jueves, 9 de octubre de 2008

Cuando gemelos separados se reencuentran.






Gemelos verdaderos criados separadamente, son los que más se parecen.

Por lo de pronto hay que distinguir, tratando esta cuestión, de los “gemelos verdaderos” de los “falsos gemelos”. Los primeros provienen de un mismo óvulo escindido en dos (monozigotos), mientras que los segundos son resultado de dos óvulos fecundados por dos espermatozoides obviamente diferentes (dizigotos).

Los más interesantes, para la ciencia, son los verdaderos que, por diferentes razones, se criaron en hogares separados. En estos casos se puede apreciar que esta clase de gemelos son lo más parecido que conocemos a los “clones humanos” ya que tienen exactamente los mismos genes; más al ser criados en familias distintas se puede decir que la influencia medioambiental común ha quedado reducida en una proporción considerable.

Dada la importancia que en los medios ha tomado la discusión sobre los clones, a partir de la oveja Dolly y demás información sensacionalista sobre la posibilidad de obtener clones humanos, cobra nueva importancia la investigación científica sobre los clones biológicos que nos acompañan desde el principio de los tiempos: los gemelos verdaderos criados en lugares distantes entre sí.

En estos gemelos se observaron coincidencias extraordinarias y algunas muy ajenas a los que se podría suponer que influye la misma dotación genética: reír mucho, no participar de conversaciones polémicas, jamás votar o tener gestos idiosincrásicos, como tocarse la nariz de cierta manera o entrar en el mar andando hacia atrás, etc. etc.

Obviamente muchas semejanzas pueden ser fruto de coincidencias, que estadísticamente se dan más de lo que pensamos, pero sin son muy personales el número se reduce sustancialmente. “Por ejemplo, las “gemelas del collar” tenían la costumbre inconsciente de hacer girar lentamente el collar que llevaban mientras respondían a la persona que les hacía los tests (que por otra parte llevaban más de 50 horas de duración), pero jamás cuando escuchaban. Ambas tenían también tendencia a dar respuestas interminables a las preguntas más simples.” (MC 194, pág. 17 escaneada – gemelos 02- ).

Las investigaciones realizadas en el Centro de Investigación de Minnesota (Universidad de Minnesota), muestran que “los rasgos de carácter de los gemelos verdaderos presentan una correlación media del 25%. Los de hermanos y hermanas no gemelos, una correlación del 11%, y entre personas sin ningún lazo de parentesco, esta correlación es prácticamente cero” (Ibidem). En los EEG las ondas cerebrales de éstos son tremendamente parecidas, a pesar de que los electroencefalogramas suelen ser tan distintivos como las huellas digitales. Y una observación curiosa: “los gemelos verdaderos adultos criados en la misma familia no se parecen más que los que fueron creados separadamente” (ibid. Pág. 18 –gemelos 03- ).

Estas observaciones contribuyen a reducir la importancia que la psicología daba, hasta ahora, al papel del entorno en el desarrollo del niño. Pero ello no obsta a que los gemelos verdaderos sean mucho menos idénticos de lo que los datos anteriores permitan suponer. Por ejemplo uno puede ser heterosexual y el otro homosexual; como todos los humanos los gemelos verdaderos separados también están afectados por sus historias personales. A pesar de sus igualdades éstos continúan respondiendo diferentemente a muchos puntos de nuestro cuestionario, y consideramos que estas diferencias sólo son la punta del iceberg. “El “yo”, a diferencia de las células, jamás puede clonarse” (ibidem)

Se calcula que de los genes que componen el genoma individual las tres cuartas partes son iguales en todos los humanos (genes monomorfos), lo que deja a la cuarta parte restante (genes polimorfos) la responsabilidad de la individuación genética. Dados los intercambios que se producen en el momento de la concepción las probabilidades de que dos personas reciban la misma colección de genes es casi imposible, con la sola excepción ya señalada de los gemelos verdaderos (un caso entre trescientos).

