La tentación de la “ingeniería social” ha estado presente en las grandes experiencias nacionales del siglo XX. El marxismo, el fascismo y el nazismo son sus exponentes máximos. El “hombre nuevo” bolchevique se abrió camino por la violencia y la represión. Esa senda luego fue recorrida por el fascismo italiano y tomada con mayor dureza por el nacionalsocialismo alemán. Pero la tentación del ingeniero que diseña nuevas relaciones humanas no ha quedado circunscripta al ámbito político y económico; tambien Le Corbusier soñó con ciudades “donde renazca la humanidad” y dónde no existieran los lugares habituales por todos conocidos, en aras a nuevas ideas sobre como deben trabajar y descansar las personas. En 1975 Simone de Beauvoir decía “No se debería permitir a ninguna mujer que se quedara en casa para criar a sus hijos. La sociedad tendría que ser completamente distinta. Las mujeres no deberian tener esa opción, precisamente porque si existe tal opción, demasiadas mujeres la van a tomar” (citado en
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