Enciclopedia Argos Vergara (Biología)
La vida
¿Qué diferencia existe entre un pedazo de sílex y un caballo?
Cualquier niño de cuatro años nos responderá que uno "se mueve" por sí mismo y que el otro "no se mueve".
¿Qué diferencia existe entre el mismo guijarro de sílex y una ostra?
Mirando el asunto de más cerca, puede darse la misma respuesta: aunque la ostra no galopa como un caballo, es susceptible de moverse, de una manera muy limitada, pero característica. La respuesta sería la misma si se sustituye la ostra por un pulgón, una ameba, un infusorio microscópico, una planta con flores, etc.
Pero el criterio del "movimiento espontáneo", adaptado a cierto fin (por ejemplo, a la respiración, a la absorción de alimento, a la protección ), ¿es también tan evidente en el caso de un hongo ?
¿O en el caso de los individuos que constituyen un macizo de coral? Además, ¿acaso no existen, en un ser " vivo ", ciertos elementos en apariencia inertes ? Un hueso o un diente, ¿no se parecen a la materia mineral ?
Busquemos, pues, una distinción más sutil que la aptitud para el movimiento (que se denomina, más científicamente, motilidad ). Podemos decir, por ejemplo, que lo ¿vivo?, nace, envejece y muere, mientras que el sílex no cambia durante milenios y parece inmortal. Indudablemente, esto es cierto a escala humana, pero los geólogos saben perfectamente que las rocas se transforman, química y físicamente, aunque sólo sea por la desintegración de los cuerpos radiactivos que contienen.
Dirijámonos a los químicos y preguntémosles si hay diferencias de composición entre las materias " vivas " y aquellas a las que se llama " inertes ". Su respuesta no será menos terminante: las sustancias que elaboran los seres vivos , las partes que los componen, contienen los mismos elementos químicos que las rocas o la atmósfera .
Estos elementos carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, fósforo, hierro, manganeso, etc. se hallan asociados en unas moléculas que a veces son muy sencillas e idénticas a las moléculas del mundo mineral (como el agua , que representa del 70 % al 95 % de la masa de una célula viva ) y que otras veces son muy complicadas (como la hemoglobinao los enzimas).
Todo esto no es muy diferente de lo que sucede en el mundo mineral , excepto en su complejidad.
Observemos ahora unos seres supuestamente vivos .
Por ejemplo, unas bacterias situadas en condiciones favorables de desarrollo (en lo que se denomina un "caldo de cultivo"). Al cabo de cierto tiempo se observa que las bacterias se han multiplicado, sin que haya existido una aportación exterior al medio de cultivo .
Tal cosa no se produce en el caso de un sílex o un mineral cualquiera. Es cierto que los cristales que observamos en la naturaleza son resultados de una fijación átomopor átomo, según reglas bastante rigurosas, de elementos siempre iguales.
Sin embargo, este "crecimiento" de un cristal no es comparable a la multiplicación de las bacterias . Indudablemente existe en ambos casos una adquisición de átomos y de moléculasdel medio exterior (del caldo de cultivo , en el caso de las bacterias ; del universo , en el caso de los cristales ); pero el tratamiento de estas adquisiciones no es el mismo.
En el caso de un cristal, los elementos constitutivos se amontonan en cierto modo unos sobre otros, de una manera metódica. En el caso de las bacterias, los elementos tomados del medio son transformados, como si estos seres microscópicos fueran auténticas fábricas químicas en cuyo seno se producen síntesis extraordinariamente complejas (tan complejas que el hombre, con sus medios materiales e intelectuales, logra apenas realizar unas pocas en casos muy particulares, mientras que las bacterias realizan millones, miles de millones de ellas, a una velocidad extraordinaria).
Finalmente, parece que la separación, muy difícil de captar, entre lo no vivo y lo vivo reside en una diferencia de estructura molecular. El guijarro más asombroso es, en último término, un amontonamiento regular de átomos : posee, en algún grado, una estructura cristalina . El menor elemento de materia viva , tanto si pertenece a un hombre como si es de un virus, manifiesta una estructura que no se reduce a una disposición pasiva de prismas o de pirámides . Si nos lanzáramos a una comparación (pueril), podríamos decir que la materia inerte y la materia viva son libros escritos con el mismo alfabeto. Pero la primera sólo es un modesto silabario, que presenta las letras y las sílabas mínimas, a veces repetidas, mientras que la segunda es un diccionario enciclopédico o, todavía mejor, el conjunto infinito de las obras escritas y por escribir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Puedes formular un comentario, si te apetece.