jueves, 8 de mayo de 2008

Vejez y cerebro

Mente y Cerebro.
Libros de Investigación Y Ciencia.
Prensa Científica S.A.
Barcelona, 1ªEdic. 1993, 2da.Reimpresión 1995

ENVEJECIMIENTO CEREBRAL Y MENTAL
Dennis J. Selkoe

(DENNIS J. SELKOE recibió un premio en 1988 del Instituto Nacional de Geriatría por sus investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer. Es codirector del Centro de Enfermedades Neurológicas en Brigham, y del Hospital de la Mujer, de Boston. Es también profesor de neurología y neurociencia en la facultad de medicina de la Universidad de Harvard. Selkoe se licenció en medicina por la Universidad de Virginia. Este es su segundo artículo en Investigación y Ciencia.)

[Presentación] Cuando envejece, el cerebro sufre alteraciones químicas y se desgastan ciertas neuronas. Para mucha gente, sin embargo, esos cambios no suponen un descenso perceptible de la inteligencia

[Pág. 118] Reflexionemos, con Shakespeare, sobre la senectud. En "Como Gustéis", su memorable personaje Lord Jaques enumera siete edades del hombre, terminando con un trazo de tristeza:

El último acto, fin de esta extraña y azarosa historia, Es segunda puericia y mero olvido.

Para muchos de nosotros, igual que para el melancólico Jaques, la perspectiva del envejecimiento evoca la imagen de un ocaso inexorable y arrollador, una lenta marcha hacia la anulación mental y la muerte. Pero, es inevitable el deterioro profundo del cerebro, y por ende de la mente?

No, es la respuesta. Verdad es que la ciencia nos enseña que, Conforme nos alejamos de la juventud, hay moléculas y células del cerebro que funcionan cada vez peor, o desaparecen. Algunos de cuyos cambios pueden alterar la capacidad cognitiva, si sobrepasan ciertos umbrales críticos. Pero la investigación realizada mueve a pensar que el desgaste mental motivado por el daño acumulado no constituye, en absoluto, ningún rasgo consustancial de la longevidad.

La pérdida de consciencia en los ancianos síguese, probablemente, de alguna enfermedad específica que acelera o se suma al proceso de envejecimiento, En las naciones desarrolladas, la causa principal de demencia senil -pérdida de memoria y raciocinio en la vejez-reside en la enfermedad de Alzheimer. Otras causas son los accidentes cerebrovasculares y la enfermedad de Parkinson.

Los médicos no siempre pueden distinguir entre aquellos ancianos que manifiestan cierta pérdida de memoria, relativamente estable, y los que están dando los primeros pasos en la enfermedad de Alzheimer u otra demencia progresiva Las investigaciones en curso sobre el proceso normal de envejecimiento y sobre las enfermedades mentales permitirán, sin duda, resolver el dilema y facilitarán el desarrollo de terapias lenitivas y preventivas. Para la mayoría de los estudiosos del envejecimiento cerebral, el fin último consiste en potenciar la calidad de su función en la vejez, no necesariamente prolongar la vida, aunque esto último podría ser una consecuencia de lo primero.

El estudio de los cambios químicos y estructurales que tipifican el envejecimiento cerebral en ausencia de enfermedades nos enseña que se trata de cambios heterogéneos, como el propio cerebro. No se reduce éste a un conjunto de neuronas (células que transmiten señales), sino que posee también células de la glía (sirven de apoyo a las neuronas y coadyuvan en su reparación) y vasos sanguíneos.

Hay subgrupos de células y áreas del cerebro que son más propensas que otras a sufrir daños relacionados con la edad. Asimismo, el momento de aparición de las alteraciones físicas, su combinación y alcance, amén de los efectos que producen en el intelecto, difieren notablemente de una persona a otra. En general, sin embargo, se puede decir que la mayoría de las modificaciones estructurales y químicas de las que hablaremos se manifiestan entre los cincuenta y sesenta años. Algunas adquieren mayor vigor después de los 70. Como probablemente no exista un mecanismo unificador que explique lo que globalmente conocemos como senectud cerebral (disfunciones moleculares y celulares relacionadas con la edad), parece improbable que se dé con el elixir para demorar o invertir el proceso de decadencia.

Los cambios asociados con la edad se han estudiado sobre todo en las neuronas, células que, en general, no se multiplican después del nacimiento. A medida que envejecemos, va mermando nuestra cifra de neuronas cerebrales, pero sin acomodarse a ningún patrón fijo. A modo de botón de muestra, son muy pocas las neuronas que desaparecen en las áreas del hipotálamo que regulan la secreción de ciertas hormonas por la glándula hipofisaria.

