domingo, 21 de diciembre de 2025

Cap.5. Un antiguo curso de Sociología

Control Social


"Estos son mis principios. Si a usted no le gustan, tengo otros"
(Groucho Marx)

"Cien mil lemmings no pueden equivocarse" 
(Graffiti)

En la clase anterior mencionamos, de pasada, algunos fenómenos de resocialización en condiciones de fuerte presión. Ahora vamos a analizarlos un poco más en detalle, porque tiene bastante relación un tema que pensamos tratar en esta clase: el control social.

Una situación carcelaria provoca una marcada resocialización. Reúne las condiciones ideales de ser completa (abarca las 24 horas del día) y no depender de la voluntad del sujeto; lo cual supone que o se adapta o... se adapta.

En la práctica la observación de que las cárceles son verdaderas universidades de delincuentes es perfectamente probable. Piénsese en los valores y pautas de conducta que deben predominar entre los presos para vivir y convivir. Toda comunidad tiende a ser "etnocéntrica"; a vivir a los demás como los de "afuera". Un encarcelamiento de años provoca un cambio de hábitos y valores bastante profundo.

Además, cuánto más estresante sea el proceso (sobre todo emocionalmente) más fuertes serán las modificaciones de personalidad y conducta.

Un ejemplo extremo lo tenemos en los "campos de concentración" nazis.

Bruno Bettelheim, psicólogo que tuvo la desgracia de vivir en directo en dos de los famosos campos de exterminio, Dachau y Buchenwald, proporcionó exactas descripciones del fenómeno de resocialización.

Al principio los prisioneros intentaban mantener la conducta y los valores de su procedencia, pero a poco se revelaba una tarea imposible. Las torturas, el miedo, la privación de las comodidades habituales, el hambre, el hacinamiento y la incertidumbre contribuían a que sus personalidades fueran quebrándose. Unos morían pronto, otros se convertían en seres sin voluntad e intereses; verdaderos "cuerpos andantes". Otros adoptaban un comportamiento infantil perdiendo el sentido del tiempo y con bruscos carácter de ánimo ante sucesos triviales.

Los que duraban más de un año, los "viejos prisioneros", eran incapaces de recordar nombres, lugares o sucesos de la época anterior. Imitaban el comportamiento de los guardias e incluso utilizaban harapos tratando de copiar sus uniformes. Imitaban la personalidad de sus carceleros tratando de ser aún más duros que los propios SS, recreando sus brutales juegos y maneras de entender la convivencia.

Son diversos y coincidentes los relatos de ex-prisioneros que muestran como gran parte del sufrimiento se debía al trato despótico y cruel de los propios prisioneros dotados de alguna migaja de poder.

Además de la experiencia de los campos de concentración también mencionaremos otra manera, coincidente en sus resultados, de resocialización forzada: son las conocidas técnicas de "Lavado de Cerebro".

Técnicas para cambiar la personalidad que han sido ensayadas con éxito en diferentes momentos del cruel y agitado siglo XX. En la guerra de Corea con los soldados americanos prisioneros, en diferentes guerras civiles de Asia y en la guerra de Vietnam nuevamente con prisioneros de USA.

Todos los relatos a posteriori (en ex-prisioneros rehabilitados) muestran ciertas constantes en el "tratamiento". Es fundamental que el sujeto se vea sometido a una situación sin saliday de forma permanente. La liquidación de cualquier esperanza en la que la oposición a la autoridad tenga alguna probabilidad de éxito.

El interrogador alterna los castigos con premios, cuando se observan vacilaciones o cambios en la personalidad del tratado. En el más puro estilo del condicionamiento de animales. Poco a poco se fractura la antigua personalidad hasta que las víctimas "empiezan a sentir afecto por el interrogador que ha estado tratándoles con severidad". Comprenden su punto de vista y paulatinamente van adoptando la perspectiva de la autoridad. En la medida que lo hacen el rigor se dulcifica, pero siempre está presente con su potencial amenaza. Un fenómeno similar se revela en los secuestros de larga duración. Es lo que se ha llamado el "síndrome de Estocolmo".

