Pluralidad cultural: el nuevo vínculo de España con Estados Unidos
BARBARA PROBST SOLOMON
El País, Domingo, 20 de mayo de 2001
Barbara Probst Solomon es periodista y escritora estadounidense.
Hace ya tiempo que saltó la noticia de que Estados Unidos ha dejado de ser un país blanco y anglosajón: el grupo que crece más rápidamente es el formado por los inmigrantes hispanohablantes, procedentes de la República Dominicana, El Salvador, México, Cuba, etcétera, además de los portorriqueños, que ya son ciudadanos estadounidenses. A pesar de que este crecimiento repentino de la cultura española y la forma en que el idioma español está cambiando el perfil del inglés hablado en EE UU afecta de forma evidente a las relaciones culturales de España con EE UU, España no ha encontrado aún una forma útil de plantearse esta nueva pluralidad cultural estadounidense. Es importante que los intelectuales, escritores, académicos, y aquellos que hacen la política del Gobierno en España, aborden esta sorprendente transformación social que está motivada por el idioma español; si no, España se convertirá en un espectador en lugar de participar en ella.
Hay que desprenderse de todas las viejas ideas históricas acerca de la vulnerabilidad de España ante el todopoderoso Tío Sam y pensar por anticipado en este nuevo futuro: dentro de diez años, ¿cómo serán las relaciones entre el Ahmed de la nueva Europa, la nueva España, y Juan Pérez, el nuevo yanqui? Tradicionalmente, España ha tenido una conexión con EE UU mucho más débil que la de otros países europeos, como Francia, el Reino Unido e Italia. Ahora esa historia se ha dado la vuelta; mientras el idioma español florece aquí, Francia experimenta el problema opuesto: se reduce el interés en la cultura francesa debido a que el francés se usa cada vez menos. En Naciones Unidas, en realidad en todo el mundo, el inglés, no el francés, es el idioma diplomático preferido. El español ocupa ahora el segundo lugar. Tanto es así que han surgido nuevos problemas: el español ha entrado en el inglés americano con tanta fuerza que ahora hay que prestar atención para asegurarse de que las traducciones de las obras españolas hechas en Inglaterra no confunden a los lectores norteamericanos porque suenan demasiado a Londres. A los europeos no se les acaba de meter en la cabeza que el idioma que se habla en Estados Unidos tiene escasa relación con el inglés británico. Si una novela que se supone que se desarrolla en Sevilla, por ejemplo, evoca Londres o Cambridge al lector estadounidense, y no Sevilla, la novela está perdida.
A los europeos que ven a los nuevos emigrantes como una amenaza (hordas de almogávares en la frontera una vez más, alterando su cultura homogénea) les resulta difícil comprender del todo que los estadounidenses perciben estas llegadas como una saludable expansión económica. Más trabajadores, más crecimiento, más gente a quien vender cosas. Además, dicho de forma más directa, del mismo modo que el catedrático de universidad de Barcelona o Madrid de visita en EE UU no quiere que se le confunda con una asistenta de la República Dominicana o de México, hay una tendencia entre los visitantes españoles a apartarse con nerviosismo de la mezcolanza tumultuosa de la vida cultural estadounidense, para que los estadounidenses de élite no les confundan con esos que llegan todas las semanas del sur de la frontera. Por tanto, los españoles que están en Estados Unidos malgastan demasiadas energías en definirse a sí mismos como personas que no provienen de México ni de El Salvador.
Pero lo que hay que aclarar es que la nueva influencia del idioma español no sólo está relacionada con nuestros nuevos inmigrantes; como los estadounidenses somos gente pragmática, la mayoría de los estudiantes que provienen de ambientes no hispanos ahora eligen automáticamente el español como segundo idioma, y cuando estudias un idioma estudias su cultura. A consecuencia de esto, hay un número sin precedentes de estadounidenses con un legado no hispano que están siendo expuestos a todos los aspectos de la cultura española.También es difícil para los europeos hacerse una idea de la rapidez con la que los nuevos inmigrantes en EE UU -en este caso, la población hispanohablante- pasan a formar parte de la clase media. En una sola generación, los hijos e hijas del dueño de una tienda de ultramarinos de El Salvador pasan a formar parte de la clase profesional: llegan a ser médicos, abogados, lo que sea. Dentro de una generación, según las estadísticas recientes, y debido a la alta tasa de matrimonios mixtos, la población hispana absorberá y será absorbida por la no hispana. Así, lo que comienza como la nueva sociedad de pluralidad cultural se transforma rápidamente en el tradicional crisol estadounidense. En el futuro inmediato, un porcentaje sustancial de la clase media estadounidense tendrá alguna herencia española, y el resto de la clase media tendrá la misma familiaridad con la cultura española que la que los estadounidenses cultos tuvieron una vez con la cultura francesa.
Es de destacar que la explosión de la cultura española en EE UU no se debe únicamente a los grandes cambios demográficos en la población. Hay otras razones: la expansión de la población americana de habla hispana se produjo en el mismo momento en que la mayoría de las instituciones estadounidenses -universidades, corporaciones, etcétera-, por razones más o menos nobles, estaban impulsando la pluralidad cultural. Y así, el pluralismo cultural que para muchos ha sido 'lo bueno' (aunque también ha tenido muchos detractores) pasó a representar a lo hispánico, o la cultura española y la cultura negra unidas a la asiática. Lo que no se dice nunca, pero que yo creo que tiene una tremenda importancia en la forma tan rápida en la que la identidad estadounidense ha cambiado sin angustia y de forma fácil su identidad fundamental, es que los estadounidenses se aburren con lo que ya conocen. Estamos aburridos de nuestra historia de blancos, anglosajones y protestantes, que asociamos vagamente a los años cincuenta, a los guantes blancos y a la ropa incómoda. La imagen del aristócrata de Boston ha dejado de captar nuestra imaginación, queremos más gancho. Y es humano pensar que las oportunidades que importan, importan por el trabajo duro, no por una situación demográfica casual. Pero aquí está: una nueva oportunidad. Por primera vez España tendrá una relación doble con EE UU. Como miembro de la Comunidad Europea (parece que la presidencia de Bush va a tener algunas temporadas glaciales con la UE), la política de España será la de Europa. Su relación cultural, tremendamente más importante, está aún por definir.
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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