jueves, 19 de junio de 2008

Avances en informática

InfoSoc
EL TRIUNFO DE NEGROPONTE Nº 0003 20-Mar-2000

La nueva era a la que nos dirigimos (o, según algunos, en la cual ya nos encontramos) si puede caracterizarse por algo es por la abundancia de leyes, principios y tópicos que pretenden tener carácter de validez universal.

Entre ellos destacan, por la frecuencia con la que son citados por personas procedentes de muy diversas disciplinas y enfoques, los de "en este tiempo, la única constante es el cambio" y las leyes que, de una u otra forma, se asientan sobre los principios de la economía de las redes (Leyes de rendimiento creciente, de Metcalfe, etc.).

Sin embargo, muchas veces estos principios, enunciados de forma general, no encuentran más respaldo que la "belleza", "simplicidad" y/o "elegancia" de su misma formulación, pues carecen de respaldo científico al respecto y, sobre todo, no se puede saber en la actualidad si el paso del tiempo les adjudicará o no su beneplácito y, por lo tanto, mostrará la idoneidad y pertinencia a la hora de explicar los fenómenos actuales.

Lo más seguro es que muchas de estas ideas, tal y como propone Bennahum en su reciente y estupendo artículo en "Strategy & Business" tengan mucho de erróneo en su interior y que estemos asistiendo simplemente a una confirmación parcial y temporal de las mismas, aunque quizás sea pronto para poder emitir un juicio al respecto.

Sin embargo, hay un personaje, que gozó de gran popularidad hace unos años (aunque en la actualidad tampoco tenga problemas de reconocimiento a nivel mundial), pero del que se ha olvidado hablar en los últimos tiempos. Me refiero al conocidísimo estudioso del MIT (Massachussets Institute of Technology) Nicholas Negroponte, destacando sobre la mayoría de los recientes "pseudo-investigadores" que se han subido en los últimos años al tren de las nuevas tecnologías.

En su ya clásico libro de 1991 (de acuerdo con los parámetros de Internet, para usar uno de esos tópicos a los que me refería más arriba) "El mundo digital" expone a grandes rasgos los principales aspectos de la evolución a la que él considera estamos asistiendo. Lo más llamativo de las ideas de Negroponte no es lo revolucionaria o sugerentes que puedan parecer sino el hecho de que, cuando fueron formuladas, encontraron poca aceptación entre los considerados expertos pero, con el paso de los años, cada vez encontramos más aspectos de la realidad que encajan con sus planteamientos.

A grandes rasgos, el pensamiento de Negroponte en relación al futuro se puede resumir en los dos principios siguientes:

a) El "conmutador" Negroponte ("Negroponte's switch") - Si hacemos un estudio de los medios de comunicación empleados por nuestra sociedad, veremos que, cada vez en mayor medida, lo que en la actualidad se distribuye mediante el aire lo hará en el futuro por cable y al contrario. Los ejemplos que cita más frecuentemente son la televisión y el teléfono.

b) Cada vez más, la sociedad irá abandonando el sustrato material en el que se asienta (sobre todo en relación con las actividades económicas a desarrollar) y asistiremos, progresivamente a la conversión de lo que en la actualidad se basa en los átomos (por ejemplo, los periódicos) a una base inmaterial como son los bits (por ejemplo, el World Wide Web, WWW) y ello tanto en su aspecto de producción y uso como, sobre todo, en su distribución.

Personalmente, recuerdo las caras de sorpresa de las personas a las que comentaba la primera de esas ideas no hace muchos años; no podían entender la necesidad de conseguir que la televisión se distribuyese por cable y el teléfono por el aire (al contrario de lo que era habitual en esos momentos). Sin embargo, y aunque todavía está por ver lo que sucederá con la televisión, el espectacular crecimiento de la telefonía móvil a nivel mundial (y, especialmente europeo) parece dar la razón al Sr. Negroponte y una clara advertencia a sus detractores.

Sin embargo, ¿qué sucede con la segunda de sus ideas clave? ¿Podemos asistir a una progresiva desmaterialización de todo aquello que permita, en una u otra forma, su conversión a bits?

Desde la publicación del libro de Nicholas Negroponte hemos asistido al crecimiento exponencial de Internet y el Web, lo que parece justificar su idea, pero, al mismo tiempo, nunca ha habido una oferta tan extensa de publicaciones (en soporte papel) como la que tenemos en la actualidad y, como pueden confirmar nuestros bosques, el consumo de papel lejos de desaparecer también ha crecido.

Es cierto que, quizás, la causa no se encuentre en un fallo por parte de Negroponte. Es posible plantear la hipótesis de un aumento en el consumo de información por parte de los individuos tan grande en los últimos años (algo que parece ya comprobado) que la progresiva conversión a bits de parte de esa información no ha podido compensar y que, por lo tanto, el resultado final es, también, una mayor abundancia de información en soporte material (aunque su proporción sería cada vez menor).

Por otra parte, el fenómeno del formato MP3 en la distribución de música en Internet no hace más que alertarnos de la posible pertinencia de esa "ley" y advertirnos que, de momento, no está claro si los editores de información en medios tradicionales de cualquier tipo pueden considerar que han ganado la guerra o, por el contrario, las turbulencias de toda batalla no permiten aún hacer un análisis fidedigno de lo que está aconteciendo.

Supongo que os estaréis preguntando acerca del título de este tercer InfoSoc pues, ¿por qué declarar el triunfo de nadie si, en lo expuesto hasta ahora, no se puede alcanzar una conclusión clara? Pues, sencillamente, por un pequeño desarrollo tecnológico que se ha presentado en sociedad recientemente y que, creo, puede resultar mucho más importante que lo que las crónicas especializadas relatan.

