Sobre Ludwig Wittgenstein
MagazineWeb Casi Nada nº 7
1996
"Los grandes hombres, aun cuando sigan caminos poco frecuentados, serán siempre objeto de curiosidad para la gente ilustrada" Thomas de Quincey, Los últimos días de Emmanuel Kant
Seguimos un número más de la revista escribiendo sobre nuestro admirado Wittgenstein. Hemos recibido algún comentario favorable así que eso nos provee del suficiente combustible como para seguir nuestra modesta campaña en pro de su conocimiento. Pero eso sí, que nuestras apreciaciones sirvan para incitar a leer su obra; no para reemplazar un trato directo. No nos cansaremos de decir que leer a los comentaristas (sobre todo de los filósofos) es conformarse con una dieta rica en calorías pero muy pobre en proteínas. Algo así como enviciarse con una clase de "fast food" espiritual.
Wittgenstein mantuvo una posición muy crítica sobre sus colegas filósofos e incluso sobre lo que podían opinar de él otras figuras de carácter científico. En sus opiniones, como siempre, no se mordía la lengua: "Me es indiferente que el científico occidental típico me comprenda o me valore, ya que no comprende el espíritu con el que escribo. Nuestra civilización se caracteriza por la palabra "progreso". El progreso es su forma, no una de sus cualidades, el progresar. Es típicamente constructiva. Su actividad estriba en construir un producto cada vez más complicado. Y aun la claridad está al servicio de este fin; no es un fin en sí. Para mí, por el contrario, la claridad, la transparencia, es un fin sí". (40)
La "claridad" y la "transparencia" un fin en si mismo. Claro que ello no debe confundirse con la "facilidad". Sus pensamientos son nítidos y precisos, y por ello claros y transparentes, pero su filosofía no es fácil de escalar. Era consciente que las cosas complejas no se pueden simplificar. Por este camino se obtiene papillas filosóficas para leer en los suplementos dominicales de los grandes periódicos. Su misión, tal como él la veía, consistía en desbrozar el camino, pero: "Lo que el lector también puede, déjaselo a él." (142)
Se trata de encontrar un fundamento realista para cualquier proceso de pensamiento: "No me interesa levantar una construcción, sino tener ante mí, transparentes, las bases de las construcciones posibles." (40)
¿Cuáles son "las bases" de toda construcción mental posible? A primera vista es la lógica. Sin ella no se puede pensar coherentemente. Sin embargo ni siquiera los científicos la aplican siempre en todos los casos. Las creencias y los valores, las emociones y los sentimientos juegan un papel nada despreciable. No siempre el desarrollo de una teoría científica está basada en impecables razonamientos lógicos. La pretensión de Wittgenstein parece desmesurada y fuera de nuestro alcance intelectual (como especie). Esto es un asunto en el que las abstracciones necesitan de ejemplos para cobrar forma visible. En todo caso sí se puede investigar el lenguaje que usamos para entendernos y para simbolizar la realidad. Es fácil cortarse con un instrumento filoso que no tiene un buen mango para cogerlo. La pretensión de Wittgenstein, me parece, no iba tanto por el lado de tener una buena agarradera para coger el lenguaje sino determinar cuantos filos tiene. En realidad el lenguaje más que un instrumento tipo cuchillo se parece a una máquina de cortar el césped dotada de un poderoso motor y una agarradera pequeña e incómoda. Hay muchas probabilidades que en vez de cortar la hierba nos rebanemos una parte cualquiera de las extremidades.
Su mismo preocupación por la verdad (que el lenguaje falsea a cada instante) lo lleva a rechazar los movimientos y partidos filosóficos. Aunque mantuvo amistad con sus líderes se mantuvo distante del Círculo de Viena (aunque algunos manuales de secundario lo colocan como su líder). Wittgenstein no soportaba que un sistema le dictase lo que tenía que pensar; ni siquiera aunque fuera uno creado por él. Todo sistema termina momificandose y generando un nuevo ritual: "Todo lo ritual (casi sumo sacerdotal) debe evitarse estrictamente, porque conduce de modo directo a la corrupción. Desde luego, un beso es también un rito y no corrompe, pero sólo debe permitirse el rito en la medida en que es tan auténtico como un beso". (42)
¿Pueden eludirse los sistemas y los partidos durante mucho tiempo? ¿Existe alguna posibilidad de ser coherente sin depender de la manipulación que ejerce cualquier organización sobre las ideas que pretende defender o investigar? En una época como la que nos toca vivir, donde se demostrado fehacientemente que todo partido, movimiento, o grupo termina mintiendo descaradamente para sobrevivir ¿es posible evitar la tentación del partidismo?
