En el artículo de Mundo Científico, nº 196, diciembre 1998, los autores (Guy Theraulaz, Eric Bonabeau y Jean-Louis Deneubourg) estudian el fenómeno de la construcción colectiva de grandes nidos en los insectos sociales. Contrasta la pequeñez de los pequeños obreros con la grandiosidad de las obras finales, que si fueran a escala humana, tendrían la altura de rascacielos de más de mil metros de altura. La primera hipótesis se surgió al considerar estas creaciones llevaba a pensar en que cada individuo tenía algo así como un mapa general de lo que se quería hacer, y luego cada uno aportaba su granito de arena para lograrlo. Pero no hay ningún dato experimental que apoye esa hipótesis que por otra parte sería extravagante incluso tratándose de humanos ya que pocos son los que al construir un edificio, conocen en sus detalles el resultado final. Los insectos sociales poseen el equipamiento sensorial que les permite responder a ciertos estímulos externos, pero estas señales no poseen un valor simbólico sino que son simplemente atractivas o repulsivas, inhibidoras o activadoras de la acción.
El modelo que se considera en el artículo se basa “en la cooperación descentralizada de unidades autónomas distribuidas en el entorno”. El resultado es lo que surge del encadenamiento de interacciones entre los individuos y de éstos con el medio circundante. La investigación ha permitido descubrir mecanismos de coordinación como la denominada “de plantilla”. Una plantilla corresponde a una zona del espacio donde está permitida una acción de construcción o una dirección determinada a la que dirigirse. El plan de construcción está formado por instrucciones elementales que los insectos están predeterminados para seguir y que se activa por señales presentes en el entorno (como las “feromonas” producidas por la reina, en las termitas).
Actualmente se conocen muchas “plantillas” que van desde la construcción de la cúpula del nido en las hormigas Formica, hasta la formación de cráteres a la salida de los nidos de hormigas Messor.
Los insectos sociales tienen capacidades de autoorganización. Los mecanismos básicos incluyen “retroacciones positivas”, “retroacciones negativas” y la “ampliación de fluctuaciones”. Para que éstos funcionen se necesita un número crítico de individuos o acontecimientos. El artículo muestra como las estructuras obtenidas actúan sobre los desplazamientos de los insectos que, a su vez, influyen en la construcción.
Por último se informa de programas informáticos que permiten estudiar la coordinación de las actividades constructoras en las avispas. “La plataforma de simulación de los procesos de construcción está disponible en el sitio: www-iasc-enst-bretagne.fr/PROJECTS/SWARM/nest.html “
Nota: en este interesante artículo hecho a faltar una comparación entre la actividad constructora de los insectos y la actividad humana que evidentemente resulta distinta, pero que incluye similitudes que podrían sorprender si las pusiéramos una a una al lado (Brigantinus)
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