http://www.lavanguardia.es/web/20060405/51240713021.html
Un directivo del Banco del Reich, colocado en el Banco Nacional de Grecia, vendió en la Bolsa de Atenas las doce toneladas de oro arrebatadas a los judíos de Salónica: con ese oro compró dracmas, y con ellos pagó a los soldados alemanes en Grecia... Episodios como éste son los que documenta y cuantifica Aly en su estudio, publicado en ´La utopía nazi´ (Crítica), libro explícitamente subtitulado ´Cómo Hitler compró a los alemanes´. Leer que los jerarcas nazis actuaban menos por criterios ideológicos que recaudatorios (para, de paso, enriquecerse ellos mismos) no altera la magnitud de la vileza, sólo la ilumina con una tétrica y fría luz: la del provecho económico para el grueso de una complaciente sociedad. Alemania se mira en el espejo.
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GÖTZ ALY, HISTORIADOR ALEMÁN
"Hitler compró a los alemanes"
Tengo 58 años, nací en Heidelberg y vivo entre Berlín y Frankfurt. Soy profesor del Instituto Fritz Bauer de Frankfurt, donde dirijo una investigación sobre el holocausto. Estoy casado y tengo 4 hijos, de 36 a 26 años. ¿Política? Soy de la generación del 68, y hoy cambio mucho de voto. Soy un protestante alemán corriente y moliente
VÍCTOR-M. AMELA - 05/04/2006
- Nació usted en el año...
- 1947.
- Sus padres le engendraron acabada ya la guerra, pues.
- Se casaron en 1942, cuando Alemania ganaba, pero a mí me engendraron con Hitler ya muerto. ¿Por qué?
- ¿Qué hacía su padre durante la guerra?
- Ah, ya le veo... Pues es ilustrativo, la verdad: como otros diez millones de alemanes, ingresó en 1937 en el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores. Tenía 25 años. Fue un ingreso tardío, de hecho...
- ¿Por qué tardío?
- ¡Porque el partido nazi lo formaba gente jovencísima! La dictadura nazi fue una dictadura juvenil: el nazismo cargaba contra la vieja clase gobernante, considerada caduca.
- ¿Su padre fue nazi?
- Él dice que no. Se dejó llevar, como millones de alemanes... Si habla hoy con mi padre o con millones como él, le dirán que ellos eran resistentes dentro del sistema...
- ¿Ah, sí?
- Claro: todos le dirán que hacían lo que podían para impedir que pasaran cosas más graves. Y tampoco mienten... Cuando mi padre se casó era soldado, y se casó sin uniforme: "Fue para distanciarme", arguye hoy...
- ¿Qué tal era la vida de un soldado hitleriano?
- ¡Se les pagaba muy bien! Sus familias, por tanto, estaban encantadas.
- ¿Pese a la dictadura, pese a la guerra?
- Sí: Hitler compró el estómago de los alemanes, su complacencia, favoreciéndolos notablemente en su bienestar económico.
- ¿Un soborno masivo? Eso suena muy crudo, ¿no?
- Lo he estudiado a fondo: con Hitler, los alemanes vivieron muy bien. No pasaron hambre y gozaron de ventajas que les reportaron gran prosperidad económica.
- ¿Qué tipo de ventajas?
- El III Reich creó subvenciones por hijos, seguro de enfermedad gratuito para jubilados, beneficios fiscales para familias, condonaciones de deudas a los arios...
- ¿Y de dónde salía tanto dinero público?
- ¡Del expolio de los países ocupados! Los altos funcionarios del Banco del Reich se desplazaban a esos países para organizar su saqueo. Las tropas alemanas, por ejemplo, se costeaban con las riquezas del país que ocupaban. Y los soldados enviaban a sus familias montones de paquetes - exentos de toda carga aduanera- de productos adquiridos a bajo precio a los conquistados...
- Claro, entraba riqueza fácil...
- No es que Hitler fuese un genio de la economía: es que rapiñó media Europa... ¡y también al 5% de su propia población, es decir, a los judíos alemanes!
- No se limitó a exterminarlos, pues...
- Primero los expolió. ¡El provecho económico espoleó el holocausto! Un dato: la expropiación de bienes de judíos en el año fiscal 1938-1939 ¡aportó a las arcas del Estado alemán unos ingresos adicionales del 9,5%!
- Qué barbaridad... ¿Qué sabían los alemanes de estos abusos y crímenes?
- La información no circulaba como hoy..., y si oían algo tendían a pensar: "Si el Estado lo hace, correcto será".
- Entonces..., ¿tiene un pueblo la dictadura que merece?
- Sí: una dictadura no se sostiene largo tiempo sin un consenso subyacente.
- No olvide la Gestapo, el terror...
- Prácticamente no necesitó aplicarse... hasta después de 1942, momentos en que ya podía verse que la guerra se perdía.
- ¿Nadie se opuso seriamente a Hitler?
- Sólo algunos círculos católicos, algún obispo... ¡hasta que se puso a bendecir armas en la guerra contra la URSS! Y socialistas y comunistas se acomodaron a la situación... ¡Les complacía el anticlericalismo de Hitler!
- ¿Y los obreros?
- Se incrementó su posibilidad de ascenso social, les creó seguridad social, los alivió de impuestos... Hitler hacía pagar a los ricos..., que, de todos modos, se forraban. Y, sobre todo: Hitler formuló una utopía de un mundo mejor que el alemán medio creyó.
- Si Hitler se hubiese sometido a elecciones..., ¿las habría ganado?
- ¿Cómo saberlo...? En 1935, su popularidad estaba en su apogeo. Y quizá aún hubiese ganado hasta 1941. En 1942, ya no: el confort alemán declinaba...
- ¿Qué pasaría hoy si Alemania tuviese que devolver todo lo que Hitler saqueó?
- ¡El Estado alemán quebraría! Ya acabada la guerra, funcionarios de la Hacienda de la RDA y de la RFA (con Helmut Schmidt) quemaron las actas de aquellos expolios...
- Vaya... ¿De cuánto dinero hablamos?
- A fecha de hoy supondría unos 230 millardos de euros. En Francia ¡robaron el equivalente al PIB de un año! Y el patrimonio de los judíos alemanes adinerados equivalía a medio presupuesto anual de Alemania...
- La actual economía alemana ¿tiene una deuda con los nazis?
- Pues sí. Su aparato productivo moderno se hereda de la Alemania nazi. También Polonia: allí florecerá una industria en torno al campo de Auschwitz...
- Con una economía tan engrasada, ¿por qué perdió Alemania la guerra?
- Por el ejército Rojo, por las tropas aliadas, por los partisanos... y gracias a Dios.
- ¿Cómo han reaccionado los alemanes ante esta investigación económica suya?
- A mi generación le cuesta aceptar que los crímenes del nazismo se perpetraron desde el corazón de la sociedad alemana. Ellos escuchan la vida de sus padres y no ven muchos indicios que concuerden con mi relato. Pero... ya le hablé antes mi padre, ¿no?
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