miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cursillo de Lógica. 16

Clase nº 16
"Introducción a la lógica" de I.M.Copi

"Lo que permite ser mas optimista con respecto a la raza humana es su relativa estupidez. Pocas esperanzas (nos quedaría) si fuera tan inteligente como cree ser y al mismo tiempo se embrollara en tantos problemas."
Edward De Bono. (1)

III.2. "Falacias de atinencia" (Continuación) (pags. 89 a 92)

En esta clase tomaremos consciencia de dos falacias que, como las otras, son tambien muy populares. La primera se denomina:

6. ARGUMENTUM AD POPULUM (apelación al pueblo)

Como su nombre lo indica es un llamado emocional "al pueblo", a la galería, a los que escuchan, con el "fin de ganar su asentimiento para una conclusión que no está sustentada en pruebas" (Copi). Pero éste llamamiento es tambien común a la falacia anterior (recuérdese: "ad misericordiam") por lo que suele limitarsela a aquellas argumentaciones que directamente provocan el entusiasmo y cualquier otra clase de respuesta emocional de la multitud. Son la clase de proclamas típicas de los líderes demagógicos donde se elogian las virtudes del pueblo, los orígenes del país (al que suele llamarse "nación" que es una palabra que viste más), y la prosecución de ciertos ideales que siempre se cuidan mucho de definir operativamente.

La argumentación está trufada de palabras-llave, de ésas que su sola mención ya despiertan emociones positivas o negativas, tales como: "innovaciones arbitrarias", "desarrollo", "progreso" "prejuicios", "reacción", "fascismo", "sabotaje", etc. La falacia, o sucesión de ellas siempre se complementa con supuestos ejemplos que tienden a dar una apariencia de fundamentación del discurso. (frases del enemigo separadas del contexto, datos inexactos o exagerados, estadísticas que nadie puede -en ese momento- discutir)

Un campo donde el argumentum ad populum resulta cotidiano es en el de la publicidad. En vez de argumentar se cuenta (o se muestra) que hay gente bonita, rica, sana y joven que usa lo mismo insinuando, sin explicitarlo, que existe una conexión entre el disfrute del bien publicitado y el bienestar que se observa. El 99,99% de los anuncios comerciales no estan cargados de razones sino de apelaciones. Y el 99% de estas apelaciones podrían entrar perfectamente en esta categoría de falacias (o en la siguiente).

El hecho de serlo no impide su eficacia. Quizá sea el ejemplo más claro que uno puede encontrar para que se entienda que razonar a posta incorrectamente puede ser una buena arma de supervivencia.

Si alguien tiene la romántica idea que la humanidad usa su cerebro... que se siente unas horas a ver televisión; o que contemple con ojos realistas una campaña electoral.

Nota: Yo pido que, por respeto a la dignidad humana (en la medida que puede haber muchos tontos pero es humillante que nos lo digan a la cara) se supriman de una vez y para siempre todas las campañas electorales. Los partidos tienen muchas oportunidades, a lo largo del período entre elecciones, para hacer conocer a sus votantes lo que piensan y lo que desean sobre cualquier cuestión; en consecuencia una campaña electoral no aporta más información y sí una clase de circo que molesta a cualquier persona sensible (además de obligar a los candidatos a realizar actos peligrosos cuando no francamente indecorosos o extravagantes). Reconozco que soy consciente que me pedido no tiene ninguna posibilidad de fructificar... pero dejo aqui constancia, quizá como un aporte a una sociedad futura algo más racional.

7. ARGUMENTUM AD VERECUNDIAM (apelación a la autoridad)

Aquí se persuade, se logra la conformidad, apelando "al sentimiento de respeto que siente la gente por las personas famosas" (Copi).

Este argumento no siempre es falaz,

"pues la referencia a una reconocida autoridad en el campo especial de su competencia puede dar mayor peso a una opinión y constituir un factor de importancia. Si varios legos discuten acerca de algún problema de la ciencia física y uno de ellos apela al testimonio de Einstein sobre la cuestión, este testimonio es sumamente importante. Aunque no demuestra lo que se sostiene, tiende indudablemente a confirmarlo. Sin embargo, esto es muy relativo, pues si en vez de legos son expertos los que discuten acerca de un problema que está dentro del campo de su especialidad, sólo deben apelar a los hechos y a la razón, y toda apelación a la autoridad de otro experto carecería completamente de valor como prueba". (Copi)

Resumiendo, si se apela a una autoridad en el transcurso de una discusión o para fundamentar una opinión la apelación será sólo válida si ésta tiene relación con el tema que se discute y aporta una información importante. Pero si se apela a una autoridad en un campo que está fuera de su competencia y se la usa para sustituir la necesidad de mostrar otras razones, se cae en la falacia que estudiamos.

