[Jerigonza pseudocientífica]
W.Mills
La Imaginación Sociológica.
Apendice: Sobre Artesanía Intelectual.
F.C.E.
Yo sé que estaréis de acuerdo en presentar vuestro trabajo en un lenguaje tan sencillo y claro como lo permitan el asunto y vuestras ideas acerca de él. Pero como podéis haber advertido, en las ciencias sociales parece prevalecer una prosa ampulosa y palabrera.
Supongo que los que la emplean creen que imitan a la "ciencia física", e ignoran que gran parte de aquella prosa no es necesaria en absoluto. En efecto, se ha dicho con autoridad que hay "una crisis grave de la capacidad de escribir", crisis en la que participan muchísimo los investigadores sociales (*1).
¿Débese ese peculiar lenguaje a que se discutan cuestiones, conceptos, métodos profundos y sutiles? Si no, ¿cuales son, pues, las razones de lo que MALCOLM COWLEY llamó acertadamente "jerigonza"(*2)? ¿Es realmente necesario para vuestro trabajo? Si lo es, no hay nada que hacer; si no lo es, ¿cómo podréis evitarlo?
* Me parece que semejante falta de inteligibilidad por lo general tiene poco o nada que ver con la complejidad de la materia y nada en absoluto con la profundidad del pensamiento. Con lo que tiene que ver mucho es con ciertas confusiones del escritor académico sobre su propia posición.
* En muchos círculos académicos de hoy, todo el que procure escribir de un modo ampliamente inteligible está expuesto a que se le condene como un "mero literato", o, lo que es aún peor, como un "mero periodista". Quizá habéis aprendido ya que esas frases, tal como comúnmente se las usa, sólo indican esta inferencia ilegítima: superficial porque es legible.
El académico en los Estados Unidos se esfuerza por llevar una vida intelectual seria en un contexto social que con frecuencia parece estar completamente en contra de él. Su prestigio debe compensar muchos de los valores predominantes que ha sacrificado al elegir una carrera académica. Su deseo de prestigio se asocia fácilmente a la imagen que se ha forjado de sí mismo como "científico". El que se le llame un "mero periodista" le hace sentirse humillado y superficial.
Creo que es esta situación la que con frecuencia está en el fondo del complicado vocabulario y de la retorcida manera de hablar y de escribir. Es menos difícil adquirir esa manera que no adquirirla. Se ha convertido en una convención, y quienes no la usan están expuestos a la desaprobación moral. Es posible que sea consecuencia de un "apretar las filas" académico por parte de los mediocres, quienes, muy comprensiblemente, desean eliminar a los que atraen la atención de las personas inteligentes, académicas o no.
* Escribir es formular una pretensión a la atención de los lectores. Eso forma parte de todo estilo. Escribir es también pretender para sí por lo menos una posición que amerite ser leído. El joven académico participa muchísimo en ambas pretensiones, y como siente su falta de posición pública, muchas veces antepone el deseo de una posición personal al de atraer la atención de los lectores hacia lo que dice.
De hecho, en los Estados Unidos, ni aun los intelectuales más eminentes gozan de gran consideración en círculos y públicos amplios.
A este respecto, el caso de la sociología ha sido un caso extremo: en gran parte los hábitos estilísticos sociológicos preceden del tiempo en que los sociólogos gozaban de poco prestigio aun entre los demás académicos. El deseo de prestigio es una razón por la cual el académico cae tan fácilmente en ininteligibilidad. Y esto, a su vez, es una razón por la cual no tienen el prestigio que desean. Es un verdadero círculo vicioso, pero un círculo vicioso del cual todo estudioso puede salir fácilmente.
* Para superar la prosa académica tenéis que superar primero la pose académica. Es mucho menos importante estudiar gramática y raíces anglosajonas que esclarecer vuestras respuestas a estas tres preguntas:
1) ?Hasta qué punto es difícil y complicada mi materia?
2) Cuando escribo, ?qué posición es la que deseo para mí?
3) ?Para quién estoy tratando de escribir?
* 1) La respuesta habitual a la primera pregunta es¨No tan difícil ni complicada como el modo en que escribís acerca de ella. La prueba de esto está al alcance de la mano en todas partes: lo revela la facilidad con que pueden traducirse al inglés el 95 por ciento de los libros de ciencia social. (*3).
* Pero preguntaréis: ?No necesitamos a veces una terminología técnica? (*4). La necesitamos, desde luego; pero "técnica" no significa necesariamente difícil, y de ningún modo quiere decir "jerga". Si esa terminología técnica es realmente necesaria y a la vez clara y precisa, no es difícil usarla en un contexto de inglés claro y hacerla inteligible para el lector.
