EL PROFETA: JOSE SMITH
Autobiografía.
La siguiente relación se compone de extractos tomados de la extensa y detallada historia recopilada por José Smith, y refiere en sus propias palabras varios de los acontecimientos importantes que condujeron al establecimiento de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.
Nací en el año de mil ochocientos cinco, el dia veintitrés de diciembre, en el pueblo de Sharon, Distrito de Windsor, Estado de Vermont. Tendría yo unos diez años de edad, cuando mi padre, quien también se llamaba José Smith, salió del Estado de Vermont y se trasladó a Palmyra, Distrito de Ontario (hoy Wayne) , Estado de Nueva York. Como a los cuatro años de la llegada de mi padre a Palmyra, se mudó con su familia a Manchester, en el mismo Distrito de Ontario .
Durante el segundo año de nuestra residencia en Manchester, surgió en la región donde vivíamos una agitación extraordinaria sobre el tema de la religión . Empezó entre los metodistas, pero pronto se generalizó entre todas las sectas de la comarca. En verdad, parecía repercutir en toda la región, y grandes multitudes se unían a los diferentes partidos religiosos, ocasionando no poca agitación y división entre la gente; pues unos gritaban : "He aquí !"; y otros: "He allí !" Unos contendian a favor de la fe metodista, otros a favor de la presbiteriana y otros a favor de la bautista.
Porque a pesar deI gran amor expresado por los conversos de estas varias creencias al tiempo de su conversión, y del gran celo manifestado por los clérigos respectivos, pese a la secta que fuere sin embargo, cuando los convertidos empezaron a dividirse, unos con este partido y otros con aquél, se vio que los supuestos buenos sentimientos, tanto de los sacerdotes como de los prosélitos, eran más fingidos que verdaderos; porque siguió una escena de gran confusión y malos sentimientos (sacerdote contendiendo con sacerdote, y prosélito) de modo que toda esa buena voluntad del uno para con el otro, si alguna vez la abrigaron, ahora se perdió completamente en una lucha de palabras y contienda de opiniones.
Para entonces yo habia entrado en los quince años. La familia de mi padre se convirtió a la fe presbiteriana; y cuatro de ellos ingresaron a esa iglesia, a saber, mi madre Lucy, mis hermanos Hyrum y Samuel Harrison, y mi hermana Solonia.
Durante estos días de tanta agitación, invadieron mi mente una seria reflexión y gran inquietud; pero no obstante la intensidad de mis sentimientos, que a menudo eran punzantes, me conservé apartado de todos estos grupos, aunque concurría a sus respectivas juntas cada vez que la ocasión me lo permitía. Con el transcurso del tiempo Ilegué a favorecer un tanto la secta metodista, y sentí cierto deseo de unirme a ella, pero eran tan grandes la confusión y contención entre las diferentes denominaciones, que era imposible que una persona tan joven como yo, y sin ninguna experiencia en cuanto a los hombres y las cosas, llegase a una determinación precisa sobre quién tendría razón y quién no.
Tan grande e incesante era el clamor y alboroto , que a veces mi mente se agitaba en extremo. En medio de esta guerra de palabras y tumulto de opiniones, a merudo me decía a mí mismo: "¿Qué se puede hacer? ¿Cual de todos estos partidos tiene razón; o están todos en error? Si uno de ellos es verdadero, ¿cuál es, y cómo podré saberlo?" Agobiado bajo el peso de las graves dificultades que provocaban las contiendas de estos partidos religiosos, un día estaba leyendo la Epístola de Santiago, primer capítulo y quinto versículo , que dice:
"Y si alguno de nosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios,
el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le será dada."
Ningún pasaje de las Escrituras jamás penetró el corazón de un hombre con más fuerza que éste, en esta ocasión, el mío. Pareció introducirse con inmenso poder en cada fibra de mi corazón. Lo medité repetidas veces, sabiendo que si alguien necesitaba sabiduría de Dios, esa persona era yo; porque no sabía qué hacer, y a menos que pudiera obtener mayor conocimiento del que hasta entonces tenía, jamás llegaría a saber; porque los maestros religiosos de las diferentes sectas interpretaban los mismos pasajes de las Escrituras de un modo tan distinto, que deshuía toda esperanza de resolver el problema recurriendo a la Biblia.
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Hasta aquí me he limitado a copiar el texto íntegro que viene en uno de los pequeños libros que suelen repartir los mormones por nuestras casas cuando van visitando puerta por puerta.
Encuentro muy significativo el hecho de que José Smith se encontraba totalmente desorientado y confundido entre tantos charlatanes sobre temas religiosos. Era un joven en una sociedad que se estaba formando dia a dia, en un ambiente en el que muchos estaban buscando la forma de apoderarse de huecos en la sociedad, que aún estaban sin dueño.
En la primavera de 1820 fue cuando tuvo su primera visión "divina". Había llegado hasta su límite de desesperación entre tanto caos religioso, y necesitaba calmar su conciencia, y su angustia interior fuera como fuera.
Decidió retirarse al bosque a orar y a suplicar a Dios que le concediera el conocimiento y las respuestas que tanto ansiaba. Y según nos cuenta después, cuando se hallaba orando en voz alta, se vió envuelto en una niebla y una columna de luz bajó desde el cielo hasta posarse sobre él.
Se aparecen dos figuras celestiales que le comunican que todas las sectas con las que estaba teniendo contacto estaban equivocadas, y que no debía seguir ninguna.
A los pocos dias contó lo que le había ocurrido a un ministro metodista, el cual no le dió mucha importancia en principio, pero poco después comenzaron una campaña de persecución y de críticas contra el joven Jose Smith.
Posteriormente recibiría más visitas de seres celestiales que le indicaron su misión y el lugar donde tenía que recoger unas planchas en las que se encontraba escrito todo el conocimiento que debía predicar posteriormente. El texto de las planchas estaba escrito en idioma egipcio, caldeo, asírio y árabe.
Así fue como José Smith escribió "El libro de Mormón", y poco a poco fue consiguiendo seguidores que iba reclutando de entre tantos desorientados que había en aquellos dias en los Estados Unidos, un pais nuevo, con vastas extensiones de tierra aún por colonizar.
Corsario Azul
[Casi Nada 12]
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