaria y se puede ver que no tuvieron mucho éxito. Los ex-sectarios terminaron denunciando judicialmente a los policías y psicólogos por retención ilegal. Como se ve el proceso es sinuoso ya que no siempre la gente desea adoptar el marco de referencia de la comunidad global. Y esto es bueno... en algunos casos; y perverso en otros.

Una liquidación efectiva de toda marginación generaría un estado policial muy parecido al de las novelas de ciencia-ficción. Más aún, en una sociedad de rápidos cambios acompañados de una destrucción generalizada de pautas y valores tradicionales... no existen criterios indiscutibles para ejercer una protección jurídico-policial que vaya más allá de la voluntad de los ciudadanos adultos. Dejo aquí el interrogante porque su análisis nos alejaría demasiado del tema que hoy desarrollamos.

Por otra parte el tema no queda confinado a las sectas y a la sociología de la religión, el mismo fenómeno se observa en algunos grupos políticos o confesionales-políticos. Sobre todo aquellos que se enfrentan violentamente con la sociedad establecida (grupos revolucionarios y/o terroristas). Por la misma dinámica de su accionar tienden a desarrollar relaciones internas de carácter típicamente sectario.

Hay un concepto que se ha mencionado y que tiene bastante importancia en asuntos de resocialización y control social, me refiero a:

Anomia:

El término fue popularizado (en la literatura sociológica)por Robert K. Merton (sociólogo norteamericano) quien redefinió el concepto inventado por Emile Durkheim (un clásico en sociología de nacionalidad francesa) y que significaba para este último la situación, típica de una sociedad en proceso de cambio, donde las normas y valores tradicionales se destruyen sin ser reemplazados por otros. Para Durkheim esta clase de anomia era uno de los factores sociales que influía en el suicidio.

Merton, amplió el concepto de anomia para referirse a la tensión a la que están expuestos los individuos cuando las normas aceptadas entran en colisión con la realidad social. Cuando en la sociedad se ensalzan, por ejemplo, valores de éxito y de riqueza y a la vez la gente no tiene medios para alcanzar esas situaciones deseables.

En estos casos existen personas que no aceptan la brecha entre realidad y deseo. Los que no pueden triunfar pueden verse sometidos a una fuerte frustración "¿por qué no puedo tener lo que está al alcance de mi mano?". En estos casos la posibilidad de "salir adelante" por cualquier medio es una alternativa que puede seducir a los más combativos o a los que ponen a los fines por delante de los medios.

Merton identificó cinco posibles reacciones a las tensiones entre valores socialmente aceptados y medios limitados para alcanzarlos:

1. Los conformistas, aceptan los valores reconocidos y los medios legítimos para alcanzarlos. Independientemente que puedan o no lograrlos. La mayoría de la población se encuentra en este grupo. Nótese, para evitar un error por despiste, que aquí la palabra "conformista" no tiene significado moral peyorativo. Es sólo una descripción sociológica.

2. Los innovadores, que aceptan los valores reconocidos pero no los medios para alcanzarlos. Los delincuentes forman parte de esta categoría. No niegan el derecho de propiedad, simplemente eligen un método directo para asumirlo. Como toda categoría sociológica siempre presenta una zona gris (de difícil encuadramiento); personalmente pienso que muchos adeptos a la "ingeniería financiera" entrarían perfectamente en esta categoría... nada recomendable (para la sociedad, por supuesto).En este grupo encajaría la siguiente proposición marxista: "El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, esta hecho" (Groucho Marx)

3. Los ritualistas, aquellos que actúan conforme a los medios legítimos pero han perdido de vista los valores reconocidos que se deben alcanzar. Un ritualista podría ser un trabajador apático que cumple con su labor aunque carezca de perspectivas de desarrollo profesional y no obtenga beneficios importantes. También podría encuadrar lo que se ha dado en llamar "mentalidad de funcionario". En sustancia se trata de apegarse al día a día sin analizar ni criticar los resultados. Téngase en cuenta que esa crítica es valorizada en nuestra sociedad, a juzgar por los discursos académicos. Pero siempre el practicarla tiene sus peligros, de ahí que la conducta ritualista es, en ciertos casos, muy racional (sí por racionalidad se entiende vivir tranquilo y quitarse los problemas de encima).

4. Los retraídos, son los que rechazan los valores convencionales y los medios para alcanzarlos. Un ejemplo serían los miembros de una comuna autosuficiente. Son aquellos que se alejan del mundanal ruido y que forman sus grupos propios.

5. Los rebeldes, esta última categoría comprende a los que rechazan los valores convencionales y los medios para alcanzarlos (al igual que la 4rta), pero desean sustituirlos por nuevos valores y nuevas formas de alcanzar o realizar esos valores.

Algunos miembros de partidos políticos o de movimientos renovadores forman parte de esta categoría. También entrarían en este apartado los que forman parte de contrasociedadescon sus subculturas.

