Max Lameiro Agosto, 1999.
La Internet suele ser concebida conforme a modelos y nociones inadecuadas para dar cuenta de ella. La más difundida de esas nociones es la de "medio de comunicación". Muchos de los usuarios de la Internet la conciben y utilizan así, es decir, como un nuevo medio a través del cual se pueden "comunicar" cosas. Se piensa que la novedad de Internet consiste en que nos permite comunicar algo -y acceder a lo comunicado por otros- de modo mucho más ágil y variado que en los medios convencionales. Este tipo de concepto y uso de la Internet está bastante extendido en toda una gama de viejos y nuevos "comunicadores", como, por ejemplo, comercios, instituciones oficiales y educativas, partidos políticos, etc. Incluso en el ámbito de la investigación y la crítica, varios intelectuales de renombre se han pronunciado acerca de la Internet como si de un nuevo y revolucionario mass media se tratara.
Ahora bien, a nuestro juicio dicho uso y concepto implican un completo desconocimiento de la naturaleza y posibilidades de la Internet; y, por lo mismo, también de su función social. La Internet o mejor dicho el "ciberespacio", para usar una expresión ya consagrada, no constituye un nuevo medio de comunicación sino un nuevo espacio social. La diferencia entre las dos nociones es decisiva si se pretende investigar ese fenómeno con acierto y si se quiere propiciar y/o generar una práctica social transformadora involucrada en el curso mismo de los hechos, es decir, en el desarrollo del ciberespacio como nuevo espacio social.
Concebir el ciberespacio como un "medio de comunicación" significa subordinarlo a un paradigma cultural que obstaculiza su desarrollo y aprovechamiento. Plantear que se trata de un nuevo espacio social, nos permite -a pesar de la vaguedad inicial del concepto- apuntar a la verdadera novedad de ese espacio. Novedad que no consiste en su capacidad -sin duda inmensa- para almacenar información y hacerla accesible, sino en el hecho de constituir un ámbito donde la gente interactúa y se encuentra, sin las limitaciones que en el espacio social ordinario le imponen tanto las distancias físicas como las fronteras jurídico-políticas vigentes.
Esa liberación de límites puede, en principio, reconocerse en lo siguiente: Por un lado el ciberespacio es un espacio de intercambios sociales de extrema movilidad; pues en él desde cualquier punto se puede acceder a cualquier otro punto -o a varios simultáneamente- y ello en un tiempo cercano a cero. Esta movilidad desafía por sí sola las distancias físicas y temporales ordinarias y su efecto sobre las interacciones sociales no debe subestimarse. Por otra parte, la comunicación en el ciberespacio es interactiva.
Pero, ¿qué es realmente la interactividad? La referencia a la interactividad se ha vuelto un lugar común, sin embargo el verdadero significado y alcance de esa noción suelen ser ignorados. El ciberespacio no es interactivo por el sólo hecho de que en él la información tiene una estructura de hipertexto con múltiples enlaces; suponer que eso es la interactividad es -casi- como decir que una revista impresa es interactiva por el hecho de que el lector debe pasar las páginas por sí mismo y puede elegir que nota leerá primero, y que además puede interrumpirse cuando guste para volver a mirar la foto de tapa.... Los comerciantes que se acercan al ciberespacio sin otra intención que la de probar un nuevo mercado, son en gran medida los responsables de esa noción mediocre y reaccionaria de la interactividad.
A nuestro criterio, si la Internet trae consigo alguna novedad social y cultural interesante, la interactividad debe ser mucho más que la "libertad" de elegir enlaces del mismo modo que se eligen productos en una góndola de supermercado.... La clase de libertad que el ciberespacio anuncia y posibilita es bastante más profunda, aunque no está garantizado que sepamos aprovecharla.
