El ordenador digital tradicional es lo que se llama un ordenador universal. Escribimos software que le permite emular cualquier máquina que necesitemos para resolver un problema. Para pasar de calcular el producto nacional bruto a jugar al ajedrez no construimos una nueva máquina. En su lugar, en un programa de software permite al ordenador tradicional emular al jugador de ajedrez y al economista.
Toda evidencia sugiere que el cerebro no es un ordenador universal, o que al menos la mayoría de sus partes no lo son. Por el contrario, en el transcurso del tiempo la evolución ha enseñado al cerebro el modo de observar el mundo y de resolver problemas de manera eficaz cuando la supervivencia depende de soluciones eficaces. La evolución ha moldeado el cerebro convirtiéndolo en algo muy diferente de un ordenador electrónico. Si queremos procesar un texto o analizar una escena utilizaremos el mismo ordenador digital. No obstante, en el cerebro estas diferentes tareas las realiza un conjunto de redes dedicadas a un determinado propósito, cada una de ellas modificadda para una tarea en concreto. Tenemos redes especializadas en la visión y el sonido. Tenemos partes especializadas de esas redes pra discernir los contornos y para separar las frecuencias de sonido. Generaciones de experiencia enseñaron al cerebro qué características puede hallar en el mundo físico que le ayuden a resolver un problema. Luego la evolución estimuló la creación de redes especializadas que pudieran manipular esas características. Los investigadores de redes neuronales se preguntan si tambien ellos tendrán que desarrollar redes especializadas para cada tarea que quieran realizar. Tratar de imitar la evolución mediante límites medidos en meses en lugar de millones de años ofrece una desalentadora perspectiva.
Jim Jubak
La Máquina Pensante. El cerebro humano y la inteligencia artificial.
Ediciones B. Documentos.
Barcelona, febrero 1993
Pag. 25-26
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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