Quizá sea imposible para la mayoría. Tenemos mentalidad de rebaño y nos gustan las playas hormigueantes y las grandes manifestaciones con banderas al viento donde los gritos y los petardos sustituyen al análisis que permite conocer como se entreteje la trama. Esto es válido para la inmensa mayoría. Por suerte la especie produce, de tanto en tanto, esos individuos marginales que sostienen: "El trabajo filosófico -como en muchos aspectos sucede con la arquitectura-consiste, fundamentalmente, en trabajar sobre uno mismo. En la propia comprensión. En la manera de ver las cosas (Y en lo que uno exige de ellas )". (54)
En el fondo no hay nada nuevo ¿cómo podría haberlo si hace, por lo menos 100.000 años que nuestra especie tantea en el mundo su camino incierto? "Mi originalidad (si esta es la palabra correcta) es, según creo, una originalidad de la tierra, no de la semilla.(Quizá no tengo semilla propia ). Se arroja una semilla en mi tierra y crece diferente que en cualquier otro terreno." (84)
La única originalidad puede ser, en nuestra época, despreciarla. Pero si lo analizamos un poco veremos que ni siquiera eso merece el esfuerzo. No se puede evitar ser lo que se es. Intentar ser otra cosa es una muestra de mal gusto (algo que, por supuesto, puede formar parte de nuestro ser). El problema desaparece si reconocemos que es imposible escaparse de nuestra época. La originalidad sólo es una cuestión de delicados matices. Nada que pueda observarse desde lejos.
"Una y otra vez se oye la observación de que la filosofía no hace en realidad ningún progreso, de que nos ocupan todavía los mismos problemas que ocuparon a los griegos. Pero quienes lo dicen no comprenden la razón por la que debe ser así. Esta es que nuestro lenguaje ha permanecido igual a sí mismo nos desvía siempre hacia las mismas preguntas. Mientras exista un verbo "ser" que parezca funcionar como "comer" y "beber"; mientras existan adjetivos como "idéntico", "verdadero", "falso", "posible";mientras hablemos de un flujo temporal y de una expansión del espacio, etc., tropezarán los hombres siempre con las mismas dificultades y mirarán absortos algo que ninguna aclaración parece poder disipar". (52) De aquí deduzco una de las razones por las que se debe frecuentar a W. No se trata de compenetrarse con su filosofía (tarea inútil, por otra parte, a quien no pretenda convertirse en especialista); sino de hacerse sensible a las trampas y peculiaridades de nuestra comunicación. No creo que todos los errores estén originados por el lenguaje... pero aunque provengan de otra fuente, él contribuye por lo menos a hacerlos más duraderos. Un sano escepticismo sobre el alcance de nuestras palabras es una buena medida de higiene mental.
Estar alertas a los errores y trampas de nuestro pensamiento, ser precavidos con nuestras conclusiones, dudar metódicamente de nuestras certezas es el único camino hacia la tolerancia. No se puede practicarla si creemos que el "error" es algo casual en nuestro pensamiento. Una perspectiva crítica debe cultivarse como el único antídoto personal frente a la presión del poder y los intereses creados. Con palabras del filósofo: "Si en la vida estamos rodeados por la muerte, así en la salud del entendimiento por la locura." (95)
Una actitud así no es fácil de tener para quien se creo entre "certezas". Certezas religiosas y políticas. Evidencias palpables de la consistencia de "nuestras ideas". Con esta materia se esculpen los fundamentalismos y las posiciones salvacionistas. ¡Luchad contra el error! parecen decirnos con asombrosa seguridad. Como si éste fuese un demonio que se puede exorcizar para instalar, de una vez por todas, la armonía en el mundo. Una final feliz: se casaron y tuvieron muchos hijos.