Como se ve la sociología, o mejor dicho, sus autores extraen de la realidad cotidiana las palabras que luego de un proceso de filtro convierten en herramientas. Es una estrategia válida y simpática, aunque presenta sus riesgos. El valor de los términos técnicos está fuera de toda duda (sino sería imposible hablar y entenderse científicamente), el problema es cuando, en las ciencias humanas, en parte el lenguaje es técnico, en parte es el común y nadie distingue a simple vista cuando se entrecruzan ambos.

Desde su publicación inicial en 1938 la clasificación de Merton ha sido muy alabada, pero se la ha criticado (Johnson y Turner, 1984) por no poder explicar algunos tipos de desviaciones como el alcoholismo o los desórdenes mentales. Y posteriormente han llovido más críticas. Sin embargo me decido a incluirla en este cursillo porque, a pesar de sus deficiencias, muestra muy bien lo que es un enfoque sociológico de un problema social. Aquí lo que se analiza es la relación entre valores y objetivos lícitos que la sociedad propone y los medios que esta misma sociedad dispone para alcanzarlos.

Estamos muy lejos de teorías que intenten explicar el problema apelando, por ejemplo, a traumas o frustraciones poderosas ocurridas durante la infancia. Se intenta explicar el problema atendiendo a la lógica que cuando hay dulces para repartir y son pocos... se generará inevitablemente alguna forma de competición y conflicto. Algunos aceptaran la propuesta y jugarán limpiamente para alcanzar el premio(según las reglas del juego que se dicten) son los conformistas; otros jugarán sin saber ni importarles porque juegan (los ritualistas); otros, en fin, abandonarán el juego sea para inventarse otro, o para tirarlo abajo (los retraídos y los rebeldes).

Luego de algunos años de práctica sociológica estoy persuadido que toda clasificación (y la teoría que la sustenta) es susceptible de encontrarle grandes agujeros (recuérdese la Ley nº 1, de la introducción); sin embargo una clasificación puede ser muy valiosa en tanto orienta la búsqueda en una dirección productiva. Bien... creo que eso sucede con Merton.

Analicemos otro término sociológico importante, el:

Control Social: Se refiere a los esfuerzos de un grupo, o sociedad, para autorregularse. En un sentido general es el mantenimiento del orden y la estabilidad en una comunidad.

El control social depende de la cooperación (dejando de lado el hecho de si ésta es voluntaria o a regañadientes). El control social es lo opuesto al control coercitivo, no legitimado, que solo depende de la amenaza. Sin embargo cualquier práctica social no deja de incluir un elemento de coerción (está allí, aunque no se ejerza).

Los controles sociales funcionan sobre diferentes niveles de presión o violencia. Ej. en el caso de fumar se puede prohibir hacerlo en lugares públicos, un extremo de un continuo; o cambiar la valoración permisiva de este acto por medio de la propaganda adecuada que genere el rechazo colectivo (el otro extremo, donde se busca el consenso generalizado).

Todo grupo y, por supuesto, toda comunidad establece alguna forma de control social para poder subsistir. Muchos de estos controles son inconscientes y por ello más eficaces. El proceso de socialización y resocialización incluye la aceptación, desde la perspectiva individual, de nuevos controles sociales.

Resumiendo, el control social descansa sobre la socialización (recordemos que es el proceso de transmisión de valores, normas y hábitos a los nuevos miembros). Los controles son más eficaces cuando no son externos sino interiorizados; cuando los patrones culturales llegan a ser parte de la estructura de la personalidad. Cuando el desviarse de las normas hace que la mayoría de las personas se sientan culpables y desorientadas. El control social se convierte en autocontrol.

Pero la socialización nunca es perfecta, ni en el individuo ni en los grupos sociales. Además tampoco se pueden interiorizar todas las reglas que la sociedad considera "adecuadas". También existen muchas situaciones nuevas, aún no cubiertas por reglas, donde la improvisación es la única alternativa posible. En suma, también se necesitan frenos exteriores al individuo, son las "sanciones":, es decir, recompensas por conformarse a la norma, o castigos por violarla.

Controles Sociales Informales:

El concepto señala la presión no oficial, no evidente para conformarse a las normas y valores.

Funciona porque las personas desean vivir ajustándose a las expectativas de los otros (aunque de ello no sea educado hablar).

Sanciones informales positivas son: una alabanza, una sonrisa, un beso...; y negativas son las amenazas (verbales o físicas), mala cara, ridiculización, el silencio (en ciertos casos, porque el silencio es siempre una señal ambigua), etc.

