"El asma, un mal en aumento"
en Mundo Científico, nº241, enero 2003, pag. 60
Asma y primeros años de vida
(...)
Esta dificultad se repite en lo que cabría llamar la paradoja de los animales familiares. Desde hace un año, se acumulan resultados que indican que el contacto estrecho con varios perros o gatos durante la primera infancia, es decir, antes de los dos años, constituye un factor protector frente al asma. Los autores de los primeros estudios concluían prudentemente la presentación de sus resultados recomendando tomar en consideración, en los estudios posteriores, el sesgo que constituiría la eventual evicción de los animales en las familias con antecedentes de asma o alergia. Sus sucesores lo han hecho y han llegado a la conclusión de que una exposición precoz y masiva a perros y gatos previene la sensibilización frente a sus alergenos y corresponde a una menor presencia del asma." En cambio, la presencia de animales en casa de niños de 6-7 años con un terreno atópico puede provocar una sensibilización. Habría pues unas ventanas de exposición pertinentes y otras nefastas. ¿Qué conclusiones prácticas se derivan?
Mantengámonos pues en el terreno de la investigación. Estos resultados son muy parecidos a los que se han obtenido al estudiar familias que viven en granjas, en contacto con ganado y aves de corral. Al parecer, este contacto preserva contra
la manifestación de caracteres atópicos y la aparición del asma. ¿Pero qué puntos de contacto hay entre gallinas, vacas, perros y gatos? Una al menos: todos ellos transportan una gran cantidad de bacterias. Estas últimas exhiben en su superficie y liberan al medio unas moléculas, llamadas lipopolisacáridos, más conocidas bajo el nombre de endotoxinas bacterianas. Ahora bien ¿qué encontramos en la superficie de las células inmunitarias, llamadas dendríticas, que son las primeras en detectar los agentes infecciosos? Unos receptores de las distintas endotoxinas. Y estos receptores, una vez activados, inducen a las células dendríticas a liberar unos mediadores que supuestamente atenúan la orientación hacia la vía Th2, la favorable al asma.
La coincidencia es espectacular: ¿ha favorecido y favorece el asma y las alergias la desaparición de las endotoxinas bacterianas de nuestro entorno y de nuestros alimentos aseptizados? Esta eventualidad llama cada vez más la atención de la comunidad científica." Por decirlo en los términos utilizados por Fernando Martínez en un reciente artículo, la hipótesis higienista alcanza así «una nueva madurez». Y ello tanto más cuanto que, así ampliada, dicha hipótesis integra el cambio fundamental que han supuesto y suponen todavía las modificaciones de nuestro comportamiento alimentario. Este aspecto no es despreciable dado el reconocimiento que va adquiriendo paulatinamente el sistema inmunitario del instestino como defensor del organismo entero. También concuerda con los estudios que demuestran que las personas en contacto frecuente con patógenos del intestino -por ejemplo, Helicobacter pylori, Toxoplasma gondii o el virus de la hepatitis A- presentan menos asma alérgica que las demás. "Se cree actualmente que la flora intestinal desempeña probablemente un papel protector muy importante frente a la atopia y el asma", confirma Denis Charpin. "Así se explicaría que tomar antibióticos en los primeros meses de vida constituye un factor de riesgo para las enfermedades alérgicas.» Es precisamente durante este período cuando ciertas bacterias colonizan el intestino, hasta entonces estéril, en proporciones bien determinadas...)
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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