"Carlomagno trató inútilmente de aprender a escribir ya mayor: así también alguien puede aspirar inútilmente a aprender un modo de pensar. Nunca le resultará familiar." (138)
Para algunos aceptar la incertidumbre equivale a sentarse sobre agujas. No es posible. Psicológicamente no parece razonable instalarse en una incertidumbre plena. En un "puede ser" y "quizá no sea" constante. En realidad plantear la cuestión de esta manera es reducirla al absurdo. No se trata del escepticismo total, negar el conocimiento, o afirmar la sola existencia de la "nada". Me refiero a otra cosa. A la voluntad de considerar todos los temas "discutibles", y a evaluar en el momento que se requiera las probabilidades de éxito o de verosmimilitud de lo que nos preocupa. Dicho así parece poco... hasta que nos encontramos con un "fundamentalista". Allí descubrimos que "lo poco" marca la diferencia entre la convivencia y la dominación.
Al fin de cuentas es hacer nuestra la siguiente afirmación: "Dormirse en los laureles es tan peligroso como descansar en una excursión por la nieve. Cabeceas y te mueres en el sueño". (83)
A veces el milagro del descubrimiento se produce con una ligera reorganización de nuestros hábitos mentales: "Es increíble -escribe Wittgenstein- lo que ayuda un nuevo cajón en el lugar adecuado de nuestro archivo." (89)
Hay pocos, poquísimos, ejemplos en la filosofía contemporánea de un intento tan denodado como el de Wittgenstein por unir pensamiento y forma de vida. Visto superficialmente es tan extrema su necesidad de "vivir lo que piensa" que parece un personaje trágico, neuróticamente trágico. No es familiar este abandono de la riqueza, la cátedra o las comodidades existenciales para encontrar el ambiente que no obstaculice su investigación. Sirvan estas breves notas y referencias para despertar el apetito por su obra. Entiéndase lo que se entienda con seguridad no será una tarea inútil.
Sobre lo anterior una aclaración. No creo que "comprender" lo que dice un filósofo será la única tarea posible para cualquiera que lea "filosofía". Puede serlo si tiene que afrontar un examen para obtener un certificado; pero no tiene por que ser así si sólo se pretende pensar en un clase de problemas. En este caso la lectura de un filósofo se convierte en un diálogo. No importa tanto "quien dice que" sino "lo que se dice" con motivo de la lectura. Esta segunda posibilidad me parece que es el núcleo de una lectura adulta. No se trata de "recitar" a alguien. Lo importante es descubrir y usar un órgano que apenas utilizamos en la vida diaria: el cerebro.
Para terminar una anécdota que escribe el propio Bertrand Russell, su tutor cuando llegó por primera vez a Inglaterra, cuando apenas conoció a Wittgenstein: "Al final de su primer período de estudio en Cambridge, se me acercó y me dijo: "¿Sería usted tan amable de decirme si soy un completo idiota o no?" Yo le repliqué: "Mi querido compañero de college, no lo sé. ¿Por qué me lo pregunta?
El me dijo: "Porque si soy un completo idiota me haré ingeniero aeronáutico; pero, si no lo soy, me haré filósofo". Le dije que me escribiera algo durante las vacaciones sobre algún tema filosófico y que entonces le diría si era un completo idiota o no.
Al comienzo del siguiente período lectivo me trajo el cumplimiento de esta sugerencia. Después de leer sólo una frase, le dije: "No. Usted no debe hacerse ingeniero aeronáutico"."
Carlos Salinas Sep'96
Nota: los números entre paréntesis corresponden a la traducción en español (que a su vez es traducción del inglés) de Vermischte Bemerkungen: L.Wittgenstein, Aforismos Cultura y Valor, Espasa Calpe, Colec. Austral, Madrid, 1995.
La anécdota final corresponde a: B. Rusell, Portraits from Memory, Allen and Unwin, 1957. (Versión española: M. Suarez, Retratos de memoria y otros ensayos, Aguilar, Bs .As., 1960). Tambien ver a Antohny Kenny, Wittgenstein, Alianza Universidad, Madrid, 1995
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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