Erwin Goffman (1967) descubrió que las personas llegan a extremos para guardar las apariencias. La mayor parte de las conversaciones son "intercambios rituales" en los que el principal objetivo es evitar momentos difíciles de manejar. Damos la impresión de estar interesados y cubrimos los intervalos de silencio porque son amenazantes. Quien comete una falta ofrece una disculpa y el interlocutor otorga el perdón; el infractor concluye con una expresión de gratitud. Tales gestos rituales permiten que cada uno sienta que la armonía se mantiene.

La vergüenza juega un importante papel. Según Goffman la incomodidad que produce la vergüenza crea una motivación fuerte para evitar comprometerse en conductas que susciten desaprobación social. Téngase en cuenta que, sociológicamente, la vergüenza alcanza a muchas conductas que moralmente no son vergonzosas. De la misma manera que un niño refrenará sus ganas de aprender si advierte que para sus compañeros eso es un signo de "mariquita", un adulto puede incorporarse a una conducta general torpe y estúpida si con ello se gana el aprecio de sus congéneres.

Quizá sea por advertir este fenómeno es que el sociólogo, muchas veces sin darse cuenta, tiende a relativizar los comportamientos amorales en grandes grupos. Sabe, o intuye, que mucha gente que participa lo hace presionada por el ambiente general; y que en circunstancias diferentes no aceptaría participar en lo que ha sucedido.

También es una observación interesante el percibir que hay personas que son capaces de sustraerse a la presión de un ambiente homogéneo. Pero son, en sentido sociológico, auténticos "bichos raros". No siempre la gente que se aparta obra adecuadamente (a veces esa posición parece surgida de profundos conflictos neuróticos), sin embargo constituyen un yacimiento de *experiencias Volviendo al tema, es una ventaja para todos seguir reglas -dice Goffman-. Se hace predecible el comportamiento de unos con otros. Cuando las reglas se quebrantan ambas partes se desacreditan.

Las penas informales van desde una leve desaprobación hasta un tratamiento diferencial. En el caso de los hospitales ser "paciente problema" (resultado de no someterse a los procedimientos y normas de la institución) lleva a estar peor cuidado, hay mayores probabilidades de una negligencia deliberada, una prematura dada de alta, o una remisión al psiquiatra. También la dirección está menos dispuesta a aceptar sus quejas.

Controles Sociales Formales: Comprende las presiones directas y oficiales para conformarse a las normas y valores sociales. Existen organizaciones especializadas como la policía, los tribunales, las cárceles, los centros de rehabilitación, etc.

Este control tiende a ser coercitivo. El sistema medico-psiquiátrico también funciona como una institución de control social al definir quién está "enfermo" y luego manejar la "enfermedad". El caso extremo de la ex-URSS con el tratamiento psiquiátrico para disidentes políticos muestra, como con lupa, lo que en otras circunstancias también puede darse; aunque más atenuado porque existe una red controles sociales que se vigilan mutuamente.

El control social necesita del "poder" para poder regular la conducta de los individuos. Algunos sociólogos, sobre todo los de tendencia marxista, acostumbran a preguntarse quién está controlando, a quién, y por qué medios, bajo qué circunstancias y por qué razones. Lo que es una pena es que durante el régimen soviético no hayan dirigido su investigación para ese lado. Sin embargo el análisis crítico del control social es un capítulo que no debe faltar en ningún estudio social serio.

La relación entre conducta desviada y control social es muy compleja. Sucede a menudo que los que tienen por cometido hacer cumplir la ley usan a los transgresores menores para atrapar a los más importantes (ej. en el caso de drogas, o de terroristas arrepentidos).

Por último la creación de nuevas reglas puede tener una consecuencia perversa al crear nuevas formas de crimen y desviación. Ej. la ley de inmigración de EEUU de 1982 donde dispone que los empleadores que contratan trabajadores sin documentación, cometen crimen. El resultado fue una explosión de falsificaciones de tarjetas del Seguro Social, de recibos de renta, de formularios para declaración de impuestos sobre el ingreso y de certificados de nacimiento

En las sociedades tradicionales, sobre todo en las muy pequeñas, los controles informales eran suficientes. En las contemporáneas los controles formales tienen un peso mucho mayor. Lo que antes era objeto de vergüenza ahora se redefine como un crimen y se castiga con multa o prisión.

En la próxima clase veremos con mayor detalle la conducta "desviada", que es la clase de comportamiento que infringe normas o expectativas sociales y que por ello tiene como consecuencias la desaprobación social o, en los casos mayores, el castigo.

 

Fin de la 5ª clase.
Carlos Salinas.
14-febrero-2000

 



lunes, 15 de diciembre de 2025

Cap.4. Un antiguo curso de Sociología

Resocialización


"Carlomagno trató inútilmente de aprender a escribir ya mayor: así también alguien puede aspirar inútilmente a aprender un modo de pensar. Nunca le resultará familiar."
(Ludwig Wittgenstein. "Aforismos Cultura y Valor". Espasa Calpe.Austral. Madrid,1995. afor.138)


La resocialización es la internalización, por parte del individuo, de una cultura o subcultura diferente. La adopción gradual o brusca de nuevos valores, pautas y marcos de referencia. Tiene su sus límites, tal como lo muestra la cita inicial de esta clase; pero éstos son muy amplios. Hay grandes variaciones personales que introducen un factor de incertidumbre psicológica, aunque no sociológica (que se basa más en los grandes números). 

