¿Regreso al KGB en Rusia?
Colaboraciones nº 919 | 28 de Abril de 2006
Grupo de Estudios Estratégicos
Una parte sustancial del aparato de poder en la Rusia actual procede de los órganos especiales, denominación que engloba tanto hoy como antaño a los distintos servicios de inteligencia y de la Seguridad del Estado, comenzando por el propio presidente de la Federación de Rusia, Vladimir Putin. Putin, después de terminar en 1975 sus estudios en la Universidad de Leningrado, entró a formar parte del poderoso y omnipresente Comité para la Seguridad del Estado (KGB) y, dentro del Primer Directorio Principal, encargado de los asuntos del exterior, estuvo destinado como oficial de información entre 1985 y 1990 en la antigua República Democrática Alemana.
Al desaparecer el KGB en la Rusia ex soviética, los servicios secretos fueron divididos, entre otros, en la información exterior, SVR (Servicio de Información Exterior) e internos FSB (Servicio Federal de Seguridad). Los servicios de inteligencia militares, GRU, siguieron conservando la misma denominación e idénticas funciones que desarrollaban en la Unión Soviética.
A pesar de las crisis económicas sucedidas durante los mandatos del presidente Boris Yeltsin, y de la penuria de medios y fondos que afectó a tantas instituciones estatales, incluidas las Fuerzas Armadas, los servicios de inteligencia en un país en crisis siguieron recibiendo las aportaciones necesarias para asegurar su funcionamiento. Así el SVR obtuvo en el exterior éxitos tan importantes como el de Aldrich Ames , encargado en la CIA de los asuntos soviéticos, proporcionando el desmantelamiento de la organización clandestina de la CIA en Rusia y la ejecución de los agentes descubiertos. En una Rusia en la que no existían recursos económicos para necesidades elementales, Ames recibió más de tres millones de dólares de la época por sus informaciones antes de ser descubierto -descubierto por su exagerado nivel de gastos y tren de vida-. Entre otros éxitos rusos añadimos el de la captación del agente del FBI Hansen, precisamente destinado en el contraespionaje .Y así podrían citarse varios casos más.
Los servicios de seguridad interiores también se apuntaron diversos éxitos en el descubrimiento y detención de agentes de servicios extranjeros operando en Rusia. En 1998 y 1999, Vladimir Putin pasó a ocupar la dirección del FSB. Antes de la llegada de Putin a tan alto puesto, al FSB le fueron retiradas muchas de las funciones que tenía heredadas del KGB, como las tropas guardafronteras, que constituyeron un departamento administrativo diferente; las unidades encargadas de la vigilancia de las comunicaciones electrónicas, se transfirieron a la nueva agencia FAPSI; y los agentes al cargo de la protección y seguridad de las altas personalidades del Estado, para lo que hizo falta crear una dirección especializada de los servicios de la Presidencia.
Este sistema se mantuvo en equilibrio inestable hasta 1998, cuando comenzaron a mostrarse signos indudables de un renacimiento de la seguridad del Estado, FSB, conforme a patrones antiguos, que han ido creciendo hasta nuestros días de forma continuada. ¿Se asiste hoy al nacimiento de un nuevo superservicio especial?
Se ha comentado en sectores especializados que los Estados Unidos han realizado algo parecido al constituir la Dirección Nacional de Inteligencia (DNI), encargada de controlar y coordinar las actividades de las distintas agencias (FBI, CIA, Agencia de Seguridad Nacional, etc), con especial incidencia en la lucha antiterrorista. La diferencia es que las grandes agencias aún coordinadas por la DNI conservar su autonomía y funciones.
De cara a un posible regreso a los poderes y funciones del ex KGB, resulta difícil argumentar según los expertos rusos contra los siguientes hechos: los departamentos que habían sido adscritos a servicios especiales distintos han sido de nuevo transferidos al FSB. Este organismo ha puesto en pie de nuevo una policía política.
El Servicio Federal de Seguridad ha recuperado, de nuevo, sus prisiones y también ha vuelto a poner en práctica el antiguo sistema de actuar bajo cobertura personal suya en organismos públicos. Y algo que difiere de su propia función cuando los efectivos asignados a las residencias, denominación de los centros de trabajo en el exterior- pueden haber recibido autorización para organizar, en algunos casos, acciones de fuerza.
También se ha reforzado el cierre de los archivos de los órganos especiales, comprendidos los expedientes de las víctimas de la represión comunista, por lo que las tantas veces infundadas esperanzas de investigadores e historiadores occidentales de acceso a los antiguos archivos soviéticos se verán una vez más defraudadas.
Algo que parece sorprendente por lo que supone de retorno a funciones características del KGB, cual la introducción de encargados de misión especial en el seno de las Fuerzas Armadas, y la constitución de unidades de combate propias del FSB. Muy significativo resulta el retorno al culto del fundador de la Cheka, Félix Dzerjinski, polaco y no ruso, Félix de Hierro, ejecutor del terror científicamente desarrollado, y también al que fue presidente del KGB, y secretario general del partido comunista Yuri Vladimirovich Andropov.