También se requiere un largo proceso, aunque por supuesto ni violento ni cruel, para devolver a esas personas a la vida normal anterior. De regreso a Estados Unidos, luego de la guerra de Corea (o la de Vietnam), estos prisioneros tuvieron que enfrentarse a un proceso de resocialización con el fin de integrarse al mundo pacífico en que debían vivir. No siempre se alcanzaron totalmente esas metas, secuelas neuróticas quedaron para toda la vida (según lo que consta de algunos casos). 

Un proceso muy similar fue empleado por sistemáticamente por los organismos de seguridad soviéticos para lograr las famosas autoconfesiones (donde el prisionero confiesa horribles crímenes que perpetró durante años, en la ignorancia total de su entorno y familiares). Documentos que han quedado registrados en los gigantescos y tétricos archivos de la ex-KGB muestran que, en diversos casos, las conversiones (de inocente a considerarse culpable) fueron auténticas. Los prisioneros llegaron a creer que habían cometido toda clase de delitos contra el Estado, y la clase obrera.

En los últimos años otra forma drástica de resocialización ha llegado al conocimiento público, me refiero al fenómeno de "las sectas".

En este caso no hay violencia, o si la hay está muy dosificada. Se cuenta con la voluntad y el deseo del propio sujeto que decide integrarse plenamente en la manera de percibir el mundo y a los valores de su nueva comunidad "religiosa".

En principio puede existir engaño y manipulación por parte de la organización sectaria, pero no siempre es necesario (contra los que creen que el proceso no es posible sin estas artimañas). Existen bastantes personas en situación "anómica", es decir carentes de objetivos y marcos de referencia para quienes el grupo al que se acogen puede ser una tabla de salvación psicológica.

Este es un problema muy complejo ya que en un adulto debe respetarse su elección siempre que se haga dentro del marco legal vigente. Pero a los efectos del tema que tratamos organizaciones cerradas, jerarquizadas y de carácter religioso o cuasi religioso son o pueden constituir situaciones sectarias donde se requiere de sus miembros una entrega incondicional que, a ojos de un ciudadano normal, son incompatibles con los conceptos de libertad y democracia.

He seguido con interés el intento de vuelta a la normalidad que la policía de Cataluña ha llevado a cabo con varios miembros liberados de una organización sectaria y se puede ver que no tuvieron mucho éxito. Los ex-sectarios terminaron denunciando judicialmente a los policías y psicólogos por retención ilegal. Como se ve el proceso es sinuoso ya que no siempre la gente desea adoptar el marco de referencia de la comunidad global. Y esto es bueno... en algunos casos; y perverso en otros.

Una liquidación efectiva de toda marginación generaría un estado policial muy parecido al de las novelas de ciencia-ficción. Más aún, en una sociedad de rápidos cambios acompañados de una destrucción generalizada de pautas y valores tradicionales... no existen criterios indiscutibles para ejercer una protección jurídico-policial que vaya más allá de la voluntad de los ciudadanos adultos. Dejo aquí el interrogante porque su análisis nos alejaría demasiado del tema que hoy desarrollamos.

Por otra parte el tema no queda confinado a las sectas y a la sociología de la religión, el mismo fenómeno se observa en algunos grupos políticos o confesionales-políticos. Sobre todo aquellos que se enfrentan violentamente con la sociedad establecida (grupos revolucionarios y/o terroristas). Por la misma dinámica de su accionar tienden a desarrollar relaciones internas de carácter típicamente sectario.

Hay un concepto que se ha mencionado y que tiene bastante importancia en asuntos de resocialización y control social, me refiero a:

Anomia:

El término fue popularizado (en la literatura sociológica)por Robert K. Merton (sociólogo norteamericano) quien redefinió el concepto inventado por Emile Durkheim (un clásico en sociología de nacionalidad francesa) y que significaba para este último la situación, típica de una sociedad en proceso de cambio, donde las normas y valores tradicionales se destruyen sin ser reemplazados por otros. Para Durkheim esta clase de anomia era uno de los factores sociales que influía en el suicidio.