La circunstancias resocializadores son evidentes cuando la persona ingresa en una institución como el ejército (en cualquiera de sus variedades), una cárcel (en calidad de convicto) o un hospital mental (como paciente). También cuando cambia de país; incluso los más cercanos tienen suficientes variaciones culturales como para crear incertidumbres.

En un grado menor se produce un fenómeno de socialización secundaria (o resocialización) cuando se ingresa, en forma permanente, en un ambiente muy estructurado tanto desde el punto de vista organizativo como por la clase de actividades que se realizan. Entrar a trabajar en algunas empresas (de gran envergadura), en hospitales, comisarías, etc. son ejemplos que a menudo muestran los manuales de sociología. En estos casos se trata de integrarse a una subcultura específica con sus valores, sus conductas y sus fobias características. 

En general puede decirse que la admisión de un nuevo miembro en un grupo estable supone un esfuerzo de resocialización* para el nuevo integrante. Cuanto más grande sea el grupo o cuanto más al margen esté de la cultura dominante mayor será el esfuerzo de resocialización debido por el novato.

Las teorías generales tienen aquí mucha importancia para analizar la cuestión. Si se parte de la concepción que es en la infancia donde se graban indeleblemente todos los rasgos de la personalidad, la resocialización siempre tiene un efecto limitado; pero si se piensa (como actualmente se está imponiendo) que las experiencias de adulto, de un adulto joven, son también fundamentales psicológicamente (el trabajo, la paternidad, el divorcio, los cambios de domicilio y lugar, etc.) la *resocialización pasa a un primer plano.

A un estudiante atento no se le escapará que el comentario anterior está sugiriendo una orientación psicológica del término (con su acento en la conducta del individuo) en vez de ser sociológico (con un matiz diferente, haciendo hincapié en la conducta grupal). No obstante el concepto es propio de la sociología aunque puede servir tanto para una u otra disciplina.

Lo que está indicando es que tenemos delante nuestro una "zona de fricción", dos perspectivas diferentes interpretando la conducta individual: el individuo y su historia (psicología) y el individuo y su presente actual (sociología).

El análisis de esas zonas compartidas excede completamente los límites del cursillo, así que me eximiré de entrar en detalles (que además plantean cuestiones muy controvertidas); no obstante para no dejar colgados a mis silenciosos lectores puedo decir que un buen criterio podría ser el uso que se diera a la información. 

Si lo que se pretende es solucionar algún mal funcionamiento individual, nada mejor que la psicología; si, en cambio, se buscan pistas para detectar problemas en el grupo o institución que acoge al individuo, obviamente será mejor la sociología (aunque, estoy seguro, este reparto de tareas no será compartida por la mayoría de los psicólogos; ya que es muy notorio el impulso por intervenir activamente en tales problemas. ¡Por mí, que no quede!)

Deseo llamar la atención sobre un fenómeno crucial: el individuo necesita de la sociedad como el pez del agua. Y es ésta, la sociedad, la que determina su posible frustración o desarrollo en cualquier etapa de su vida. La visión romántica del individuo oponiéndose a la sociedad, distante, aristocrático, sobre una roca que mira a un mar de nubes... es tan falsa como seductora. Toda oposición, para ser duradera, necesita de una "contrasociedad" que convierta al individuo opositor en algo más que una figura gesticulante y patética. Hasta hace muy poco tiempo esa "contrasociedad" requería grandes esfuerzos de creación, ahora, en cambio, y gracias a Internet las posibilidades se han multiplicado con tanta rapidez que aún no nos damos cuenta de lo que está pasando.

Internet ha acercado a personas que, antes, apenas podían comunicarse por carta o por teléfono y que, por limitaciones tecnológicas, no podían formar una "rueda" comunicativa que es clave en el mantenimiento de un grupo. Si uno se pone a pensar en que un grupo como el que sigue este "mini cursillo" abarca una extensión geográfica que va desde Japón hasta Estados Unidos y desde España hasta Argentina (sin incluir, por brevedad, otros países que también están representados), se puede tomar conciencia de que, hoy por hoy, las comunidades virtuales generan un fenómeno radicalmente nuevo. No es la distancia en sí mismo donde radica el cambio, sino en la inmediatez de la comunicación (lo que supone una interacción mucho más realista). Estas líneas pueden, en este momento ser leídas por personas que están a miles de Km de distancia física; y yo puedo enterarme de sus pensamientos esta misma noche... y ¡responderles!, continuando la rueda.