Como dice Copi, "Si en una discusión sobre religión uno de los antagonistas apela a las opiniones de Darwin, una gran autoridad en biología, esa apelación es falaz".

De la misma forma que la falacia anterior es muy burda (aunque también muy efectiva), la que ahora discutimos es más sutil. Obliga a pensar si la autoridad mentada tiene relación con lo que se argumenta. Y esto no siempre es fácil porque dependerá, entre otras cosas, de la ideología de quien la usa y de quien escucha.

Pongamos un ejemplo.

Alguien defiende la creación divina del ser humano, sea en su forma de pareja primordial (Adan y Eva, ya se sabe) o en su variante de "impulso" a la humanización (algo así como el monolito de la película "2001", pero con orígen celestial). Quien lo escucha, su interlocutor, no está de acuerdo (cosa que está en todo su derecho); entonces se saca de la manga la teoría de la evolución desde Darwin hasta los últimos nombres famosos en genética. Pregunta: ¿está el segundo empleando un argumento válido o, en cambio, utiliza para vencer en la discusión, una modalidad de la falacia "ad verecundiam"?

Si consultaramos a los espectadores de la discusión (supongamos que lo anterior se da en una mesa redonda u otra forma de debate público) veríamos, sin sorpresa, que las opiniones a favor o en contra (de si la argumentación del segundo es falaz o no) se agrupan segun la ideología del observador: si es creyente o ateo; y que esta opción ideológica coincide casi sistemáticamente con la aceptación o la refutación de lo argumentado.

Se puede ver que resulta difícil sustraerse a la simpatía que uno puede sentir por una u otra posición para juzgar, con estricta lógica, la relación de pertinencia de los argumentos en juego.

En cambio donde sí resulta mucho más sencillo discriminar es en casos como la publicidad, donde se insta a usar tal o cual producto porque una estrella de cine lo usa, o porque alguien agradable (y en cierta forma envidiable) lo compra.

En cualquier caso si "se afirma que una proposición es literalmente verdadera sobre la base de su aserción por una "autoridad" cuya competencia se relaciona con un campo diferente, tenemos una falacia de argumentum ad verecundiam" (Copi).

Si nosotros discurrimos sobre cualquier cuestión que nos interesa y nos encontramos con un argumento de la forma "ad verecundiam", lo primero que deberíamos establecer, entonces, es si la autoridad mencionada tiene relación con el campo analizado (pertinencia); si esta relación es actual y no histórica (vigencia), y si, además, existen otra clase de hechos o conexiones que avalan lo que tal autoridad sostiene (coherencia). En cualquier caso no deberíamos quedarnos solamente con la opinión autorizada. Los expertos, ya se sabe, se equivocan como cualquier hijo de vecino.

 

II. Ampliación.

Fragmentos escogidos de Edward De Bono. El pensamiento práctico. Los números entre paréntesis indican la página.

"En cuanto determinamos el nombre del mecanismo actuante, ya comprendemos la situación que nos resultaba desconocida...ya sabemos como comportarnos frente a las cosas, ya sabemos que no hace falta buscar más explicaciones. (32) (...) mejor comenzar con el género de comprensión que consiste en describir el proceso y dejar el nombre para el final. (35)

Sería un error suponer que las explicaciones generales son mejores que las detalladas. Pero también lo sería afirmar que, automaticamente, las explicaciones detalladas son mejores que las generales. Lo que en realidad interesa es la utilidad de la explicación. Con frecuencia los detalles no acrecientan la utilidad sino que sólo brindan una falsa apariencia de validez. (45)

Por mucho que avancemos en el proceso de la comprensión siempre acabamos topándonos con una caja negra. Ello se debe a que es más simple percibir un efecto que comprender como se produce. (50)

Las ideas-nombre son conjuntos fijos y permanentes de ideas (...) existe el peligro de quedar atrapado por su estabilidad y rigidez (...) [por ejemplo: "fascista"], es probable que quedemos atrapados por la idea (...) (56)

(...) los hombres [son ] incapaces de diferenciar las afirmaciones generales (producto de la ignorancia) de los principios precisos (nacidos del conocimiento). Si la distinción fuera posible, los políticos y demás dirigentes podrían encontrarse en dificultades. (59)

(...) si se da el caso de que los animales de cerebro confuso sobrevivan, con el tiempo llegarán mucho más lejos. Los animales de cerebro agudo fijan unas pocas pautas de reacción rápidas y eficientes y luego quedan prisioneros de ellas. (72)

[Sobre las maneras de equivocarse]

1- EL ERROR DE TIPO MONORRIEL.