Merton, amplió el concepto de anomia para referirse a la tensión a la que están expuestos los individuos cuando las normas aceptadas entran en colisión con la realidad social. Cuando en la sociedad se ensalzan, por ejemplo, valores de éxito y de riqueza y a la vez la gente no tiene medios para alcanzar esas situaciones deseables.

En estos casos existen personas que no aceptan la brecha entre realidad y deseo. Los que no pueden triunfar pueden verse sometidos a una fuerte frustración "¿por qué no puedo tener lo que está al alcance de mi mano?". En estos casos la posibilidad de "salir adelante" por cualquier medio es una alternativa que puede seducir a los más combativos o a los que ponen a los fines por delante de los medios.

Merton identificó cinco posibles reacciones a las tensiones entre valores socialmente aceptados y medios limitados para alcanzarlos:

1. Los conformistas, aceptan los valores reconocidos y los medios legítimos para alcanzarlos. Independientemente que puedan o no lograrlos. La mayoría de la población se encuentra en este grupo. Nótese, para evitar un error por despiste, que aquí la palabra "conformista" no tiene significado moral peyorativo. Es sólo una descripción sociológica.

2. Los innovadores, que aceptan los valores reconocidos pero no los medios para alcanzarlos. Los delincuentes forman parte de esta categoría. No niegan el derecho de propiedad, simplemente eligen un método directo para asumirlo. Como toda categoría sociológica siempre presenta una zona gris (de difícil encuadramiento); personalmente pienso que muchos adeptos a la "ingeniería financiera" entrarían perfectamente en esta categoría... nada recomendable (para la sociedad, por supuesto).En este grupo encajaría la siguiente proposición marxista: "El secreto del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, esta hecho" (Groucho Marx)

3. Los ritualistas, aquellos que actúan conforme a los medios legítimos pero han perdido de vista los valores reconocidos que se deben alcanzar. Un ritualista podría ser un trabajador apático que cumple con su labor aunque carezca de perspectivas de desarrollo profesional y no obtenga beneficios importantes. También podría encuadrar lo que se ha dado en llamar "mentalidad de funcionario". En sustancia se trata de apegarse al día a día sin analizar ni criticar los resultados. Téngase en cuenta que esa crítica es valorizada en nuestra sociedad, a juzgar por los discursos académicos. Pero siempre el practicarla tiene sus peligros, de ahí que la conducta ritualista es, en ciertos casos, muy racional (sí por racionalidad se entiende vivir tranquilo y quitarse los problemas de encima).

4. Los retraídos, son los que rechazan los valores convencionales y los medios para alcanzarlos. Un ejemplo serían los miembros de una comuna autosuficiente. Son aquellos que se alejan del mundanal ruido y que forman sus grupos propios.

5. Los rebeldes, esta última categoría comprende a los que rechazan los valores convencionales y los medios para alcanzarlos (al igual que la 4rta), pero desean sustituirlos por nuevos valores y nuevas formas de alcanzar o realizar esos valores.

Algunos miembros de partidos políticos o de movimientos renovadores forman parte de esta categoría. También entrarían en este apartado los que forman parte de contrasociedadescon sus subculturas.

Como se ve la sociología, o mejor dicho, sus autores extraen de la realidad cotidiana las palabras que luego de un proceso de filtro convierten en herramientas. Es una estrategia válida y simpática, aunque presenta sus riesgos. El valor de los términos técnicos está fuera de toda duda (sino sería imposible hablar y entenderse científicamente), el problema es cuando, en las ciencias humanas, en parte el lenguaje es técnico, en parte es el común y nadie distingue a simple vista cuando se entrecruzan ambos.

Desde su publicación inicial en 1938 la clasificación de Merton ha sido muy alabada, pero se la ha criticado (Johnson y Turner, 1984) por no poder explicar algunos tipos de desviaciones como el alcoholismo o los desórdenes mentales. Y posteriormente han llovido más críticas. Sin embargo me decido a incluirla en este cursillo porque, a pesar de sus deficiencias, muestra muy bien lo que es un enfoque sociológico de un problema social. Aquí lo que se analiza es la relación entre valores y objetivos lícitos que la sociedad propone y los medios que esta misma sociedad dispone para alcanzarlos.