Como se ve las posibilidades de interacción han crecido verticalmente. Lo cual incide en la posibilidad de nuevos procesos de resocialización no previstos hasta ahora. Es posible pensar en comunidades virtuales, con efectos tan reales como las comunidades tradicionales (aquellas que existen en una zona geográfica circunscripta).

Por supuesto que estamos al principio del proceso; un largo proceso que se desenvolverá a todo lo largo de este siglo XXI. Lo que ahora tenemos (en comparación con lo que vendrá) podría parecer una caricatura... pero ¿es el bebé una caricatura del hombre? Me inclino por pensar que lo que ahora tenemos es una etapa perfectamente legítima, y que incluso, cuando el desarrollo haya dejado atrás estos tímidos balbuceos, no faltarán personas que recuerden nuestros tiempos con nostalgia. Algo así sucede (y en ellos me incluyo) pensando en la época de FIDO y otras redes similares, en los tiempos en que Internet apenas era un fenómeno paralelo.

Volviendo a los procesos de *resocialización, en éstos influye mucho el estatus socioeconómico de los individuos. Los cambios que se producen no dependen, en la mayoría de los casos, de la pura voluntad individual; pero el nivel socioeconómico puede ser determinante para hacerlos más o menos llevaderos. Tomemos como ejemplo los cambios que sobrevienen con la edad, concretamente aquellos que acompañan a la vejez y la jubilación. Nuestra sociedad, occidental, avanzada, deja muy poco lugar (socialmente hablando) para los últimos años de vida; no importa que la persona siga saludable y en la plenitud de sus facultades intelectuales. El cambio de la jubilación, la pérdida voluntaria (muchas veces deseada) u obligatoria del estatus laboral va acompañado de trastornos en todos los órdenes de la vida. El individuo observa una multitud de transformaciones en cascada; desde su posición en el seno de su familia, hasta la relación con sus amigos y demás personas del entorno.

Cuanto más alto sea el nivel socioeconómico más tolerables pueden ser dichos cambios. La pérdida de prestigio derivada de la pérdida de poder (resultado a su vez, de su "trabajo"), se ve compensada con la inserción en nuevos grupos donde el ocio permite actividades estimulantes. En cambio para los niveles más bajos, la situación implica simultáneamente la liquidación de deberes enojosos y de todo el poder y el prestigio que los acompañaba. Muchas personas sobreviven poco tiempo a su jubilación; ella puede ser un golpe fatal que paradójicamente se lo toma como un beneficio. Quizá porque la atención de la persona sólo se concentra en los deberes que ya no existen, y no contempla la situación general que lo aguarda.

Faltan estudios sociológicos que permitan conocer la envergadura real del derroche que realiza la sociedad "jubilando", aparcando, una parte de su población que todavía tiene fuerzas, imaginación e inteligencia para aportar. Aquí puede verse, con cierta claridad, que sin un conocimiento de lo real, de la efectiva dimensión del problema, las soluciones que se esbocen serán tiernamente ingenuas. Las ciencias humanas no mejoran en si mismas a la humanidad (no es su función), pero tienen su parte importante a la hora de tomar decisiones cruciales. Sin saber lo que sucede de verdad la situación es puramente ideológica; tiende a resolverse por principios generales que no solucionan nada.

Todo tipo de cambios, sobre todo aquellos de consecuencias que se alargan, someten al individuo a las tensiones derivadas de la resocialización. Piensese en las emigraciones internas; los trasvases campo-ciudad y zonas deprimidas en relación con áreas desarrolladas. O la "fuga de cerebros" que dejan los países subdesarrollados hacia los punteros; una emigración altamente cualificada que sin embargo está sometida a las mismas tensiones básicas que sus paralelas menos afortunadas. Y no olvidemos los cambios producidos por guerras, y accidentes de toda clase (como representó para un número considerable de personas el accidente de Chernobyl). Estos movimientos demográficos pueden ser masivos o gota-a-gota; el caso de los niños marroquíes que comentábamos es de la segunda clase. En cualquier caso, a la larga, se van formando comunidades de "recién" llegados que constituye verdaderos guetos subculturales.

Los gobiernos constatan su impotencia para impedir los flujos migratorios. Cuando la gente se quiere ir no se la puede detener... mucho tiempo. Aquello de "votar con las piernas" se comprueba de muchas maneras. En realidad, la gente aún no se quiere realmente ir de su tierra si no hay poderosos motivos que la empujan. Todo el mundo le tiene miedo a la sociedad anfitrión, por más que se conozcan o se imaginen algunas de sus ventajas. Ese miedo tiene una base real. No es lo mismo vivir en la tierra que te vio nacer que ser un "inmigrante". Los cambios de idioma, de religión, de costumbres. Las fiestas, la escuela, el trabajo. La crianza de los niños, el matrimonio, las maneras de envejecer; incluso hasta la forma de morir... cambia. Cambia todo y el individuo tiene que adaptarse a esta nueva realidad asimilándola. Proceso que es doblemente difícil porque no sólo está el esfuerzo personal sino la aceptación colectiva de los nativos.