Como se puede suponer, todos los principios que estamos comentando en este mensaje se apoyan en la preeminencia del ordenador y, sobre todo, del microprocesador en todos los aspectos económicos y productivos de nuestra sociedad. El argumento, es, pues, que un pequeño componente "hardware" (material) conseguirá el resto del entorno tecnológico, industrial y económico se haga "virtual" (inmaterial). Pero, ¿qué ocurrirá con el microprocesador?

Hasta ahora la respuesta era que, simplemente, evolucionará siguiendo la Ley de Moore (es decir, duplicará el número de transistores que incorpora y, por ende, la potencia del mismo cada 18 meses, aproximadamente), pero, más allá de los necesarios cambios y progresos en la tecnología de fabricación para soportar este desarrollo, poco podemos esperar. En estos microprocesadores, las instrucciones que le dotan de la potencia necesaria para soportar nuestros entornos informáticos se encuentran grabadas "físicamente" en la placa de silicio en el momento de fabricación y, por lo tanto, podemos entender que son componentes absolutamente materiales (aunque, afortunadamente, dependiendo de un recurso natural abundante en nuestro planeta, por lo que no hay que temer ante una posible escasez del mismo).

Sin embargo, Linus Torvald, el último "rebelde" de la informática, no parece haberse quedado tranquilo con revolucionar el mundo del software (especialmente de los sistemas operativos) y poner nervioso a Bill Gates y a su omnipotente Microsoft con el desarrollo del célebre sistema operativo Linux (que empieza a hacer mella en las ventas de Windows NT, creciendo a ritmos superiores a este último). Muy al contrario, ha decidido revolucionar también el mundo del hardware y lo ha hecho de la mano de Transmeta, la empresa en la que presta sus servicios.

Esta empresa acaba de anunciar la disponibilidad de dos nuevos microprocesadores, bajo la marca Crusoe y con fabricación por IBM, que destacan, según la prensa especializada, por un menor consumo energético que los equivalentes de Intel (1 vatio, frente a 10 vatios), lo que los hace idóneos para equipos portátiles y dispositivos móviles. Sin embargo, lo más llamativo me parece que es el hecho de que, por primera vez, el conjunto de instrucciones de estos microprocesadores no se encuentra grabado en origen en el momento de fabricación, sino que, por el contrario, se introducen como cualquier otro software y, por lo tanto, admiten actualizaciones futuras (por ejemplo, a través de Internet).

Si reflexionamos sobre este hecho es fácil ver algunas de las posibles implicaciones prácticas de este nuevo enfoque de diseño: un mismo microprocesador sería cada vez más potente (o más especializado en ciertas tareas) cuanto más tiempo se encuentra en el mercado. Además, un mismo microprocesador podría asumir el control de diversos dispositivos como si en verdad fuesen diferentes microprocesadores.

Analizando el pasado reciente podemos ver cómo, de contar con esta tecnología, quizás Intel habría podido resolver el desagradable incidente a que se vio sometido con el lanzamiento de la línea Pentium de microprocesadores, cuando se descubrió un pequeño fallo en el cálculo de las operaciones matemáticas del mismo y que, además de los problemas de imagen que le ocasionó, generó un importante coste económico: sólo habría que hacer que los usuarios de estos microprocesadores se descargasen la nueva versión del software por Internet, la solicitasen por correo o, en el peor de los casos, se desplazasen hasta un centro de atención al cliente en el que se le facilitaría la nueva versión. Es más, según parece, los ingenieros de Intel ya habían detectado este fallo con anterioridad, con lo que podrían haber actuado proactivamente y haber evitado todo tipo de comentarios al respecto.

Pero lo que me llama la atención de este descubrimiento no son tanto sus implicaciones teóricas, conceptuales, tecnológicas y comerciales sino el modo en que encaja en el planteamiento de Nicholas Negroponte pues, por primera vez, el microprocesador no es la causa de la conversión de átomos en bits sino que también se ha visto sometido a la tendencia que él mismo generó. No se trata de la primera vez que un componente "hardware" se convierte en "software" (¿alguien recuerda o sabe algo de ese desarrollo, creo que de Fujitsu, de un módem software que empleaba la capacidad del procesador Pentium para modular y desmodular las señales de comunicación?) y, además, aún queda un 50% de instrucciones que se encuentran grabadas físicamente en la base material de cada Crusoe, pero, ¿no parece apasionante el futuro que se presenta ante nosotros a la luz de estos desarrollos?

Si ya en el pasado era correcto definir un ordenador como un dispositivo de propósito general, el poder modificar sobre la marcha (quizás, por parte del propio software de gestión) las características, funciones y prestaciones del microprocesador hará que esa afirmación sea más verdadera que nunca.

--Javier Villarrubia

======= Fuentes =======

Bennahum, David S. (2000). "Meme" newsletter Sitio WWW: - Bennahum, David S. (1999). "Extra life: coming of age in cyberspace" Nueva York, NY, EE.UU.: Basic Books. Sitio WWW: Capítulo de muestra: - Bennahum, David S.(1999, march/april). Hide the geek. "Educom Review" Disponible online: - Bennahum, David S. (2000). The biggest myth of the new economy. "Strategy & Business", 18, 15-17. Disponible online: http://www.strategy-business.com/opinion/00102> - Negroponte, Nicholas (1995). "El mundo digital". Barcelona: Ediciones B.

1 comentario:

Javier dijo...

Hola, soy el autor (Javier Villarrubia) y me he llevado la sorpresa de ver que las cosas que uno hace no desaparecen sino que tienen vida propia y resurgen pasados los años.

Un saludo y gracias por hacerte eco de esa pequeña contribución.