Aquel año 1953
LLUÍS FOIX - 18/08/2003 - 19.52 horas
Hace medio siglo la ocupación soviética de parte de Europa atravesaba momentos difíciles. Stalin moría en la cama rodeado de sus atemorizados colaboradores. En Polonia se producía la primera purga de un gobierno que había perdido el favor de Moscú. Las revueltas en la República Democrática Alemana obligaron a un recrudecimiento del régimen. La muerte del dictador soviético no iba a cambiar la estrategia de dominio y expansión del comunismo en el mundo.
Eisenhower era presidente de Estados Unidos y Winston Churchill volvía a ser primer ministro británico. La guerra fría estaba en sus primeros compases. Cualquier movimiento político, económico y social que se producía en el mundo había que leerlo en la clave de aquel sistema bipolar que se prolongaría casi medio siglo. Comunismo y anticomunismo, libertad y no libertad. Fue en aquel año cuando Estados Unidos dejó de considerar paria al régimen de Franco y se firmaba el acuerdo bilateral para el uso de bases militares norteamericanas en España. Seis años más tarde el presidente Eisenhower llegaba a Madrid abrazándose fraternalmente con Francisco Franco.
La Unión Soviética estaba en buenas relaciones con China y el comunismo avanzaba en los lugares más insospechados del planeta. La revolución frustrada en Hungría en 1956 fue ejemplarmente aplastada por los tanques soviéticos bajo las órdenes de Kruschev. Esta semana hace medio siglo que la CIA y los servicios de inteligencia británicos propiciaron un golpe de estado en Irán que derrocó al primer ministro democráticamente elegido, Mohammed Mossadegh, del que sospechaba que iba a instalar un régimen comunista en Teherán.
El gobierno Mossadegh acababa de nacionalizar la Anglo-Iranian Oil Company para protestar contra las condiciones de trabajo en aquella multinacional petrolera y para reclamar una parte de los beneficios de la explotación del crudo que salía de su territorio. No fue hasta la presidencia de Bill Clinton cuando su secretaria de Estado, Magdalene Albright, reconocía públicamente la intervención de la agencia de información norteamericana en el golpe de 1953.
El resultado del golpe fue la reinstauración de la dinastía de los Palhevi en Teherán. El Sha autorizó poner todo el petróleo iraní bajo un consorcio internacional y consolidó el nuevo régimen monárquico que negó las libertades y se convirtió en una dictadura blanca. La brutalidad del Sha a su retorno estimuló un anti americanismo fundamentalista islámico que un cuarto de siglo después provocaría la revolución islámica en Teherán que alimentó todos los movimientos radicales de corte islámico que se han registrado en el mundo árabe hasta desembocar en los terribles atentados del once de septiembre de 2001.
El flamante nuevo estado de Israel estaba en un periodo de entreguerras con los árabes pero en Egipto la monarquía del rey Faruk estaba agonizando bajo el control de los británicos que tuvieron que abandonar El Cairo en 1954 para dar paso al nacionalismo de Nasser que buscó alianzas con la Unión Soviética y contrarrestar la presión de Gran Bretaña y Estados Unidos. Todo este proceso de golpes y contragolpes, a favor de Occidente unos y auspiciados por los soviéticos otros, iba a marcar la dinámica de la guerra fría.
El resultado fue que ni las áreas bajo la influencia soviética iban a abrazar el comunismo ni los países controlados remotamente desde Washington y Londres se harían demócratas. El mundo árabe sigue sus ritmos, sus retrocesos y sus veleidades autoritarias que varían sólo en las formas pero permanecen en el fondo muy alejadas del concepto democrático que afortunadamente gozamos en Europa y Estados Unidos.
Ahora no existe un mundo bipolar. Todo está en manos de la llamada democracia imperial norteamericana. El presidente Bush pasará a la historia por haber derribado a dos regímenes autoritarios en Oriente Medio. Pero no conseguirá que los afganos y los iraquíes se familiaricen con las libertades tal como nosotros las entendemos.
El "nation building"” que invocan los principales asesores de Bush se va a estrellar en unas sociedades que se han liberado de los talibanes en Afganistán y de Saddam Hussein en Iraq pero que no aceptarán que las tropas ocupantes les construyan su propio sistema político. Es cierto que Estados Unidos ocupan militarmente estos dos países. Pero, por desgracia, no espero ver en mis días sistemas democráticos instalados en Bagdad y Kabul.
La Vanguardia
http://www.lavanguardia.es/web/20030818/51143172646.html
¡ OCVLUM TERTIVM ! (El tercer ojo... LA CÁMARA)
Hace 4 años
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