[De la Imaginación Sociológica. Apéndice: Sobre Artesanía Intelectual. W.Mills]
* Pero ¿cuándo vienen las ideas?, preguntaréis. ?Cómo se espolea la imaginación para reunir todas las imágenes y todos los hechos, par formar imágenes significativas y dar sentido a los hechos?.
No creo que realmente pueda responder a eso; todo lo que puedo hablar es de las condiciones generales y de algunas técnicas sencillas que parecen haber aumentado mis posibilidades de revelar algo.
* Os recuerdo que la imaginación sociológica consiste, en una parte considerable, en la capacidad de pasar de una perspectiva a otra y en el proceso de formar una opinión adecuada de una sociedad total y de sus componentes.
Es esa imaginación, naturalmente, lo que separa al investigador social de mero técnico. En unos pocos años pueden prepararse técnicos satisfactorios. También puede cultivarse la imaginación sociológica; ciertamente, se presenta pocas veces sin una gran cantidad de trabajo con frecuencia rutinario. (*1)
Pero posee una cualidad inesperada, quizá porque su esencia es la combinación de ideas que nadie esperaba que pudieran combinarse -una mezcla de la filosofía alemana y de la economía inglesa, pongamos por caso-.
Detrás de tal combinación hay un juego mental y un impulso verdaderamente decidido para dar sentido al mundo, de lo cual suele carecer el técnico como tal.
Quizá el técnico está demasiado bien preparado, precisamente demasiado preparado. Como uno puede ser preparado sólo en lo que ya es conocido, muchas veces la preparación lo incapacita para aprender modos nuevos, y lo hace rebelde contra lo que no puede menos de ser vago y aun desmañado al principio.
Pero debéis aferraros a esas imágenes y nociones vagas, si son vuestras, y debéis elaborarlas. Porque en esas formas es como aparecen casi siempre al principio las ideas originales, si las hay.
* Hay modos definidos, creo yo, de estimular la imaginación sociológica:
1) En el plano más concreto, la reordenación del fichero es, como ya he dicho, un modo de incitar a la imaginación. Simplemente, vaciáis de golpe carpetas hasta entonces desconectadas, mezcláis sus contenidos y después los clasificáis de nuevo. Procurad hacerlo de un modo más o menos descansado. La frecuencia y la extensión en que reorganicéis los ficheros variarán, naturalmente, con los diferentes problemas y con el modo como se vayan desarrollando. Pero la mecánica de la mecánica de la operación es siempre igualmente sencilla.
Tendréis presentes, desde luego, los diferentes problemas en que estáis trabajando activamente, pero procuraréis también ser pasivamente receptivos para las relaciones imprevistas y no planeadas.
2) Una actitud de juego hacia las frases y las palabras con que se definen cuestiones a menudo libera la imaginación. Buscad sinónimos de cada una de vuestras palabras clave en diccionarios y en libros técnicos, para conocer toda la extensión de sus acepciones.
Esta sencilla costumbre os incitará a elaborar los términos del problema y, en consecuencia, a definirlos con menos palabrería y con más precisión. Pero sólo si conocéis los diversos sentidos que pueden darse a las palabras o a las frases podréis seleccionar los exactos con que deseáis trabajar.
En todo trabajo, pero especialmente en el examen de enunciados teóricos, procuraréis vigilar estrechamente el grado de generalidad de cada palabra clave, y con frecuencia encontraréis útil descomponer un enunciado muy general en sentidos concretos.
Cuando se hace así, el enunciado se descompone frecuentemente en dos o tres componentes, cada uno de los cuales corresponde a una dimensión diferente. Procuraréis, asimismo, elevar el grado de generalidad: suprimid los calificativos específicos y examinad el enunciado o la inferencia modificados de un modo más abstracto, para ver si podéis extenderlo o elaborarlo.
Así, procuraréis sondear desde arriba y desde abajo, en busca de un sentido más claro, en cada uno de los aspectos y de las implicaciones de la idea.
3) Muchas de las nociones generales que encontraréis se convertirán en tipos al pensar en ellas. Una clasificación nueva es el comienzo habitual de desarrollos fructíferos.
La habilidad de formular tipos y buscar después las condiciones y consecuencias de cada uno de ellos se convertirá, en resumidas cuentas, en un procedimiento automático. Más bien que contentarse con las clasificaciones existentes, en particular con las de sentido común, buscaréis sus comunes denominadores y los factores diferenciales que hay en cada una y entre todas ellas.
Los tipos bien formulados requieren que los criterios de clasificación sean explícitos y sistemáticos. Para hacerlos así, debéis adquirir la costumbre de la clasificación transversal.
* La técnica de la clasificación transversal no se limita, naturalmente, a materiales cuantitativos; en realidad, es el mejor modo de imaginar y captar nuevos tipos, así como de criticar y aclarar los antiguos.
