miércoles, 30 de abril de 2008

Vladimir Zhirinovski

EL MUNDO EUROPA Jueves, 23 de marzo de 2000
LOS CANDIDATOS / VLADIMIR ZHIRINOVSKI / ULTRANACIONALISTA El rey de la provocación

MONICA G. PRIETO. Especial para EL MUNDO
MOSCU.- Histriónico, soez, machista, instigador... Los excesos del candidato Vladimir Zhirinovski, el incombustible líder de la extrema derecha en la política rusa, engañan a un escaso número de votantes. En cada crisis internacional amenaza con el desencadenamiento de la tercera guerra mundial, azuza los odios eslavos contra los musulmanes chechenos y kosovares y acusa al Gobierno ruso de todos los males imaginables.

Pero, a la hora de la verdad, el Partido Liberal Democrático de Rusia (LPDR), la facción que lidera en la Duma o Parlamento, siempre ha apoyado servilmente los intereses de Boris Yeltsin.

Este provocador político de 56 años nació en Alma Ata, capital de Kazajistán, y se graduó en Derecho en la prestigiosa Universidad Lomonosov de Moscú, tras cursar estudios de Historia en el Instituto de Asia y Africa. Especializado en las repúblicas asiáticas y caucásicas de la extinta Unión Soviética, es uno de los pocos líderes rusos que habla varios idiomas (inglés, francés, alemán y turco) y que nunca se afilió al PCUS, un motivo de orgullo en la Rusia poscomunista.

Como político, salió de la nada en 1991, concurriendo en las primeras elecciones presidenciales de Rusia y, sin apoyo financiero ni mediático, obtuvo el 8% del apoyo popular. En 1996 repetía su proeza presentándose a las elecciones parlamentarias. Su discurso ultraderechista y populista caló más que hondo: su partido fue el más votado, con el 23,2% de los sufragios.

Desde entonces, Zhirinovski se creció hasta el aburrimiento. Sus promesas electorales incluyen instaurar «una dictadura policial y militar», potenciar comisarías del KGB en cada poblado ruso, reunificar la Unión Soviética, «fusilar a los cabecillas» de la mafia, hacer «juicios sumarísimos» contra los corruptos, declarar una guerra nuclear a Occidente, en cada crisis internacional, y «matar a todos los separatistas», su última y genial idea. «Correrán ríos de sangre, morirán 10, 15 millones de personas, pero los 135 millones que queden vivirán bien», aseguró en un mitin la pasada semana. Sus héroes políticos, Slodoban Milosevic, Sadam Husein (que le recibe con honores en cada visita a Irak) y Jean Marie Le Pen.

Su imagen vende. Al vodka Zhirinovski, de módico precio, hay que añadir los preservativos comercializados por la empresa rusa Jad Soft, que estudia vender condones decorados por la fotografía del extremista, asegurando que es el único político que habla públicamente de sexo. Su vocación populista le llevó, en enero, a publicar un ensayo titulado El ABC del sexo. La presentación se realizó en un conocido prostíbulo de Moscú.

Para entender su éxito hay que conocer el alma rusa: tras siete décadas de sometimiento, al pueblo le agrada un personaje que habla sin tapujos, se excede sin inhibiciones y utiliza la agresividad -tan apreciada entre la juventud como arma electoral-. Las encuestas le conceden un 4% de la intención de voto.

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