Los "naturales" de un lugar tienen también sus miedos, y sus inquietudes. Saben que no hay trabajo para todos; que los nuevos traen nuevas costumbres, algunas francamente desagradables; que tienen otros valores; que no resuelven de la misma manera sus conflictos; que resultan molestos en la convivencia y poco confiables si les das la espalda. Que dentro de poco los puedes tener dentro de tu casa, casándose con alguno de tus hijos, formando parte de la misma familia.

El conocimiento se mezcla con los prejuicios. La historia sobrevive en el presente. Los viejos fantasmas renuevan su vitalidad. Hay demasiadas cosas en juego para aventarlas con un solidario "¡venid... y ya nos arreglaremos!". Las migraciones son ríos de problemas en marcha. Resulta difícil sustraerse a ellos cuando invaden una parte de nuestro planeta.

En el siguiente artículo se ve algo de lo que comento:

www.abc.es
domingo 16 de enero de 2000
Moriscos de ayer y de hoy
Por CÁNDIDO

LAS acentuadas suspicacias que existen hacia la inmigración engarzadas en unos índices anormalmente bajos de natalidad en España parecen responder a leyes sociales profundas en cuanto son hechos que se repiten en la historia, con las variaciones propias de cada tiempo. 

Esta vez voy a fijarme nada más que en la expulsión de los moriscos (1609/1614) que tiene significación muy amplia en Cervantes, en el Quijote, pero sobre todo en el «Coloquio de los perros». Como allí no son políticos, sino perros los que hablan, la fidelidad a los sentimientos populares no está en entredicho. Descuento que Cervantes estuvo preso en Argel unos cinco años, lo que implica cierta parcialidad, pero con toda certeza lo que dicen los perros, Cipión y Berganza, es lo que pensaban los españoles de principios del siglo XVII, que no se aparta mucho de lo que piensan hoy, al margen de que sus pensamientos fueran o no serenos y justos. Berganza, que luego de ser «perro de muchos amos» pasa a propiedad de un morisco, dice de tal gente que «róbannos a pie quedo, y con los frutos de nuestras heredades, que nos revenden, se hacen ricos, dejándonos a nosotros pobres». Pienso que esa misma causa empujó también a la expulsión de los judíos en 1492, que si hubieran sido pobres y aun siendo como eran el pueblo más inteligente e imaginativo de la Diáspora, el rigor no habría sido tanto. A mayor abundamiento dice Berganza de los moriscos: «Todos se casan, todos multiplican, porque el vivir sobriamente aumenta las causas de la generación». El perro, versado en estudios bíblicos, como tiene que ser, asegura su argumento con el de los doce hijos de Jacob que entraron en Egipto y que al ir a sacarlos Moisés del cautiverio eran ya seiscientos mil, sin contar mujeres y niños. Poco más y todos israelitas en Egipto como todos moriscos en España si no es por Felipe III, como ahora, si Aznar no lo remedia. Les preocupaba mucho a los españoles de entonces no tanto el no tener hijos como que los tuvieran los moriscos, con papeles o sin ellos, y así, Juan Rufo, en la «Austriada», que es de 1584, dice que los moriscos gozaban de larga vida porque no iban a la guerra, y por entonces había guerra todos los fines de semana, de manera que «ellos bien reservados destos daños / teniendo cuatro hijos en tres años». 

Por esas mismas fechas de finales del siglo XVI, antes de que los perros de Cervantes echasen a hablar, los procuradores de las Cortes de Castilla ya malmetían contra los moriscos diciendo que «crecen en tanto número por ser gente que no va a la guerra..., sino que todos se casan y multiplican, y permanecen sin ser entresacados ni disminuidos por los casos que lo son los naturales destos reynos, a lo qual se agrega que comúnmente usan dieta y son de larga vida, lo que también aprovecha para más multiplicación». Como se ve aquella gente estaba obsesionada con la índole prolífica de los moriscos y ni por casualidad se les ocurría competir en ello, disculpándose con la guerra. El otro perro, Cipión, responde a su compañero: «...celadores prudentísimos tiene nuestra república, que, considerando que España cría y tiene en su seno tantas víboras como moriscos, ayudados de Dios, hallarán a tanto daño cierta, presta y segura salida». Y así pasó, Felipe III firmó la orden de expulsión de las víboras va para cuatrocientos años.