Los cuadros, las tablas y los diagramas de género cualitativo no son sólo modos de presentar trabajo ya hecho; con mucha frecuencia, son verdaderos instrumentos de producción.
Aclaran las "dimensiones" de los tipos que ayudan también a imaginar y formar. De hecho, en los quince años últimos no creo haber escrito más de una docena de páginas sin una pequeña clasificación transversal, aunque, desde luego, no siempre, ni siquiera habitualmente presente tales diagramas.
La mayor parte de ellos se malogran, caso en el cual aún saldréis ganando algo. Ellos os permiten descubrir el alcance y las relaciones de los mismos términos con que estáis pensando y de los hechos con que estáis tratando.
* Para un sociólogo activo, la clasificación transversal es lo que para un gramático diligente esquematizar una oración. En muchos sentidos, la clasificación transversal es la verdadera gramática de la imaginación sociológica. Como toda gramática, debe ser controlada y no hay que dejarla salirse de sus objetivos propios.
4) Con frecuencia conseguiréis una mayor penetración pensando en los extremos: pensando en lo opuesto a aquello en que estáis directamente interesados.
Si pensaís en la desesperación, pensad también en la alegría; si estudiáis el avaro, estudiad también el pródigo. Lo más difícil del mundo es estudiar un solo objeto; cuando comparáis objetos, tenéis un conocimiento mejor de los materiales y después podéis escoger las dimensiones en relación con las cuales se hacen las comparaciones.
Advertiréis que es muy instructivo el ir y venir de la atención entre esas dimensiones y los tipos concretos. Esta técnica es también lógicamente sólida, porque sin una muestra sólo podéis conjeturar acerca de frecuencias estadísticas a salga lo que saliere: lo que podéis hacer es dar el alcance y los tipos principales de un fenómeno, y para eso es más económico empezar
por formular "tipos polares", opuestos en diferentes dimensiones.
Esto no quiere decir, naturalmente, que no os esforcéis por adquirir y conservar un sentido de la proporción: el buscarlo conduce a las frecuencias de los tipos dados. En realidad, uno trata constantemente de combinar esa busca con la de índices para los cuales pueda encontrar o reunir estadísticas.
* La idea es usar puntos de vista diferentes: por ejemplo, os preguntaréis cómo enfoca esto un tratadista de ciencia política que acabáis de leer, o cómo lo enfocan aquel psicólogo o este historiador. Procuraréis pensar de acuerdo con puntos de vista diversos, y, de este modo vuestras mente se convierte en un prisma en movimiento que capta luz de todas las direcciones posibles. A este respecto, muchas veces resulta útil escribir diálogos.
* Con gran frecuencia os sorprenderéis pensando contra algo, y al tratar de comprender un nuevo campo intelectual, una de las primeras cosas que podéis hacer es formular los argumentos principales.
Una de las cosas que quiere decir "estar empapado en literatura" es ser capaz de localizar a los opositores y a los partidarios de cada uno de los puntos de vista. Diré de pasada que no es bueno estar demasiado "empapado de literatura"; podéis ahogaros en ella, como Mortimer Adler. Quizá la cuestión está en saber cuándo debéis leer y cuándo no.
5) El hecho de que, por amor a la sencillez, en la clasificación transversal, trabajéis al principio en términos de sí-o-no, os estimula a pensar en extremos contrarios. Eso, en general, es bueno, porque el análisis cualitativo no puede, naturalmente, proporcionaros frecuencias ni magnitudes.
Su técnica y su objeto es daros el alcance de los tipos. Para muchas cosas no necesitaís más que ése, aunque para otras, naturalmente, necesitáis adquirir una idea más precisa de las proporciones implícitas.
* La liberación de la imaginación puede conseguirse a veces invirtiendo deliberadamente el sentido de la proporción. Sí una cosa parece diminuta, imaginadla simplemente enorme, y preguntaos: ?En qué puede importar eso? Y al contrario con los fenómenos gigantescos ?Qué parecerían aldeas analfabetas con una población de 30 millones de habitantes? Actualmente por lo menos, yo nunca pienso en contar o medir realmente algo, antes de haber
jugado con cada uno de sus elementos, condiciones y consecuencias en un mundo imaginado en el que controlo la escala de todas las cosas. Ésta es una de las cosas que los estadísticos deben querer decir, pero nunca parece así, con la frase de "conocer el universo antes de tomar muestra de él".
6) Sea cualquiera el problema en que estéis interesados, hallaréis útil tratar de obtener una impresión comparativa de los materiales. La busca de casos comparables, ya en una civilización y período histórico, ya en varios, os proporciona orientaciones.
No pensaréis nunca en describir una institución del siglo XX sin procurar tener presente instituciones similares de otros tipos de estructuras y de épocas. Y ello es así aun cuando no os propongáis hacer comparaciones explícitas.
