miércoles, 13 de agosto de 2008

Abuelos activos

Tue, 15 Feb 2005 02:13:31 -0500
Subject: Tiempo de reformas y protestas
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* Fuente:
http://www.lavanguardia.es/web/20050214/51177195638.html
Tiempo de reformas y protestas

GONZALO ARAGONÉS - 14/02/2005 - 11.17 horas

Todo el país lo sabía desde hace seis meses, cuando el gobierno dio carpetazo a los "subsidios" soviéticos y tomó las decisiones más impopulares desde las todavía temidas colas de Gorbachov. Comenzaron las reformas sociales, y con su aplicación este pasado mes de enero llegaron las protestas y las manifestaciones.

¿Pero por qué las abuelas rusas han movilizado todo el país y han conseguido zarandear el que parecía estable poder del Kremlin? Tras la reforma, tendrán que pagar sus viajes en transporte público. Y a cambio el gobierno les compensa con unos 250 rublos mensuales (5,5 euros), dependiendo de la región. Insuficiente. "Mi abuela de Siberia planta patatas", escribe Yekaterina Glikman en Novaya Gazeta. "Los médicos le dijeron que no podía hacer ese esfuerzo, pero siguió cultivándolas. Los hijos y los nietos le dijeron. 'Te compraremos patatas, es barato'. Luego, mi abuela trabajó 40 años en una fábrica y ya no plantaba patatas. Cuando comenzó la Perestroika, la abuela otra vez comenzó a plantar patatas. Y las cultiva hasta ahora. Trabaja mucho y recibe mil rublos" (poco menos de 28 euros).

Mijail Fradkov, el primer ministro que el presidente Vladimir Putin trajo a Moscú desde Bruselas para ocuparse de la economía, hizo cuentas y decidió que no podía ser, que según estaban las arcas del estado había en Rusia toda una clase social (nada privilegiada, por cierto) que debía pagar por los servicios que recibía. El gobierno decidió suprimir, entonces, el transporte gratuito para jubilados e inválidos, entre los que en un principio también se encontraban veteranos de la Segunda Guerra Mundial o soldados distinguidos por su servicio en el Ejército Rojo. A cambio, el gobierno les ha asignado una compensación económica que se sumará a sus pensiones. La gran tragedia es que la mayoría de los ancianos malviven con una pensión máxima de 1.500 rublos (menos de 50 euros) en Moscú, 800 en provincias, aumentada en algunas ciudades por decisión de las autoridades locales.

"Mi abuela vino unos días a Moscú. y fui con ella al Museo del Cine. Me encanta ir al cine con ella cuando llega de visita". "Cuando terminó la película, nos dirigimos al metro. Yo con mi billete, y ella no. Dijo que había que recordar que en el año del 60 aniversario de la Victoria le quitaron los viajes gratuitos".

Las manifestaciones comenzaron el 10 de enero, primer día de trabajo tras las vacaciones de Año Nuevo. Miles de pensionistas llegan cada día desde las ciudades que rodean Moscú hasta la capital para trabajar y superar sus pírricas pensiones. Ese día se encontraron con que tenían que pagar por viajar en el metro, los trolebuses, los tranvías o los autobuses moscovitas. A cambio, recibirán una compensación económica que consideran insuficiente. Las protestas se sucedieron en los próximos días en las principales ciudades rusas. Sólo entonces el gobierno comenzó a tomar medidas.

El alcalde de Moscú, Yuri Lushkov, fue uno de los primeros en reaccionar y subvencionó el transporte con el dinero de la capital. Lushkov se ha ganado fama de populista, entre otras cosas, por aumentar la pensión de 1.500 rublos hasta los 2.200 para sus paisanos. Otros gobernadores siguieron el mismo ejemplo, pero no todas las administraciones locales disponen de presupuesto suficiente. En reuniones con los ministros, emitidas en directo para todo el país, Putin ha exigido al responsable de Finanzas, Alexei Kudrin, y al de Seguridad y Crecimiento Social, Mijail Zurabov, un aumento de las pensiones en más de un 20 por ciento en marzo, cuando los planes del gobierno eran aumentarlas un 10 por ciento en septiembre. Estas reuniones televisadas son tradicionales en Rusia y su objetivo es separar la labor del gobierno de la figura del presidente, cuya popularidad el mes pasado cayó hasta un peligroso 5 por ciento. Los dos ministros citados son los que tienen más posibilidades para convertirse en las víctimas políticas de la actual crisis.

Es cierto que los ancianos rusos podrían superar sin dificultad el cambio de los beneficios sociales, especialmente en el tema actual del transporte. Pero esto no es nada con lo que ahora se les viene encima. El gobierno prepara la reforma de los gastos comunales. Y eso ya es harina de otro costal. Con las actuales pensiones, un anciano ruso puede a duras penas pagar el gas, el teléfono, el agua y la luz, gastos subvencionados por el estado. Esto es lo que cuestan: el gas, 8,2 rublos al mes por persona que vive en cada casa (20 céntimos de euro; 1 euro se cambia actualmente por 36 rublos); la luz, unos 120 rublos en invierno y 150 en verano; el teléfono, 510 rublos cada 4 meses como suscripción más 130 mensuales (las llamadas locales son gratuitas para todos los usuarios); cerca de 600 rublos por la comunidad (agua, barrenderos, basura, ascensores.). Sólo hay que sumar y restar. Y tener en cuenta que también hay que comprar alimentos para comer.

Una vez en el metro con su abuela, Yekatarina pensó: "Cuando el verano pasado intentaron cerrar el Museo del Cine salimos a la plaza Pushkin para defenderlo. Pero ahora a la plaza sólo van nuestras abuelas y defienden sus beneficios sociales. Y nosotros no hemos ido a defender a nuestras abuelas. Yo tampoco he ido. ¿Acaso amo más al cine que a mi abuela? No, eso no es posible. Mi abuela trabajó toda la vida para el estado y ahora cree que éste no le corresponde. Quiere del estado lo justo. Y tiene razón".

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