* Quizá objetaréis que las palabras corrientes de uso común muchas veces están "cargadas" de sentimientos y de valoraciones, y que en consecuencia puede ser preferible evitarlas en favor de palabras nuevas o de términos técnicos.
He aquí mi respuesta: Es cierto que las palabras corrientes llevan muchos términos técnicos usados en la ciencia social. Escribir con claridad es controlar esas cargas, decir exactamente lo que quiere decirse de tal modo que eso, y sólo eso, sea lo que entiendan los demás.
Supongamos que el sentido de vuestras palabras se circunscribe a un círculo de dos metros en el que estáis metidos; supongamos que el sentido comprendido por vuestros lectores es otro círculo igual, en el cual están ellos metidos. Es de suponer que esos dos círculos se traslaparán. La extensión del traslapo es la medida en que os comunicáis con los lectores. En el círculo de éstos la parte no traslapada es una zona de significación incontrolada y que los completan. En vuestro círculo la parte no traslapada es otra prueba de vuestro fracaso: no habéis logrado haceros comprender. El talento de escribir es hacer que el círculo del lector coincida exactamente con el vuestro, escribir de tal manera, que ambos estéis dentro del mismo círculo de significación controlada.
* Mi primer punto, es, pues, que la mayor parte de la "jerigonza" no tiene relación ninguna con la complejidad de la materia ni de las ideas. Se emplea -creo que casi por completo- para sustentar las propias pretensiones académicas; escribir de ese modo es decirle al lector (estoy seguro de que muchas veces sin saberlo): "Sé algo que es muy difícil que puedas entender si primero no aprendes mi difícil lenguaje. Entretanto, no serás más que un periodista, un profano o alguna otra especie de tipo subdesarrollado".
* 2) Para contestar la segunda pregunta, debemos distinguir dos modos de presentar el trabajo de la ciencia social de acuerdo con la idea que el autor tiene de sí mismo y con la voz con que habla.
Un modo es consecuencia de la idea de que él es un hombre que puede vociferar, cuchichear o reír entre dientes, pero que siempre está allí. También es claro de que tipo de hombre se trata: confiado o neurótico, claro o intrincado, es un centro de experiencia y de razonamiento; ahora bien, ha encontrado algo y os está hablando de ello y de cómo lo encontró. Esta es la voz que está detrás de las mejores exposiciones de que se dispone en idioma inglés.
* El otro modo de presentar el trabajo no usa ninguna voz de ningún hombre. Ese modo de describir no es una "voz" en absoluto. Es un sonido autónomo. Es una prosa manufacturada por una máquina. El que sea una mera jerga no resulta tan notorio como el que es fuertemente amanerada: no sólo es impersonal, es pretenciosamente impersonal. Algunas veces están escritos de este modo los boletines del gobierno. También las cartas de negocios. Y gran parte de la ciencia social. Toda manera de escribir -aparte quizá de la de ciertos verdaderamente grandes estilistas- que no es imaginable como habla humana es una mala manera de escribir.
* 3) Pero hay, finalmente, la cuestión relativa a quiénes han de oír la voz. El pensar en esto también lleva a características de estilo. Es muy importante para un escritor tener en cuenta precisamente a qué clase de personas trata de hablar, así como lo que realmente piensa de ellas. No son éstas cuestiones fáciles: el contestarlas bien exige tomar decisiones acerca de sí mismo y el conocimiento de los públicos lectores. Escribir es formular la pretensión de ser leído, pero ?por quién?
* Una respuesta la ha sugerido mi colega LIONEL TRILLING, quien me ha autorizado a publicarla. Debéis suponer que se os ha pedido dar una conferencia sobre una materia que conocéis bien, ante un auditorio de maestros y estudiantes de todos los departamentos de una universidad importante y de cierto número de personas interesadas que viven en una ciudad cercana. Suponed que ese auditorio está ante vosotros y que tiene derecho a saber; suponed que queréis permitirle saber. Ahora, poneos a escribir.