El ciberespacio es interactivo por sus posibilidades de estructura, independientemente de lo que luego se haga de hecho en él por ignorancia, codicia o mala fe. Y es interactivo porque en él la comunicación es multidireccional y simétrica para todos los involucrados. Esto significa que cualquier participante en un proceso de comunicación tiene la misma posibilidad de decidir el sentido de la comunicación; y que lo que define dicho proceso es el consenso de los participantes y no la voluntad de un comunicador privilegiado como ha sido siempre el "emisor" en el esquema clásico de comunicación.
La conjunción de las dos propiedades que señalamos (movilidad e interactividad) tiene un efecto cultural revolucionario, pues sitúa los intercambios sociales fuera del control jerárquico e institucionalizado que impera en el espacio convencional. El control de la comunicación, del pensamiento, de la conducta, del trabajo, del deseo, etc. se suprimen a favor de una comunidad mundial de autogestión.
No es extraño entonces que gobiernos como el de Corea de Norte haya prohibido el libre acceso a la Internet en su territorio y que un país como Norteamérica invierta -en forma privada y estatal- millones de dólares en el tema, ni que su vicepresidente abogue por la instalación en cada conexión de red de un chip de encriptamiento que aseguraría indirectamente a la CIA la vigilancia exclusiva de la Internet.... Unos y otros manifiestan claramente, cada uno a su modo, el pánico que produce el cambio de paradigma social: la completa democratización de la información y de los intercambios comunicativos.
Esta democratización de la comunicación es una posibilidad estructural del ciberespacio y en alguna medida ya ha comenzado a realizarse. Sin embargo, no debemos caer en falsos optimismos ya que el ciberespacio no es una entidad metafísica ajena al mundo en el que vivimos hasta hoy. Los factores antidemocráticos (totalitarismo, mercadocracia, etc.) siguen vigentes y condicionan tanto el acceso a dicho espacio como su modo de utilización, es decir, sus pautas comunicativas.*
De todos modos, dado que la liberación se ha producido ya en una medida desconocida hasta el presente y dado que los propios "habitantes" del ciberespacio son en su mayoría vehementes defensores de la libertad y la democracia en el mismo; y dado que ciertas tensiones y crisis de la sociedad mundial la impulsan hacia aquél; por todo ello, es difícil pensar que el nuevo espacio social sucumba a las presiones y tentativas de control que hoy lo amenazan, pero, por el contrario, también es difícil creer que la democratización se produzca sin que haya que librar una dura batalla....**
Sea como sea, lo cierto es que el nuevo fenómeno rebasa cualquier cosa que pudiera concebirse en los términos de una "teoría de los medios", puesto que subvierte la propia matriz comunicativa dentro de la cual se formó la sociedad de los mass media, es decir subvierte el esquema receptor/emisor que ha dominado hasta ahora la estructura técnica y el uso social de los medios, con la única excepción del teléfono.
El alcance de esta transformación es todavía inconmensurable. Por lo pronto el desafío de los intelectuales que de uno u otro modo nos interesamos en los campos grupal y comunitario es realizar una tarea de investigación que esté ella misma activamente comprometida en el desarrollo del ciberespacio. Entonces sí podremos superar la inadecuación de nuestras nociones porque estaremos ayudando a conformar como concepto y como proceso ese nuevo espacio social.
Máximo Lameiro E-mail: maxlameiro@infovia.com.ar Bs.AS. Agosto de 1999.
** Para toda esta cuestión hay poco material en castellano, pero lo hay: Por ejemplo el clásico "Hipertexto" de Landow (especialmente cap.6) y "Teoría del Hipertexto" Landow y ots. (esp. caps. 7 y 8), Ed. Paidos. Ver artículos sobre el tema en la revista Casinada.
También se han traducido: "Crítica de la razón informática" de T. Maldonado, también de Paidós.
* Bajo esa luz debería analizarse el valor político de los Hackers sin apresurarse a calificarlos como "idealistas románticos" cuando no como "criminales" como tiende a hacer mucha gente.
Brigantinus-Quora
Hace 7 años
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