Los estudios biológicos sobre los humanos destacan la presencia de impulsos o instintos frutos de la selección natural producida en miles de años. Pero estos impulsos son variados y no se sirven para fundar relaciones sociales que se ajusten, supuestamente, a ellos. La competencia y la cooperación resultan de la interacción compleja de organismos que buscan sobrevivir egoístamente. El altruismo es también una conducta de supervivencia. La experiencia histórica es esencial para dar pasos hacia la negociación y la predominancia de juegos (de relación) de suma distinta a 0. Se puede fundar una moral aceptada por creyentes y no creyentes basada en la observación que las conductas sexistas, racistas, xenófobas y de resolución violenta de conflictos son perjudiciales para la mayoría. Los impulsos “naturales” encuentran su corrección en la necesidad de preservar valores comunes y probados en la experiencia histórica.
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