Con el tiempo llegaréis a orientar casi de un modo automático vuestro pensamiento históricamente. Una de las razones para hacerlo así es que con frecuencia lo que estáis examinando es limitado en número: para tener una impresión comparativa de ello, tenéis que situarlo dentro de una estructura histórica.
Para decirlo de otro modo, el enfoque por contraste requiere con frecuencia el examen de materiales históricos. Esto tiene a veces consecuencias útiles para el análisis de una tendencia, o conduce a una tipología de fases.
Usaréis, pues, materiales históricos, por el deseo de dar un alcance mayor o un alcance más conveniente a algún fenómeno, por lo cual entiendo un alcance que comprenda las variaciones en un conjunto conocido de dimensiones.
Al sociólogo le es indispensable algún conocimiento de la historia universal. Sin ese conocimiento está sencillamente mutilado, por muchas otras cosas que sepa.
7) Finalmente, hay un punto que tiene más relación con el oficio de componer un libro que con la liberación de la imaginación. Pero ambas cosas muchas veces no son más que una: cómo debéis ordenar los materiales para que su presentación afecte siempre al contenido de vuestra obra. La idea que tengo presente la aprendí de un gran editor, LAMBERT DAVIS, quien
supongo que después de haber visto lo que hice con ella, no querrá reconocerla como hija suya. Es la diferencia entre tema y asunto.
* Un asunto es una materia, como "las carreras de los ejecutivos de empresas", o "el poder creciente de los oficiales militares", o "la decadencia de las matronas de sociedad". Por lo general, la mayor parte de lo que hay que decir acerca de un asunto puede encerrarse fácilmente en un solo capítulo o en una sección de un capítulo. Pero el orden en que están dispuestos todos vuestros asuntos os lleva muchas veces al campo de los temas.
* Un tema es una idea, por lo general de una tendencia señalada, de alguna concepción importante, o de una distinción clave, como la de racionalidad y razón, por ejemplo. Al trabajar en la ordenación de un libro, cuando lleguéis a haceros cargo de los dos o tres, o, como puede ocurrir, de los seis o siete temas, sabréis que estáis en la cima de vuestra tarea.
Reconoceréis esos temas porque los encontraréis en toda clase de asuntos y quizá lleguen a pareceros meras repeticiones. ? Y muchas veces eso es todo lo que son ! Ciertamente, con gran frecuencia se encontrarán en las secciones de vuestro manuscrito más confusas y peor escritas.
* Lo que debéis hacer es seleccionarlos y enunciarlos de un modo general tan clara y brevemente como os sea posible. Después, de manera absolutamente sistemática, debéis clasificarlos de acuerdo con todo el alcance de vuestros asuntos. Esto significa que os preguntaréis acerca de cada asunto: ?Cómo es afectado exactamente por cada uno de estos temas? Y también: ?Cuál es exactamente el significado, si es que tienen alguno, de cada uno de estos temas en cada uno de los asuntos?
* En ocasiones un tema requiere un capítulo o una sección para él solo, quizá cuando se le presente por primera vez o quizá en un resumen hacia el final del libro. En general, creo que la mayor parte de los escritores -así como la mayor parte de los pensadores sistemáticos- estarán de acuerdo en que en algún punto todos lo temas deben aparecer reunidos, en relación los unos con los otros. Frecuentemente, aunque no siempre, es posible hacerlo al principio de un libro. Usualmente, en todo libro bien compuesto, debe hacerse cerca del final. Y, desde luego, durante todo el libro uno debe por lo menos procurar relacionar los temas con cada asunto.
Es más fácil escribir sobre esto, que hacerlo, porque no suele ser una cuestión tan mecánica como pueda parecer. Pero en ocasiones lo es, por lo menos si los temas están propiamente escogidos y esclarecidos. Pero eso es precisamente lo difícil. Porque lo que yo he llamado aquí, en el contexto de la artesanía literaria, temas, en el contexto del trabajo intelectual se llaman ideas.
* Algunas veces, entre paréntesis, podéis advertir que un libro en realidad no tiene temas. Es una ristra de asuntos, rodeada, naturalmente, de introducciones metodológicas a la metodología y de introducciones teóricas a la teoría. Ésas son, ciertamente cosas indispensables para la redacción de libros por hombres sin ideas. Y de ahí resulta la falta de inteligibilidad.
Notas:
(*1) Véanse los excelentes artículos de HUTCHINSON sobre "penetración" y "esfuerzo creador" en Study of Interpersonal Relations, editado por Patrick Mullahy, Nueva York, 1949.
(*2) Dicho sea de pasada, algo de esto es lo que, estudiando a NIETZSCHE, ha llamado KENNETH BURKE "perspectiva por incongruencia". Véase sin falta BURKE, Permanence and Change, New Republic Books, Nueva York, 1936.
¡ OCVLUM TERTIVM ! (El tercer ojo... LA CÁMARA)
Hace 4 años
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