Por contra, son bastantes las que tienden a desaparecer de la sustancia negra y el locus coeruleus. La enfermedad de Parkinson puede diezmar hasta un 70 por ciento o más de las neuronas de esas áreas, alterando seriamente la función motora. El envejecimiento por sí solo elimina muchas menos, aunque los individuos de edad avanzada con síntomas que recuerdan a la enfer- (sigue en la otra página...)


[p 120] Algunas partes del sistema límbico, incluído el hipocampo se resienten también, en diverso grado, de la muerte celular (El sistema límbico es fundamental para el aprendizaje, la memoria y las emociones)

(...) Con la edad se suelen atrofiar las neuritas [extensiones de las neuronas, axones y dendritas] y los cuerpos celulares en ciertas áreas del cerebro importantes para el aprendizaje, memoria, planificación y otras funciones intelectuales complejas.

Pero no todos los cambios neuronales son destructivos por necesidad. Algunos pueden obedecer al esfuerzo de las neuronas supervivientes por compensar la pérdida o atrofia de otas neuronas y sus proyecciónes (...) Los ensayos con ratas adultas han demostrado una capacidad de desarrollo similar. Después de exponer los animales a ambientes estimuladores de la visión, aparecen en la corteza visual dendritas más largas y complejas.

(...) Tales hallazgos resultan alentadores. Sugieren, por un lado, que el cerebro es capaz de un remodelamiento dinámico de sus conexiones neuronales, incluso en edades muy avanzadas.

[p 123] De parejo interés es la cuestión de los efectos que ejercen sobre la mente los cambios anatómicos y fisiológicos relacionados con la edad (...) Hasta que no podamos registrar el funcionamiento mental de un número grande de personas (...) cualquir relación entre alteraciones físicas específicas y disfunciones del intelecto seguirá siendo puro misterio.

(...) menos del 5% de los individuos con edades comprendidas entre 65 y 75 años presentaban síntomas de demencia, un carácter que afecta a casi el 20% de los individuos entre 75 y 85 años. La cifra sube a casi el 50% en los mayores de 85 años.

(...) cuando las personas de 70 a 80 años mantienen una buena salud, su rendimiento en las pruebas de memoria, percepción y lenguaje disminuy sólo levemente.

(...) lo que sí han descubierto varios trabajos es una disminución de la velocidad de ciertos aspectos del procesamiento cognitivo. (...) Mientras más compleja sea la tarea (por ejemplo, un problema matemático con muchos pasos), más probable será que las personas adultas de edad avanzada y sanas la resuelvan peor que los adultos más jóvenes.

En su conjunto, pues, los descubrimientos físicos, epidemiológicos y psicológicos sugieren que un descenso medio o mederado en la memoria o en la velocidad de procesamiento intelectual podría estar relacionado con una acumulación gradual de cambios anatómicos y fisiológicos normales en el cerebro durante el proceso de envejecimiento.

[p 125] Persiste abierto el debate de si mantener o incrementar la actividad mental puede frenar el paulatino declive cognitivo de los años finales de vida: seguimos sin tener datos rigurosos al respecto.

Se ignora, asimismo, el efecto que puede ejercer sobre la función cerebral una dieta restrictiva, a pesar de su consideración generalizada como potencial antídoto contra el envejecimiento. Se ha demostrado que una dieta equilibrada desde el punto de vista nutritivo, y muy baja en calorías, retrasa la aparición de enfermedades asociadas con la edad y aumenta la vida media de muchos mamíferos inferiores. En algunos estudios, ratas alimentadas con dietas restrictivas presentaban menos cambos neuroquímicos en sus cerebros al final de la vida que sus compañeras que recibieron mejor alimentación; además, eranmás diestras en las pruebas de laberinto.

Se desconoce el motivo de que la restricción calórica aumente la longevidad en las pruebas con animales de laboratorio. Ni nadie sabe cuál puede ser su efecto en el hombre. Lo cierto es que, para que resulte eficaz, el tratamiento debería aplicarse durante una gran parte de la vida. Ahora bien, un recorte drástico y grave de la nutrición en la vejez podría provocar síntomas de demencia; vale decir, la restricción calórica constituye un riesgo,si no se realiza bajo control médico.

Una alternativa más "apetecible" (literal y figuradamente) al peligroso recorte de la dieta podría ser la administración prolongada de un antioxidante, la vitamina E. Se ha demostrado que esta vitamina alarga la vida y retrasa la aparición de ciertas enfermedades sistémicas asociadas con la edad en roedores, pero aún no se ha demostrado su posible beneficio para el hombre.

1 comentario:

Nuestra Salud dijo...

Siempre existen alternativas que explorar y para muchas personas los remedios naturales herbarios y homeopaticos han sido efectivos en tratar la perdida de memoria en el envejecimiento