El pulgón tiene que ofrecer lecho y mantel a la larva parásita, que desarrolla
su ciclo entero en el seno de su anfritrión. Poco antes de la ninfosis, la
larva teje una crisálida (Aphidius) que dará al exoesqueleto del pulgón
-cuidadosamente respetado- un aspecto apergaminado, momificado, devorado como
está por completo en su interior.
Este podría ser el fin de la historia. Pero cierto parasitoides se han
especializado en hiperparasitismo: se trata, de hecho, de parásitos de
parásitos. Los Asaphes introducen sus huevos en un pulgón momificado,
previamente parasitado. Su larva efectúa su ciclo a expensas del parásito
primario.
¿Será, pues, el último de la serie?... Pues no. Existen también
parásitos de hiperparásitos!... ¡Otro fractal!"
Fuente: Investigación y Ciencia, Septiembre 1997
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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