Estamos muy lejos de teorías que intenten explicar el problema apelando, por ejemplo, a traumas o frustraciones poderosas ocurridas durante la infancia. Se intenta explicar el problema atendiendo a la lógica que cuando hay dulces para repartir y son pocos... se generará inevitablemente alguna forma de competición y conflicto. Algunos aceptaran la propuesta y jugarán limpiamente para alcanzar el premio(según las reglas del juego que se dicten) son los conformistas; otros jugarán sin saber ni importarles porque juegan (los ritualistas); otros, en fin, abandonarán el juego sea para inventarse otro, o para tirarlo abajo (los retraídos y los rebeldes).

Luego de algunos años de práctica sociológica estoy persuadido que toda clasificación (y la teoría que la sustenta) es susceptible de encontrarle grandes agujeros (recuérdese la Ley nº 1, de la introducción); sin embargo una clasificación puede ser muy valiosa en tanto orienta la búsqueda en una dirección productiva. Bien... creo que eso sucede con Merton.

Analicemos otro término sociológico importante, el:

Control Social: Se refiere a los esfuerzos de un grupo, o sociedad, para autorregularse. En un sentido general es el mantenimiento del orden y la estabilidad en una comunidad.

El control social depende de la cooperación (dejando de lado el hecho de si ésta es voluntaria o a regañadientes). El control social es lo opuesto al control coercitivo, no legitimado, que solo depende de la amenaza. Sin embargo cualquier práctica social no deja de incluir un elemento de coerción (está allí, aunque no se ejerza).

Los controles sociales funcionan sobre diferentes niveles de presión o violencia. Ej. en el caso de fumar se puede prohibir hacerlo en lugares públicos, un extremo de un continuo; o cambiar la valoración permisiva de este acto por medio de la propaganda adecuada que genere el rechazo colectivo (el otro extremo, donde se busca el consenso generalizado).

Todo grupo y, por supuesto, toda comunidad establece alguna forma de control social para poder subsistir. Muchos de estos controles son inconscientes y por ello más eficaces. El proceso de socialización y resocialización incluye la aceptación, desde la perspectiva individual, de nuevos controles sociales.

Resumiendo, el control social descansa sobre la socialización (recordemos que es el proceso de transmisión de valores, normas y hábitos a los nuevos miembros). Los controles son más eficaces cuando no son externos sino interiorizados; cuando los patrones culturales llegan a ser parte de la estructura de la personalidad. Cuando el desviarse de las normas hace que la mayoría de las personas se sientan culpables y desorientadas. El control social se convierte en autocontrol.

Pero la socialización nunca es perfecta, ni en el individuo ni en los grupos sociales. Además tampoco se pueden interiorizar todas las reglas que la sociedad considera "adecuadas". También existen muchas situaciones nuevas, aún no cubiertas por reglas, donde la improvisación es la única alternativa posible. En suma, también se necesitan frenos exteriores al individuo, son las "sanciones":, es decir, recompensas por conformarse a la norma, o castigos por violarla.

Controles Sociales Informales:

El concepto señala la presión no oficial, no evidente para conformarse a las normas y valores.

Funciona porque las personas desean vivir ajustándose a las expectativas de los otros (aunque de ello no sea educado hablar).

Sanciones informales positivas son: una alabanza, una sonrisa, un beso...; y negativas son las amenazas (verbales o físicas), mala cara, ridiculización, el silencio (en ciertos casos, porque el silencio es siempre una señal ambigua), etc.

Erwin Goffman (1967) descubrió que las personas llegan a extremos para guardar las apariencias. La mayor parte de las conversaciones son "intercambios rituales" en los que el principal objetivo es evitar momentos difíciles de manejar. Damos la impresión de estar interesados y cubrimos los intervalos de silencio porque son amenazantes. Quien comete una falta ofrece una disculpa y el interlocutor otorga el perdón; el infractor concluye con una expresión de gratitud. Tales gestos rituales permiten que cada uno sienta que la armonía se mantiene.

