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sábado 15 de enero de 2000
¿Qué es España?
Por IGNACIO SÁNCHEZ CÁMARA
«DIOS mío, ¿qué es España?», se preguntaba, con retórica amargura, Ortega y Gasset en sus Meditaciones del Quijote. Y añadía: «En la anchura del orbe, en medio de las razas innumerables, perdida en el ayer ilimitado y el mañana sin fin, bajo la frialdad inmensa y cósmica del parpadeo astral, ¿qué es esta España, este promontorio espiritual de Europa, esta como proa del alma continental?». Todo lo auténticamente humano es empresa y proyecto. También las realidades colectivas como las naciones. En su Antropología caracterizó Kant a España como la «tierra de los antepasados», como si el peso de los muertos no dejara de gravitar sobre nuestro fatigado presente impidiéndonos la mirada hacia el futuro. Y ciertamente España es Cervantes y es Lepanto, es Teresa de Ávila y el 2 de mayo, es Velázquez y la empresa americana. Somos el tesoro de nuestros aciertos y de nuestros errores, de nuestra miseria y de nuestra grandeza. Pero si fuéramos sólo eso no seríamos una nación. Los hombres no vivimos juntos porque sí o porque lo hayamos hecho en el pasado, sino para hacer cosas, grandes o pequeñas, egregias o vulgares. Nación es proyecto, no inercia. Es más la tierra de los hijos que la tierra de los antepasados.
¿Cuál es o puede ser hoy el proyecto de vida español? Quizá pueda cifrarse en cuatro metas. En primer lugar, el proyecto de construcción de la unidad política de la civilización europea basada en la tradición de la filosofía griega, Roma, el cristianismo, la ciencia y el humanismo. En segundo lugar, la contribución a la construcción de la comunidad iberoamericana de naciones. En tercero, la creación de una ciudadanía fundamentada en los principios de la democracia liberal y que tiene su formulación jurídica en la Constitución. En ella se cimentan la libertad y el progreso. Y en cuarto lugar, la colaboración al servicio de los fines humanitarios de la comunidad internacional, como revelan las misiones de paz de nuestros Ejércitos, la contribución a la paz en Oriente Medio o la ayuda material a países subdesarrollados o que padecen catástrofes. Aunque tal vez podrían añadirse otros, éstos parecen suficientes.
Frente a este proyecto nacional, los nacionalismos radicales carecen de otro alternativo, se definen negativamente y no son integradores sino disgregadores. La verdadera potencia nacionalizadora es siempre integradora, no excluyente. A quienes quisieran reeditar el «Desastre» cien años después sólo les aguarda el fracaso. Porque son muy pocos, porque no tienen razón. Dicen «no» a España, es decir, a todo lo anterior. Y no sabemos, porque no nos lo dicen, quizá porque no lo saben, a qué dicen «sí», qué aspiran a ser, cuál es su proyecto. Como Penélope, destejen para volver a tejer, quieren segregarse para volver a unirse, cuando España es el único cauce posible hacia su integración en Europa. El nacionalismo radical es el heredero del viejo y superado particularismo castizo, el heredero del más rancio casticismo ibérico. Basta para confirmarlo el que buceen en un pasado idealizado e irreal en lugar de proyectar el futuro. Lo que intentan descalificar como nacionalismo español es otra cosa diferente y aun opuesta, pues no se define por su exclusión de los demás sino que aspira a fundirse con otros, con las demás naciones europeas. España es una de las modulaciones que reviste el ser europeo. Los nacionalismos separatistas condensan hoy los principales defectos de la España caduca: el particularismo, el aislamiento y la mirada obsesiva hacia un pasado fantasmagórico y deformado. Son el último rebrote de una vieja enfermedad casi curada. Pero ante un virus hostil, un organismo sano genera sus propias defensas.
[Comentario de Lourdes: Ignoran abiertamente la aportacion de los judios a la construccion de Europa. El Islam solo se relaciono con ciertos territorios, de modo que es mas relativo su papel. Pero, ¿el judaismo? Desde Filon de Alejandria han dado tanto, tanto a esta civilizacion...Ademas, ¿podria decirme el caballero cual fue el papel de Grecia y Roma en las civilizaciones nordicas? Salvo el conocimiento de ciertas doctrinas en la Edad Media, tras la cristianizacion...Los germanos por lo pronto, rechazaron fieramente a los romanos. ¿O no conoce a Tacito?]
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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