Enviado: viernes, 27 de enero de 2006 10:53
Para: Carlos
Asunto: La batalla de las Ardenas
Superproducción americana de 141 minutos con obertura musical e intermedio,
bastante digna, buenas escenas de movimientos de tanques, hecho en falta una
recreación del interior como en "La bestia" la secuencia del himno de los
tanquistas no tiene desperdicio, a pesar de sus americanadas tiene cierto
rigor histórico.
De la red:
"También el género bélico encontró su marco ideal en las tierras de Segovia.
Destacan tres grandes superproducciones: La batalla de las Ardenas (1965) de
Ken Annakin; Doctor Zhivago (1965) de David Lean, que transformó la estación
de El Espinar en un andén siberiano; Patton (1970) de Franklin J. Shaffer,
rodada en Riofrío y La Granja."
De las memorias del General Hasso von Manteuffel (1897-1978), el mejor
comandante en las Ardenas, de la escuela de Guderian, presente en toda la
ofensiva alemana.
"Hitler tenía una personalidad magnética, y de hecho hipnótica. Esto tenía
un efecto muy marcado en la gente que fue a verlo con la intención de
proponer sus opiniones sobre cualquier materia. Comenzarían a discutir su
punto, pero se encontrarían gradualmente sucumbiendo a su personalidad, y en
el extremo convendría a menudo el contrario de lo que él pensó. Para mi
parte, viniendo conocer Hitler bien en las etapas pasadas de la guerra,
había aprendido cómo guardarlo al punto, y mantengo mi propia discusión. No
me sentía asustado de Hitler, como tan muchos . Él me llamó a menudo a sus
jefaturas para la consulta, después ese Christmastide que había pasado en
sus jefaturas por la invitación, siguiendo el movimiento acertado en
Zhitomir que había atraído su atención.
Hitler había leído muchos de literatura militar, y estaba también encariñado
con escuchar las conferencias militares. De esta manera, juntada con su
experiencia personal de la guerra pasada como soldado ordinario, él había
ganado un conocimiento muy bueno del nivel inferior de la guerra - las
características de las diversas armas; el efecto de la tierra y del tiempo;
la mentalidad y la moral de tropas. Él era particularmente bueno en calibrar
cómo el fieltro de las tropas. Encontré que estaba apenas siempre en el
desacuerdo con su opinión al discutir tales materias. Por otra parte él no
tenía ninguna idea de las combinaciones estratégicas y tácticas más altas.
Él tenía un buen asimiento de cómo una sola división se movió y luchó, pero
él no entendía cómo los ejércitos funcionaron."
Aris de Castellcir
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