La cuestión del patrimonio genético individual es compleja. Algunos rasgos son determinados únicamente por un gen, el caso del grupo sanguíneo, otros resultan de la influencia de varios, son los llamados caracteres genéticos aditivos. Y además hay otros rasgos, no aditivos, que resultan de combinaciones de genes que a la manera de un número de teléfono, las mismas cifras pueden ser usadas para comunicarse con diferentes personas según el orden en que se encuentren. La posibilidad de encontrar un gen que corresponda a un rasgo de carácter (el gen del alcoholismo, de la psicosis maníaco-depresiva, etc.) no resiste un análisis profundo.

Pero el tema está lejos de ser invulnerable a nuevos estudios. En 1989 diversos estudios concluían que la “religiosidad y ciertas convicciones políticas” no tienen influencia genética. Ahora bien en nuestros gemelos estudiados los mismos valores y el mismo interés religioso son dos veces más frecuentes que en los falsos gemelos criados por separado. Como esta relación también se da en otros rasgos como la artesanía creativa, y las artes, la cuestión sigue abierta.

Un tema sobre todo resulta espinoso: la inteligencia. Ha habido mucha discusión alrededor de este asunto que toca de cerca otras cuestiones como el racismo o el eugenismo. Algunos psicólogos, como León J. Kamin concluyeron hace más de veinte años que no hay ningún rastro de heredabilidad en los CI. Pero en nuestros estudios es justamente éste el más heredado de todos los rasgos. ¿Cómo es posible que se pueda afirmar lo último en una cuestión tan “sensible”? Thomas J. Bouchard Jr., el autor de este artículo, considera que el estudio con los gemelos tanto verdaderos como falsos, educados en el mismo hogar o criados en sitios diferentes, es bastante fiable como para probar que nuestros genes nos condicionan tanto como el entorno. Incluso en estudios sobre adopción, en Francia, donde se ha demostrado que la condición socioeconómica influye en el CI infantil, se ha observado que esta influencia tiende a borrarse completamente en la edad adulta en los gemelos investigados.

En el caso concreto de la inteligencia algunos trabajos consideran que la inteligencia es heredable entre un 60 y 70%; aunque algunos psicólogos sostienen lo contrario, opinando que es el medio el factor más importante se observará que aquellos adultos sin lazo de parentesco que han convivido en el mismo hogar mantienen entre sí la misma distancia en CI que con otras personas ajenas, extrañas al núcleo familiar.

Pero de esto no puede afirmarse que los genes determinan directamente el comportamiento. Lo que parece más probable es que una personalidad sea más susceptible a una u otra influencia. Dado que los individuos se construyen su vida tomando del medio las posibilidades que éste le ofrece “elegirán evolucionar dentro de un conjunto que corresponda a su genotipo” (ibid. Pág.39 –gemelos 04- )

Obviamente el medio puede imponer severas restricciones al desarrollo, y en ese caso un niño con CI alto, como patrimonio genético, no se manifestará adecuadamente en el adulto que se convierta. Los estudios con gemelos, hasta el momento, no versan sobre individuos sometidos a condiciones extremas por lo que poco podemos decir de estas situaciones y sus consecuencias.

El autor participa de lo que afirmó el genetista Nicholas G. Martin, en 1986, “Los individuos son organismos exploradores. Sus capacidades y predisposiciones innatas les ayudan a seleccionar lo que es apropiado y adaptativo dentro del conjunto de posibilidades y estímulos que les ofrece el entorno. No obstante, la influencia de la movilidad y del estudio aumenta más que borra los efectos del genotipo sobre el comportamiento.” (Ibid, pág.20 –gemelos 05- ).

Un efecto muy enigmático en los estudios de adopción y de gemelos es la constatación de que el peso de los factores genéticos aumenta en el transcurso de la vida del individuo. Ello significa que a mayor edad, en lo que respecta a las funciones cognitivas, se registra un peso menor de los factores ambientales. Algo que a primera vista resulta paradójico. Esto es lo que ha verificado Robert Plomin, del Instituto de Psiquiatría de Londres y sus colaboradores norteamericanos y suecos (como se puede leer en la pág. Escaneada nº 20 –gemelos 05 (recuadro)-)

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