Es el único sacerdote de la Unión Europa obligado a llevar escolta por la amenaza terrorista de ETA
JAIME LARRÍNAGA, párroco de la localidad vasca de Maruri: "AL MOSTRARSE PIADOSA CON LOS ETARRAS, LA IGLESIA VASCA ES CRUEL CON LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO"
· "Algunos de mis feligreses tienen miedo a que alguien les vea conmigo"
· "Al no tener libertad, no me siento persona"
· "La Iglesia vasca ha colocado a Euskadi por encima del Evangelio y de Dios"
Una entrevista de Raúl González Zorrilla
El padre Jaime Larrínaga es el único sacerdote de la Unión Europea que está las veinticuatro horas del día protegido por dos escoltas. Su delito es haber denunciado, desde su parroquia en la localidad vasca de Maruri, la tiranía, la crueldad y el terror que la banda terrorista ETA impone sobre los ciudadanos vascos demócratas. Jaime Larrínaga es también presidente del Foro Salvador, una plataforma compuesta por un grupo de religiosos vascos que no se cansan de denunciar los crímenes y la destrucción ética que la violencia etarra esta provocando en sus diócesis. Desde este grupo también se pone en evidencia la colaboración vergonzosa y patética que el mundo nacionalista "moderado" mantiene con los artífices del coche bomba y el tiro en la nuca.
Como decíamos, Jaime Larrínaga era un hombre casi feliz con los muchos parroquianos que acudían a su Iglesia, "incluso muchos hombres y mujeres de poblaciones cercanas se acercaban a mí a pedirme ayuda y favores". Un día cualquiera, medio año atrás, el propio Ayuntamiento de Maruri, gobernado por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) y Eusko Alkartasuna (EA) (partidos que también controlan el Gobierno vasco), buzoneó una carta a todos los vecinos de la localidad. En la misiva se acusaba a Jaime Larrínaga de ser "antivasco" y de ser también un "nostálgico del franquismo". Todo ello porque este hombre de profundos ojos azules, amable, profundamente generoso y sencillo hasta la más completa austeridad, se convierte en una figura incontrolable y rebosante de dignidad cuando se coloca delante del altar. Según los nacionalistas vascos que le han colocado en la diana de los asesinos al definirle como "antivasco, es en el santo sagrario donde Jaime Larrínaga comete sus dislates: es decir, donde clama por la seguridad de los demócratas, donde recuerda el derecho de todos los hombres a expresarse en libertad, donde denuncia a los asesinos de ETA y los innumerables abusos de sus cómplices "batasunos", y desde donde exige la paz, confortando a las víctimas y solidarizándose con las miles de personas amenazadas por el terrorismo que existen en Euskadi. Estos, y no otros, son los 'pecados' del padre Larrínaga que el nacionalismo vasco considera imperdonables.
- ¿Cómo es su vida cotidiana en Maruri, un pueblo donde muchos vecinos todavía consideran que es disculpable que se asesine a alguien por sus ideas?
- Hasta el verano de este año 2002, yo era el sacerdote del que estaban orgullosos todos mis feligreses. Siempre encontraban en mí a un amigo, incluso gentes de otras parroquias venían a pedirme favores.
Pero después del "buzoneo" llevado a cabo por el Ayuntamiento de Maruri, a través del cual se me acusaba de ser "antinacionalista", es decir, de ser, según ellos, "antivasco", y de ser nostálgico del franquismo, etc... me pusieron en la diana de los terroristas. ¿Por qué?. Porque Jaime Larrínaga, presidente del Foro Salvador, había denunciado la falta de libertad que existe en el País Vasco para muchos ciudadanos que no son nacionalistas y porque había apoyado públicamente a las víctimas del terrorismo.
- ¿Todo cambió desde entonces?
- Como digo, después del "buzoneo" mi vida en Maruri ha cambiado radicalmente. Tengo escolta, por lo que mi libertad está muy dañada y condicionada. Los nacionalistas me acusan de haber dañado la imagen del pueblo. Soy el único que no tiene libertad en Maruri, y de víctima he pasado a ser el causante de la fractura social del municipio. Es como si el termómetro fuera el responsable de la fiebre que tiene el enfermo.
Algunos feligreses, haciéndose los mártires, han dejado de venir a misa los domingos, acusándome de hacer política. Ahora resulta que denunciar la falta de libertad, defender los derechos humanos y recordar a las víctimas del terrorismo, es hacer política. ¡Feliz política!. Muchos de estos feligreses, por el contrario, van sin ningún problema a otras parroquias cercanas donde no se denuncia a los terroristas y cuyos sacerdotes se manifiestan junto a los militantes de Batasuna, que son los cómplices de ETA. La irracionalidad del nacionalismo, más la "visceralidad" que impone la sangre, les impide juzgar objetivamente los hechos. Están ciegos.
"La Iglesia vasca es profundamente nacionalista"
- ¿Cómo explica usted la obsesión que tiene la mayor parte de Iglesia vasca por defender un proyecto nacionalista de sociedad que todavía no se ha separado lo necesario del mundo terrorista?