Agentes de los servicios en todo el Estado
El director del FSB, general Nikolai Patrushev, hombre perteneciente al llamado Clan de San Petersburgo, ligado a Putin también como antiguo componente del KGB es uno de los hombres más poderosos de Rusia. En esa vinculación con los órganos similar a la de Putin, figuran personajes situados al nivel más alto del poder ruso, como el primer ministro Mijail Fradkov. o el ministro de Interior Rachid Nurgaliev.
Y si descendiésemos siquiera un grado más bajo nos encontraríamos con el portavoz de la Cámara Baja de la Asamblea Federal, Boris Gryzlov, altos cargos federales, como Víctor Cherkesov y Konstantin Romodanovski, o Igor Setchin, Vladimir Osipov, Alejandro Burutin, Piotr Latychev, Guenadi Trochev, asistentes y consejeros del presidente procedentes igualmente de los órganos de la Seguridad del Estado.
Una característica muy particular de la Rusia actual es la consideración y reconocimiento de los servicios de inteligencia por parte de las más altas autoridades del Estado. Es el caso del SVR, el Servicio de Inteligencia Exterior, élite de los órganos especiales, cuyo director es el general Serguei Lebedev, antiguo compañero de Putin, en el Primer Directorio del KGB, concretamente en el departamento encargado de los asuntos de Alemania. Lebedev pasó por cuatro etapas en su importante carrera.
En 1975 fue destinado al departamento citado y durante su largo período de estancia en el mismo se produjo la descomposición de la Unión Soviética, siguiendo con idénticas funciones en los nuevos servicios, ya rusos y no soviéticos. En 1995 sus funciones fueron ampliadas y se le confió la gestión del departamento a cargo de los asuntos de Europa central y oriental, con categoría de director. La tercera etapa la constituye el período norteamericano de su trabajo, permaneciendo dos años en los Estados Unidos, época de los grandes éxitos de la información rusa -ya no soviética- en el país que antaño era denominado enemigo principal. Naturalmente, los oficiales del SVR no figuran en sus misiones en el exterior como tales, sino con cobertura diplomática, y conservan su cobertura incluso ante familiares y amigos.
La cuarta etapa es la actual, su promoción por deseo expreso de Putin a la dirección del SVR, puesto en el que fue precedido por P. Trubnikov y especialmente por Eugueni Primakov, uno de los hombres más inteligentes y con mayor preparación de todos los servicios de información rusos. Ex primer ministro con Boris Yeltsin, un error de alianzas políticas con el alcalde de Moscú, le privó de ser hoy el presidente de Rusia. Si tal cosa hubiese sucedido, también el presidente Primakov procedería del antiguo KGB.
Elogios de Putin a sus camaradas
Si los años 90 fueron desastrosos para tantas estructuras de poder rusas, los órganos especiales, especialmente los dedicados a la información siguieron siendo considerados entre los mejores del mundo.
Y de esa simbiosis tan particular rusa entre poder y servicios de inteligencia da una buena prueba los elogios tributados por el presidente Putin con ocasión de cumplirse el 85º aniversario del servicio de información exterior soviético y hoy ruso. “El servicio de información exterior, como antes la información exterior soviética, es uno de los servicios de información más combativos y más eficaces del mundo. Es respetado tanto por sus amigos como por sus adversarios”, palabras de Putin.
Y, por si no fuera suficiente, siguió explayándose el presidente de Rusia: “Estoy orgulloso de que una parte de mi vida haya estado ligada a los servicios de información, a las personas que trabajan en ese servicio y a sus excelentes profesionales”. Resulta difícil más claridad.
Por su parte, el FSB, la muy poderosa seguridad interior, y su director el general Nikolai Patrushev, como hemos visto otro antiguo compañero de Putin en el KGB, vigila con sus extensas antenas todo intento extranjero, normal en otros países, de conocer en detalle el país donde han de operar las compañías extranjeras. Así el servicio federal de seguridad ha propuesto a las petroleras el reemplazo de los directores generales extranjeros por directores generales locales; los extranjeros no están autorizados a consultar los planos cartográficos detallados en virtud de la Ley sobre secretos de Estado. Como primera consecuencia, el FSB ha suspendido las licencias de trabajo ligadas a secretos de Estado a la multinacional TNK-BP.
También el FSB sigue, no activo, sino activísimo en la caza de espías extranjeros en Rusia habiendo desenmascarado agentes norteamericanos bajo cobertura de miembros de diversas ONG. Tema este, el de las ONG que preocupa ciertamente a los responsables de la seguridad, ya que según manifiesta el director adjunto del FSB, Víktor Komogorov “en la mitad de los casos las ONG han aparecido no por iniciativa de nuestros conciudadanos, sino por la voluntad de nuestros colegas extranjeros y sobre todo con su dinero”. Ciertas ONG “son un medio de vigilar la situación en el país y de ejercer una influencia sobre la opinión pública. El carácter de las actividades ejercidas en Rusia por numerosas ONG suscita por lo menos una cierta incomprensión”, ha manifestado el adjunto de Patrushev.
Por último, y aunque resulta difícil ofrecer cifras respecto a los órganos especiales, el FSB puede contar con unas 80.000 personas en todo el territorio ruso; el SVR unas 10.000 entre los órganos centrales en Rusia y en su despliegue internacional; y el GRU, con unos 13.000 miembros.
Y como dato curioso y significativo, Patrushev y Lebedev poseen en sus despachos sendos bustos de Dzerjinsky, el fundador de la Cheka.
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