* El investigador social tiene ante sí como escritor cuatro amplias posibilidades. Si se considera a sí mismo como una voz y supone que está hablando a un público como el que he indicado, procurará escribir una prosa legible. Si supone que es una voz pero no sabe nada el público, fácilmente puede caer en desvaríos inteligibles. Ese individuo hará bien en tener cuidado. Si se considera a sí mismo menos una voz que un agente de un sonido impersonal, entonces -si encuentra un público- probablemente actuará como en un culto o rito. Si, no conociendo su propia voz, no encontrase un público, sino que habla solitariamente para un registro que no lleva nadie, entonces supongo que tendremos que admitir que es un verdadero fabricante de prosa estandarizada: un sonido autónomo en una gran sala vacía. todo esto es más bien espantoso, como en una novela de Kafka, y debe serlo: hemos hablado poniéndonos en los límites de la razón.
* La línea divisoria entre profundidad y palabrería muchas veces es delicada, y hasta peligrosa. Nadie negará el curioso encanto de aquellos que -como en el poemita de WHITMAN-, al empezar sus estudios, sienten tanto agrado y temor en los primeros pasos, que difícilmente acceden a seguir adelante. El lenguaje forma por sí mismo un mundo maravilloso, pero, enmarañados en ese mundo, no debemos tomar la confusión de los comienzos por la profundidad de resultados definitivos.
En cuanto miembros de la comunidad académica, debéis consideraros a vosotros mismos como representantes de un lenguaje verdaderamente grande, y debéis esperar de vosotros, y exigíroslo, que cuando habléis o escribáis practiquéis el discurso de un hombre civilizado.
* Hay un ultimo punto que se relaciona con la acción recíproca entre el escribir y el pensar. Si escribís únicamente con referencia a lo que HANS REICHENBACH ha llamado el "contexto de descubrimiento", seréis comprendidos por muy pocas personas; además tenderéis a ser completamente subjetivos en vuestro enunciados. Para hacer más objetivo lo que pensáis, debéis trabajar en el contexto de la presentación.
Primeramente, "presentáis" vuestro pensamiento a vosotros mismos, lo cual se llama a veces "esclarecer las ideas". Después, cuando creáis que ya está correcto, lo presentáis a los demás, que muchas veces encuentran que no lo habéis aclarado. Ahora estáis en el "contexto de presentación".
Algunas veces advertiréis que al tratar de presentar vuestro pensamiento, lo modificáis, no sólo en su forma y presentación, sino también en su contenido. Tendréis nuevas ideas al trabajar en el contexto de presentación. En suma, se convertirá en un nuevo contexto de descubrimiento, diferente del primero, en un plano más elevado de pensamiento, porque es más socialmente objetivo. Tampoco aquí podéis divorciar vuestro modo de pensar del de escribir. Tenéis que moveros atrás y adelante entre estos dos contextos, y siempre que os mováis es bueno saber a dónde vais.
NOTAS:
(*1): Lo ha dicho EDMUND WILSON, considerado en general como "el mejor crítico del mundo de habla inglesa", quien ha escrito: Por lo que respecta a mi experiencia con artículos de expertos en antropología y sociología, me ha llevado a la conclusión de que el requisito, en mi universidad ideal, de que los trabajos de cada departamento pasen por un profesor de inglés puede causar una revolución en esas materias, si lograba sobrevivir el segundo de ellos". A piece of My Mind, Farrar, Straus and Cudahy, Nueva York, 1956, p.164.
(*2): MALCOLM COWLEY: "Sociological Habit Patterns in Linguistic Transmogrification", en The Reporter, 20 de septiembre de 1956, pp 41 ss.
(*3): Para algunos ejemplos de ese tipo de traducción, véase supra, capítulo II. Diré de paso que el mejor libro que yo conozco sobre el arte de escribir es The Reader Over Your Shoulder, de Robert Graves y Alan Hodge, Macmillan, Nueva York, 1944. Véanse también los excelentes estudios de Barzun y Graff: TKhe Moder Researcher...(siguen varios autores)
(*4): Quienes entienden el lenguaje matemático mucho mejor que yo me dicen que es preciso, económico, claro. Por eso desconfío yo tanto de muchos investigadores sociales que piden un lugar fundamental para las matemáticas entre los métodos de estudio social, pero que escriben una prosa imprecisa, antieconómica y oscura. Debieran tomar una lección de PAUL LAZARSFELD, quien cree en las matemáticas muchísimo, verdaderamente, y cuya prosa revela siempre, aun en un primer borrador, las cualidades matemáticas indicadas. Cuando no puedo entender sus matemáticas sé que se debe a que soy demasiado ignorante; cuando discrepo de lo que escribe en lenguaje no matemático, sé que se debe a que está equivocado, porque uno siempre sabe exactamente qué es lo que dice y, en consecuencia, cuando se equivoca.
¡ OCVLUM TERTIVM ! (El tercer ojo... LA CÁMARA)
Hace 4 años
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