El problema demográfico aparece hoy en España por motivos intrínsecos a la misma sociedad y paralelamente al de la inmigración. A pesar de que en una visión inmediata no obren simultáneamente y el cosmopolitismo haya arrasado en buena medida la preocupación por la identidad nacional, aunque sin borrar el ansia de privilegio dentro de la propia sociedad, ambos problemas hay que verlos juntos, pues la consecuencia general se infiere de la conjunción de ambos, exactamente como en el siglo XVII.

Puede reconocerse en este artículo que nuestros fantasmas son de honda raigambre. Son nuestros inconscientes parientes. Pero no hay pueblo que esté libre de ellos. No caigamos en el error de demonizar a unos y santificar a otros. Si Europa tuviese que emigrar de la misma manera a Africa y al cercano oriente no lo tendría nada fácil. Las barreras funcionarían, implacables, sólo que de signo contrario.

Buen sociólogo era Cervantes, y buenos sociólogos puede haberlos aunque no tengan su certificado universitario. No están en los claustros todos los que son. En realidad se requiere un poco de reflexión y mucho de observación para alcanzar cierto nivel razonable. La misma estructura del conocimiento actual resulta monopolizada por ciertas instituciones que al dar certificados presumen también de que fuera de ellas no hay más que desierto. Uno de los cambios importantes que puede traer Internet a nuestra civilización es la liquidación de algunos monopolios, entre ellos, la estrecha asociación de conocimiento científico con instituciones concretas. Cuando el conocimiento se expande también se amplían los métodos y las herramientas de investigación. Es un proceso lento, como las migraciones, pero que al cabo de un siglo cambia totalmente la faz del mundo.

Comprender las dificultades de toda *resocialización Una vez que, eso espero, os he motivado respecto de lo que estamos haciendo, vamos a dar otra vuelta de tuerca y probemos adquirir nuevas herramientas conceptuales:

Poder:
Autoridad, dominación. La capacidad de hacer lo que se desea, aunque los demás se opongan. Si el poder es aceptado por el grupo se suele hablar de "autoridad", sino lo es se emplean términos con significados más peyorativos como "dominación" cuando no "tiranía".

En realidad el poder es siempre el poder, aunque resulte más agradable si se lo acepta. El poder necesita del plural; por lo menos tiene que haber dos para ejercerlo. Cuando se habla del "poder sobre uno mismo" se está suponiendo un desdoblamiento implícito; una parte de la persona se impone a otra.

El poder ha sido tan denostado como aplaudido. Hay gente que ve al líder, aquel que tiene más poder del grupo (pero no todo-el-poder), como una especie de semidiós. Las alabanzas que el líder recibe en los regímenes fascistas dan asco; pero a veces también se escuchan en otras partes.

El que escribe estas líneas sostiene que el único poder bueno, es el poder limitado; cuanto más limitado mejor. Los seres humanos no nos distinguimos por nuestra perspicacia y darle demasiado poder a un congénere es similar a darle un garrote a un mono (mejor ponerse a distancia).

Nivel socioeconómico:
La población puede ser vista como un pastel con diversas capas: es el fenómeno de "estratificación". Cada capa supone una subcomunidad que tienen parecidas posibilidades de vida, similares valores, y pautas también reconocibles. Así se puede hablar de clase alta, o de clase media, o de clase baja.

En la práctica los niveles son mayores y tienen su importancia sociológica sobre todo en la "respuesta diferencial" de cada estrato frente a los mismos problemas. Cada "clase" responde a su manera, grupalmente, como un todo, aunque sus miembros no se conozcan ni tengan relaciones.

Los estudios sociológicos investigan como sienten, qué y dónde gastan, como responden frente a determinados estímulos dichos niveles. Ello permite elaborar políticas y comprender conflictos. Para definir un nivel socioeconómico se hacen complejos estudios donde se investiga desde el nivel de rentas, de ingresos laborales, los estudios que predominan, las actividades de toda clase, y en general cualquier conducta social que sea habitual

Estos estudios reemplazan a las grandes generalizaciones de los grandes clásicos de la sociología, como Karl Marx o Max Weber. Son mucho más útiles para los fines buscados, pero suele perderse de vista el proceso global. La sociología también está en constante cambio y este es un tema, muy propio de esta disciplina, que también sufre su crisis de identidad.

Ritual:
Conducta prefijada que requiere un orden estricto. Cada parte del proceso es esencial.

La sociedad está llena de rituales; la transferencia de poder en el gobierno, o de bienes; el establecimiento de nuevos vínculos (como el matrimonio) o de alianzas; la manera de presentarse o de despedirse, etc., etc.

Se dice que hay sociedades que aman más los ritos que otras... yo lo pongo en duda, porque los rituales son propios de los cambios de estado; los que marcan y advierten que estamos en una nueva situación. Lo que sí cambia de sociedad a sociedad son las "ceremonias" con que se manifiestan estos rituales. Y aquí es evidente la gran diversidad y, sobre todo, un gran cambio en el "tempo" y en los "modos" de celebración. Existen sociedades muy ceremoniosas (como la japonesa) y otras más informales (como la española), pero todas tienen sus rituales; como bien lo advierte alguien que no los conoce y se da cuenta, por el silencio circundante, que ha "metido la pata".