- La Iglesia vasca, y esto no es ningún secreto, es en su mayoría profundamente nacionalista. Cuando hay que nombrar a algún obispo para alguna de las diócesis vascas se emplean, por parte del clero de esta región, todos los medios para que sea un obispo nacionalista. (Siempre se maquilla un poco, diciendo que el obispo en cuestión tiene que ser euskaldún, que tiene que conocer el País Vasco, etc.). Se podría exigir que fuera un buen pastor, católico, universal, abierto para una sociedad y una iglesia plural. Pero no. La Iglesia vasca todavía solamente muestra su cara nacionalista. Ha sacralizado Euskadi, y lo ha colocado por encima del Evangelio y de Dios.
Dentro de esta clave nacionalista, los terroristas, los que hacen el "trabajo sucio", son considerados como los hijos "descarriados", como los hijos pródigos a los que hay que atender y respetar en sus derechos. La Iglesia sí que condena las muertes, pero ignora a los asesinos, y los asesinos, cuando son detenidos y juzgados, encuentran en la Iglesia amparo y defensa. De esta forma, la Iglesia, al mostrarse piadosa con los crueles, se convierte en cruel con las víctimas.
"El Gobierno vasco tiene que defender la convivencia pacífica y la libertad para todos los ciudadanos"
- ¿Qué sentimientos le provoca ser el único sacerdote de la Unión Europea que necesita de seguridad por su constante denuncia de los terroristas y de sus cómplices de paisano?
- Sentimientos inéditos. Me siento totalmente raro, como que me hubieran robado algo importante. Al no tener libertad, no me siento persona. Me extraña que no haya muchos más sacerdotes con escolta, cuando tantos hombres y mujeres, por querer vivir como demócratas, se ven obligados a llevar protección. Esta "situación" es un insulto a la vida política del País Vasco, de España y de la Unión Europea. Que en el siglo XXI un grupo terrorista como ETA controle e imponga su voluntad es un claro atentado a la dignidad humana.
El Gobierno vasco tiene que cumplir con el Estatuto: establecer y defender la convivencia pacífica y la libertad para todos los ciudadanos vascos.
- ¿Ha recibido apoyo de sus superiores jerárquicos?, ¿Y de sus vecinos?
- Por parte de mis superiores jerárquicos, sí. Por parte de los sacerdotes vecinos, nada de nada. Incluso algún sacerdote se atrevió a insultarme y calumniarme en la prensa nacionalista. Pero también he recibido el apoyo de algunos, pocos, sacerdotes de la diócesis, así como de muchos sacerdotes del resto de España.
- La Conferencia Episcopal española está preparando un documento sobre terrorismo, ¿Cómo cree que debería abordar la Conferencia episcopal esta cuestión?, ¿Han demandado su colaboración?
- Debería enfrentar esta cuestión desde el Evangelio. Con mucha claridad, sin ambigüedades y con valentía. Tiene que ser sumamente sensible con la "cruz" de las víctimas, con la falta de libertad que padecen muchos hombres y mujeres. Debe exigir a las autoridades autonómicas que su principal y primera misión sea la de que cualquier persona del País Vasco pueda vivir sin escolta, sin temor a que la asesine un grupo terrorista como ETA. El Foro El Salvador, que presido, ha hecho pública cuál debe ser la postura de la Iglesia con respecto a la cuestión terrorista.
- ¿Qué es lo que más le entristece del comportamiento de sus feligreses en particular, y del resto de los ciudadanos vascos en general?
- Me entristece ver cómo se han dejado manipular por el nacionalismo vasco. De toda la relación que he mantenido con mis feligreses durante los últimos treinta años, ya no queda casi nada. ¡Qué poco talante democrático!. Algunos me apoyan, pero no se atreven a hacerlo públicamente. Tienen miedo, incluso, a que me vean con ellos.
Ojalá, después de muchos años, la Iglesia no tenga que pedir perdón por los muertos de nuestro tiempo
- ¿Qué cosas le hacen sentirse todavía esperanzado sobre el futuro de esta región?
- Siempre amanece después de la "noche larga". Cuando veo a personas jóvenes trabajando en reparar la memoria noble de las víctimas del terrorismo, jóvenes del PSOE del PP entregados a una causa insigne, me reafirmo en mi lucha contracorriente y no pierdo la esperanza. Me dan fuerza los hombres y las mujeres que me dicen que solamente conservan la fe en la Iglesia de Cristo por la existencia de algunos sacerdotes como los que, en cierta manera, yo puedo representar. Al final, y aunque en ocasiones haya que esperar mucho, siempre se impone la razón y la verdad. ¡Ojalá, después de muchos años, la Iglesia no tenga que pedir perdón por los muertos de nuestro tiempo!. ¡Ojalá que desde ahora mismo, la Iglesia comience a trabajar ya por bajar a las víctimas del terrorismo de su Cruz!.
© Raúl González Zorrilla
© Revista TAL CUAL
julio 2003
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