(...) cuando pasamos de una idea a otra siguiendo una única pista (76).

(...) Al efectuar este movimiento tan simple tendemos a ignorar otros factores que forman parte de la situación original (...) es evidente que si no podemos imaginar la existencia de otros factores determinantes, es inevitable que los pasemos por alto. Por eso es tan difícil convencer a aguien de que está comentiendo un e.m. (error tipo monorriel), de que existen otros factores a considerar, puesto que la validez del pasaje de una idea a la otra es innegable. (85)

2- EL ERROR DE MAGNITUD.

(...) la mente pasa de una idea a la otra de un modo que parece (...) válido, si se atiende exclusivamente a la *denominación* de las ideas, pero que no es válido si se tienen en cuenta las magnitudes implicadas (...) Para acabar con los delitos en las calles deberemos aumentar el número de policías de ronda. (86)

"El amor lo supera todo", pero ¿cuánto amor se necesita para superar un lavadero situado al aire libre, la falta de agua caliente y un marido que prefiere la bebida al trabajo? (88)

El problema consiste en que en la mayor parte de los casos no existen unidades de medida ni, en general, modo alguno de determinar las dimensiones. ¿Qué unidades tenemos para medir la guerra, la organización, la justicia social, la belleza, la impaciencia, la sensibilidad, el aburrimiento, la felicidad, etc.? (89)

(...) Tal vez sería más fácil si tuviéramos, como los griegos, siete palabras para referirnos al amor (...) Tambien para la justicia y la ley solo contamos con una palabra (90).

3- EL ERROR DE AJUSTE

(...) se ha percibido algo como conocido, pero que al fin resulta ser algo totalmente diferente (...) ocurre cuando una idea no se ajusta a la información a la que realmente tenemos acceso.(91)

Para extraer una conclusión nos basamos en los rasgos que hemos observado. si éstos no constituyen más que una fracción de lo que hubiéramos podido advertir, entonces es fácil que cometamos un error de ajuste (92).

Una teoría (...) que se ajuste en un 95% no será necesariamente más correcta que otra que lo haga en un 70%. Tal vez ambas sean útiles, pero las dos requieren modificaciones.

El e.a. es muy fácil de cometer, porque la mente no puede observar todo lo que realmente se podría observar. La mente trabaja utilizando moldes ya establecidos (...) Cuanto más familiar nos sea la situación, más acelerado será el pasaje a la definición (92).

4- EL ERROR DE TIPO "TIENE QUE SER"

(...) es con respecto al futuro (...) No es un error referente a la idea sino al modo de su desarrollo, que se supone imposible (94).

El error t.q.s. excluye la posibilidad de otras ideas (95)

5- EL ERROR POR OMISION

Error por selección parcializada (...) cuando solo consideramos una parte de la situación pero extraemos conclusiones que se aplican a la totalidad de ella (...) Es simple reconocer que hemos cometido un e.p.o. cuando podemos observar la totalidad del cuadro (...) (96)

Todo tipo de propaganda o ideología se basa siempre en el e.o (...) escogemos los aspectos que hacen al producto fácil de vender y omitimos los demás (97).

Lo más frecuente es que el e.o. no sea intencional ni se deba a deshonestidad. Todo depende de los límites que estableceremos para determinar la zona a la que prestaremos atención (98)

Los errores surgen (...) del modo en que la mente maneja la información (...) Hasta los más inteligentes y más preparados comenten exactamente los mismos errores (98)

 

III. Personajes.

Edward De Bono es licenciado en medicina y psicología. Fue profesor de las universidades de Oxford, Cambridge, Londres y Harvard. Autor de numerosos libros, muchos de ellos traducidos al español, además de otros idiomas incluyendo el ruso, el japonés, chino o hebreo.

Ha dirigido programas para la enseñanza del pensamiento como asignatura escolar (Centro para el estudio de la Inteligencia, Cambridge, G.B.), programas de cambio en Venezuela y otros países y multitud de cursos empresariales.

De Bono constituye un caso interesante de estudioso que trata de experimentar y modificar la realidad social circundante. En este sentido colabora con autoridades políticas, universitarias o económicas para el desarrollo de estrategias mejores de pensamiento. Es un convencido que la inteligencia (aparte de la dotación genética natural) tiene mucho que ver con el aprendizaje y el entrenamiento.

IV. Notas.
(1) Edward De Bono. "El Pensamiento Práctico". Paidós empresa 4. Barcelona, 1992, pág. 12.
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Carlos Salinas
26-enero-2001
Barcelona. España.

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