Ritos de paso:
Son las ceremonias que celebran y publican la transición de un estado de vida a otro. Las transiciones vitales en nuestra sociedad tienden a ser más difusas (aunque siguen existiendo, como la "el primer día de clase", "la primera comunión", el "viaje de graduados", la "despedida de soltero"... etc.); en cambio en las sociedades tradicionales, los ritos de paso ocurren en tiempos fijos y marcan claramente la transición tanto para el propio individuo como para la comunidad donde se realiza.

Ideología:
Cualquier concepción del mundo cuya amplitud sobrepasa el conocimiento científico actual. También cualquier argumentación que enmascara intereses de clase o de grupo.

El uso de este término puede traer dificultades de comprensión sobre lo que realmente se está diciendo. En la vida cotidiana pensamos "ideología" como el conjunto de ideas que tiene una persona, o un partido, o una organización determinada. Este uso también existe en sociología. Una "ideología" sería, en este caso, el equivalente a una concepción del mundo. La ideología abarcaría no sólo lo que se sabe sino también lo que se cree, incluyendo lo que se "debe" creer.

El segundo uso (la ideología como enmascarando intereses) fue usado por Marx, aunque su invención es anterior. Se lo emplea cuando se afirma, por ejemplo, que tal juicio es "ideológico", queriendo decir que esta encubriendo, defendiendo, intereses que no se atreve a manifestar a cara descubierta.

Por ejemplo. Diera la impresión que cuando una organización patronal (sin ir más lejos) considera que la crisis económica se debe: "a los salarios excesivamente altos", no está enunciando un juicio sólido proveniente de la ciencia económica sino una manifestación típicamente "ideológica", en el último de los sentidos mencionados. El hecho de que nunca se haya oído a un grupo patronal quejarse de los excesos de beneficios... abona la última interpretación. El desenmascaramiento del conocimiento ideologizado es una tarea fundamental de la sociología; y también una manera eficaz de crearse enemigos.

Como ya avisé el término es usado de muchas maneras; en realidad dependiendo del autor habrá que guiarse por el contexto. Otro ejemplo de esta variedad se encuentra en Karl Manheim quien distingue entre "utopía" (ideas que tienden a romper el estado vigente) e "ideología" (ideas que sirven a la clase dominante y que sirven para reforzar el presente). Véase, a quien le interese el tema: "La Utopía. De Karl Mannheim a Isaiah Berlin" de Luis Racionero, en Claves nº 22, mayo 1992.

Personalmente prefiero el segundo uso. Tiendo a usar la palabra ideología para indicar un pensamiento no-científico ni filosófico sino puramente encubridor de intereses, una forma de enmascarar lo que uno quiere (u odia) con apelaciones de sentido general. Pero, quizá porque la palabra se presta y tiene cierta resonancia poética, uno no sabe que va encontrarse cuando alguien cita la palabra: ideología.

Aquí una diferencia importante. Hay que distinguir entre "ideología" y defensa de los intereses. En el segundo caso no estamos hablando de argumentos ideológicos. La defensa de un interés, personal o social, es legítima. No se puede pedir que los demás no defiendan sus intereses; pero si se puede exigir que se diferencie entre el conocimiento técnico y científico, y esta defensa. Una frontera sutil, y fácil cruzar. En la práctica se cruza a diario. El problema radica en que una defensa de intereses de grupo o individuales que no argumente sobre la base de cuestiones generales... pierde fuerza. Ya se conoce, desde la antigüedad, que no es lo mismo decir que esto "es así" porque me gusta a mí, que afirmar que esto "es así" porque Dios lo quiere.

El ser humano es un "ideólogo" (en el segundo sentido) militante. Siempre encuentra razones generales para ocultar sus intereses personales. El sociólogo lo sabe y por ello suele tomar una actitud escéptica frente a las "cosmovisiones", a los grandes marcos de referencia. Sabe que estos "grandes marcos" son defendidos no por toda la sociedad sino por grupos y comunidades muy concretas; y que los valores que sostienen los sostienen porque además los favorecen (aunque siempre hay despistados que atienden a la lógica de los argumentos y no a los intereses que se ocultan bajo la manta lógica)

Tema delicado donde los haya el si los humanos sé autoengañan de tanto engañar, o simplemente creen y luego se dan cuenta que esa creencia los beneficia. Permitidme que guarde, sobre este asunto, un respetuoso silencio.

Así que, aprovechando este momento de meditación colectiva, hago mutis por el foro y me despido hasta la próxima clase.


Fin de la cuarta clase.
Carlos Salinas.
10-febrero-2000



Cap.6. Un antiguo curso de Sociología

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