viernes, 28 de marzo de 2008

Tombuctú

Una universidad americana confirma que la biblioteca de Tombuctú supone un «extraordinario descubrimiento»

MADRID. José María Ortiz

«Aquí llegan libros y manuscritos desde la Berbería, que son vendidos por más dinero que ninguna otra mercancía». Lo contaba León el Africano tras pasar por Tombuctú, y hoy sabemos que es verdad por bibliotecas como la reunida por Ismael Diadiè. Mas, ¿cuál es la prueba de su autenticidad? La aporta el experto en Islam africano John Hunwick, que confirma que ese fondo es el de Mahmud Ka'tî.

Ismael Diadiè, investigador que ha reunido el fondo Ka'tî de sus antepasados. Pepe Torres

Hassán ben Mohammed al-Wazzani, conocido entre nosotros como León el Africano desde que los piratas del Mediterráneo lo apresaran y entregaran al Papa León X, no se quedaba corto en su esbozo de la legendaria ciudad del saber y la riqueza. «Aquí se halla un gran número de doctores, hombres de leyes y otras gentes de gran sabiduría, que viven espléndidamente a cargo del rey», escribe en su «Historia y descripción de África y de las extraordinarias cosas que contiene». León la terminó veinte años después de su primera visita al gran centro urbano de la Curva del Níger, en 1506. Eran tiempos en los que el imperio Songhay se encontraba en pleno apogeo y los hombres de estudio nutrían sus bibliotecas ajenos a toda mundana preocupación. El descubrimiento por el investigador Ismael Diadiè de la que perteneció al cortesano y cronista Mahmud Ka'tî a principios del siglo XVI aporta ahora importantes aclaraciones sobre ese período de la historia de Tombuctú. El fondo, de 3.000 manuscritos, ilustra también las relaciones entre Al-Ándalus y el «Bilad as Sudán», el país de los negros en el África subsahariana, y procede de los Banu al-Qûtî, una estirpe de godos conversos a la fe del Profeta exiliados en 1468 y de la que Diadiè se declara descendiente.

LA HISTORIA ESTÁ EN LOS MÁRGENES

Apasionante historia. Pero, ¿cómo probarla? De momento, el experto en Islam africano John Hunwick, profesor de historia de las religiones en la Northwestern University de Evanston (Illinois), avala su autenticidad ante la comunidad científica en un artículo publicado en el número de enero de «News and Events». Para Hunwick, coautor de la Enciclopedia Leiden del Islam y estudioso de la figura de Ka'tî, no cabe duda de que el legado reunido por Diadiè proviene de ese cronista, hijo de Alî ben Ziyad, aquel primer godo converso que partió de Toledo hacia el Sudán en busca «de la paz y la tranquilidad» hurtada por la Inquisición.

La recopilación del fondo y su traslado a Tombuctú a partir de la herencia dispersa de los Banu al-Qûtî, concentrada hasta el año pasado en la localidad de Kirshamba, merece del profesor estadounidense la consideración de «extraordinario descubrimiento». Hunwick, que examinó parte de los documentos en agosto, acredita el origen norteafricano o egipcio de los manuscritos a partir de su estilo caligráfico, y se interesa sobre todo por las notas marginales que los recorren. El alto valor del papel en el siglo XV y su consiguiente reutilización permiten seguir el rastro de la historia de la Curva del Níger, consignada al borde de las páginas por sucesivos autores generación tras generación. «Tales notas son muy evidentes en algunos de los manuscritos de Mahmud Ka'tî», escribe el experto estadounidense, que espera encontrar en el legado «copias o borradores de la crónica original» escrita por el geógrafo sudanés. Dicho relato es conocido ahora por la edición auspiciada por la Unesco, y la recuperación de su corpus primigenio podría aportar información sobre el exilio de los moriscos y los renegados huidos de la Península.

CINCO PROPUESTAS

Hunwick ve en la biblioteca «un extraordinario tesoro no sólo en términos de su contribución a fijar la cultura islámica y su arte caligráfico, sino también por su potencial para revolucionar nuestra comprensión de la historia social y política de la región de Tombuctú en el siglo XVI». Sin embargo, el fondo requiere «la más urgente atención para salvar su contenido», dado que se encuentra almacenado en cajas metálicas en el propio domicilio de Diadiè.

Tana Andrades, restauradora de la Biblioteca de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, examinó este verano algunos documentos, y ratificó ayer a ABC la necesidad de dotarlos de los medios adecuados para su preservación, que no son muy sofisticados. «Los problemas que encontré allí son simples», afirmó Andrades. «No hace falta una cámara de gas inerte, como en Estados Unidos. Estamos acostumbrados a grandes aparatos, pero bastaría con asegurar temperatura y humedad constantes». Andrades, interesada en la historia árabe medieval, no se considera una experta, pero cree que «no se puede menospreciar a la ligera ese fondo, que me pareció muy interesante».

Hunwick termina su artículo con cinco propuestas: la transferencia de todo el fondo a Tombuctú; la catalogación detallada de sus documentos; la conservación física de los manuscritos; su digitalización; y la constitución de un comité de expertos que los examine. Lo cual viene a ser, salvando las distancias del tiempo y de la técnica, lo mismo que León X le hubiera pedido a Hassán ben Mohammed al-Wazzani, conocido entre nosotros como León el Africano.

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CULTURA jueves 03 de febrero de 2000
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