La restauración del servicio militar obligatorio, en 1935, empeoró grandemente la ya de por sí dificil situación de los miembros de esta confesión. Tal como dijo el obispo de la diócesis evangélica de Hannover, Hanss Lilje, en 1947, los Testigos de Jehová pueden "jactarse de ser los únicos objetores plenamente consecuentes que hubo en el Tercer Reich y de plantear, además, de forma abierta una objeción debida a puros motivos de conciencia."
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