Ganarse la vida, o simplemente vivir...
Hace unos días, se dieron a conocer los resultados de un estudio del Stanford Institute for the Quantitative Study of Society sobre cómo Internet está cambiando nuestra vida (hay un resumen en http://www.stanford.edu/group/siqss/Press_Release/press_release.html, y desde aquí se puede acceder al estudio completo). El estudio ha sido comentado en distintos medios de comunicación, en especial porque los "principales" resultados, que "Internet causa aislamiento social y aumenta nuestra carga de trabajo", eran muy atractivos como noticia (porque es siempre noticia lo negativo?).
Este interesante estudio permite distintas interpretaciones, de las que voy a comentar dos.
La primera es de réplica, y viene de la mano de Jakob Nielsen, quien desde su revista digital, AlertBox (http://www.useit.com/alertbox/20000220.html) se muestra en desacuerdo con la metodología del estudio, y con sus resultados. Quizás su principal argumento es que no es que Internet "elimina" las formas de comunicación y contacto social (por ejemplo, sales menos de casa...), sino que genera nuevos tipos de comunicación y contacto social. Pone el ejemplo de cómo puede que vayamos a menos conferencias, mientras que participamos, con mayor frecuencia, en las conversaciones de comunidades virtuales. En su visión, las formas "tradicionales" de relación en la era industrial no tienen por qué ser las mismas en la era informacional.
En cierta parte estoy de acuerdo. Creo que la Red te permite mantener una relación con gente con la que normalmente no te verías, aunque también es cierto que las probabilidades de qué te pases, y acabes "montándote una película" son muy altas. Internet puede estimular tu imaginación, que combinada con el anonimato, puede cambiar incluso tus patrones de seducción. Quién haya participado en un chat algo caliente, en el que posiblemente nadie es quién dice ser, sabe a lo que me refiero. En este sentido, Romà Gubern acaba de publicar un libro que promete ser interesante, "Eros electrónico" (adquirible desde http://www.crisol.es).
De acuerdo con una segunda interpretación, con la que estoy más de acuerdo, están cambiando nuestros patrones de relación social y afectiva porque dedicamos más tiempo al trabajo. Ni más ni menos. Nos refugiamos en la Red porque nos dedicamos tanto al trabajo que nadie nos soporta, y acabamos estando solos en la multitud...
Hace unos meses, un amigo (gracias Vicenç) me envió el resumen del estudio General Social Survey de la oficina estadística de Canadá (http://www.statcan.ca/Daily/English/991109/d991109a.htm), según en cual el 1/3 de los canadienses de 25 a 44 años se identifican como adictos al trabajo, y la mitad están preocupados porque no tienen suficiente tiempo para dedicar a la familia y amigos. La mitad de la gente en este grupo se siente "atrapada en la rutina diaria".
Creo que, por lo general, nuestro horario de trabajo tiende a extenderse, y que la Red es bastante culpable. Hablaba esta tarde con una amiga: "no, ya me iba, voy a buscar a mi hijo, pero estaba mirando el correo de última hora". El otro día me encontré a mi mismo interrumpiendo una compra en unos almacenes porque alguien me llamaba por teléfono. Lo mismo al ir a buscar a mis hijos al colegio.
Incluso a veces tengo la impresión de que todo este incremento de productividad que se anuncia en los Estados Unidos no es consecuencia de que trabajan mejor, sino de que la jornada laboral se ha alargado, gracias a la Red y a los móviles, a nuestro ocio. Ahora trabajamos siempre, en la oficina y en casa...
Me temo que, como siempre, la culpa no es del instrumento, sino del uso que se hace de él. La Red puede ser un tormento (y puede complicarnos la vida), o puede llevarnos al cielo (y puede, por ejemplo, ayudarte a ser más productivo, y a saltarle esas interminables reuniones en las que no se decide nada, excepto quedar para la próxima reunión...).
Pero en el fondo no se trata de un problema de Internet. Se trata de diseñarte una vida con sentido. Se trata de decidir si quieres "ganarte la vida" (y pagar cualquier precio) o "tener una vida". No es una sorpresa que cada vez más gente apuesta por lo segundo. Y voy a dar tres ejemplos.
Primero, en el FastCompany del mes de enero (http://www.fastcompany.com/online/31/toolbox.html) hay un muy recomendable artículo sobre la historia de Mark Albion, un flamante profesor de Harvard que un día se pregunto a sí mismo si quería seguir formando MBAs, y seguir en la "carrera de las ratas", luchando por el queso, o si quería simplemente vivir. En el artículo se explica su historia, cómo le costó encontrar un trabajo, hasta que finalmente entendió que lo que tenía que hacer era "inventarse su trabajo". Y se inventó, a ver si os suena, una revista electrónica... la revista "ML2: Making a Life, Making a Living," que es leída hoy por unos 2.5 millones de estudiantes y ejecutivos en 87 países. La revista está disponible en el web de su empresa, You&Company, bonito nombre ( http://www.you-company.com ). Sobre su experiencia ha escrito un libro, "Making a Life, Making a Living: Reclaiming Your Purpose and Passion in Business and in Life" (http://www.amazon.com/exec/obidos/ASIN/0446524042/infonomicsnet).
Entre las opciones "Making a life, making a living", Albion apostó por lo primero, para aprovechar el número limitado de latidos del corazón que la Naturaleza nos ha dado a cada uno de nosotros. Y en el camino se dio cuenta de que si había gente que hacía de "Head hunters", alguien podía también hacer de "heart hunter".
Segundo ejemplo, en el mismo artículo hay un pequeño añadido (Sidebar: Life Change, Work Change) que trata de cómo dos ejecutivas se decidieron independientemente a cambiar el rumbo de su vida y a tener un hijo (que poco ayudan las empresas a las mujeres!), y cómo, con el fin de disfrutar de sus respectivos hijos, decidieron "compartir un trabajo". Qué gran idea, y que absurdo que los gobiernos no hayan pensado en este tema, o que las empresas no lo admitan con más frecuencia...
Pero el mejor es el tercer ejemplo. Alguien a quien admiro, y con quién he tenido el gusto de trabajar durante unos años, siempre ha rechazado ofertas para mejorar su puesto de trabajo, y aumentar su sueldo, porque ello representaría aumentar también su disponibilidad de tiempo. Tiempo, algo realmente valioso, que poca gente sabe valorar, encegada por el dinero...
Toni, te dedico este mensaje, con la convicción de que de esta película, el listo siempre lo has sido tú...
Alfons Cornella, Infonomics.net, Barcelona http://www.infonomics.net
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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