jueves, 15 de mayo de 2008

El todo y sus partes

EL TODO Y SUS (PROPIAS) PARTES.
Jorge Wagensberg
Mundo Científico. nº169. Junio 1996
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La perturbación que producen dos niños llorando juntos no tiene por qué ser la suma de las perturbaciones que estos mismos niños provocan cuanto lloran por separado.

Si al ponerse en contacto, surge un conato de pelea o de competencia, entonces el berreo conjunto puede ser mayor que el que resulta de la suma de los dos berreos individuales; es decir, el escándalo global arrecia. Si, por el contrario, lo que se establece es una corriente de mutua curiosidad, entonces es bien posible que el escándalo global amaine, incluso que ambos terminen muertos de risa entre los todavía gruesos lagrimones. (Sólo en el improbable caso de la indiferencia, ocurre que el todo es la suma trivial de las partes.)

Este sencillo ejemplo ilustra, el hecho, toda una forma de inteligibilidad científica, toda una manera de comprender el mundo. El científico puede decir que comprende si es capaz de inventar una representación (un modelo) que relacione las tres ideas: el todo (el superniño ( AB), las partes (los niños A y B) y la interacción (el Conjunto de las mutuas reglas de juego). Se puede predecir así el fenómeno supeniño a partir del concepto niño: es la síntesis (de las partes al todo).

En el sentido inverso se puede descubrir la existencia del fenómeno niño a partir (nunca mejor dicho) del concepto superniño: es el análisis (del todo a las partes). Y todo ello a base de ensayar las diferentes interacciones posibles que hagan encajar, cada vez mejor, el conjunto de todos los comportamientos observables: es el más antiguo, noble, seguro, sólido, riguroso, fiable y prestigioso de Ios procedimientos de la investigación científica: el tanteo.

Un todo tiene infinitas particiones posibles. Es cierto, pero no todas tienen la misma trascendencia. Porque sólo son relevantes aquellas partes que merecen, a su vez, la categoría de individuo, la de otro todo susceptible quizás, él también y a otro nivel, de una ulterior partición razonable. El todo y sus partes sugieren una inteligibilidad más potente que la que surge de la causalidad (decir que se comprende porque se han identificado unas causas) o de la ley expresable matemáticamente (decir que se comprende porque muchas situaciones distintas pueden ser comprimidas en una misma clase o en una breve secuencia de guarismos).

En el estudio de sistemas complejos, cuando no es posible encontrar una sola causa o no es posible evitar demasiadas, o cuando nos topamos con el sofoco de que la mejor ley es más larga que los datos a comprimir, entonces se impone la inteligibilidad del todo y sus partes.

Es cuando el físico comprende una sustancia como un todo de unidades estables Llamadas moléculas; cuando el ingeniero comprende un puente como un compromiso de fuerzas; cuando unos individuos Llamados células interaccionan para crear un metazoo capaz de sobrevivir; o cuando unos individuos humanos les da por formar una familia, un grupo, un barrio, una ciudad, una cultura, una nación, una federación o todo un planeta... con cierta verosimilitud de convivencia.

La interacción humana está hecha de materia, energía y, sobre todo, de conocimiento. Pero no se piensa sólo a la escala de las mujeres y de los hombres. También piensan las familias, los grupos, los barrios, las ciudades, las culturas, las naciones y, al hacerlo, crean intrincados mapas de estabilidades posibles. Las tradiciones y las creencias permiten evaluar las interacciones. Pero la convivencia humana es, ¿ay!!, una cuestión de inteligibilidad científica.?

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