La vergüenza juega un importante papel. Según Goffman la incomodidad que produce la vergüenza crea una motivación fuerte para evitar comprometerse en conductas que susciten desaprobación social. Téngase en cuenta que, sociológicamente, la vergüenza alcanza a muchas conductas que moralmente no son vergonzosas. De la misma manera que un niño refrenará sus ganas de aprender si advierte que para sus compañeros eso es un signo de "mariquita", un adulto puede incorporarse a una conducta general torpe y estúpida si con ello se gana el aprecio de sus congéneres.

Quizá sea por advertir este fenómeno es que el sociólogo, muchas veces sin darse cuenta, tiende a relativizar los comportamientos amorales en grandes grupos. Sabe, o intuye, que mucha gente que participa lo hace presionada por el ambiente general; y que en circunstancias diferentes no aceptaría participar en lo que ha sucedido.

También es una observación interesante el percibir que hay personas que son capaces de sustraerse a la presión de un ambiente homogéneo. Pero son, en sentido sociológico, auténticos "bichos raros". No siempre la gente que se aparta obra adecuadamente (a veces esa posición parece surgida de profundos conflictos neuróticos), sin embargo constituyen un yacimiento de *experiencias Volviendo al tema, es una ventaja para todos seguir reglas -dice Goffman-. Se hace predecible el comportamiento de unos con otros. Cuando las reglas se quebrantan ambas partes se desacreditan.

Las penas informales van desde una leve desaprobación hasta un tratamiento diferencial. En el caso de los hospitales ser "paciente problema" (resultado de no someterse a los procedimientos y normas de la institución) lleva a estar peor cuidado, hay mayores probabilidades de una negligencia deliberada, una prematura dada de alta, o una remisión al psiquiatra. También la dirección está menos dispuesta a aceptar sus quejas.

Controles Sociales Formales: Comprende las presiones directas y oficiales para conformarse a las normas y valores sociales. Existen organizaciones especializadas como la policía, los tribunales, las cárceles, los centros de rehabilitación, etc.

Este control tiende a ser coercitivo. El sistema medico-psiquiátrico también funciona como una institución de control social al definir quién está "enfermo" y luego manejar la "enfermedad". El caso extremo de la ex-URSS con el tratamiento psiquiátrico para disidentes políticos muestra, como con lupa, lo que en otras circunstancias también puede darse; aunque más atenuado porque existe una red controles sociales que se vigilan mutuamente.

El control social necesita del "poder" para poder regular la conducta de los individuos. Algunos sociólogos, sobre todo los de tendencia marxista, acostumbran a preguntarse quién está controlando, a quién, y por qué medios, bajo qué circunstancias y por qué razones. Lo que es una pena es que durante el régimen soviético no hayan dirigido su investigación para ese lado. Sin embargo el análisis crítico del control social es un capítulo que no debe faltar en ningún estudio social serio.

La relación entre conducta desviada y control social es muy compleja. Sucede a menudo que los que tienen por cometido hacer cumplir la ley usan a los transgresores menores para atrapar a los más importantes (ej. en el caso de drogas, o de terroristas arrepentidos).

Por último la creación de nuevas reglas puede tener una consecuencia perversa al crear nuevas formas de crimen y desviación. Ej. la ley de inmigración de EEUU de 1982 donde dispone que los empleadores que contratan trabajadores sin documentación, cometen crimen. El resultado fue una explosión de falsificaciones de tarjetas del Seguro Social, de recibos de renta, de formularios para declaración de impuestos sobre el ingreso y de certificados de nacimiento

En las sociedades tradicionales, sobre todo en las muy pequeñas, los controles informales eran suficientes. En las contemporáneas los controles formales tienen un peso mucho mayor. Lo que antes era objeto de vergüenza ahora se redefine como un crimen y se castiga con multa o prisión.

En la próxima clase veremos con mayor detalle la conducta "desviada", que es la clase de comportamiento que infringe normas o expectativas sociales y que por ello tiene como consecuencias la desaprobación social o, en los casos mayores, el castigo.

 

Fin de la 5ª clase.
Carlos Salinas.
14-febrero-2000

 



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